AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Haciendo Trampas [Libre]
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Haciendo Trampas [Libre]
No llevar ni dos días en París, y ya parecía que Emhyr le había cogido el truco a aquellas calles por las que caminaba.
Creer que su francés era malo, hizo que al principio se echará atrás a la hora de atreverse con al gente, y de empezar sus pequeños espectáculos ambulantes, donde el sonido de la guitarra española y la magia absurda inundaba las calles atrayendo a todo tipo de público de cualquier clase. Pero no, la lengua no le complico las cosas, incluso su leve acento se dejaba llevar entre el sonido de aquel idioma que incluso podía disimularlo. Lo que no disimulaba su extranjería, eran sus facciones orientales, incluso su ropa, a pesar de ser humildes y no llamar mucho la atención, no era lo que precisamente vestían en París, ni los más pobres.
Sería fácil sobrevivir en aquel entorno, donde con un simple truco de cartas ya llamaba la atención al más insensato, que por creer la buena suerte y en la diosa fortuna, se dejaba los bolsillos apostando con cada uno de los truco que beneficiarían al desterrado.
Había llegado la hora, otro día más, en el que la nocturna había desterrado al día, y a pesar de estar en verano, la temperatura no era tan alta como en las tierra de Andalucía, último hogar fijo de Emhyr.
La noche, el llamado momento de la melancolía por algunos, pero allí y siguiendo el rumor, no era así, sino era el momento de la vulnerabilidad, del peligro, y de lo oculto. Aunque para algunos mortales era la hora en la que podían saciar sus vicios sin que otros lo estuviesen vigilando.
Para Emhyr era la hora de su búsqueda, ya que, el objetivo de viajar hasta París era encontrar su obsesión particular y aquella que le había dejado cicatrices en su piel, y dejado con vida sin explicación alguna. Vampiros, era lo que ha Emhyr tanto le llamaba la atención en su pequeño mundo sobrenatural, era algo curioso que debía descubrir aunque su vida estuviese en juego, y esa ambicionada inmortalidad.
Sus manos barajaron aquellas cartas españolas, mientras apoyaba su espalda en un muro, su gesto era entretenido y sus dedos con habilidad sacaban hacían aparecer de la nada alguna carta descarriada que él contemplaba largamente, como si quisiese descifrar algo en ella, con si leyese en un libro algo interesante lleno de significado.
Una sota de oro entre el azar apareció en sus dedos, los labios de Emhyr se curvaron creando una divertida sonrisa, ya que le hacia gracia la casualidad de la carta y lo que, en los bajos fondos solía significar aquella carta.
Creer que su francés era malo, hizo que al principio se echará atrás a la hora de atreverse con al gente, y de empezar sus pequeños espectáculos ambulantes, donde el sonido de la guitarra española y la magia absurda inundaba las calles atrayendo a todo tipo de público de cualquier clase. Pero no, la lengua no le complico las cosas, incluso su leve acento se dejaba llevar entre el sonido de aquel idioma que incluso podía disimularlo. Lo que no disimulaba su extranjería, eran sus facciones orientales, incluso su ropa, a pesar de ser humildes y no llamar mucho la atención, no era lo que precisamente vestían en París, ni los más pobres.
Sería fácil sobrevivir en aquel entorno, donde con un simple truco de cartas ya llamaba la atención al más insensato, que por creer la buena suerte y en la diosa fortuna, se dejaba los bolsillos apostando con cada uno de los truco que beneficiarían al desterrado.
Había llegado la hora, otro día más, en el que la nocturna había desterrado al día, y a pesar de estar en verano, la temperatura no era tan alta como en las tierra de Andalucía, último hogar fijo de Emhyr.
La noche, el llamado momento de la melancolía por algunos, pero allí y siguiendo el rumor, no era así, sino era el momento de la vulnerabilidad, del peligro, y de lo oculto. Aunque para algunos mortales era la hora en la que podían saciar sus vicios sin que otros lo estuviesen vigilando.
Para Emhyr era la hora de su búsqueda, ya que, el objetivo de viajar hasta París era encontrar su obsesión particular y aquella que le había dejado cicatrices en su piel, y dejado con vida sin explicación alguna. Vampiros, era lo que ha Emhyr tanto le llamaba la atención en su pequeño mundo sobrenatural, era algo curioso que debía descubrir aunque su vida estuviese en juego, y esa ambicionada inmortalidad.
Sus manos barajaron aquellas cartas españolas, mientras apoyaba su espalda en un muro, su gesto era entretenido y sus dedos con habilidad sacaban hacían aparecer de la nada alguna carta descarriada que él contemplaba largamente, como si quisiese descifrar algo en ella, con si leyese en un libro algo interesante lleno de significado.
Una sota de oro entre el azar apareció en sus dedos, los labios de Emhyr se curvaron creando una divertida sonrisa, ya que le hacia gracia la casualidad de la carta y lo que, en los bajos fondos solía significar aquella carta.
