AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Irvine Sutharland
2 participantes
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Irvine Sutharland
Irvine
Sutharlan
Ficha:
Edad:
18
Tipo y Clase Social:
Cortesano - Cambiaformas - Alta
Orientación Sexual:
Bisexual
Lugar de Origen:
{PADRES} Suecia-Estocolmo
{IRVINE} Nació en Kyoto, Japón, pero después de cinco años volvió a Estocolmo.
- Habilidades:
- - Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
- Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, utilizando brazos y piernas reaccionando mas rápido que un humano normal.
- Fuerza sobrehumana: Fuerza que supera la de un humano y un animal común perteneciente a la familia que sea.
- Sanación acelerada: Habilidad para curar rápidamente de cualquier lesión. El tiempo de recuperación varía según el personaje. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
- Sentido del peligro: Habilidad para percibir el peligro personal. Es una forma limitada de precognición.
- HUMANA:
- ÚRSIDA:
- DATOS Úrsidos:
OSO BLANCO: - Thalarctos: Este género de úrsidos, es uno al que pertenece el oso blanco. El oso blanco, Thalarctos maritimus, es un oso de pelaje blanco, más o menos amarillento, de hasta 2,80 metros de longitud, 700 kilos de peso, cráneo más estrecho que el de la mayoría de los osos y hocico no tan destacado como en éstos. El cuerpo es relativamente largo y tiene un grueso panículo adiposo que, junto con su aspecto pelaje, lo protege del frío en las regiones árticas, donde vive. Es un gran nadador, de vida casi anfibia, se alimenta esencialmente de focas, peces y otros animales polares y ataca al hombre quien, a su vez, lo caza para aprovechar su piel y su grasa.
Ailuropoda melanoleuca:{Pandas}- El oso panda, como todos sabemos, tiene un insaciable apetito por el bambú. Come unos 13oso panda kilogramos de bambú para poder satisfacer su dieta. Los Pandas también pueden comer pájaros o roedores. Los pandas solo viven en remotas regiones de China, en las montañas donde hay grandes bosques de bambú, son frescos y húmedos; tal y como les gustan a los pandas. Escalan asta los 4 metros en verano para alimentarse y conseguir su bambú. Normalmente los Pandas se les ve comiendo en una relajada posición, como si estuviesen sentados, con los pies por delante. Su apariencia es la de unos animales vagos y que solo se dedican a comer, pero en realidad son unos excelentes trepadores de árboles, y excelentes nadadores. Los Pandas son animales muy solitarios, con un sentido del olfato muy desarrollado, que utilizan los machos para no encontrarse entre ellos, y para localizar a las hembras y reproducirse en primavera. Las hembras, tras 5 meses de embarazo, dan a luz a una o dos crías. Al nacer, las crías solo pesan 140 gramos, y son blancas. El negro lo cogen más tarde. Tiene un tamaño de 1 a 1,5 metros. Pesa unos 140 kilogramos y en libertad viven unos 20 años.
- Es un habitante característico de los bosques maduros de Europa, Asia templada y América del Norte. En este vasto territorio aparece bajo cierto número de subespecies, que se diferencian unas de otras por la coloración y el tamaño, hasta tal punto que antiguamente se les consideraba como especies autónomas. Podemos citar, por ejemplo, a los grandes grizzlys (Ursus arctos horribilis) y el Kodiak.(Ursus arctos middendorffi); este último es la raza de mayor tamaño.
Su longevidad es de 25 - 30 años (máximos conocidos de 34 años en estado silvestre y 47 en cautividad). Tiene una longitud corporal que varía de 1,50 - 2,95 m, dependiendo de la subespecie, y una altura en la cruz de hasta 1,30 m. Su peso también varía, desde los 100 hasta los 675 kg. El color es muy variable de un individuo a otro. Puede variar entre el marrón muy oscuro y el dorado claro, pasando por diversas gamas de grises. Las crías suelen presentar un collar blanquecino más o menos amplio alrededor del cuello, marca que habitualmente desaparece a partir de la primera muda al año de edad, pero puede quedar algún resto en los adultos. El pelaje se renueva una vez al año, en la época estival. La visión no la tiene muy desarrollada; comparada con otros sentidos, aunque sí puede ver en color durante la noche. A larga distancia reconocen formas pero no detalles, y detectan mucho mejor animales u objetos en movimiento que inmóviles. Son plantígrados. En algunas situaciones desfavorables pueden erguirse sobre sus patas traseras para aumentar su campo de visión. Su oído es extremadamente agudo y desarrollado al igual que el olfato, que es excelente, finísimo y, sin duda, su sentido más desarrollado y el que más les ayuda en su vida cotidiana. Gracias a él pueden detectar a larga distancia muchas de sus fuentes de alimento y también el estado sexual de otros ejemplares durante la época de celo. Sus mandíbulas tienen 4 caninos o colmillos, puntiagudos y robustos como los de otros carnívoros. Sin embargo, la presencia de incisivos aptos para cortar hierba y tallos, y de molares amplios y aplanados capaces de triturar alimentos de origen vegetal, hacen que la dentadura de este carnívoro esté perfectamente adaptada a un régimen omnívoro.
De carácter frío, seco y serio con los desconocidos y con los que no merecen otra cosa que su desprecio. Algo bruto en algunos casos, pero así es él mismo. A veces suele ser un poco borde con los desconocidos, para los que no, estos prefieren plantearse en tocarle las narices a dos manos. También suele ser bastante fiel a sus amistades que son pocas pues gracias a su carácter de chico duro, pues no ha tenido mucho éxito en su vida. Le es indiferente todo lo que a la gente le pueda sorprender, pues ya muchas sorpresas se lleva uno en la beligerancia y después de estar en paz después de días duros en el pasado, le da igual todo y solo se dedica a disfrutar la vida como puede, a desahogarse matando bichos, seres de su misma especie al mismo tiempo que está en su forma animal para la supervivencia del día a día. Es inteligente, pues gracias a la insistencia de sus tíos en la capital sueca, Estocolmo, le hacían leer a todas horas para que pudiera ser alguien en el mundo.
