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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Doreen Jussieu Dom Mayo 22, 2011 4:33 am

Un poco más de dos meses habían sido los que han pasado desde su llegada a París. Desde que había escapado de su casa, la chica aprendía que los seres humanos no eran las únicas criaturas existentes en el planeta. Desde feroces hombres lobos atacando al volverse aquel animal que tanto intimida, pasando por vampiros sedientos de ese hermoso líquido vital, hasta hombres que cambiaban su apariencia por la de cualquier otro animal. Todo parecía un relato de terror traído a la realidad. Sus grandes y hermosos ojos verdes observaban la imponente luna que cubría con una especie de manto delicado con su luz todo lo que pudiera captar. Aquel relato de terror ella lo había vuelto su mejor historia de vida, el mejor libro, su realidad, más hermosa. Ella había aprendido a aceptar e incluso a amar cada criatura aunque con anterioridad hubiera sido atacada por alguna. Al igual que los seres humanos ellos aprendían de sus errores y algunos los remediaban para poder tomar la vida como cualquier otro humano, buscando un sustento, alegrías, sueños, amores e incluso pasiones. Por eso la delicada dama ya no temía a la noche con todo y sus implicaciones. Aunque claro, la respetaba por completo.

No quedaban muchos días para que su galería fuera abierta al público. Por eso la castaña se quedaba más tiempo delo normal en el local, atendía algunos detalles que hicieran falta, siempre se quedaba sola al final de la noche, aquel día no sería la excepción, pero terminó un poco antes de lo normal. El carruaje que su querido amigo Darcy mandaba para que la recogieran no había llegado, como se sentía ya bastante cansada e impaciente decidió irse a pie. Cerro la puerta con llave para ir bajando las escaleras del lugar, observo algunas calles de la zona comercial, era raro verlas tan vacías, pero la noche siempre alejaba a la humanidad de la vida y las mandaban a descansar a los brazos de Morfeo. Un profundo suspiro salió de manera natural de su pecho, a pesar de los últimos sucesos que habían acontecido en su vida, la hermosa señorita Caracciolo se encontraba demasiado tranquila, incluso su rostro mostraba y transmitía una paz pocas veces vista en un humano que su vida no ha sido del todo grata. Ella era tan dulce, alegre, inocente y positiva que podía lograr transmitir eso y más por eso para algunos de sus conocidos era un privilegio tenerla a su lado, era una verdadera pena que ella no se viera de esa manera, que su inseguridad y su baja autoestima fuera tan baja, pero conforme pasaban los días aprendía.

Sus pasos eran delicados pero firmes, no llevaba mucha prisa pero seguramente tendría un gran regaño al llegar a casa de su querido amigo sino llegaba antes del carruaje. Para no perder esa tranquilidad que tenía la chica decidió cortar camino por el bosque, se sabía un atajo de memoria que iba en paralelo al lago, sin duda alguna se desvió adentrándose al bosque. Una ligera brisa golpeo su cuerpo. De manera automática sus manos subieron a sus brazos frotándolos evitando la sensación de frío. Su rostro se movió de un lado al otro al escuchar algunas pisadas aproximarse. -¿Quién anda ahí? - Su voz sonó de manera temblorosa pero bastante fuerte. Pudo captar una silueta reflejada gracias a la luz de la luna, pero no pudo identificar bien si se trataba de un humano o de algún animal, estaba demasiado oscuro aun con la ayuda de la luna como para identificar. El miedo de Doreen era evidente, apresuro el paso y varias veces sus pies se enredaron entre la maleza y ramas del bosque pero pudo seguir adelante aun escuchando pisadas aproximarse.


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Mensaje por Julius/Maximus Gaffigan Dom Mayo 22, 2011 6:28 am

Julius

¿Era su imaginación o las manecillas de ese reloj le golpeaban el cráneo letalmente? ¿Estaban señalándole la salida? ¿Si usaba el vaso como dardo podría derrumbarlo? ¿El tic tac buscaba volverlo loco? ¿Hacerlo sentir como un animal enjaulado? ¿Contra quien estaba apostando? Fuese quien fuese, estaba ganando. – Mesa cuatro hermano. Bajó el vaso en pausados movimientos mientras su cuello se doblaba lo suficiente para que sus ojos fulminaran con la mirada a aquél que era su reflejo. – Usa un cuchillo y rebáname el cuello. La ceja arqueada que obtuvo como respuesta logró encenderlo. – Dos palabras: NO BROMEO. La sonrisa que apareció en el rostro de Lucius hizo que su imaginación se fuera por los cielos. – Un día de éstos me vas a cabrear lo suficiente que cuando termine contigo nadie reconocerá que somos gemelos. Lejos de que la sonrisa desapareciera provocó que se extendiera. – ¡Bingo! Y la frase del día es... Esta vez, fueron los labios de Julius los que se movieron, formando una sonrisa que destilaba sarcasmo. - ¿Qué te parece esta? Vete a la mierda.

Lucius

No iba a caer. No esta vez. Necesitaba a Julius en la taberna. Había tenido que intervenir entre un par de caballeros antes de que llegaran a los golpes mientras que su hermano aplaudía por aquélla estupidez, así que el aire que se extendía entre esas cuatro paredes se sentía pesado y si se le salía de las manos, necesitaría de él para separarlos. – Iré en cuanto termine nuestro turno y ¿sabes qué? Te dejaré acompañarme entonces. Responderle a su gemelo sin jugar su juego era una tarea que no se le daba bien. La maldición que le ladró Julius fue solo un fastidioso eco mientras le daba la espalda para alcanzar una de las botellas. – Mira que disfrutaremos de las miradas atónitas de los clientes cuando se percaten de que un tigre les atiende. Inmediatamente, volvió su cuerpo, alzándose amenazador sobre su gemelo. Sabías dos cosas: La primera era que Julius no dudaría en hacerlo para sacarlo de quicio y la segunda que no importaba lo que dijera, él jamás escucharía.

