This is where it starts, this is where it will end. {w/Lucciano Vecchio}

por **Lilith O'Hara** Lun Jul 28, 2014 5:51 pm

Las luces del burdel se apagaron de repente.
El tintineo de las copas al servirse y los susurros de las personas era todo el sonido que invadía aquél lugar mientras que la única luz que se veía era el de la puerta del local que daba entrada a los nuevos clientes... y un reflector que de la nada se encendía iluminando mi presencia al ritmo de las primeras teclas del instrumento de cuerda percutida.

Un pie tras otro mostraba mi paso al ritmo de aquella melodía, movimientos salvajes pero sin perder también los sensuales. Mi cuerpo cubierto por una capa roja llegó al centro del escenario cruzando por en medio de todas esas mesas, esquivando a los meseros y demás cortesanas que se deslumbraban ante mi presencia. Me arranqué la capa rápidamente dejando al descubierto mis curvas bajo ese ajustado corsé rojo lleno de brillantes y encajes negros, dí algunas vueltas en el escenario ejecutando a la perfección la propia coreografía que yo misma me había montado. Jugué con la capa que segundos antes me había quitado y la pasé rozando por todo mi cuerpo y al rededor de mis abultados pechos para finalmente lanzarla hacia un integrante del publico que desde hace rato mi atención ya llamaba con la fuerte mirada y pupilas desiguales. Le guiñé el ojo junto con una ligera sonrisa y después proseguí para terminar mi coreografía. Sentada en el suelo, con piernas abiertas haciendo un 'split' y alzando los brazos, delicadamente finalizaba el baile mientras mis muñecas volaban en el aire y mi cuerpo mostraba aquel bello cuerpo con respiración algo agitada.

La noche apenas empezaba... los aplausos sonaban mientras me levantaba y con una sonrisa agradecía al publico mientras me despedía y caminaba entre las penumbras detrás del pequeño escenario.

por **Lucciano Vecchio** Lun Jul 28, 2014 6:53 pm

Sorprendido por el deleite de aquel nuevo aroma que su olfato exploraba al acercarse aquella copa llena de un alcohol que nunca había conocido, o más bien, más propio de aquella época que descubría.

Todo era tan distinto a lo que había vivido en el pasado, y más el lugar donde se encontraba. Los burdeles se había convertido en algo más evidente al comercio, dejando de ser un tema sagrado. Ya que en su recuerdo, un "lupanar" tenía cierto tinte de sagrado con aquellos templos consagrados a los dioses del sexo, y era una de las pocas maneras en las que el género femenino podía alcanzar una independencia propia y cierto poder.
Si, era bastante distinto, ya que al lugar del placer carnal le había agregado la diversión y el espectáculo, parecía más un teatro de variedades, el cual, incluía luego la compañía privada de alguna de aquellas señoritas que un simple prostíbulo. A lo mejor era porque había elegido uno para una clase social que elegía exclusividad y lo mejor.

Desde que había entrado en aquel lugar de recargada y lustrosa decoración, se había dado cuenta que muchos eran los ojos los que se había fijado en aquel "nuevo rico" de ojos extraños. Ya había rechazado e ignorado alguna que otra palabra de las chicas que allí trabajaban, incluso de algún que otro jovencito de aspecto afeminado. Pensó en un recuerdo lejano, en aquel tipo de juego solo le gustaba jugar con su Hacedora, solo había metido hombres en su cama cuando se habían divertido compartiendo aquel tipo de vicio.

Lucciano movía la copa en su asiento, viendo el particular espectáculo que frente a él se exponía, aquel baile de seducción. La chica conseguía su objetivo sin enseñar más de lo necesario; todo movimiento de aquellos hermosos miembros eran pura provocación y sensualidad.
El inmortal pensó en el agradable olor de la copa que dejo sobre la mesa, pero más bien al ver los ojos de ella clavados en los de él insinuantes, pensó en el olor de aquella chica, una mezcla dulce pero picante; también en la posibilidad de rozar su mente con la suya, pero no, para que desvelar el pastel; con ello pensó en un pequeño juego.

Por ello y en cuanto termino el espectáculo, llamó a unos de los hombres que servían copas y solicitó una sala privada y la compañía de aquella chica.
Al levantarse, no se unió a los aplausos, simplemente sus labios se curvaron en una divertida sonrisa e inclino su rostro en un ademán de aprobación para ella, así desapareciendo de su vista para esperarla en la sala.

por **Lilith O'Hara** Mar Jul 29, 2014 1:35 am

Detrás del escenario me preparaba para dirigirme a mi cuarto y cambiarme de ropa para servir las bebidas con ropajes mas cómodos, necesitaba recuperar mi capa que le había arrojado a aquel hombre hace un rato e investigar quien era ya que se veía muy adinerado y algo guapo.

Antes de poder salir a cambiarme un mesero tocó mi hombro para decirme que alguien había pedido un momento a solas conmigo. Me molesté un poco ante tal atrevimiento de pedirme sin siquiera consultar o hablar conmigo, ni si quiera una copa me había invitado o se había presentado conmigo.

-Dile que no iré -contesté mientras me encaminaba a mi cuarto, no sin antes echar un pequeño vistazo a la clientela que esperaba en las mesas de afuera. No encontré lo que quería ver... -¿Dónde está el hombre al que le dí mi capa? -pregunté al mesero que aún se encontraba tras de mi rogando porque no me fuera y atendiera al cliente.
-Es quien le está esperando, Lilith.

Sonreí ante tal afirmación.
-Cambié de idea... Ahora mismo le atiendo. -contesté con una sonrisa en el rostro y me dirigí a aquella sala por primera vez sin cambiarme el corsé.

Llegué a la puerta de la sala a la cual nunca había acudido, mi jefe me miró extrañado en el camino, pero también lucía algo complacido dentro de esa sucia sonrisa. Suponía que su pensamiento era que por fin me atrevería a follar con un cliente, y aunque me convenía que eso pensara para que no me corriera del lugar, la verdad era que aún faltaba mucho para que yo pudiera llegar a algo como eso.

La puerta estaba entreabierta, lo cual era signo de que había alguien adentro esperando, un lenguaje usado dentro de aquellos lugares... Empujé lentamente la puerta para adentrarme a la habitación y ver al hombre al que minutos antes le había guiñado el ojo y sonreído en el baile. Cerré la puerta a mis espaldas recargando toda mi espalda sobre ella mientras ambas manos se escondían detrás mio y mis dedos rozaban la perilla para salir del lugar tan solo por si hacía falta.
-No era necesario estar a solas para que me devolviera mi prenda caballero... -le dije en tono serio mientras le clavaba la mirada al hombre que tenía sentado frente a mi a lo lejos.

por **Lucciano Vecchio** Mar Jul 29, 2014 10:34 am

Apenas movió un ápice de su cuerpo en cuanto la puerta había sido cerrada y ella había hablado.
No se había cambiado de ropa, y viéndola más de cerca hacía justicia a aquel olor que su sangre desprendía en una sensualidad correspondiente a su físico. Podría considerarse indecente su forma de vestir, el hecho que mostrase más piel de más, y más en aquella época puritana. Para él, no tenía de nada provocativo, es más le parecía más provocador el dejar volar la imaginación, las palabras incluso las sensaciones que ver a una mujer semidesnuda. Cosa que en su época era natural, al igual que sencillo sexo, el cual ahora era cosa de tabu.

