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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Lun Sep 26, 2011 3:38 pm

Con sus tirsos vienen al aire
Bajando descalzas con tal donaire
Bordean el río donde sus cabellos mojan
Cantan, bailan y adoran
Al que del muslo de Zeus ha nacido
Pues la noche ha acontecido

Baco le llaman a este gran dios en Roma
Poderoso benefactor de Zarek, el que porta la corona,
Reina la noche del vino hasta que llega la aurora
Por donde se acerca la dueña y señora
De la gran Roma, de un imperio magno
La trae el mar mientras un rey espera a pedir su mano

Cuantas cartas, cuantas palabras contadas le había enviado desde que hube partido, me aseguraba de que ella las recibiera pero no podía responderme pues no sabía yo donde estaba, quien era, que hacía. Y era Sophia el atardecer en el que despertaba y el amanecer del que escapaba sin desearlo. A todas horas era Sophia, en la estrella que cae en la noche, en la briza que despliega perfumes desde los viñedos, en la textura del vino recién servido, en las largas horas sin sueño y en las alucinaciones cuando caía rendido. No podía regresar a Francia aún, tenía asuntos que atender pero ninguno más importante que ella, lo había decidido hace unas noches que parecieron eternas sin poder tolerar su ausencia. La deseaba, la quería, pero sobre todo…la amaba. En solo una noche le había devuelto a mi existencia la vida porque solo fui un cuerpo vacio y manejado por un resorte antes de conocerla. Era el buen hijo de un padre inmortal, el buen hermano de otros como yo y el compasivo rey de una nación, mi papel desde mi transformación fue más que simple y rutinario: dar mi vida al servicio de un pueblo que amaba, de una nación por la que antes mi sangre se había derramado en campos de batalla y de una familia a la que debía lealtad y gratitud por elegirme digno de compartir una maldición que en un primer momento parecía ser todo lo contrario.

Tantos años solo, tantos años vacio y llego una noche en la que en un muelle encontré solo una criatura, una hermosa creación divina, una voz que llenaba todo espacio y tiempo, y una piel que podía someter a un emperador a su yugo. La criatura tenía un nombre: Sophia D´Luca. Después de regresar cada semana me traían nueva información sobre ella, la conocía sin que ella lo supiera, sabía a quienes frecuentaba, quienes eran sus mejores amigos y a sorpresa mía que el mundo fuera así de pequeño. Después de un dos semanas de lo ocurrido debajo del árbol había decidido escribirle, solo una o dos líneas para expresarle que no la había olvidado y que estaba esperando el momento para verla. Dos meses después ya lo pensé todo, aun parecía el ayer la última vez que la toque y como la sensación de poseerla persistía no solo en mi mente sino que también en mi corazón, se me ocurrió una empresa casi descabellada, cualquiera que me conociera pensaría que había perdido la cabeza y de hecho cuando puse en conocimiento de mi situación a algunos de los que me rodeaban, abrieron la boca formando una perfecta O.

En la última carta que le envié la invitaba a Italia, una de las galeras imperiales la esperaría en un muelle destinado solo para ella. Cuando llegara a Italia la pondría al corriente de todo y después…sucedería lo que tenía que suceder si todo salía según lo planeado. Así que espere las siguientes noches tratando de dominar la ansiedad de verla, los nervios y otros estímulos semejantes ya no eran propios de alguien como yo quien llevaba tanto tiempo de vida. Poco antes de su llegada me informaron que solo faltaba un día para que arribara a las costas de Italia. Llegaba en una ocasión especial pues en el palacio real había ordenado que prepararan todo para celebrar las fiestas dionisiacas. Según el mito, había que honrar al dios Baco para obtener sus favores porque entre los dioses eran el que más alegrías llevaba a las vidas de quienes cumplían con sus ritos. A pesar de que en los tiempos actuales la iglesia católica tuviera el dominio de los fieles aun existían costumbres que se seguían porque la gente vive de las costumbres y alimenta con ellas a su cultura.

Las adoradoras de Baco salieron a los jardines cuando cayó la noche, se acercaron a las fuentes y mojaron sus largos cabellos para luego quitarse las sandalias y bailar. Los guardias permanecían siempre de espaldas, custodiando las murallas, las puertas, las torres, las entradas, ninguno podía verlas pero todos las escuchaban como ninfas cantando en un bosque mitológico. Echaban flores por doquier y cumplían su papel justo la noche en la que Sophia ya se encontraba dentro del castillo seguramente preguntándose qué hacía en ese lugar. La orden fue que la condujeran a sus aposentos sin que se diera cuenta que se preparaba un gran festejo. A las ocho de la noche se le pediría que bajara para encontrarse conmigo pero en cambio seria conducida al jardín de las bacantes para ser recibida por ellas. Pero antes ella tenía que vestir para la ocasión por lo que en los aposentos se le dejo una túnica de lino blanco, esa noche Sophia sería una deidad más a la que adorar.

Permanecí en un balcón observando y esperando, vi cuando ella salió vestida con la túnica a los jardines. Las doncellas la rodearon con sus bailes, la adornaron con tirsos y le dieron de beber vino, la obligaron a bailar con ellas y luego la vistieron como a una reina ofreciéndole la corona laureada hecha de oro. Sobre su cabeza descanso la diadema y ella, desde allí, se veía perfecta. Entonces di media vuelta y camine atravesando algunos pasillos decorados con esculturas de mármol a los lados hasta llegar a una puerta que se abrió para llevarme directamente a los jardines. Cruce uno de los patios exteriores y baje las escalinatas de piedra hasta llegar cerca a un árbol frondoso cuya sombra se extendía por la posición de la luna aquella noche. Oculto en las sombras me quede hasta que las doncellas la trajeron hasta mí cantando:

Venimos con nuestros tirsos
Venimos descalzas
Baco ha elegido a esta noble dama
La dueña y señora de toda Italia

A lo que yo respondí saliendo de la sombra:


Id bailando y cantando
Beban y cólmense de alegría
Porque Baco me ha traído
A la dueña y señora del alma mía

Las jóvenes se retiraron cantando sus mismas líneas, se llevaron las tinajas de vino a los jardines donde se quedarían festejando hasta el amanecer. Sin embargo, desde el momento en que me la habían traído, mis ojos eran solo para ella. Me acerque lentamente, su rostro era tan hermoso que en mis recuerdos no lo hubiera encontrado tan glorioso, su mirada salvaje me devolvió a la realidad a la vez que me aprisionaba en su embrujo, su sola presencia parecía tan irreal en aquella noche cálida que solo hasta que le acaricie el rostro con una mano pude sentir que finalmente mis noches de alucinaciones se habían materializado. Sonreí mirándola a los ojos, mi mano se deslizo a sus cabellos, tome un mechón entre los dedos y lo acerque al rostro para sentir su perfume, cerré los ojos instintivamente por el placer de encontrar el aroma que me embriago en el lago y volví a dejar caer el mechón gradualmente –Bienvenida a Italia, mujer amada que has sido largamente esperada- dije cerca a su oído.
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Mensaje por Sophia D'Luca Mar Sep 27, 2011 1:20 pm

Cada vez que hablaba sobre Zarek ya sea al viento o a alguien de confianza parecía una historia sacada de un sueño, cada vez que mencionaba el final me entraban las dudas de que si realmente había sucedido todo aquella noche, pero nada, yo tenía una prueba de que sí que todo, absolutamente todo había sido verdad, la nota del hotel el vestido que ni en mil años hubiera podido costeármelo. Aquellos artículos mostraban que era la verdad, que existió una noche, que seguiría existiendo en mi recuerdo, que cada noche lloraría en silencio en busca de sus brazos de su mirada. Zarek, que con sus palabras se había ganado mi corazón, que me hizo conocerlo y entregarle mi alma una noche donde las tormentas jugaban con nosotros, una noche donde el misterio venia de la mano de un baile, aquella noche donde dos desconocidos de mundos diferentes se había unido.

Los días cada vez eran más largos, cada vez que amanecía quería que la noche llegara pronto ya que con ella el recuerdo viviente de él llegaba a mí, a mi ser. Las horas pasaban lento cuando la ansiedad me consumía, no sabía nada de él, intente investigar pero fue en vano, el hotel no me dio información y en los libros de registros no había ningún Zarek, si me había metido a escondidas como Lit, como aquel animalito que todos querían, me había aprovechado de aquello para mi propio bien, pero aun así no logre saber nada. El corazón se me estrujaba cada vez que pasaba por fuera del hotel, varias noches visite el muelle esperándolo, pero nada, solo los grillos me acompañaban que con su canto triste hacían que me sintiera menos sola. Las lluvias se habían ido, las noches cada vez eran más cálidas y cuando menos lo espere una noticia llego hacia mí, su caligrafía no la olvidaría ni aunque pasaran mil años, se acordaba de mí, me amaba en la lejanía, me extrañaba en la oscuridad, no hacía falta grandes párrafos para que me dijera lo que mi corazón ya sabía. Cada vez que me llegaba una nota de él, yo no me encontraba en el piso del Pintor, así que nunca pude enviarle una respuesta para decirle que era mutuo que los días después de su partida ya no eran lo mismo, que anhelaba sentirme suya nuevamente, que deseaba decirle que mi corazón le pertenecía, que quería estar a su lado, que en mi mundo solo estaba el. Escribí varias respuestas que las atesore, palabras que nunca serian leídas por él, palabras que quedarían guardadas en el baúl la única reliquia y recuerdo que me quedaba de mi familia. Las semanas siguieron pasando, mi vida después de aquella noche se tornó más fácil, conseguí trabajo, pude arreglar el piso del pintor, pude tan solo sobrevivir…