Julius

No se molestó en ocultar su sonrisa de triunfo, una que gritaba “Mucho mejor ahora que he captado tu atención”. Dejó que su rostro vagara por el local. Realmente estaba atiborrado. – Cuántos filetes alcoholizados. Lo mejor de lo mejor, para el mejor. Su hermano no tardaría en decir las palabras mágicas. Sentía su odio llenar las orbes de sus ojos y por la forma en que respiraba, le decía que estaba contando hasta diez para no lanzarse sobre él. Como si no fuera suficiente, se acercó y le palmeó el hombro. – Regreso en una hora. No había necesidad de mentir, pero aún así lo hizo. Ambos sabían que se tomaría más de la hora en ir y venir. – No vivirás más a mi costa. Si no puedes pagar tu parte no vivirás bajo el mismo techo. Las palabras se perdieron cuando la Luna le recibió bajo su manto. ¿Cuántos días llevaba sin soltar a su animal? No habían pasado ni las 24 horas pero se sentía como si hubiese pasado una eternidad. En cuanto se adentró a los bosques, su forma humana desapareció. En su lugar había un enorme tigre blanco que saltaba como alma que llevaba el diablo sobre los troncos tirados. La libertad que sentía mientras el viento acariciaba su pelaje era incomparable. ¿Cómo podía soportarlo Lucius? Sus pensamientos se fueron de paseo cuando el sonido de pasos le alertaron. ¡Ah! A su animal le gustaba acechar. Era una suerte que estuviera solo porque Lucius definitivamente no lo encontraría divertido de ningún modo.



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Mensaje por Doreen Jussieu Dom Mayo 22, 2011 12:31 pm

El nerviosismo que sentía recorrer su cuerpo era evidente. Por alguna extraña razón sentía que algo andaba mal, fuera de los pasos que se hacían venir, era como si estuviera expuesta a algo malo, como si lo sintiera en su cuerpo. Las ramas caídas de los arboles hacían que el sonido de los pasos que se aproximaban sonaran más tétricos y amenazantes. La chica retuvo un poco de aire al ir avanzando, después de un tiempo dejo salir aquel aire caliente por sus labios. Eran los nervios lo que quería controlar pero por más que se adentraba al bosque para seguir el camino rápido a casa de Darcy más largo se le hacía todo. Incluso el camino que tan de memoria se sabía ahora le parecía irreconocible, como si estuviera en otro lugar. Su vista se nublo por unos momentos y la castaña al no poder visualizar de la manera correcta metió uno de sus pies en uno de los agujeros, cayó al suelo golpeando con fuerza su pecho y el mentón haciendo que este se abriera un poco. Hizo caso omiso ya que el dolor era lo que menos le importaba en esos momentos. Lo único que le importaba era salir de ahí. A pesar de conocer a las criaturas de la noche, aceptarlas y respetarlas, les tenía miedo, tenía miedo a volver a ser atacada por un hombre lobo pero que esta vez la dejará sin vida, o a ir perdiendo el brillo de sus ojos al ser bebida por un vampiro. Rápidamente se puso de pie, la poca luz le impedía ver lo sucio que el vestido le había quedado. Pronto un liquido caliente comenzó a recorrer su cuello. Una de sus manos fue llevada a aquella parte del rostro donde se había golpeado con fuerza, la chica pudo ver su sangre ahora en su mano. Soltó un suspiro y una especie de jadeo lleno de tristeza. Se reprochaba ser tan torpe en esos aspectos, tan débil, tan vulnerable, a veces odiaba ser una simple humana, una princesa de cristal que necesitaba ser cuidada, y a pesar de ser solo una humana, ella sabía que no era una común, sabía que era especial y gracias a eso no podía dejarse caer ante lo que la estuviera siguiendo en el bosque, por eso se dio la vuelta y siguió adelante respirando hondo para estar tranquila.

La sangre no dejada de salir. Doreen tuvo que hacer una pequeña parada para romper la falda de su vestido y tomar la tela para cubrir la herida. El mareo fue lo que pronto invadió su ser y una punzada en la cabeza. La perdida de sangre sumada al nerviosismo que poseía en esos momentos no ayudaba pero las pisadas que antes sentía se aproximaban a ella habían desaparecido por completo. La chica recargo su cuerpo en el tronco de un árbol para poder tranquilizarse y respirar de manera profunda varias veces y poder avanzar. Después de unos minutos de estarle intentando por fin su cuerpo cedió y se mantuvo ya en un buen estado. Se preguntaba si Darcy podría verla a esa distancia, la habilidad de su amigo el licantropo sin duda era de gran ayuda, pero no sabía si la conexión que ambos habían entablado ayudaba para que la viera en distancias lejanas, de igual manera no estaba demás no perder la esperanza a que si, aunque si la veía de esa manera seguro se preocuparía y después le vendría un buen regaño. Suspiró e hizo una mueca. El silencio de la noche la estaba perturbando por completo. Se quedo pensativa "Si algo quisiera lastimarme desde el principio hubiera atacado" La chica pensó para si misma mientras cerraba los ojos por unos momentos.