Es así con quien no le conoce, pero no conoce a nadie con más soberbia que él mismo, no conoce a nadie más bello que su reflejo en el espejo cada día al levantarse. Algo terco a veces, discutir podría decirse que lo hace ya por hobby y cuando se enfada es mejor no estar a su lado pues podría meterte en problemas, aunque su enfado se lo quita dándole a un buen saco de arena, con unos guantes de boxeo y unas horas bajo la melodía de los rugidos convertido en úrsido. De mente abierta y fácil de hablar, amable y cariñoso con sus cercanos, pero bastante difícil en lo que se refiere para conseguir su confianza. Debes de tener motivos suficientes para que el vea o note que vales para ganar su confianza. Puede resultar un poco borde la verdad al principio, pero ya es criterio tuyo si decides acercarte. No suele hacer caso de las muchas burlas que por el camino suele encontrarse, tan solo sigue a su ritmo y su paciencia es una entre muchas de sus virtudes. Las chicas del burdel son como su...campo de floración de Sakura, se siente que ahora tiene una verdadera responsabilidad, a pesar de ser ya consciente de su carácter, serio y responsable con lo que puede tomar de de ello. No cree necesario enamorarse de nuevo. El único amor que conocerá, es el amor a si mismo...aunque haya criaturas tan bellas como las chicas del burdel y tenga que pensárselo al menos un par de veces.
Es así con quien no le conoce, pero no conoce a nadie con más soberbia que él mismo, no conoce a nadie más bello que su reflejo en el espejo cada día al levantarse. Algo terco a veces, discutir podría decirse que lo hace ya por hobby y cuando se enfada es mejor no estar a su lado pues podría meterte en problemas, aunque su enfado se lo quita dándole a un buen saco de arena, con unos guantes de boxeo y unas horas bajo la melodía de los rugidos convertido en úrsido. De mente abierta y fácil de hablar, amable y cariñoso con sus cercanos, pero bastante difícil en lo que se refiere para conseguir su confianza. Debes de tener motivos suficientes para que el vea o note que vales para ganar su confianza. Puede resultar un poco borde la verdad al principio, pero ya es criterio tuyo si decides acercarte. No suele hacer caso de las muchas burlas que por el camino suele encontrarse, tan solo sigue a su ritmo y su paciencia es una entre muchas de sus virtudes. Las chicas del burdel son como su...campo de floración de Sakura, se siente que ahora tiene una verdadera responsabilidad, a pesar de ser ya consciente de su carácter, serio y responsable con lo que puede tomar de de ello. No cree necesario enamorarse de nuevo. El único amor que conocerá, es el amor a si mismo...aunque haya criaturas tan bellas como las chicas del burdel y tenga que pensárselo al menos un par de veces.
Historia:
No. Nunca tientes al fuego que rodea el campo de unos bellos árboles de sakura, flores bellas que hacen florecer sus pétalos en primavera, aquella amiga que con el paso del tiempo naces feo y en algo bello te conviertes. Lo que si se debe decir es que el nombre es hermoso, lleno de sugerencias de una estación florida… casi puede sentirse el perfume en los campos, y la voz en una suave brisa. En aquella estación se relata nuestra historia, Marzo de 1800, pero volvamos unos años atrás...........
1782, Estocolmo.....
Los Sutharland se preparaban para el viaje de sus vidas......
Los Sutharland gozaban de su afición por los viajes. Iban de un lado a otro, no paraban aunque hacían alguna que otra pausa para ver las cosas con cierto detenimiento, hasta el señor Sutharland se llevaba consigo el estuche con las acuarelas para poder retratar cada paisaje por el que viajaban y en cambio, su mujer bordaba el nombre de cada país sobre un trozo de tela, que representaba la bandera de cada país. Visitaron España, Reino Unido, África y muchos otros países. Un día, estando en la casita de campo donde habían comprado en Estocolmo, se disponían a hacer lo que parecía su último viaje. Al parecer, las sorpresas vienen en tamaños grandes y la señora estaba de dos meses, cosa que no se notaba mucho, pero al haberse puesto un vestido color canela, se notaba que en realidad que no se había pasado con los dulces, ni con buñuelos, ni con ningún otro dulce que hubiera probado en sus viajes, sino que dentro de su vientre se formaba el fruto entre los Sutharland. Después de 7 meses, la señora Sutharland, dio a luz en una de sus visitas y que menos que en el continente oriental, a brazos de una curandera del barrio de Kyoto, un lluvioso día de octubre de 1982, nació Irvine Sutharland.
Irvine nació con los ojos claros como la madre y el estilo neutro, desaliñado y bastante pasado de época, lo heredo de su padre. No conocía otra cosa que el clima cálido de la zona de Kyoto. Cerca de Japón, los festivales de la flor de Sakura que cada año, con gozo y alegría los pueblerinos celebraban, se reunian con familiares a la vez que se disfrutaba de una buena comida, y llego a comprender como con aquella gente, se podía aprender otra cultura bastante rica en contenidos, hasta que llego a la temprana edad de los cinco años y tuvo que partir de nuevo a lo que sus “raíces” paternales llamaban como hogar. Habían pasado demasiado tiempo en aquellas fronteras orientales, no les disgustaba, pero tras haber perdido cinco años en poder mantener a Irvine con alguna base social, que no era mucha, tuvieron que volver a su verdadero hogar, donde Irvine crecería con una buena educación y un estatus reconocible en todo el mundo. Irvine creció poco a poco, aprendiendo idiomas, ingles, alemán, francés, español y japonés, aunque este último, sus padres evitaban que aprendiera demás, pues a pesar de su afán por los viajes, era al único lugar el cual no volver a recordar. A pesar de ello, el joven Irvine, junto con la educación que le daban sus tíos, aprendió a hacerse amigo de la soledad, de lo que era estar solo o acompañado de una buena compañera, la música. Sus padres, al cumplir la edad de los diez años, le regalaron una flauta travesera. Irvine enseguida entendió que posiblemente su destino sería, el de componer bonitas canciones para gente, para que después no le escucharan, ni vieran suficiente talento en él. Nuevamente los padres de Irvine, volvieron a viajar por todo el mundo, dejando al pequeño a cargo de sus tíos en Estocolmo, pero, ¿hasta cuándo terminarían de viajar? ¿No sabían que tenían un hijo al que cuidar? En cambio, era bueno que obtuviera esa independencia, porqué aprender a vivir solo, era comenzar tu vida, algo en lo que finalmente siempre te encuentras. Comenzó a ver las cosas de una manera bastante objetivas y de lo que estaba hecho el mundo real para lo que sus padres era solamente una simple atracción de feria.