Habían días que no recibía notas de él y eran esos días en los que más lo pensaba, pero… ese madrugada había sido diferente entre sueños y pesadillas, no había podido dormir cada vez que intentaba conciliar el sueño un escalofríos recorría mi cuerpo, mis temores se hacían presentes, y los miedos vividos se acercaban a mí, envuelta en las sabanas y en completo silencio me acerque al balcón, Paris dormía escasos ruidos se escuchaban, la noche despejada mostraba su grandeza y en la lejanía se podía ver que el sol venia en camino, un amanecer que nunca podría ver junto a él, mi cuerpo parecía gritar en ese momento, pero permanecía callado, una sombra en la calle podía ver, me dedique a observarla sin nada más que hacer… aquel hombre que vestía de negro entro al apartamento, mi corazón se aceleró, los nervios me invadieron y todo se volvió una confusión, por más que intente escuchar solo un zumbido se hizo presente, a la distancia escuche que estaba cerca en mi piso, un extraño ruido no me dejaba pensar. La sombra se alejó y con ella toda esperanza se fue. Poco a poco el zumbido en mi cabeza se iba, solo podía culpar al insomnio que me hacía ver y escuchar cosas que no estaban ligadas a la realidad. Aun envuelta con las sabanas camine por el lugar y en la galería vi un sobre… ¡UN SOBRE! Me exalte y corrí hasta el, mientras mis manos rápidamente abrían en busca de noticias, palabras de amor, de un próximo reencuentro. La sangre que en ese momento filtro mi corazón hizo que todo mal, toda pena se fuera consuelo en sus palabras siempre encontraba y ahora más con lo que me escribía, volvernos a ver… volvernos a ver, aquello no se quitaba de mi cabeza, mis oraciones habían sido escuchadas, mis sueños poco a poco se estaban haciendo realidad, él y yo… ahora ya podría dormir en paz, al menos por esa mañana.

No sabía cómo paso, ni que día era y tampoco quería saberlo porque ese día lo volvería a ver, volvería a mí el único que con una sola palabra podía hacer que mi corazón latiera rápido y lento a la vez. No entendía mucho de lo que sucedía, no sabía el porqué de mi llegada, el lugar Italia no sabía nada mas de aquel lugar solo por lo que alguna vez mis padres me contaron, mi corazón más feliz que nunca quería volver a reencontrarse con aquel que mi alma se había llevado. Los segundos parecían minutos y los minutos horas, los nervios me invadían y me encontraba en un lugar ajeno a mi hogar, ajeno a mi vida, un castillo, una fortaleza que excedía de lujos como de maravillas y ahí estaba yo tan solitaria en una habitación que no me pertenecía una habitación sacada de algún cuento de hadas, ¿Por qué aun tenía que esperar? No entendía, poco sabia de él, en realidad solo conocía su nombre, yo parecía el punto negro en ese lugar no sabía qué hacer ni que decir, ni mucho menos que pensar. Me habían dejado las instrucciones, de vestirme con una túnica nunca me había puesto una pero, una doncella me ayudo por más preguntas que hice, ninguna fue respondida, ella solo aguardaba silencio y yo por los nervios ya no podía dejar de parar. Paso un tiempo y ya era hora, tenía que salir y era lo que más deseaba, camine por el lugar que lúgubre en algunos lugares y esplendido en otros, el atardecer se apoderaba de aquel lejano país y mientras mis pasos eran suaves llegue al jardín. Donde algunas doncellas bailaban y cantaban una melodía extraña pero que me llenaba de energía, me obligaron a bailar, a seguir su danza a sentirme nuevamente viva, una diadema fue puesta sobre mi cabeza, la sorpresa se apodero de mi cuando aquello de alguna forma me hizo sentir incomoda, pocos segundos pasaron y por fin entre palabras que me sorprendían lo vi, aparecer de la nada tan perfecto, tan callado, tan enigmático.

Entre canticos y bailes quede frente a él, ahora no entendía nada, que había sido todo aquello, aquellas palabras, era un desconocido que amaba. Mis ojos no dejaron de observarlo, el recuerdo era perfecto pero nada como tenerlo frente a mí, para poder expresar que la felicidad y el amor es poca en ese mismo segundo, su fría mano tomo uno de mis cabellos, aquel gesto hizo que me sonrojara, quería estar junto a él, no quería que el amanecer volviera y nos separara, una separación mas no la aguantaría. Mis ojos quedaron cerrados cuando pronuncio aquellas palabras, no sabía que decir estaba en blanco, estaba en cero Gracias por esperarme… solo espero no volver a separarme de ti.aquellas fueron mis últimas palabras mi mano derecha acaricio su mejilla sintiendo aquella frialdad que tanto, tanto extrañaba…
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Mensaje por Invitado Lun Oct 03, 2011 4:17 pm

Ni una de las veces en las que la había imaginado mostró algo parecido a lo que estaba presenciando. Era ella en realidad tan hermosa que todas las mujeres que conociera hasta el presente quedaban eclipsadas por su belleza. Mortales, inmortales, las mismas diosas, ocultarían en el futuro sus rostros cuando ella pasara por delante porque yo, Zarek Di Sforza, rey de Italia, la convertiría en una deidad a la que veneraría por el resto de mis eternas noches. Al verla llegar acompañada de las doncellas, vestida como una diosa y coronada como una reina, confirme lo que mucho antes había estado pensando, ella era la única mujer a la que me permitiría ver así aunque antes de conocerla pensara en que nunca vería llegar ese momento pues no creía que existiera en el mundo alguien con el poder de librarme de la oscuridad infinita, ella era la luz por la que la maldición se había convertido en una no-vida aceptable.

Al tocarla sucedió lo mismo que aquella noche, ahora lejana, en la que la conocí. No importaba donde me encontraba, no importaba quienes éramos ni el temor a que nos separáramos, finalmente volvíamos a estar juntos. Ella parecía confusa por todo lo que le acontecía, yo la entendía plenamente y aquella noche se darían todas las respuestas a sus preguntas pero también se sellarían nuestros destinos dependiendo de lo que ella quisiera; no me tocaba el papel de ser un joven enamorado, esa etapa había pasado hace mucho tiempo, tanto que no recordaba siquiera las sensaciones hasta que ella apareció. Era muy viejo, demasiado viejo aunque la apariencia fuera de un hombre joven, la experiencia no se acumulo en vano y por ello sabia que la decisión que ella tomara seria acatada de mi parte más allá de lo que sintiera. Pero para que ella tomara la decisión a la que se la sometería dentro de poco, antes debía saber todo lo relacionado a mi vida, o por lo menos casi todo lo que se relacionaba esencialmente a mi persona.

Ella respondió con un tono algo titubeante, comprendía que aun se preguntaba por todo aquello, sonreí y tome la mano suya que se poso en mi rostro para conducirla a mis labios y depositar sobre sus dedos algunos de los besos que me había privado de darle por tantas semanas. La verdad era que mi ser ansiaba volver a tocar su piel, poder estar con ella no una noche más sino todas las noches sin tener que dejarla durmiendo, sin tener que escribir mas notas y poder decírselo todo con mis propias palabras. –Si es tu deseo no separarte más de mí así será pero antes debo pedirte que lo consideres muy bien- respondí dándole un último beso en la mano, la observe sus brillantes ojos durante unos segundos –Espero que el viaje haya sido cómodo y ahora que estas aquí me alegra verte así. Llegas a mi vestida como una reina y te preguntaras muchas cosas que sin duda esta noche te voy a explicar, para ello te ruego que me acompañes a dar un paseo y que me escuches un momento- dije acercándome a ella aun mas para darle un beso en los labios, quería volver a besarla antes de que supiera toda la verdad ya que hasta este momento ella seguiría siendo la Sophia que había conocido en Paris, aquella que se enamoro de un desconocido.

Alargue el beso después de probar nuevamente sus labios, la adicción a ella volvió a dominar mi razón por un momento y si dejaba de pensar seguramente terminaríamos sin nada que decir y en la misma situación que nos había unido semanas antes por lo que, en contra de todos mis deseos, tuve que separar mis labios de los de ella sintiendo como los anhelaba después de separados. Recupere la compostura y le ofrecí el brazo para que se sujetara de él y pudiéramos empezar a dar el paseo por los jardines. Espere a que ella se sujetara y la caminata, entre muros verdes con capullos durmientes y fuentes tarareando, comenzó lentamente porque no había prisa y mucho menos para que ella empezara a comprender desde el inicio –Antes que nada, déjame disculparme por haberte dejado, todo sucedió de una forma tan impredecible para ambos que era mejor que tuviéramos la mente en blanco para pensar. Como bien sabes soy un inmortal, si, me alimento de sangre humana, lamentablemente es la única forma en la que puedo subsistir pero no te engañes con prejuicios, no lastimo nunca a inocentes- fue lo primero que dije, sabía muy bien que los de mi especie eran considerados sanguijuelas por alimentarse de la sangre de los demás, asesinos, chupasangres, aberraciones, muchos títulos se nos daban por nuestra sola condición pero no todos los inmortales teníamos las mismas costumbres.

-Además de ello seguramente ya te diste cuenta que era un extranjero en Paris, soy italiano de nacimiento, he vivido en estas tierras desde hace mas de tres mil años- confesé y le dirigí una mirada ya que hasta entonces no había dicho nada especialmente relevante como estaría a punto de hacer a continuación –Mi nombre, también ya lo sabes, Zarek. Hasta acá creo que he enumerado aspectos de mi que ya te eran conocidos mas permíteme tener la palabra unos minutos más porque he aquí mis más importantes confesiones. La primera de todas es una que me ha costado concluir desde la noche en que te deje, te amo Sophia, de alguna forma mi existencia ahora está condicionada a la tuya, si decidieras irte por alguna razón nada cambiaría lo que siento por ti y estoy consciente de ello, no hay ligereza en mis palabras solo una honrada honestidad- dije desviando la mirada por un momento de la suya, de por si había sido difícil tener que admitir que amaba a alguien cuando durante toda mi existencia me había creído incapaz de ello por ser un demonio.