Última edición por Emhyr Van Emreys el Dom Ago 01, 2010 10:14 am, editado 1 vez
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Haciendo Trampas [Libre]
Otro día más ha transcurrido, llega la noche y lo que menos deseo es continuar en mi mansión. Ese lugar espacioso, silencioso, antiguo, todavía con algunas cajas que la servidumbre no ha tenido tiempo de desempacar. Volví a París después de varios años, buscando... no sé, algo. Creo que ese algo tiene mucho que ver con la ciudad. Al menos es un lugar que no parece dormir jamás, contrastante con Londres, mi lugar de origen. Aquí la gente parece no descansar nunca, especialmente de noche, o si te familiarizas con los lugares, vas notando que o a quien puedes encontrarte con más probabilidades. Había recorrido ya muchos lugares sin establecerme en ninguno en los últimos años, hasta que finalmente decidí volver a Paris, ya habiendo transcurrido el tiempo suficiente para hacerlo sin ningún problema.
Resulta molesto tener que marcharte de un lugar de tu agrado cuando transcurren los años y no envejeces ni un ápice. La gente comienza a notarlo, los rumores se riegan como la pólvora, empiezan a preguntarse que tipo de encantamiento utilizas. Algunos te tildan de hechicera, otros de demonio, le vendió su alma al diablo?... Tal vez no estén tan equivocados al ponderar... No es divertido como jamás te tildan de ángel? Por supuesto, ellos no se equivocan tanto al hacer sus conjeturas. Entonces no te queda más remedio que hacer tus maletas y marcharte a un nuevo lugar.
A lo largo de los años he comprado numerosas propiedades en Europa y en Asia bajo distintos nombres. Después sólo regresas, tus apoderados te ayudan a manejar tus asuntos financieros. Sólo tienes un contacto directo que se comunica con ellos, alguien de tu absoluta confianza. Sí, la confianza también la puedes comprar, si ofreces el precio justo. Y digan lo que digan, todos tienen su precio.
Caminaba por las calles con las que volvía a familiarizarme de a poco, viendo a mi alrededor sin que nada llamase mi atención. Repentinamente noté un leve movimiento proveniente de un muro cercano. Disminuí un poco el paso mientras continuaba en esa dirección, notando fácilmente como alguien se encontraba de pie con lo que parecía ser unas cartas. Un adivinador? Una sonrisa a medias se colaba en mi rostro, mientras me acercaba al susodicho, más por aburrimiento que por otra cosa. -Lee la fortuna?-
Resulta molesto tener que marcharte de un lugar de tu agrado cuando transcurren los años y no envejeces ni un ápice. La gente comienza a notarlo, los rumores se riegan como la pólvora, empiezan a preguntarse que tipo de encantamiento utilizas. Algunos te tildan de hechicera, otros de demonio, le vendió su alma al diablo?... Tal vez no estén tan equivocados al ponderar... No es divertido como jamás te tildan de ángel? Por supuesto, ellos no se equivocan tanto al hacer sus conjeturas. Entonces no te queda más remedio que hacer tus maletas y marcharte a un nuevo lugar.
A lo largo de los años he comprado numerosas propiedades en Europa y en Asia bajo distintos nombres. Después sólo regresas, tus apoderados te ayudan a manejar tus asuntos financieros. Sólo tienes un contacto directo que se comunica con ellos, alguien de tu absoluta confianza. Sí, la confianza también la puedes comprar, si ofreces el precio justo. Y digan lo que digan, todos tienen su precio.
Caminaba por las calles con las que volvía a familiarizarme de a poco, viendo a mi alrededor sin que nada llamase mi atención. Repentinamente noté un leve movimiento proveniente de un muro cercano. Disminuí un poco el paso mientras continuaba en esa dirección, notando fácilmente como alguien se encontraba de pie con lo que parecía ser unas cartas. Un adivinador? Una sonrisa a medias se colaba en mi rostro, mientras me acercaba al susodicho, más por aburrimiento que por otra cosa. -Lee la fortuna?-
Invitado- Invitado
Re: Haciendo Trampas [Libre]
*Mientras sostenía entre sus dedos la sota de oros, y la contemplaba con aquella sonrisa bien a la vista, sus pensamiento viajaban lejos envolviendose entre los recuerdos.
Sentir unas manos de piel oliva, seguidas por el sonidos de miles de pulseras de oro, sobre su propia mano era lo que le evoco las cartas. "O se nace con la gracia, o se finge tenerla. Pero solo mirando como lo hago yo una y otra vez no vas a aprender nadar... Debes experimentarlo..." Emhy no sabía porque recordo esas palabras, y recordo el estremecimiento que provocaba su contacto. Suspiro con sonrisa divertida y picará cuando otro recuerdo volo por su mente, pero este fue interrumpido por una voz femenina que le devolvió a la realidad en la que se encontraba.
Ni su rostro ni su cuerpo se movió de su posición, solo sus ojos castaños se alzaron su sonrisa se borro y su gesto se suavizo. De nuevo sus ojos se volvieron a la carta que desapareció entre sus dedos ágiles e incorporandose de nuevo a la baraja.
"Lo que me temía, sota de oro, mujer de posición alta o mujer de..."
