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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Wesh Montoya Jue Jun 01, 2017 9:23 am

Recuerdo del primer mensaje :

Mi tío había insistido una y otra vez que no estaba preparado para cruzar el portal que me llevaría al pasado.
Alegaba frente al consejo que mi implicación en el tema era algo que me descartaba como un buen soldado para la misión dispuesta. Avisar a la orden de la amenaza que nos acechaba y que supieran que la reliquia había sido ya obtenida en Egipto. Proteger el orbe era lo primordial, pues si este era tomado el mundo correría un peligro que no podíamos permitirnos.
Caleb, jefe de la orden, quería enviar a otro mas preparado, mas finalmente el consejo intercedió en mi favor, alegando que tenia que mostrar ante ellos mi valía, pues demasiadas cosas ya se me habían privado por el tempestuoso carácter que me precedía.

Era cierto, me negaron el don de la licantropia, si lograba proteger la reliquia se me prometía que a mi regreso seria mordido y convertido en lo que era mi derecho, uno de los siete guerreros que forma el consejo.
Mi tío finalmente cedió ante los otros cinco, aunque puso una condición, que seria vigilado por las tres brujas que la organización poseía y que al menor indicio de revelarme e incumplir las normas, seria deportado por él mismo a un templo donde quedaría recluido hasta hacer de mi el hombre que el no veía.

Acepte, claro que dentro de lo que era mi misión, lograr proteger la reliquia a toda costa, no era lo único que pensaba hacer en el pasado.
Me carcomía el no saber que había pasado, mis padres y hermano murieron en la carpa gitana y a día de hoy no habían sido vengados.
Todo quedó reducido a cenizas y el ejercito que destrozo mi vida dejándome huérfano desapareció como si de espectros se trataran. En el pasado, eso aun no había sucedido y estaba decidido si no a intervenir, si a descubrir el autor de tan acto y vengarme.

Aquella mañana crucé el portal que las tres brujas abrieron para mi bajo la atenta y severa mirada de mi tío que no confiaba en mi.
Una sonrisa ladeada fue mi despedida antes de desaparecer frente a sus ojos.
Aparecí jadeante en medio de un bosque que bien conocía, el cuerpo me dolía, pero el hechizo había funcionado o al menos eso creía.
No tardé en alcanzar la ciudad, mis ojos se centraron en un niño que vendía periódicos por las calles y acercándome a él adquirí un ejemplar para centrarme en la fecha que ponía en su lateral.
Había funcionado, es mas tenia unos días para prepararme para presenciar la masacre que a mi familia se refería, pronto el nombre del espectro me seria desvelado y la venganza comenzaría.

Me alojé en el hostal, sabia que no me seria complicado acudir a los refugios de la organización, allí seria bien recibido, claro que a su vez vigilado y antes de ponerme al completo a su servicio tenia la necesidad de descubrir lo que le había pasado a lo míos.
Baje al restaurante para comer algo, había traído el dinero necesario para pasar un par de días sin problema.
Tomé asiento en una mesa, pedí el menú del día y vino para acompañar la cena.







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Mensaje por Wesh Montoya Jue Ene 25, 2018 3:56 am

Freya me miraba como si supiera que esa noche iba a ser caótica, no sabia bien hasta que punto lo que acontecería cambiaría para siempre mi vida.
-¿Algo que decir? No, nada -dije sin mas bajo su mirada inquisitiva.
El galope de los caballos retumbaba sobre el adoquinado, íbamos abandonando la zona centro de París, todo lleno de lujo y elegante decoración dio paso a la zona mas pobre, poco iluminada y con un nauseabundo olor a orín y enfermedad.

Pasados esos barrios nos adentramos en un territorio boscoso, tras un sendero marcado ocn arboles a sendos lados alcanzamos una explanada de tierra donde los gitanos habían montado su asentamiento.
El olor a fuego, a brasas, a carne recién hecha y como no a cerveza negra inundaba mis sentidos.
Parte de mi era como la de esos hombres y mujeres de piel oliva que danzaban frente a la lumbre haciendo palmas acompañados por unas guitarras.
No tenían nada y aun así eran felices, me sorprendía la belleza de algo tan simple.

Freya tiró de mi diciendo que teníamos que irnos, pero ni Hakon ni yo parecíamos muy dispuesto a hacerle caso, ambos mirábamos entre el gentío como si buscáramos algo, posiblemente el la reliquia, yo por contra a mi madre, mi padre y hermano.
No tardé en verla bailando de la mano de un niño pequeño de unos 4 años, ojos grandes, piel canela y esa risa feliz y ajena al futuro que le espera.
Padre los mira sentado jarra en mano, las miradas entre ambos son cómplices y por un momento me doy cuenta de que he perdido demasiado.
Quiero ir, avisarles de lo que sucederá, pero algo me mantiene anclado al suelo admirando el panorama.
Se que no debería actuar, se que eso podría llevar al futuro a un caos y que podría tener irremediables consecuencias, pero era mi hermano, mis padres...

Aun estaba dándole vueltas cuando los cascos de lso caballos retumbó por el lateral, la polvareda se lazaba acompasada de los gritos de guerra.
El infierno se desató sobre aquel campamento, buscaban algo, la reliquia.
Madre con su hijo entre los brazos corría, padre espada en mano protegía su retirada con valentía.
Rugí airado, no iba a consentir que lo mataran ante mis ojos, ya lidiaría después con las consecuencias, no pensé, me levanté, pero fue Hakon el que volvió a agacharme tirándome contra el suelo.
-¡Suéltame! -rugí -¡Son mis padres, es mi hermano!
Pude ver su desconcierto, como si tras mis palabras hubiera algo que le encajaba o quizás que no lo hacia -¡Suéltame o te mataré! -gruñí.


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Mensaje por Synnove Cannif Lun Feb 12, 2018 1:28 am

La actitud de Hakon había logrado desconcertarme, se manejaba de forma tranquila al hablar acerca de emprender el recorrido hacia el campamento gitano. Lo miré de reojo antes de acercarme a Freya, que se apresuró a asegurarme que seguía estando de nuestra parte. Ni siquiera se lo había preguntado, tan solo me había mirado cuando la detuve del brazo. Conocía a Freya desde que éramos unas niñas, si me ocultaba algo podría verlo en su actitud.

Aprovechando que no estábamos cerca de los otros dos le pregunté si tenía algún interés por el recién capturado. Su respuesta fue un sonrojo en las mejillas y un balbuceo con el que se apresuró a indicarme que lo conocía muy poco. Iba a preguntarle también sobre Hakon, pero esos dos ya se habían vuelto a acercar, lo cual no me dio la oportunidad de hacerlo antes de que nos separáramos para subir en los caballos.

Marchamos a buen trote, había aceptado ir al campamento por las razones que me había expuesto mi hermano. Esta vez guardé silencio, tan solo interrumpido por el golpeteo de los cascos del caballo contra el adoquinado. A medida que fuimos dejando la ciudad atrás comencé a inquietarme. Él daba la impresión de calma, pero ¿cómo se podía estar tranquilo cuando estábamos a punto de presenciar precisamente lo acontecido esta noche?

-¿Estás seguro de esto?-
Entrábamos ahora en un terreno distinto, enverdeciéndose por la presencia de árboles de todo tipo. Miré hacia mi diestra, había recorrido este camino tantas veces, era el mismo y a la vez lucía completamente distinto. Estábamos apenas a unos kilómetros de las antiguas ruinas de padre. Detuve la montura un momento cuando me percaté de ello, seguramente madre recorrería el mismo algo más tarde.

Me mordí el labio y todo mi cuerpo se tensó, dirigirnos al campamento me enfrentaba a la realidad de que él había tenido otra familia.

Fueron sus manos las que se encargaron de mover las riendas para que continuásemos avanzando, de todas maneras era demasiado tarde para hacer la pregunta. Ya nos encontrábamos demasiado cerca, pude ver el campamento gitano extendiéndose frente a nosotros.

Bajamos de las monturas para comenzar a adentrarnos en el lugar, la música alegre llegaba a mis oídos en medio del jolgorio y del movimiento de las panderetas. El campamento estaba tan animado que de haber sido otras las circunstancias, me habría detenido a admirar lo que veía. Sin embargo, ahora me preocupaba más desplazarme con los otros con sigilo, no solo porque los gitanos podían sorprenderse con nuestra repentina aparición, si no porque según nuestros cálculos estábamos a punto de presenciar lo sucedido esta noche.

-Hakon…-
Mi mano le tomó del brazo en cuanto escuché el sonido de caballos acercándose. Freya acababa de advertirnos que era una mala idea, que debíamos retroceder y de repente sus palabras no me parecieron nada descabelladas.  

Todo se desarrolló en cámara lenta, gritos de guerra y muerte que anunciaban la desolación. Jinetes con espadas en mano y antorchas encendidas que se abrieron paso violentamente comenzando el derramamiento de sangre. Y en medio de todo eso mi mundo se detuvo. Acababa de vislumbrar a una hermosa mujer de piel oscura que llevaba de la mano a un niño de cuatro años. En cuanto mis ojos se posaron en ellos fui incapaz de apartar la mirada.

En ese momento Hakon se separó de mi, el joven que acompañaba a Freya había perdido la razón, intentaba lanzarse hacia la escena. Mi corazón latió desbocado en mi pecho al percatarme, nada debía de alterar los hechos de esta noche, debíamos permanecer al margen, nada ni nadie debía alterar el futuro.

Comencé a correr hacia ellos, el hechizo lanzado por nuestra amiga persistía por lo que nadie más que nosotros podía escuchar los gritos de Wesh, pero su alboroto fue tal que logró llamar la atención de un par de jinetes que desviaron sus monturas para dirigirse hacia ellos. Ambos estaban embebidos en forcejear el uno con el otro y no se habían percatado aún del peligro que se acercaba a toda velocidad.

Apreté los dientes, no tuve tiempo de pensar nada. Saqué mi espada y corrí para interceptar a los jinetes antes de alcanzar las patas de uno de los caballos y cortarlas de un tajo. Me deslicé sobre el suelo, eludiendo la caída del caballo sobre mi cuerpo y clavé mi acero en el pecho del caído que no tardó en salpicarme con su sangre. Con el rabillo del ojo vi un nuevo movimiento dirigido hacia mi y realicé una pirueta para desviar el golpe de la espada del segundo jinete.

