Madrugando{Atenea}

por **Salamandra Saint-Syreints** Sáb Sep 03, 2011 4:42 am

Se removió en la cama y miro atravez de la ventana como llevaba haciendo toda la noche, fijando sus ojos en la luna llena que había iluminado aquella noche, brillando junto a las estrellas en el cielo nocturno.La manta la tapaba, haciendo que estuviese caliente aun a pesar del frió que hacia en aquel lugar sobretodo a aquellas horas de la madrugada, pero no por ello pensaba en acostarse y dormir como cualquier otra noche normal.Todo mientras hacia tiempo para poder ver el amanecer desde la comodidad de su carreta, mas específicamente de su cama.

-Amanecer, dulce suspiro del día...-cantaba en voz baja la joven adolescente mientras sus ojos azules se perdían en la variedad de colores que se dibujaban en el horizonte.Azules,rosas,naranjas,violetas...toda una gama que robaba el aliente y le daba ese toque mágico al amanecer que con tanto anhelo había estado esperando la joven gitana adolescente.En aquellos momentos, mientra se perdia admirando la hermosura de fenómeno de la naturaleza que se realizaba ante ella, solo podía sonreír.

El sol ya se podía ver, aunque aun fuese demasiado temprano como para que el resto del campamento estuviera despierto,Salamandra se levanto de su asiento en la cama, dejando la manta a un lado de esta. Tembló.No esperaba el cambio de temperatura tan derrepente y que fuera tan diferente. Sacudió la cabeza en forma de despejar su mente y se cambio rápidamente de ropa para salir de su carreta lo antes posible y disfrutar de la hermosa vista de primera mano.
Salio de su hogar, aun colocándose el pañuelo sobre su cabeza y sonrió cuando sus ojos se perdieron en el luminoso cielo del amanecer,caminando por el campamento gitano mientras que su mente vagaba por cualquier parte del mundo.

por **Atenea Tsartsarnioli** Miér Sep 07, 2011 11:32 am

Perfumas mis bellas madrugadas
Con el suave perfume de tu cuerpo.
Y se encienden de pronto llamaradas
cuando estoy junto a ti, en mi cerebro.

Camino serena sobre el precioso mar
bajo el hechizo de tus lindos ojos.
Y me parece que hasta puedo volar,
bajo un precioso cielo azul y rojo.

Me haces saltar ligera, las montañas,
sin temerle jamás a las caídas.
Y en esa forma irreal y extraña,
disfruto junto a ti, mi inquieta vida.

Desde que era muy pequeña me despertaba muy temprano por las mañanas para así disfrutar del día de manera más prolongada, y ese día no era la acepción aun no salían los rayos de sol pero en el ambiente se podía sentir que pronto se vendría el alba a iluminar el lugar. Me levante de la cama aun estaba en la habitación de la mansión DuPont, jamás pensé en tener un trabajo estable y más un techo donde dormir, acerque mi cuerpo a la ventana que daba hacia el costado del jardín que diariamente cuidaba, aun las flores estaban durmiendo y podía notar como la humedad las había hidratado. Con calma hice todo lo que tenía que hacer antes de salir de la habitación, aun era temprano y ni siquiera las doncellas se habían despertado, pero eso no me importaba ya todos ahí se habían acostumbrado a que fuera yo la primera en pie y en parte era divertido.

Llegue al Jardín privado de la mansión y me senté sobre una roca que daba a la mini cascada que habían construido, mi corazón salto cuando los colores en el cielos se hicieron de un rosa, violeta anaranjado, aquel amanecer era un verdadero espectáculo, y tenía que verlo desde otro lugar, mire el lugar desolado y me fui al establo, ensille con gran rapidez un caballo de la familia y emprendí camino al bosque, al sendero porque en esos lugares era donde la magia y el alma de la naturaleza existía era una de esas mañanas donde todo estaba conectado, ahí podría encontrar el equilibrio que me hacía falta. A galope firme llegue muy cerca del área de los gitanos, hacia un par de días que no visitaba aquel lugar, al que en realidad pertenecía.

Mis ojos abiertos de par en par observaban el espectáculo que brindaba la naturaleza, sobre el caballo me sentía más grande y más cerca del mismo cielo poco a poco una suave brisa envolvió mi cuerpo haciendo que mis cabellos rojos se movieran en un baile que no pararía, con una sonrisa en mis labios me baje del caballo y llevándolo de las riendas lo guie entre las carretas que aun dormían, si era muy temprano para que un gitano estuviera despierto. Pero siempre había alguien diferente, vi la silueta de una mujer no la había visto antes, estaba segura de aquello, con paso lento para no asustarla me pare a su lado y antes de presentarme dije lo que mi corazón deseaba decir – El amanecer, es tan misterioso y espectacular como el mismo crepúsculo al final del día – mis ojos estaban puesto en el horizonte en el cual poco a poco comenzaban a salir los rayos de sol, conjugando los colores violáceos hacían que el ambiente fuera más tranquilizador.

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