Antes de que ella pudiera decir algo tenía que seguir, era mejor terminarlo todo en un solo respiro –Lo que me lleva a lo último, una persona en mi posición nunca confesaría lo siguiente a menos que se tratara de alguien de mi especie pero tratándose de ti correré el riesgo que implica. Desciendo de un linaje familiar noble, la casa Di Sforza ha mantenido un renombre a través de los años desde la fundación de Roma, sobre mi recae la responsabilidad de dirigir un imperio como el rey de Italia y como tal puedo ordenar pero a ti solo te pediré que elijas, mi profundo deseo es que aceptes quedarte conmigo aquí en Italia. Ahora que sabes lo que soy y quien soy solo diré una última cosa, por sobre todo solo soy el hombre que te ama, júzgame por ello y no por mi condición vampírica y estirpe- aclare, me detuve en medio de la caminata y la mire esperando pacientemente a que ella respondiera según su razonamiento. No la obligaría a quedarse si decidía irse por mucho que la amara, no estaba dentro de mi naturaleza forzar a una persona en contra de su voluntad y si ella se sentía engañada por no habérselo dicho cuando nos conocimos me atrevería a explicarle que después de aquella noche no pensé volver a verla pero afortunadamente me había equivocado incluso cuando creí conocerme bien y allí estaba esa noche, declarándole a una mujer con la que solo había pasado una noche, la significación que tenia para mí.
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Mensaje por Sophia D'Luca Vie Oct 07, 2011 1:13 am

Era increíble cómo tan solo ver que era real me devolvía el aliento, su rostro tan bellos, tan liso, como alguna estatua esculpida de mármol, mirarle era un deleite uno que me dedicaría a disfrutar por siempre, todo se desvanecía bajo de mis pies justo en ese momento cuando nos volvíamos a reunir, tenía tantas cosas que quería contarle, tantas otras que demostrar y muchas más por vivir, en mi interior sentía ese cosquilleo que sientes cuando están enamorada, había sido amor a primera vista o tal vez a segunda, no quería pensar en eso, porque lo que en realidad importaba que ahora ya sabía dónde él estaba, que era mi sueño hecho realidad y que no importaba nada. Mi corazón estaba alborotado, nervioso por no saber qué hacer, mi mano temblaba muy suavemente. Era una sensación que jamás me había pasado y realmente me traía en las nubes saber que el… sí que él también me amaba tanto como lo hacía yo. Mi respiración se agolpaba, mis nervios seguían invadiéndome y el, si el ahí tan tranquilo que hacía que delirara por tenerlo nuevamente entre mis brazos. Cerré mis ojos cuando sus labios se toparon con los míos, me dedique a disfrutar ese beso tan esperado, un beso que inundo mi ser haciéndome flotar en ese mismo momento.

No entendía muchas cosas, pero como el mismo había dicho me quedaría en silencio escuchando todo lo que tuviera que decirme, intentaría prestar atención a sus palabras, pose mi brazo junto al de él y caminamos por aquel jardín que hermoso se veía a esas horas, al parecer junto a Zarek todo cambiaba y todo llegaba a tener un sentido nuevo, el sentido que él me había devuelto la esperanza cuando ya había perdido todo. Zarek, el desconocido que logro hacer vibrar mi alma y mi cuerpo al mismo tiempo, entre palabras que él decía mis ojos no dejaban de mirarle, sorpresa, amor, miedo, ternura, cariño, no podría explicar cuál de todas aquellas miradas reflejaba por que el causaba todo y nada a la vez en mí. Su disculpa la tome con un toque de diversión y esboce una sonrisa sincera al tiempo que bajaba la mirada buscando tal vez una respuesta a una pregunta que no estaba formulada, aquello lo sabía mi percepción por las cosas a veces era más hábil un Italiano en Paris, que escena más romántica habíamos tenido, pero aquello también lo sabía el mismo me había hablado en su lengua natal que aunque no la hablaba la entendía o al menos intentaba hacerlo. Justo cuando quise dar mi opinión no me dejo, no quise ser imprudente y aguarde silencio como una niña que escucha con atención a su primer amor. Escuchar aquel “Te amo Sophia” hizo que deseara besarlo nuevamente, todo en mí se estremeció en ese momento, parecía una despedida lo que decía, no entendía; negué cerrando los ojos, ¿Por qué hablaba como si yo me fuera a ir? No lo haría, no… lo único que deseaba era estar junto a él, por el resto de mi vida y por toda su eternidad. Levante una de mis manos para acariciar sus labios al tiempo que el comenzaba nuevamente hablar y mis dedos solo cayeron como una caricia volviendo a su lugar. Antes de que el dijera palabra alguna todo en mí se erizo, ese presentimiento cuando las cosas no son como lo crees, trague saliva como si aquello se tratara de vida o muerte…

Y como todo instinto siempre llegaban las respuestas Di Sforza, Rey de Italia… ordenar pero a ti solo te pediré que elijas, soy el hombre que te ama, júzgame por ello y no por mi condición vampírica y estirpe… Las palabras llegaron a mí con lentitud, me detuve no se en que momento pero ya no estábamos caminando, ya no le tomaba del brazo, mis ojos confundidos y aterrorizados miraban el lugar buscando el punto donde comenzar de nuevo, pero no ya no había vuelta atrás mi corazón dictaba lo que mi mente no quería aceptar, ¿o seria al revés? Ya no sabía dónde esta historia había cambiado de rumbo, mire mis ropajes mi corazón se aceleró, mis manos fueron hasta la tiara que reposaba sobre mis cabellos la tome y la puse frente a mí, ¿Qué era todo esto? ¿Por qué? No, lograba unir las piezas de un puzzle que parecía infinito. Mis ojos se toparon con los azules de él y todo volvió a desaparecer - ¿Por qué?... porque yo… - dije un poco exaltada apretando con fuerzas aquella tiara que poco a poco me lastimaba las manos, mis ojos miraban pero no lograban observar con claridad - ¿Sabes que no tengo nada?... yo… - baje mi cabeza vi como de mi mano caía una gota muy fina de sangre, levante la mirada ¡No te acerques! alce mi mano para detenerlo, no podía pensar con claridad. La tiara cayó al suelo y el ardor en mis manos se incrementó, apreté la túnica que cubría mi cuerpo manchándola de aquel rojo carmesí, que brotaba sin cesar de mis manos. Mi cabeza daba vueltas mi corazón estaba a su límite, mis ojos, sentía el cambio en ellos, rabia, dolor, ira, pero lo que más resaltaba era amor- ¿Por qué? -Me dije para mí misma éramos tan diferentes y yo… yo no era nada y él lo era todo. Volví a levantar mi mano temblando, escalofríos reiterados llegaban a mi como el oleaje en el mar… - Esperaste tanto tiempo para decirme que eres el Rey de Italia… - moví mi cabeza en negación, ¿Qué esperaba el de mí? ¿Qué quería yo de el? yo… yo… - baje la mirada junto con mi mano – yo solo quiero que me ames una lagrima rodo por mi mejilla, cerré los ojos apretando el dolor que sentía ante aquel engaño, hubiera preferido que fuera solo un desconocido pero no lo era, simplemente porque lo amaba, no podía luchar por lo que mi alma gritaba, la fiera de mi interior se hacía presente mis pulmones acelerados filtraban el aire que escapaba por mis labios y mi mano secaba las lágrimas que alborotadas caían sin cesar.

Mis ojos se abrieron, no había solución a ese problema simplemente porque no era un problema era la realidad - ¿Qué quieres que elija Zarek? ¿Qué quieres que te diga? Si por más que intento buscar una respuesta a una lógica que parece inexistente mi corazón dicta que… que no puedo separarme de ti – trague saliva mi cuerpo había comenzado a temblar de una manera que casi no la podía percibir ¡Te amo! Y no puedo luchar con lo que dicta mi corazón, porque ya no existe razón en mis palabras, solo existe esto… que hace vibrar mi cuerpo, esto que hace que mi cuerpo te pida, esto que mis labios quieren hacer pero no puedo moverme – Mi voz salía quebrada pero no daría tregua él había hablado ahora me tocaba a mí, lo quería abrazar pero una parte me lo impedía, ¿la razón? Quizás… - Zarek Di Sforza el rey de Italia… - negué con la cabeza nuevamente - ¿acaso quieres que está muerta de hambre sea tu reina? ¿Sea reina de tu país? Un país… - no podía aguantar las lágrimas, mi labio temblaba cada vez que hablaba, no podía pensar… simplemente el me cegaba, el… - Te amo dije con un suspiro y cerré mis ojos cayendo en llanto nuevamente, consuelo no quería, lo que necesitaba era a él protegiéndome, abrazándome y por sobre todo entregándome su amor. Pero ya no tenía palabras que pronunciar no tenía nada más que mi amor.
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Mensaje por Invitado Jue Oct 20, 2011 8:44 pm

Caminamos hasta llegar cerca a una fuente de mármol, el sonido del agua que caía de ella era el único que acompañaba a mis palabras. Sophia me escuchaba, una vez había tratado de interrumpirme posando sus delicados dedos sobre mis labios pero al perecer entendió que era preferible escucharme antes pues los retiro para que yo prosiguiera. Le dije la verdad sobre lo que era y sobre quien era…una verdad que nunca antes había compartido con ningún otro ser ya que todas las personas que me rodeaban y que sabían de mi vampirismo eran solo parte de mi familia natural, como el caso de mi hermano Alexander, y mi familia vampírica, otro tema del que debía hablar en el futuro con ella si en el presente mis palabras no la ahuyentaban y salía corriendo cumpliéndose así mi más grande temor, el único que había tenido en siglos: perderla. Tuve el tiempo suficiente para analizar lo que sentía por esa mujer, no podía estar equivocado por una sencilla razón, era la primera vez que una mujer me producía tal sentimiento. Reconocí que la amaba y lo hubiera reconocido ante quien fuera porque al conocerla mi vida adquirió un nuevo significado, el de empezar a vivir para mí y para ella en lugar de estar viviendo en una eterna condena donde la rutina era la misma década tras década, siglo tras siglo.