Ladeé la sonrisa al mirarlo desde el suelo, este maniobraba para regresar hacia mi, por lo que le esperé antes de flexionar las rodillas y saltar para que nuestros aceros se encontraran entre ambos. Estos chocaron repetidas veces antes de que la punta del mío le atravesara desde la garganta hacia la cabeza. Le vi caer y me detuve sobre mis pies para buscar frenéticamente a Hakon con la mirada.
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Mensaje por Hakon Cannif Lun Feb 12, 2018 5:08 am

Synnove estaba nerviosa, intentaba adivinar algún gesto que delatara  en mi ahora hermético gesto algún tipo de dolor. En mi cabeza la idea de lo que me iba a encontrar no dejaba de dar vueltas, era muy obvio que las imágenes arrancaría parte de mi, iba a ver a mi madre morir y aunque estaba claro que me sentía un Cannif, no podía evitar tener dudas, curiosidad sobre como hubiera sido mi vida si esa trágica noche nunca se hubiera sucedido.
Adaline salvó mi vida, me crió como un hijo y yo la amaba como a una madre, pero no podía olvidar que otra me trajo a este mundo y que hoy ante mis ojos moriría.

Wesh iba con el gesto tan sombrío como el mio y en cuanto llegamos ambos clavamos la mirada en las personas de tez oliva que danzaban frente a las llamas. Synnové acariciaba mi mano mientras yo sonreía viendo a ese niño de ojos grandes que reía en brazos de una mujer preciosa de cabello azabache e interminables bucles. Un hombre de tez clara  miraba como mi madre y yo ante él bailábamos, todo parecía ser idílico, hasta que el ruido de los cascos de  caballos y los gritos de guerra, lo estropeó todo.

Una noche de placer, una en la que los gitanos bailaban y bebían felices se trasformó en muerte y destrucción, ríos carmesí y mi madre corriendo conmigo entre sus brazos mientras padre buscaba el modo de proteger su legado.
Apreté los dientes, era consciente de que no podía intervenir, pero ganas no me faltaban y mis ojos se humedecieron fruto de la rabia, de la impotencia, mas cuando Synnové acarició mi rostro para templar mi alma escuché como el prisionero saltaba como un loco para enfrentar al enemigo.

Me abalancé sobre él pues Freya no podía mantenerlo quieto y ambos nos enredamos de nuevo en una pelea a melé. No podíamos cambiar el pasado, no sin que el futuro se viera maltrecho y resentido, mas eso no parecía entenderlo el muchacho enajenado que me gritaba que era su madre, su hermano. Entonces lo entendí todo. Me quedé un instante inmóvil mirando los ojos pardos del muchacho que aprovechó mi desconcierto para hacerme a un lado y salir hacia allí corriendo.
-¡Wesh, no! -rugí tratando de darle caza mientras Synnove luchaba contra un par de los asesinos que habían escuchado los gritos de mi hermano.
-¡Freya detenlo ! -rugí.
En vez de ella, fue un hombre con los ojos ámbar el que salió al paso atrapando a Wesh y lanzandolo contra el suelo tomándolo de la pechera pidiéndole calma
-No podemos hacer nada -le decía -el pasado no debe ser cambiado.
El otro le gritaba que era su hermano, su sobrino que era un cobarde, mas el licantropo no aflojaba su agarre aunque en su rostro el dolor quedaba mas que reflejado.

Me detuve inmóvil frente a ellos, era..mi tío, mi hermano..cerré los ojos como si toda esa información empezara a marearme.  De esa enajenacion me saco el ruido del guerrero que acero en mano descargó sobre mi una estocada, esquivé con el rostro desencajado, saqué el hacha de mano y con rabia la incrusté en su cráneo, como un salvaje que es lo que era la desincruste y empecé a desfigurarle la cara con el acero ,estaba muerto, mas no me importaba, yo estaba furioso, escuchaba los gritos, sabia cual sería el final de todo aquello y no podía soportar la idea de lo que a mis espaldas se producía.
Grité de dolor, de frustración, sintiendo la sangre salpicándome


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Mensaje por Eileen Indrisler Lun Feb 19, 2018 10:45 am

Sabía que no era una noche fácil para el lobo, allí había perdido a su hermano y a uno de sus sobrinos en aquella fatídica noche... así que no quería ni imaginarme cómo debería de sentirse en esos momentos siendo tan solo un espectador sin poder hacer nada para cambiar lo que había sucedido esa noche. Si yo pudiera revivir la noche en la que murió mi padre en aquel ataque.... ¿qué no habría hecho por salvarlo? Cualquiera en su sano juicio querría cambiar lo ocurrido pero si hacíamos eso alteraríamos el presente y otras consecuencias, incluso peores, podrían darse tras cambiarlo todo. Al final sabía que Wesh intentaría cambiar las cosas y por esa razón estábamos agazapados tras unos arbustos, mis ojos subieron para contemplar los ámbar del hombre que tenía a mi lado y hacerle ver que, al menos, estaba allí con él para superar esa noche tan nefasta que había cambiado la vida de todos en realidad. Aunque me dijera que estaba bien yo lo conocía y sabía que no lo era pero ¿podía culparlo? En absoluto, no quería que me preocupara pero es que era imposible no hacerlo cuando rememorar algo como aquello le hacía daño, estábamos allí para evitar más males pero era duro saber que tu hermano y tu sobrino iban a morir esa noche y no podías hacer nada por cambiarlo. Tomé su mano para que centrara su vista en mis orbes azules y le sonreí para darle ánimos apoyándolo en ese momento, su boca buscó la mía y su mano se afianzó en mi nuca pegándome más a él hasta que apoyé mi mano en su pecho. Su corazón latía con fuerza bajo mi palma y supe que aunque intentaba mostrar una tranquilidad que seguramente por dentro no sintiera, quería hacerme ver para no preocuparme demasiado. Mi nariz acarició la suya sin dejar de tomar su mano entre la mía apretándola con fuerza antes de centrarnos en lo que ocurría frente a nosotros. El campamento se había llenado de música y de las risas de los gitanos que habían en el lugar lo que me llevó a preguntarme qué hacía su hermano en aquel lugar, porque hasta donde yo sabía, Caleb no era de esa etnia... quizás su mujer sí aunque poco sabía de ella y tampoco quería preguntar en esos momentos. Nos centramos en observar el terreno para familiarizarnos con este mientras ellos, ajenos a lo que les deparaba, bebían, cantaban, bailaban y reían entorno a una enorme hoguera que iluminaba el cielo nocturno de París.

Pasado un rato en el que estuvimos observando todo le pregunté a Caleb si había rastro de la presencia de Wesh en el lugar, él era un lobo y podía rastrearlo con mayor facilidad por sus sentidos aumentados así que podría localizarlo antes de que lo viéramos, si sabíamos dónde estaba podríamos evitar que acabara cometiendo la locura que terminaría por hacer, no lo culpaba en absoluto, pero eso podría cambiar el sino de todos aquellos cuanto él conocía. Al final pareció que sí pudo encontrar dónde se encontraba Wesh y, por lo que decía, no estaba solo pues notaba el latir de más corazones y un aroma familiar que decía no podía distinguir bien pero que había notado en otra ocasión. ¿No estaba solo? ¿Con quién estaría entonces? Él fue mandado solo a la misión para averiguar sobre los vikingos, y aunque habíamos llegado a un acuerdo con ellos no sabíamos qué pudo haber hecho él en esos días que no lo encontramos por ningún lugar. Perdida en mis propios pensamientos todo comenzó a tomar forma aquella noche, todo pasó demasiado rápido y los gritos de Wesh fue lo que me alertaron en esos momentos, todo pasaba frente a nosotros y la masacre de esa noche se daba lugar mientras nosotros no podíamos hacer nada. Los soldados montados en los caballos mataban a los que estaban allí cambiando drásticamente el momento de la noche, donde antes se escuchaban cánticos y risas ahora se escuchaban los gritos mientras eran asesinados. Seguimos la pista hacia los gritos que lo delataron acercándonos justo cuando echó a correr en dirección al campamento para salvar a su padre y a su hermano, le gritaban que no lo hicieran pero no lograron pararlo hasta que Caleb se abalanzó sobre él quedando sobre su cuerpo para que no se acercara, intentando que entrara en razón haciéndole ver que él también tenía a su hermano y a su sobrino allí en ese campamento y que no era el único que iba a perder a alguien. Los gritos habían alertado a los soldados que comenzaron a aproximarse en nuestra dirección, fue entonces cuando sacando la espada que llevaba guardada me fijé en quiénes lo acompañaban, extrañada al ver a esos dos vikingos que habíamos seguido un día... ¿qué hacía con ellos?


-¡Caleb! –Llamé al lobo que retenía bajo su enorme fuerza a su sobrino quien intentaba zafarse de su agarre e ir hacia el campamento, acercándome justo cuando uno de los soldados se acercaba en su dirección espada en mano. Interpuse la mía para que no le diera a ninguno de los dos y sin pensarlo demasiado le di una patada en su vientre para alejarlo un poco de ellos y que no pudiera rozarlo, pronto nos enzarzamos en una pelea en la que él atacó con todas sus fuerzas y yo soportaba y paraba sus golpes, hasta que en uno de ellos lo esquivé rodando por el suelo situándome a su costado y con un giro le rebané la cabeza manchándome con la sangre que había salpicado, me giré para mirarlos y me acerqué hacia ellos porque Wesh parecía que no entraba en razón.


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Mensaje por Caleb Montoya Lun Feb 19, 2018 1:04 pm

Mis ojos fijos en mi hermano, en la felicidad que le embargaba al ver a su preciosa esposa bailar con mi sobrino mayor de piel oliva entre sus brazos.
No podía apartar la mirada, aun sabiendo que pronto los ríos de sangre bañarían la tierra y lo perdería todo.
La voz de Eilen me saco de mi ensoñación, el dolor era patente en mi cara y sus caricias se deslizaron tibias por mi barba, por mis pómulos mientras trataba de mantenerme cuerdo.
Eileen me amaba y yo a ella, no podía imaginar el dolor de mi hermano al ver como atacaban y mataban a su esposa ante sus ojos.
-No lo he percibido -dije sin despegar mis ojos de las llamas anaranjadas del campamento.
Quizás porque tampoco había hecho ademan ninguno por encontrarlo, solo podía pensar en que esta seria la ultima maldita vez que podría ver a mi hermano, porque tenia que dejarlo morir ante mis ojos y eso me llevó a tensar el gesto, la decisión era correcta, mas no por eso menos dolorosa de lo que parecía.