-El precio su majestad, está valorado sobre los precios más altos del país-Irvine a pesar de su mala fama, de ser un solitario, de ser un apasionado de las notas musicales que le acompañaban bajo la melodía de una bella composición de su flauta travesera, consiguió llevar hasta lo más alto la empresa de perfumes de sus padres, de los que nunca estuvieron a su lado, pero aun así, él, siendo alguien de carácter responsable, siguió adelante con el negocio, llegando hasta el continente oriental el cual había estado siempre en sus planes de volver desde que se le dio la oportunidad de poder ser rey de su propio reino. La maravillosa mercancía había llegado hasta los confines de la realeza nipona, de algún modo u otro, recordaban la maña de los Sutharland, sus padres y al joven que ahora les vendía alguna que otra fragancia, le dieron la bienvenida con los brazos abiertos, sorprendidos de que hubiera vuelto después de once años sin verle la cara. Había crecido, tenía el pelo color platino y unos hermosos ojos azules junto con un rostro marcado. Lo llamaban, el hijo de la luna, al contrario que ellos, que eran de piel pálida y de cabello oscuro. Solo miraba al rey, a la cabeza del país que representaba aquella familia ante la que se encontraba Irvine, pero en cuanto el resto de la familia real se levanto para dejarlo a solas con el rey, toda su atención paso en un instante a la hija menor de aquella familia la cual lo miraba fijamente a los ojos. Todo careció de importancia en cuanto poso su mirada persistente en una bella flor de sakura, envuelta en un mar de seda rosa pálido, con cintas de seda color carmesí y un bello Obi bordado con detalles florares alrededor de su cintura. La llamaban Kaguya. De piel pálida y cabello oscuro como la noche, pero un detalle que le sorprendió, es que en sus ojos había mucho agua, al igual que en los suyos. El agua podía ser poderosa, evitar incendios, calmar la sed o en cambio podría inundar centenares de pueblos, ciudades. El agua era algo muy poderoso con lo que luchar y si se manejaba con cabeza, saldrías ganando. Con dieciséis años conoció otro campo del cual siempre había desconocido, el amor hacia lo bello, el amor prematuro hacia la poesía, hacia aquella cultura que fue perdiendo y que ahora tenía la oportunidad de volver a aprender de nuevo junto con unos tutores, profesores y algún que otro maestro en las artes marciales para ir cogiendo soltura en agilidad, defensa y astucia. Fue instruido como uno de los guerreros del rey, hacia perfumes mientras tanto y viajaba para vender y exportar con la condición de que siempre volviera a Kyoto. Aquel lugar para entonces era muy pacifico para él y para lo que su ira contenida en años, fue disminuyendo poco a poco hasta quedarse en solamente en un olvido lejano. Había aprendido el idioma, sus costumbres aun le costaban adaptarse a ellas, pero, como le gustaría quedarse en estas tierras para siempre, ir una y otra vez a los paraísos exóticos que el paisaje oriental ofrecía a sus pueblerinos era una gozada.
Las flores de Sakura volvían cada primavera y como siempre, al ser el “especial” de su majestad, asistía a cada evento que la sociedad de la alta clase nipona solía celebrar en Kyoto, pero algo especial envolvía ese día de Marzo, en el que desde todo el tiempo en que había pasado viajando, trayendo mercancías, volviendo a Kyoto cuando se le ofrecía la ocasión, jamás volvió a ver a aquella joven la cual le causo bastante curiosidad aquel día en la venta de perfumes frente a sus majestades, y en efecto, esa mañana no estaba presente por lo que pudo ver desde el pequeño carruaje en el cual era transportado hasta donde estaban colocados el ámbito real. Como siempre, el procedió al protocolo, una reverencia, un saludo para ponerse detrás de sus majestades. Era un comerciante, un guerrero reconocido, con un buen sex-appeal, pero al fin y al cabo vendía para vivir y servir a la familia real, pero aun, ella seguía sin aparecer. No mostro apenas señales de su anhelo al ver su fuente de inspiración, la joven que conoció cuando tenía dieciséis años, pero en cuanto la vio llegar de la mano de otro hombre, su corazón, su alma que había conseguido alejarse de las manos de aquella sombría sensación, volvió en un segundo, situando un gesto serio del cual se había desacostumbrado al haber estado viviendo aquí. ¿Qué era? ¿Una lección para Irvine? ¿O Simplemente era una casualidad del destino? Las notas que durante sus ratos libres había compuesto con su flauta travesera, en las noches que se pasaba en vela observando la luna, recordando a la bella princesa Kaguya ya sea debajo de un porche, de una tienda de campaña en plena batalla, de un campo de nieve, el observaba la luna con afán de volver a ver a su princesa, había compuesto una canción. Una canción que se la tocaría a ella nada mas tuviera la oportunidad de estar a solas con ella, que por la sonrisa ladina que apareció en su rostro, no tardaría en llegar.