Ella se quedo callada después de confesarle el secreto sobre mi corona, como esperaba seguramente me reprocharía que no se lo dijera antes. Lo único que quería que ella entendiera era que no pensaba volver a verla, ni siquiera pensaba que al conocerla todas las noches como las conocía cambiarían por el resto de la eternidad, la existencia de Sophia, aunque no fuera inmortal, me acompañaría hasta el día de mi segunda muerte. Espera a que ella reaccionara, sus mirada hizo que me diera cuenta que trataba de encajar bien en su mente todo lo que le acababa de decir. De un momento a otro ella se miro a sí misma, parecía que hasta entonces no se había dado cuenta que iba vestida como una reina. Sus manos sujetaron la corona que llevaba y la retiraron de su cabeza y sin más las palabras brotaron junto con la duda, la incredulidad y el miedo. Ella pregunto porque ella, su respuesta era simple, yo la amaba solo a ella aunque no pudiera repetírselo porque me alerto al verla apretar la corona con tanta fuerza hasta que una de las placas de los laureles de oro tallado se clavo en su piel haciéndole daño –Sophia…me tienes a mí. ¡Detente!- trate de decir algo y abrazarla pero ella me detuvo y apreté los labios en señal de conformismo, prefería que ella lo soltara todo de una vez, allí estaba yo para escucharla y amarla.

La corona cayó al césped de los jardines y reposo allí, ella apretó la túnica, el lino se tiño de su sangre y aunque su olor fuera un detonante para cualquier vampiro en esta ocasión yo me encontraba con todo el dominio de mi razón por lo que controlaba fácilmente el instinto de la sed. Una vez me alerte cuando ella empezó a temblar y a sollozar, esta vez me aleje tres pasos hacia la fuente, saque un pañuelo del bolsillo y lo humedecí. Seguido me acerque a ella que, después de pedir ser amada, seguía sollozando. La tome de la mano y limpie la herida con el pañuelo, me conservaba tranquilo a pesar de todo porque podía imaginar todo lo que estaba sintiendo, no podía hacer menos que ser tolerante en si situación, después de todo yo le había mentido al conocerla pero todo fue tan rápido que no me fue posible quedarme para dar explicaciones, en especial porque también necesitaba aclarar mis pensamientos antes de estar seguro de lo que sentía. Mientras hacía presión con el pañuelo en la herida mi otra mano se alzo hacia su rostro para secar sus lágrimas en silencio. Ella volvió a hablar, yo la mire directamente a los ojos para que supiera que estaba allí, podía decirme lo que quisiera, hasta expresar su odio por esconderle la verdad, pero nada cambiaría mi parecer, seguiría amándola.

Al terminar ella la abrace rodeándola con ambos brazos, le di incontables besos y caricias mientras lo hacía para que se tranquilizara. Sentía en mi pecho su corazón palpitante pues ella tenía ese don, al estar cerca de ella revivía mi corazón muerto con sus propios latidos. Espere a que dejara de temblar, quizá pasaron varios minutos pero no importaba porque sucedería lo que tuviera que suceder, bueno o malo, sería lo que ella quisiera. No deje de abrazarla incluso cuando volví a hablar –Escucha bien lo que te voy a decir Sophia. Pides ser amada pero has sido amada desde aquella noche en que nos conocimos ¿lo recuerdas?, en una despedida cuando estabas dormida, en las siguientes cartas que te envié, en traerte hasta aquí, en todos esos gestos fuiste amada y en este mismo momento al abrazarte te estoy amando como espere hacerlo desde hace meses- dije acariciando sus cabellos. Ella podía estar segura de que era una mujer amada y que lo seria incluso cuando estando lejos si decidía dejarme aunque yo no lo quisiera. A pesar de todo me había atrevido a pedirle que se quedara conmigo, ella había entendido bien y sabia que de hacerlo tendría que asumir un lugar que nunca hubiera imaginado en su vida. Todas las personas llegan a encontrar su destino y a ocupar el lugar que la vida les ha reservado, ni yo mismo sabia que algún día ese lugar se iba a ocupar pero viéndola y sintiéndola ahora a ella junto a mí daba gracias porque así fuera.

-La riqueza de una persona no se mide en oro mi amore- dije dándole un último beso en la frente, ahora tenía que ponerle en claro lo otro, ella pensaba que era una muerta de hambre mientras era la mujer las rica que existiera en Italia, quien mas podía darse el lujo de presumir el poseer semejante felicidad, el que ella fuera amada y adorada hasta el último de sus días. Me separe de ella y la tome de la mano para acercarla a la fuente donde sumergí su mano herida para que el agua se llevara los rastros de la sangre que el pañuelo había estado cubriendo hasta entonces. –Te pido que te quedes conmigo hasta que tu corazón dicte lo contrario, si decides irte ahora o el futuro no te detendré pero si es verdad que me amas solo responde una pregunta- dije y sonreí de lado. Metí la mano al bolsillo y al saque de él una pequeña cajita de cristal, la abrí, tome el anillo de oro con incrustaciones de piedras preciosas, y me arrodillé frente a ella tomando la mano que estaba herida y que hasta entonces había permanecido dentro de las aguas cristalinas de la fuente –Sohpia D´Luca, ¿aceptarías ser mi esposa?- pregunte y deslicé el anillo por su delicado dedo.
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Mensaje por Sophia D'Luca Sáb Oct 22, 2011 8:25 pm

Todo paso muy rápido, entender, sacar conclusiones aceptar algo que nunca imagine un sueño tal vez no sabía que hacía en ese momento, poco a poco perdía mi norte, sentía que me habían pasado a llevar, que no habían confiado en mí, él era… moví mi cabeza de lado a lado no podía entender no me detendría, nunca lo hacía más cuando comenzaba ya hacer algo que se me metía en la cabeza, trague saliva mientras él tomaba mi mano y la limpiaba – porque – dije más para mí que para él, era algo que realmente lo entendía a medias, me decía que me amaba que lo había hecho por siempre, desde que me había conocido – ¿Cuándo me comenzaste amar, antes o después de… de lo que paso? en realidad me costaba decir aquello no quería que sonara feo, pero no importaba si el quería que hablara lo haría, le diría todo lo que sentía Yo – trague saliva – Yo te amo, te amo… desde el momento que sentí que pusiste tus ojos en mí, desde el momento que me hablaste, que bailamos, en el momento que te sentí… te amo… desde que mis labios tocaron los tuyos y desde que mi alma se unió con la tuya, eres el que hace vibrar mi cuerpo, el que hace latir mi corazón El nudo de mi garganta se hacía más fuerte el hacia lo que cualquier hombre haría, limpio mi mano, con cuidado, me ayudo a que la sangre se detuviera, mi mano en el agua teñía de rosa aquella pileta, mis ojos miraban todo como si fuera la primera vez, que lo observaba, mi pecho palpitaba con fuerzas y sentía esas ganas de gritar en ese momento.

Solo pido que me ames es lo único que siempre he necesitado en mi vida, cada vez que leía una carta tuya mi corazón estallaba, no sabes el dolor que sentía por no saber nada de ti – Nuevamente me quebraba, y sentir sus labios tocar los míos me hacían sentir un poco confundida, me deje acariciar, porque él era todo y nada a la vez Zarek… el oro para mí no es riqueza, pero aun así no tengo nada más que amor para entregarte y si esos es lo que quieres… siempre te daré amor – hice un puchero mientras mi cuerpo dejaba de temblar, poco a poco volvía en mí, poco a poco volvía a ser Sophia la mujer segura de sus pasos, de sus palabras y si no fuera gracias a ese hombre que me abrazaba nunca hubiera podido tranquilizarme, porque el único que puede hacerte parar de llorar es quien lo provoco, trague saliva y le di un beso corto en los labios, eran muchas cosas, demasiadas las que pasaban por mi cabeza en ese momento. Pero no quería pensar en nada mas, en nadie más que el…

Él decía que me quedara con él, el tiempo que dictara mi corazón aquello me entristeció Algún día mi corazón dejara de latir la melancolía en mis palabras se hacían notar, era humana, cualquier cosa me podría pasar y morir en manos de cualquiera – Pero mientras late, quiero amarte eran pacos de amor, llevados a palabras, eran momentos que se atesoraban, pero una cosa no se iría de mi cabeza, él no había confiado en mí. Él me había alejado, me había abandonado cuando más lo necesitaba, yo no entendía de protocolos, ni mucho menos de asuntos políticos y claro no sabía el poder que tenía un rey, ya que mi vida entre más lejos de la clase alta mejor era, pero al final todo iba en mí, todo decisiones de eso se trataba la vida, de seguir un destino que nosotros mismos nos forjábamos, yo escribía mi destino y….

