Nuevo Amanecer [Týr Sèitheach]

Correr, correr como si una jauría de perros salvajes me persiguieran, me rodearan y yo no tuviera más escapatoria que correr, correr como un niño hasta que los pulmones digan basta, hasta que las piernas dejen de sentirse pegadas a mi cuerpo, correr así, con una libertad aplastante, me gana, esta libertad me gana, correr sin sentido y hacia ningún lado, había pocas cosas que me gustaran tanto, o demasiadas. Salí de mi nueva casa en París y pedí ser llevado a las cercanías de la laguna, me bajé con el carruaje aún en movimiento, estaba por amanecer, mis sirvientes, creo, ya se han acostumbrado a esa clase de peticiones, más les vale, para eso le pago. Tân, mi fiel amigo, mi extraño perro color granate se quedó en casa, no es tan madrugador como yo, aunque hay días en los que simplemente no duermo, dicen que eso me conducirá a la locura. ¿Qué?, ah, sí, corro entre los árboles, algunas ramas de hecho me lastiman pero la euforia de correr de este modo impide que sienta el ardor de las heridas que más tarde resentiré.

Conforme huelo el aroma de agua estancada y flores en el litoral sé que me acerco, me quito el saco facilmente, queda tirado en medio de árboles y arbustos, no importa, es sólo un saco sin importancia, tal vez algún vago saque mejor provecho de él, y comienzo a desabotonar la camisa, en mi mente la imagen es deliciosa, desnudo al amanecer brincando a la laguna, cayendo con mis extremidades pegadas a mi cuerpo para sacar la mayor cantidad de agua posible, gritar una tontería en medio de mi vuelo, ya lo estoy saboreando. La camisa está desabotonada, la llevo en la mano y la adrenalina me golpea la cabeza como martillo que deja inconsciente.

-¡Yay! -empiezo con mis gritos rituales que poco tienen que ver con mi galés nativo, lo que grito son más bien incoherencia. ¡yay!, ¡viva!, ¡al diablo todo!. estoy a pocos metros de la laguna y estoy por sacarme los zapatos y el pantalón cuando noto que tengo público. Me freno de pronto y casi caigo de cara al fango de la orilla del lago, levanto la camisa que cayó unos centímetros más atrás y la llevo contra mi pecho como si fuera yo una pudorosa señorita.

-¡Lo siento! -dije, aunque no lo sentía, pero eso es lo que hace la gente educada en situaciones como esta, sonreí con esa expresión que, tantos me han dicho, da algo de miedo, sonrisa amplia sin mostrar los dientes y mis ojos verdes bien abiertos-, no quería tener concurrencia -le dije a la dama sentada en un tronco, comiendo una manzana, de pronto la manzana llama más mi atención, y se me antoja una... una manzana, verde, quiero una manzana verde, mi mente va y viene y regresa a la mujer que me observa, sé que parezco un loco, muy probablemente lo estoy.

Me quedé mirándola, pero estoy seguro que mis ojos lucían perdidos, estaba pensando, pensando, haciendo conjeturas una más descabellada que la otra, mi sonrisa seguía ahí, la podía sentir y me pregunté mentalmente qué hacía una mujer sola en un sitio como éste a estas horas de la mañana. "El agua está fría", me dijo pero ¡eso yo ya lo sabía!, si vienes de Gales estás acostumbrado a lagos de aguas heladas y aún así solía nadar desnudo incluso en invierno.

-No -le dije cuando me incitó meterme al lago, el momento estaba arruinado, buuuuu-, me iba meter desnudo, ¿sabes? -le dije al tiempo que me podía la camisa, a decir verdad, la mañana sí estaba muy fresca y bbbbrrrrr, hacía algo de frío-, ¿quieres que me meta desnudo? -le pregunté, normalmente las mujeres salen corriendo cuando ando por ahí corriendo como Dios me trajo al mundo, me acerqué a ella y cuando menos lo noté la manzana se había ido. ¡Se había ido!, corrí hasta ella , me senté enfrente y acerqué mi rostro mucho, demasiado hasta que casi nuestra narices se rozaran.