Otro ademán en silencio indicándole que se sentase junto a él.
Una sonrisa cortés que no se borraba, y su mente rozó la de ella superficialmente buscando en sus profundos deseos, probablemente ella sentiría un ligero zumbido en su cabeza, ya que él no se había molestado en disimular su presencia en su mente.
Lo poco que pudo escuchar le dio satisfacción. Ella sabía de la existencia de ellos. Interesante.

-Creo que devolverle esto, no ha sido mi intención cuando la he hecho venir. -Su voz era lo más característico que poseía Lucciano, por poco significado que tuviese, cada palabra que de sus labios se pronunciaban era una caricia en el aire. Era su rasgo más atractivo, incluso antes de ser inmortal. Éste dejo la tela sobre el asiento -¿Qué es lo que más desea en el mundo, "signorina O´Hara"? ¿Qué es lo que sabe sobre "nosotros"?

No se mordió la lengua ante aquel descaro, ¿por qué iba temer revelar su naturaleza a una simple mortal? Ella estaba a su merced, un simple parpadeo y podría acabar su vida allí mismo, pero aquello le quitaría la diversión a lo surrealista de la situación.

por **Lilith O'Hara** Mar Jul 29, 2014 3:42 pm

Parada sobre la puerta tan solo me limité a observar al hombre mientras hablaba.
Hizo una seña indicandome que me sentara a su lado, ¿Acaso pensaba que ya me tenía comprada? tan solo sonreí de manera burlona mientras aún me quedaba parada sobre la puerta, era obvio que no le haría caso... Yo me sentaba cuando quisiera.

Sentí un pequeño zumbido en mi cabeza, pensé que seguro era por no haber ido a hidratarme despues del baile o seguiría cansada de los bruscos pasos que había hecho anteriormente. Traté de disimularlo a pesar de que sentí que mis pupilas se movían de un lado para otro mientras seguía prestando atención al hombre.

Al ver que se había desecho de mi capa y me preguntaba sobre mi más grande deseo mi expresión burlona cambió por completo a seriedad.

¿Sería posible que esta vez le hubiera atinado?
Rutinariamente, noche tras noche en ese burdel mi propósito había sido de solo bailar para mantener un lugar donde dormir. En cada baile aprovechaba una oportunidad para localizar a los clientes con mucho dinero que seguramente durante años les había costado trabajo juntar, pero sobre todo... Hombres altamente atractivos, bestias que me desearan con la mirada y que a ojos de todos fuera por simple lujuria pero para mi era la esperanza era de que desearan mi sangre y mi alma.

Con mi mano aun en la espalda le puse seguro a la puerta, ya no sería necesario escapar si no mas bien acorralar lo que tanto deseaba. Caminé lentamente para acercarme a el, una pierna delante de otra meneando inevitablemente mis caderas con la sensualidad que ya era parte de mi persona. No me senté donde el me había indicado, pero sin miedo alguno me atreví a pararme frente a el e inclinarme a su altura para recargar ambas manos al rededor de donde estaba sentado.

-Defina... "Nosotros" -le dije frente a frente a la cara, susurrando suavemente pero lo suficientemente alto para que lo escuchara y dejándole sentir mi aliento al hablar. -Si es cierto que usted es uno de ellos... Sabe cual es mi mas grande deseo. Y lo que soy capas de hacer por ello.

por **Lucciano Vecchio** Mar Jul 29, 2014 7:14 pm

Aquella chica no era aquellas personas que se sometían con facilidad; había roto por así decirlo "su espacio personal" sin retroceder, incluso sabiendo la posibilidad de que él fuese lo que era. O era demasiado valiente o demasiado insensata.

-"Inmortales". -Sonrió. Solo le respondió a la definición que ella le pedía, sumando su voz al susurro que ella había creado. -Lo que desea, y pienso que sería la persona perfecta para entregárselo; ya que no arriesgaría su vida al cambiar su naturaleza, no es la primera a la que le otorgo este "don", "maldición", cada no se lo toma de una manera.
>>Y creo que bajo éste mismo techo, ahora mismo soy en más anciano, y como dicen "Más sabe el diablo por viejo que por diablo", ¿no cree?. -Aquella fue una insinuación en toda regla, que en aquel burdel había más vampiros de los que ella podía imaginarse, y muchos de ellos eran frecuentes.

Lucciano pensó sobre sus últimas palabras "era capaz de hacer cualquier cosa".
Sobre su asiento él se inclino dejando su rostro a unos pocos centímetros de los de ella, con una sonrisa bastante divertida dando a entender que los pensamientos que por su cabeza estaban cruzándose no era muy buenos del todo.

-¿Sería capaz de cualquier cosa? ¿Incluso someterse? ¿Convertirse en una "esclava"? -El movimiento más veloz que un parpadeo. Él la agarro con fuerza por los cabellos de la nuca y se levanto de su asiento, así obligándola a erguirse junto a él. Sus ojos de colores disparen se volvieron escarlatas y encendidos. La mente del vampiro bloqueo la de ella, para que no pudiera mover ni un ápice de su cuerpo, no poder lanzar ningún tipo de grito. -El don de la inmortalidad no es algo que se deba tomar a la ligera, no se concede a capricho ni es para cualquiera. Es algo sagrado para lo que muchos no están preparados. -Tirando de su cabello la obligó a mirar hacia arriba y dejar su cuello al descubierto, los labios de él se pasearon peligrosamente por su piel desnuda, acariciándola y dejando tras de sí un leve cosquilleo que era capaz de poner el vello de punta.

Los segundo se hacían eternos mientras él había decido callar; sentir el latir de la sangre caliente por las venas de ella, que ahora se impulsaban con más fuerza y velocidad de la cuenta, regodeaba sus sentidos.
Después de aquel momento tensó, soltó sus cabello y sus manos pasaron superficialmente por encima de su cuerpo, dibujando sus formas femeninas.

Un leve empujón, y la mente de Lilith dejo de estar bloqueada devolviéndole toda la razón y control sobre su cuerpo. Lucciano aun con ojos encendidos y contenidos, ante la provocación de no haber probado bocado alguno se dejo caer en el asiento con la naturalidad de un felino. Sus brazos se colocaron detrás de su nuca, dejando su cuerpo estirado e inmune.

-Pongamos un supuesto, de que estoy interesado en la posibilidad de regalarle mi condición, pero bajo unas condiciones, las cuales, incluye, probar si es usted adecuada para recibirlas. ¿Qué razones tiene para desear esto? Y mi curiosidad ante todo, ¿qué sabe de nosotros? No quiero tener que lamentar que su idea del vampirismo sea fundamentada por un fantasía no adecuada a la realidad.

por **Lilith O'Hara** Miér Jul 30, 2014 7:26 pm

Me quedé ahí esperando respuesta, y al decir lo que yo ya esperaba mi cara de sorpresa no se hizo esperar. Lo había encontrado, por fin estaba frente a mi y podría pedirle todo lo que siempre había deseado.

"¿Maldición?, ¿Como vivir bella eternamente sería una maldición?" pensé sin moverme un centímetro mas. Para mi era una grandiosa oportunidad, después de que mi propia familia me hubiera deseado la muerte y el no haber conocido nunca pensé que la inmortalidad sería la mejor forma de salir adelante y lograr mas de lo que la gran mayoría esperaba, de sobrepasar las expectativas de la sociedad retrogada y demostrar que mi vida realmente valía la pena. Quería demostrar lo fuerte que sería alguien a quien todos desearon alguna vez muerta...