Fue entonces cuando llegaron los caballeros sobre sus monturas. El caos, la destrucción y la muerte se extendió por el poblado. Pronto los cuerpos de los gitanos quedaron bañando el suelo, miembros cercenados y la esposa de mi hermano con la criatura entre sus brazos salió corriendo hacia una de las caravanas.
No pude ver mas pues los gritos de mi sobrino cortaron el viento, intentaba impedir la muerte de sus padres ¿acaso podía culparlo?

La dama de fuego y yo salimos corriendo a su encuentro, mas nada era capaz de detenerlo, ni siquiera los vikingos que lo acompañaban y a los que había ganado la partida saliendo corriendo.
Lo intercepte a medio camino, abalanzándome sobre este en un placaje tras el cual dimos ambos de bruces contra el suelo.
Sus gritos habían alertado a varios de lso enemigos, que ahora descargaban su ira contra la vikinga y contra el rabioso vikingo de tez oscura que golpeaba el cráneo de uno como si le fuera la vida en ello.

Eileen nos cubrió a ambos mientras como titanes buscábamos el modo uno de calmar al otro, el trató de encararme para poder lanzarse al rescate de su familia echándome en cara que no los quería.
-Vamos Wesh, has de tranquilizarte el pasado es pasado, no debemos tocarlo o el cambio de los acontecimientos podria llevarnos a n desenlace peor.
-o quizás a otro mejor -rugió mi sobrino revolviéndose.
-No lo se Wesh, peor sea cual fuere ese resultado no nos pertenece, nosotros no deberíamos estar aquí, vamos, cálmate hijo.

Era imposible razonar con él, solo mi bestia interior, con mis ojos ambar en un amarillo radioactivo lo mantenían anclado al suelo.
Fue el moreno el que con el mango de su espada lo noqueó de un golpe seco, podía ver que algo perturbaba su mirada.
-Cogelo y sacalo de aquí -rugió antes de parar la segunda horda de guerreros que ante nosotros llegaban.




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Mensaje por Freya Tollak Jue Feb 22, 2018 9:33 pm

Era difícil describir la escena, pocas veces vi a una raza que me resultara de inmediato tan fascinante. La música estaba llena de vida y de energía, y los bailes retrataban muy bien el espíritu errante de los gitanos. Wesh había desoído mi advertencia por lo que nos adentramos en el campamento. Mi mirada lo observaba todo… y tan solo unos minutos fueros más que suficientes para que les admirase. De cierta forma tenían similitudes con los norteños, pero en otras eran muy distintos.

Por un momento me olvidé de lo que estaba a punto de suceder, contemplando… convirtiéndome en testigo de las sonrisas en los rostros de piel oscura. Veía incluso a los muy mayores seguir el ritmo de las panderetas con los talones en el suelo, y a los niños correr alegremente de un lado a otro. La visión me hizo sonreir antes de que sintiera un escalofrío reptando por detrás de mi cuello, aquella alarma regresó incluso antes que los caballos golpeasen la tierra anunciando a los intrusos que con sus armas comenzaron la matanza.

Los retazos de mi visión volvieron a mi mente causándome un dolor insoportable, como si mi cabeza no pudiera soportar tanta información y de un momento a otro fuera a partirse en dos. Los ríos de sangre que corrían sobre la tierra se mezclaban con las imágenes que había visto días atrás. Una palidez mortal se reflejó en mi rostro, el dolor de todas esas almas que gritaban antes de encontrar su fin… La diosa me permitía sentirlo en carne propia, logrando humedecer mi mirada.

Llevé mis manos sobre mi pecho, consciente de que a pesar de lo que sucedía no debía intervenir, me estaba prohibido y mi castigo era no solo presenciar lo que sucedía si no sentir el mismo dolor de los que caían.

Mi mirada reparó en una pareja específica apenas unos segundos antes de percatarme de que el pequeño niño en los brazos de la mujer de exóticos rasgos tenía que ser Hakon.

De inmediato temí que él quisiese intervenir en lo que estaba por suceder. ¿Qué habría hecho yo de haber podido impedir que mi madre muriese?

El caos se abrió paso con cruel fuerza. Los asesinos continuaban su invasión mortal frente a mis ojos, por un momento impidiéndome ver adonde se encontraban mis amigos. Nos habíamos separado pero los gritos de Wesh llegaron a mis oídos con claridad.

Se precipitó en dirección a la pareja en un acto incomprensible, antes de que fuese Hakon quien se lo impidiese lanzándose sobre él. Los observé forcejear sobre el suelo y al mirarlos finalmente el entendimiento que me había sido negado se esfumó, permitiendo que la venda cayera de mis ojos.

Los pardos ojos de Wesh… la mirada de Hakon… el creer que ya había visto esos pardos antes... que me recordaba a alguien. ¿Cómo no me percaté con anterioridad?

Frente a mis ojos los vi rodar por el suelo, la sangre de Hakon… aquella visión que tuve se vio interrumpida por la espada de Synnove que impidió que dos jinetes se acercaran a ellos.

Otro atacante se lanzó sobre mi, el filo de su espada amenazando con rebanarme. De mis dedos emergió una corriente eléctrica que canalizó mi dolor disparando su carga sobre él. No me detuve a ver como caía del caballo, Hakon me gritaba que detuviera a Wesh.

Un hombre salió de la nada y se me adelantó. Mi hechizo ya se había desvanecido y ahora sus gritos podían ser escuchados por todos. No necesité de la intervención divina para sentir profundamente su dolor, se hacía latente en mis oídos con cada paso que daba. 

Volví a extender mi mano y con una nueva descarga saqué de mi camino a otro jinete, lanzándolo por el aire antes de que cayera abruptamente a varios metros de distancia. Mis amigos repelían a una horda de múltiples enemigos y para cuando llegué junto a Wesh su cuerpo había caído inconsciente sobre el suelo.

Me dejé caer de rodillas a un lado suyo. -Podrías habérmelo dicho…- Limpié con el dorso de mi mano las lágrimas que humedecían mis mejillas y sin pensarlo dos veces lo tomé de debajo de su hombro para de un impulso colocarlo sobre mi espalda, antes de ponerme de pie y buscar a los demás. 

En medio de la devastación, el fuego y el humo se habían expandido a mi alrededor cubriendo buena parte del campamento y tornando el ambiente en algo casi imposible de respirar.
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Mensaje por Wesh Montoya Vie Feb 23, 2018 5:33 am

No pude contener la ira, esos a los que estaban masacrando era mi maldita familia. el bebe no merecía la muerte, era mi hermano, reía en brazos de mi madre bailando y de golpe se sumergió en un triste llanto desgarrado mientras madre contra su pecho lo protegía de los aceros.
El bello rostro de mi madre se ensombreció, corría descalza hacia la caravana mientras padre buscaba el modo espada en mano de protegerlos a todos, llamas, sangre, cuerpos cercenados ¿Como pedirme que siguiera mirando?
Podía intervenir, era un guerrero, mi hermano, mi padre, mi madre...no podía mirar como los mataban ante mis ojos.

Salté con un grito desgarrador, ayudaría o moriría, pues quizás ese día mi sino hubiera sido hallar la muerte al lado de mi familia, una enfermedad es lo que me alejo de esa masacre.
Fue el maldito vikingo de tez oscura quien placó mi carrera, los dos nos enzarzamos en una pelea, no entendía que esa era mi familia y se lo grité porque lo mataría si se empeñaba en interceder.
El vikingo parecía desencajado, como si mis palabras le hubieran hecho temblar su mundo entero, y aprovechando su desconcierto, esquivé su cuerpo emprendiendo carrera de nuevo hacia la batalla que se desarrollaba ante mis ojos.

Todo pasaba a cámara lenta, los enemigos alertados por mis berridos se lanzaron al ataque de aquellos que me acompañaban. A melé, frente a mi y a mis espaldas, una agónica pelea hacia que los aceros chirriaran.
Casi llegando al campamento, cegado por la ira y la sed de venganza, otro cuerpo me placó, esta vez el de mi tío, que inamovible en su decisión de interferir pese a que era su hermano y sobrino los que iban a morir buscaba hacerme entrar en razón.

De nada servían sus palabras, era su fuerza bruta, la de la bestia que en él anidaba, la que contra el suelo me mantenía, mas yo buscaba el modo de zafarme entre gruñidos.
Un golpe seco en mi nuca me hizo nublar la vista, tonos marrones ante mis oso y la oscuridad mas absoluta, los gritos cesaron y con ellos mi cuerpo cayó laxo.


Al abrir los ojos mi cuerpo adormilado sentía la carrera del caballo, entreabrí los labios tratando de tomar aire, pestañeé varias veces incapaz de enfocar las rápidas ramas que pasaban voraces ante mis ojos. Tierra húmeda en el suelo, la hojarasca se alzaba y los cascos del caballo se hundían en la húmeda tierra del bosque que abandonábamos.

Hice ademan de incorporarme, la mano de Freya se posó en mi espalda, no se que decía, estaba aturdido aun por el golpe.
-Freya -la llamé -mi familia...






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Mensaje por Synnove Cannif Vie Mar 09, 2018 11:15 pm

Los asesinos continuaban mostrándose implacables, el campamento pronto se había convertido en una pesadilla en la cual el fuego y la sangre se adueñaban sombríamente del protagonismo. Los gritos de los que caían golpeaban incesantemente mis oídos mientras mi espada seguía haciéndose cargo de nuevos jinetes que parecían salir de la boca del infierno al desplazarse en medio de círculos de fuego que con rapidez se iban extendiendo por el campamento.