-¿Por qué hiciste eso? -obviamente ella no tenía idea de lo que yo estaba hablando, a menudo eso me pasaba-, yo quería manzana -me alejé unos centímetros pero no me moví del tronco, montado como un pequeño caballo cilíndrico e hice un puchero.

-¡Ya sé! -una brillante idea, como las que suelo tener vino a mi-, pidamos manzanas, muchas, de todos los colores, mis sirvientes las traerán -le dije haciendo ademanes con las manos como si acabara yo de ganar el trofeo de algo -¡será como un pic nic! -todo tenía mucho sentido en mi cabeza, aunque estaba hablando yo y ella no decía nada, a lo mejor a ella no le sonaba tan coherente, qué mal-. ¿No? -pregunté para ver si me seguía. No sabía su nombre, ni nada en realidad pero ella estaba ahí, y yo también, todo era perfecto.

La miré con ambas cejas levantadas cuando ella me dijo que también le gustaba bañarse desnuda, ¡esta chica me caía bien!, me quedé estudiándola con una cara parecida a la que hace mi perro Tân cuando escucha sonidos agudos, incluso inclinaba la cabeza de ese modo, debo de dejar de juntarme con ese animal, él me influye más a mi de lo que yo a él.

-No importa -le dije, ya no me interesaba meterme al agua, pierdo el interés rápido en las cosas cuando algo más poderoso llama mi atención, en este caso la chica, las manzanas y el pic nic. Fruncí el seño cuando me dijo que hace mucho que no probaba una manzana, ¡wow!, cómo alguien podía vivir así... me gustaba la fruta, toda, su sabor dulce, sus dosis de azúcar gratis que me dan energía, aunque no la necesito... ahora me explico por qué mi madre me restringe el consumo de fruta venida del nuevo mundo, supongo que me pongo más hiperactivo de lo usual, ah, sí, pero la chica... -mis sirvientes siempre están atentos a lo que deseo -alcé el cuello como suricata en el Serengueti y miré a un lado y luego al otro en su búsqueda, se me había olvidado que me había bajado del carruaje cuando todavía estaba en movimiento, seguramente me estaban buscando.

La miré sacar aquel pan solitario, miré el la hogaza en su mano, envuelta, lucía pequeña, en una mano pequeña también, luego alcé la mirada para encontrarme con sus ojos, sonreí.

-Bien, ¡gracias! -agradecí el gesto -¿podemos acompañarlo con miel? -y al decir "miel" se me antojó probar miel de abeja fresca -y sí, un pic nic, ¡aquí mismo! -la idea me sonaba encantadora, me puse de pie como impulsado por resortes y comencé a dar vueltas-, estos inútiles -me refería a mis sirvientes -¿dónde se metieron? -¿qué no recordaban las órdenes de mi madre?, le había dicho claramente que no despegaran ojo de mi, está bien, tengo casi 30 años pero creo que sabe que me meto fácilmente en problemas y hago cosas impulsivas como robarle cosas a un vampiro, me tuve que aguantar la risa al recordar aquella noche en la que me metí a casa de ese vampiro arrogante por la simple emoción de hacerlo.

-Soy Týr -me detuve en un punto aleatorio y me giré en dirección a la chica, no me había presentado, hasta ahora me daba cuenta, estiré la mano pero estábamos muy lejos como para alcanzarnos, así que con mano estirada caminé hasta ella.

¡Atenea!, qué bonito nombre, ambos teníamos nombres de dioses, nunca había conocido a nadie que compartiera eso conmigo, me agradaba, esta chica me agradaba aunque por su expresión parecía que le costaba trabajo seguirme, todo mundo tenía dificultad con eso, no entiendo por qué, en mi mente todo tiene mucho sentido. Como sea... miel, había dicho que sabía de un panal cercano.