La palabra "someterse" me intimidó un poco, ¿Tendría que deshacerme de mi orgullo para conseguir mi mas grande deseo? No sabía si sería capas de eso... ¿Que caso tendría ser inmortal si al final me tendría que deshacer de mi libertad?

Mis pensamientos de pronto se vieron interrumpidos. Sin poder darme cuenta una garra me tomaba por el cabello mientras aquellos ojos ardían como fuego, intenté defenderme y patearlo mientras me tenia levantada, pegarle con la mano o por lo menos gritar que ya me soltara, pero algo mas allá de mi me dominaba, como si de un hechizo paralizador se tratara y me convirtiera en prisionera de mi propio cuerpo, acorralada entre mis propios pensamientos y sus ojos ardientes que me mataban de miedo.

¿Que era lo que estaba sucediendo? Parecía que ademas de paralizarme, aquel vampiro me obligaba también a escucharle mientras su mirada y aspecto aprovechaban para inyectarme mas miedo.

Me obligo a mostrarle mi cuello, mis ojos congelados no podían ver mas allá del techo, pero mi tacto decía que sus manos ahora estaban sobre mi cuerpo... tocándome por encima de las telas y sintiéndome sin piedad todo lo que el deseaba y en contra de mi voluntad. Unos labios helados rodaron por mi desnudo cuello cuello haciendo que mi respiración se acelerace entre una mezcla de placer y miedo. Sentí mis como se erizaban mis cabellos y los músculos de mi cuerpo parecían que cada vez se ponían mas tensos, no sabia si iba a morir... o si deseaba que ya mismo encajara esos colmillos sobre mi blanco cuello.

Aquella criatura por fin me soltó y parecio liberar mi mente, pero tan solo basto un pequeño empujón para querer alejarme de inmediato ante el miedo, ademas no soportaba que me tocasen sin mi consentimiento. Di unos pasos hacia atrás rápidamente mientras veía como el vampiro se reincorporaba en su asiento como si nada de aquello hubiera existido, pero al sentir la pared en mi espalda me deje caer al suelo con mis manos acariciando todo mi cuello.

Tan suave e intacto... por primera vez sentí miedo a saber que pude haber muerto.

-No vuelva a hacer eso... Si su intención sera matarme entonces hágalo rápido sin congelar mi cuerpo. No soporto esa cobardía que me impide defenderme. -conteste algo molesta mientras aun respiraba rápidamente y jadeando de miedo.

No dije nada ni respondí a sus preguntas por un momento, la sola idea de que el podía controlarme sin mi permiso ya era perturbadora y molesta. No sabia decidir si lo odiaba profundamente por lo que me había hecho o... admirarlo y adorarlo por lo que el podía brindarme al final.

Aun seguía sentada en el suelo con mis piernas dobladas y mi codo recargado en estas mientras seguía agarrándome el cuello con una mano y apretando la muñeca de esta con mis dedos libres. Finalmente respondí nuevamente olvidándome de la seducción que me caracterizaba y con tono muy serio.

-Trabajé en una taberna durante algunos años... escuche varias historias, en especial de los ancianos borrachos. Pasadas algunas copas confesaban haber visto seres hermosos que salian por las noches. Algunos torturaban y hasta mataban para que no confesaran su existencia, mientras otros mas tan solo buscaban alimento sin dejar mas marca que esos dos huecos en los cuellos o en las muñecas. Escuché de algunos otros seres que la verdad no recuerdo... Me interese principalmente en aquellos que vivían mucho mas y se conservaban intactos eternamente, los mas poderosos según decían aquellos... -comencé a relatar mientras esquivaba su intimidánte mirada. -Según la sociedad yo no debí haber nacido... e incluso después de haberlo hecho el mundo quiere controlar mi propia forma de vivir. -suspiré y me levante de el suelo, caminé lentamente al asiento a lado del hombre sin atreverme aun a mirarlo, no quería pasar de nuevo lo de hace rato con mi cuerpo inmovilizado. -Demostraré al mundo que puedo ser libre de ellos y de su iglesia, que no los necesito para aún así seguir viviendo... Haré que callen sus bocas incluso si es necesario matar, que se sometan ante una bastarda... asi como ellos me han nombrado desde el día que nací. La mejor forma de vengarme es la inmortalidad, y si no puedo lograrla... -estiré mi brazo y se lo brindé al hombre que tenia a lado mio escuchando mis palabras. -...entonces quizá este mundo no es para mi. Ayúdeme a decidir.

Acerqué mi pálida muñeca cerca de aquellos colmillos, estirando lo suficiente para que mis venas se pudieran resaltar y tratar de seducir con el palpitar de mi corazón asustado, anteriormente me había estado apretando aquella muñeca y as venas ya estarían lo suficientemente hinchadas y marcadas en la muñeca del brazo.

-Juro total y eterna lealtad, si tan solo me concede esta oportunidad.

por **Lucciano Vecchio** Jue Jul 31, 2014 1:25 pm

Sentado y tras sus palabras espero tranquilamente a que ella se recuperará de "susto" por así decirlo.
Sin querer Lucciano asintió para sí mismo con aprobación, había que admitir que tenía endereza; no había salido huyendo como lo hubiese hecho cualquiera o quedarse paralizado.

-Tranquila mi intención no es acabar con su vida... Aun. Y si lo fuese dejaría que se defendiese, si no lo hiciese todo ello perdería diversión, ¿no cree? -Le sonrió con amabilidad superficial, su ojos continuaban excitados en el escarlata, poco a poco estos volvieron a recuperar su color anterior. Era señal de calma en el depredador.

Mientras ella hablaba pensaba en la similitud de su historia con la suya, él también era un bastardo, y a pesar de que su padre le había dado la oportunidad de la vida tras morir su madre al darle la vida, se había tenido que enfrentar al llegar a Roma con una madrastra y 2 hermanastros, los cuales hubiesen preferido que su padre lo hubiese dejado abandonado en el campamento a legitimarlo como heredero. Las intrigas entre familias era un asunto bastante complicado y que cualquier mente débil no sobreviviría.
Cierto era que le interesaba bastante aquella chica, ¿por qué no hacerla una de ellos? Llevaba demasiado tiempo encerrado en aquella tumba, pero antes de ello, no había tenido compañeros ni a nadie a quien cederle sus conocimientos. Ella era una desheredada, no encontraban un lugar en el mundo donde encajar... Y eso le recordaba a...

-Me interesan sus palabras y estoy de acuerdo en muchas de ellas, estoy dispuesto a darle la inmortalidad, pero no será fácil ya que primero mediré si esta preparada para éste mundo, la instruiré, en el caso que no este lista, solo me dará dos opciones: ser piadoso y borrarle mi identidad de su memoria; o no calentarme demasiado la cabeza y acabar con su vida.
Mi primeras condición para que me vea convencido de todo es que... Será mi "esclava de sangre", me servirá en todo éste tiempo que sea mortal a mi lado; y la segundo es pasar una pequeña prueba esta misma noche.

De nuevo sonrió ampliamente, pero aquella sonrisa no era de cordialidad parecía tramar algo peligroso.
Cerro los ojos y busco por el lugar hasta que lo encontro.