Ese pensamiento le vino en cuanto sus rostro se alzo para verla mejor en la oscuridad.
Joven, con porte hermoso, buena ropa, y apariencia educada y dulce. Nunca había que dejarse engañar, era su lema, siempre había ricas malcriadas con apariencia exquisita y dulce. Además, que haría una mujer como esa sola en aquellas calles oscuras.
Sus ojos miraron atrás de ella, aparentemente no llevaba ningun tipo de escolta, y si la llevaba no era apreciable.
-Leer la fortuna, es una de las muchas cosas que puedo hacer, aunque concederla no puedo. Eso se lo dejo, a los hados.
Emhyr dejo de apoyarse en la pared y dió un paso hacia delante inclinandose de manera cortes ante la jóven, mientras decía aquellas palabras. Sus manos habiles hicieron que de nuevo la baraja desapareciese entre sus ropas casi sin ser apreciado.
Este le sonrio mientras volvía a alzarse, tal vez fuese una oportunidad para conseguir algo de ella.
-¿Desea que se la lea?
Sentir unas manos de piel oliva, seguidas por el sonidos de miles de pulseras de oro, sobre su propia mano era lo que le evoco las cartas. "O se nace con la gracia, o se finge tenerla. Pero solo mirando como lo hago yo una y otra vez no vas a aprender nadar... Debes experimentarlo..." Emhy no sabía porque recordo esas palabras, y recordo el estremecimiento que provocaba su contacto. Suspiro con sonrisa divertida y picará cuando otro recuerdo volo por su mente, pero este fue interrumpido por una voz femenina que le devolvió a la realidad en la que se encontraba.
Ni su rostro ni su cuerpo se movió de su posición, solo sus ojos castaños se alzaron su sonrisa se borro y su gesto se suavizo. De nuevo sus ojos se volvieron a la carta que desapareció entre sus dedos ágiles e incorporandose de nuevo a la baraja.
"Lo que me temía, sota de oro, mujer de posición alta o mujer de..."
Ese pensamiento le vino en cuanto sus rostro se alzo para verla mejor en la oscuridad.
Joven, con porte hermoso, buena ropa, y apariencia educada y dulce. Nunca había que dejarse engañar, era su lema, siempre había ricas malcriadas con apariencia exquisita y dulce. Además, que haría una mujer como esa sola en aquellas calles oscuras.
Sus ojos miraron atrás de ella, aparentemente no llevaba ningun tipo de escolta, y si la llevaba no era apreciable.
-Leer la fortuna, es una de las muchas cosas que puedo hacer, aunque concederla no puedo. Eso se lo dejo, a los hados.
Emhyr dejo de apoyarse en la pared y dió un paso hacia delante inclinandose de manera cortes ante la jóven, mientras decía aquellas palabras. Sus manos habiles hicieron que de nuevo la baraja desapareciese entre sus ropas casi sin ser apreciado.
Este le sonrio mientras volvía a alzarse, tal vez fuese una oportunidad para conseguir algo de ella.
-¿Desea que se la lea?
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Haciendo Trampas [Libre]
Transcurrieron breves segundos, los cuales me bastaron para inspeccionar a la persona frente a mi. El muro se encontraba en la semipenumbra pero mis ojos veían todo con bastante detalle, como un humano bajo una esfera más luminosa. No, de hecho mejor que éste, ya que con el pasar de la edad la vista de aquellos comenzaba a deteriorarse, tal vez ligera o imperceptiblemente en algunos casos, pero de manera inevitable a la larga.
La rápida inspección visual me sirvió para darme cuenta de algunas cosas, como el hecho de que se trataba de un hombre joven que presentaba un notorio aire extranjero, acentuado por un rostro un tanto exótico que me llevó a recordar tierras más al oriente. Sus ropas me parecieron bastante desprolijas, cosa que no me sorprendió en lo absoluto, al encontrarnos en un lugar como éste. Fácilmente podía uno encontrarse por estos rumbos y a estas horas con más de un rufián de la calle, o con algun que otro personaje que podría envalentonarse al ver a una mujer deambular sola por allí, y a quien su destino podría acortar sus horas de manera inesperada, para no ser extrañado por ningún otra alma. Siempre abundaban los viajeros y los vagabundos, los pillos y los truanes, y afortunadamente, en la mayoría de los casos, escoria de la sociedad a quien nadie echaría de menos, caso de que éstos llegasen a desaparecer de forma que la mayoría catalogaría de misteriosa...
Sin embargo, en este momento cualquier ansia a la que hubiese podido ser susceptible se encontraba perfectamente controlada, de manera que mi mente no se entretuvo demasiado en los pormenores del personaje frente a mi como no fuese más que para interesarme en el contenido de esas cartas.
Respondí a su saludo con una leve inclinación de cabeza, arqueando ligeramente una ceja al escuchar sus palabras. Los hados, la fortuna, las parcas tejiendo los hilos de la vida, como sea que quisieses llamarles, no estaba muy segura de que se acordasen demasiado de mi, más bien tenía la convicción de que me dejaban al azar para hacer más a mi conveniencia, o al menos era lo que había sucedido durante mucho tiempo. De todas formas, no perdía nada con escuchar si los mismos me deparaban algo, sea lo que sea que esto fuese.
