AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La bella notte.
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La bella notte.
Noche larga y pesada. Del mismo bochorno de todo el día... una tormenta otoñal cubría aquel grisáceo cielo que desde hacía una media hora había cubierto todo el cielo de París. Ya había cumplido el deseo de dos mujeres, sí...por partida doble , había sido divertido pero lejos de estar exhausto era como una droga que le devolvía a la vida y por ende desear más y más de la noche, no sin antes fumarse un cigarrillo. Ni se molestó en abrocharse la camisa, solo tenía ésta y un pantalón ligero del mismo color...todo blanco, una imagen que hacía resaltar al joven italiano con esa piel morena, la cual brillaba por aún el sudor del esfuerzo sexual y el calor del ambiente. No divisó a nadie en la puerta... solo algún que otro cliente en busca de alguna señorita y era su momento de remensa paz.
Buscó en el bolsillo del pantalón su habitual cajita para hacerse uno de esos cigarrillos que tanto le relajaban y tras lamer el papel y colocar bien el tabaco, el sonido de una cerilla le relajó a la vez que el humo entraba en su garganta hasta bañar completamente sus pulmones. Miró hacia el cielo... justo cuando una gota más jugosa que las demás, impactó contra su nariz... otra más...hasta que una fina lluvia cubría las calles y por lo tanto y estar asomado, empezó a cubrir al italiano... de modo que adornado no solo con el sudor de antaño si no también con las frías húmedas gotas, le daban ese aire tan rebelde y único...
Un paso hacia atrás y suspiró tomando otra calada, notando el olor a tierra mojada... el murmullo de dentro del burdel... el sabor amargo del cigarrillo, su propio sabor. ¿No sería mejor volver a casa? Se quedaría un poco más... seguramente tendría suerte y la madame no tardaría en mandar a una de esas signorinas que tanto deseaban la compañía masculina de un buen hombre y que estuviese dedicándole horas y horas que gustosas pagaban...sonrió apoyando el cigarrillo entre los labios y se echó hacia atrás el cabello azabache, revolviéndoselo todo... aquellas gotas de agua remarcaban esas espesas pesatañas morenas, mirada que ahora estaba perdida en el frente...¡a saber en qué estaba pensando el italiano!
-Quando sono solo sogno all'orizzonte , e mancan le parole si lo so che ...-distraído tarareando una bonita y pegadiza canción italiana...no se le daba mal el canto, es más...aquella masculina pero acariciadora voz podía incluso dar a pensar en que ¿qué tenía de malo aquel hombre? Si alguien lo supiese, era el mismísimo diablo a veces... pero así era como se hacía querer, dejar esa huella que muy pocas veces podía haber...
Buscó en el bolsillo del pantalón su habitual cajita para hacerse uno de esos cigarrillos que tanto le relajaban y tras lamer el papel y colocar bien el tabaco, el sonido de una cerilla le relajó a la vez que el humo entraba en su garganta hasta bañar completamente sus pulmones. Miró hacia el cielo... justo cuando una gota más jugosa que las demás, impactó contra su nariz... otra más...hasta que una fina lluvia cubría las calles y por lo tanto y estar asomado, empezó a cubrir al italiano... de modo que adornado no solo con el sudor de antaño si no también con las frías húmedas gotas, le daban ese aire tan rebelde y único...
Un paso hacia atrás y suspiró tomando otra calada, notando el olor a tierra mojada... el murmullo de dentro del burdel... el sabor amargo del cigarrillo, su propio sabor. ¿No sería mejor volver a casa? Se quedaría un poco más... seguramente tendría suerte y la madame no tardaría en mandar a una de esas signorinas que tanto deseaban la compañía masculina de un buen hombre y que estuviese dedicándole horas y horas que gustosas pagaban...sonrió apoyando el cigarrillo entre los labios y se echó hacia atrás el cabello azabache, revolviéndoselo todo... aquellas gotas de agua remarcaban esas espesas pesatañas morenas, mirada que ahora estaba perdida en el frente...¡a saber en qué estaba pensando el italiano!
-Quando sono solo sogno all'orizzonte , e mancan le parole si lo so che ...-distraído tarareando una bonita y pegadiza canción italiana...no se le daba mal el canto, es más...aquella masculina pero acariciadora voz podía incluso dar a pensar en que ¿qué tenía de malo aquel hombre? Si alguien lo supiese, era el mismísimo diablo a veces... pero así era como se hacía querer, dejar esa huella que muy pocas veces podía haber...
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/09/2011
Localización : Entre tus sabanas, si yo lo deseo.
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Re: La bella notte.
El día estaba precioso, así que salió a vender algunas pulseras y de paso, ver qué descubría sobre su hija, pero mientras que lo primero resultó magnífico, lo segundo un total fiasco. Al menos llegó a un convenio con un viejo hombre de que si le conseguía noticias con el joven cochero que llevaba el correo, le daría tantas pulseras como nietas tuviera.
De regreso, observaba las calles, las modas, los antojos y las mujeres que caminaban con sus hijos abrazados o los llevaban de la mano. Tragando saliva, bajó la cabeza pensando que eso le estaba negado y que quizá su hija no le viera con los mismos ojos cuando supiera a qué se dedicaba. Una puta no era un ideal para una pequeña y mucho menos para alguien cuyo status y dinero era mucho más importante que incluso, lo que su madre sacrificó para que ella gozara de eso.