Tanto fue lo que presionó con la tela la herida que la pequeña abertura había dejado de sacar aquel líquido carmín hermoso. Para la castaña la sangre era demasiado escandalosa, por un pequeño rasguño podía salir sangre de manera exagerada. Su tranquilidad no duro mucho al notar de nuevo la silueta - Por favor, basta de juegos, estoy lastimada, cansada, si quieres algo de mi tómalo - La voz de Doreen salía de manera suplicante, con aquel temor notable. Se alejo de aquel árbol para poder avanzar para encontrar aquella sombra, aquella silueta. Pero mientras ella avanzaba la silueta desaparecía o se movía. La chica a pesar de ser tan débil era bastante terca y arriesgada por eso no dudaba en querer ir a reconocer a su fastidioso acompañante de las sombras. - Sal de ahí, si me quieres asustar ya fue suficiente - Ahora el tono de voz era demandante, bastante seco y firme, no era para menos, estando cualquiera en una situación así podrías cambiar de humor y deseos de un momento a otro. Por fin la sombra dejo de moverse y Doreen quedo a escaso un metro sin poder reconocer aun en la oscuridad ya que estaban en medio de varios arboles y la luz de la luna no podía traspasarse para darle mejor visión. -No tengo nada de valor - Le dijo en un murmullo con los ojos llenos de lágrimas.


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Mensaje por Julius/Maximus Gaffigan Jue Jun 09, 2011 1:16 am

Julius


El cambiaformas realmente amaba la libertad que sentía cuando tomaba la forma de un animal. Antes de pasar por el primer cambio, supo que su comportamiento no era algo usual. Los primeros años en el orfanato los habían definido... Mientras su gemelo buscaba ser aceptado, él los hundía a ambos en el fango. El recuento empezaba desde poner animales en la cama de sus compañeros a arrastrarse en la noche hasta los aposentos de la dueña del recinto para jugar al fantasma de su difunto Charles. Si Lucius no hubiese intentado sacarlo a rastras de debajo de la cama aquélla noche e interrumpir el último acto, la vela no se habría encendido y revelado la silueta de ese par de niños. Pero... ¿por qué se dejaba acechar por las sombras de un pasado que los había condenado? Habiendo logrado lo que buscaba, cualquiera pensaría que su animal estaría gruñendo y saltando como lo había estado haciendo los primeros minutos en que le había soltado. Un craso error. Tiger lo estaba arruinando todo. El maldito no solo exigía oler y respirar libertad, ahora se hacía el remilgado ante el hecho de encontrarse solo, sin el cabeza dura para jugar. Después de todo era como él que, se sentía el rey del mundo un segundo y el pirata con una pata de palo en el otro. ¿No era eso ESTUPIDAMENTE ABSURDO? Por supuesto, el lazo de sangre que compartía con Lucius estaba fortificado por ser gemelos. Eran una “manada” después de todo. ¿Quién lo lideraba? Ese era un juego al que Julius siempre apostaba pero que nunca ganaba. Si le agregabas al cóctel el hecho de que los dos habían estado encerrados en una celda mohosa y húmeda, podrías comprender porqué Tiger lloriqueaba como marica ante el remarcado hecho de que Lucius tenía amarrado a su hermano. ¡Secreto develado!

Sus patas apenas y rozaban la tierra. En este punto, la humana era la carnada que pendía de la caña de pescar y Tiger el enorme pez que gustosamente mordería el anzuelo. En verdad, aquello no era más que un juego. Julius ya había devorado sus buenos kilos de filetes crudos antes de que la jornada laboral comenzara. Su tigre no cazaba al menos que fuese amenazado y la humana estaba lejos de liderar en esa categoría. El gruñido que surgió de sus fauces era una de completa arrogancia. Julius se excitaba cuando jugaba a cazar al ratón... Se escondía entre los árboles mientras se dejaba envolver por la fragancia dulce que la dama destilaba. ¿Así funcionaba con los chupasangre? Se imaginaba porque, el miedo que percibía junto con el olor metálico de la sangre era como enseñarle un postre humeante a un pequeñuelo. Julius se detuvo abruptamente cuando por la periferia algo más captó su atención. Justo cuando iba a desviar su cabeza para ver quién mas se les unía, la hermosa voz de la humana le atrajo como el canto de la sirena. ¡Jodido bastardo! Su animal respondía a las mujeres como un Don Juan. Sus patas se movieron y pronto estuvieron frente a frente. Una vez más, ese sonido traspasó sus orejas. La oscuridad de por medio no le había revelado a su acompañante que con quien jugaba era un tigre o ya se habría puesto a gritar. Cuando un gruñido que no provenía de él se hizo oír en todo el bosque, se agazapó, preparado para lo que vendría... – No busco hacerte daño. Julius había cambiado una vez más. El tono de su voz era una maldita actuación. La forma en que jadeaba, como si estuviese cansado, lo ponía en igual con la humana que estaba a su lado. – Tienes que huir... Yo... lo entretendré. Es a mí a quien quiere. Apoyó su mano contra el árbol conforme metía oxígeno a sus pulmones. – ¡AHORA! Gritó. Sí. Ella no tenía porqué saber que el que estaba jugando con ella era él. ¿Dónde lo pondría eso? Era bien sabido que auxiliar a damiselas en apuros era bien retribuido.


