Vishous Alexander Tigerian

- Nombre del Personaje: Vishous Alexander Tigerian
- Edad: Aparenta unos 30 aproximadamente. Nacido sobre el 500a.C por lo que unos 1300 años, aunque no se sabe con exactitud.
- Especie: Vampiro
- Tipo y Clase Social: Clase Baja
- Orientación Sexual: Homosexual
- Lugar de Origen: Roma, bajo el Imperio Romano.
- Habilidad/Poder: Agilidad y reflejos sobrehumanos - Sentidos aumentados / Telepatía -Sanación acelerada & Ilusión.

- Descripción Física
Hombre fornido de cuerpo bien formado y dotado. Musculoso. Pectorales marcados y cuidados; suele hacer ejercicio con frecuencia. Vientre plano. Alto. Llega fácilmente al metro noventa pesando unos ochenta kilos aproximadamente, todo músculo; nada de grasa gracias a su "régimen" tan estricto y obligatorio. Sus ojos son grandes, hasta cierto punto, de un color totalmente aguado y azul. Transmiten, habitualmente, pura tranquilidad a quien los mira. Aunque, muchas veces, depende de su portador. De piel blanquecina, aunque en sus años como humano fue completamente moreno, el pasar del tiempo sin tocarle el sol la ha vuelto blanca. Facciones bastante marcadas, masculinas. Mentón cuadrado. Nariz recia & labios en concordancia con el resto de su cuerpo; grandes pero proporcionados. El pelo, color chocolate, le cae lacio hasta los hombros y tanto puede estar lacio como ondulado; revuelto. Dependiendo del día. Barba sobre la mayor parte de su rostro, abundante pero bien cuidada. El flequillo suele caerle en forma de cascada a un lado del rostro, habitualmente cubriéndole uno de sus ojos. En el brazo derecho, parte superior, lleva una marca con la inicial de su nombre; "V". También tiene una única perforación, en la lengua, aunque no la muestra con facilidad.
- Descripción Psicológica
Es una persona solitaria, por encima de todo. Adora la tranquilidad y, por ende, odia el barullo o estar entre mucha gente. Insociable no solo por esos gustos sino también por una capacidad nula al relacionarse con otros seres. No quiere hacerlo, principalmente. Su pasado siempre ha influido mucho en su vida. No es serio pero tampoco es agradable. De pocas palabras. Su rostro, de por si, suele permanecer impasible a cualquier cosa aunque, de demostrar algo, sería impaciencia o aburrimiento. Porque sí, es impaciente contrario a lo que se pueda pensar dada su naturaleza pasiva. No le gustan las peleas, sin embargo, nunca evita ninguna que puedan provocarle porque por encima de todo odia la debilidad. Y tampoco está de más "descargar" de vez en cuando su parte agresiva que siempre lleva "a cuestas". ¿Qué decir de su parte sexual? Practica el sexo de vez en cuando pero no se obsesiona con ello aunque si admite que le gusta. Únicamente atraído por el género masculino; las mujeres en lo que al tema sexual se refiere le dan asco. Nunca podría tener una erección con ninguna. Está de más decir que no existe en él sentido del romanticismo porque, básicamente, no es algo que haya conocido ni en vida ni en muerte. Enfadado no es alguien a quien te gustaría enfrentarte cara a cara.