-Un hombre, algo extravagante, lleva una flor violeta en su chaqueta de terciopelo... MMmmm... Un tanto pasado de moda, un lugar en la mejilla, cabello negro, ojos castaños al lado de una joven de cabellos rojos, tiene un cierto acento del norte.
Un "hermano", vampiro, inmortal.
Seducelo, sobrevive y tráelo aquí. Será una buena lección.

por **Lilith O'Hara** Mar Ago 19, 2014 11:39 pm

-Si usted no me cree apta para pertenecer a su raza entonces no veo porque debería seguir viviendo… Lo único que deseo es demostrarle a el mundo que puedo seguir viviendo y por muchísimos años mas que ellos, vengarme si es posible y si no puedo hacerlo… Yo misma sería capás de quitarme la propia vida que con tanto orgullo he cuidado. –La seriedad dominaba mi ser ahora, cada palabra que decía era cierta y no veía el porque seguir fingiendo ahora. El momento que tanto había estado esperando por años era este y aquella mascara de puta cualquiera a la que yo misma me había condenado por fin desaparecería si tan solo demostraba que era capas de lograr ser una inmorta.

Mi mirada me delataba, el termino “Esclava” no me gustaba y no sabía que otras cosas tendría que hacer para poder ganarme la inmortalidad y la belleza de un vampiro.

-Espere espere… ¿Su “Esclava”? –reclamé por un momento al escuchar tales palabras. –Espero que tan solo sea un mal uso del termino porque no me gustaría que alguien mas se adueñe de mi vida.

Puse atención a aquella mirada, parecía que algo por la mente de el vampiro se estaba cruzando y ese “algo” era para mi. Me dio seña exacta de un hombre al que tenía que seducir e inmediatametne supe quien era a haber hecho mi baile anterior.
-Creo que sé de quien habla y para mi no será difícil hacer eso pero, ¿Qué ganaré yo a cambio de todo esto? Aún no me queda claro el termino de “Esclava” –volví a mencionar recalcando con desprecio aquella palabra que parecía solo quererse apoderar de mi vida.

Si pensaba que tan solo por ser un vampiro podría dominarme… tenía que saber que aún le faltaba mucho mas para que yo pudiera dejarme.

por **Lucciano Vecchio** Jue Ago 21, 2014 6:58 pm

-Creo que la palabra queda bastante claro, es un concepto en tanto antiguo y que ha quedado en desuso en estos tiempos que corren, pero básicamente si usted desea que le dé "mi don" deberá someterse a mí. Su rostro antes divertido se había vuelto hierático y frío. -No se había movido ni un ápice de donde estaba, ahora la conversación parecía ser la más normal del mundo y se tornaba a tener un tinte de negocio. -La tomaré bajo mi protección, y la pondré en continua prueba, la prepararé para convertir en uno de nosotros. Quiero saber si esta hecha para ello, si será capaz de "soportarlo", y tampoco deseo dejar suelta tan a la ligera un posible "monstruo", con mi sangre, sello y mi poder. Por si usted lo ignora, soy mucho más anciano que la mayoría de los inmortales, 500 años es nada, para lo que llevo detrás de mis espaldas. Y que un anciano le dé el don de la inmortalidad implica la ventaja de que se saltará básicamente los siglos que deben pasar para que un vampiro adquiera ciertos poderes y experiencia; lo tendrá todo en una mano, ha tenido bastante suerte. Pero debo de asegurarme que no enloquecerá, como le ocurrió a otro de mis vástagos.
>>No pienso desperdiciar mi sangre por nada, y también tendrá que aprender a obedecer ordenes y a respetarme, no quiero ninguna traición más. Por ello uso el término "esclava", ya que es una palabra degradante con la que tendrá que conformarse y aprender a vivir. Para alcanzar un escalón tan enorme, y el que, al parecer usted daría la vida, tendrá que empezar desde lo más bajo.

Tras la charla, sonrió satisfecho al ver que ella aceptaba el reto, se movió un poco relajando su cuerpo y poniéndose cómodo en el asiento, como si fuese a esperar demasiado tiempo allí sentado.

-Si lo consigue obtendrá tres cosas esta noche: mi aprobación para tomarla bajo mi protección, una pequeña dosis de mi sangre que le servirá para que ninguno de mi especie intente tocarle ni un pelo, además de que la alivie de cualquier enfermedad o dolencia que pueda tener; y por último una valiosa lección que nunca olvidará y así veremos de que pasta esta hecha. -Con los ojos le volvió a indicar la puerta. -[color=silverDese prisa o lo perderá, aquí le espero.[/color]

por **Lilith O'Hara** Vie Ago 22, 2014 12:11 am

Miré atentamente a el hombre a aquellos ojos bicolores mientras me hablaba y me explicaba lo que significaba tener que ser su vastaga... Todo parecía tener sentido y como él lo había dicho "tenía mucha suerte" sin duda.

Si había algo que deseaba mucho después de ser una inmortal, era ser poderosa... tener la suficiente fuerza para sentirse invencible y quizás en un futuro poder aplicar la venganza en aquellas personas que me habían dado la espalda.
"Si el me ofrece todo eso al volverme una de ellos... no me quedará de otra" pensé un poco mas convencida sin cambiar aquel rostro serio y de mi cara y sin retirar mi profunda mirada.

Me quedé en silencio cuando él termino de hablar mientras lo meditaba para finalmente dar un gran suspiro con sabor a derrota y desviar mi mirada indicando que no me quedaba de otra.
-He estado desde lo mas bajo desde hace mucho tiempo... Pero veo que no me queda de otra. -dije en un tono de voz apenas audible pero que parecía el había entendido.

El vampiro dio una ultima indicación prometiendo tres cosas después de que hiciera mi trabajo de esta noche, lo cual atrajo mi atención y aumentó mi motivación.
La curación de dolor y enfermedades era algo cercano a la inmortalidad y para empezar por ahora eso era suficiente para mi si después de un tiempo me otorgaba lo que quería. Protección... eso me gustó aún mas, después de casi un año rondando entre las mesas seduciendo a los hombres en busca de una bestia inmortal estaba harta de tener que dejarme tocar por cualquiera tan solo porque no me corrieran del lugar, era bueno saber que por lo menos ahora ya no me tocarían porque alguien mas los podría matar. "Quizá... ser una esclava por un tiempo no sea tan malo" pensé.

-De acuerdo... -susurré mientras caminaba lentamente hacia él y nuevamente como en un principio recargué mis manos sobre aquel sillón para poder hablarle de cerca a la cara. -...nadie me tocará sin mi permiso y a cambio yo seré su esclava fiel. Si promete cumplir con su parte y además cuidarme, quien sabe... -comencé a susurrarle al oído rozando mis labios con su fría oreja- ...quizá a usted si le otorgue el placer de tocarme alguna vez.

Dichas finalmente aquellas palabras le guiñé el ojo confiando en aquel vampiro y sobretodo confiando en mis habilidades de seducción para hacer mi trabajo, me alejé caminando lentamente para salir por la puerta y dirigirme nuevamente al frente del burdel sin haberme cambiado.

