Peligrosa Obsesión {Catherina}

por Invitado Vie Jun 25, 2010 4:51 pm

El silencio del crepúsculo me llena por completo, deleitándome con ráfagas de viento leves, que se colaban por los ventanales de mi casa. La chica, Tania, una cortesana que pensaba que yo era algo más que un cliente, estaba debajo de mí, estremeciéndose al sentir el roce brusco de su sexo y mi erección. Sería EL orgasmo de su vida. El mejor, y el último, claro.
Luego de unos minutos, nuestros cuerpos se separaron, y le acaricié la mejilla, mientras le susurraba palabras al oído. Suerte que ella no sabía lo que decía. ''Lamento tener que asesinarte, pequeña cortesana de cabellos color bronce, pero no me sirves ya.'' Lo decía en un modo tan suave, que ella no prestó atención cuando mis filosos dientes se alagaron, peligrosos y mordazes, y le desgarraron el cuello.
Lo último que quedo de la cortesana, Tania, fue el grito ue solo el crepúsculo, y yo, escuchamos...

Con aspecto relajado, caminé entre las sombras de la noche. Disfrutando de la soledad que una fresca, y cálida a la vez, noche veraniega parisiena podía ofrecer.
Lucía elegante, imponente, seductor. Lucía como la perfección, y tal vez mejor. Qué puedo decir, no es arrogancia, es seguridad en mí mismo.
Caminé entre casas abandonadas, hierba, malezas y demás, mientras me preguntaba qué sería de la chica, Tania, ahora que estaba muerta. Así como qué sería de las demás. De las de esta semana, las de este mes, las de este año, las de mi larguísima vida inmortal. De todas. Me pregunté qué sería de Rosine, aquella maldit chica que me había conquistado de una forma cruel e inescrupulosa. Pero, rayos, era hermosa. Ella había sido todo lo que siempre quise, y la amé como a nadie. Y me despreció, me condenó a la inmortal maldición de ser un muerto viviente por el resto de mi no-vida.
Apreté los dientes con odio. Estaba pensando en ella, nuevamente. Pero no entendía el porqué. No entendía porqué seguía pensando en ella, si la había asesinado. Yo mismo, con mis propias manos...
Sonreí maléficamente al interceptar con mi olfato un olor peculiar. Atrayente. Una humana, andaba por allí, en alguna parte.
Olía expectacularmente bien, y me insitó a buscarla. Caminando, aún sin perder la tranquilidad caracterísitica de mi persona, caminé hasta lograr ver una silueta femenina entre los árboles y una de las casas abandonadas más antiguas. Una que estaba en estado irreconocible, en lugar de parecer una casa, parecía un simple montón de escombros.

por Invitado Vie Jun 25, 2010 5:12 pm

No por el echo de que ahora tuviera un poco mas libertad que antes, no significaba que mi familia estuviera del todo de acuerdo con estar vagando sin conciencia por todos los lugares que se encontraban en la ciudad. Según yo ya había visitado cada rincón y me abrumaba la monotonía de visitar siempre lo mismo. Y como era de esperarse con tantos rumores de los niños pequeño uno de los tantos habladores me llamo la atención. Hablaba sobre unas zonas abandonadas. Juzgue yo misma que debería de encontrarse cercas de las afueras e instintivamente me dirigí a aquellos lugares desabitados por la vida humana.

El trayecto no fue tan riesgoso como lo parecía. El vestido aun se mantenía intacto y no era como esos que las parisinas usaban, era mas a la inglesa, no tan pomposo y mas ligero sin olvidar lo apretado que tenia en la cintura. Sin tanto que decir era aun mejor para mi gusto; perfecto. Anduve por todos lados observando las casas derrumbadas y los escombros por el suelo. El viento elevaba un poco mi cabello y no quise evitarlo. Estuve de aquí para halla, como una chiquilla curiosa o persiguiendo algún tipo de animal misterioso para esas mentes inocentes.

El crepúsculo nocturno que daba la entrada a la noche se izo presente. Su manto rojizo y morado era hermoso. Deseaba que no se me pasara tan rápido el tiempo. Mi primo estaría preocupado, no quería hacerlo sentir así y empecé a dirruirme por el viejo camino por el cual llegue hasta aquí. Mis pies gritaban un descanso y se los concedí como toda una princesa. Me situé entre unos árboles frente a una casa. La examine despistadamente tratando de encontrar algo extraño por el lugar.

por Invitado Sáb Jun 26, 2010 7:14 pm

-Buenas noches, mademoiselle, permítame preguntarle que hace en un lugar como éste a estas horas...- musité, con voz lo suficientemente fuerte como para que solo la señorita me oyera. No quería llamar a personas... que sólo molestarían con mi trabajo.
Me acerqué con las manos en los bolsillos de mis carísimos pantalones, mientras mis zapatos hacían un ligero ruido al pisar las ramillas, y demás plantas secas, y escombros pequeños.
Al llegar hasta el frente de la chica, separados por algo menos de un metro, hice una reverencia a modo de saludo, mientras pensaba en la manera para conquistar a la chica. -Déjeme presentarme. Mi nombre es Kenneth Vladimiro Rhöde Kingston. ¿Me otorgaría el honor de saber su nombre, mademoiselle?- usé un tono formal, respetuoso, que se me daba de maravilla. Muchas veces había interactuado con la realeza y las clases alta, y la morena chica era parte de una de las dos clases.
La chica era hermosa. Un largo cabello moreno, con unos ojos ocurísimos y penetrantes. Hermosos. Un cuerpo, aunque solo veía de la cintura para arriba pues el resto estaba cubierto por una falda notoriamente inglesa, de infarto. Con senos deliciosamente redondos, cubiertos por la tela del vestido, y un vientre plano, que se notaba gracias a lo ajustado en la cintura. Era bellísimamente tentadora. Parecía tan prohibida... pero para mí, nada es prohibido. Tengo un uso altamente desarrollado de la coacción, y soy muy bien parecido.
¿Qué mujer, en este planeta, estaría a salvo si yo quisiera conquistarla?

por Invitado Sáb Jun 26, 2010 7:41 pm

Me quede tan centrada en aquella casa que alcance a escuchar unos murmullos. Hice una mueca y gire lentamente mi cabeza de donde provenía una voz masculina. Sin duda lo era, su rostro lo comprobaba. Esta vez me centre en analizarlo y sorprendentemente tenia una belleza sobrenatural. Toda esta ciudad estaba rodeada de gente sin igual. Este te presento con formalidad e instintivamente tome los poco y ligeros holanes del vestido haciendo una reverencia nada sorprendente.

-Nada -le respondí a su primera pregunta sin nada de interés sobre eso. Lo que mas me importaba era la sofocantes presentaciones.- me llamo Catherina Ashlyyn Salvatore del Reino Unido -le dije maravillada por tal presentación, cada vez iba mejorando mas y mas.- un placer conocerlo joven Kenneth -le sonreí con libertad y sutileza- y ahora me pregunto yo ¿Qué hace usted por este lugar tan desolado?

Altanera o no -claro no- me sentí con la preocupación de conducirme a casa. El lugar se veía desbastado y desconocía del regreso por el camino correcto. Ya había estado explorando mucho y aunque tuviera buena memoria nunca serví para las direcciones. Quizás el chico conocería el regreso pero no quería preguntarle en este momento. No quería incomodarlo y mucho menos que piense en guiar a una tonta niña despistada.

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