Torvi Kolbeck | ID

Karl tenía diecinueve años la primera vez que vio a Elvilde, en una tarde de verano en los bosques noruegos. Por aquella época, había comenzado a dedicarse a la carpintería, un oficio por el cual había sentido predilección desde sus tiernos años. De niño ya sabía como tallar todo tipo de figuras de madera y, al llegar a la edad adulta, sabía que deseaba dedicarse por completo a montar su propio negocio de venta de muebles.

Aquella tarde de verano se había dedicado a cortar el grueso tronco de un árbol, y tras hacerlo caer, tomó asiento sobre la hierba, dedicándose completamente a descansar, permaneciendo tan inmóvil, que al cabo de unos minutos los pequeños pájaros cercanos se aventuraron a revolotear cerca suyo y aterrizar para picotear el suelo sin sentir temor de su presencia.

Allí fue cuando vio por primera vez a Elvilde, cerca del lago. Años después, cuando relataba la historia a su pequeña hija, aún podía rememorar el aroma del perfume de quien se convirtió en su mujer. Sus sentidos de cambiante se habían concentrado completamente en ella y simplemente lo supo, en el preciso momento en el que sus ojos se detuvieron en ella. En ese espacio del bosque, bajo la luz solar, en el instante en que ella volteó hacia él, supo que sería su esposa.

Dos años más tarde, Torvi llegó a este mundo, convirtiéndose en la primera hija de la pareja. Karl y Elvilde no pudieon sentise más felices con su llegada, la pequeña se convirtió no solo en la luz de los ojos de sus padres, si no de sus abuelos y de todos los demás miembros de la familia. Los Kolveck eran seres ancestrales, cambiantes felinos que habitaban Noruega desde hace siglos. La familia era numerosa y Karl fue el primero de su generación en traer un nuevo miembro a la misma.

Tuvieron que pasar nueve años antes de que Elvide abandonara este mundo para siempre. Las autoridades locales hablaron de una bala perdida, pero Torvi recuerda haber escuchado a su padre mientras se encontraba reunido con los hombres de la familia, tenía el rostro desencajado y un arma en su mano al mencionar la palabra cazadores. La pequeña no supo más al respecto, porque una mano adulta se acercó a ella y la alejó del salón adonde se efectuaba la reunión.

Dos años más tarde su padre resultó herido, la pequeña escuchó que hablaban de una bala de plata. Nunca estuvo más asustada que en aquellos días en los cuales pensó que su padre no sobreviviría. Entonces fue cuando conoció a Grethe. La enfermera llegaba a casa todos los días, se dedicaba a curar y cuidar a su padre, y también pasaba el tiempo con ella. A Torvi le gustaba Grethe, y parecía que a su padre también. Torvi podía notar algo especial en la mirada de ambos cuando estas se interconectaban.

Su padre sobrevivió y Grethe siguió visitándolos, pero llegó el día en el que se despidió de Torvi. Tenía que regresar a su país, se encontraba temporalmente en Noruega con una licencia de trabajo y además, debía de regresar a su hogar. Torvi ni siquiera sabía hasta ese momento que tenía uno lejos o que estaba casada. Las lágrimas descendieron por sus mejillas cuando la vio partir. Y su padre… su padre tenía el rostro sombrío y la mirada  apagada.
Los años transcurrieron hasta que llegó aquella correspondencia. Torvi recuerda haber visto a su padre en la sala, sosteniéndola en la mano con un brillo distinto en la mirada. El marido de Grethe había fallecido. -Nos vamos a París.-

Esas cuatro palabras cambiaron su vida. La situación entre los habitantes del pueblo en el que vivía con su padre y la frontera se encontraba tensa. Los suizos querían sus territorios y Karl tomó una decisión.

En París la vida era distinta, el trajín de los habitantes de la ciudad y la manera en la que esta se movía era diferente a todo aquello que le había sido conocido. Torvi se reencontró con Grethe en una tarde de otoño. Su padre se había vestido especialmente para la ocasión y la pequeña se sentía entusiasmada y ansiosa de volver a ver el rostro querido y familiar.

Grethe no llegó sola, venía acompañada de un chiquillo de alrededor de la misma edad de Torvi. Esa fue la primera vez que ella lo vio, tenía el cabello alborotado, cara de no querer estar allí y unos ojos fascinantes. Con los años sabría que él era tan interesante como desesperante, a veces se acercaban y a veces no se soportaban. Pero ese fue el rumbo que tomó su vida después de que su padre se casó con Grethe.

Torvi creció y terminó de convertirse en una joven adulta, asistió a la escuela de artes culinarias y abrió su propio restaurante. Allí trabaja como chef, dedicada a la cocina, afanada en preparar los mejores platillos, y si te tomas tu tiempo, a la mejor puedes darte una vuelta por allí y probar algo delicioso y diferente.




- Visión compartida y visión remota
- Telepatía y comunicación con los animales
- Mimetismo