Con mis habilidades aprendidas en la taberna preparé una bebida mezclando distintos licores de sabor dulce pero que eran capaces de embriagar rápidamente, vertí el líquido sobre una copa y me llevé algunas mas conmigo llenas de simple vino para repartir por el lugar. Pasé por las mesas entregando cada copa y al llegar a la de él joven de cabello negro y ojos castaños le entregué mi "bebida especial".

-Va por la casa... -le dije mientras la entregaba y le guiñaba el ojo, mientras me iba alejando para seguir repartiendo algunas copas sin apartarle la mirada y sonríendole a lo lejos.

La joven peliroja que le acompañaba se me quedó viendo ante tal acto de "amabilidad" mía con su acompañante pero decidí ignorarla mientras seguía sirviendo las copas y recibiendo una que otra asquerosa caricia entre mis piernas o en mi trasero al ir caminando entre las mesas. Me daban ganas de regresarles la caricia de una sola bofetada, pero sabía que si lo hacía incluso mi boleto fuera de este asqueroso lugar podría perderlo, así que aguanté y de vez en cuando le sonreía a mi victima.

Al pasar por su mesa nuevamente me sujetó del brazo.
-¿Podrías servirme un poco mas? Esa bebida tenía un sabor exquisito... -me pidió el vampiro de ojos castaños.
-Claro que sí -contesté con una sonrisa para ir a preparar un poco mas.

Mi truco no era embriagarlo, pero sabía que con las bebidas que había aprendido a preparar hace años en mi antiguo lugar de trabajo podría lograr algo. Mientras tanto, aunque no pudiera verlo... sentí a mi futuro "amo" observarme.

por **Lucciano Vecchio** Sáb Ago 23, 2014 7:08 pm

Continuando con una expresión hierática, escucho sus palabras, al principio no parecía demasiado convencida pero finalmente fue cediendo. De todas maneras más opciones no le quedaba; bueno realmente sí, podía si deseaba arriesgarse a buscarse a otro vampiro, más joven y sin darle la seguridad de que su conversión iba a ser segura. Lucciano no había conocido a vampiro más anciano que su Sire y aquellos pocos cercanos a ella, y que mejores maestros para crear vástagos que aquellos que tenía experiencia en ello, no que un joven vampiro siempre fallaba en el proceso, ni tenía la fuerza suficiente para resucitar a un humano.
Él era ahora mismo la opción mas ventajosa, no tenía mñas remedio.

Sus palabras continuaron y su próxima hizo que tomase un aire innecesario para vivir, pero perfecto para aspirar el aroma de su sangre latir bajo aquella cálida piel. Ella quería ser provocadora, seductora y atrayente... Lucciano estaba hambriento, por un momento se lo pensó al sentir el aliento cálido en su oreja. No había tocado a una mujer desde que lo encerraron en aquella maldita tumba de plata hacía siglos, había estado tan ocupado en planear su venganza y hacerse un hueco en la sociedad parisina que aquella era su primera noche de diversión por así decirlo y el comienzo para recuperar sus antiguas fuerzas, con su "particular" forma de alimentarse.

-Me parece razonable su propuesta, no tocaran ni un pelo de su hermosa cabecita nadie que no sea yo, aunque... -Pensó en ella, había pasado siglos pero si se volvían encontrar y se le apetecía la nueva aspirante para que ambos se divirtiesen como hacía en el pasado, no podría evitarlo. Sin quererlo sonrió para sí mismo, ante tales atrevidos recuerdos. -...Usted no podrá otorgarme tal placer, a no ser que yo lo desee, y aunque me lo niegue se verá obligada a ello. Es la excepción para otorgarle el privilegio de que no sea una "esclava común" que puede ser elegida por cualquiera de mis hermanos.-Mientras había pronunciado aquellas palabras, se había tomado la libertad de tomar con sus dedos con suavidad su barbilla y clavar sus ojos bicolores en los de ella.

No iba a dar su brazo a torcer, si lo deseaba podría hacerle sufrir o acabar con su vida sin moverse de aquel lugar, es más podría hacerlo con mucho de los mortales que había de la sala, más doblegar su voluntad tan solo entrando en las estancias adecuadas de su mente, manipulándolas o afligiendo un daño directo.

-Recuerde y no lo olvide mientra éste por así decirlo "bajo mi ala"; usted esta con vida y seguirá así, porque yo no lo he deseado. -Decía mientras se alejaba.

Desde la habitación seguía sus pasos a la espera de que lo trajese aquí, la chica no lo hacía mal, es más parecía estar hecha para aquello.

"Recuerda, traelo aquí, necesitamos privacidad para tu lección. No quiero un público que se escandalice ni que nos moleste." Le había transmitido aquel pensamiento a la mente de su futura creación.

por **Lilith O'Hara** Dom Ago 24, 2014 2:26 am

Aquellas palabras que el vampiro había mencionado antes de ponerme en acción no me habían agradado del todo, sin embargo sabía también que mi la oportunidad estaba ahí para tomarla ahora, si la rechazaba podría morir o podría encontrar otro vampiro pero sin todas esas fortalezas que yo necesitaba. Ignoré sus palabras y salí a mi tarea, dicidí que después trataría con el esos pequeños detalles. "Nadie podrá obligarme nunca a nada... que yo no quiera" pensé mientras caminaba hacia la puerta.

Mi presa estaba fascinada por aquél dulce menjurje que le preparaba, lo bebía con delicadeza y lo disfrutaba mientras de una sonrisa degustaba cada sorbo de aquella bebida, sabía que no debía ir a seducirlo de frente si no me quería ver tan obvia, mucho menos con una mujer a su lado que no sabía porque le acompañaba a un lugar como este pero no era conveniente arriesgarme. Decidí seducirlo con mi excelente habilidad con las bebidas lo cual parecía encantarle.

Varias copas llevaba ya el hombre y sentía que aunque estaba tardando un poco, el vampiro pronto caería. De pronto una voz en mi cabeza retumbaba, la voz de mi futuro amo... ¿Porque la había escuchado? estaba segura, lo percibí fuerte y claro dentro de mi mente y me quedé congelada por un segundo ya que se me había hecho algo extraño. "Recuerda, traelo aquí, necesitamos privacidad para tu lección. No quiero un público que se escandalice ni que nos moleste." eran las palabras.

Sonreí a lo lejos de ambos... ¿Porque se me hacía extraño? seguro era un poder natural de los vampiros que a mi me faltaba por conocer y pronto adquiriría yo también aquel poder.

Percibí la mirada de mi presa y le guiñé el ojo mientras me entretenía sirviendo a otras personas sus copas a lo que el vampiro me contestó con una seña para que me acercara lo cual inmediatamente hice.

-¿Que mas sabes hacer?
-Podría prepararle cualquier cosa señor, es mas... -le contesté al mismo tiempo en que mi mano resbalaba en forma ascendente por su entrepierna por debajo de la mesa y ponía mis labios a la altura de su lóbulo para susurrare en voz baja sin que nadie mas escuchara. -...puedo darle una muestra gratis de todo lo que sé hacer, pero solo lo haría para usted en privado. -dije finalmente para levantarme y dar media vuelta dirigiéndome hacia el pasillo que encaminaba a los cuartos privados.

Volteé ligeramente ignorando a la peliroja que le acompañaba y le sonreí al hombre invitandolo a venir conmigo con la mirada y retomar mi camino de nuevo hacia el pasillo, una vez cerca de mi le sonreí de manera coqueta mientras giraba el picaporte de la puerta y lo llamaba con el dedo indice.