Noche de 1800 y la última noche antes de volver a un país diferente para Irvine. Se acerco con paso sigiloso entre la alta hierba que separaba el castillo donde vivía la princesa, siendo guiado por el brillo de la luna hasta un bello patio de Sakura donde vio a la princesa sola y supo que era el momento para decirle lo que sentía desde hace dos años, de lo mucho que la amaba y que si pudiera irse con él hacia otro lugar, le haría su esposa y vivir al lado de su fuente de inspiración para haber llegado tan lejos. Se irguió detrás de uno de los arboles que andaban cerca de la joven y pudo escuchar algún que otro suspiro ahogado viniendo de aquella flor inexplorada. Se acerco a ella y se arrodillo a su lado para susurrarla al oído bellas composiciones de Haiku, pues era lo único que sabía de ella aparte de más cosas notorias que al parecer le gustaba la princesa demostrar a parte de sus habilidades para el baile y la pintura:
Se lo dijo a modo de simples renglones improvisados para que supiera sus sentimientos que sentía desde hace mucho, mucho tiempo. Lentamente, aun estando de rodillas miro a la espalda de la princesa, con un gesto sombrío en su rostro esperaba la respuesta de aquella muchacha, pero lo único que podía escuchar eran llantos desbordados. Quería consolarla, pero no podía tocarla, no ahora, podría perder la cabeza por acercarse a la próxima mujer de otro, pero esos llantos, los llantos de su princesa le estaba haciendo perder la paciencia y cuando se incorporo del suelo, se puso cara a cara contra los ojos azules de la princesa, poso una mano sobre la mejilla de su pálido rostro, alzándolo para que la mirase a los ojos. –No lloréis majestad...una flor jamás ha de sentirse sola en un mundo tan bello y lleno de...-La suavidad de aquellos labios pequeños tocaron los suyos con ganas, como si hubieran estado esperando igualmente la oportunidad de querer demostrar su afecto hacia él-....oportunidades...-Termino por decir en cuanto ambos labios se separaron del uno del otro. Miro en sus ojos el deseo oculto que navegaba por aquellos ojos azules, las ganas de poder sentirlo a su lado.
**-Naze igen wo nagasu ?-Dijo en el idioma de la princesa mientras deslizaba sus manos hasta las que tenia sobre su regazo. Estuvo en silencio un buen rato hasta que la princesa, se levanto del banco de piedra en el que se sentaba con aquella elegancia que la distinguía de las demás.
**-Kesa , watashi haamarinimo shinken nianatawo mita . anataha nippon no utsukushi sano naka de hanzai dearumonowo hihyouji nishitai- Respondió con fluidez la princesa. Irvine se acerco tan solo unos pasos hasta la princesa y con toda su voluntad, aquellas palabras habían sido un movimiento en un tablero de ajedrez, ella se movió en diagonal en dirección al alfil y con ello, Irvine se movió para atrapar a la bella reina que reinaba por completo esa noche su corazón. Miro a la laguna de sus ojos y lentamente antes de que su torpeza saliera a flote, comenzó a acariciarle la línea del mentón, deslizando el dedo índice por sus pequeños aunque encantadores labios carmesí, rozándolos suavemente mientras tragaba saliva, ambos estaban deseosos de tentar de nuevo al amor y a las leyes del reino entre una princesa y un comerciante en totalidad**-kara... ... mainichi watashi haanataga hanbai wo mita ....-No pudo terminar pues él le cogió del mentón, y ella cual flor tímida de primavera, le miro a los ojos con un cierto rubor en sus mejillas.
-Son palabras reconfortantes...Kaguya...-Dijo con sequedad-pero mis sentimientos hacia vos vinieron en aquella vez que os vi fijamente al lado de vuestro padre...
-Es lo mismo que iba a decir...-Dijo de repente, sorprendida por la conexión telepática que hubo en aquel instante, pero enseguida se dio cuenta de que habló en el idioma extranjero de Irvine-¿Cómo supisteis que hablo vuestro idioma?
-¿Qué más da...si en el silencio hay más de mil y una palabras para decirte que te quiero?
-Un silencio inquebrantable que al rato se pierde en un instante....-Bajaba la mirada mientras sus palabras salían de sus labios, pero sus ojos azules volvieron a mirar a los de Irvine-Yo también os amo...-se acerco lo suficiente para ser el fuego que envolviera por completo la muralla de hielo a pesar de su amor hacia la princesa, besándolo a la vez que Irvine respondía a su beso con las mismas ganas que ella al estar junto a él.
-¡ALEJESE DE LA PRINCESA!-Al instante se separo de Kaguya, la miro a los ojos, acariciándola con la mirada para después besarla de nuevo en los labios suavemente, saboreando por última vez aquellos labios de carmesí. La miro una última vez a los ojos y le guiño un ojo divertido antes de ponerse delante de la princesa, defendiéndola de la guardia real. Negó con la cabeza, poniéndose más cerca de ella, para poder sentir que aun estaba cerca de él. Esta tiraba de la manga de su camisa para llamarle la atención, pero el agarre por detrás de uno de los guardias la separó de los brazos de Irvine.
**-Arbain !-Grito su nombre, él se dio la vuelta viendo como le separaban de la princesa, se acercó hasta la princesa pero un golpe seco retumbo en su cabeza, dejándole inconsciente sobre el suelo de tierra de aquellos campos de Sakura.
A los pocos días despertó desnudo, con una marca Úrsida en su pecho y con el cuerpo lleno de moratones en mitad del frondoso bosque. Intento recordar lo que había pasado, pero su memoria parecía estar difusa, imposible de recordar. Lo que si recordaba es el grito de Kaguya en aquella noche estrellada y bajo el amparo de la luna. Sintió un escalofrió por su cuerpo, lentamente se fue retorciendo, movimientos directos implicando pelvis, piernas. De repente sus ojos vieron un pelaje crecer por sus piernas, un suave pelaje de color negro y blanco crecía sin control alrededor de su cuerpo. Intento quitarse el pelaje, pero le fue imposible, crecía y crecía hasta que de repente sintió su cuerpo cambiar de tamaño-Grrrñiaa!!!-¿Qué había sido eso? Se giro como pudo en el sitio y no vio a nadie, a ningún animal que estuviera a su alrededor. Irvine era bastante paranoico con estas cosas, se fue a un lago para mirarse en el reflejo y vio lo que parecía un pequeño oso de piel negra alrededor de los ojos, las orejas y la cara completa de pelaje blanco. Negó con la cabeza, tenía que ser un sueño, esto no podía estar pasando.
-arbain !...-Dijo una voz familiar-arbain ! arbain !-Escucho su nombre una y otra vez, se fue acercando hasta donde provenía la voz y se encontró cara a cara con la princesa, con aquellas elegantes ropas que ella solía vestir a menudo.
-¡Kaguya!-Dijo una voz masculina que apareció al lado de la princesa-¡No le busques! ¡Fue transformado por el brujo Tajime-sun, no hay vuelta atrás!-Dijo el hombre que de repente apareció al lado de Kaguya. Irvine observaba la escena escondido entre unos matorrales. ¿Había sido convertido en oso simplemente por seguir los dictados de su corazón? Eso explicaba su reciente forma animal.