Sacudió la cabeza y decidió continuar sin pensar más en ello. Por lo que observó las modas para saber cómo vestir y cómo no mientras cumplía con su trabajo. Tomó algunos tips que observaba en las mujeres que mejor vestían y desechó mentalmente los que usaría de los que no. Sobre todo porque le faltaban algunos detalles importantes que no podía conseguir con demasiada facilidad y tendría que disponer de dinero que ahora mismo ni tenía, ni quería usar.
Negó y se dedicó a caminar, olvidándose de su vida e inclusive, se atrevió a comprar un croissant, para untarle algo de mermelada y andar por la calle, pensando en las ropas que se pondría a la noche para deleitar a los clientes e inclusive, en el baile que había pensado para asegurarse que esa jornada no se quedaría sola. En eso estaba, cuando una gota cayó sobre ella y alzó la mirada al cielo.
- Oh la la... - susurró temerosa y de pronto, todas las gotas cayeron.
Y fue el momento perfecto para correr a toda velocidad, pero sus pies nunca fueron más rápidos que la lluvia y esa noche volvió a quedar demostrado, cuando llegó al burdel completamente mojada, con la ropa pegándosele a la piel y al cuerpo. Bajó la cabeza y pasó al interior, sin cuidarse mucho de su aspecto, con el vestido blanco pegadito al cuerpo, dejando ver la forma de sus senos de una forma pecaminosa, con los pezones erectos del mismo frío. Bajando por su cintura espigada, incitando a tomarla y hacerla al cuerpo y más de uno quiso hacerlo, pero ella se les escabulló entre risas y pretextos de ir a secarse el cabello.
Tenía más público andando así que en un baile, por lo que pensó si no sería mejor quedarse como estaba, pero un estornudo la hizo cambiar de parecer. Las faldas estaban pesadas y delineaban las caderas que al haber dado ya una hija, eran mucho más generosas que la mayoría de sus delgadas compañeras. Las largas piernas a duras penas podían con ese peso de la tela que se escuchaba paso a paso, pero que la hacían sentir cierto picozor ahora que iba caminando hacia las escaleras, con tantos espectadores pendientes de todos sus movimientos.
Se lamió los labios, llevando una mano al cabello húmedo, que al llegar al descanso, osó desatar y dejarlo libre, el cual caía en su rostro humedeciéndolo aún más, permitiendo que sus profundos ojos lucieran mucho más enigmáticos y sensuales y sus labios húmedos generosos e incitadores. Así fue como se encontró al italiano que casi no estaba en el burdel, pero del que había oído maravillas, canturreando y luego mirándola con cierto desacato, lo que la hizo soltar una de sus picantes palabras.
- Si no compra, no tiene derecho a tocar y mucho menos - sonrió coqueta - a ayudarme a cambiar de ropas...
Rió divertida y se alejó dos pasos, para voltear a verle y guiñarle un ojo porque vamos, el hombre estaba como tren.
- Aunque se permite el derecho, a cambio de un cigarro y una copa de vino, de ver...
Sacudió la cabeza y decidió continuar sin pensar más en ello. Por lo que observó las modas para saber cómo vestir y cómo no mientras cumplía con su trabajo. Tomó algunos tips que observaba en las mujeres que mejor vestían y desechó mentalmente los que usaría de los que no. Sobre todo porque le faltaban algunos detalles importantes que no podía conseguir con demasiada facilidad y tendría que disponer de dinero que ahora mismo ni tenía, ni quería usar.
Negó y se dedicó a caminar, olvidándose de su vida e inclusive, se atrevió a comprar un croissant, para untarle algo de mermelada y andar por la calle, pensando en las ropas que se pondría a la noche para deleitar a los clientes e inclusive, en el baile que había pensado para asegurarse que esa jornada no se quedaría sola. En eso estaba, cuando una gota cayó sobre ella y alzó la mirada al cielo.
- Oh la la... - susurró temerosa y de pronto, todas las gotas cayeron.
Y fue el momento perfecto para correr a toda velocidad, pero sus pies nunca fueron más rápidos que la lluvia y esa noche volvió a quedar demostrado, cuando llegó al burdel completamente mojada, con la ropa pegándosele a la piel y al cuerpo. Bajó la cabeza y pasó al interior, sin cuidarse mucho de su aspecto, con el vestido blanco pegadito al cuerpo, dejando ver la forma de sus senos de una forma pecaminosa, con los pezones erectos del mismo frío. Bajando por su cintura espigada, incitando a tomarla y hacerla al cuerpo y más de uno quiso hacerlo, pero ella se les escabulló entre risas y pretextos de ir a secarse el cabello.
Tenía más público andando así que en un baile, por lo que pensó si no sería mejor quedarse como estaba, pero un estornudo la hizo cambiar de parecer. Las faldas estaban pesadas y delineaban las caderas que al haber dado ya una hija, eran mucho más generosas que la mayoría de sus delgadas compañeras. Las largas piernas a duras penas podían con ese peso de la tela que se escuchaba paso a paso, pero que la hacían sentir cierto picozor ahora que iba caminando hacia las escaleras, con tantos espectadores pendientes de todos sus movimientos.