-Si posee esa habilidad escucharé con atención lo que quiera revelarme con respecto a mi fortuna.- Sonreí ligeramente, había notado la agilidad con la que manipulaba la baraja, aunque aún faltaba comprobar si realmente era lector de fortunas o si todo era nada más simple palabrería.
La rápida inspección visual me sirvió para darme cuenta de algunas cosas, como el hecho de que se trataba de un hombre joven que presentaba un notorio aire extranjero, acentuado por un rostro un tanto exótico que me llevó a recordar tierras más al oriente. Sus ropas me parecieron bastante desprolijas, cosa que no me sorprendió en lo absoluto, al encontrarnos en un lugar como éste. Fácilmente podía uno encontrarse por estos rumbos y a estas horas con más de un rufián de la calle, o con algun que otro personaje que podría envalentonarse al ver a una mujer deambular sola por allí, y a quien su destino podría acortar sus horas de manera inesperada, para no ser extrañado por ningún otra alma. Siempre abundaban los viajeros y los vagabundos, los pillos y los truanes, y afortunadamente, en la mayoría de los casos, escoria de la sociedad a quien nadie echaría de menos, caso de que éstos llegasen a desaparecer de forma que la mayoría catalogaría de misteriosa...
Sin embargo, en este momento cualquier ansia a la que hubiese podido ser susceptible se encontraba perfectamente controlada, de manera que mi mente no se entretuvo demasiado en los pormenores del personaje frente a mi como no fuese más que para interesarme en el contenido de esas cartas.
Respondí a su saludo con una leve inclinación de cabeza, arqueando ligeramente una ceja al escuchar sus palabras. Los hados, la fortuna, las parcas tejiendo los hilos de la vida, como sea que quisieses llamarles, no estaba muy segura de que se acordasen demasiado de mi, más bien tenía la convicción de que me dejaban al azar para hacer más a mi conveniencia, o al menos era lo que había sucedido durante mucho tiempo. De todas formas, no perdía nada con escuchar si los mismos me deparaban algo, sea lo que sea que esto fuese.
-Si posee esa habilidad escucharé con atención lo que quiera revelarme con respecto a mi fortuna.- Sonreí ligeramente, había notado la agilidad con la que manipulaba la baraja, aunque aún faltaba comprobar si realmente era lector de fortunas o si todo era nada más simple palabrería.
Invitado- Invitado
Re: Haciendo Trampas [Libre]
-Bien.
Afirmó Emhyr, apartando sus ojos de ella un instante. Camino pasando a su lado, y observando el cielo, meditativo.
París era ciudad, donde la oscuridad de la noche era lo de menos, ya que la luz imperaba en las ígneas farolas que iluminaban con gran esfuerzo mantenido. Pero a pesar de ello, y al menos en las calles que ambos se situaban, a Emhyr le parecieron las calles más oscuras que había visto en aquellos dos días en los que se situaba en aquel lugar tan solo. Y esa oscuridad le permitía que cielo fuese más propicio para contemplar las estrellas.
Distraído Emhyr se froto sus manos, siempre seguía el mismo método en gran parte de su pequeño teatro, la regla era intentar deslumbrar al posible cliente.
Meditativo comenzó a susurrar para sí mismo, mientras sus manos hurgaban en sus bolsillos y en sus ropas buscando algo.
-Mmmm... Buena luna esta noche, Tarot egipcio.
Tras dejar de mover sus manos por su ropa, este saco una baraja, la cual comenzó a mezclar con agilidad. De nuevo camino hacia ella y distraído sus ojos en las cartas los elevo hacia ella cuando se situó justo enfrente de ella. Una sonrisa confiada se dedico.
-No es un buen lugar para echar el tarot, pero se hará lo que se puede.
Parando de mezclar las cartas, le tendió la baraja a la joven para que la tomase, mientras tomaba al guitarra que colgaba a su espalda para situarla entre ellos. Necesitaba una superficie, y si era de madera mejor.
-Palpe las cartas, deje su huella en ellas, deben conocerla en primer lugar que puedan leer la fortuna. Piense que desea que ella le digan, porque ellas responderán, pero ¡cuidado! No se fíe de lo que ellas nos revelen, ya que la ambigüedad puede hacer que usted piense lo que no es correcto.
Tendiéndole la mano, para que se las devolviese, las tomo. Y sacando una corta al azar se la tendió a ella de nuevo, en aquella carta se representaba a la diosa egipcia “Nehebka”, una diosa cuyos brazos están adornados por serpientes que recorren su cuerpo.
-Esta carta es usted, “El Descanso”. De nuevo deje su huella, sople sobre ella dejando su aliento, ya que en el antiguo Egipto decían que el aire es el único que puede devolver la vida.