Mi único objetivo era eliminar la barrera humana que en forma de letales guerreros se presentaba frente a mi para momentáneamente interponerse entre mi persona y los demás, mi mirada buscando persistentemente a Hakon. Mis esmeraldas se desplazaron a mi alrededor y la imagen de sus padres volvió a presentarse frente a mi.

A no demasiada distancia de donde me encontraba el padre les protegía, moviendo a diestra y siniestra su espada para permitir que su mujer comenzaba una carrera con un pequeño Hakon que lloraba desconsolado en sus brazos. De repente me veía enfrentada de golpe a la cruel realidad de lo que había sucedido esa noche, a esa familia en la cual durante años no quise pensar, la verdadera familia de Hakon… y por unos segundos mis ojos no pudieron dejar de mirarles.

Apreté los dientes, estremeciédome por dentro y contra todo lo que había determinado apenas un momento antes, di un paso adelante, dispuesta a llegar a ellos, pero la noche seguía marcada por su sello y el silbido de una espada atravesó el espacio bloquéandome el paso y provocándome una cortada en un costado.

Mi distracción apenas me permitió lograr esquivarle a tiempo. Mi acero atravesó al asesino, reventándole los intestinos al sajar su estómago para provocar que en una explosión de carne estos cayesen sobre el suelo antes de que lo hiciera el resto del cuerpo. Con rapidez perdió la vida retorciéndose en su propia sangre.

A mis oídos llegaron entonces unos gritos de rabia y de dolor, el sonido me guió hacia la presencia de Hakon que descargaba su impotencia sobre un jinete. Su espada no paraba de destrozarle la cara a pesar de encontrarse este ya completamente inerte.

Corrí hacia él para abrazarlo, y hacer que se detuviera. Lo sentía estremecerse de la rabia y del dolor mientras mis manos volaban a su rostro. -Hakon, Hakon, detente.- Verle en ese estado hizo añicos mi determinación de mantenerlo conmigo.

Sentí una presión en mi pecho que creció con la fuerza de un implacable mazo y que me golpeó todo por dentro, robándome el aire, estando a punto de ahogarme. Quería a Hakon más que a nadie en el mundo y me partía en dos verlo así, comprender lo que ver morir a sus padres significaba para él, el desgarre que le provocaba. Aún debatiéndome conmigo misma, aún deseando que nada afectara nuestro presente, no podía dejar de percibir lo que significaba para él no intervenir.

-Aún estamos a tiempo…- La frase escapó de mi boca mientras lo miraba con la respiración agitada, sabía perfectamente lo que significaba lo que le estaba diciendo. El mundo terminaría si él no se encontraba presente, si cambiando los hechos, en otra realidad jamás nos hubiéramos conocido. Sin él yo ya no sería Synnove, sería solo una sombra de lo que pude ser, habría perdido mi mitad sin haber llegado a conocerla. Mi amor por él me envolvía, me impulsaba, era lo más real que tenía, y a pesar de ello, a pesar de todo, en ese instante solo veía su dolor y eso es lo que impulsaba mis palabras. -Yo comprenderé lo que decidas.- 
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Mensaje por Hakon Cannif Dom Mar 11, 2018 8:17 am

Seguí hundiendo mi hacha una y otra vez en el rostro desfigurado y hecho pedazos de aquel muerto que sirvió para pagar la frustración de la mismísima ira. Rugía alzando el brazo y dejandolo caer con fuerza una y otra vez mientras los jirones de carne y la sangre golpeaba mi rostro.
Fue Synnobe la que me alcanzó, sus manos acunaron mi cara, el dolor era una mueca clara en mi expresión y mi cuerpo, tan tenso como las cuerdas de un arpa evidenciaron la frustración que sentía al ver como mi familia era ante mis ojos descuartizada.

Sus palabras contra mis labios, grité, aullé rabie y finalmente, como nunca había hecho, me desmoroné contra su cuerpo, agarrando con mis dedos su pechera, arrugando la prenda con ellos, dejando escapar las lagrimas que hasta ahora se habían mantenido presas por la rabia. Sus dedos se hundieron en mi pelo, acariciando despacio cada mechón, su voz sonaba quebrada como lo estaba yo, decía que era mi decisión intervenir o no y que me apoyaría en la decisión que tomara aunque eso destrozara lo nuestro pues cambiar el presente cambiaría de seguro nuestro sino. Jamas la hubiera conocido, yo hubiera crecido como hijo del lobo de la orden de la sierpe dorada, con un hermano y con una madre gitana.

Gruñí de nuevo, plagado de rabia y alcé la mirada manchada de agua salada para enfrentarla.
-¿Tan poco te importo que pones en mis manos la decisión de no ser nada? -pregunté pagando con ella lo que sucedía a mis espaldas.
Tenía difícil salida la vikinga, pues de no apoyarme mi recriminación hubiera sido que era una egoísta, solo estaba dolido y no se me daba bien demostrar debilidad ante nada ni ante nadie, así que simplemente estaba pagando con ella mi propio dolor.
Me sentí tentado de sacar la espada, morir si ese era mi sino junto al padre que no había conocido, pero los verdes de Synnobe me mantuvieron anclado al sitio.

Apreté los dientes antes de ponerme en pie, no sin antes arrancar de los ropajes del desgraciado muerto en combate el emblema de su casta y sin mas tiré de ella para ir hacía los caballos, ella siempre sería mi elección, ella era lo que yo mas amaba en esta vida y en las venideras. No podía vivir sin ella, sin su cuerpo rozando el mio, sin su risa cuando abría los ojos y me la encontraba tumbada a mi lado repasando con la yema de sus dedos mis labios.
Conocía cada lunar de su piel, las distintas miradas que se gastaba, entre ellas la que usaba cuando se enfadaba enarcando ligeramente la ceja y también el dolor que ahora teñía sus dos esmeraldas.
-Lo siento -susurré al viento. Estaba tan cabreado pro lo que estaba pasando por el debate interior que me carcomía las entrañas que no podía mas que desquitarme con la mujer que amaba.

Montamos sobre los caballos y como llegamos salimos de allí a toda velocidad, dejando atrás el infierno desatado y en parte un trozo de mi alma perdido en cada zancada del caballo.


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Mensaje por Eileen Indrisler Lun Mar 12, 2018 11:03 am

Ninguno podíamos comprender el motivo por el que el campamento gitano iba a ser atacado, solamente podíamos presenciar impotentes sin hacer nada cómo atacaban a aquella gente y la tragedia sucedía frente a nuestros ojos. Comprendía el motivo por el que Wesh quería ir a ayudar a su familia, evitar la muerte de su hermano y de sus padres porque si lo pensaba hasta yo querría cambiarla, pero eso podría desencadenar en consecuencias insospechadas cambiando así el curso de la historia de todos, no debíamos de tocar el pasado porque eso conllevaba a graves consecuencias en nuestro presente, el más mínimo cambio alteraría todo el hilo de la vida de una persona cambiando también así sus condiciones, quizás si salvábamos a su familia yo no habría nacido y Caleb estuviera con mi madre, podría ser incluso hasta mi padre y su hermano seguir como el líder de la Orden como en teoría debía de haber pasado. También veía dolor en los ojos del lobo por no poder hacer nada, sabía que le carcomía por dentro ver a su hermano feliz con su mujer, a su sobrino mayor junto a ellos... sabía que él también quería cambiar lo ocurrido pero él sabía mejor que nadie que no podíamos hacerlo. Fue él quien pudo parar a Wesh para que no hiciera nada, su fuerza de licántropo logró aplacarlo y retenerlo en el suelo mientras él solo quería ayudar a su familia, los soldados alertados por los gritos de la pelea que mantenían los dos aunque el lobo le ganaba en fuerza se acercaron con la intención también de atacarnos, fue entonces que el resto tuvimos que luchar para contener a los soldados que se acercaban a nosotros, defendí interponiéndome entre Caleb y Wesh luchando contra los que se acercaban en nuestra dirección, en el otro lado los otros dos vikingos que habíamos seguido la otra vez luchaban también a melé con estos, la joven que también permanecía cerca utilizaba su magia para contener a los soldados mientras el lobo intentaba entrar en razón a su sobrino, algo que parecía una misión un poco imposible porque no cedía cegado por sus ganas de salvar a su familia. Debíamos de ponernos en marcha y salir de allí antes de que la cosa se complicara, el vikingo que no sabía por qué se comportaba así descargaba su ira con uno de los soldados y me pregunté qué le pasaba para que estuviera así.

Una vez repelido el ataque, en parte, era hora de ponernos en marcha y salir antes de que la situación se complicara por completo. Wesh quería ir hacia su familia y cuando se levantó fue el vikingo quien dándole un golpe con la empuñadura de su espada lo dejó inconsciente pidiendo que nos lo lleváramos, no lo tuvo que decir dos veces para coger los caballos y montarnos en ellos alejándonos de allí. Habíamos cumplido con nuestro objetivo y habíamos evitado que hiciera aquella locura, parecía que estaba medio aturdido montado en el caballo junto a la joven y nos alejamos de allí rumbo al hostal donde se alojaban para seguramente aclarar las cosas y hablar sobre la misión que nos había llevado hasta allí, por suerte Caleb y yo habíamos podido hacer un trato con el vikingo y pronto iríamos a por la reliquia, además que teníamos que informar a Wesh y algo me decía que tendrían que tener una conversación él y Caleb. Aparte estaba el otro vikingo, el de piel morena, que seguramente también fuera a la misión ya que ellos nos habían dado las pistas y me preguntaba qué tendría que ver en todo aquello y porqué su reacción. Cuando llegamos Wesh parecía estar algo más despierto tras la trayectoria y tenía ganas de saber qué había pasado en el tiempo que no lo habíamos visto, teníamos que contarle muchas cosas pero primero estaba la charla que tenían que mantener ellos. Cuando llegamos a la habitación donde se alojaban mientras él se sentaba en la cama yo me fui hacia el baño para mojar mi rostro y mi nuca con agua que había en la palangana, me sentía sofocada y algo cansada pero no quería preocupar al lobo así que cuando salí me acerqué a este para ver cómo se encontraba, ver la muerte de su hermano y de su cuñada, más la de su sobrino, debía de ser un palo muy duro sobre todo tener que revivirlo de nuevo y reabrir viejas heridas. Mi mano tomó la suya con delicadeza sin importarme que su sobrino nos vieran, al fin y al cabo pronto todos sabrían lo que pasaba entre ambos y ya había decidido dejar la orden tras el embarazo, el consejo no aprobaría que yo fuera parte de ellos y mucho menos de saber que el hijo que esperaba era de Caleb.