-A mi no me dan miedo -le dije, me refería a las abejas, seguí dando vueltas buscando a esa panda de inútiles que se suponía estaban a mi servicio, cómo era posible que me perdieran de vista, y no era la primera vez que sucedía, tal vez el del problema era yo... nah, ellos eran los del problema-, Nope, al parecer no están por ningún lado cerca -puse mi mano en mi frente con la palma hacia el suelo, como su pudiera divisarlos de ese modo.

-Yo quiero tener un pic nic -puse cara de niño encaprichado, porque eso era lo que en realidad soy, pero tenía que darle la razón a Atenea, suspiré, esos idiotas no daban señal de vida y un pan para los dos no era suficiente-, la verdad no tengo hambre, desayuné antes de salir -puse cara de inocente y con un dedo en los labios, como si estuviera pensando cuestiones trascendentales para la humanidad, la culpa la tenía su manzana, de la que de pronto tuve antojo pero ahora que lo analizaba, ya no importaba tanto.

-Pero prométeme que tendremos un pic nic, pronto... ¡aquí mismo! -exigí -tal vez traiga a Tân la próxima vez -ah, extrañaba a ese perro bobo, pero no era tan madrugador como yo, le sonreí con esa expresión que nunca me abandonaba-, Atenea, es un bonito nombre -caí en cuenta que no se lo había hecho notar aunque había sido lo primero que había pensado-, como la diosa de la sabiduría, ¿sabes?, mi nombre es como el del dios de la guerra escandinavo... ¿hablo demasiado, verdad? -paré de pronto al notar que estaba diciendo todo aquello y ella sólo me veía.

Off: don't worry, también el mío quedó corto, lo siento :b

Sí, eso sonaba bien, posponer el día de campo no me mataría, incluso podríamos organizarlo mejor aunque eso de planear las cosas no era mi fuerte, miré a Atenea unos segundos parpadeando tratando de recordar qué me había preguntado... ¡ah!, sí, Tân.

-Tân es mi perro -le dije orgulloso-, es medio tonto, pero nadie espera gran brillantez de un perro, ¿verdad? -me encogí de hombros-, es de este tamaño y es rojo -hice un ademán con la mano para indicarle la altura de mi perro, más o menos me llegaba a la cintura, lo cuál era bastante imponente para tratarse de un cánido, y sí, era rojo, un color extraño, rojo como recordaba se veía Marruecos; mi historia con ese animal es curiosa, lo tengo desde cachorro y fue amor a primera vista mientras yo recorría zonas inhóspitas del Tíbet, sus padres habían sido criados por monjes, y ese hubiese sido su destino de no haber sentido tanto entusiasmo por mi, los monjes dijeron que el perro ya había elegido su camino, curiosos esos monjes de cabeza rapada. Estaba pensando en todo aquello cuando ella me atacó con todas esas preguntas, la miré y parpadeé un par de veces decidiendo qué responder primero, decidí irme en orden.

-Vengo de Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch, en Gales -tuve que tomar aire después de eso-, comercio con arte, eso ha hecho mi familia por generaciones, ahora mismo me he instalado en el centro de París y tengo amigos, sí, pero no en Francia -hice un puchero una vez más, había viajado mucho antes de finalmente llegar a esta ciudad y había dejado regados amigos en todos lados, pero lamentablemente no tenía muchos aquí.

Una gitana, nunca había conocido una, y eso me emocionaba, por fin me topaba con alguien de esa gente, me caían bien porque tendían a tener sus propias reglas y salirse de lo que la sociedad dictaba. Reí un poco al verla girar como lo estaba haciendo, se veía divertido.

-Eso suena genial -que haya recorrido todo Europa y que me invitara al circo-, tal vez algún día podamos viajar juntos, yo me aburro con facilidad de los lugares y me muevo constantemente -le sonreí -y me encantaría ir al circo, una vez fui a uno... pero en China, supongo que debe ser diferente -recuerdo que en aquellas lejanas tierras es considerado todo un arte y hay escuelas y todo, quiero conocer un circo gitano, no desperdiciaré esta invitación.