Se lamió los labios, llevando una mano al cabello húmedo, que al llegar al descanso, osó desatar y dejarlo libre, el cual caía en su rostro humedeciéndolo aún más, permitiendo que sus profundos ojos lucieran mucho más enigmáticos y sensuales y sus labios húmedos generosos e incitadores. Así fue como se encontró al italiano que casi no estaba en el burdel, pero del que había oído maravillas, canturreando y luego mirándola con cierto desacato, lo que la hizo soltar una de sus picantes palabras.
- Si no compra, no tiene derecho a tocar y mucho menos - sonrió coqueta - a ayudarme a cambiar de ropas...
Rió divertida y se alejó dos pasos, para voltear a verle y guiñarle un ojo porque vamos, el hombre estaba como tren.
- Aunque se permite el derecho, a cambio de un cigarro y una copa de vino, de ver...
Última edición por Ingrid Chassier el Dom Nov 06, 2011 9:06 pm, editado 1 vez
Ingrid Chassier- Mensajes : 102
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Re: La bella notte.
Buena tormenta aquella, no se veía ningún claro en el cielo... mucho menos ahora que se iba oscureciendo. Como amaba la noche... tanto como hacer estallar a una mujer en un intenso orgasmo...siempre era aclamado por diferentes formas de celebrar tal gesto ¿qué cuales eran? Desde arañazos, mordiscos...hasta palabras malsonantes que estaría feo recordar, pero igual de excitantes cabe decir.
Uno de los placeres de la vida, era un buen cigarrillo y ahora mismo disfrutaba de ello, en silencio, observaba como poco a poco las calles se iban quedando desiertas y aquel aroma a suelo mojado llenaba sus sentidos, aspiró bien hondo llevándose una buena bocanada de aire y lo soltó después totalmente satisfecho pero eso sí, sin olvidar de aquella sensación de cuando las gotas impactaban contra su rostro, como iban descendiendo hasta recorrer su torso. Unas risas captaron su atención, un par de compañeras lo miraban con descaro y él como no, les dedicó una reverencia de lo más cómica acompañada de una de sus arrebatadoras medias sonrisas, lo que darían por una completa... entre otras cosas. Pero muy pocas cosas hacían sonreír al italiano, muy pocas.
Todas iguales, risitas, comentarios por lo bajo como si estuviesen rezando pero nada más... hasta que esas mismas jovencitas clavaron sus ojos envidiosos en alguien en especial que ya no era el italiano. Y él, como también era curioso...se encontró con la silueta femenina de alguien que no conocía, lo hubiese recordado si hubiese sido así, descarado por naturaleza la recorrió de forma sutil pero obvia y su medio sonrisa se ensanchó un tanto, relamiéndose al instante... justo en el que ella lo hizo. Una imagen de una rubia bastante llamativa, se recreó en las formas de sus curvas, podía rozar la perfección sí y a más de una persona le encantaría perderse en ella, solo ella... pero si no estaba oyendo mal lo estaba comparando con uno de esos babosos que seguramente no quitarían de encima sus sucias manos una vez que hubiesen pagado, por su descaro, su belleza y su manera de moverse, no podía ser otra que una cortesana, una muy bonita tenía que añadir.
Miró a un lado y a otro, como si realmente no fuese a él a quién se dirigía...una táctica, podía llamarse así, al ver que era a él se encogió de hombros sin soltar de sus labios aquel cigarrillo que pronto daría su fin.
-Que yo sepa signorina, el mirar es gratis y no he insinuado cambiarla de ropas como según dice, claro que...tened por seguro que estariais más que encantada de que lo hiciese, solo que tengo un problema, uno muy insignificante...si me permitís...-como todo un caballero, se acercó con cautela, no sin antes haber pedido permiso a la atenta mirada de aquellas que la miraban con una envidia aún mayor que ya le tendrían. Para él no había nadie en aquel hall, salvo él y ella... aquellos ojos verdes profundos y cautivadores no se habían despegado de ella en cuanto sus miradas se habían cruzado, una virtud que tenía y era esa, mirar a los ojos a la persona que captase toda su atención, se inclinó lo suficiente como para que ella pudiese apreciarle y tan solo oyese lo que quería decirle-Mi problema es que yo no tengo intención alguna de ponerle otra ropa , si no de quitarle la que lleva y quemarla si es necesario, seguro que el traje de su propia piel es mucho más hermoso que ese vestido inmaculado que más que recatamiento, incita a muchas cosas...-
Ni corto ni perezoso, pasó su dedo por una de esas gotas que caían por la piel de su torso... insinuante para colarse entre sus pechos, siguió el recorrido hasta que la atrapó y llevándose a los labios el dedo índice, pero no acabó todo ahí...
-Sois muy amable invitándome a una copa... -la miró travieso y empezó a caminar para que ella siguiese sus pasos y lo guiase hasta su habitación-Claro que... una copa por un cigarrillo, es buen intercambio ¿no creeis signorina...? -enarcó una ceja mirándole de reojo, solo la rozó con su propio brazo al pasar, inclinándose hasta su oído y rozarlo con el labio inferior un instante, el justo para que su piel pudiese erizarse, estaba seguro que había conseguido esa reacción.