-¿Estás bien? –Pregunté aunque ya sabía que en un principio no lo estaba, pero que se mantenía fuerte porque era su carácter y seguramente tampoco querría preocuparme, mis ojos fueron a Wesh y luego los subí a los del lobo que tenía ese ámbar brillando en sus iris con la respiración algo agitada por lo que habíamos presenciado- estoy segura de que ahora con más calma lo comprenderá, para ti también ha sido duro pero sabes que lo mejor era no intervenir. Deberías de hablar con él –mis dedos acariciaron la palma de su mano despacio, sintiendo el calor que desprendía el lobo- sabes que lo mejor fue detenerlo pero quizás no debería de haber venido para presenciar todo esto, fue algo que le marcó mucho –me mordí el labio, si yo pudiera regresar a la noche en que mataron a mi padre ¿qué no haría por salvarlo y tenerlo de nuevo junto a nosotros?- Ve con él, seguro que te necesita y yo estoy bien.


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Mensaje por Caleb Montoya Lun Mar 12, 2018 1:29 pm

De nuevo en el hotel, el ambiente se mascaba oscuro como la noche que nos daba cobijo , la tragedia era evidente, mi sobrino traía un aire furibundo, por no contar que se llevaba la mano una y otra vez a la cabeza ligeramente abierta que sangraba todavía tras el golpe del salvaje vikingo.
Freya, creo se llamaba así,  intentaba calmarlo pidiéndole que se estuviera quieto que iba a darle puntos, pero este no dejaba de rugir aun mareado mirando al moreno con un odio inusitado. Le achacaba que era su culpa no haber podido intervenir a favor de sus padres y que por su estupidez no solo habían perecido adultos si no también un niño pequeño de cuatro años, su hermano.
El moreno afectado estaba sentado al borde del lecho, dejandole a Wesh gritar como un poseso descargando sobre él una ira que no merecía y yo miraba la escena consternado, con los ojos ambar pues yo hoy también lo había perdido todo.

Eileen se acercó a mi, acaricio mi rostros, su calidez retumbo en mis oídos y al final mis labios buscaron los suyos antes de apoyar mi frente cansina.
Su aliento se entremezclaba con el mio, agitado porque esa noche podía haber hecho algo y ni siquiera lo había intentado.
Ese niño de 4 años, sus ojos los llevaba a fuego clavados, mi sobrino mayor que danzaba alegre en brazos de su madre y la risa de mi hermano viendo aquello que amaba ante sus ojos.
-Los he dejado morir -susurré contra su boca

Sabia que era lo correcto, pero ese sentimiento de culpa no me lo quitaba.
Caminé hacía wesh poniendo mi mano con fuerza sobre su hombro para que dejara de moverse y la joven vikinga lograra coser la herida con mas clama.
Ella y yo intercambiamos miradas cómplices y fue entonces cuando la ira de mi sobrino dejó de recaer sobre el moreno para pasar a culparme a mi de todos sus males.
-Wesh el pasado no se puede cambiar, es el trato que hicimos con las hechiceras, lo dejaron claro antes de llegar a esta época, las consecuencias pueden ser terribles para el futuro.


Wesh no entraba en razón, decía que yo solo quería ser el líder de la orden y que la muerte de su padre me había venido muy bien, no sabía hasta que punto se equivocaba, pero cegado por la rabia no podía hacerle entrar en razón y la ira era una mala consejera para acatar mi orden pues era su jefe a día de hoy.
-¡Cállate! -rugió el moreno poniéndose en pie -¡Cállate Wesh! Que todos no actuemos como tu no quiere decir que no nos duela, que no suframos, que..
-¿que demonios sabrás tu? -rugió mi sobrino furibundo señalandole con el indice -¿que demonios entiendes tu de dolor maldito energúmeno?


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Mensaje por Freya Tollak Vie Mar 16, 2018 10:34 pm

El caballo corría veloz, mis dedos sujetaban las riendas con energía, ágil lo hacía saltar buscando atajos, asustando a diversos pequeños animales con su galope. Los cascos se encontraban con el pasto, mis labios estaban apretados, mi rostro pálido había perdido su natural color rosado, bolsas oscuras se distinguían debajo de mis ojos y la manera en que hacía andar al corcel, como si el equino fuese un demonio, delataba el torbellino que llevaba por dentro.
 
El silencio era roto solo por los cascos de los caballos de nuestros acompañantes, y por Wesh, que en algún momento despertó haciéndome dar un respingo al llamarme por mi nombre. Mis manos temblaban, podía ver mis venas iluminándose en mis dedos, pequeñas vetas mágicas que recorrían mi aturdimiento, aún sentía el dolor físico causado por la fusión con el dolor de cada uno de los gitanos caídos, pero el suyo me llegaba en el tono de su voz, en esas únicas dos palabras, mi familia…

Era difícil expresarme con palabras, no pude más que decirle que pronto llegaríamos antes de verle volver a perder el conocimiento. Dejamos de nuevo el bosque atrás hasta alcanzar una posada localizada a un lado del camino del poblado próximo al bosque.

Sacudí con gentileza a Wesh para que despertara antes de bajar del caballo. Nuestro encuentro se había transformado rápidamente en caos. Secretos, palabras no dichas… intenciones que aún no descubría… Todo era una maraña a partir de un inocente encuentro en una posada… de una chica que quería golpear en la cabeza con un libro al chico al descubrir que le gustaba.

Me acerqué a él sin pensarlo, olvidándome de las suspicacias y de los bandos. Lo rodeé con mis brazos y me zambullí en su pecho, estrechándolo con mi cuerpo entero. -Lo siento…- Qué más podía decirle al saber lo que estaba atravesando, el dolor profundo, uno que no se va con facilidad y que cala hasta dentro. Mis palabras hablaban de mi entendimiento, de saber que había revivido su pérdida pero también procuraban decir algo con respecto a mi papel en todo esto, si tan solo hubiera sabido…
 
A lo mejor era irracional, sentir su dolor, que me calara como a él, apenas le conocía, y aún así le sentí como no había sentido a otro ser humano, con su rostro contra mi cuello, lo estreché con el deseo de consolarle.
 
Lo dejé ir con lentitud y entramos en la posada para reunirnos en una habitación. Ninguno de los seis debía tener del todo claro porque repentinamente nos agrupamos, pero allí estábamos. Al menos momentáneamente… mi misión aquí había terminado… y podía respirar al ver a Hakon en una sola pieza junto a Synnove.
 
-Al menos… estáis a salvo…- Miré a la vikinga sin encontrar más palabras. ¿Había realmente ayudado procurando impedir una tragedia vaticinada sobre mi amigo o más bien influí en echar a andar la veracidad de mi visión? Me era difícil esclarecerlo ahora. Los brazos de mi amiga me rodearon, comprendiendo la angustia que rondaba mi cabeza.
 
No sé ni como volví a moverme después de ello para dar con hilo y aguja pero el caso es que ya los tenía en la mano, procurando tratar una herida a Wesh que ahora se abría y comenzaba a sangrar.

Los vikingos estaban estremecidos, el dolor se palpaba en el aire, Synnove abrazaba a Hakon que pálido descansaba en la orilla de una cama.
 
Wesh comenzó a gritar, dando rienda a su dolor, haciéndome saltar y mirarlo en silencio hasta que el hombre que parecía ser familiar suyo le colocó una mano en el hombro para mantenerlo quieto.
 
Resultaba imposible ponerle puntadas, se correrían todas con su estado de agitación y terminaría cosiéndolo adonde no debía. -Estáte quieto y mírame.- Tomé su barbilla con una mano, deteniendo la otra sobre la herida de su cabeza, no solía usar mi magia a menudo para sanar pero la sangre continuaba manando y no había otra manera. Mi palma se iluminó irradiando de forma cálida hacia su cabeza y bajo el contacto con ella su herida se cerró.
 
No estaba segura de que le hubiese agradado lo que había hecho cuando él volvió a la carga dejando aflorar su ira y su frustración, ahora lanzando acusaciones en contra de su tío. Hakon se puso de pie, agitado por el dolor que sentía en carne propia cuando los gritos de Wesh y su dedo acusador le alcanzaron. Synnove saltó para acercarse a nosotros al escuchar las palabras que su hermano no merecía, dispuesta a tomar acción.
 
El sonido de un chasquido irrumpió en la escena pero había sido mi palma la que se había estampado en la mejilla de Wesh. -¡Basta de una vez!- Lo había abofeteado procurando tranquilizarlo. -No eres el único en esta habitación que ha perdido a alguien… ni el único a quien desgarra el dolor en las entrañas por no haber intervenido.-
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Mensaje por Wesh Montoya Lun Mar 19, 2018 8:31 am

Y allí estábamos todos reunidos, con cara de haber presenciado un infame infierno ante nuestros ojos y no haber ninguno intervenido. “No debes intervenir en el pasado si no quieres cambiar el futuro” ¿quien decía que yo no ansiaba cambiarlo de una u otra forma, en ese pasado que ellos se esforzaban por perseverar yo lo había perdido todo, madre, pare, hermano..puede que a mi tío le hubiera salido bien la jugada, de ser el hermano menos del alfa a convertirse en soberano indiscutible de la orden, quizás para el modificar la historia era demasiado al colocarlo en la balanza, mas yo por contra no temía a las desgracias porque no podía perder mas de lo que me había sido arrebatado en vida.

Freya no me entendía, negaba con la cabeza escuchando mis gritos, como si no tuviera razón ninguna al echarles en cara lo que esa noche había acontecido estaba furioso, con todos, mas principalmente conmigo mismo por no haber sido lo suficiente fuerte como para enfrentarlos a todos y salir airoso.
Un guantazo me hizo gruñir y centrar mis pardos en Freya , elevé la mano mas que dispuesto a dejarla caer sobre su rostro perfecto, mas me detuve porque yo podía ser muchas cosas, ninguna necesariamente buenas, pero no pegaba a las mujeres.
-No vuelvas a hacerlo -le advertí desviando mis ojos hacia los ambarinos de mi tío -hoy he visto lo cobarde que eres, si esto es lo que pide la orden a la que pertenezco renuncio, porque creía nos dedicábamos a salvar vidas.