Agachado frente la superficie de la guitarra vuelta, Emhyr comenzó a disponer las cartas sobre ella formando una figura una especie de cruz que dejaba un hueco para aquella carta que le había tendido a ella.
-¿Qué desea saber primero? El inevitable destino, al que debe designarse ya que no tiene poder sobre él. -Señalo a la carta situada al norte de la cruz. -El destino que puede ser evitado, usted puede nominarlo... Cambiarlo. -Señalando la carta situada al este. -Su relaciones, familia, amor, pareja... -Señalo al sur. -O el futuro. -Señalando a la última carta. -Usted elige.
Afirmó Emhyr, apartando sus ojos de ella un instante. Camino pasando a su lado, y observando el cielo, meditativo.
París era ciudad, donde la oscuridad de la noche era lo de menos, ya que la luz imperaba en las ígneas farolas que iluminaban con gran esfuerzo mantenido. Pero a pesar de ello, y al menos en las calles que ambos se situaban, a Emhyr le parecieron las calles más oscuras que había visto en aquellos dos días en los que se situaba en aquel lugar tan solo. Y esa oscuridad le permitía que cielo fuese más propicio para contemplar las estrellas.
Distraído Emhyr se froto sus manos, siempre seguía el mismo método en gran parte de su pequeño teatro, la regla era intentar deslumbrar al posible cliente.
Meditativo comenzó a susurrar para sí mismo, mientras sus manos hurgaban en sus bolsillos y en sus ropas buscando algo.
-Mmmm... Buena luna esta noche, Tarot egipcio.
Tras dejar de mover sus manos por su ropa, este saco una baraja, la cual comenzó a mezclar con agilidad. De nuevo camino hacia ella y distraído sus ojos en las cartas los elevo hacia ella cuando se situó justo enfrente de ella. Una sonrisa confiada se dedico.
-No es un buen lugar para echar el tarot, pero se hará lo que se puede.
Parando de mezclar las cartas, le tendió la baraja a la joven para que la tomase, mientras tomaba al guitarra que colgaba a su espalda para situarla entre ellos. Necesitaba una superficie, y si era de madera mejor.
-Palpe las cartas, deje su huella en ellas, deben conocerla en primer lugar que puedan leer la fortuna. Piense que desea que ella le digan, porque ellas responderán, pero ¡cuidado! No se fíe de lo que ellas nos revelen, ya que la ambigüedad puede hacer que usted piense lo que no es correcto.
Tendiéndole la mano, para que se las devolviese, las tomo. Y sacando una corta al azar se la tendió a ella de nuevo, en aquella carta se representaba a la diosa egipcia “Nehebka”, una diosa cuyos brazos están adornados por serpientes que recorren su cuerpo.
-Esta carta es usted, “El Descanso”. De nuevo deje su huella, sople sobre ella dejando su aliento, ya que en el antiguo Egipto decían que el aire es el único que puede devolver la vida.
Agachado frente la superficie de la guitarra vuelta, Emhyr comenzó a disponer las cartas sobre ella formando una figura una especie de cruz que dejaba un hueco para aquella carta que le había tendido a ella.
-¿Qué desea saber primero? El inevitable destino, al que debe designarse ya que no tiene poder sobre él. -Señalo a la carta situada al norte de la cruz. -El destino que puede ser evitado, usted puede nominarlo... Cambiarlo. -Señalando la carta situada al este. -Su relaciones, familia, amor, pareja... -Señalo al sur. -O el futuro. -Señalando a la última carta. -Usted elige.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Haciendo Trampas [Libre]
Observé la manera en que se desenvolvía frente a mi. He de admitir que independientemente de si lo que me decía era real o no, ciertamente la manera en que actuaba era lo suficientemente convincente como para influir en la imaginación del espectador, en mí en este caso. Por supuesto yo no era del tipo que se deja convencer a la primera impresión.
Con el transcurrir del tiempo aprendías que los libros jamás se juzgan por la portada, a menos que seas un tarado al que sea fácil engatusar una y otra vez. No, lo mejor era siempre fijarse en los detalles, aprender a leer entre líneas, lo cual, no diré que era algo que me resultase invariablemente fácil. O acaso lo era, la mayoría de las veces, descifrando a cualquiera después de unos minutos de interacción, aunque muy rara vez me topaba con la excepción a la regla, con el uno en un millón, y entonces era cuando la vida se tornaba un tanto interesante.
De cualquier forma seguí los movimientos de la baraja y momentáneamente me dejé llevar por un sentido de misticismo que había conocido hace años en lugares muy diferentes a Paris. Seguí sus indicaciones hasta tener entre mis manos una extraña carta mostrando la figura de una mujer rodeada de serpientes. Sonreí sarcásticamente para mis adentros al escuchar que la carta era yo. Bueno, está bien, diríamos que sí lo era, tan sólo para ver ver adonde me conducía todo esto.
Ponderé las opciones. El inevitable destino? Lo conocía perfectamente al maldito. Había hecho lo que le había dado la gana conmigo y me había llevado hasta donde me encontraba en este momento. No, no deseaba escucha nada respecto a ese por ahora. El destino que era posible cambiar? Era interesante en concepto pero la opción se presentaba demasiado tarde, todo lo que hubiese deseado cambiar había quedado enterrado en mi pasado hace ya mucho tiempo. Relaciones? pasé de esa opción sin siquiera pensarlo, no había nada allí para mí.