Su pregunta, no su proposición llego a mi como una lluvia inesperada, me quede en silencio mirando lo que hacía, observando como sacaba aquel anillo, nunca vi algo tan hermoso, nunca vi un gesto tan… el anillo calzo en mi dedo como si estuviera hecho para mí, estaba anonadada no encontraba palabras para describir todo lo que en ese momento pasaba por mí, las preguntas me inundaban, los cuestionamientos seguían atormentándome, no quería irme, pero si quería escapar junto a él, levante la mano para ver el anillo, sentí como mi respiración se agitaba y como mi corazón se emocionaba con todo aquello, tenía que hablar, tenía que decir algo pero no había nada en mi cabeza, solo el hecho de que estaba en Italia, en los jardines del rey. Cerré mis ojos los segundos necesarios llevando mi mano libre hasta mi rostro dejándome una caria en mi abrí los ojos y deslice mi mano hacia el rostro de Zarek y le acaricia posando mis dedos en sus labios Todo, se reduce a esto… Todo se vuelve blanco y negro a la vez, todo me hace acercarme a ti… domaste mi interior aun sin conocerlo… - intente sonar tranquila mientras me perdía en los ojos de el – Yo podría decir que NO e irme, volver a Francia esconderme de todos y encerrarme en un lugar donde nadie me encontrara pero no, eso no era lo que quería para mí. Siempre me encontraba sola y cuando llego el todo eso desapareció, todo lo que antes era en blanco y negro se volvió a color. – Yo… si quiero ser tu esposa me salió un hilo de voz me recline un poco y le di un beso, uno de esos besos que dicen más que mil palabras, no quería pensar no… claro que no, hice durar el beso lo más que duro, no me medí con el beso porque era lo que desea y necesitaba sentirme viva, con el todo cambiaba y seguiría cambiando.
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Mensaje por Invitado Dom Oct 30, 2011 7:41 am

Torcí una sonrisa al escuchar sus preguntas, me gustaba esa forma suya para decir las cosas, simplemente lo decía sin trabas y liberaba sus emociones. Aquel contraste entre nuestras personalidades no me preocupaba, ella le da daba ese movimiento a mi vida que nadie mas había podido darle, me contagiaba de su alegría y me hacia presa de su fiereza; por mi parte le daba tranquilidad, entendimiento y seguridad. Por encima de todo esto existía algo mucho más fuerte, el amor que en ambos casos cambiaba quienes éramos cuando estábamos juntos, inhibiéndonos de aquello que no creíamos posible –No se si estaba presente ya el amor el momento en el que te vi en el muelle pero si supe que acababa de encontrar una persona que no olvidaría jamás- respondí después de que ella habló. La verdad era que todo lo que había sucedido aquella noche, cada detalle, incluso cada gota de rocío que la tocó, provoco que el amor fuera formándose progresivamente. Lo que había sucedido bajo el árbol solo fue la consecución de ese progreso de acontecimientos, la cúspide de lo que ambos queríamos, el momento en que decidimos olvidar el pasado y lo que esperábamos del futuro.

Me alegro escuchar que yo fuera quien hacia latir su corazón, me hubiera gustado responderle de la misma forma pero mi corazón ya no latía y lo que sentía por ella era tan inexplicable y nuevo para mí que palabras no existían en los diccionarios para que pudiera describir con exactitud esa magnífica sensación: la de tenerla a mi lado y amarla. Pidió que la amara, como si aún dudara de que lo haría, entendí que en aquel momento todo estaba muy confuso y solo quería darle seguridad, seguridad de que la amaría, seguridad de que siempre estaría allí para ella –No necesito que me entregues más de lo que ya me has dado desde la noche que te conocí pero en cambio déjame entregarte a mi todo lo que poseo ya que un corazón que late nunca te lo podre dar- le dije mientras la abrazaba y la acariciaba como tantas noches anhele hacerlo y que solo hasta el presente pude disfrutar de ello. Su cuerpo dejo de temblar, ella volvió en si después del espasmo que le provoco saber que yo no era, quizás, quien esperaba que fuera.

Me regalo un beso que hubiera deseado durara mas pero aun no siendo así me causo tal satisfacción que no pude evitar sonreír. Ella pareció seguir pensando en todo lo sucedido y al parecer se quedo procesando el tema de que algún día, inevitablemente, nos separaríamos. La muerte podría llegarle a cualquiera de los dos, eso yo lo sabía aunque fuera inmortal y aunque tuviera tanta seguridad que nadie desconocido pudiera penetrar esas murallas, pero también sabía que todo era probable después de tantos años de vida. Por su lado ella no era inmortal, en el caso de que yo pudiera asegurarme una vida eterna no podría contar con que pasara esa eternidad a su lado, algún día su corazón dejaría de latir y estaría muerta a menos que…no, no debía pensar en esa posibilidad, era perturbadora aunque atractiva para el egoísmo latente de nunca perderla –Y latirá por muchos años mas- le dije borrando de mi cabeza la vana idea que había tenido solo segundos antes. Quería que Sophia fuera parte de mi vida pero de mi vida como Zarek, si me era posible la alejaría totalmente de la vida que llevaba dentro de La Camarilla ya que era un circulo demasiado estricto para ponerla en medio de sus miradas aprobatorias.

Estaba decidido a que quería estar con ella, no me importaba si pertenecíamos a naturalezas diferentes ni a países diferentes o a culturas diferentes. Lo único que quería era estar con ella y poder amarla. Y como había cargado conmigo esta decisión desde hace semanas atrás procedí a lo que era lo más natural para el caso, pedirle formalmente que compartiera su vida a mi lado. Al ponerme de rodillas note que ella volvía a ponerse nerviosa pero no de una forma perturbante como antes sino más bien como si se encontrara ante algo que le era difícil creer. El anillo calzo perfectamente en su dedo y ella se quedo mirándolo durante varios segundos como si estuviera hipnotizada ya sea por el objeto ya sea por lo que este significaba. Sonreí al ver su expresión y al volver en sí bajo su mano hasta mis labios y los tocó con sus dedos, yo tome sus dedos entre mis manos y bese sus dedos sin dejar de mirarla con notable felicidad. Ella mascullo sus primeras palabras y luego completo su oración para que esta se transformara en una de las afirmaciones más importantes que recibiría en respuesta en mis miles de años de vida. Se inclino, nos besamos un largo momento para sellar aquella declaración que cambiaria nuestras vidas.

Pensé que debía acostumbrarme a sus labios en adelante, al calor de su cuerpo, a sus elevaciones de voz, a sus respuestas explosivas, a su sonrisa contagiosa pero sobre todo, a su presencia corpórea junto a mi cuerpo. Nuestros labios encontraron descanso en medio de las muchas caricias proferidas por ambos en el transcurso de ese beso, entonces volví a sonreír mientras me ponía de pie. Camine en dirección opuesta y recogí al corona que ella había dejado caer momentos antes, regrese a la fuente, tome el pañuelo aun húmedo y la limpie del rastro de sangre que fue dejado en ella. Seguido me gire y encontré el rostro de Sophia, se veía despampanante como toda novia y sobre todo, compartía mi felicidad ya que era la misma para los dos, el saber que no tendríamos que volver a separarnos –Deberás acostumbrarte a llevarla porque se acerca el día en el que en el trono de Italia de la bienvenida a su nueva reina- dije colocando la corona sobre sus cabeza.
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Mensaje por Sophia D'Luca Mar Nov 01, 2011 3:11 pm

¿A dónde se van los sueños cuando se hacen realidad? Era el nuevo cuestionamiento que surgía en mi cabeza tras estar cumpliendo un tan añorado sueño, me encontraba junto al hombre que amaba, podía arriesgarme a pensar que era el único que había amado en mi vida y aunque así era, no sería nada si fuera un amor no correspondido. Tal caso este no era así, él me amaba y sentía su amor, en sus palabras, en sus actos, es sus caricias, en su mirada, cualquiera que nos viera en ese momento podría dar fe que el amor estaba en esta escena. Mi corazón latía emocionado con todo lo sucedido, las confusiones seguían pero estaban siendo opacadas con la sorpresa y felicidad que rondaba en mí. Enamorada como lo estaba daría todo por aquel hombre ya que él me había dado todo sin saber que era lo que yo necesitaba. Las fieras en mi interior bailaban de alegría, rugían de impresión aquello era demasiado para una persona como yo. Y ahí estaba parada, junto a Zarek el soberano de mi corazón, el rey de una nación. Y ahora tenía una respuesta, los sueños cuando se hacen realidad quedan impregnados en la memoria del ser quien los sueña, quedan como el recuerdo que has conseguido todo por lo que luchaste.

Amar sin entregar amor, no era nada – Permíteme entregarte todo mi amor, porque aún me queda mucho para darte, porque de amor cada día te llenare y entre mis brazos te acunare. Mis labios se hacen esclavos de los tuyo y con besos te recordare lo mucho que te amo podía sentir como los escalofríos por el nerviosismo rondaban mi cuerpo, haciéndome suspirar, queriendo ser parte de él, de su vida, de su reino y aunque ya lo sentía así, los días se harían corto en su presencia más cuando por las noches lo tuviera junto a mí, lo cuidaría como el tesoro más apreciado. Porque el simplemente era mi tesoro, el de Sophia D`Luca.

Nunca me había puesto alguna joya, ni anillos, ni aretes, de diademas, el lujo no me lo podía dar, pero aquel anillo no era solo una alhaja mas era el símbolo de una unión, significaba más de lo que cualquiera pudiera imaginar, era el pacto de un amor eterno, de un compromiso con la vida, atrás quedaba su estatus, atrás quedaba su puesto ya que junto a mí el simplemente era Zarek el que había robado mi corazón y mi alma. Mis ojos le seguían de cerca, fue hasta la corona, en silencio me puse a meditar sobre mi corazón, sobre mi vida, sobre su inmortalidad, algún día ya no estaría junto a él todo mi cuerpo se estremeció, no quería pensar ni siquiera imaginar que aquel día llegara, cuando mi vida se extinguiera… No Sophia, me dije para mi volviendo en mí, respirando profundamente; la corona volvió a posarse sobre mi cabeza y bajando la mirada tome las manos del hombre que hacia latir mi corazón – Creo que nunca me acostumbrare sonreí de lado y apreté sus manos – Pero, la llevare en honor a ti, a mí a nuestro amor – porque eso era lo que importaba, porque sin amor no seriamos nada.