Mi tío apretaba los dientes, los puños a los lados de su cuerpo plagado de ira, como si mis palabras calaran hondo, peor se contuviera de escupir todo el veneno.
-Wesh el sacrificio forma parte de nuestra orden, tu padre..
-No te atrevas a nombrarlo -rugí -no cuando no has movido un dedo por salvarlo.
-Tu padre era un gran hombre, pero entendía que el bien común era superior al propio -dijo mi tío con sobriedad mientras yo gruñía y maldecía.
-¡Callaos! -rugió el moreno logrando que ambos desviáramos hacía él la cabeza ¿que mierdas pintaba este en todo esto -no conocía a ese hombre del que habláis, pero lo que si se es que ningún padre, ningún hermano querría ver como os destruís el uno al otro olvidando que sois familia.

El vikingo salió de la estancia tras pronunciar esas palabras, como si el diablo guiara sus pasos, furibundo, cabreado, dolida quizás, eran extraños esos bárbaros, así que tampoco me paré a darle vueltas a su actitud, seguramente arrastraba alguna penosa historia de perdida.
Tras él salió la morena que me dedicó una mirada plagada de rabia y a mi tío de desconcierto..

Me dejé caer nuevamente en el lecho, tras el ataque de ira, tras sentir fluir la adrenalina por mis venas me sentía mareado, fue Eileen la que se sentó a mi lado, eramos amigos desde niños, habíamos compartido borracheras, confesiones y momentos divertidos.
Me abrazó como si eso fuera suficiente consuelo, no lo era, pero no tenía mas a lo que aferrarme en ese momento.


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Mensaje por Synnove Cannif Vie Abr 06, 2018 11:51 pm

El dolor de Hakon era palpable y el mío se anclaba a mis entrañas, destrozándolas, porque nos encontrábamos en una situación imposible, porque la confrontación de lo que había sucedido y de lo que aún sucedía esa noche era demasiado cruel como para permanecer como testigos y porque sabía lo que significaría para ambos si dejábamos de serlo, y no por ello no dejaba de comprender el alcance de mis palabras, que aceptaría cualquiera que fuera su decisión… aunque dejarlas escapar se convirtiese en mi propia sentencia si esta noche tenía que dejar ir para siempre a mi corazón.

Mis palabras parecieron eternizarse dando vueltas en el espacio entre ambos, él estaba estremecido por la rabia, el dolor, la frustración y la impotencia, anclado a mi cuerpo. Mis manos le abrazaron para sostenerlo, perdiéndose en los mechones de su pelo mientras se desahogaba sobre mi hombro. 

Al escucharme alzó la mirada preguntándome con rabia incontenida si poco me importaba lo que le sugería. -No Hakon, no quise decir…- el resto de las palabras permanecieron atoradas en mi garganta al observar su húmeda mirada cargada de dolor.

Debieron haber sido tan solo segundos, aquel instante en el que nos miramos el uno al otro, con el fuego inclemente quemando todo a nuestro alrededor en medio de los llantos de muerte, con esa mezcla de dolor e ira en su mirada mientras mis puños temblaban a mis lados dispuesta a ir con él hacia donde quiera que le llevase su decisión.

Le vi apretar la mandíbula antes de tomar mi mano, en silencio tiró de mi y no pude dejar de mirarle mientras lo hacía, mientras apresurábamos el paso hacia los caballos. En cuanto subimos en uno de ellos lo rodeé con mis brazos, estrechándolo como única manifestación del inmenso amor que sentía por él y que iba impreso en cada uno de mis latidos, mientras los cascos del caballo nos confrontaban al vacío de quienes habían quedado atrás.
 



Poco después nos detuvimos en una posada, mi atención estaba concentrada en el vikingo mientras el grupo que se había formado encontraba una habitación. Al entrar en ella me senté a su lado y le abracé, acariciando su rostro en silencio sin encontrar palabras aún.

Sin pausa alguna el prisionero que seguía comportándose como un desequilibrado, comenzó a gritar acusaciones a diestra y siniestra. Fue cuando me percaté de la realidad y de qué era lo que unía a los tres hombres, aunque en ese momento no pensaba en eso, solo sentía como la ira se iba apoderando de mi a medida que él hablaba sin medirse, desbordando el ambiente de acusaciones en contra de Hakon y culpándolo de la pérdida de sus padres, por lo que no pude tolerarlo más, me puse de pie dispuesta a hacerlo callar de una vez por todas.

Un fuerte chasquido se escuchó a continuación, Freya se había adelantado, le había propinado una bofetada y de no haberlo hecho así él se habría llevado algo mucho peor de mi parte.

A Hakon le habían hecho mella cada una de sus palabras, lívido se paró en frente de los dos hombres, les reprochó la manera en que se comportaban el uno con el otro, y salió por la puerta. Miré furibunda al más joven y detuve mi atención en el mayor antes de salir en pos de Hakon.

Lo vi cuando bajaba las escaleras y apresurándome a seguirlo noté como salía por una puerta que guiaba hacia un patio lateral. Lo busqué con la mirada y sin dudarlo me apresuré a acercarme a él. 

Podía notar su sobrecarga de sentimientos encontrados, la manera en que le sacudían por entero, y como estaba afectado aún. 

Me acerqué y lo rodeé con mis brazos, sintiéndolo tenso como nunca, frustrado, dolido, colérico, más de ninguna manera lo solté, solo me quedé así, estrechándolo. Sabía cual era la única razón por la que no intervino esa noche, lo sabía perfectamente mientras lo rodeaba con mis brazos para chocar contra su pecho y retenerlo junto a mi.

Su sonrisa, su mirada, sus gestos, cada detalle de él los tenía marcados en mi. Su compañía, el saberle cerca, el transcurrir de los años junto a él… amarle desde que mis ojos infantiles le descubrieron por primera vez… seguirle amando en el presente como a nadie... todo se reducía a una sola verdad. -Tú lo eres todo para mi Hakon.-  
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Mensaje por Hakon Cannif Dom Abr 08, 2018 8:31 am

Sentí como por la espalda me rodeaban unos brazos, la cabeza de mi mujer se apoyó sobre mi omóplato mientras guardaba silencio notando mi cuerpo tenso por la ira, por la rabia y por los enfrentados sentimientos que me embargaban en ese momento.
Ahí arriba mi hermano y mi tío se echaban en cara un suceso que posiblemente nos carcomía las entrañas a todos y cada uno de nosotros. Habiamos perdido esa noche demasiado y en parte, Wesh no estaba equivocado en su afirmación..al menos no en mi caso.
No intervine porque de hacerlo quizás el futuro que me esperara no sería el que deseaba, yo amaba a Synnove mas que a mi propia vida, era cierto que no debía cambiar el transcurso de la historia, mas ¿no lo hubiera hecho por salvar a la mujer que amaba? Por supuesto que si, que por ella atravesaría Hel y miraría de frente a Loqui, me dejaría consumir por Hela y no habría precio in-asumible.

Me giré para abrazarla, hundiendo mi cabeza en su cuello cerrando los ojos.
-Te necesito -susurré contra su piel completamente perdido en el dolor -tu eres todo para mi, imaginar un mundo donde no este contigo para mi es Hel.
Deslicé mis dedos por los lacios mechones de su nuca, elevó el rostro y nuestras bocas se encontraron primero con una ligera presión de labios que me calmó lo suficiente como para que mi lengua viajara hasta su boca encontrando mas consuelo.
Nos enredamos en un beso lento, sentido, húmedo y prolongado en el tiempo mientras mis dedos acariciaban su rostro, dibujando cada contorno.
-Eres preciosa -susurré.

Ella era ahora mi familia, algún día tendríamos hijos, un linaje y atarme a lo que perdí era algo innecesario, era un Cannif, siempre me sentí un Cannif, madre y padre me criaron como un vikingo y me sentía mas hermano de Ubbe que de Wesh ahora mismo lo que me hacía preguntarme si decirle a este segundo la verdad era necesario o por contra era mejor llevarme aquel secreto conmigo a la tumba.

Apoyé mi frente en la de mi esposa, sintiendo su hálito contra mi boca.
-¿crees que decirles la verdad es lo correcto? Me perdieron hace mucho tiempo, quizás lo mejor es que siga para ellos muerto, no me siento un Montoya, soy un Cannif y esto así va a seguir siendo.
No negaría que ver a ese muchacho, a mi hermano biológico me removía, peor no sabía si estaba preparado para darle lo que necesitaba, lo que en su mente el idealizaba como la imagen de su hermano mayor.


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Mensaje por Eileen Indrisler Dom Abr 08, 2018 10:10 am

La tensión era más que palpable en esos momentos en los que todos nos encontrábamos en la habitación de aquel hotel, la noche había sido dura para todos los presentes aunque para algunos mucho más que para otros. Podía ver el dolor de Wesh ante el hecho de haber visto como su padre, su madre y su hermano morían aquella fatídica noche en la que él había intentado salvarlos de nuevo pero siendo intercedido por todos, especialmente por el hombre que tenía a mi lado y que intentaba calmar, porque por muy tranquilo que aparentara exteriormente lo conocía demasiado para saber que por dentro estaba destrozado. Y no era para menos, había visto morir a su hermano y a su familia frente a sus ojos sin poder hacer nada porque lo que ya estaba escrito en tinta no podía, ni debía, ser cambiado. Todos lamentábamos la pérdida de esa noche incluso los vikingos quienes también parecían afectados por ello aun cuando no tenían relación con ninguno de los presentes, me quedé al margen mientras discutían unos con otros observando como la chica, Freya, intentaba curar la herida que Wesh tenía en la cabeza pero no se estaba quieto por más que le dijeran que debía de estarlo. Sabía también que Caleb era quien peor estaba de todos porque él ya había pasado por eso dos veces y él había sido quien paró a su sobrino para que no cambiara el destino, sabía que él hubiera dado su vida para que su hermano siguiera con vida y así Wesh tuviera la vida que se mereció tener. No era justo que le acusaran y le tacharan como el culpable de su dolor y sabíamos que era la rabia la que hablaba pero no quitaba para que no le dolieran igualmente. No había consuelo para ninguno en esos momentos aunque yo intentara hacer con el lobo que fuera lo más llevadero posible porque no me gustaba verle mal, pero sabía que se culpaba por no haber cambiado el destino pero si algo tenía claro el lobo es que este no debía de ser cambiado, porque quizás cambiara la vida de muchas personas incluidas las que estábamos en esa misma habitación. Me dolía en el alma ver a Caleb tan mal sin que yo pudiera hacer nada por aliviar su dolor, por calmarlo. Mis brazos rodearon su espalda apoyando mi cabeza en su pecho y cerré los ojos como si de esa forma intentara aligerar su carga y su dolor porque sabía que aquello no había acabado.