-Qué tal el futuro?- pregunté, enlazando mi mirada con la suya un instante, sopesándolo, después de lo cual me relajé. -Qué me puede decir de eso? Qué me espera a la vuelta de la esquina?- Volví a sentirme entretenida con este pequeño acto de adivinación. En realidad si el futuro se podía leer, no creía que este repentinamente fuese a sorprenderme, haciéndome dar en mi vida un giro de ciento ochenta...
Con el transcurrir del tiempo aprendías que los libros jamás se juzgan por la portada, a menos que seas un tarado al que sea fácil engatusar una y otra vez. No, lo mejor era siempre fijarse en los detalles, aprender a leer entre líneas, lo cual, no diré que era algo que me resultase invariablemente fácil. O acaso lo era, la mayoría de las veces, descifrando a cualquiera después de unos minutos de interacción, aunque muy rara vez me topaba con la excepción a la regla, con el uno en un millón, y entonces era cuando la vida se tornaba un tanto interesante.
De cualquier forma seguí los movimientos de la baraja y momentáneamente me dejé llevar por un sentido de misticismo que había conocido hace años en lugares muy diferentes a Paris. Seguí sus indicaciones hasta tener entre mis manos una extraña carta mostrando la figura de una mujer rodeada de serpientes. Sonreí sarcásticamente para mis adentros al escuchar que la carta era yo. Bueno, está bien, diríamos que sí lo era, tan sólo para ver ver adonde me conducía todo esto.
Ponderé las opciones. El inevitable destino? Lo conocía perfectamente al maldito. Había hecho lo que le había dado la gana conmigo y me había llevado hasta donde me encontraba en este momento. No, no deseaba escucha nada respecto a ese por ahora. El destino que era posible cambiar? Era interesante en concepto pero la opción se presentaba demasiado tarde, todo lo que hubiese deseado cambiar había quedado enterrado en mi pasado hace ya mucho tiempo. Relaciones? pasé de esa opción sin siquiera pensarlo, no había nada allí para mí.
-Qué tal el futuro?- pregunté, enlazando mi mirada con la suya un instante, sopesándolo, después de lo cual me relajé. -Qué me puede decir de eso? Qué me espera a la vuelta de la esquina?- Volví a sentirme entretenida con este pequeño acto de adivinación. En realidad si el futuro se podía leer, no creía que este repentinamente fuese a sorprenderme, haciéndome dar en mi vida un giro de ciento ochenta...
Invitado- Invitado
Re: Haciendo Trampas [Libre]
Agachado junto a la guitarra volcada, y con aquellas cartas dispuestas en aquel juego de arcanos espero con paciencia a su elección, luego escucho sus palabras, y volvió la carta.
Emhyr alzo su ceja con un gesto irónico al ver la carta, luego y antes de decir nada, se la mostró a ella.
Una mujer con cabeza de vaca se representaba, de perfil, en la carta, con un vestido azul y una luna detrás de ella, ponía escrito en otro idioma "La Luna".
-La Luna, la diosa Hathor, la diosa de la música, el amor, la embriaguez... Pero lo que representa la diosa no es lo que te depara en tu futuro, porque como pone por escrito “La Luna” posee muchas caras y fases, y esta carta te salio inversa, así que es referida a la cara oculta de la Luna, a algo que, señorita, oculta, un secreto que un futuro alguien descubrirá. -Pauso un instante, su voz había cambiado su registro, susurrante, misteriosa, atenta a las palabras que iba pronunciando, una voz acariciante y que advertía. -Ese secreto que usted guarda con ahincó, desde hace mucho tiempo, al ser revelado o encontrado, le pondrá en peligro, ya que la carta invertida se refiere a un secreto bien gordo.
Emhyr tras aquella seriedad que aparento, le sonrió de nuevo confiado como solía hacer él. Siendo ella de una mujer de alta sociedad, no le extraía que aquel secreto fuese una infidelidad a su marido o algo por el estilo, pensaba, debería ser eso un lió de sabanas o algo peor, un asesinato.
La sonrisa de Emhyr se borro ante el último pensamiento, ¿por qué fue a pensar en aquello? Su mente le jugaba malas pasadas, o más bien su intuición.
-Puede seguir eligiendo más cartas, a lo mejor las demás pueden darle una solución a este futuro. Recuerde: Destino que puede evitarse, Destino inevitable y su relación con los demás. Usted elige, antes de que le pida la carta sorpresa.
Mientras decía aquello, posaba sobre la guitarra la carta revelada, y señalaba de nuevo y con delicadeza cada una de las cartas, luego poso su mano sobre la baraja cómodamente esperando.
Emhyr alzo su ceja con un gesto irónico al ver la carta, luego y antes de decir nada, se la mostró a ella.
