¿Puede existir una sombra sin luz? [Libre?]

por **Claire Quartermane** Miér Jun 09, 2010 10:29 pm

Tap, tap… tap, tap… tap, tap. El único ruido que se escuchaba era el que hacían sus zapatos mientras caminaba. Volvía de un trabajo a domicilio, las monedas apenas sonaban en el saquito entre sus pechos. Se detuvo, sentía como si alguien respirara agitadamente en algún lugar cerca de ella, se giró pero nada, seguía siendo un solitario anochecer… tap, tap… tap, tap… unos pasos más y el aliento le rozaba el cuello.

-¿Quién anda ahí? – Gritó escuchando su eco como respuesta.
Los árboles se movían casi riéndose de ella, el paisaje se teñía de naranja y eso le dificultaba un poco la vista. Siguió moviéndose con elegancia y contorneando sus caderas naturalmente, como lo hacía desde que comenzó a vender su cuerpo, al principio para sobrevivir, ahora por gusto.

-¡Identifíquese! – Dijo con la voz temblando, no tenía frío, pero aún así tiritaba. Se abrazó a si misma mientras aceleraba el paso, hasta que sintió que una piedra caía detrás de ella. No temas Claire, tú no eres una cobarde, date la vuelta, date la vuelta. Necesitaba darse ánimos para hacerlo. Siguió caminado, aceleraba el paso, pero el caer de las piedrecillas se hacía cada vez más constantes, como si alguien quisiera llamar su atención. Seguro era alguien intentando molestarla, no sería el primero. Las cortesanas, como le decían de forma elegante a las putas, solían ser el foco de la atención de gente aburrida y con ganas de reirse de alguien.

Miró de reojo, ni sombras ni movimientos, estiró la mano, sólo aire. Un escalofrío la recorrió salido de la nada, el día había estado cálido, pero las noches siempre se ponían más heladas. El viento hizo que su pañuelo rojo volara, ahora no tenía opción, respiró profundo un par de veces, era eso o perder algo que le había costado una semana de cantos y otras cosas, encontrar seda fina en París no era algo de bajo costo. Se giró, tuvo que mirar al frente, abrió los ojos unos segundos, pero intentó mantener el semblante tranquilo, su mandíbula se desencajó y se quedó observando la figura frente a ella boquiabierta…

por **Nigel Quartermane** Vie Jun 11, 2010 1:21 am

Si la pequeña Claire creía que iba a deshacerse de Nigel como si se tratase de tirar un trapo viejo a la basura, vaya que estaba muy equivocada. Cuando a el se le metía algo en la cabeza, era difícil desistir de ello, se aferraba y mientras mas difícil se le pusiera el asunto en cuestión, mas le fascinaba, le excitaba el hecho de tener un reto por cumplir, esa adrenalina correr por su cuerpo durante el proceso de realización. Aunque tampoco se podría decir que la situación con Claire lo tenia de muy buen humor, al inicio de todo lo había tomado a modo de broma, como una sátira de su parte, una especie de jugarreta de parte de su cortesana favorita, una mas de sus tantas concubinas, pero no por ello una del montón. Nigel había desarrollado una especie de fascinación por Claire, al inicio había sido tan solo una prostituta mas a la que le pagaba unas cuantas libras por un rato de placer, ahora se trataba de su concubina favorita, de la única que le hacia sentir cosas inimaginables, de la única que sabia complacerlo realmente.

La había seguido esa noche, había ordenado a su chofer que lo llevara en el carruaje y lo dejara cerca para luego seguir a pie, ni el frío exasperante de esa noche impediría su esperado encuentro. Escucho el sonido de los inconfundibles tacones resonar en el interior de una oscura calle que se iluminaba tan solo por una luz lejana y mortecina dándole un aspecto tétrico.

- ¿Tan pronto te has olvidado de mi hermosa Claire? - Hablo finalmente dejando las sombras y permitiendo que la luz le iluminara la mitad del rostro dejando al descubierto la sonrisa que acababa de surcar el rostro de Nigel. El silencio se hizo presente por algunos instantes los cuales aprovecho para acercarse a ella de manera sigilosa, se coloco detrás de ella y con una mano alzo un mechón del cabello de la joven para luego alzarlo hasta su nariz y olfatearlo de manera delicada. - Mmmhhh...adoro como hueles... - Su sonrisa pareció ampliarse aun mas fijando la vista en los ojos claros de la joven concubina.