Y como acostumbraba a pasarme llego a mi cabeza una serie de cuestionamiento, que solo por esta vez dejaría pasar. ¿Me aceptaría Italia? ¿Cómo sería su familia? ¿Aceptarían a una cambia formas entre los suyos? Lo más probable que investiguen mi pasado, mi presente y mi futuro, aun cuando no tenía nada que esconder aquello era lo que me aterraba, no faltarían los que pensarían que solo estaba por interés, por ambición… pero mi única ambición era tener más amor. Ya podía decir que la tranquilidad me embargaba, necesitaba domar mi parte salvaje e impulsiva que revoloteaba en mi interior, porque éramos tres seres que amaban, pero que necesitábamos ser nosotras mismas. Apreté mi mandíbula para luego soltarla en una amplia sonrisa El día… ¿Cuándo será que tu tierra me conozca como tu reina? – era una pregunta pagana pero que necesitaba meditarla, yo no sería la reina de Italia, sino mejor dicho seria la reina de Zarek, las cosas estaban marchando apresuradamente y aunque me gustaba saber que sería solo mío y que aquel rey solo me amaba a mí, de lo poco que sabía el como tal tenia obligaciones, conocía gente importante, y yo… yo… suspires pensando aun no puedo pensar en un reino mas solo en aquel que me quita el sueño, me hace amarlo, hace que sea la mujer más feliz del universo, porque aun sabiendo todo de mí, me amaba y respetaba como tal. Seguir pensando seria darle más vueltas al asunto ¿era necesario? Claro, aun no teniendo nada, en Paris había dejado a cuatro personas muy importantes, no podía desligarme de ellos, aun cuando dos de aquellos sabían mi historia amorosa mis amigas mellizas necesitaban también saberlo. Como fuera si tenía que compartir con alguien seria con ellos, porque ellos eran la familia que había elegido cuando me encontraba sola en tierras francesas…

Pase mis brazos rodeando su cuello, apoyando mi cabeza en su hombro escuchando los latidos ausentes que en lejanía solo eran los míos, me llene de su aroma, de su frialdad que en mi cuerpo no era más que calidez, el confort de sentirme segura era lo que más apreciaba, me tranquilizaba y me hacía olvidar todo. Y cuando olvidaba todo solo lo encontraba al amor de mis amores, levante un poco mi cabeza para darle un beso en el cuello, ya habíamos comenzado a dar un paso importante en nuestras vidas… juntos aquello era lo primero.
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Mensaje por Invitado Sáb Nov 26, 2011 5:28 pm

La mujer que había logrado que me enamorara de ella se encontraba allí, no tuvo que fingir ser mejor de lo que era o tratar de seducirme, simplemente se mostro tal cual en el momento en que ninguno de los dos espero que pudiera surgir algo. Todo sucedió como un juego de niños, un encuentro inesperado en un lugar al que me llevo una noche de paseo en la ciudad de Paris y entonces la vi, su figura sentada junto al muelle, decaída, distante, casi inerte como yo mismo me encontraba desde hace mucho. Conocerla no solo significo una nueva etapa en mi vida sino un renacer de ese antiguo yo que creí sepultado cuando mi corazón dejo de latir. Los de mi raza no nos acostumbrábamos a los azares de la vida, esta era la que se acostumbraba a nosotros porque veíamos los siglos pasar, éramos actores de la eternidad, sobrevivientes del pasado entregados a un infierno lleno de placeres que no todos los inmortales compartimos como formas de vida.

Alguna vez pensé en intentar enamorarme de una mortal, jamás tuve en cuenta que lo haría de una cambiaformas, un ser con una existencia tan prohibida como la mía ante los ojos mortales, una fiera que dominaba sus instintos y que luego los liberaba. Claro que recordaba la primera vez que la vi, ella a la defensiva después de reconocerme como un vampiro, yo tranquilo al observarla detenidamente como una de las criaturas más bellas con las que me hubiera cruzado en tantos siglos. La lluvia había juntado dos cuerpos que por naturaleza suelen repelerse y había conducido nuestros destinos hasta un presente que parecía ser onírico para ambos. Felicidad, creí que sería imposible volver a sentirla de tal forma pero allí estaba y mi felicidad estaba personificada en un cuerpo que sostenía entre mis brazos –Aún tu sonrisa me bastaría para recordar todo lo que siento por ti, de esta forma me he encontrado este tiempo, solo recordando la figura lejana de la muchacha del muelle, con la idea firme de volverte a ver- respondí sellando mis palabras con una sonrisa de sincero afecto hacia ella.

No se veía todos los días que un vampiro pidiera la mano a un mujer que no es inmortal, incluso dentro del plano de los reyes era más natural la cuestión de los compromisos pero la situación en la que nos encontrábamos ambos era difícil de afrontar a futuro. No sé si para bien o para mal, no podía actuar como un joven enamorado sin pensar en las consecuencias de mis actos, era demasiado antiguo para dejar de lado esa costumbre. Tenía en cuenta que un compromiso con ella significarían muchas cosas y muchos cambios por venir pero estaba dispuesto a afrontarlos todos con tal de no volver a tenerla lejos de mí. Sabía que pronto tenía que presentar mi caso ante el juicio de mi padre y tratar de obtener su aprobación. La responsabilidad con la que cargaba mi existencia no era sencilla y no le estaba ofreciendo a Sophia un mundo lleno de alegrías, en un futuro cercano ella tendría que saber la verdad, que si decía continuar conmigo algún día ella debía aspirar a caer bajo la misma condición que yo tenía, es decir, en algún momento ella debía ser transformada.

-Créeme, llevar una corona es el más mínimo problema con el que tropezaras desde ahora pero no te sobresaltes, en todo momento estaré yo contigo y si llegaras a cambiar de opinión te lo repito, no te obligare a quedarte conmigo. Prefiero que vivas feliz en libertad a que en algún momento yo sea el causante de tu sufrimiento- aclaré aun retirando un mechón de cabello de su rostro que se había caído sobre el al acomodarle la corona. Sophia aun no sabía sobre mi clan ni sobre mi familia vampírica, en su momento sería presentada ante ellos y entonces las cosas se dificultarían para los dos pues debía probar su valor para poder entrar a ese círculo y yo, que la amaba, no podía hacer otra cosa que creer quizá ingenuamente que todo saldría bien y que ella llegaría a ser mi esposa.

Ella parecía estar meditando en lo mismo, el futuro. De pronto sonrió y me hizo una pregunta que me fue difícil responder, como decirle que eso no sería pronto, como decirle que antes debía protegerla de las miradas que dentro de poco caerían también sobre ella, los guardias de la noche no descansaban y a los oídos de él llegaría la noticia de que Zarek Di Sforza ha decidido comprometerse con una mujer de otra raza y la cual es ajena a toda relación con la familia. Sabía que la reacción no se haría esperar y que entre más noches pasaran, así yo estuviera feliz porque en adelante las compartiría con ella, llegaría el momento de una presentación –Tranquila, no será el día de mañana, antes debemos integrar nuestras vidas y ver como solucionaremos el coexistir juntos bajo un mismo techo. Quiero conocer a tu familia y por supuesto que la mía…querrá conocerte a ti- dije esta última parte con un poco de dificultad que logre disimular.

La abracé cuando paso sus brazos rodeando mi cuello, si pudiera detener el tiempo, si pudiera congelar el espacio y permanecer con ella así sin pensar en lo que vendrá, entonces podría ser totalmente feliz sin que me importara nadie más. Sin embargo, tenía un compromiso firmado con sangre, si yo estaba allí aun vivo, irónicamente si pero al fin de cuentas vivo, se debía a un solo ser que el pasado me había escogido como uno de los ‘elegidos’ para portar la maldición de la sangre. Y los demás, mis hermanos, debían importarme también por ser quienes en tantos siglos han sido mi familia. Quería a Sophia dentro de esa familia, quería que fuera una de nosotros pero por otro lado no podía dejar de pensar que estaba siendo sumamente egoísta al creer que todo saldría como mejor se adaptara a mi situación. Entonces decidí que sería lo que ella quisiera y, si en algún momento nuestros destinos se encontraban confrontados, la alejaría de mí para que me recordara como alguien a quien amó en lugar de alguien a quien aprendió a odiar –Ven conmigo- susurre a su oído y, librándome de todos esos miedos hasta que llegara el momento de afrontarlos, la conduje al interior del castillo, su nuevo hogar aunque aun no fuera reina.
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Mensaje por Sophia D'Luca Dom Dic 04, 2011 5:13 pm

¿Cómo le explicas a un ciego que existe un arcoíris con múltiples colores? Aquello en esta vida no se podía y por más ejemplos que se expusieran, el ciego seguiría desconociendo aquellos colores que únicos se unían tres si formando un bello arcoíris. Y ahí estaba yo siendo la mujer ciega por el amor, ciega por la mirada de él, ciega por bellas palabras… No me importaba tener una venda puesta sobre mis ojos si tenía quien guiara mis pasos por Italia. Zarek, era el dueño de mi corazón, era quien en una noche donde las tormentas nos acompañaban me había devuelto la vida que una vez casi se vio extinta. A pesar de sentir varios sentimientos opuestos en un solo segundo, sentirlo a el cerca hacia que pudiera ver aquel arcoíris que había en mi vida. Si me preguntases, si estaba feliz, no tendría palabras para decir lo mucho que estaba, que ya no era la mujer solitaria que vagaba por las calles, ahora era Sophia D`Luca nada más que eso. Mi rostro el de una mujer enamorada, podría pintarse en un lienzo que perduraría siglos y cualquiera que se parase a observarlo diría, “Ella está enamorada”.