Una mujer con cabeza de vaca se representaba, de perfil, en la carta, con un vestido azul y una luna detrás de ella, ponía escrito en otro idioma "La Luna".
-La Luna, la diosa Hathor, la diosa de la música, el amor, la embriaguez... Pero lo que representa la diosa no es lo que te depara en tu futuro, porque como pone por escrito “La Luna” posee muchas caras y fases, y esta carta te salio inversa, así que es referida a la cara oculta de la Luna, a algo que, señorita, oculta, un secreto que un futuro alguien descubrirá. -Pauso un instante, su voz había cambiado su registro, susurrante, misteriosa, atenta a las palabras que iba pronunciando, una voz acariciante y que advertía. -Ese secreto que usted guarda con ahincó, desde hace mucho tiempo, al ser revelado o encontrado, le pondrá en peligro, ya que la carta invertida se refiere a un secreto bien gordo.
Emhyr tras aquella seriedad que aparento, le sonrió de nuevo confiado como solía hacer él. Siendo ella de una mujer de alta sociedad, no le extraía que aquel secreto fuese una infidelidad a su marido o algo por el estilo, pensaba, debería ser eso un lió de sabanas o algo peor, un asesinato.
La sonrisa de Emhyr se borro ante el último pensamiento, ¿por qué fue a pensar en aquello? Su mente le jugaba malas pasadas, o más bien su intuición.
-Puede seguir eligiendo más cartas, a lo mejor las demás pueden darle una solución a este futuro. Recuerde: Destino que puede evitarse, Destino inevitable y su relación con los demás. Usted elige, antes de que le pida la carta sorpresa.
Mientras decía aquello, posaba sobre la guitarra la carta revelada, y señalaba de nuevo y con delicadeza cada una de las cartas, luego poso su mano sobre la baraja cómodamente esperando.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Haciendo Trampas [Libre]
Observé a mi interlocutor un poco más a fondo. No tenía ni idea de porque le seguía este juego, pero a la mejor era porque de repente no estaría de más dejar mi irrevocable escepticismo a un lado y dejarme llevar por el juego de la pretensión...
Que mi futuro se encontraba frente a mi era indudable, que sería largo e insondable era más que indudable, pero tampoco esperaba un brillante futuro... Ah... luego lo veía enseñarme esa nueva carta con otra diosa egipcia y ya presentía que no me haría ninguna revelación de buena ventura...
Un secreto bien guardado que saldría a la luz? Hhmmmm... Nadie estaba al tanto de mi llegada a Paris por lo que las posibilidades de que alguien indagase en mi pasado eran prácticamente nulas. O al menos al regresar había pensado en llevar una vida un tanto más sosegada, más cautelosa, por decirlo de alguna manera. Aunque de repente mis resoluciones podrían cambiar en un abrir y cerrar de ojos, nunca se sabe...
Y de repente todo este acto estaba influyendo en mi de alguna manera? Por supuesto que no... Por unos breves y alocados segundos se me ocurrió que la persona frente a mi sabía mi secreto. Lo observé mientras devolvía la carta a su lugar, tentada de mostrarle mi verdadero rostro y extraerle algunas respuestas. Pero era imposible... por qué habría él de saberlo?
Le sonreí dulcemente antes de levantar la siguiente carta y retenerla en mis manos unos segundos. -Dígame señor... dónde aprendió el arte de la adivinación? Nunca había visto a alguien en Paris usar cartas de este tipo...-
Alcé la carta que había tomado de manera que viese hacía él. Para ser honesta, siempre había sentido una atracción innegable por todo lo Egipcio y me daba perfecta cuenta del significado de cada uno de sus dioses. A la mejor por eso me gustaba seguir con todo este asunto. Por ahora la carta que le enseñaba la había tomado de el destino que puede ser cambiado...
Que mi futuro se encontraba frente a mi era indudable, que sería largo e insondable era más que indudable, pero tampoco esperaba un brillante futuro... Ah... luego lo veía enseñarme esa nueva carta con otra diosa egipcia y ya presentía que no me haría ninguna revelación de buena ventura...
Un secreto bien guardado que saldría a la luz? Hhmmmm... Nadie estaba al tanto de mi llegada a Paris por lo que las posibilidades de que alguien indagase en mi pasado eran prácticamente nulas. O al menos al regresar había pensado en llevar una vida un tanto más sosegada, más cautelosa, por decirlo de alguna manera. Aunque de repente mis resoluciones podrían cambiar en un abrir y cerrar de ojos, nunca se sabe...
Y de repente todo este acto estaba influyendo en mi de alguna manera? Por supuesto que no... Por unos breves y alocados segundos se me ocurrió que la persona frente a mi sabía mi secreto. Lo observé mientras devolvía la carta a su lugar, tentada de mostrarle mi verdadero rostro y extraerle algunas respuestas. Pero era imposible... por qué habría él de saberlo?