Uno de los placeres de la vida, era un buen cigarrillo y ahora mismo disfrutaba de ello, en silencio, observaba como poco a poco las calles se iban quedando desiertas y aquel aroma a suelo mojado llenaba sus sentidos, aspiró bien hondo llevándose una buena bocanada de aire y lo soltó después totalmente satisfecho pero eso sí, sin olvidar de aquella sensación de cuando las gotas impactaban contra su rostro, como iban descendiendo hasta recorrer su torso. Unas risas captaron su atención, un par de compañeras lo miraban con descaro y él como no, les dedicó una reverencia de lo más cómica acompañada de una de sus arrebatadoras medias sonrisas, lo que darían por una completa... entre otras cosas. Pero muy pocas cosas hacían sonreír al italiano, muy pocas.
Todas iguales, risitas, comentarios por lo bajo como si estuviesen rezando pero nada más... hasta que esas mismas jovencitas clavaron sus ojos envidiosos en alguien en especial que ya no era el italiano. Y él, como también era curioso...se encontró con la silueta femenina de alguien que no conocía, lo hubiese recordado si hubiese sido así, descarado por naturaleza la recorrió de forma sutil pero obvia y su medio sonrisa se ensanchó un tanto, relamiéndose al instante... justo en el que ella lo hizo. Una imagen de una rubia bastante llamativa, se recreó en las formas de sus curvas, podía rozar la perfección sí y a más de una persona le encantaría perderse en ella, solo ella... pero si no estaba oyendo mal lo estaba comparando con uno de esos babosos que seguramente no quitarían de encima sus sucias manos una vez que hubiesen pagado, por su descaro, su belleza y su manera de moverse, no podía ser otra que una cortesana, una muy bonita tenía que añadir.
Miró a un lado y a otro, como si realmente no fuese a él a quién se dirigía...una táctica, podía llamarse así, al ver que era a él se encogió de hombros sin soltar de sus labios aquel cigarrillo que pronto daría su fin.
-Que yo sepa signorina, el mirar es gratis y no he insinuado cambiarla de ropas como según dice, claro que...tened por seguro que estariais más que encantada de que lo hiciese, solo que tengo un problema, uno muy insignificante...si me permitís...-como todo un caballero, se acercó con cautela, no sin antes haber pedido permiso a la atenta mirada de aquellas que la miraban con una envidia aún mayor que ya le tendrían. Para él no había nadie en aquel hall, salvo él y ella... aquellos ojos verdes profundos y cautivadores no se habían despegado de ella en cuanto sus miradas se habían cruzado, una virtud que tenía y era esa, mirar a los ojos a la persona que captase toda su atención, se inclinó lo suficiente como para que ella pudiese apreciarle y tan solo oyese lo que quería decirle-Mi problema es que yo no tengo intención alguna de ponerle otra ropa , si no de quitarle la que lleva y quemarla si es necesario, seguro que el traje de su propia piel es mucho más hermoso que ese vestido inmaculado que más que recatamiento, incita a muchas cosas...-
Ni corto ni perezoso, pasó su dedo por una de esas gotas que caían por la piel de su torso... insinuante para colarse entre sus pechos, siguió el recorrido hasta que la atrapó y llevándose a los labios el dedo índice, pero no acabó todo ahí...
-Sois muy amable invitándome a una copa... -la miró travieso y empezó a caminar para que ella siguiese sus pasos y lo guiase hasta su habitación-Claro que... una copa por un cigarrillo, es buen intercambio ¿no creeis signorina...? -enarcó una ceja mirándole de reojo, solo la rozó con su propio brazo al pasar, inclinándose hasta su oído y rozarlo con el labio inferior un instante, el justo para que su piel pudiese erizarse, estaba seguro que había conseguido esa reacción.
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
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Re: La bella notte.
La noche empezaba apenas y de qué manera, ese italiano sí que estaba como se lo había recetado el doctor, moreno, fuerte, sexy y con una sonrisita devoradora que le hacía pensar una y otra vez en lo rico que sería beber de su boca un buen trago de vino y muchas cosas más ricas como un buen chocolate o una fresa roja, grande, jugosa, que resbalara en finas gotas por la comisura de sus labios y fueran atrapadas por la lengua femenina que...
Se quedó sorprendida por el derrotero de sus pensamientos y rió coqueta, mientras que, al tiempo que el hombre iba acercándose a ella, veía otras gotas diferentes, de pura agua, resbalar por la cabeza masculina e ir bajando de forma erótica por su rostro, su cuello, su torax con esa camisa entreabierta, entre sus vellos masculinos deslizándose hasta...
Hasta...
- Pecadora e incitante - susurró suavemente mientras fijaba la mirada en los ojos del delicioso hombre que se acercaba a susurrarle algo, ese perfume tan masculino y vibrante le llenó las fosas nasales y le hizo temblar levemente el cuerpo de anticipación, qué rico y delicioso olía... de esos hombres que sabían que el olfato de una mujer era un poderoso aliado en la batalla por la satisfacción, en la meta por el magnífico placer.
Casi se cae de sentón cuando él habló de dejarla desnuda y tuvo que hacer acopio a toda su fuerza de voluntad para mantener el tipo cuando acarició su tórax y bajó por en medio de su escote, buscando algo que encontró... así que no era la única buscando gotas de agua resbalando, aunque ese mohín de su dedo era tan seductor, que entendía por qué todas, incluyendo las bobas atrás de ellos, estaban idiotizadas con él.