-Fujime-sun!-dio un empujón al hombre que la agarro del hombro, llevaba el pelo suelto y eso le daba ese cierto toque salvaje a lo que noches atrás vio de una tímida princesa-Vuestro padre tuvo que habernos abandonado hace milenios del imperio japonés-Miro a aquel hombre al que ahora parecía ser su marido, se acerco a la princesa y le dio un bofetón en toda su pálida piel. Ella respondió ladeando su rostro con lo que Irvine, temblaba de ira mientras él no podía hacer nada, hasta que sintió su cuerpo crecer y aquel pelaje negro y blanco, se convirtió en un pelaje pardo, su cuerpo se ensancho y de un rugido capto la atención de ambos. Kaguya se quedo mirando al úrsido que había delante de ellos, se aparto del úrsido en cuanto este se acercaba con lentitud hacia ella, pero este se puso entre ella y el hombre que la había pegado. Sin más, el hombre salió huyendo de aquel lugar, dejando sola a Kaguya junto con el oso. Se aventuró a mirar a la princesa e inclino su cabeza a modo de respeto hacia la princesa, sin darse cuenta, que poco a poco volvió a ser el Irvine de siempre, cayendo sobre el suelo de tierra. Kaguya, creyó las palabras de su reciente marido. Se acerco hasta Irvine y le miro fijamente, para después cogerle del mentón y probar de nuevo el néctar de sus labios.
Ambos disfrutaron un día para ellos solos, un día que será recordado por ambos hasta el fin de sus memorias. Kaguya le amaba. Él también sentía lo mismo, escribieron sus iniciales en un árbol de Sakura y ambos subieron mas allá de las paredes del placer. Ella tenía el deber de ser reina en su país e Irvine solo podía llegar hasta poder soñar una y otra vez con aquella última noche que paso junto al lado de su princesa. No podía quedarse en Japón nunca más. Viajando con viejo amigo de la princesa, llego a controlar poco a poco su forma animal, sin éxito al principio, pero con perseverancia llegaría a conseguir controlarse. Viajó, volvió a Estocolmo y todo para él era igual que hace dos años. Quería algo distinto. Agarro las maletas y se despidió de sus tíos, la única familia que tuvo de verdad. Pensó en donde ir y no había probado ir a París.
Después de dos meses viajando, por fin Irvine llego a las tierras parisinas. No vio nada diferente de Estocolmo, pero no tenia hogar ni empleo. Fue pateándose las calles de París y encontró un burdel en el que se necesitaban gente. Pero se lo pensó mejor e invirtió parte de su valorada fortuna en comprar el burdel. Mejor aún, ahora era dueño de una casa de té, donde aquellas chicas a las que se hacían llamar “cortesanas” eran ahora geishas para él. Podría decirse que estaba como en casa.
1782, Estocolmo.....
Los Sutharland se preparaban para el viaje de sus vidas......
Los Sutharland gozaban de su afición por los viajes. Iban de un lado a otro, no paraban aunque hacían alguna que otra pausa para ver las cosas con cierto detenimiento, hasta el señor Sutharland se llevaba consigo el estuche con las acuarelas para poder retratar cada paisaje por el que viajaban y en cambio, su mujer bordaba el nombre de cada país sobre un trozo de tela, que representaba la bandera de cada país. Visitaron España, Reino Unido, África y muchos otros países. Un día, estando en la casita de campo donde habían comprado en Estocolmo, se disponían a hacer lo que parecía su último viaje. Al parecer, las sorpresas vienen en tamaños grandes y la señora estaba de dos meses, cosa que no se notaba mucho, pero al haberse puesto un vestido color canela, se notaba que en realidad que no se había pasado con los dulces, ni con buñuelos, ni con ningún otro dulce que hubiera probado en sus viajes, sino que dentro de su vientre se formaba el fruto entre los Sutharland. Después de 7 meses, la señora Sutharland, dio a luz en una de sus visitas y que menos que en el continente oriental, a brazos de una curandera del barrio de Kyoto, un lluvioso día de octubre de 1982, nació Irvine Sutharland.
Irvine nació con los ojos claros como la madre y el estilo neutro, desaliñado y bastante pasado de época, lo heredo de su padre. No conocía otra cosa que el clima cálido de la zona de Kyoto. Cerca de Japón, los festivales de la flor de Sakura que cada año, con gozo y alegría los pueblerinos celebraban, se reunian con familiares a la vez que se disfrutaba de una buena comida, y llego a comprender como con aquella gente, se podía aprender otra cultura bastante rica en contenidos, hasta que llego a la temprana edad de los cinco años y tuvo que partir de nuevo a lo que sus “raíces” paternales llamaban como hogar. Habían pasado demasiado tiempo en aquellas fronteras orientales, no les disgustaba, pero tras haber perdido cinco años en poder mantener a Irvine con alguna base social, que no era mucha, tuvieron que volver a su verdadero hogar, donde Irvine crecería con una buena educación y un estatus reconocible en todo el mundo. Irvine creció poco a poco, aprendiendo idiomas, ingles, alemán, francés, español y japonés, aunque este último, sus padres evitaban que aprendiera demás, pues a pesar de su afán por los viajes, era al único lugar el cual no volver a recordar. A pesar de ello, el joven Irvine, junto con la educación que le daban sus tíos, aprendió a hacerse amigo de la soledad, de lo que era estar solo o acompañado de una buena compañera, la música. Sus padres, al cumplir la edad de los diez años, le regalaron una flauta travesera. Irvine enseguida entendió que posiblemente su destino sería, el de componer bonitas canciones para gente, para que después no le escucharan, ni vieran suficiente talento en él. Nuevamente los padres de Irvine, volvieron a viajar por todo el mundo, dejando al pequeño a cargo de sus tíos en Estocolmo, pero, ¿hasta cuándo terminarían de viajar? ¿No sabían que tenían un hijo al que cuidar? En cambio, era bueno que obtuviera esa independencia, porqué aprender a vivir solo, era comenzar tu vida, algo en lo que finalmente siempre te encuentras. Comenzó a ver las cosas de una manera bastante objetivas y de lo que estaba hecho el mundo real para lo que sus padres era solamente una simple atracción de feria.
