Mayra A. McCarth

· Descripción Física:
Esa muchacha que camina por ahí, esa mujer de andares presuntuosos con la cabeza alta. Esas curvas que se esconden tras montones y montones de telas caras y joyas de calidad que hacen que la gente observe quién es. Su tez es pálida como la mismísima nieve, siempre impoluta y perfecta. Nunca verás nada fuera de lugar en ella, se arregla de forma muy evaluativa cuidando cada uno de los detalles. Sin embargo no pocos pueden evitar no fijarse en esas piernas largas que se mueven por debajo del vestido, y en ese torso tan bien formado que se esconde debajo del escote. ¿Cómo poder apartar la mirada de una mujer resplandeciente?

Bella. Lo es, y lo sabe. Sus rasgos son los de una muñeca de porcelana. Grandes ojos de color azul celeste, enmarcados por una extensa capa de negras y largas pestañas que le rozan las mejillas con cada parpadeo. Le sigue una pequeña y redondeada nariz que podría considerarse incluso graciosa, con un toque infantil escondido. Y por supuesto debajo mismo se encuentran unos gruesos labios, rosados, carnosos, esperando a que un día alguien se acerque a ellos. O quizás no. Sus mejillas se pueden apreciar casi siempre con un leve sonrojo, que se hace más notorio si siente vergüenza o incomodidad. Y su rostro ovalado se ve enmarcado por una larga melena. Una cabellera de un rubio platino envidiable; esos cabellos dorados, largos hasta casi media espalda, con pequeños tirabuzones que se forman a veces en las puntas sin quererlo ella expresamente. Incluso podrías ver que en los bailes de clase alta lleva el pelo decorado de la forma más elegante, con perlas pequeñas y otras joyas.

Mayra es una mujer que cuida mucho su aspecto. Siempre con ropas de alta calidad, siempre vistiendo sus mejores galas en los bailes, tratando de dejar una buena huella en la sociedad y la gente que la rodea. No la verás nunca vestida con un trapo cualquiera. No encontrarás ni un solo tatuaje en su piel impoluta. Ni tampoco un fallo, una imperfección o algo que te haga echarte atrás. Y sin embargo no te puedes fiar nunca de su aspecto, ni de su rostro, ni siquiera de su ropa o su clase social. Por que no es la muñeca que todo el mundo espera encontrar cuando se acercan a esa pequeña niña con cuerpo de mujer adulta. En cualquier momento sus rasgos se pueden transformar en una máscara de pura ira, casi en una mueca de salvajismo. Por eso mismo puede ser tanto una bella dama como la cazadora que en realidad es detrás e un aparente manto de elegancia.

· Descripción Psicológica:
Princesita, princesita. Siempre rodeada de la misma clase de gente. Aburrida de estar en el mismo círculo. Así es, necesita un cambio, y lo necesita urgentemente. Es una persona que adora la libertad que le ofrece el mundo, pero está siempre limitada por su propia clase social. Lo único que la saca del sufrimiento es su trabajo. Ser cazadora siempre ha sido algo emocionante para ella. Se siente útil en el mundo haciendo eso. Es una persona que por lo general se mantiene tranquila y calmada. Sabe escuchar, tiene modales por que se los han inculcado desde pequeña pero además es bastante buena dando consejos a la gente que de verdad los necesita. Es de confianza, sabe callarse las cosas que le cuentan siempre y cuando no perjudiquen a nadie de su familia o de su círculo más personal.

Le gusta estar rodeada de gente con la que se siente cómoda. Un montón de desconocidos con los que charlar del tiempo no le dicen nada de nada. Sin embargo cuando se suelta y está con personas que de verdad le importan puede llegar a ser alguien relajada, simpática e incluso risueña. Una verdadera señorita con modales de cara al mundo. De cara al mundo siempre hay que saber actuar, pero por el otro lado es alguien bastante distinto. Tiene sus propios instintos animales, algo que en su familia nadie ha sabido domar, ni siquiera su hermano, el que está a su cargo y que prácticamente guía su vida. Puede llegar a ser ciertamente imprudente si no va con cuidado, no es de pensar mucho antes de hacer las cosas. Aún así no es alguien que se pueda considerar lanzada en temas amorosos. ¿Temas amorosos? Bueno, sí que se le han acercado varios caballeros pero ella no cree que esté preparada para una relación, por lo que rechaza de plano ese tipo de enlaces.

Fuera, sin su familia merodeando a su alrededor y sin los ojos de su padre y de su hermano clavados en su espalda, puede ser una rebelde. Tiene mala leche, sí, no lo pued negar. No la hagas enfadar por que entonces toda esa fachada de ángel bien plantado y sus modales se esfumarán en dos segundos. Puede ser fría, cortante e insensible si la situación no le gusta o bien si es necesario. Al fin y al cabo no tiene tampoco remordimientos por lo que se dedica a hacer normalmente, aunque su familia no sepa nada de todo eso. A veces puede llegar a sentirse fuera de lugar, como si el sitio donde está viviendo y su situación actual no sea lo que está buscando, a lo que debe dedicarse, que no es su hogar. Es complicado para ella, y a veces le cuesta expresarse con el resto del mundo. Aunque eso sí, las palabras sarcásticas e irónicas siempre las tiene para quién las merezca. Pero siempre desde la más pura elegancia. Eso sí.