Sin embargo, Ingrid no era como todas, así que tendría que estar con la mente bien fría si quería conseguir pagarle a la madame el dinero que le debía y acostándose con un compañero, por más sexy, adorable, seductor, incitante, excitante, apuesto y magnífico, no le daría para ganar más y que la deuda bajara.
Aspiró profundamente y los senos se alzaron al mismo tiempo que el aire entraba, de forma pecaminosa incluso, con los pezones muy duros por el frío, por ese macho que se le entrometía en la mirada y en la cabeza y qué decir de otros lugares menos acordes a mencionar, pero sí a sentir.
Era este italiano, pura tentación, pero tendría que aguantarse, le repitió su mente a su cuerpo y todo él renegó una y otra y otra vez, porque lo deseaba, sus manos por su piel, sus bocas fundidas, aunque dijeran que una prostituta no besaba, a él sí que quería saborearlo, sus cuerpos unidos, entrelazados, risas y miradas satisfechas y un placer que aumentara hasta niveles insospechados.
Se obligó a aterrizar por... ya había perdido la cuenta... así que tras soltar el aire que había contenido, miró al italiano y decidió ser dura de nuevo, aunque casi manda al diablo todo cuando él caminó y la rozó y no sólo eso, ¡Maldito fuera mil veces! Porque ese roce contra su oreja, tan sensible en esa parte, casi la hizo acceder y mandar a la madame de paseo, el estremecimiento, el erizarse toda con ello...
- Nada tonto le hizo su madre - dijo recuperando a duras penas el control, agradeciendo la corriente de aire frío que le caló los huesos y volteó hacia él - pero no, ya le dije cómo le permito ver, que le recuerdo que somos prostitutas, no damas de la caridad y no creo, mi señor - dijo acercándosele y mirándole al rostro - que tenga el suficiente dinero para pagar mis servicios - susurro contra su rostro, dejando que su aliento a menta y duraznos llegara a su olfato...
Le miró al rostro y sonrió porque vamos, no iba a dejar pasar la oportunidad de...
Tomó una gota que resbalaba ya por el abdomen del italiano y su dedo fue elevándose lentamente, sintiendo la piel, el calor, los músculos bien definidos de ese lavadero en el cual querría pasar más que un dedito. Siguió subiendo, tórax, cuello, barba... ese dedo perfiló sus labios y luego de ello, sonrió y lo llevó a su boquita, dándole una leve succión entre sonrisas que prometían y ojos cuyas pupilas se dilataban de placer y diversión.
Pensando que todo había terminado en un simple jugueteo y coqueteo, caminó hacia su habitación, gimiendo bajito de insatisfacción, para dejar el dinero guardado en su escondite, las pulseras en otro lugar y ahora sí, desprenderse de los zapatos, dejándolos en un lugarcito y luego, su suéter...
- Está guapísimo y buenísimo - gimoteó - qué pena que haya cosas por hacer.
OFF ROL: sorry por la tardanza, pero no me inspiraba.
Se quedó sorprendida por el derrotero de sus pensamientos y rió coqueta, mientras que, al tiempo que el hombre iba acercándose a ella, veía otras gotas diferentes, de pura agua, resbalar por la cabeza masculina e ir bajando de forma erótica por su rostro, su cuello, su torax con esa camisa entreabierta, entre sus vellos masculinos deslizándose hasta...
Hasta...
- Pecadora e incitante - susurró suavemente mientras fijaba la mirada en los ojos del delicioso hombre que se acercaba a susurrarle algo, ese perfume tan masculino y vibrante le llenó las fosas nasales y le hizo temblar levemente el cuerpo de anticipación, qué rico y delicioso olía... de esos hombres que sabían que el olfato de una mujer era un poderoso aliado en la batalla por la satisfacción, en la meta por el magnífico placer.
Casi se cae de sentón cuando él habló de dejarla desnuda y tuvo que hacer acopio a toda su fuerza de voluntad para mantener el tipo cuando acarició su tórax y bajó por en medio de su escote, buscando algo que encontró... así que no era la única buscando gotas de agua resbalando, aunque ese mohín de su dedo era tan seductor, que entendía por qué todas, incluyendo las bobas atrás de ellos, estaban idiotizadas con él.
Sin embargo, Ingrid no era como todas, así que tendría que estar con la mente bien fría si quería conseguir pagarle a la madame el dinero que le debía y acostándose con un compañero, por más sexy, adorable, seductor, incitante, excitante, apuesto y magnífico, no le daría para ganar más y que la deuda bajara.
Aspiró profundamente y los senos se alzaron al mismo tiempo que el aire entraba, de forma pecaminosa incluso, con los pezones muy duros por el frío, por ese macho que se le entrometía en la mirada y en la cabeza y qué decir de otros lugares menos acordes a mencionar, pero sí a sentir.
Era este italiano, pura tentación, pero tendría que aguantarse, le repitió su mente a su cuerpo y todo él renegó una y otra y otra vez, porque lo deseaba, sus manos por su piel, sus bocas fundidas, aunque dijeran que una prostituta no besaba, a él sí que quería saborearlo, sus cuerpos unidos, entrelazados, risas y miradas satisfechas y un placer que aumentara hasta niveles insospechados.