Le sonreí dulcemente antes de levantar la siguiente carta y retenerla en mis manos unos segundos. -Dígame señor... dónde aprendió el arte de la adivinación? Nunca había visto a alguien en Paris usar cartas de este tipo...-
Alcé la carta que había tomado de manera que viese hacía él. Para ser honesta, siempre había sentido una atracción innegable por todo lo Egipcio y me daba perfecta cuenta del significado de cada uno de sus dioses. A la mejor por eso me gustaba seguir con todo este asunto. Por ahora la carta que le enseñaba la había tomado de el destino que puede ser cambiado...
Invitado- Invitado
Re: Haciendo Trampas [Libre]
Siguiendo con aquella intuición para interpretar las cartas, una intuición que le había servido para mucho, más su don de orador, enlaza ambos caracteres para poder hacer que estas cartas apelaran a rasgos o sucesos que rodeaban a sus "clientes" o más bien consultantes.
Extraordinariamente, solía acertar mucho. No recordaba aun el día en el que había fallado su predicción.
Emhyr, observo como ella posaba una de las cartas entregadas entre las demás. Él, la notaba silenciosa y atenta, normal en el consultante, a él le tocaba sobre todo hablar en estos servicios. Pero aquel silencio era diferente, era como si ella pensará o meditará posibilidades y para él, era una buena señal, en algo había acertado, algo que hacía que ella dudase o se cuestionase algo relacionado con lo que había acertado.
-En todos lados... En cada lugar es diferentes, en oriente todo es más vinculado con la astrología, en occidente la naturaleza es la que manda. Pero donde mejor aprendí los diferentes caminos de la interpretación de la ventura, fue en el Sur de España.
Emhyr sonrió, sin poder evitarlo, y sus ojos por un instante indicaron que en aquellos breves segundo su mente había viajado lejos, ya que a pesar de que sus pies hubiese pisado miles de lugares, él podía admitir que se había enamorado de España, de Andalucía en particular y con ello comprendió en su día la pasión que su padre había sentido por su madre, nativa de allí.
Sus ojos volvieron de nuevo allí, y se entrecerraron al visualizar la carta.
Emhyr se rasco la barbilla, al ver que la carta mostraba la siguiente imagen: una especie de felino salvaje con cuerpo humano, tensaba con gesto fiero un arco sobre un carro de guerra, dando a entender una imagen bélica.
-La diosa Bastet, una gata tierna con sus cachorros, protectora, maternal. Pero debajo de sus suaves patas, unas garras que la convierten en una diosa enérgica, guerrera, vengativa...
Carraspeó, comenzando a dejar que sus palabras se dirigiesen por su imaginación y lo que sabía de la carta.
-Esta carta la llaman "El Tirano". Observo su dulce sonrisa, pero esta carta me dice que bajo esa faceta que usted muestra, esa sonrisa puede quebrarse en el futuro, unas antiguas heridas se reabrirán, una venganza que espera, y un odio que florecerá le llevará a que el deseo de venganza que había quedado en espera. Pero esto le llevará a al desgracia y la predicción. Usted, puede elegir si es el camino que desea.
Extraordinariamente, solía acertar mucho. No recordaba aun el día en el que había fallado su predicción.
Emhyr, observo como ella posaba una de las cartas entregadas entre las demás. Él, la notaba silenciosa y atenta, normal en el consultante, a él le tocaba sobre todo hablar en estos servicios. Pero aquel silencio era diferente, era como si ella pensará o meditará posibilidades y para él, era una buena señal, en algo había acertado, algo que hacía que ella dudase o se cuestionase algo relacionado con lo que había acertado.
-En todos lados... En cada lugar es diferentes, en oriente todo es más vinculado con la astrología, en occidente la naturaleza es la que manda. Pero donde mejor aprendí los diferentes caminos de la interpretación de la ventura, fue en el Sur de España.
Emhyr sonrió, sin poder evitarlo, y sus ojos por un instante indicaron que en aquellos breves segundo su mente había viajado lejos, ya que a pesar de que sus pies hubiese pisado miles de lugares, él podía admitir que se había enamorado de España, de Andalucía en particular y con ello comprendió en su día la pasión que su padre había sentido por su madre, nativa de allí.
Sus ojos volvieron de nuevo allí, y se entrecerraron al visualizar la carta.
Emhyr se rasco la barbilla, al ver que la carta mostraba la siguiente imagen: una especie de felino salvaje con cuerpo humano, tensaba con gesto fiero un arco sobre un carro de guerra, dando a entender una imagen bélica.
-La diosa Bastet, una gata tierna con sus cachorros, protectora, maternal. Pero debajo de sus suaves patas, unas garras que la convierten en una diosa enérgica, guerrera, vengativa...
Carraspeó, comenzando a dejar que sus palabras se dirigiesen por su imaginación y lo que sabía de la carta.
-Esta carta la llaman "El Tirano". Observo su dulce sonrisa, pero esta carta me dice que bajo esa faceta que usted muestra, esa sonrisa puede quebrarse en el futuro, unas antiguas heridas se reabrirán, una venganza que espera, y un odio que florecerá le llevará a que el deseo de venganza que había quedado en espera. Pero esto le llevará a al desgracia y la predicción. Usted, puede elegir si es el camino que desea.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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