-Empecemos la lección... -le dije a mi maestro una vez adentro mientras mi acompañante se adentraba en aquella habitación de una manera tan rápida que parecía estar deseoso de poseer el cuerpo de una fácil cortesana... lástima que esa no era yo.

por **Lucciano Vecchio** Dom Ago 24, 2014 6:44 pm

Mientras ambos se iban acercando a la habitación, Lucciano había comenzado a jugar sus cartas.
Sin darse cuenta el joven vampiro distraído por ella, estaba indefenso, ya que Lucciano había penetrado en las distintas estancias de su joven mente y había bloqueado ciertos impulsos que quitaban de todo peligro a Lilith.
Demasiado estúpido, pensó. Debía de tener menos de 10 años como inmortal, ya que su mente y pensamientos era como un libro abierto para él.

En cuanto Lilith abrió la puerta y dijo aquello referido a la "lección", la habitación estaba aparentemente vacía. Aunque Lucciano se se había movido de su sitio, solo jugaba una mala pasada a la mente de ambos, y era posible que el vampiro en un rato notarse su olor, así que debían de ser rápido con la prueba a su futura "vástago".

"Estoy aquí aunque no me veas, puedes estar tranquila porque no te tocará ni un pelo, si confías en mí.
Hay un cuchillo encima de la mesa, cortale el cuello, bebe un poco de su sangre y volveré a ser visto a tus ojos."

Una lección peligrosa, pero tenía que saber cual era el límite de ella, que era capaz de hacer y si le desagradaba aquello. Cuando fuese un vampiro tendría que realizar esa acción muchas veces para alimentarse, y tendría que hacer los sus colmillos.

Los ojos del Lucciano eran escarlatas, paladeaba impaciente.

por **Lilith O'Hara** Miér Ago 27, 2014 2:00 am

Mis ojos se abrieron por completo ante la sorpresa de encontrar vacío el cuarto en el que ahora estaba a solas con el hombre mientras él cerraba la puerta a sus espaldas y se acercaba a mi con cara de duda ante lo que yo había pronunciado.
-¿Lección? No quiero aprender a hacer lo que tu haces... quiero que me lo hagas -me dijo mientras sonreía pervertidamente y se acercaba lentamente como si fuera a posar pronto sus manos sobre mi cintura, yo al querer evitarlo tan solo di unos cuantos pasos de espaldas para evitar que lo hiciera, pues a pesar de ser un vampiro y verse atractivo, no me apetecía ser tocada por él.

Por un momento me sentí algo asustada. ¿Me había abandonado el otro vampiro?, ¿Porque estaba el cuarto solo?, ¿Que haría yo ahora con este hombre intentando tocarme?

Fue entonces cuando entre mis pensamientos llenos de nervios y dudas volví a escuchar su voz asegurándome que no sería tocada y dándome la siguiente orden... tenía que matarlo.

"Pero... yo... yo nunca he matado a nadie. Además, ¿Como se supone que lo asesine así a sangre fría? Ustedes son inmortales... él podría darse cuenta y matarme primero." pensé para mis adentros esperando que él me escuchara y tuviera por lo menos un poco de piedad y paciencia. A pesar de haber vivido por un tiempo en las calles jamás me había imaginado en la posibilidad de tener que matar a alguien y aunque era bien sabido que los vampiros se alimentaban de sangre y que yo quería pertenecer a ellos, nunca me había detenido a pensar en la posibilidad de convertirme en una asescina de ahora en adelante.

-¿Que pasa preciosa? No me dejarás con las ganas ahora... -volvió a hablarme el vampiro condenado con mucha impaciencia mientras me miraba a los ojos con ganas de todo y yo me sentía algo asustada, sin embargo no lo demostraba.
-Oh... No querrá que nuestro tiempo pase tan rápido ¿O sí? -le contesté con una sonrisa coqueta mientras lo miraba, pero de pronto mis ojos se desviaron a aquella mesa... ahí estaba, sin ganas de esconderse y con un brillo deslumbrante plateado el cuchillo con el que debería hacer cumplir el mandato de mi amo. Era sorprendente como el vampiro cegado por la sensualidad de mi cuerpo y algo tocado por la bebida que anteriormente le había dado no se había dado cuenta de su presencia, hasta que notó mi mirada desviada.

-¿Eh? Que estás viend... -interrumpí sus palabras antes de que volteara a la mesa y viera el cuchillo con el que tendría que matarlo, lo sostuve del cuello y le obligue a girarse la cara para fijar su atención nuevamente en mi.

-Además... quien sabe cuando volveríamos a vernos, hay que aprovechar cada segundo para poder complacerlo por completo... -acerqué mis labios a su mejilla para alcanzar a susurrarle en voz baja al vampiro y así distraerlo por completo en lo que pensaba la forma de acabar con su vida. -...no aparte sus ojos de mi o pensaré que no le gustará el baile que quiero hacerle mientras me desnudo por completo. -susurré mientras meneaba las caderas y posaba mis manos en su pecho.

¿Enserio podría hacerlo?, no era simplemente acabar con la vida de alguien, si no tratar de matar a uno de esos tan famosos "inmortales". Y si no lo hacía bien, Lucciano o incluso el vampiro que había seducido hasta el cuarto me mataría a mi por haber tratado de hacerle daño. ¿Como podría lograrlo y sin sentir remordimiento?

Tan solo de algo estaba segura... definitivamente alguien saldría muerto de ahí, y temía ser yo.

por **Lucciano Vecchio** Miér Ago 27, 2014 6:58 pm

Aun en su asiento originario, él contemplo la escena, la chica no lo hacía nada mal en su arte de seducción ya que había engañado a uno de los suyos cuya mente estaba ocupada en pensamientos relacionados con "la sangre y el sexo" todo junto y placentero.

"Esto me da entender que no confías en mí, y que no será capaz. Si no eres capaz de hacerlo ahora, ¿qué harás cuando tengas que convertirte en uno de los míos? ¿Te dejarás morir? El hambre no sería la cause de muerte, lo sería el hecho de que si no te alimentas de sangre humana, no pasarías la transformación. Así que elige. ¿Su vida o la tuya?"

Aquello sonaba a presión y amenaza, que realmente la contenía. Esa era su prueba, esa era su lección. No le merecía la pena invertir su tiempo en una persona aprensiva, no le merecería la pena darle su sangre si iba a convertirse en un vampiro lamentable que con los siglos se terminaría suicidando por el remordimiento. Muchos lo hacía, más bien la mayoría y él no quería vástagos así. Un mortal estaba preparado o no para recibir el don de la inmortalidad, y eso lo probaba antes de ser convertido.

A pesar del esfuerzo Lucciano jugo con la mente del vampiro facilitando el camino a Lilith, le metió pensamiento de que debía permanecer quieto y lo emitiría ningún sonido. Básicamente lo paralizo y se lo puso en bandeja.

"Otra prueba de confianza, lo tienes quietecito para ti. Él no debe ser el motivo de terror ahora mismo, más bien a quien no ves. Elige: tú vida o la de él. ¿Quieres ser uno de los míos? Compórtate como tal.
Cortale con el cuchillo y bebe. Ahí tienes tu primera muestra de inmortalidad, su sangre es el tesoro más valioso.
Contaré hasta veinte si eso te sirve de motivación.
Uno, dos, tres..."

por **Lilith O'Hara** Dom Ago 31, 2014 3:46 am

Escuché atentamente las palabras del hombre vampiro que hablaba dentro mi mente. Odiaba el tono con el que me decía cada palabra que hasta sentía me regañaba, pero tenía razón… tenía que aprender a asesinar a la gente.