por Invitado Vie Jun 11, 2010 5:01 am

{Toc toc, ¿se puede? De lo contrario borro post}

El sol se escondía de forma acobardada tras las montañas que engullían el horizonte. Esos hermosos pero letales rayos cálidos se perdían en una noche que prometía ser fría y tenebrosa como pocas. ¿Por qué? Por que una elegante lune llena colgaba en lo alto del cielo, atrapada con mil diminutos alfileres transparentes. Y, evidentemente, con la llegada de la noche llegaban los reyes de la misma, los señores de la noche, los dueños de la oscuriadad; los vampiros. Él se encontraba clavando sus zapatos en las duras losas del suelo de una dormida París que parecia haber multiplicado por cero toda su actividad nocturna. Sus andares no generaban ruido alguno dado que parecía como si flotara en el aire, suspendido por majestuosas aves invisibles. Su mirada pareció salir de su ensoñación en cuanto oyó el taconeo agitado de una mujer, pareciéndose a los tambores de un mal pronosticado y tardío apocalipsis.

Parpadeó sin recrearse en ello y avanzó por los callejones desnudos de París, en busca de lo que estuviera ocurriendo no muy lejos de su posición. La primera calle a la derecha, la segunda a la izquierda. Se detuvo de golpe al entrar en la calle mayor, luego una oleada de dulce aroma humano acudió a sus fosas nasales sin permiso alguno. Se dejó embriagar por esa calidez atormentadora. Sus párpados cayeron lentamente hasta formar una mirada felina que muy pocos serían dignos de, o bien no temerla, o bien perderse en la misma cual oso con la miel. Sus pisadas volvieron a silenciarse a medida que se acercaba a la mujer que podía ver a lo lejos, pero no era una solitaria esencia envenenadamente humana lo que había detectado, sino dos. ¿Dónde se hallaría el otro juguetón humano -independientemente de que se convirtiera, a posteriori, en su cena o no- esa noche?

Siguió acercándose y pudo observar la maniobra de acercamiento que efectuó aquél que, hasta entonces, había permanecido aparentemente devorado por una cautivadora y carcelera oscuridad. Los siguió mirando con unos hermosos pero macabros ojos negros que centelleban con destellos color rubí, color sangre, color pasión, color muerte. Un cuervo graznó tras posarse en un árbol a su derecha, anunciando la elegante aparición de un tercero en escena. - Buenas noches, mademoiselle, monsieur. - Siseó frío como el hielo pero atrapante como el aroma de la pasión. Pudo reconocer al instante a la cortesana, mas al otro indivíduo no creyó conocerlo. Iba vestido con ropas caras pero sencillas; una camisa de color luna, ancha de manera que se hinchara de aire a cada ráfaga, unas mayas negras ceñidas a unos marmóreos muslos y unos botines altos de color oscuridad. En su ancho cuello varonil un pañuelo rojo como la sangre se enredaba cual serpiente, cayendo por el cuello de la camisa imitando las vestimentas de los nobles de alta cuna. Siguió mirando a los dos humanos.

Bellos y deliciosos, o simplemente deliciosos.

por **Claire Quartermane** Vie Jun 11, 2010 1:04 pm

Cerró la boca y resopló enojada caminando hacia su pañuelo, lo recogió y se enfrentó a Nigel. Estaba ya un poco cansada de su persecución. ¿Cómo podría hacerle entender que sólo eran cliente y cortesana? Está bien, en parte era su culpa por no haber parado el asunto a tiempo. Pero se divertía con él, recibía buen pago y él era bastante creativo al interior de su cama. Era uno de sus clientes frecuentes, pero últimamente se había obsesionado con ella y eso la estaba cansando.

-Nigel… tú…-dijo poniendo un dedo en su pecho apuntándolo- y yo – se apuntó a si misma- sólo dentro del burdel, ¿entiendes? Hace un tiempo había dejado de tratarlo de usted cuando estaban solos, su relación era cosa de años, se habían conocido apenas ella y su gemela habían llegado al nuevo local, el anterior era apenas un antro barato, no digno de ellas, en éste ganaban mucho más dinero y los clientes eran de mejor categoría. La primera noche que vio a Nigel algo en él la cautivó, ahora tras muchas semanas en lo mismo, la tenía un poco harta. Le quitó la mano cuando se acercó a su pelo y lo miró con una ceja levantada. –No me toques si no vas a pagar, tu conoces las condiciones de nuestro trato, dentro del burdel y todo con dinero de por medio – se alejó de él y se cruzó de brazos, apenas sintió una brisa cuando alguien pasó junto a ella.