-Entonces -di un bote como si de pronto despertara de un letargo-, tenemos un trato, un pic nic y una visita al circo -sonreí -pero... dime... ¿tú de dónde eres? -pregunté finalmente.

Quería un perro, y yo tenía un perro, no se lo iba a regalar, es probable que sin Tân a mi lado una parte de mi muera, o algo así, ese perro no es sólo mi mascota, compañero y confidente (es genial decirle obscuros secretos a un ser que no te va a juzgar) también es mi amigo.

-Cuando quieras puedes conocerlo -le propuse -y no, no, no, no... -dije "no" tantas veces que perdió el significado-, no te preocupes, déjalo en que vengo de Gales -sabía lo complicado que era pronunciar el nombre de mi lugar natal, una villa muy al norte. Escuché lo que me decía, teníamos más en común de lo que yo podía decir en voz alta, desde niño se me había prohibido decir que éramos brujos, y aunque no solía ser alguien que siguiera las reglas, por alguna razón esa la había seguido al pie de la letra desde siempre, también hubiera querido decirle que me leyera el futuro con alguno de los métodos que ella conocía pero no lo hice, porque tampoco podía, porque vería lo que soy; no era un pecado ser brujo, bueno, sí lo era, la iglesia lo veía así, pero me refiero que siendo ella lo que era no lo iba a considerar así, el problema radicaba que los poderes de mi familia venían de sitios más obscuros, y no era bueno andar pregonando eso por la calle. Mi padre solía decirme que yo poseía mucho poder, cosa que no he descubierto aún, nunca he tenido la necesidad de usarlo, y cuando uso mi magia la uso para divertirme.

Pensando en eso sus manos sobre las mías me tomaron por sorpresa y comencé a girar con ella, riendo como un niño, riendo hasta que el estómago comenzara a dolerme y la quijada pareciera que iba a quedarse trabada ahí perpetuamente.

-¡Vamos! -le dije aceptando la invitación, ya habíamos parado y mi risa ahora quedaba sólo como una sonrisa sobre mi rostro-, nunca había conocido a uno -pero siempre hay una primera vez, qué emoción, qué alegría conocer a Atenea, mi primera gitana. La miré alejarse hasta el tronco que antes nos había servido de asiento, escuché con atención y lo que me decía sonaba terrible. A lo largo de mi vida la gente me había aceptado por ser el hijo de quien era, pero sabía que por como soy no mucha gente de la alta sociedad me tenía en buen concepto, ¡ja!, cómo si yo diera un carajo, pero podía identificarme con lo que ella decía.

-¿Sabes? -me acerqué y con mi índice toqué la punta de su nariz jugando-, la gente es muy estúpida, les encanta juzgar a alguien sin conocerlo en realidad, sin tomarse la molestia, pero por eso mismo es obvio que no valen la pena -sonreí, esos eran mis momentos profundos y reflexivos, no quería que se pusiera triste pensando en eso. De pronto se alejó y al verla acercarse al lago una vez más comencé de inmediato a subir los bordes de mi pantalón, quitarme los zapatos y correr hacía ella. "El agua está más cálida" dijo y yo pasé a su lado corriendo, un breve sprint hasta que el agua me llegó a las rodillas.

Ella daba saltitos inofensivos mientras mi intención, claro, era otra. Solté una patada en el aire, levantando una cantidad considerable de agua y mojando a Atenea de paso.

Y de pronto estábamos ahí jugando a mojarnos mientras el sol a penas comenzaba a calentar el agua. Pocas personas a lo largo de mi vida habían durado tanto a mi lado sin conocerme, suelo cansarlos rápido, aturdirlos, no me siguen, sé que es difícil, mi cabeza siempre está maquilando cosas, sus engranes siempre se mueven, es la máquina de movimiento perpetuo que los ingenieros no han podido hacer.