Actuación. Perfectamente esta mujercita podría haber sido una actriz de categoría. La mayor parte del tiempo mantiene su fachada en alto, una máscara perfecta de señorita de categoría que no parece esconder nada detrás de un relativo manto de perfección y elegancia femenina. Cuando está a solas se da cuenta de que empieza a estar cansada de tanta alta sociedad y tanta clase. Siente una tremenda curiosidad por los humanos de clase baja, por saber qué hacen, cómo viven, cuáles son sus entretenimientos y sus penas. Aunque se lo puede imaginar. De todas formas no quiere saber nada sobre seres sobrenaturales, simplemente los caza y punto. No le importan, no le importa lo que fueron un día ni si tenían sentimientos. Siente un grave rencor contra todos ellos, todos deberían terminar ardiendo entre las llamas del infierno.

· Historia:
Catorce de Octubre, día de frío y nervios. Todos estaban esperando ansiosos en el salón de la enorme mansión. La niña estaba bien, estaba sana, solo tenía unas pequeñas heridas pero no era nada grave. Mejoraría con el tiempo y seguramente para cuando tuviera la mayoría de edad ya habría olvidado lo sucedido. Ni siquiera estaban cerca de llegar a la verdad, no habían acertado en nada pero en aquel momento nadie lo podía saber, viendo a aquella niña pequeña y feliz corretear por la casa como si fuera la suya propia. No podía recordar nada, un trauma de aquella magnitud había dejado ciertas lagunas en su cabeza que ni siquiera el mejor de los especialistas podía arreglar. La familia McCarth solo pudo optar por acogerla entre sus brazos cuando aquella fatídica noche la cría llegó hasta sus brazos. Al fin y al cabo aquel hombre había sido el mejor amigo del señor McCarth durante treinta y siete años largos.

Pasaron los años. La pequeña de la nueva familia crecía de forma alarmante y pronto algunos señores de la alta sociedad como ellos empezaron a interesarse por un futuro compromiso. Querían atar a la niña antes de que se hiciera lo suficientemente mayor como para poder tomar sus propias decisiones y atarse a alguien de forma voluntaria. Pero las cosas no salieron como todos pensaban. Poco a poco la memoria de Mayra empezó a avivarse de nuevo. Los recuerdos volvían a ella como una cascada furiosa en época de lluvias. Hubo un tiempo en que sufría graves migrañas por culpa de eso mismo, e incluso había llegado a llorar. Lo que nadie sabía era que lloraba por haber descubierto lo sucedido en realidad. Su padre había muerto a manos de... Algo. No, algo no. Aquel ser tenía largos colmillos. Un vampiro. No podía ser... Pero era. Lo había visto con sus propios ojos. No se lo podía creer. No estaba con su verdadera familia. Pero al parecer el señor McCarth era el mejor amigo de su padre y por eso se la habían encomendado a ellos.

Aceptó que aquella era su nueva situación y su nueva familia. Empezó a adaptarse a lo que le pedían, asistir a bailes de alta clase, convertirse en toda una señorita y aprender modales para casarse con un hombre que le diera todo lo que necesitaba una mujer de su clase social. Pero ella quería ir más lejos, sabía que dentro de ella clamaba por venganza. Le habían arrebatado al único miembro de su familia que le quedaba y no iba a dejar las cosas de aquella forma. Después de mucho investigar y gracias a los recursos de los que disponía a su alcance, pronto contactaron con ella por medio de una carta contándole cosas que nunca hubiera imaginado. No lo dudó ni un solo momento. Quería hacerlo, quería derribar a todos aquellos seres que al parecer existían y que además eran los culpables de la muerte de su padre. Muchos más iban a morir si no hacía algo ella también. Quería aportar su propio granito de arena a la montaña humana.

Pronto empezó a ir a entrenamientos para convertirse en alguien más. Una cazadora de seres sobrenaturales. De seres no humanos. Sin embargo sabía que sus padres no se lo iban a permitir y su hermano mucho menos, por lo que su nuevo compañero y tutor se las apañó para inventarse una excusa. Al parecer había dicho que le iba a dar clases particulares a Mayra sobre historia, lengua y otros conocimientos necesarios para convertirse en una señorita. Y mientras tanto estaba aprendiendo cosas mucho más primitivas pero útiles. Manejo de armas cuerpo a cuerpo, a distancia, defensa personal, puntos débiles... Todo. Jefren – su tutor – se lo enseñó todo. Poco después empezaron a salir por las noches, aludiendo al hecho de ir al teatro para ver una obra educativa para la muchacha o visitar un museo. Siempre había excusas para ello, y pronto Mayra aprendió también a mentir a la familia McCarth. El juego estaba por empezar.

· Datos Extras:
– Siempre lleva una cruz colgada del cuello. No se la quita jamás de los jamases.
– Su padre posee un restaurante de alta categoría, de ahí saca sus ingresos además de la herencia familiar en sí.
– Le gusta el tabaco. Sin embargo su clase social hace que se tenga que resignar a no fumar o hacerlo en secreto.