Se obligó a aterrizar por... ya había perdido la cuenta... así que tras soltar el aire que había contenido, miró al italiano y decidió ser dura de nuevo, aunque casi manda al diablo todo cuando él caminó y la rozó y no sólo eso, ¡Maldito fuera mil veces! Porque ese roce contra su oreja, tan sensible en esa parte, casi la hizo acceder y mandar a la madame de paseo, el estremecimiento, el erizarse toda con ello...
- Nada tonto le hizo su madre - dijo recuperando a duras penas el control, agradeciendo la corriente de aire frío que le caló los huesos y volteó hacia él - pero no, ya le dije cómo le permito ver, que le recuerdo que somos prostitutas, no damas de la caridad y no creo, mi señor - dijo acercándosele y mirándole al rostro - que tenga el suficiente dinero para pagar mis servicios - susurro contra su rostro, dejando que su aliento a menta y duraznos llegara a su olfato...
Le miró al rostro y sonrió porque vamos, no iba a dejar pasar la oportunidad de...
Tomó una gota que resbalaba ya por el abdomen del italiano y su dedo fue elevándose lentamente, sintiendo la piel, el calor, los músculos bien definidos de ese lavadero en el cual querría pasar más que un dedito. Siguió subiendo, tórax, cuello, barba... ese dedo perfiló sus labios y luego de ello, sonrió y lo llevó a su boquita, dándole una leve succión entre sonrisas que prometían y ojos cuyas pupilas se dilataban de placer y diversión.
Pensando que todo había terminado en un simple jugueteo y coqueteo, caminó hacia su habitación, gimiendo bajito de insatisfacción, para dejar el dinero guardado en su escondite, las pulseras en otro lugar y ahora sí, desprenderse de los zapatos, dejándolos en un lugarcito y luego, su suéter...
- Está guapísimo y buenísimo - gimoteó - qué pena que haya cosas por hacer.
OFF ROL: sorry por la tardanza, pero no me inspiraba.
Ingrid Chassier- Mensajes : 102
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Re: La bella notte.
Sus ojos verdes no se apartaban de ella ni un instante, le causaba curiosidad la misma que veía en aquellos ojos azules que lo observaban en silencio, quiso tener el poder de meterse por un momento en aquella cabeza , solo esperaba que no se comportarse como todas en general... un sonrojo, una risita ahogada, un guiño y prácticamente tomando el control por terminar de rozarse contra él buscando algo más que no encontraban, todo quedaba en un acercamiento por la otra parte... no se había dado el caso de ser extremadamente borde y apartarla sin más, con un “luego te veo...” lo solucionaba todo, simples palabras... no se encontraba con ninguna , pues para él todas exactamente todas eran iguales.
No era recatada y lo examinó de arriba abajo... él por su parte no se quedó atrás, fijándose más bien en una parte en especial que no pasaba desapercibida, aquellos pezones erectos por el frío...o no por él mismo, rió por tal descubrimiento enarcando una ceja después y como no, dedicarle las más cómicas de las reverencias, como un juego para ver quién se cansaba antes...
Al contrario de las otras chicas ella no despegó los labios, decir lo que se pensase y no hablar en demasía era uno de los puntos en tener en cuenta y bueno, su cuerpo sí que estaba hecho para el pecado y como consecuencia debía de ser muy buena en su tarea pues se alojaba en un dormitorio no muy lejano al suyo. Ambos, se dirigían al mismo lugar pero de haberla visto antes la hubiese recordad, él tenía memoria de elefante para estos casos... se olvidaba de lo que le daba la gana ¿era un delito aquello? Listo y tenaz, eso es lo que era.
Un gesto valía más que mil palabras, aquel dedo que se antojaba suave junto con aquella temperatura helada le hizo entreabrir los labios esperando...quería saber qué se traía entre manos, qué le tentaba a hacer y no perdió detalle de ello. Él no hacía nada, solo mirarla con atención y sentir su tacto, su mirada traviesa y como succionaba, cosa que dejaba desear... qué vendría después ¿porqué no averiguarlo? Fue a inclinarse a decirle un par de palabras cuando con sorpresa se alejó de él. Sorprendido, parpadeó un par de veces y giró el rostro con una sonrisa de lo más fresca y sentida...esa mujer le había dejado ¿con ganas? Podía...ser.
Muy interesante. No le gustaba que jugasen con él si algo le empezaba a interesar, siempre quedaba la incertidumbre con saber qué pasaría si hubiese pasado esto o lo otro. Él por su parte giró sus pasos sin mediar palabra alguna y bajó las escaleras hacia el bar. Un buen vino francés tinto, dos copas finas entrelazadas y él... esa idea que cruzaba su cabeza era buena, como todas... hizo el mismo recorrido pidiendo disculpas a aquellos que se acercaron a él, no le importaba si estaba con alguien, si no quería abrirle la puerta...era insistente, mucho y no se iba a quedar con saber que escondía aquella mujer de mirada inocente.
Con las copas entrelazadas en sus dedos, llamó un par de veces a la puerta de la joven... esperando apoyado en el quicio de la puerta y sonrió cuando la rubia abrió, con la cabeza señaló el vino y las copas esperando que le dejase entrar.