No me importaba quedar empapado, tal vez después podríamos ir a mi casa a tomar una bebida caliente frente a la chimenea, aunque Atenea no parece alguien que vaya a gozar de los lujos a los que tengo acceso, tal vez incluso le incomode y no quiero eso. Pensando en los diversos escenarios mi compañera de juegos de pronto desaparece de mi vista y cuando la busco, resulta que está tirada en el agua, no puedo evitar soltar una carcajada. Quería ir en su ayuda pero la verdad no podía, estaba muy ocupado riendo, doblado de la risa a decir verdad. Sin embargo ella lo usó en su beneficio y se echó a nadar, la observé alejarse y luego me retó.

¡Me había retado!, así como estaba, con el pantalón arriba y con la camisa blanca me eché a nadar también hasta alcanzarla, pero unos cuantos metros antes de estar a su lado y con suficiente profundidad desaparecí de su vista en el agua, me deslicé por debajo de la superficie y pude ver claramente sus piernas moverse para mantenerse a flote, sonreí de lado y apresuré mi nado, estiré una mano y alcancé su tobillo, lo jalé con fuerza, la suficiente para llevarla debajo del agua, pero no tanta como para lastimarla, y a su vez yo salí a la superficie a tomar aire.

-Ahora sí -dije campante -mojada de pies a cabeza -esperé a que saliera airosa nuevamente a la superficie conmigo.

Pude sentir como una sonrisa se dibujaba en mi rostro cuando la vi salir a flote, pero ésta se hizo inmensa cuando dijo mi nombre, y dijo que le caía bien, no muchas personas decían "me caes bien" precedido de mi nombre, normalmente era "Týr, deja de hacer el ridículo", "Týr, estás loco", Týr, cállate por todos los cielos" y cosas por el estilo.

Giraba mi cabeza para poder seguirla mientras me rodeaba y me hacía todas esas preguntas.

-Bueno, a decir verdad no lo pensé -tuve que admitir, hago las cosas sin pensar y en el pasado ya había sido víctima o había hecho a otros víctimas de mis actos impulsivos -¡pero claro que te hubiera salvado! -de eso no había duda, que ni siquiera lo pusiera en tela de juicio, no iba a arriesgar a la primera persona que me decía "Týr, me caes bien" y que a pesar de mi constante falta de atención se había mantenido a mi lado, jugando porque eso es lo que yo hago, jugar.

-Sí se nadar, piscina sí, río no y mar mucho menos, el mar en el sitio de donde vengo no es... muy amigable que digamos -respondí a todas sus preguntas en una sola emisión y lo último me hizo recordar los acantilados en Gales y el más siempre enojado, no, ni yo con mi falta de cordura me atrevería a nadar ahí-, ¿y tú?, ¿dónde aprendiste a nadar? -poco a poco me fui dirigiendo a la parte más profunda, pero no hacía falta levantar mucho la voz, éramos los únicos ahí y sólo se escuchaba a los pájaros cantar-, ¡ya sé! -otra de mis brillantes ideas -deberíamos ir un día a Niza, a nadar, ahí las playas son blancas y el mar muy azul y tranquilo -me le quedé viendo esperando que aceptara, así tendríamos dos tratos, ir al circo e ir a Niza a nadar.

Off: pero me gustó lo que pusiste :] y perdón por lo corto de mi respuesta.

Sí, no podía mentir, me estaba divirtiendo y mucho, que mis tontos sirvientes se hubiesen olvidado de mi aún me molestaba un poco a decir verdad, pero lograba superarlo gracias a la compañía de Atenea, sonreí sin razón, sin razón aparente quiero decir, sonreí ante mis pensamientos y ella seguro pensaba que estaba loco. No la culpaba, era la idea generalizada sobre mi y uno llega a acostumbrarse. Cuando se acercó me moví poco y la vi entrar y salir del agua, sólo estábamos ahí, flotando y charlando, qué más podía pedir, estaba acostumbrado a vivir bien y aún así eran estas cosas, los pequeños detalles, los que disfrutaba más, era por eso que siendo más joven decidí viajar, y viajé de forma austera, claro que cada vez que me metía en problemas tenía que mandar una carta a mis padres para que me sacaran del lío en el que me hubiera metido, pero aún así... dormí muchas veces a la intemperie y comí frutas que robaba, era la emoción de hacerlo más que la necesidad.