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Mensaje por Doreen Jussieu Dom Jun 12, 2011 4:38 am

La oscuridad se había vuelto la peor de las enemigas para Doreen en ese momento. Tomó una bocana de airé para intentar tranquilizar sus nerviosismos. Ella a pesar del dolor de su rostro, del dolor del cuerpo y del dolor emocional se veía bastante tranquila. Tenía de dos: O ponerse a llorar como histérica sin buscar una escapatoria más que la de lamentarse por haber estado en ese lugar y en ese momento o simplemente tranquilizarse y buscar la manera de poder salir con vida. La gustaba más la segunda opción, además ella era toda una dama, y eso aunque estuviera en el peor de los momentos no podía perder la compostura. Se tranquilizo cada vez más hasta llegar a sentirse lo completamente confiada de que no le ocurriría nada. Siempre se había dicho que al igual que la felicidad, el dolor era momentáneo, que nosotros nos lo permitíamos, y que eramos los que tenían el control si era un dolor profundo a grados tan altos que nos produce la locura o dolores llevaderos. Por eso intentaba enfocar su energía en deslizar el dolor a otro lado, así podría pensar con claridad como actuar y que cosas decir. - Por favor sal de ahí - Su voz volvió a salir de manera suave, con cierto tono suplicante, pero ahora no estaba mostrando el nerviosismo con un tartamudeo. La castaña se estaba comportando a la altura. El pensar que estaba demasiado cerca a la silueta que le estaba provocando ese miedo, ese dolor, le provocaba sensaciones extrañas. Su cuerpo no quiso avanzar más. No entendía si era por cobardía o por sobrevivir. Cerró los puños con fuerza. Una suave brisa golpeo su rostro haciendo que un escalofrío pasará desde la punta de los pies hasta su frente, soltó aire y al final se calmo al cien. El ver a aquel hombre la tomo por sorpresa. Escuchar aquel sonido extraño proveniente del bosque. Todo pasaba demasiado rápido.

Escuchó sus palabras parpadeando. Para una artista aprender a leer las expresiones de las personas era la clave para poder plasmar un rostro en un cuadro a la perfección. Los ojos del chico mostraban preocupación, temor, pero ciertas líneas le hacían pensar que estaba mintiendo. Sin poder evitarlo y en el peor de los momentos formó una mueca de confusión. Una de las cosas más hermosas de la castaña era la manera tan confiada en que se podía acercar a las personas con naturalidad sin ni siquiera conocerlas y que estas personas la aceptaran. Una desventaja es que podía estar expuesta al peor de los peligros con una persona peligrosa. Pero aun sabiendo todo esto, sin importar que, sus piernas se despegaron de esas cuerdas invisibles y se aproximo al joven alzando sus pequeñas y delicadas manos a su rostro. Con la yema de los dedos, sin presionar demasiado para no lastimar a su acompañante de la noche, recorrió con mucho cuidado desde la frente, los ojos, la nariz, las orejas, los labios hasta llegar a su cuello de manera lenta. En ese momento para ella el tiempo, el lugar y los miedos se esfumaron de tal manera que nunca habían existido. - No tienes miedo - Musitó con firmeza y completamente convencida. - Si no lo tienes no debo tenerlo - La delicada y hermosa chica le sonrió de manera encantadora, sus manos se dejaron caer a los lados, dio dos pasos hacia atrás guardando la distancia correcta entre ambos, lo miró sonrojada pero esta vez el carmín era por el atrevimiento que había tenido. - No puedo correr, me duele demasiado el cuerpo - Dejó recargar este mismo en el árbol que tenía a un lado sin dejar de sonreír.

Su amor y confianza hacía las personas volvió a salir cuando estiro su mano para tomar la del joven - No podría dejarlo solo cuando algo viene por usted. Me quedaré para acompañarlo, además puede que también venga por mi - Se encogió de hombros de manera poco visible, su cansancio hacía que no pudiera controlar ya los movimientos de su cuerpo - Nunca está demás la compañía ¿Qué le parece? - La chica volvió a escuchar un estruendo proveniente de la oscuridad lejana del bosque. Lo miro reflejando cierto temor - No quiero que le dañen - Confesó de manera suave, tranquila y bastante sincera. La chica sabía lo frágil que podía ser pero también su amor porque todo saliera bien, su fe a la vida, a la justicia y a los buenos tratos de los demás nunca terminaría. Pobre chica viviendo en una burbuja de fantasía, lo más conveniente era que alguien se la rompiera de una vez por todas. Pero ¿Se atreverían a romper tanta inocencia y bondad?



OFF: lamento la tardanza y que salga corto, espero te guste <3


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Mensaje por Julius/Maximus Gaffigan Mar Jul 19, 2011 3:20 am

La sonrisa de triunfo que curvó los labios de Julius era tan enorme que bien podía estar desencajándose la mandíbula. Así que el tigrecito de su gemelo se había puesto igual de necio. Una vez que Lucius comenzaba a sentirse raro, tenía que alejarse de inmediato. Soltó una maldición interna que se asemejaba mas a una reprimenda por no haber estado en el acto, siempre resultaba divertido ver cómo Lucius se disculpaba con todos, ¡por dios! mientras salía corriendo en dirección a cualquier sitio, normalmente - y si tenía suerte - terminaba en los bosques. “Mañana tal vez” Se auto animó. Ser un cambiaformas era lo mejor que había podido pasarle, pero poder transformarse solo una vez por noche no era tan alentador cuando había quemado su cartucho. ¿Cómo lo soportaban los licántropos? Quizás le aullaban a la Luna para quejarse de su aparición una vez al mes. Por que... ¿la Luna Llena salía una vez cada mes, cierto? Lucius lo había mencionado hacía ya un tiempo, ¿o había sido la semana pasada? Con él nunca se sabía puesto que repetía como loro lo que leía en libros y ¿quién estaba interesado en lo que se escribía en papel? Por supuesto que no a Julius, quien apenas sabía leer y escribir, no porque nadie le enseñara sino porque lo encontraba tremendamente aburrido. La última vez que había pasado sus horas frente a un escritorio había salido ileso por poco, - también quien intentaba educarle -. La historia era aburrida, así que desde entonces él se había autoimpuesto escribirse una propia, claro... sin el papel y sin la tinta. La voz de la dama no fue lo que le sacó de su ensimismamiento sino su tacto. Julius le miró con incredulidad, hacerse el héroe no estaba funcionando. Un fuerte gruñido hizo salir a una manada de venados corriendo en dirección contraria. – Por supuesto que tengo miedo. Es un felino lo que viene detrás de mí, señorita. No un cachorro. Como si su hermano supiese lo que tenía que hacer, elevó otro gruñido. “No podrías estar mas mal actuando, hermano” Pensó con frustración.