Una sonrisa de formó en sus labios e inmediatamente comenzó a ordenar su pelo, llevó una mano a entre sus pechos y sacó el rubí que ahí estaba, casi protegido de todo. Miró el pañuelo en el cuello de Wyatt y suspiró, era el suyo, lo había reemplazado con el que ahora tenía en la mano. –Wy… Señor Romanov – dijo cambiando el tono de su voz y haciendo una reverencia. –Es una sorpresa verlo por acá – automáticamente sus mejillas se enrojecieron, anhelaba tocar esa fría piel, poner sus labios en ese pecho duro y pálido, aún más pálida que ella. Miró en lo que se había convertido su vuelta del trabajo, ellos juntos, ¿Quién lo pensaría? – Discúlpenme, ¿se conocen? – les preguntó observando un poco incómoda la situación.

por **Nigel Quartermane** Vie Jun 11, 2010 11:18 pm

Si, definitivamente la actitud que Claire estaba adoptado para con el no era ya tan divertido, lo rechazaba, lo condicionaba, dos cosas que el simplemente no toleraba. La primera vez que ella había dicho algo como aquello Nigel simplemente lo había tomado como una broma, a Claire parecía dársele muy bien eso del sentido del humor, de hecho esa era una de las cualidades que a Nigel mas le atraía de ella, sin mencionar claro sus los dotes eróticos que la joven mujer poseía, esos que definitivamente no tenían punto de comparación.

Esta vez fueron ambas cejas las que se alzaron en el rostro de Nigel, en el fondo aun queria creer que todo aquello se trataba solo de una mala, PESIMA broma, alguien como ella no tenia derecho a hablarle asi a alguien como el, dejando de lado la predileccion que el tenia con ella, era tan solo una prostituta, solo eso.

Estuvo a punto de hablar y no en una buena forma, pero entonces una tercera voz irrumpió quedando sus palabras atoradas en la garganta. Nigel giro el rostro con fastidio, quien fuera que osaba a interrumpir aquello era un imbecil. Finalmente visualizo al hombre que acababa de saludarlos de una manera gentil, cosa que por supuesto a Nigel ni le iba ni le venia. Una nota de hostilidad apareció en su rostro al darse cuenta que quien si lo conocía era ella.

- No, no tengo el... -"disgusto" pensó-....gusto. - Respondió a la pregunta de la joven concubina, su mirada no se apartaba del hombre aquel el cual tenia una presencia imponente, eso no se podía negar; pero Nigel rara vez dejaba intimidarse, de hecho no lograba recordar la ultima vez que lo había hecho.

- ¿Quien es este? - Cualquier síndrome de educación había quedado completamente de lado por la forma en que se había dirigido al caballero frente a ellos. - Ah claro, uno de tus clientes, por un segundo casi logro olvidar tu...profesión. - Camino en dirección al hombre y se poso al lado de ambos, poca era la distancia que los separaba unos de otros.

Off: Claro que se puede, bienvenido sea.

por Invitado Sáb Jun 12, 2010 4:56 am

Wyatt prosiguió erguido como todo hombre debe ir cuando los dos, finalmente, tras lo que podría parecer un rechazo en toda regla, se dignaron a perctarse de una gálida presencia que se mantuvo serio bajo la luz de la luna, despertando sus sentidos de cazador. Estaba sediento. Tal vez demasiado. A su derecha, el cuervo negro observaba con la misma impasividad esa característica escena entre los impulsivos humanos. Su pico permanecía cerrado del mismo modo que los varoniles labios de la inmortal presencia seguían sellados, prietos. En los ojos de ambos seres nocturnos se reflejaban los vivos colores de esos cálidos mortales mientras la melodiosa noche bailaba entre los tres cuerpos allí presentes bajo una luna llena que custodiaba sus almas condenadas.

La mujer empezó a actuar casi atropelladamente al percatarse que era él y no cualquier otro el que se había dignado a salir a su azaroso encuentro esa particular noche. La observó acomodarse el pelo de forma coqueta, intentando mostrar lo mejor de sí misma sin saber que el vampiro la veía como uno de los seres más hermosos que habían pisado la tierra aunque llevara una peluca o fuera calva. Sus ojos negros como una intrigante nada oscilaron entre los movimientos apurados de la mujer por saludar y la decepción visible en los ojos de un hombre demasiado orgulloso como para aceptar la derrota. Una derrota que lo llevó a cometer el primero de sus errores esa peculiar noche. Nunca, repito: nunca, oseis acusar a un vampiro de algo y ponérlo en vuestra contra, lleváis las de perder.