En un segundo plano quedando al margen observé todo lo que ocurrió desde las acusaciones por parte de uno de otro, los gritos, la rabia que salía de los labios de todos intentando aliviar el dolor y que hacían culpables a aquellos que no tenían culpa alguna, ninguno la teníamos ciertamente. Las palabras del vikingo quien se alzó entre la de mi amigo y el lobo, lanzando aquellas palabras que me hizo contemplarlo mientras salía de la habitación sin decir nada más como alma que llevaba al diablo. La morena los contempló con un brillo en sus ojos y salió tras él dejándonos al resto un tanto descolocados por lo que había pasado, por lo que había dicho. Agradecí en cierta manera esa “pausa” que se había creado porque el ambiente había comenzado a cargarse y sentía bastante calor en el lugar, apoyé mi espalda en la pared y cerré los ojos un par de segundos respirando de forma lenta. Me sobrevino una arcada aunque la sensación, por suerte, no pasó a mayores y entré en el aseo solamente para mojar mi rostro y mi nuca aprovechando que la tensión había disminuido un poco... o eso pensaba. Porque cuando salí sin siquiera haber pasado un minuto vi como Freya le daba un guantazo a Wesh y este la encaraba, se calmó un poco y volvió a abatir contra el lobo alegando que renunciaba de la orden porque de salvar a realmente personas hubieran salvado a su familia. Mordí mi labio en lo que se peleaban de nuevo hasta que finalmente se sentó en la cama vencido, cierto que no era el único que había sufrido una pérdida pero sí el único que la había visto cuando podía haber hecho algo por salvarlos. Me senté en la cama a su lado y dejé que me abrazara, lo conocía bien para saber que no había consuelo... lo conocía desde que éramos pequeños y habíamos pasado por muchas cosas; borracheras –aunque él más que yo- confesiones, burlas, afrentas... nos habíamos convertido en un apoyo mutuo pero sabía que ni siquiera rodeándolo en un abrazo había consuelo para aquel hombre.


-Lo siento mucho Wesh –le dije enredando mis dedos en su pelo, había tantas cosas que quería contarle pero que no era el momento oportuno para ello, aunque me alegraba de haberlo encontrado por fin después de tanto tiempo- estaba preocupada por ti –confesé porque sabía que a veces le nublaba un poco el juicio y no pensaba con raciocinio, pero al menos estaba bien dentro de lo malo que podría haber pasado. Deslicé mi mano por su espalda acariciándolo para calmarlo y mis ojos fueron hacia los ámbar del lobo sabiendo que no estaba bien, que el dolor le carcomía también por lo que había pasado- sé que no hay palabras que puedan consolarte en este momento, porque yo también me sentiría igual si estuviera en tu lugar –me mordí el labio un par de segundos y parpadeé para luego clavar mi mirada en él- no busques culpables donde no los hay, aquí todos te queremos y te apoyamos. No digas cosas de las que luego puedas arrepentirte, no ahora que todo es reciente.


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Mensaje por Caleb Montoya Dom Abr 08, 2018 11:52 am

Mi sobrino estaba furibundo, sabia que era el dolor el que hablaba por él en este momento, no podía pedirle mas a un muchacho que acababa de ver ante sus ojos como su madre, su hermano y su padre morían asesinados y nadie de los allí presentes movió un musculo por evitarlo.
Yo mismo, adulto, capaz de comprender los designios de las brujas y como una acción en este tiempo podría llevar la catástrofe al propio me preguntaba si había hecho lo correcto y la idea de haber perdido por segunda vez a mi familia me apretaba el corazón hasta exprimirlo.

Wesh pensaba que para mi esta era la opción mas fácil, no sabe cuanto se equivocaba con esa deducción, mi hermano estaba entrenado ,destinado para ser el líder, por contra yo era un miembro de la orden enamorado de una mujer preciosa que estaba mas que dispuesta a amarme para siempre. Mi vida hubiera sido muy distinta, pero tuve que renunciar a ella, a la felicidad para hacerme cargo de una obligación que no quería pero que me llego, de dos ciertamente, la Orden de la Serpiente Dorada y Wesh, un bebe que de pronto se vio tan perdido como yo y al que solo le quedaba un tío que no sabía como ser padre.

Lo intenté, lo hice lo mejor posible, quería que Wesh algún día pudiera heredar aquello que por derecho le hubiera pertenecido, pues su hermano mayor murió desgraciadamente como sus padres, pero mi sobrino era rebelde, incapaz de atenerse a las ordenes y respetar las normas.
Supongo que la perdida de mi hermano nos marcó a los dos.

Mis ojos fijos en los de mi sobrino se mantenían impasibles, ese gesto impertérrito lo tenia bien ensayado, mas ni de lejos es lo que por dentro sentía en estos momentos.
El chico moreno, el vikingo acabo poniéndose en pie y tras decir unas palabras que creo no comprendimos ninguno pues él no estaba vinculado a esto salió por la puerta como alma que llevaba el diablo, tras el la joven de ojos esmeralda que apenada por el estado de su hermano lo siguió pasillo abajo.

La otra vikinga acabó dándole un tortazo a mi sobrino, la cosa estaba complicándose y mis intentos por traer la calma parecían no llegar a ninguna parte, me sentía cansado, frustrado, rabioso y dolido y tenia que aparentar ser frio como el mármol.
Fue mi prometida la única que termino acunando a Wesh entre sus brazos, eran amigos y creo que en esa cámara el único rostro que mi sobrino ahora no interpretaba como su directo enemigo.

Me aparté un poco, no loso porque necesitaba tomar aire, me costaba respirar, si no porque no quería que mi presencia quebrara a Wesh mas y en silencio salí por la puerta cerrándola a mis espaldas.
Gruñí de forma desgarradora cuando me sentí lo suficiente lejos de todos ellos, mis ojos centellearon dorados como dos estrellas gigantes y aullé a madre luna para mostrarle el dolor mas desgarrador, nadie debería perder por dos veces a su familia como había hecho yo.




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Mensaje por Freya Tollak Mar Abr 10, 2018 1:49 am

Mi primera reacción al abofetear a Wesh con la intención de tranquilizarlo obtuvo un efecto contraproducente. Le vi alzar la mano, a punto de devolverme el golpe. Palidecí al ver aquello, como le temblaba el cuerpo de ira. Verle a punto de golpearme me afectó tanto como si de verdad lo hubiera hecho, llenándome de un frío que me congeló el cuerpo anclando mis pies al suelo y dejándome inmovilizada, a pesar de que no llegó a hacerlo y desvió su atención hacia su tío para continuar descargando su dolor y su frustración en él. 

El dolor se sentía en todos y cada uno, la diosa me había hecho sentir el de las almas del campamento en carne propia, de tal forma que no estaba segura de como seguía cuerda, aún podía sentir los vestigios del sufrimiento de todas esas almas dentro de mí. El olor a fuego y cenizas no se disipaba, me envolvía con su ropaje fúnebre, recordándome la pérdida y la agonía de esta noche.

Retrocedí unos pasos y escuché las palabras de un afectado Hakon que dirigió a ambos hombres antes de salir de la habitación seguido de Synnove que se apresuró a salir detrás de él para apoyarlo.

La joven pelirroja se había acercado a Wesh para darle consuelo, al parecer se conocían bien. Mis ojos titilantes se detuvieron en él, no había manera de que aceptara el mismo intento de consuelo de mi parte, nos veía a todos los demás como sus enemigos y, al comprenderlo, salí también por la puerta de la habitación.

Mis pasos me llevaron al exterior y me detuve frente a la barandilla del porche adonde dejé salir lágrimas silenciosas. No me arrepentía de haber viajado al pasado, de haberlo hecho con la finalidad de asistir a mis hermanos vikingos. Comenzaba a percatarme de que a pesar del enojo de la diosa no podría haber actuado de otra forma, tenía que acudir desde el momento en que tuve aquella visión.

Metí las manos en los bolsillos de mi abrigo y caminé, escuchando un desgarrador aullido que no provino de tan lejos. No tuve que caminar mucho para descubrir de quien procedía. 

Aguardé unos minutos antes de acercarme del todo y dejarme ver, deteniéndome a pocos pasos de distancia. -No intervenir en los sucesos del pasado, aunque este resulte desgarrador, aunque no se nos vaya el alma al no hacerlo, es lo correcto...-

No lo miré a él si no a la luna que brillante se mostraba en alto sobre nuestras cabezas. -Los tiempos existen en un orden determinado, aunque podamos creernos invencibles y estemos tentados no podemos influir en el. El pasado es inamovible, somos quienes somos debido a nuestras vivencias con todo lo que conllevan, las ganancias y las pérdidas que nos han dejado huella en el alma. Si le alterásemos de alguna manera, usted, su sobrino, su amiga, mis amigos, yo… cualquiera de nosotros podría dejar de existir en un abrir y cerrar de ojos...-

No tenía dudas de que él ya lo sabía pero siendo una hechicera como lo era, un oráculo y habiendo visto todo lo que había visto desde que era una niña podía al menos hablarle de esta forma.

