Huele que alimenta (Stefany)

por Invitado Dom Sep 18, 2011 1:18 pm

Sólo los dioses sabían cuántas horas llevaba divagando por la calle sin rumbo fijo. Había abandonado el burdel por la mañana con la idea de sencillamente pasear, pero aquella pedregosa ciudad se había convertido en una especie de refugio para él, paradójico si se tenían en cuenta sus dimensiones y su actividad popular. París era una ciudad hermosa, sin duda, pero si la comparaba con otras que había visto quizá quedara en segunda posición. Tenía cosas insólitas pero también cosas que ya había visto anteriormente. Ser la concubina de millonarios importantes no era tan malo al fin y al cabo…

De pronto, por sus ojos comenzaron a pasar cada vez de forma más continua hombres, mujeres y niños con cestas de la compra. Algunas iban a rebosar, otras, por desgracia no tanto. Y al doblar una esquina entendió el por qué. Grandes tenderetes y puestos se erguían en una enorme calle que daba a una placita redonda donde los vendedores exponían sus productos y la gente los compraba. Había oído hablar del mercado pero nunca había estado allí. Ahora que lo veía comprendí su fama: había prácticamente de todo. Miraba a un lado y a otro y a cada nuevo golpe de vista veía algo nuevo y diferente a lo anterior, incluso había cosas que no había visto nunca. Eso le recordó un poco a su país. Echaba de menos muchísimas cosas a pesar de haber conocido muchas otras también maravillosas. Pero, estaba claro que como en casa en ningún sitio…

También observó en un momento dado que pequeños infantes de corta y no tan corta edad se dedicaban al pillaje. Él no tuvo que guarecerse, ya que no llevaba nada encima. Al contrario, se paseó tranquilo porque las pocas monedas que lo acompañaban viajaban en la parte interna de sus pantalones. Quizá pareciera asqueroso, pero era completamente seguro. Siguió andando un poco más y pronto se aventuró en una marea de gente que entre gritos de ofertas y prisas provocaba achuchones, pisotones y algún que otro golpe infortuito. En uno de esos achuchones sin querer golpeó a varias personas con su codo. Como pudo se reincorporó y a las personas que había a su alrededor las observó y sin saber a quién exactamente había golpeado comenzó a tocar hombros al azar -Di-Disculpe… ; lo lamento; perdón, lo lamento; lo siento… - eran las disculpas que salían tímidamente de sus labios. Súbitamente sus ojos se encontraron con los de una muchacha en una mirada fugaz que seguramente ninguno de los dos habría advertido de no ser porque Ejnar creyó seguro ser una de las personas a las que había golpeado - Perdone, señorita… La he empujado yo sin querer, de verdad lo siento, no ha sido a propósito… - comenzó a disculparse atropelladamente y sin darse cuenta de que a su alrededor lo miraban entre mal y lascivamente por su inusual indumentaria.

por **Stefany Ane Richards** Lun Sep 19, 2011 2:28 pm

Ese día prefería estar alegre, era la típica mañana que todo te parece maravilloso, que no te importaria ir a pasear disfrutando de aquel cielo, de aquella pequeña brisa que hacía revolotear mi pequeño pañuelo colocado en el cuello, ese celeste pañuelo que tanto me gustaba. Ya empezaban esos día en el que el otoño se adueñaba del verano y lo que también causaba costiparse con facilidad.

Niños riendo y mi largo vestido acariciando aquellos brazos que lo iban rozando. Aquel familiar sonido, aquellas voces, a lo lejos ya se escuchaba a la gente del mercado chillar sus productos y una amplia sonrisa se apoderó de mi rostro, cada día parecía igual pero tu lo hacias diferente y hoy quería que fuese diferente, estaba cansada de la inútil rutina, el trabajo en el teatro me agotaba físicamente y mi voz también necesitaba descansar, varias semanas de duro trabajo preparando aquellos espectáculos para después poder tener una buena crítica y ganarte un simple sueldo, suele pasar cuando aun eres una actriz secundaria, muchos solían decirme que mi gran voz debía ser mostrada ante aquel público, pero mi timidez me absorbía, no podía ser capaz, como mucho acompañaba ¿pero yo protagonista? Lo dudaba.

-Señoras! Observen y prueben la mejor fruta del todo el mercado! –le sonreí y tomé un trozo, estaba realmente delicioso.
-Pongame unas 6 piezas , porfavor –y con esa energía me lo cargó en la bolsa, un joven muy apañado aunque de apariencia joven, aunque quien era yo para juzgarlo, yo también tengo una temprana edad y mi apariencia lo hace mostrar.

Como siempre en el mercado te encontrabas todo tipo de caras, muchas con una plácida sonrisa, otras un poco malhumoradas mostrando su mal carácter a los vendedores, algo impacientes. Rodé los ojos y suspiré, bueno en esta vida una se encuentra con todo tipo de personas.
Alguien me tocó las espalda y me giré parándome y haciendo así que la gente se impacientara ya que les cortaba el paso, no había nadie, pero pude ver correr a unos pequeños riendo y haciendo burla, negué y al volverme un fuerte golpe en mi hombro hizo q toda aquella fruta se cayera al suelo.

-Seré torpe… -me agaché al momento intentándolo coger lo más rápido posible, al alzar la vista le vi, era un muchacho que no parecía de por aquí, llevaba unas ropas bastante diferentes y su gran altura llamaba la atención, una cabellera negra, esos expresivos ojos me miraron fijamente y yo me levanté.
-No ha sido nada, solo que procure tener un poco más de cuidado –recogí mi cabello a un lado y tomé otra vez la bolsa en mi mano, seguramente faltaba alguna pieza de fruta pero ya iría luego a comprarlo.

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