“¿Su vida o la tuya?” dijo finalmente haciendo que me sintiera un poco aterrada, pues estaba segura de que la sangre de alguien correría pronto en ese lugar. Seguí seduciendo al vampiro mientras internamente analizaba la forma de poder acabar con él y terminar con toda esta confusión mía que no paraba de crecer.

Entre bailes y movimientos sensuales de cadera caminé hasta acomodarme detrás de el fingiendo que intentaría seducirlo, sin embargo intentaba tomar el cuchillo de la mesa sin que el vampiro me viera. El hombre se volteo de nuevo hacia mi corriendo peligro de que viera lo que había en la mesa, me asusté nuevamente y traté de atrapar su mirada en mi cuerpo antes de estirar mi brazo por el arma pero de pronto la víctima se dejó de mover.

-¿Es... estás...? –dije sorprendida sin poder terminar la frase al verlo totalmente inmovilizado y sin ningún otro intento de tocarme, tan solo las pupilas de sus ojos giraban y la voz de el vampiro oculto en mi mente nuevamente me hablaba. La victima se quedó sin poderse mover mientras el otro hombre contaba para ver si me podía atrever.

Uno, dos, tres…
-¿Pero… estás seguro que… esto es... necesario? –dije nerviosamente mientras veía los ojos de aquel vampiro alarmado.

Ocho… nueve… diez. Confianza, eso era todo lo que necesitaba y sin embargo nunca a nadie se la había otorgado. A pesar de haber sido criada por una mujer durante toda mi etapa de niña yo nunca le tuve confianza ya que ella me odiaba, y al condenarme en mi adolescencia a vivir en las calles me había hecho mas fuerte y desconfiada de la gente. ¿Cómo se suponía que debía confiar en alguien que acababa de conocer apenas hace unas horas?

Catorce, quince, dieciséis… De pronto como si se tratara de un disparo, el rostro de un hombre blanco y de cabellos largos llegó a mi mente. Tan solo una vez en la vida había confiado en alguien, deseaba volver a encontrarlo y quería saber si había logrado escapar de quien quería asesinarlo… y a pesar de haberme abandonado sin dejar un solo rastro yo sabía que el no era malo porque él me había salvado sin conocerme estando en las calles. Stephan… ese hombre que me contaba que había hecho todo por sobrevivir y me hizo jurar que... que yo haría lo mismo por mí.

Tomé aquella arma que brillaba de lo limpia que estaba y la apreté entre mi mano tan fuerte hasta encajarme mis propias uñas por encima del mango. Los ojos del vampiro se mostraban asustados, como si pudiera leer el futuro y ya supiera lo que por mi mente pasaba…

Diecisiete, dieciocho… “Lo prometí…”
-De todas formas, tu ya estabas muerto. –le dije al vampiro inmóvil con una sonrisa a los ojos y volviendo a confiar en alguien nuevo decidí cumplir con la tarea encargada.

De un solo movimiento y con todas mis fuerzas le enterré el cuchillo hasta el fondo del pecho con todas mis fuerzas haciendo que un chorro de sangre manchara mi rostro y mi traje. Los ojos del vampiro seguían abiertos con una expresión de sorpresa lo que me hizo pensar que posiblemente seguiría con vida, aún tenía miedo de que reviviera… así que con el cuchillo aún dentro giré mi muñeca escarbando dentro de su pecho y haciendo que aquél carmín de su cuerpo saliera con mas fuerza haciendo una obra de arte con mi cuerpo y el resto de la habitación en la que estaba.

El hombre que en mi mente me hablaba me había prometido protección y vida eterna y a cambio yo le había dado mi confianza… tan solo faltaba el ultimo paso: probar el elixir que sería mi futuro alimento durante el resto de mis días.

Había cambiado completamente en cuestión de segundos, de la mujer aterrada de asesinar y con temor de cargar eternamente con culpa… me había convertido en una artista y amante de un nuevo movimiento de arte, ¿Cómo nunca me había dado cuenta de tan hermoso color que tenía la sangre? Parecía que aquél líquido rojizo era como la tinta con la que pintaban cuadros y aquella pintura era perfecta con la tinta que yo misma había sacado. En cualquier lugar embellecía el espacio.

Saqué el cuchillo del cuerpo y lo miré todo manchado, sonreí al admirarlo. ¿Tan fácil había sido? Me sentí hipnotizada por aquel cuchillo entintado, seguía brillando como antes pero ahora con un color mas hermoso y brillante.

-Es… hermosa la sangre. –susurré sin importarme si había escuchado mientras sonreía y acto seguido decidí lamer el cuchillo para probar a que sabía mi nuevo elixir de vida.

por **Lucciano Vecchio** Sáb Sep 06, 2014 6:55 pm

En cuanto el cuchillo fue hundido en el cuerpo del joven vampiro, la presencia de Lucciano en todos los sentido se hizo aparente y notoria.
Una sonrisa de satisfacción ante el acto que ella había creado, como una aprobación, como si se alegrase de que ella hubiese conseguido superar uno de los primeros escalones que él le había puesto. Escucho sus palabras y vio como ella había lamido la sangre.

-¡Bravo! -Una par de parsimoniosos aplausos y una enorme carcajada en aquellos ojos rojos de diablo. -¡Bravísima! Esperaba que se saliese huyendo horrorizaba, pero ha tenido el valor de hacerlo. Aunque sigo pensando que se lo puse bastante fácil...

El vampiro comenzaba a recobrar el movimiento retorciéndose en el asiento de dolor. Todo hechizo mental que Lucciano le había hecho, había quedado en lo contrario.

-Aquí tienes tu regalo: sangre inmortal. Menos poderosa que la mía, pero con lo que acabas de probar suficiente para curar aquellas trabas que tu cuerpo mortal tenga. Acércate y observa.

Lucciano se había sentado al lado del vampiro, el cual lo maldecía e intentaba incorporarse mientras se tapaba la herida. No paso ni apenas un segundo cuando el anciano se abalanzo sobre el joven desgarrando la garganta de éste y bebiendo con rudeza de la herida creada por sus colmillos. El hombre se retorció y no pudo pronunciar palabras de su garganta más que el burbujeo de la sangre desagradable al ahogarle.
Lucciano estaba pegado con ansiedad al vampiro, en siglos desde su encierro no había bebido sangre de otro y aun no había recuperado todas sus fuerzas desde que despertó, aquello era reconstituyente.

De repente se retiró de su garganta con respiración agitada, como si le hubiese costado despegarse de aquel elixir, y tomo de la muñeca a la joven, obligándola a poner su mano sobre el pecho del vampiro.

-¿Lo notas? El latido de su corazón es débil y la vida se le va. -Unas leves pulsaciones y todo se detuvo. La piel del hombre muerto se puso pálida y sus venas se volvieron azuladas y marcadas. -Se fue. -Dijo como si nada. -Cuando seas inmortal, nunca bebas la última gota, ésta te matará y... Y si es de los nuestros, no olvides asegurarte que no vuelve, así de fácil. -Así de fácil quiso decir, sacarle el corazón al individuo.