Desvié mi mirada de la luna hacia él unos segundos antes de girar sobre mis pies para seguir caminando y dejarle a solas. -Wesh lo necesita aunque su dolor no le permita percatarse ahora.-
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Mensaje por Wesh Montoya Mar Abr 10, 2018 11:24 am

Me perdí en los brazos de Eileen, la escuchaba hablar enredando sus dedos en mi pelo mientras yo con los ojos cerrados me limitaba a guardar silencio tragándome la rabia que me invadía en esos momentos, escuché la puerta cerrarse una vez, los pasos inconfundibles de mi tío alejándose tras ella y casi de inmediato a Freya que lo seguía.
-Entiendo, esperas que comprenda que lo adecuado era dejar morir a mi familia -alcé l mirada buscado sus azules -¿hubieras dejado morir a Caleb si eso hubiera lo que el sino marcaba?
Conocía la respuesta, y por supuesto que no podía pronunciarla en voz alta sin contradecir sus propias reglas.
¿Hubiera dejad Caleb que ella muriera? ¿O el moreno que muriera su hermana? No, claro que no, todos eran muy validos hablándome ahora del bien y del mal peor para mi, la linea era muy delgada.

Me levanté de la cama dejando a la mujer de fuego pensando en mis palabras y salí por la perta necesitado de tomar aire, me crucé con mi tío pero era a la ultima persona con la que quería enfrentarme ahora, así que unos metros mas allá estaba Freya, aligeré le paso hasta atrapar su muñeca y la giré para enfrentar su mirada que parecía desconcertada.
-Lo siento -susurré bajito elevando mis ojos hasta sus dos tormentas -no por las palabras, pienso cada una de ellas, si no por haberte levantado la mano, no debía.

Sabía que estaba a la defensiva conmigo y este no era el mejor momento de todos, mas aun así perdido en mi dolor y necesitado de calmarlo tiré de su cintura hasta que su cuerpo chocó con el mio.
Mis labios atajaron la distancia hambrientos, desesperados mientras mis ojos se cerraban y mi mente trataba de centrarse en ese beso para olvidar lo que no dejaba de danzar una y otra vez por mi mente, la matanza que esa noche había teñido de rojo la luna y mis mejillas de agua salada.

Mi diestra trepó cálida a su mejilla, enredándose con los mechones lacios en su nuca, primero solo fue una presión de bocas, mas la mía se entreabrió suplicando acceso a la ajena y mi lengua cual ariete penetro en sus murallas cálida, húmeda y necesitada.
Mi aliento acarició su paladar inundandola de mi penitencia mientras la sinhueso se enredaba en la ajena en un baile lento en el que se notaba su inexperiencia.

Sus manos se posaron en mi pecho y me empujó ligeramente para mirarme perdida seguramente en su propias inseguridades.
-¿Vas a darme otro guantazo? -pregunté relamiendome los besos.








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Mensaje por Eileen Indrisler Jue Mayo 03, 2018 8:56 am

Me dolía ver a Wesh en ese estado en el que se encontraba porque entendía su dolor y lo comprendía, y es que aunque intentara ponerme en su situación sabía que no podría hacerlo aunque quisiera porque tendría que pasar por algo como lo que había sufrido él con la pérdida de su familia, y aunque yo también había perdido a mi padre yo no tenía que haber contemplado como los atacaban y él moría luchando por una causa que creía justa y necesaria para mantener la paz y el orden en el mundo. Todos sabíamos cuando nos uníamos a la Orden que podríamos encontrar la muerte en manos del enemigo y que nuestras vidas no serían pacíficas sino que estarían llenas de luchas, de sangre, de dolor y de pérdidas. Por eso entendía a Wesh porque yo pasé por lo mismo aunque a una edad en la que, más mayor, tampoco entendí por qué le había tenido que tocar ese sino a mi padre y sufrir su pérdida... fue eso lo que me orilló a querer participar y ser un miembro de la Orden cambiando así el destino no solo propio, sino también del hombre que amaba y eso me dolía profundamente porque debería de haber sido una carga que solo tendría que haber portado yo sola. Mis dedos se deslizaban por el pelo de Wesh mientras Caleb y Freya nos miraban uno a otro y, tras unas palabras, fue primero ella quien se alejó de la habitación dando un portazo, mis azules subieron hasta los ojos del hombre que amaba para ver cómo tenía la mandíbula apretada, lo conocía demasiado bien para saber que luchaba contra sus propios sentimientos y por ese mismo motivo había salido dejándonos a Wesh y a mí solos. No sabía como hacer que se sintiera mejor ni qué decirle para aliviar sus penas en esos momentos en los que se le veía tan alicaído. Quería que pensara que al menos él podía seguir adelante y que lo que ya estaba escrito en tinta no se podía cambiar por mucho que uno quisiera, sí sabía que era difícil y si yo estuviera en su lugar también habría querido salvar a mi familia, a mi padre... me hubiera sido imposible quedarme quieta y mantenerme al margen, quizás no había sido una buena idea mandarlo a este tiempo sabiendo que fue cuando sucedió todo. Lo que más me sorprendía, de todo, había sido el comportamiento del vikingo que no había entendido su enfado ni su frustración... quizás es que habían simpatizado demasiado con mi amigo y también sentían su dolor pero algo extraño había ahí, algo que a todos se nos escapaba.

Cuando Wesh me hizo aquella pregunta y alzó su cabeza para contemplarme pude ver sus ojos brillantes por retener las lágrimas, sus sentimientos de una forma clara y mordí mi labio cuando me hizo aquella pregunta, porque entendía que todos le estábamos diciendo lo mismo pero era él el único que lo pasaba. Yo no quería decirle que lo adecuado era dejar morir a su familia, pero cuando vino él sabía que no debía de tocar nada igual que lo sabíamos nosotros, estábamos de paso y no podíamos cambiar lo acontecido. “¿hubieras dejado morir a Caleb si eso hubiera lo que el sino marcaba?” Su pregunta salió de sus labios porque él, mejor que nadie, sabía lo que sentía por su tío desde hacía ya muchos años, de hecho, había sido el único en conocer mi secreto y sabía por qué me lo estaba preguntando. No le respondí, no porque tanto él como yo conocíamos la respuesta sin necesidad de decirla... no, no lo hubiera dejado morir. Se levantó y se marchó de la habitación dejándome sentada y sola en aquella cama, cerré los ojos unos segundos y lancé un suspiro con sus palabras resonando todavía en mi cabeza. ¿Qué habría hecho yo por el padre de mi hijo? La respuesta estaba clara: todo, todo lo que estuviera a mi alcance para salvarlo, todo para mantenerlo a mi lado costara lo que costara. Llevé mi mano hacia mi vientre donde en mi interior crecía nuestro hijo, hacía apenas una semana que me había enterado y todavía me costaba creérmelo. Abrí los ojos y terminé por levantarme para ir en busca de Caleb, terminé encontrándolo al final del pasillo donde había un pequeño balcón, estaba apoyado con sus brazos en la barandilla y con paso calmo me acerqué hasta rodear su cintura con mis brazos, mis manos recorrieron su pecho y mi frente se apoyó en su espalda dejando un beso en esta sintiendo el calor que el lobo desprendía, pegándome a su cuerpo sintiendo su calor traspasar a mi propio cuerpo que me hizo esbozar una sonrisa, tenía la esperanza de calmarlo un poco porque sabía que aquello le había afectado. Ver la muerte de su hermano, su cuñada y su sobrino... un palo demasiado duro para llevar su carga él solo. Mi rostro se pegó a su espalda y lo apreté con fuerza haciéndole ver que estaba allí, y que estaría allí, no importara lo que pasara.


-Estoy convencida de que cuando el dolor pase Wesh razonará y se retractará de sus palabras. Sabes que tú no eres el culpable, Caleb –me elevé poniéndome de puntillas para apoyar mi mentón en su hombro, era más alto que yo y tenía que elevar mi cuerpo para eso. Dejé un beso en su cuello y mi nariz acarició su piel calmándome con su presencia, con la esencia que desprendía el lobo y que sabía que era mía, él era mío- tampoco puedo culpar a Wesh, antes de irse me preguntó qué hubiera hecho yo si tu sino era morir, habría hecho cualquier cosa para evitar ese destino tuyo y mantenerte a mi lado no importara el coste que me hiciera falta... y por eso mismo lo entiendo –mis manos buscaron las tuyas para girarlo y que se quedara de cara a mí quedando ambos de perfil a la barandilla, con el sol que parecía no tardar en esconderse en el cielo- ¿estás bien? –Pregunté subiendo mi mano a su rostro para acariciarlo y deslizar mi pulgar por su mejilla- siento mucho que hayas tenido que presenciarlo, debería de haber venido yo sola –mi otra mano se deslizaba por su pecho- deberíamos de volver al hotel y descansar, todavía sigues herido por lo que pasó con los lobos –sin contar con que mi herida todavía no estaba curada- y dentro de unos días tendremos que ir al norte en esa misión para recuperar la reliquia. Te necesito fuerte en esto y mientras dejemos que tu sobrino asimile todo lo que ha pasado, ahora está todo muy reciente –quería contarle tantas cosas pero sabía que no era el momento para hacerlo- ahora necesito que descanses para la misión que nos viene encima –sonreí para intentar infundirle ánimos y que cambiara un poco su gesto, sabía que era importante para él pero quería que estuviera bien porque me dolía verlo así- dejemos el pasado atrás, ahora lo que importa es el presente y el futuro que vamos a construir juntos –tomé su mano y la llevé a mi vientre donde crecía la vida de nuestro hijo- te quiero Caleb, y no me arrepiento en absoluto de haberte elegido a ti –pese a que eso significaba renunciar a mi puesto en la orden pero habían cosas más importantes que esa y después de saber que le había pedido mi mano a mi padre todo estaba bien. Volví a elevarme de puntillas para buscar sus labios con los míos fundiéndonos en un beso sin importar quién pudiera vernos o no, me daba exactamente igual. Mi mano en su nuca para bajar su rostro y acercarlo más a mi rostro mientras nos besábamos y su brazo rodeaba mi cintura pegándome a su cuerpo, mordí su labio inferior antes de separarnos dejando nuestras frentes unidas- por cierto, ¿te has dado cuenta del comportamiento del vikingo? –Mis azules contemplaron sus castaños- ¿no te ha parecido un tanto extraño para no conocerse solo de apenas unos días? No lo sé, lo he visto demasiado afectado –mordí mi labio pensando en ello pero finalmente dejé mi rostro en su cuello, rodeando su cuerpo con mis brazos.


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