-¡Una fiesta en la playa! -di un salto, no llegué muy lejos porque el agua no me lo permitía, parecía más un pez tonto que no logra saltar mucho -suena divertido -me acerqué nadando a ella y asentí cuando aceptó ir a Niza, ¿cuándo?, no tengo idea, lo emocionante era tenerlo en la agenda, la tomé de ambas manos bajo el agua -podemos hacer una fiesta en Niza, a la orilla del mar -propuse y luego torcí las cejas pensativo -aunque ¿a quién podríamos invitar?, yo no tengo muchos amigos -pausé -no importa, con los dos basta -una fiesta de dos, qué más daba.

Retrocedí nadando soltándola.

-No te ibas a librar de mi tan fácil -reí, era una broma -y claro, cuando quieras puedes conocer a Tân, si quieres más tarde vamos -señalé en la dirección que según yo y mis cálculos estaba el centro de la ciudad-, y podemos hacer el pic nic en el jardín, ¡con manzanas de todos los colores! -me acordé, de la nada, lo que nos condujo a donde estábamos, sí, suelo a veces traer temas olvidados a la conversación.

Off: lo leí, no te preocupes ^^

Bueno, al menos ella, como yo, no conocía mucha gente en la ciudad, era una suerte que nos hubiéramos encontrado, claro, de una forma extraña pero no se puede esperar otra cosa de mi. Me agradaba pensar que al menos ya tenía alguien con quien pasar el tiempo aquí, parecía que le costaba trabajo seguirme (no es raro, nadie lo hace) pero su mérito era que lo intentaba, y se divertía al hacerlo, y sentía que podíamos entendernos, ambos habíamos sufrido rechazo o algo por el estilo, ¿un niño rico como yo qué clase de rechazo puede recibir?, en teoría ninguno, pero yo... todo, por no seguir las normas y por involucrarme con gente como Atenea, gitanos, trabajadores, ladrones incluso, pero esas eran las personas que menos me juzgaban. Sonreí y pronto esa sonrisa loca se hizo risa cuando la escuché hablar. Menos mal que no me desharía de ella, ojalá también me tenga paciencia pues nunca he tenido un amigo humano duradero, el único ha sido Tân y el no califica como humano.

-¡Sí tengo un jardín! -mis manos hicieron ademanes tan efusivos que levanté mucha agua-, quizá me puedas ayudar a cuidarlo -sonaba bien-. ¿Tân?, ese perro es mi cordura, es el cuerdo de los dos, así que a ver si no te aburre -le guiñé un ojo, a decir verdad era un animal bastante tranquilo, no sé cómo nos llevábamos bien, era un gran misterio.

Me alejé nadando, pero no demasiado cuando ella siguió hablando, cuando enumeró todo lo que ya teníamos por hacer, ¡wow!, si que me encantaba hacer planes con desconocidos, aunque sentía que ella ya no lo era más, con las pocas horas que ya llevábamos juntos sentía que ya la conocía.

-Qué bueno que lleves un orden -dije dándole la espalda-, como supondrás -me giré para verla -eso de organizar no es mi fuerte -ni en los planes ni en nada, a veces incluso a la hora de moverme y por eso siempre me caía o me perdía; me detuve en el punto que estaba, mirándola y de pronto una pregunta surgió de quién sabe dónde.

-Con lo bonita e inteligente que eres, ¿tienes novio? -no, no, no, no lo estaba preguntando para mí, era una duda real, me negaba a creer que fuera soltera, además estoy consciente de lo arrolladoramente guapo que soy... está bien, exageré, pero sé que no soy el más feo de los sujetos y suelo despertar los celos de los novios de las mujeres a las que me acerco. Si tiene novio, qué va a creer de mi que llegué a este punto semidesnudo.