Octubre de 1795....
Pasaron tres años y ahora trece años eran los que tenía el joven Irvine aunque, bueno, ahora era el heredero de una empresa de perfumes. Había recibido una carta desde Oriente donde explicaba que sus padres habían sido sorprendidos bailando, ebrios en mitad de los campos de Sakura. Una risa forzada salió de Irvine para después leer con más detalle los datos que venían a continuación que, dictaba con escuetas palabras el dicho fallecimiento de ambos. Así les pagaba su amabilidad al pobre Irvine que nunca pudo ver más rincones que las cuatro paredes de su habitación. No lloro, ni pensó en hacerlo por mucho tiempo pues no vería nada bueno en dejarse llevar por la pena, una pena que no merecía mucho sentir cierta empatía. Lo que tenia, era el cariño de sus tíos, los únicos que se habían preocupado de su educación, hasta Irvine creyó que fue una equivocación el día en que nació en...Kyoto. Un simple suspiro pareció ser el arranque de una nueva vida para él. Siguió aprendiendo, cultura, protocolo, clase, algún que otro deporte, pero con lo que más disfrutaba, era coger su flauta travesera y pasarse horas y horas componiendo canciones. Una mañana, un paquete urgente le llego a su mansión de Estocolmo, que con ayuda de sus tíos, había conseguido ampliar la pequeña casa en la que vivió con sus padres. El paquete cuando lo abrió, varios cuadernos entintados con notas musicales aparecieron en sus manos, en la portada llevaba una dedicatoria de sus padres, argumentándole que la música tarde o temprano llegaría a su vida, llegaría a transportarte hasta tu verdadero destino. Abrió la primera página y se encontró canciones y más canciones populares del reino nipón. Continúo ojeando sorprendido las hojas y una pequeña bolsa de fina seda cayó al suelo derramando varios pétalos de Sakura. Al ver aquellos pétalos, supo que sus padres no habían profanado el campo de Sakura con su estado ebrio, sino que los pétalos, eran algo significativo para los nipones y que si cogías algún pétalo aunque sea uno que se despego de las ramas de un árbol en pleno desfloramiento y este cayera sobre el suelo, tampoco podías cogerlo, pues era un circulo vicioso, naces, vives y te separas para morir en la soledad. No separes a nadie de los suyos, pero ese concepto de estar unidos con la familia, unos con otros, sus padres no lo conocían bien. Recogió la bolsa con los pétalos de Sakura que se habían desparramado sobre el suelo y se le ocurrió la brillante idea de crear un perfume el cual podría ser un éxito. Miro a ambos lados del estudio donde se encontraba y simplemente se puso manos a la obra y este perfume lo reservaría para una ocasión especial.1798, Kyoto, Japón...........
-El precio su majestad, está valorado sobre los precios más altos del país-Irvine a pesar de su mala fama, de ser un solitario, de ser un apasionado de las notas musicales que le acompañaban bajo la melodía de una bella composición de su flauta travesera, consiguió llevar hasta lo más alto la empresa de perfumes de sus padres, de los que nunca estuvieron a su lado, pero aun así, él, siendo alguien de carácter responsable, siguió adelante con el negocio, llegando hasta el continente oriental el cual había estado siempre en sus planes de volver desde que se le dio la oportunidad de poder ser rey de su propio reino. La maravillosa mercancía había llegado hasta los confines de la realeza nipona, de algún modo u otro, recordaban la maña de los Sutharland, sus padres y al joven que ahora les vendía alguna que otra fragancia, le dieron la bienvenida con los brazos abiertos, sorprendidos de que hubiera vuelto después de once años sin verle la cara. Había crecido, tenía el pelo color platino y unos hermosos ojos azules junto con un rostro marcado. Lo llamaban, el hijo de la luna, al contrario que ellos, que eran de piel pálida y de cabello oscuro. Solo miraba al rey, a la cabeza del país que representaba aquella familia ante la que se encontraba Irvine, pero en cuanto el resto de la familia real se levanto para dejarlo a solas con el rey, toda su atención paso en un instante a la hija menor de aquella familia la cual lo miraba fijamente a los ojos. Todo careció de importancia en cuanto poso su mirada persistente en una bella flor de sakura, envuelta en un mar de seda rosa pálido, con cintas de seda color carmesí y un bello Obi bordado con detalles florares alrededor de su cintura. La llamaban Kaguya. De piel pálida y cabello oscuro como la noche, pero un detalle que le sorprendió, es que en sus ojos había mucho agua, al igual que en los suyos. El agua podía ser poderosa, evitar incendios, calmar la sed o en cambio podría inundar centenares de pueblos, ciudades. El agua era algo muy poderoso con lo que luchar y si se manejaba con cabeza, saldrías ganando. Con dieciséis años conoció otro campo del cual siempre había desconocido, el amor hacia lo bello, el amor prematuro hacia la poesía, hacia aquella cultura que fue perdiendo y que ahora tenía la oportunidad de volver a aprender de nuevo junto con unos tutores, profesores y algún que otro maestro en las artes marciales para ir cogiendo soltura en agilidad, defensa y astucia. Fue instruido como uno de los guerreros del rey, hacia perfumes mientras tanto y viajaba para vender y exportar con la condición de que siempre volviera a Kyoto. Aquel lugar para entonces era muy pacifico para él y para lo que su ira contenida en años, fue disminuyendo poco a poco hasta quedarse en solamente en un olvido lejano. Había aprendido el idioma, sus costumbres aun le costaban adaptarse a ellas, pero, como le gustaría quedarse en estas tierras para siempre, ir una y otra vez a los paraísos exóticos que el paisaje oriental ofrecía a sus pueblerinos era una gozada.