Entre el laberinto de mis pensamientos, ideaba formas, preguntas y respuesta para una infinidad de situaciones que estaban ocurriendo. Estaba completa a eso se resumía todo y aun cuando alguien quisiera alejarme de aquel rey, no podría, lucharía con uñas y garras por algo que ahora podría decir que me pertenecía, sonreí en complicidad a mis pensamientos, todo podía pasar… - Solo me harías sufrir si te alejaras de mi… o si me dejaras de amar respondí a sus palabras que aun cuando bellas eran el adorno de que en algún momento podríamos estar separados calaba en mi interior como un cosquilleo que iba y venía – Yo… yo estoy condenada a tu amor – extrañas palabras que en algún soneto sonarían bien, pero aquello iba de la mano a su raza, era un vampiro vivía en una condena, yo por amarlo me unía a su maldición y como mis palabras estaba condenada a su amor, porque lo amaba, porque lo amo; simple o complicado así eran las cosa. La noche se puso aún más oscura en ese momento y sus palabras me habían robado una sonrisa, muy apresurado o no, me gustaba la idea de que aquella unión no fuera ni mañana ni pasado. Teníamos toda una vida ¿o no?

Zarek había pronunciado algo que llamo mi atención coexistir, yo era tan silenciosa que ni siquiera alguien podría notar mi presencia, más lo único que me complicaba era el hecho que solía transformarme muy seguido y no quería que me vieran como un bicho raro y menos como una amenaza, está bien un guepardo no se ve todos los días, quizás sería mejor hablar Sabes que soy un felino ¿cierto? Me transformo en un gato doméstico y en guepardo, soy un poco territorial cuando ando en aquellas formas… pero sigo siendo yo – sonreí, quería explicarle tantas cosas, de mi vida, pero las palabras se ahogaban en mi garganta y mi mente que con rapidez trabajaba no me dejaba recordar todo lo que deseaba decir. Me sentía ingenua, pequeña en ese momento, sonreí cerrando los ojos No… no tengo familia dije entre dientes, desviando mi vista hacia la fuente de agua, no era algo que acostumbraba a decir pero él había dicho aquello de conocer a mi familia – Pero si tengo unos muy buenos amigos, que querrán conocerte levante los hombros de manera casi automática, sabía que algún día tendría que hablar sobre mi familia, sobre que había sido adoptada, que habían muerto, que era una recogida… moví la cabeza ligeramente y sonreí Espero agradarle a tu familia, supongo son todos como tú, vampiros dije y el aliento pareció escaparse de mi cuerpo, no me llevaba del todo bien con los vampiros, nos repelíamos entre sí pero, hasta ahora no había tenido problemas con alguno, me llevaba mal con los lican a los vampiros los toleraba.

Mis brazos cayeron mientras me dejaba guiar, la idea de conocer su familia me dejaba inquieta, demasiado a decir verdad pero si algo había aprendido a lo largo de mis años es que podía defenderme, podía mirar, sabía hablar, quizás no tenía una buena educación pero había estado mucho tiempo observando a gente de poder como para decir “Yo Soy” sonreí al hecho de pensar que sería como un juicio, que me interrogarían, que me verían extraño quizás con repudio ¿Y si no me aceptaban?... ¿que haría yo… que haría el… que haríamos? Trague saliva apretando la mandíbula mientras subíamos por unas escaleras para adentrarnos a aquella fortaleza, con la corona sobre mi cabeza mi vestido medianamente manchado en sangre, con mis ojos salvajes y con mi caminar silencioso entramos al castillo que de pared a pared me deslumbraba, el interior de aquel lugar era un verdadero cuentos de hadas olvidado con los años. Este lugar… parece de ensueño – dije bajito con un poco de miedo, siempre había escuchado que las paredes oían, y esos muros parecían esconder más que solo cuadros y candelabros colgados. Acerque mi cuerpo al de Zarek no quería estar o sentirme sola en un lugar tan inmenso como ese; con cuidado y como si se tratara de una caricia tome su mano entrelazando mis dedos con los suyos.

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Mensaje por Invitado Vie Dic 30, 2011 3:09 pm

Sonreí y la sujete entre mis brazos, seguro de que mis peores temores eran infundados y que en adelante se preveía un futuro a su lado así mi familia aun no supiera que yo ya había decidido que ella sería mi reina. Los riesgos que tuviera que afrontar lo haría por ella y pediría lo único de lo que me había privado durante casi cuatro mil años, una compañera. Quizá pondrían a discusión mi falta de juicio por la apresurada decisión, para los de mi raza enamorarse en días o semanas era un tiempo poco de consideración pero ella me había devuelto la humanidad que perdiera hace mucho tiempo haciéndome sentir vivo como no pensé que podría hacerlo algún día. La muerte no solo me condenaba a beber sangre mortal para sobrevivir sino a conservar mi existencia en un lugar apartado de todo sentimiento hacia otros. Solo la familia vampírica era la que acompañaba mis pasos en una larga existencia pero solo hasta el día en que la conociera a ella, a Sophia, quién desde el momento que entro en mi vida lo revoluciono.

-Eso no sucederá- respondí a su temor de que me alejara de ella, solo una situación de fuerza mayor podría propiciar tal decisión y mientras en mis manos estuviera evitarla así seria. Sin embargo, sus palabras me hicieron pensar, si el amor era una condena ¿podría ser similar a la condena que ya cargaba sobre mis hombros?, no me agrado pensar en que así fuera y solo acaricie su rostro en respuesta pensando en que ella aún tenía que aprender que el amor no sujetaba sino liberaba, como ella me había liberado a mi del mundo de la oscuridad yo la libraría de todo temor a la muerte y al abandono porque yo ya había traspasado esas fronteras. Quizá éramos dos polos opuestos a primera vista, ella poseía una energía digna de su raza y yo una tranquilidad que solo se alcanza viviendo tanto tiempo ya que el joven que solía emocionarse ante una guerra había muerto hace eones. De pronto me pregunte si aquel Zarek hubiera enamorado a esa mujer, un hombre que solo pensaba en la gloria de la guerra y cuyo único amor era el mar. Era cierto que algo me quedaba de él pero el tiempo también había moldeado mi personalidad haciéndome más diplomático que guerrero.

En aquel castillo mi familia había morado desde tiempos inmemorables, éramos uno tras otro el mismo hombre que adoptaba diferentes políticas como si solo nuestros descendientes siguieran nuestra rama familiar cuando en realidad éramos solo nosotros los que gobernábamos. Mantener una distancia de los mortales era lo prudente y por ello que el pueblo italiano solo viera a sus monarcas en contadas ocasiones lo suficiente para no levantar sospechas y lloraban por nosotros cuando comunicábamos que el rey había muerto y se regocijaban cuando el ‘heredero’ subía al trono sintiéndose orgullosos a la vez del parecido entre padres e hijos que para nosotros no existían pero que hacíamos ilusoriamente creer a los demás. Ahora Italia tendría una reina, una mujer que era diferente a nosotros y que sabría dirigir a un imperio durante los días mientras mi familia se ocupaba de dirigirlo en las eternas noches. La imagine a ella encargándose de un imperio y sonreí, seguramente sería un gran paso para ella y aunque tendría muchas obligaciones confiaba que con mi ayuda podría adaptarse a ellas.

Ella rompió el repentino silencio en el que se habían sumergido mis pensamientos y confeso la realidad de su naturaleza cambiaforma, yo comprendí a lo que se refería, semanas antes ya había mandado a investigar todo acerca de ella sin que lo supiera solo porque quería saber todo lo referente a la mujer que amaba antes de traerla a mi tierras aunque seguramente no era el único que ya lo había hecho al estar mis reino bajo la protección de la Guardia de la Noche era evidente que el que ella estuviera allí ya había llegado a los oídos de varios miembros de mi familia y por ello no sería sorpresa que alguno se presentara en las siguientes noches para pedirme explicaciones y para conocerla –Tendrás mucho territorio en este castillo donde sentirte cómoda, se te dará el trato de una reina como es de esperar y por ello estarás rodeada de doncellas a tus ordenes pero debes saber que en un castillo habitado por muchos vampiros es mejor que pongamos algunos límites para evitarnos problemas. Te llevare al ala sur, ese lugar será tu territorio- respondí aliviando su preocupación. Estaría allí por lo menos hasta que se adaptara al castillo y a quienes lo moraban. La mayoría de los sirvientes eran inmortales y durante el día solo encontraría esclavos de sangre, aquellos mortales cuya lealtad era hasta la muerte por el simple hecho de que mis guardias los alimentaban con algunas gotas de su sangre para crear el lazo de dependencia.