Pero esa noche, sorprendentemente, tenía un paciencia que muy pocos -Nigel entre ellos- osarían y podrían quebrar. Volvió su seriedad hacia la cortesana y recortó la distancia dando un simple paso elegante hacia ella, le tomó la mano y se inclinó para rozar con su labio inferior el desnudo dorso de la misma, expirando un gélido suspiro electrizante. - Siempre es un placer verla, Mademoiselle. - Parpadeó una sola vez aún con los labios sobre el dorso de esa mano perfumada. Ese parpadeo desató una imperceptible corriente de aire que erizó el bello de la mujer. Se erguió y observó al otro humano con altividad innata en él. - No creo que haya necesidad alguna de faltar al respeto, joven Quartermane. He oído hablar de vos, y os tenía por un caballero. ¿Erraron las voces de pueblo al etiquetaros como tal? - Siseó serio pero con un sentimiento de mofa que no pasaría desapercibido, o sí.

por **Claire Quartermane** Sáb Jun 12, 2010 9:05 pm

No podía respirar. Wyatt había llegado y se había robado el aire de todo el lugar o al menos eso le parecía a ella. Dio un suspiro profundo al sentir sus labios en el dorso de la mano y aquel aliento gélido que erizaba no sólo los vellos de la mano. Por un momento olvidó donde estaban, quienes eran y que Nigel estaba también ahí. Si no fuera por su interrupción habría sido capaz de tirarse a sus brazos sin dudarlo y besarlo como lo hacían cuando estaban solos. Contó hasta 10, esperaba que su paciencia durara lo suficiente, aunque lo veía difícil.

-Los presento entonces… – estaba emocionada por ver a su amor, pero debía disimular, así que sólo pudo dejar que su corazón latiera más rápido cuando lo observó moverse más cerca de ella. Levantó la barbilla al escuchar las palabras de Nigel, estaba un poco cansada de su actitud y no quería darle motivos a Wyatt para que le partiera el cuello ahí mismo. – No, no es… - se detuvo al oir a su vampiro intervenir, sólo él podía agregarle esas sensaciones a unas simples frases. Lo miró entre agradecida y orgullosa, ella podía defenderse sola, pero le encantaba sentir que él era su caballero de brillante armadura.

Carraspeó para llamar la atención, no quería ver peleas ni ningún tipo de enfrentamiento. –Tiene razón Señor Romanov, él es el Señor Nigel Quartermane… - quería presentarlos pero evitar referirse a la forma que se habían conocido, aunque era obvia para todos – y él es el Señor Wyatt Romanov, un viejo amigo – El juego de palabras era evidente, pero no para todos, ella no quería que fuera su amigo, quería algo más, pero de que era viejo, lo era. No pelees con él por favor, está obsesionado conmigo pero no es malo. Pensó mirando de reojo a Wyatt, manteniendo casi tatuada la sonrisa en el rostro. En su pecho, su corazón amenazaba con querer subir y salirse por su boca, ella se sentía parte de un triángulo, uno extraño y medio retorcido.

por **Nigel Quartermane** Miér Jun 16, 2010 2:44 am

Permaneció de pie viendo aquella inesperada y poco agradable escena que se llevaba a cabo frente a el. El hombre de increíble caballerosidad por el contrario, parecía no importarle la presencia de Nigel, aun cuando el rostro de este se había tornado por una pesada carga de fastidio y molestia. Relamió su labio inferior, manía que tenia cuando algo le disgustaba y ladeo la cabeza en un intento de comprender lo que allí se llevaba a cabo. Era obvio, Claire lo prefería por encima del hombre de apellido Romanov, pero lo que quizás mas lo llenaba de indignación era esa sonrisa que se había impregnado en los labios de la mujer en cuestión. Jamás le había visto sonreír de aquella manera a la joven cortesana. Lleno de una de las mas puras indignaciones alzo sus brazos y empezó a aplaudir de forma sonora mientras sus risas se mezclaban en el aire con el ruido de sus palmas al chocar, ignorando por completo tanto las palabras del hombre, como las de la mujer.

- ¡Ah! ¡Pero si había casi olvidado lo mucho que me gustan este tipo de escenas! - Exclamo con la boca empapada de sarcasmo, tanto que el mismo empezaba a sentir como podía ahogarse con el en cualquier instante. Aun así prosiguió en su farsa burlesca. - Pero por favor, continúen...no se detengan por mi. - Avanzo un par de pasos al frente quedando justo al lado de Claire, a apenas escasos centimetros que incluso podia llegar a su nariz ese aroma femenino que el mismo le habia hecho saber que tanto le gustaba.

- Dime algo Claire... - Hizo una pausa mientras se llevaba la mano izquierda a la barbilla en un intento de fingir análisis a la situación. - ¿De verdad una prostituta como tu puede aun soñar con ser la próxima Cenicienta? - Enarco una ceja con ironía ladeando una vez mas la cabeza. - Por favor Claire...las mujeres como tu siempre serán lo que son, no hay vuelta atrás, ¿eso lo sabes verdad?

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