Las flores de Sakura volvían cada primavera y como siempre, al ser el “especial” de su majestad, asistía a cada evento que la sociedad de la alta clase nipona solía celebrar en Kyoto, pero algo especial envolvía ese día de Marzo, en el que desde todo el tiempo en que había pasado viajando, trayendo mercancías, volviendo a Kyoto cuando se le ofrecía la ocasión, jamás volvió a ver a aquella joven la cual le causo bastante curiosidad aquel día en la venta de perfumes frente a sus majestades, y en efecto, esa mañana no estaba presente por lo que pudo ver desde el pequeño carruaje en el cual era transportado hasta donde estaban colocados el ámbito real. Como siempre, el procedió al protocolo, una reverencia, un saludo para ponerse detrás de sus majestades. Era un comerciante, un guerrero reconocido, con un buen sex-appeal, pero al fin y al cabo vendía para vivir y servir a la familia real, pero aun, ella seguía sin aparecer. No mostro apenas señales de su anhelo al ver su fuente de inspiración, la joven que conoció cuando tenía dieciséis años, pero en cuanto la vio llegar de la mano de otro hombre, su corazón, su alma que había conseguido alejarse de las manos de aquella sombría sensación, volvió en un segundo, situando un gesto serio del cual se había desacostumbrado al haber estado viviendo aquí. ¿Qué era? ¿Una lección para Irvine? ¿O Simplemente era una casualidad del destino? Las notas que durante sus ratos libres había compuesto con su flauta travesera, en las noches que se pasaba en vela observando la luna, recordando a la bella princesa Kaguya ya sea debajo de un porche, de una tienda de campaña en plena batalla, de un campo de nieve, el observaba la luna con afán de volver a ver a su princesa, había compuesto una canción. Una canción que se la tocaría a ella nada mas tuviera la oportunidad de estar a solas con ella, que por la sonrisa ladina que apareció en su rostro, no tardaría en llegar.
Noche de 1800 y la última noche antes de volver a un país diferente para Irvine. Se acerco con paso sigiloso entre la alta hierba que separaba el castillo donde vivía la princesa, siendo guiado por el brillo de la luna hasta un bello patio de Sakura donde vio a la princesa sola y supo que era el momento para decirle lo que sentía desde hace dos años, de lo mucho que la amaba y que si pudiera irse con él hacia otro lugar, le haría su esposa y vivir al lado de su fuente de inspiración para haber llegado tan lejos. Se irguió detrás de uno de los arboles que andaban cerca de la joven y pudo escuchar algún que otro suspiro ahogado viniendo de aquella flor inexplorada. Se acerco a ella y se arrodillo a su lado para susurrarla al oído bellas composiciones de Haiku, pues era lo único que sabía de ella aparte de más cosas notorias que al parecer le gustaba la princesa demostrar a parte de sus habilidades para el baile y la pintura:
Primavera
En la hierba tumbado
Hojas repaso.
Revuelo de mariposas
Trocando caminos
Hasta mi alma en vida.
Nos separamos
Y ahora me quedo solo
A la sombra del árbol.
En la hierba tumbado
Hojas repaso.
Revuelo de mariposas
Trocando caminos
Hasta mi alma en vida.
Nos separamos
Y ahora me quedo solo
A la sombra del árbol.
Se lo dijo a modo de simples renglones improvisados para que supiera sus sentimientos que sentía desde hace mucho, mucho tiempo. Lentamente, aun estando de rodillas miro a la espalda de la princesa, con un gesto sombrío en su rostro esperaba la respuesta de aquella muchacha, pero lo único que podía escuchar eran llantos desbordados. Quería consolarla, pero no podía tocarla, no ahora, podría perder la cabeza por acercarse a la próxima mujer de otro, pero esos llantos, los llantos de su princesa le estaba haciendo perder la paciencia y cuando se incorporo del suelo, se puso cara a cara contra los ojos azules de la princesa, poso una mano sobre la mejilla de su pálido rostro, alzándolo para que la mirase a los ojos. –No lloréis majestad...una flor jamás ha de sentirse sola en un mundo tan bello y lleno de...-La suavidad de aquellos labios pequeños tocaron los suyos con ganas, como si hubieran estado esperando igualmente la oportunidad de querer demostrar su afecto hacia él-....oportunidades...-Termino por decir en cuanto ambos labios se separaron del uno del otro. Miro en sus ojos el deseo oculto que navegaba por aquellos ojos azules, las ganas de poder sentirlo a su lado.
**-Naze igen wo nagasu ?-Dijo en el idioma de la princesa mientras deslizaba sus manos hasta las que tenia sobre su regazo. Estuvo en silencio un buen rato hasta que la princesa, se levanto del banco de piedra en el que se sentaba con aquella elegancia que la distinguía de las demás.
**-Kesa , watashi haamarinimo shinken nianatawo mita . anataha nippon no utsukushi sano naka de hanzai dearumonowo hihyouji nishitai- Respondió con fluidez la princesa. Irvine se acerco tan solo unos pasos hasta la princesa y con toda su voluntad, aquellas palabras habían sido un movimiento en un tablero de ajedrez, ella se movió en diagonal en dirección al alfil y con ello, Irvine se movió para atrapar a la bella reina que reinaba por completo esa noche su corazón. Miro a la laguna de sus ojos y lentamente antes de que su torpeza saliera a flote, comenzó a acariciarle la línea del mentón, deslizando el dedo índice por sus pequeños aunque encantadores labios carmesí, rozándolos suavemente mientras tragaba saliva, ambos estaban deseosos de tentar de nuevo al amor y a las leyes del reino entre una princesa y un comerciante en totalidad**-kara... ... mainichi watashi haanataga hanbai wo mita ....-No pudo terminar pues él le cogió del mentón, y ella cual flor tímida de primavera, le miro a los ojos con un cierto rubor en sus mejillas.
-Son palabras reconfortantes...Kaguya...-Dijo con sequedad-pero mis sentimientos hacia vos vinieron en aquella vez que os vi fijamente al lado de vuestro padre...
-Es lo mismo que iba a decir...-Dijo de repente, sorprendida por la conexión telepática que hubo en aquel instante, pero enseguida se dio cuenta de que habló en el idioma extranjero de Irvine-¿Cómo supisteis que hablo vuestro idioma?
-¿Qué más da...si en el silencio hay más de mil y una palabras para decirte que te quiero?
-Un silencio inquebrantable que al rato se pierde en un instante....-Bajaba la mirada mientras sus palabras salían de sus labios, pero sus ojos azules volvieron a mirar a los de Irvine-Yo también os amo...-se acerco lo suficiente para ser el fuego que envolviera por completo la muralla de hielo a pesar de su amor hacia la princesa, besándolo a la vez que Irvine respondía a su beso con las mismas ganas que ella al estar junto a él.