-Tus amigos serán bienvenidos, solo avísame en cuanto los invites para que podamos recibirlos como es propio- dije y le bese la frente. Ella había estado esquivando el tema de la familia y solo me quedaba reconfortarla porque dentro de poco yo sería su familia y nunca más estaría sola. Si sus amigos eran importantes para ella entonces también lo eran para mí y serian bienvenidos a mi reino o mejor dicho, a nuestro reino aunque era necesario que ellos no supieran de mi condición vampírica ya que las reglas de mi familia eran claras al respecto a menos que ellos también compartieran las largas noches de los inmortales. Seguido ella pregunto sobre mi familia, asentí y esta vez fui yo quien desvió la mirada porque era un tema por demás extenso que era mejor explicarle cuando ella estuviera sentada –Así es, todos en mi familia son vampiros y estoy seguro que a mi hermano le agradaras…a los demás los iras conociendo con el tiempo- me limite a decir, el único que vivía conmigo era Alexander y pronto retornaría a nuestro hogar Aimee. Ambos eran mis seres más cercanos y podría decirse que los quería como a mis hermanos menores pues en realidad el primero de ellos lo era. Sin embargo más allá de esos vínculos éramos los miembros de un clan que tenía otros clanes hermanos y lo que me preocupaba era la opinión de mis hermanos de esos clanes respecto a un matrimonio como el que planeaba aunque dijeran lo que dijeran yo pelearía por estar con Sophia.

Dejamos el jardín atrás para entrar en el castillo y sentirnos acogidos por aquellos pasillos que eran mi hogar y que en adelante serian nuestro hogar. Escuche su murmuro y reí mientras la sujetaba de la mano para que caminara a mi lado. Ella instintivamente acerco su cuerpo al mío y apretó sus dedos en la mano que la sostenía, le respondí con un gesto similar aunque un apretón mío sería diferente al de ella por lo que se puede decir que lo hice levemente antes acercarme nuevamente a su rostro para depositar un beso en su sien –Bienvenida a casa- susurre cerca a su oído y seguí caminando hasta llevarla a sus aposentos donde ya las doncellas la esperaban para ayudarla a darse un baño antes de irse a dormir. Su noche terminaba mientras que la mía comenzaba y era hora de separarnos por esta noche aunque me hubiera gustado quedarme a su lado y poseer su piel como aquella vez en Paris pero tenía cosas que hacer que eran vitales como anunciar a Alexander, mi hermano, la llegada de Sophia, no quería que se llevara una sorpresa si de pronto veía una figura gatuna caminando por ese lado del castillo. Pedí a la servidumbre que nos dejaran un momento a solas y la tomé entre mis brazos para besarla tomándome el tiempo de reclamar el placer que solo sus labios podían darme. A regañadientes le dije que volvería la noche siguiente a verla y que durante el día era libre de pasear por todo el castillo excepto por el ala norte, lugar donde residíamos yo y Alexander.
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Mensaje por Sophia D'Luca Dom Ene 15, 2012 7:25 pm

Estar a su lado simplemente era magnifico, hacía mucho tiempo que no me sentía así, tranquila que nada malo me pasaría, que no tendría que sobrevivir otra noche mas, que no tendría que ir por los callejones en busca de comida, que no tendría que ir a la casa del Doctor para que me diera alojamiento, ya no estaba en ese lugar donde al final de cuentas solo había conseguido que la soledad fuera mi amiga y que la imagen del pintor sea un recuerdo. Respire con tranquilidad, no quería atormentarme por cosas que al embarcarme hacia Italia había decidido dejar atrás, quizás la noche me ayude a pensar lo que me está ocurriendo es como el cambio que siempre necesite pero nunca imagine que llegaría. Respire profundamente y continúe a su lado acariciando su fría mano que con el calor de la mía formábamos una tibieza de la cual me acostumbraría estaba de aquello segura. Hablo de su familia y me sentí un poco incomoda por que el si tenía una familia una grande se me cruzo por la cabeza, sorpresa la mía cuando oí que tenía un hermano que vivía bajo este mismo techo, sentí como mi corazón latió con fuerzas pero tan solo escucharle hablar lograba que la tranquilidad volviera paulatinamente, no quería ser un estorbo, de hecho el se había encargado de hacérmelo saber, que nunca lo seria para él.

Atenta como una niña que escucha las palabras de su mentor oí todo lo que tuvo que decirme, preste mucha atención a lo que me decía, no quería quedar mal en mi primer día/noche ahí, grabe en mi cabeza y en mis pieles que no podía ir al ala norte, que aquel lugar era para él y su hermano, asentí con la cabeza No te preocupes, no invadiré su espacio aquello era difícil pero lo intentaría el castillo era demasiado grande como para curiosear solo por los lugares permitidos – Espero a nadie le moleste ver un lindo gatito deambular por ahí dije aquello común deje de broma, las doncellas y sirvientes de seguro sabían todos los secretos de este lugar, quizás podría hacerme alguna amiga, no quería sentirme tan sola en un lugar tan grande, no quise decirle aquello así que solo se quedo en mis pensamientos. Cuando me comunique con alguno de mis amigos intentare invitarle – suspire como si en verdad mi vida estuviera solamente yo, pero, era cierto, trague saliva y seguí caminando junto a el por los pasillos que adornados con bellas pinturas y algunas esculturas hacían el camino más fácil de recordar.

Era la primera vez que podría decir que estaba en casa, y como había dicho mi amigo Anuar, el hogar es donde uno quiere estar y precisamente en este momento, aquí era ese lugar. La sonrisa pinto mi rostro como si olvidada hubiera estado, mire mi habitación era más grande que el piso donde vivía con el Pintor mis ojos abiertos a más no poder observaron el lugar de lado a lado, de arriba hacia abajo, no hubo rincón que mi vista no llegara hasta que Zarek se paro frente a mí y tomándome con ese cariño y amor que solo él me había entregado me beso, fue un beso muy intimo, largo, apasionado, de esos que simplemente no quieres que terminen. Lo disfrute pasando ligeramente mis brazos por su cuello, cerrando mis ojos… dejándome llevar, hasta podría decir que de mis adentros un ronroneo afloro del cual no sentí vergüenza mas solo amor. Sus labios con lentitud se alejaron sentí como el espacio entre nosotros se hizo pequeño ya nada me separaría de él, nada.

Mis ojos se toparon nuevamente con los de él y perdiéndome un instante en ellos deje una caricia en su mejilla un beso corto en sus labios, y una mirada enamorada Te amo salió de mis labios cuando esa sonrisa de niña inocente se pintaba en mi rostro. No iré a ningún lado – bromee, claro que no lo haría, y mirándolo le lance un beso cuando lentamente salió de la habitación, me di una media vuelta y las doncellas entraron en silencio. Respire profundamente, tenía que acostumbrarme a ellas, a ese castillo a las normas y por sobre todo a amarlo más que nada, quizás buscaría libros y leería sobre ¿Sobre qué? No sabía, quizás sobre el pueblo Italiano, quizás.

Madame, el baño está preparado dijo una de las doncellas casi en un hilo de voz, por un segundo pensé que me encontraba sola, con una sonrisa suave asentí, no quería que me vieran como alguien diferente y aunque sí lo era, quería que tanto ellas como yo sintiéramos una confianza. Camine en silencio por la habitación siempre seguida por las doncellas, el baño estaba en una habitación continua, privado e inmenso el tono de sorpresa salió de mis labios Woooh dije y me gire para ver a las jóvenes – Es tan grande musite y ambas rieron al son que yo lo hacía, de seguro pensarían que era una acogida, afortunada por conquistar al rey o peor que quería sus riquezas, ciertamente nunca pensé que fuera un rey, me dije como consuelo. Y entrando al lugar mire mi vestimenta que colgaba de mis hombros, no sabía en realidad como ocupar una toca, me encogí de hombros – ¿Me ayudan? las mire con algo de vergüenza en mi rostro y se acercaron a mi auxilio, una de ellas desato el listón que colgaba de mi cintura, la otra con mucho cuidado saco la corona que adornaba mi cabeza y la puso en una almohadilla rojo carmesí, curioso pensé, al tiempo que dejaba la corona en un pedestal y volvía para desatar un broche o un nudo y la túnica blanca cayo a los suelos. Soy Sophia – les dije presentándome de una forma un poco ortodoxa, ambas rieron y se presentaron como Alanís y Alhelí, diciendo que ya sabían mi nombre y que era realmente bella. Con cuidado me acerque a la gran bañera e introduje unos de mis pies el agua estaba tibia, Alanís tomo unos pétalos de quien sabe que flor y los arrojo al agua, explicándome que aquello relajaría mis músculos, Alhelí tomo mi cabellera y la amarro para que no se humedeciera, todo aquello parecía un ritual, me causo gracia y comencé hacerles preguntas, no todas fueron respondidas, pero logre que al menos una de ellas me preguntara algo. – ¿Disculpadme Madame Como conoció al Rey? – dijo mientras la otra le pellizcaba el hombro regañándola que no hiciera preguntas, y me volvieron a explicar que ellas tenían que ser prácticamente ciegas, sordas y mudas a lo que mi respuesta fue sincera y de corazón – Estoy sola en este castillo ustedes serán como mis amigas y me ayudaran se los pido por favor otras risas de las tres y les conté como había sucedido el encuentro con Zarek, mientras me ayudaban con mi baño, haciéndome sentir en casa.

Luego del baño me ayudaron con las ropas de cama, mientras una de ellas me cepillaba el cabello, conversamos de varios temas, tenía que admitir que sin ellas la espera de volver a ver a Zarek se haría eterna. Esa noche me hicieron una promesa, que siempre me ayudarían y que nunca se alejarían de mi se lo agradecí de corazón, en tan solo una noche ya me sabia sus historias sus amoríos y su descendencia. Todo momento me hicieron sentir en casa, llego mi cena y ambas bromearon que pocas veces preparaban comidas y simplemente me reí al unisón con ellas. Comí con tranquilidad hasta les ofrecí pero ambas se negaron, diciendo que ellas comerían con los demás. Los minutos pasaron y me quede en silencio tirada sobre la cama mirando el lugar acariciando las colchas, las sabanas y almohadas, poco a poco mi energía comenzó a decaer y caí en sueño, hasta un nuevo día.



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