Le devolvió la sonrisa a la dama, sus ojos aún le miraban con incredulidad pero su voz y sus acciones dejaban en claro que no estaba ahí para que alguien le salvara, así que sus servicios por esta noche estaban siendo sobrevalorados. - ¿Siempre suele ser así? Me sorprende que a estas alturas no le hayan asesinado. Bien podría ponerse la soga al cuello. Dio un suave apretón a su mano, su mirada transformándose por completo. Julius era todo un as en ello, podía pasar de la sorpresa a la incredulidad, de la impaciencia a la comprensión, de la burla al aburrimiento. Esta vez, la malicia tiño su mirada. - ¿Cómo sabe que no soy el malo? No podía evitar no pincharle. – Quizás me dispuse a seguirla desde que entró al bosque. Son tiempos difíciles, mademoiselle. Tuvo la osadía de sentirse preocupado. – ¿Por qué será que somos tan...? Se le olvidó la palabra, la tenía en la punta de la lengua pero no pudo recordarla. - ¿Por qué nos gusta ponernos a prueba? Usted, por ejemplo, ¿qué hace caminando sola? Los animales no son todo lo que acechan estos bosques. Si, sí. Julius era el alma de las fiestas en las fogatas, ni siquiera su hermano podía con una responsabilidad de entretención como aquélla.

OFF: Disculpa la tardanza :/ ¿Tarde pero seguro? xD


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Mensaje por Doreen Jussieu Mar Jul 26, 2011 4:55 am

Aquello era bastante cierto, tal vez todo aquello era broma bastante pesada en donde el hombre que corría peligro era el peligroso. Doreen no sabía ya que pensar, estaba que daba vueltas en su cabeza, si en un principio quería hacerle compañía no sabía si era mejor salir corriendo. - Basta, no quiera jugar conmigo, he querido quedarme porque lo vi preocupado pero si es una broma de mal gusto le ruego me deje en paz - Miedo era lo que recorria por su cuerpo en ese momento, Paris sin lugar a duda era una ciudad bastante extraña. Fue entonces cuando se dio cuenta que todas las cosas feas que le estaban ocurriendo eran por su imprudencia, por haber salido corriendo de casa. Donde había estado segura demasiado tiempo, donde había gente que la amaba, que le enseñaba a ser una mujer perfecta (porque en aquellos tiempos las mujeres tenían que seguir ordenes de los hombres y solo preocuparse por casarse y ser la mujer ideal), porque en su hogar estaba segura y no pasaban este tipo de cosas. Se imaginó el rostro de terror de su madre si no llegaba temprano a casa, la preocupación y el moverse rapidamente para ir a buscarla. Y ahora en estos momentos nadie se daría cuenta si hacía falta hasta algunos días probablemente. Esa tristeza recorrió su cuerpo pero también sino hubiera escapado de casa estuviera viviendo una fantasia no una realidad, y viviría infeliz, sin riesgos y emociones, sin conocer a todos los que conocía incluso a la persona que estaba frente a ella.

Si, era bien sabido que su bondad, tranquilidad y amor por las personas sumados a su confianza la hacía salir libre de las cosas, pero vamos, sabemos que no todo el tiempo podemos salir de manera correcta. Por primera vez en su vida se estaba sintiendo irritada, bastante fastidiada y cansada, se cruzo de brazos dejando a un lado el dolor que sentía, lo miro por unos momentos y soltando un prolongado suspiro por fin decidió dirigirle la palabra - Si es tan peligroso y quiere asesinarme ¿Por qué aun no lo hace? ¿Disfruta acaso con el miedo de sus victimas? - Sonrió un poco de manera irónica, la verdad es que aquello era una mascara bastante bien actuada, una buena postura y seguridad con su acompañante que ni siquiera ella misma sabía de donde la había sacado. Suponía que la adrenalina en esta ocasión le había ayudado a poder llegar a ese momento. - Salgamos de aquí... Seguramente alguien viene persiguiéndolo. ¿No tiene hambre? - Preguntó de manera cortez mientras de manera delicada y torpe daba la vuelta a su cuerpo y comenzó a caminar de manera lenta. Debía buscar una excusa, quedar bien con él, ser amigable, querer incluso atenderlo con tal de que la dejará salir y sentirse más a salvo, además no faltaba mucha distancia para que salieran del bosque y encontraran el pavimento y las casa de la ciudad.

La tranquilidad se apoderaba de su cuerpo mientras iba avanzando, mientras se alejaba de ese lugar. Una gran ventaja empezar a ver las calles iluminadas por candelabros. Pero sin embargo, aunque sentía esa especie de tranquilidad no pudo salir de aquel lugar sin saber si aquel hombre sospechoso estaría bien. Se quedo parada mientras buscaba en las sombras del bosque la silueta del caballero. - Joven - Susurró apenas de manera perceptible, no se movió ni un poquito pues no tenía seguridad de en que parte se encontraba él, mucho menos si ya lo habían atrapado, esperaba que no - Joven por favor acompañeme no se quede aquí, es peligro, si quiere puedo darle hospedaje y alimento unos días pero venga conmigo - Si, Doreen era demasiado arriesgada al hacer ese tipo de ofertas a extraños pero por extraña razón quería ayudarle.