-No sabeis signorina el dinero que poseo, que sea un cortesano no quiere decir que me limite a tan solo hacer mi trabajo. No vengo a daros explicaciones, solo invitaros a una copa de vino, un breve descanso... no busco nada , las cosas surgen y no me gusta planear nada...¿tomais una copa conmigo? El italiano invita...salvo que esteis ocupada... que no lo veo por ninguna parte -se coló dentro sin previo aviso, dejando ambas copas en la mesa de noche de la joven, abrió el vino y echó el contenido en ambas para acercarle una... rió por seguramente su sorpresa. No quería ser molestado, así que su mano se apoyó en la puerta y fue él quién la cerró, ofreciéndole aquel vino que estaba perfecto. -No nos conocemos... pero podemos poner remedio, también podeis echarme... pero ¿y si pago vuestra hora? Me lo puedo permitir. Así no seremos regañados ninguno de los dos, no os preocupeis por la madame, yo la convenzo para que ni siquiera os mande a llamar por vuestro mal comportamiento... ¿Sereis mala esta noche? -sus ojos verdes cautivadores se clavaron en ella esperando una respuesta acorde con las circunstancias, solo había venido a traerle la copa de vino, exponerle ese trato... pocas cosas se le resistían y la curiosidad era más fuerte que su orgullo, en determinadas ocasiones.
No era recatada y lo examinó de arriba abajo... él por su parte no se quedó atrás, fijándose más bien en una parte en especial que no pasaba desapercibida, aquellos pezones erectos por el frío...o no por él mismo, rió por tal descubrimiento enarcando una ceja después y como no, dedicarle las más cómicas de las reverencias, como un juego para ver quién se cansaba antes...
Al contrario de las otras chicas ella no despegó los labios, decir lo que se pensase y no hablar en demasía era uno de los puntos en tener en cuenta y bueno, su cuerpo sí que estaba hecho para el pecado y como consecuencia debía de ser muy buena en su tarea pues se alojaba en un dormitorio no muy lejano al suyo. Ambos, se dirigían al mismo lugar pero de haberla visto antes la hubiese recordad, él tenía memoria de elefante para estos casos... se olvidaba de lo que le daba la gana ¿era un delito aquello? Listo y tenaz, eso es lo que era.
Un gesto valía más que mil palabras, aquel dedo que se antojaba suave junto con aquella temperatura helada le hizo entreabrir los labios esperando...quería saber qué se traía entre manos, qué le tentaba a hacer y no perdió detalle de ello. Él no hacía nada, solo mirarla con atención y sentir su tacto, su mirada traviesa y como succionaba, cosa que dejaba desear... qué vendría después ¿porqué no averiguarlo? Fue a inclinarse a decirle un par de palabras cuando con sorpresa se alejó de él. Sorprendido, parpadeó un par de veces y giró el rostro con una sonrisa de lo más fresca y sentida...esa mujer le había dejado ¿con ganas? Podía...ser.
Muy interesante. No le gustaba que jugasen con él si algo le empezaba a interesar, siempre quedaba la incertidumbre con saber qué pasaría si hubiese pasado esto o lo otro. Él por su parte giró sus pasos sin mediar palabra alguna y bajó las escaleras hacia el bar. Un buen vino francés tinto, dos copas finas entrelazadas y él... esa idea que cruzaba su cabeza era buena, como todas... hizo el mismo recorrido pidiendo disculpas a aquellos que se acercaron a él, no le importaba si estaba con alguien, si no quería abrirle la puerta...era insistente, mucho y no se iba a quedar con saber que escondía aquella mujer de mirada inocente.
Con las copas entrelazadas en sus dedos, llamó un par de veces a la puerta de la joven... esperando apoyado en el quicio de la puerta y sonrió cuando la rubia abrió, con la cabeza señaló el vino y las copas esperando que le dejase entrar.
-No sabeis signorina el dinero que poseo, que sea un cortesano no quiere decir que me limite a tan solo hacer mi trabajo. No vengo a daros explicaciones, solo invitaros a una copa de vino, un breve descanso... no busco nada , las cosas surgen y no me gusta planear nada...¿tomais una copa conmigo? El italiano invita...salvo que esteis ocupada... que no lo veo por ninguna parte -se coló dentro sin previo aviso, dejando ambas copas en la mesa de noche de la joven, abrió el vino y echó el contenido en ambas para acercarle una... rió por seguramente su sorpresa. No quería ser molestado, así que su mano se apoyó en la puerta y fue él quién la cerró, ofreciéndole aquel vino que estaba perfecto. -No nos conocemos... pero podemos poner remedio, también podeis echarme... pero ¿y si pago vuestra hora? Me lo puedo permitir. Así no seremos regañados ninguno de los dos, no os preocupeis por la madame, yo la convenzo para que ni siquiera os mande a llamar por vuestro mal comportamiento... ¿Sereis mala esta noche? -sus ojos verdes cautivadores se clavaron en ella esperando una respuesta acorde con las circunstancias, solo había venido a traerle la copa de vino, exponerle ese trato... pocas cosas se le resistían y la curiosidad era más fuerte que su orgullo, en determinadas ocasiones.