-¡ALEJESE DE LA PRINCESA!-Al instante se separo de Kaguya, la miro a los ojos, acariciándola con la mirada para después besarla de nuevo en los labios suavemente, saboreando por última vez aquellos labios de carmesí. La miro una última vez a los ojos y le guiño un ojo divertido antes de ponerse delante de la princesa, defendiéndola de la guardia real. Negó con la cabeza, poniéndose más cerca de ella, para poder sentir que aun estaba cerca de él. Esta tiraba de la manga de su camisa para llamarle la atención, pero el agarre por detrás de uno de los guardias la separó de los brazos de Irvine.
**-Arbain !-Grito su nombre, él se dio la vuelta viendo como le separaban de la princesa, se acercó hasta la princesa pero un golpe seco retumbo en su cabeza, dejándole inconsciente sobre el suelo de tierra de aquellos campos de Sakura.
A los pocos días despertó desnudo, con una marca Úrsida en su pecho y con el cuerpo lleno de moratones en mitad del frondoso bosque. Intento recordar lo que había pasado, pero su memoria parecía estar difusa, imposible de recordar. Lo que si recordaba es el grito de Kaguya en aquella noche estrellada y bajo el amparo de la luna. Sintió un escalofrió por su cuerpo, lentamente se fue retorciendo, movimientos directos implicando pelvis, piernas. De repente sus ojos vieron un pelaje crecer por sus piernas, un suave pelaje de color negro y blanco crecía sin control alrededor de su cuerpo. Intento quitarse el pelaje, pero le fue imposible, crecía y crecía hasta que de repente sintió su cuerpo cambiar de tamaño-Grrrñiaa!!!-¿Qué había sido eso? Se giro como pudo en el sitio y no vio a nadie, a ningún animal que estuviera a su alrededor. Irvine era bastante paranoico con estas cosas, se fue a un lago para mirarse en el reflejo y vio lo que parecía un pequeño oso de piel negra alrededor de los ojos, las orejas y la cara completa de pelaje blanco. Negó con la cabeza, tenía que ser un sueño, esto no podía estar pasando.
-arbain !...-Dijo una voz familiar-arbain ! arbain !-Escucho su nombre una y otra vez, se fue acercando hasta donde provenía la voz y se encontró cara a cara con la princesa, con aquellas elegantes ropas que ella solía vestir a menudo.
-¡Kaguya!-Dijo una voz masculina que apareció al lado de la princesa-¡No le busques! ¡Fue transformado por el brujo Tajime-sun, no hay vuelta atrás!-Dijo el hombre que de repente apareció al lado de Kaguya. Irvine observaba la escena escondido entre unos matorrales. ¿Había sido convertido en oso simplemente por seguir los dictados de su corazón? Eso explicaba su reciente forma animal.
-Fujime-sun!-dio un empujón al hombre que la agarro del hombro, llevaba el pelo suelto y eso le daba ese cierto toque salvaje a lo que noches atrás vio de una tímida princesa-Vuestro padre tuvo que habernos abandonado hace milenios del imperio japonés-Miro a aquel hombre al que ahora parecía ser su marido, se acerco a la princesa y le dio un bofetón en toda su pálida piel. Ella respondió ladeando su rostro con lo que Irvine, temblaba de ira mientras él no podía hacer nada, hasta que sintió su cuerpo crecer y aquel pelaje negro y blanco, se convirtió en un pelaje pardo, su cuerpo se ensancho y de un rugido capto la atención de ambos. Kaguya se quedo mirando al úrsido que había delante de ellos, se aparto del úrsido en cuanto este se acercaba con lentitud hacia ella, pero este se puso entre ella y el hombre que la había pegado. Sin más, el hombre salió huyendo de aquel lugar, dejando sola a Kaguya junto con el oso. Se aventuró a mirar a la princesa e inclino su cabeza a modo de respeto hacia la princesa, sin darse cuenta, que poco a poco volvió a ser el Irvine de siempre, cayendo sobre el suelo de tierra. Kaguya, creyó las palabras de su reciente marido. Se acerco hasta Irvine y le miro fijamente, para después cogerle del mentón y probar de nuevo el néctar de sus labios.
Ambos disfrutaron un día para ellos solos, un día que será recordado por ambos hasta el fin de sus memorias. Kaguya le amaba. Él también sentía lo mismo, escribieron sus iniciales en un árbol de Sakura y ambos subieron mas allá de las paredes del placer. Ella tenía el deber de ser reina en su país e Irvine solo podía llegar hasta poder soñar una y otra vez con aquella última noche que paso junto al lado de su princesa. No podía quedarse en Japón nunca más. Viajando con viejo amigo de la princesa, llego a controlar poco a poco su forma animal, sin éxito al principio, pero con perseverancia llegaría a conseguir controlarse. Viajó, volvió a Estocolmo y todo para él era igual que hace dos años. Quería algo distinto. Agarro las maletas y se despidió de sus tíos, la única familia que tuvo de verdad. Pensó en donde ir y no había probado ir a París.
Después de dos meses viajando, por fin Irvine llego a las tierras parisinas. No vio nada diferente de Estocolmo, pero no tenia hogar ni empleo. Fue pateándose las calles de París y encontró un burdel en el que se necesitaban gente. Pero se lo pensó mejor e invirtió parte de su valorada fortuna en comprar el burdel. Mejor aún, ahora era dueño de una casa de té, donde aquellas chicas a las que se hacían llamar “cortesanas” eran ahora geishas para él. Podría decirse que estaba como en casa.
Naze igen wo nagasu ? -----> ¿Por qué lloráis majestad? Kesa , watashi haamarinimo shinken nianatawo mita . anataha nippon no utsukushi sano naka de hanzai dearumonowo hihyouji nishitai -----> Esta mañana os vi demasiado serio. Quieres ocultar algo que es un crimen dentro de la belleza de Japon. kara... ... mainichi watashi haanataga hanbai wo mita ...-----> Desde...el día en que os vi vendiendo... arbain ! = Irvine |
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Última edición por Irvine Sutharlan el Jue Mar 22, 2012 2:38 pm, editado 6 veces
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