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Mensaje por Julius/Maximus Gaffigan Dom Jul 31, 2011 5:20 am

Su sonrisa se amplificaba con una inocencia innata al escucharla. ¿Cómo no seguir jugando cuando se estaba divirtiendo con las expresiones que se asomaban por su rostro? Dejó caer su espalda contra el tronco de uno de los cientos de árboles que se enrolaban en ese encuentro. Y así como si nada, le fue difícil reprimir una carcajada. – ¡Por Dios, mujer! ¿Acabas de preguntar si tengo hambre? Una sonrisa lobuna que nunca fallaba con las mujeres apareció en su boca. – ¿Has notado que estamos en una situación bastante... inusual y que tus palabras pueden ser malinterpretadas? Frunció el ceño, bastante exagerado si se tomaba en cuenta que sus pensamientos estaban lejos de ser profundos. - Al menos que... Esa era la parte que siempre disfrutaba. La sangre ribeteando las mejillas de sus acompañantes era un gesto tan encantador que no cualquier hombre podía jactarse de hacer sonrojar a una dama. El cambiaformas se sentía bastante bien consigo mismo como para disfrutar de algo tan trivial como ser pillado ante una travesura mal trazada. – Esa era su intención, ¿cierto? Me ha tomado desprevenido, debo admitirlo. Desde que soy yo el captor eso es decir mucho. Los gruñidos se habían detenido, lo que podía significar que a) Lucius estaba entre las sombras acechando para cazarlo o... b) Su cambio había llegado. Esperó que fuera lo segundo puesto que ahora estaría refunfuñando por su mala suerte y... ¡Esto se ponía mucho mejor! Ahora los dos habían abandonado la taberna en horas de trabajo y... ¿Por qué sonreía como demente? Realmente debería aprender a dejar de sonreír en situaciones que no lo ameritaban, aquello podría costarle los empleos. “No. No es mi culpa.” Esa sonrisa seguía pegada a su rostro mientras se animaba con mentiras. Era culpa de Lucius no haber aprendido a controlar sus transformaciones. Era culpa de Lucius que fuera tan inquieto. No, no lo era pero... ¿quién estaba enlistando las culpas? Sí él quería, Lucius Ward era el culpable de todo lo que sucedía.

Levantó el rostro y clavó su mirada en su acompañante. Sus últimas palabras aún hacían eco por los alrededores. - ¿Ya que estamos me va a dar una mordaza y unos guantes? Usted sabe que los necesitaré. De lo contrario, no podré cometer el crimen perfecto. Golpeó el tronco con su espalda y dio un paso hacia ella. – No creo que haya algún peligro a la redonda. Su sentido auditivo era tan excelente que cualquier intruso a la deriva encontraría su factor sorpresa deshecha. – ¿Escucha? Se ha ido o quizás fue producto de nuestra imaginación. Se encogió de hombros. – Nunca se sabe cuando sufriremos un ataque esquizofrénico. ¿Qué se suponía que harían entonces? ¿Debería ir con ella y aceptar su hospitalidad? La idea era entretenida. No estaba muy ansioso de escuchar a su gemelo con sus quejas, unas que ya se sabía de memoria. Además, si Lucius estaba en las cercanías, su objetivo sería encontrarlo y... No, no quería que la dama ahí presente supiera que tenía un gemelo. Era mejor cuando las mujeres creían que Lucius y Julius eran la misma persona, sobre todo cuando era momento de desaparecer. Ni siquiera sabía el nombre de... – Bien. La escoltaré. Cambió de tema abruptamente. – Sirve que me dice su nombre en el trayecto y... Avanzó hasta estar a su nivel. – Me entretiene con la historia que le trajo por aquí.


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Mensaje por Doreen Jussieu Mar Ago 02, 2011 4:10 am

Tranquilidad - Caos. Seguridad - Peligro. ¿En cuantas situaciones, sentimientos o momentos puedes estar de un segundo a otro? No lo sabía en incluso Doreen a pensar de haber pasado de una vida tranquila a una tormentosa no tenía idea de como era posible poder estar manejando tanto a la vez. Llegó a un punto en que la voz del caballero comenzaba a perforar su cabeza con un tic, tic, tic que se había vuelto de un momento a otro. Eso era con la suma de la oscuridad, los ruidos, el peligro y estar con un desconocido que un momento podía ser tu peor enemigo y luego tu mejor amigo. Se quedo mirando a su acompañante por un largo rato intentando acomodar sus ideas, nunca antes alguien había confundido tanto a Doreen, incluso nunca antes la había hecho sentir tanto fastidio en un lugar a tal grado de querer salir corriendo. Lo peor del caso es que no quería salir corriendo sola, era tanta su bondad que quería que él también saliera corriendo con ella para que se encontrará fuera de peligro en lugares como esos. Estaba tan preocupada por él incluso más que por ella misma que a pensar de querer llorar por la frustración lo veía con esos hermosos ojos verdes e implorantes para que saliera de ahí. Su sorpresa fue tan grande cuando decidió acompañarla. La rubia dio dos pasos animada sin importar las heridas y el dolor y lo rodeo por el cuello con una muestra de alegría dando un fuerte abrazo. - Salgamos de aquí lo atenderé de manera correcta en mi casa - Le beso la mejilla dedicando una sonrisa amplia y se aparto sonrojada. Lo que había hecho se le había salido de las manos, le había nacido de manera natural por lo que fue un impulso tan inesperado que giro su cuero avergonzada y sonrojada para seguir caminando por la oscuridad de la noche.