Lucciano soltó la muñeca de la joven y tras limpiarse con la misma camisa del hombre muerto, se levanto dirigiéndose a la puerta.

-Algo aberrante en nuestra especie, es que un vampiro se alimente de otro, debes de respetarlo, es peligroso, ya que pueden venir a por ti. E impensable, aunque para mí... Ya te daré esta lección en otra ocasión y comprenderás. Vamos hay un carruaje esperándonos, tus cosas las traerán más tarde, voy a llevarte a tu nuevo "hogar".

por **Lilith O'Hara** Dom Sep 14, 2014 2:51 am

Por unos minutos parecía que había entrado en una especie de hipnotización ante tal escena, quizás en realidad estaba en estado de shock y aquella fascinación mía por la sangre que estaba ahora frente mí pronto pasaría. En realidad no lo sabía… tan solo quería ver cada vez más, por primera vez en mucho tiempo sentí una parte de mi satisfecha, lo suficiente como para estar aún mas segura que sí, definitivamente ese era el camino que yo quería… vivir eternamente y matar de ser necesario con tal de conseguir la vida eterna.

De pronto los aplausos no se dejaban de escuchar entre las cuatro paredes de la habitación en la que estaba y me sacaron de aquél cuadro hipnótico. ¿En qué momento había llegado él de nuevo al lugar? Volteé hacia todas partes con miedo de que quizás alguien mas también estuviera ahí y se apareciera de la misma manera en la que él lo había hecho.
Me acerqué al cuerpo inmóvil como el vampiro me había indicado sin decir ni una palabra y de repente un movimiento de aquél “muerto” me hizo retirarme inmediatamente, ¡Estaba vivo! Justo como yo lo temía. Dí un paso hacia atrás para tratar de alejarme pero más tardé en darlo que en darme cuenta que mi nuevo amo ya se había abalanzado sobre el vampiro al que yo había tratado de matar.

Mi cuerpo no aguantó mas y cayó sobre la mesa en la que minutos antes el cuchillo había estado. Ahí estaba yo sentada con una mano recargada en la mesa y otra en mi boca sorprendida ante tal escena que estaba presenciando, pues ni los rumores, ni mucho menos las leyendas que en la taberna había escuchado se parecían a lo que ahora mismo sucedía frente a mis ojos. El vampiro se estaba alimentando….

Tanto tiempo deseando poder contactar a un vampiro, pero nunca pensando en como era la situación realmente… Tan solo observé su garganta moviéndose de manera alocada y sus ojos que a pesar de estar cerrados transmitían un enorme placer, como si el vampiro no hubiera bebido sangre desde hace varios años. ¿Esto… enserio estaba pasando?
Sentí el pequeño jalón retirando mi mano de la boca y dejándome guiar aún sorprendida hacia el pecho del otro vampiro moribundo, las pulsasiones parecían como aquellos golpes en los tambores sobre mi palma de mi mano, tan rápidos y desesperados… pero que poco a poco se iban alejando.

“Se fue”, había dicho el vampiro que aún seguía vivo, mientras yo había perdido el control sobre mi cara y sin saber si sentirme aún sorprendida o sentirme aliviada porque ese vampiro no volvería para vengarse.
Silencio era todo lo que de mis labios salía, aunque mi respiración no era agitada podía sentir por mis labios la inmensa cantidad de aire que mis pulmones expulsaban.
Me soltó lo mano mientras me seguía dando parte de su cátedra de vampiro, sin embargo yo no podía quitar mis ojos de aquél cadáver que había frente a mi… quizás en el fondo temía que a pesar de todo lo que había visto fuera a revivir. Mis pensamientos fueron interrumpidos después al escuchar la última frase.

-¿Qu... que?, A… ¿A dónde me llevarás?, ¿Tan pronto? –dije en voz baja dando a notar algo de timidez y sorpresa pero lo suficientemente audible. Lo que acababa de “aprender” hoy había sido demasiado como para poder procesarlo tan rápido. –Ni si quiera me has dicho tu.. tu nom… su nombre. –finalicé sin saber como dirigirme a el, ¿Porque me importaba?

Mi fortaleza seguía intacta y mi orgullo aún era enorme, pero una nueva Lilith que hacía mucho tiempo no se mostraba volvía a salir a flote. Me sentí tímida nuevamente como hace años (incluso antes de trabajar en la taberna a los 16) no me sentía, sin saber lo que seguía… le había prometido a ese hombre ser su esclava y ni yo misma me lo creía.

La libertad… mi preciosa libertad, lo que yo mas apreciaba en toda mi vida tendría que guardármela por un buen rato hasta ser una vampira. Sentí que todo había pasado muy a prisa.

De pronto, en cuanto él abrió la boca y antes de escuchar una palabra salir de su garganta me dí cuenta… ahora estaba en sus manos.

por **Lucciano Vecchio** Jue Sep 18, 2014 7:11 pm

-Vecchio, Lucciano Vecchio. No soy parisino, soy romano por si te extraña el nombre. Tampoco necesita por ahora saber más de mí, aunque te concedo la libertad de preguntar lo que quieras, yo mismo te pondré los limites y tu tendrás que medir tus cuestiones, hay terrenos que es mejor no penetrar.

El vampiro con la manga de aquella camisa tan cara, limpio su boca con un gesto poco discreto mancillando la tela.
Frente al cadáver de aquel vampiro por un instante su mirada se quedo fija como si lo examinará con atención o buscará algo en él.

-Nunca es pronto signorina O´Hara. Usted desea la inmortalidad y yo puede que necesite en el futuro una persona como usted para compartirla y tal vez cederle ciertos privilegios. Tengo que probarla desde el principio, la necesito cerca, debo saber que esta muy segura de su deseo y si esperamos demasiado puede que se arrepienta. Esto es un decisión que no tiene marcha atrás, y si se desea ello solo tiene una salida. -Con ello se refería a la muerte, si aquella chica se arrepentía y tenía suerte de tocarle la fibra sensible de algún modo, puede que se librase de ese destino y simplemente el decidiese modificar su memoria. Pero siendo como era, había poca probabilidad. -Hemos sellado por así decirlo un pacto, ahora somos "socios" por llamarlo de algún modo que no sea usando el término de "esclava" o "vástago", ya que aun no la he aceptado como tal ni por sus venas corre mi sangre. No me gusta que los míos se codeen en lugares tan vulgares como estos, ni deplorables. -Mientras Lucciano hablaba tan natural como si no acabasen de asesinar a otro ser vivió; el inmortal se había agachado hacia el vampiro tomando su rostro y examinándolo, uno de sus dedos tiro del bajo parpado del cadáver sacando un poco el ojo de su lugar natural; chasqueo la lengua decepcionado ya que estaba necesitando de un pronto sustituto de aquel ojo ajeno que le fallaba. -Éste tampoco me vale. -Comento para sí mismo y luego se volvió a ella. -Vivirá conmigo con toda la libertad que pueda ofrecerle dentro de ciertas limitaciones y todo el lujo que desee. Usted tendrá mis favores y yo le pediré algunos. Espero que lo considere razonable. ¿y si se pone encima mi chaqueta que esta sobre el asiento y me sigue? -Tras decir esto le ofreció el brazo para que lo agarrase y le siguiera, abajo estaba esperándole una carroza.

¿Cierre?:

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