Bruno Machiavelli- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 30/09/2011
Localización : Entre tus sabanas, si yo lo deseo.
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Re: La bella notte.
Soy veneno que te arde en los labios,
veneno que derrite tu piel,
veneno que te inunda los sueños
y que se adueña de tí poco a poco.
veneno que derrite tu piel,
veneno que te inunda los sueños
y que se adueña de tí poco a poco.
Terminaba de poner el suéter a secar, de forma ordenada en el sanitario, cuando escuchó el tocar de la puerta, qué raro. ¿Quién sería? Sí, la habían visto llegar, pero ninguno de sus clientes habituales. Suspiró y se miró al espejo, acomodándose el cabello en una pose desarreglada, pero salvaje, acomodándose el delgado vestido, ignorando sus pezones aún fríos y erectos, al menos le daría un toque más lujurioso, se acomodó la falda y fue a abrir, para mirar sorprendida a ese italiano.
- ¿Tú? - tragó saliva y peor cuando le vio entrar con las copas y la botella de vino, no pudo más que sonreír y arquear una ceja, ladeando la cabeza, esperando una buena explicación que fue dicha de una forma tan petulante y confiada, tan seguro el italiano de sí mismo, que una parte de ella quería creerle, pero otra no estaba tan segura de su historia, ¿Rico? Pero sus ropas eran de calidad, podía verlo y lo había sentido. Reconocía el estilo y el atrevimiento, así que le permitió permanecer y oír el resto de su propuesta, para reír divertida unos leves instantes.
- ¿Tú? - tragó saliva y peor cuando le vio entrar con las copas y la botella de vino, no pudo más que sonreír y arquear una ceja, ladeando la cabeza, esperando una buena explicación que fue dicha de una forma tan petulante y confiada, tan seguro el italiano de sí mismo, que una parte de ella quería creerle, pero otra no estaba tan segura de su historia, ¿Rico? Pero sus ropas eran de calidad, podía verlo y lo había sentido. Reconocía el estilo y el atrevimiento, así que le permitió permanecer y oír el resto de su propuesta, para reír divertida unos leves instantes.
Era un díscolo, se metía en su cuarto, utilizaba su mesita de noche, le invitaba una copa y de paso, le cerraba la puerta. Un arribista y al mismo tiempo, le encantaba todo eso. Arrogante quizá, presumido y con un ego enorme, bien, eso lo podía controlar. Tomó la copa y aspiró su aroma, para sonreír, acercándose a un silloncito.
Su habitación era muy sencilla, una enorme cama para disfrutar y retozar, dos sillones pequeños alrededor de una mesa de centro y un baño, nada más... un pequeño mueble para guardar la ropa que ahora mismo estaba abierto. Le parecia que el cortesano sí que tenía interés por ella y sonrió pensando que quizá fuera porque lo había dejado justamente deseándola.
- Ya... - dijo y una corriente de aire la hizo estremecerse, dejó la copa y fue a cerrar la ventana, caminando con ese andar tan delicioso, moviendo las caderas lo suficiente para hacer pensar a un hombre en tomarlas y hacerlas a su deseo... tras cerrar, volteó a verle y no dudó en sonreír - tengo cosas por hacer, así que tome asiento - le invitó - beberemos la copa y luego veremos qué sucede, mientras tanto, con permiso, pero no quiero enfermarme - dijo y desabrochó el primer botón de su vestido, uno tras otro fue abriéndolos, su intención era cambiarse de ropas, pero bueno, ya que había ido tan modosito, a ver si era cierto que tenía el dinero para costearla.
Botón tras botón, fue mostrando el cuerpo bajo la tela. La lencería bajo el corsé y que cubría sus partes más íntimas, era elegida por lo que provocaba y no por lo que cubría; tenía clientes que en ocasiones apenas llegaba de la calle, la tomaban para sí y ya no la dejaban ir a cambiarse, así que el vestido podía ser secundario, pero la lencería no... así que encajes y sedas se permitía llevar, con tal de que los clientes estuvieran satisfechos y vinieran a por más.
Y le dejó ver el corsé, en un tono rosado, cuasi inocente y luego, tras quitarse el vestido completamente, se quedó en medias, liguero, las bragas de encaje y seda y dicho corsé... sin preocuparse, sonrió y se acuclilló para tomar el mojado vestido y, sin pudores, irlo a dejar al baño para que se secara, dejándole admirar el cuerpo con lo poco que traía puesto ya... una hermosura compuesta por curvas tan pronunciadas que cualquiera que intentara tomarlas, podría descarriarse.
Justamente ropas interiores que estaban también empapadas, así que ella misma fue a desabrochar los listones del corsé, haciéndolo lentamente, dejándole ver al cortesano cada parte de la piel expuesta,toda la que la prenda dejaba ver al abrirse lentamente. Sus movimientos eran seductores y buscaba mantener el nivel de excitación en el hombre. Quizá nada más mojara el pan y no se lo comiera, pero le dejaría una buena impresión y un magnífico recuerdo.
Porque yo soy veneno
y tú ya sabes lo que quiero
y dando vueltas por tu cuerpo
no necesito nada más.
y tú ya sabes lo que quiero
y dando vueltas por tu cuerpo
no necesito nada más.
Ingrid Chassier- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 30/09/2011
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