Se quedó pensativa por unos momentos, no era de las personas que contaban su vida privada a los demás, mucho menos a las personas que no conocía pero en estos momentos requería un medio de escape para sacar esa tensión que se había acumulado en su cuerpo, ese miedo que requería sacarlo para verse más tranquila y relajada, por eso una pequeña historia no estaria mal. Aun estaba avergonzada por eso siguió caminando lo más cuidadosa que podía para no lastimar sus heridas, en casa podría hacerlo, incluso podría encontrarse con alguno de los criados que Darcy le mandaba para que la atendieran lo malo es que no quería que el se enterara, ya era tiempo de dejar de pensar y que le hablará o contara algo al caballero. -Me gusta el arte... - Se detuvo por unos momentos para seguir hablando pero antes carraspeo un poco - Estoy por abrir una galería de arte con el apoyo de unos personas... Se me hizo un poco tarde entretenida en colocar cuadros y pintando otro que tengo pendiente, por eso quise tomar el camino más corto para llegar a mi hogar - Sonrió e hizo una mueca por el dolor que sentía en la pierna mientras más avanzaba. Creo que el enfriamiento del cuerpo le estaba haciendo que sintiera de aquella manera tan dolorosa. Suspiró para mirarlo de reojo breves momentos. La luz de las calles ya impregnaba sus figuras mientras avanzaban. Doreen volteo intento ver si los seguían y no pudo evitar sonreír al ver las sombras que se proyectaban. El tan grande y fornido y ella tan pequeña.

Por fin salieron del bosque, ¿cuánto tiempo habían pasado dentro de él? Por lo visto había sido mucho pues las calles de la ciudad estaban completamente vacías y eso era completamente raro. - No tardaremos en llegar, solo esta a unas tres cuadras hacía abajo, la zona es bonita, le va a gustar el lugar, no se preocupe por ir a otro lado le aseguro que hay donde quedarse y no saldrá a las calles oscuras solo - Le sonrió de manera amable. Por más fresco que estuviera haciendo la rubia comenzaba a sudar. Sus ojos parpadearon varias veces en señal de cansancio, constantes mareos se presentaron y respiró profundamente intentando calmarse. La delicada jovencita se aferró al brazo de sua acompañante. Minutos después se encontraban en la casa. El hijo de la señora se encontraría de fiesta y en un par de horas regresaría er aun chico bastante agradable y bromista, seguro se llevarían bien - ¿Tiene hambre? - Volvió a insistir soltando una risita burlona al recordar la cara del hombre dentro del nosque.


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Mensaje por Julius/Maximus Gaffigan Sáb Sep 17, 2011 2:28 am

A su gemelo le daría un ataque si observaba su comportamiento. La verdad sea dicha, mantener la boca cerrada estaba costándole toda su concentración. La mujer que caminaba a su lado le había tomado con la baja guardia. ¿Es que esa mujer no tenía sentido del peligro? Julius estaba completamente seguro de que, quien quiera que fuera, era un imán para los problemas. ¿No lo había atraído a él después de todo? Esa naturalidad y amabilidad que irradiaba le sorprendía, hacía tan solo unos momentos había estado más que ansioso de asustarla, un simple juego que Lucius tacharía de niños pero que él encontraba sumamente divertido. Siguió de cerca cada una de sus palabras. La Luna se aventuraba a seguirlos, su brillo plata se derrochaba mostrándoles el camino. Así que le gustaba el arte. No había nada que él supiera sobre el arte, no había mucho sobre historia o cualquier tema relacionado con LIBROS que su cerebro lograse procesar, era una tortura para él sentarse e intentar “entender” aquello que le resultaba aburrido. Julius siempre había pensado que el don para devorar letras y sumergirse de lleno en cualquier historia sin sentirse incómodo era su gemelo. Todo lo que el cambiaformas conocía y realmente disfrutaba era la libertad, la sensación de compenetrarse con su lado animal, la naturaleza susurrándole, los sonidos de la noche cantándole... Ese era su mundo y estaba seguro que, de poder elegir qué estado mantener sin límite de tiempo, su lado animal sería un hueso duro de roer. Aún podía recordar la noche de su primera transformación, su mentira para convencer a Lucius de que en el circo encontrarían una buena oportunidad para hacerse con unas cuantas monedas; aquello no había resultado como había esperado...

La voz de su acompañante, ese tono risueño y suave, disolvió sus pensamientos. Era extraño que se viera absorto por su pasado, cuando se ponía así solo podía pensar en todo el sacrificio que Lucius había hecho para que no los separaran cuando terminaron en el Orfanato. La sonrisa de Julius aumentó. La voz de su gemelo resonaba en su mente. ¡Lucius era un hermano tremendo! No le había dado tiempo de añorar una familia. Julius quería a su hermano, así de simple, pondría su vida por encima la de él sin dudar. - ¿Tiene suerte, sabe? Siempre tan casual, como si el mundo se moviera a su favor, no en contra, la voz del cambiaformas dejaba en claro que la estaba reprimiendo. - Tomar ese atajo pudo haberle costado la vida. ¿Por qué la prisa? De haberle pasado algo, no habría llegado a ningún lado. Hizo una pausa al notar su cansancio. ¿Debería sentirse culpable? Los rayos plata le dieron un aire misterioso a su aura en cuanto dejaron el bosque. - Tiene que prometerme que la próxima vez que permita que sus pinturas la induzcan en un sueño o, lo que sea que le haga para no notar que ha caído la noche, tomará medidas para cuidar de su seguridad. La mirada de Julius vagó por la mansión una vez llegaron. No le sorprendía su tamaño. Cualquier construcción duplicaba o triplicaba el pequeño cuarto que compartía con su hermano. El dinero que ganaban en la taberna no les permitía tantos lujos, a Julius no le importaba siempre y cuando su estómago se viera recompensado. La miró con seriedad ante la pequeña risa que había soltado, una seriedad que no llegaba a sus orbes que bailaban llenos de diversión. - ¿Ha escuchado gruñir a mi estómago, cierto? Le confieso que ha hecho la única invitación que no puedo ignorar. Sí. Su estómago estaba ahora emocionado. – Espero que no moleste mi presencia a quien quiera que viva con usted. Dicen que no soy el mejor compañero de habitación. Confesó. Y era verdad. Lucius siempre se quejaba, aunque ¿de qué no explotaba su hermano?