Nacido en el "Antiguo" mundo de Roma, antes de Cristo aunque no se sepa exactamente rondando por el año quinientos. A pesar de parecer tan atrasado por aquel entonces la vida seguía su curso y, como tal, Vishous tuvo sus muchas y muy largas experiencias hasta llegar dónde se encuentra actualmente. Nacido de un general y su preferida concubina. Artemisa. Nombrada como la diosa e igual de bella, muchos la deseaban pero solo debía su lealtad al hombre del que siempre estuvo enamorada; Éracles. Su padre. En esa época en la que el Imperio Romano dominaba aquellas tierras lo más importante era la lucha, pasando a ser los eruditos un simple segundo plano. Y Éracles era uno de los mejores generales que había en aquellas tierras, por tanto, su hijo fue bastante "consentido" comparado con los demás. No recibía tantos castigos ni mucho menos moría de hambre como les pasaba a muchos. Tuvo suerte en lo que a eso concierne. También su madre lo consentía y, aunque no tenía los lujos que podrían tener en el palacio Romano si creció con lujos como la comida o el agua caliente. El agua diaria de por si ya era todo un lujo. A pesar de todo, lo educaron como un soldado Romano y en eso fue en lo que se convirtió con a penas dieciocho años ya era un vencedor nato. Según le decían, con frecuencia, heredó la valentía de su padre y la bondad de su madre. No era un déspota. Era bueno y amigable. Se preocupaba por sus compañeros y por los soldados que servían en las filas de su padre; que pronto serían las suyas.
Su buena vida se acabó en una de las batallas en las que formó parte, con veinticinco años y dispuesto a conquistar con sus soldados la espléndida ciudad de Alexandría cayó en derrota. "Llegó mi hora". Pensó para si, pues la decapitación para los generales de los ejércitos era una costumbre en los pueblos Egipcios según conocía. Sin embargo, nada pasó como él creía. Ni logró conquistar la ciudad ni murió aquel fatídico día de su derrota. Claro que si lo dieron por muerto, aunque nunca encontraron su cuerpo. Desapareció. Escondido en la habitación de la "bruja" del pueblo, Vishous yacía como su esclavo, su puto sexual. Al parecer, a la mujer, le había gustado el joven muchacho y a cambio de él le había prometido lealtad a Alexandría. Lo que nadie sabía es que lejos de ser una bruja era otro tipo de ser, igual o más peligroso. Más oscuro. Bebedor de sangre. Y sombría. Como todos los días que pasó el muchacho bajo su cautiverio. Aprendió a aceptarlo, no sin pelear antes claro y con el miedo de que su "amante" envejeciera lo atrajo a ese mundo con el que él se había familiarizado en los diez años que lo tuvo preso. Nada más lejos de lo que él quería. Quería morirse, una vez más. Pero una vez más ese monstruo no se lo permitió. Solo que, esta vez, cometió el error de hacerlo más fuerte. Cegada por su "amor" creyó que Vishous le sería fiel. Pensó que a su lado estaría feliz al igual que con esa nueva forma. Con esa nueva vida. Que equivocada estaba. La mató en cuanto tuvo oportunidad y huyó; no tuvo las fuerzas suficientes para suicidarse porque, a pesar de todo, lo consideraba de cobardes. Por respeto a su padre no podía acabar con su vida.
Su familia no lo acogería siendo el monstruo que era. Tampoco podía contar lo que había ocurrido, por vergüenza ante tal humillación. Desterrado no tuvo más opción que seguir, solo. Explorarse así mismo y aprender a sobrevivir. Gracias a que había vivido con su creadora tantos años sabía como mantenerse con vida, sin embargo, también tenía la sensación de que todavía desconocía muchas cosas. Viajó. Aprendió. Empezó a comprender la importancia de lo que la mujer le había dado, lo fuerte que era esa inmortalidad que aun después de sus primeros cincuenta años seguía conservando esa apariencia de treintañero. Y así, los años pasaron. Uno. Otro. Y otro más sin la posibilidad de "avanzar". No moriría jamás.

- Durante los diez años en los que estuvo como esclavo fue marcado. Una bola metálica perforándole la lengua y una quemadura con forma de V en su brazo derecho que curiosamente resultaba ser la inicial de su nombre pero también la de su "amante" "Victoria".
- A pesar de todos los años que han pasado conserva recuerdos de antes que lo capturaran aunque muy pocos al verse ensombrecidos por los venideros.
- No le gusta hablar de sus marcas pero tampoco le importa "enseñarlas", no voluntariamente, claro. Lo que más le molesta de que se las vean es las preguntas que van tras ellas.