Aurora Dormstrang

Ella está allí, donde el peligro acecha. Donde la muerte ronda cada esquina. Donde los silencios, y la obscuridad triunfan. Se camufla entre las sombras, se esconde en la noche, acompañada únicamente por sus penas y una inhóspita soledad. Esa es su única posesión, una soledad que la envuelve y la ciega, que la aparta del resto y la vuelve invisible. Lleva el dolor y el odio grabados en su piel, alma y mente. Está signada por la desconfianza, es por ello que no espera nada de nadie, y nadie espera nada de ella. Pasa desapercibida entre la multitud, nadie la nota. Pero no le importa estar de esa manera. Así, puede observarlo todo desde una peligrosa cercanía. Porque si hay algo que en Aurora es destacable, es esa manía por observar todo, hasta el mas mínimo detalle.

Aurora es bastante simple ¿Por qué? Porque no hay sentimientos en su alma, porque es como una coraza vacía, a la cual le han exprimido el contenido. Entonces vende su cuerpo a los más altos postores, pero jamás ha sentido nada por los hombres que durmieron a su lado. El amor es algo que murió hace tiempo, y que duda podrá recuperar. Solo queda un abismo profundo en su corazón, y esa es la cicatriz que la muerte súbita de su esposo e hijo produjo. No hay rastro de la alegre y risueña muchachita que una vez supo ser. Se deja arrastrar por los vientos, no pelea contra la corriente, porque no le preocupa lo que ocurra a su alrededor, lo único importante, lo que ansía con demasiado fervor es la venganza.

¿Venganza? ¿Puede esta chica de apariencia débil tener sed de sangre? Si, por supuesto. Busca sin descanso al hombre que destruyó su vida, que aniquiló sus ganas de vivir, al culpable de la muerte de su familia, y no parará hasta verlo muerto. Solo de esa manera logrará tener un poco de paz. Una mujer altamente suicida, es capaz de pararse en el borde de un precipicio sin que su rostro demuestre el mínimo cambio, aunque por dentro su corazón puede estar saltando por la adrenalina. Y es por eso, que las ansias de la muerte la llevan a lugares transitados solo por extrañas criaturas, pero ella sabe, que solo allí podrá encontrar lo que quiere. Es callada, incluso algunos la tildarían por fría, pero la pasión y las ganas de volver a sentir amor que corren por sus venas demuestran todo lo contrario. Ayúdala, sálvala de la muerte segura, antes de que cometa una locura, antes de que su mente juegue con ella y la lleve a las profundidades de la noche.

Esta historia no empezará con el típico “nació en una familia de clase alta” o “su infancia fue feliz” y demás cosas que no tienen importancia. Esta historia será solo la pura verdad de una vida que pudo haber sido esplendida, que pudo haber tenido un final feliz, pero que como aurora aprendió a la fuerza, los finales felices no existen.

No recuerda a su familia. No sabe absolutamente nada acerca de sus primeros años. Siempre ha estado en la calle, siempre ha sobrevivido como podía, y eso le bastaba. Hacia lo que tenia que hacer para poder comer, pero hay personas que nacen con una especie de ángel, y ella lo tenía. Aurora siempre tuvo la suerte de que algún extraño la ayudara. Algún desconocido le regalaba pequeñas prendas de ropa, o un poco de dinero, que al fin y al cabo, siempre venían de maravilla. Pero lamentablemente, esto no era suficiente, y a la corta edad de dieciséis años, comenzó su vida en el burdel. Pasando mano en mano por distintos hombres, Aurora nunca conoció la palabra amor, o respeto. Aun así, se mostraba risueña y amable, aunque esa llama que llevaba prendida, pronto se iba apagando.

Pasó el tiempo, y el destino quiso que por su cama llegara un joven muchacho, llamado Pierre. No pasaba los veinte años, y podían leerse en sus ojos un deseo ferviente de ayudar a Aurora. Intentó como pudo sacarla del turbio lugar en el que se encontraba, y debido a su alta posición social, logró hacerlo. Aurora quedó mas que agradecida por la dulce amabilidad del muchacho, y rápidamente se enamoró de el. En efecto, Pierre también se había enamorado de la chica, y sin importarle lo que su familia había dicho, le propuso matrimonio. ¿Qué iban a importar las criticas cuando había conseguido al amor de su vida todo gracias a una noche de locura? Se casaron rápidamente y comenzaron una vida juntos, alquilando una pequeña casa en las afueras de Paris.

El amor marcó sus días, la felicidad vivía en esa casa y jamás habian fuertes peleas. Eran felices, y pasados dos años, tenían un pequeño niño llamado Stephan. Aurora jamás había estado tan feliz. Tenía todo lo que siempre había soñado, una familia y el amor incondicional que toda su niñez le había faltado. ¿Qué podía salir mal?
Todo. Todo salió mal. Una noche en la que habían asistido a una reunión, los tres, volvían a su casa riéndose y recordando hermosos juegos que solían hacer.
De pronto, nadie pudo prevenir lo que estaba por ocurrir. Un hombre que salió de las sombras, atacó por la espalda a Pierre, el último trató de luchar, pero el extraño era mucho más fuerte. Aurora, tomó a su hijo, y por órdenes de su esposo se largó a la fuga aunque su corazón le pedía que se quedara allí. Pudo escuchar los gritos de su esposo, y el último suspiro que su cuerpo exhaló. Pero no había terminado allí. El hombre ahora iba a por ellos, Aurora desesperada rogó por la vida de su hijo, y pidió que tomara la de ella en vez de la de Stephan, pero el asesino no hizo caso. Mató al niño sin piedad, la muchacha lloraba y se escondió en un callejón. Jamás olvidaría el rostro del asesino, y los ojos que parecían fuego, tampoco olvidaría la sangre de su rostro y su ropa, aun puede sentir el aroma a muerte. El hombre fue a por ella, y hasta ahí llegan sus recuerdos de esa noche.

Desde entonces ya no es la misma. A pasado un año y ha vuelto a los burdeles. Nada le importa, no es feliz. Busca solo venganza. Busca solo la muerte del bastardo que acabó con todo una noche de verano. Se maldice por no haber protegido a su familia, se odia y busca la muerte.