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Mensaje por Doreen Jussieu Dom Sep 25, 2011 9:31 am

El silencio suele ser un estado bastante incomodo cuando estas acompañado de alguien, si le sumamos el hecho de apenas conocerlo y no saber cuales eran sus reacciones solía ser bastante abrumador el momento.Conforme el tiempo iba pasando sus pasos iban disminuyendo la velocidad. La joven comenzaba a sentir comodidad, incluso un aire de seguridad extraña debido a su falta de conocimiento sobre él. Poco a poco fue acercando su cuerpo para poder ir a la par. La tranquilidad apoderaos su cuerpo, lo cierto era que los regaños en vez de hacerle sentir pesar hicieron que de su rostro se arrancara una sonrisa tímida pero lo bastante amplia para ser percibida. No quería hacerlo sentir mal por su sonrisa en el momento en que se estaba preocupando por ella sin embargo aquella manera de hablarle le recordó las tardes en que su hermano la reprendía al notar que escapaba de casa para poder pasar tiempo a solas en el lago, sin aquellos padres que le obligaran a fregar pisos, limpiar ventanas, cocinar la comida o incluso controlar su respiración día con día. - Gracias por la preocupación - De manera natural como si de viejos amigos se tratarán tomó su mano con delicadeza para darle un delicado apretón en una de sus manos. Una señal de bienvenida a su vida, a un acercamiento en el que tal vez podría salir una buena convivencia y a la larga una amistad ¿Por qué no?

Se detuvieron en la entrada de la casa. Lo cierto era que daba gracias a Dios por tener un techo donde vivir, había decidido no llevarlo a la mansión de Darcy para poder tener un espacio cómodo en el cual ambos pudieran hablar con naturalidad. Sus ojos verdes no se despegaron de su rostro al notar como miraba la bonita casa. La dueña de esta era una señora de tal vez unos 50 años que vivía sola. Uno de sus hijos la frecuentaba para ayudarla con los trabajos pesados de la casa, el encontrarse a la joven en la calle y acogerla en su hogar había sido algo bueno para ambas. Por un lado aquella señora necesitaba compañía, había tomado a la joven como una hija más dándole las comodidades adecuadas. Por otro lado, la rubia había encontrado n verdadero hogar, donde no se le obligaba a ser alguien para ser vendida al mejor postor, simplemente era ella. Su nueva madre se tomaba el tiempo necesario para escucharla leer un libro en voz alta para ambas, disfrutaba de las comidas que le hacía la joven e incluso la señora misma cocinaba para ambas, aludía las pinturas que esta hacía e incluso hacía vestidos para la jovencita. Toda su vida había cambiado para bien. El pecho de Doreen se infló lleno de felicidad al recordar esos sucesos y viéndolo apenada lo invitó a pasar. La casa estaba solitaria aquella tarde la señora se reunía con unas viejas amigas en el centro de la ciudad para hablar de sus vidas de adultas. - Entonces he de ser una encantadora bruja que quiere compensar el rescate de su héroe personal - La chica bromeo mientras guiaba a su nuevo invitado por un pasillo de la casa hasta llegar a la cocina.

No era una cocina muy lujosa, apenas tenía gavetas suficientes para guardar las cosas que se compraban para preparar comida en el transcurso de la semana. sin embargo una pequeña mesa del lado izquierdo de esta sobresalía con un jarrón lleno de flores blancas en medio - Puede tomar asiendo ahí en lo que yo le preparó algo - Indicó con voz ligeramente autoritaria, no por querer dominarlo, simplemente quería que estuviera cómodo en el tiempo que tardaba en preparar los alimentos. La chica comenzó a dar giros por la cocina como si de una bailarina profesional dentro del teatro al dar una presentación se tratase. Pues sus movimientos eran precisos, a la vez delicados y con cierto toque sensual que podía encantar al espectador que estuviera presente. Ollas, especias, carne, pasta, frutas, verduras. Todo estaba ya colocado en la mesa de preparación. Lavó sus manos delicadamente y comenzó a elaborar un puré de tomate, a preparar la carne. Un platillo con una buena ensalada, un trozo de carne, pasta y claro sin olvidar una sopa de entrada sería la que se serviría a la mesa de aquel hombre. Sirvió un poco de limonada fresca para llevarle antes de servir la comida y lo miro unos momentos - Prometo cuidarme, no pasaré por el bosque a esas horas - Se encogió de hombros por fin había roto otros de los silencios que los acompañaban en la noche. - ¿Usted conoce los peligros de la noche? - Lo cierto era que pocos eran los seres humanos a su alrededor que sabían que ella estaba enterada de las criaturas nocturnas - ¿Qué hacía a esas horas por ahí? También es peligroso para usted - Reprimió sin poder evitar soltar una risita traviesa al tiempo que movía lo que estaba en la lumbre. Los deliciosos olores comenzaron a salir inundando la cocina, dejando en claro las buenas habilidades que tenía en ese campo.


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