AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Juliette Seymour
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Juliette Seymour
♥ Nombre del Personaje:
Juliette
Apodo: Jules
Especie: Humana Nacionalidad: Inglesa Lugar de nacimiento: Chelsea, Inglaterra
Habilidad/Poder: Despertar a los instintos Clase Social: Clase baja
Edad: 17 años Condición Sexual: La que el cliente pida
♥ Descripción física:
“El placer de los ojos y el preludio del deseo”
Es de mediana estatura y ostenta una sugestiva fragilidad. De piel lechosa, tersa, exquisita, ninguna marca mancha la inmaculada y aparente pureza de su blancura. Complexión esbelta y armoniosa, de piernas largas y torneadas, cintura de avispa y pechos pronunciados. Una figura de tentación conspiradora con la gracia de sus movimientos coquetos y afables, es siempre una invitación eterna a la voluptuosidad. De rostro ovalado y rasgos de princesa: nariz respingada, labios pequeños, pómulos sonrosados y unas pestañas largas que enfatizan a un precioso par de ojos grandes y de una tonalidad azul claro. Una cabellera larga, ondulada y rebelde de hilos de oro enmarca su rostro.
♥ Descripción psicológica:
“El oro es como las mujeres, que todos dicen mal de ellas y todos las desean”
"Es una combinación extraordinaria de belleza física perfecta
y la más extraña relajación moral. Si es la criatura más encantadora
que jamás se hubiera visto, también es la más frívola"
Se comporta como una colegiala. Se divierte imitando
a los personajes famosos, le gustan los chistes y las
payasadas, y desprecia las conversaciones intelectuales,
sobre todo si se refieren a la historia, la música o la pintura.
Su culto es su carne y, con generosidad admirable,
priva a muy pocos admiradores compartir con ella
sus placeres”
En apariencia, Juliette es una muchacha joven, fresca y encantadora. Se esfuerza siempre por regalar la mejor de las sonrisas aun cuando los días sean demasiados grises o el gesto demasiado hipócrita. Para los amigos suele ser dulce, alegre, apasionada y leal; para sus compañeras de trabajo: presumida, extravagante, rencorosa, malhumorada y neurótica sin embargo para los clientes toda una complacencia… lo cierto es que es un poco de todo. Su carácter suele ser tan suave, jovial y resplandeciente como su aspecto pero al mismo tiempo igual de cambiante que su gesto. Es valiente y emotiva, de una fortaleza de acero. Es impulsiva, arrogante y ruin. No sabe perdonar una vez que le haces algo y ojo, siempre querrá vengarse.
Se sabe hermosa y no pierde oportunidad para usar cada uno de sus atributos para ganar algo. La necesidad, la pobreza y la suerte han hecho de ella arribista y oportunista. Disfruta con los juegos de azar, bebiendo vino, y chismorreando. Tiene pocas amigas cortesanas, por lo regular las repudia a todas tanto como así misma. Al mismo tiempo es muy eficiente con su trabajo, pese a que lo odie y odie su posición es siempre encantadora, sumisa y creativa en lo que concierne a él. Hará lo que sea por complacer a su cliente y sacarle todo lo que pueda. ¿Tienes una fantasía? Ella puede cumplírtela con la mejor de las disposiciones…. Por más humillante o ultrajante que pueda parecerle.
♥ Historia
“De todas las virtudes que una cortesana debía poseer, el sentido de la oportunidad era, quizá, crucial.(…) Ya se enfrentase a la pobreza o al escándalo, su genio consistía en invertir las circunstancias difíciles para lograr el máximo beneficio y placer. Hacía lo correcto en el momento oportuno.”
Nacida como Juliette Angelique Seymour en Chelsea, Inglaterra. Fue la hija menor de siete hermanos de los cuales solo dos sobrevivieron a los crudos inviernos y las enfermedades de la época. Dos hermosas niñas fueron las sobrevivientes, quienes a la edad de siete años fueron enviadas a un convento a comenzar su educación como señoritas. El padre de las niñas era un perfumista que podía sopesar la educación de sus hijas en un convento muy humilde. Juliette, que siempre fue muy apegada a sus padres recibió con poco agrado la separación de la familia pero eso no implico que terminara por acoger como nuevo hogar el convento. Aprendió mucho de las monjas que eran sabias y amables en todo momento, tanto asi las admiraba que constantemente alardeo que algún día seria como ellas. La tranquilidad de esa vida monótona, estable y feliz la satisfacía por completo, y suponía que a su hermana también, aunque nunca lo hubiesen dicho con palabras claras.
Ocurrió por entonces de sus 12 años que un sábado como cualquier otro, dos niñas del convento, Milena y Juliette, acompañaban a las madres superioras por los alimentos de la semana un par de asaltantes las interceptaron. De entre el oro que pudieron sacarle a las monjas, también se llevaron a las niñas. Con los ojos vendados fueron secuestradas a una cabaña extraviada en medio de un bosque, donde más niños y jóvenes se encontraban encerrados también. Algunos bajo un silencio absoluto y la mirada perdida, con marcas de golpes e insomnio en sus cuerpos jóvenes y otros, como Milena, llorando a lágrima viva y suplicando volver a casa.
Según lo que pudieron oír, algunos llevaban semanas ahí sin saber aun que esperar. Juliette sintiéndose responsable de la suerte de Milena, una niña dos años menor que ella y de rasgos mulatos, se esmero en consolarle y asegurarle que todo estaría bien… en todo momento trato de guardar compostura, aun cuando el terror sobrecogía su espíritu. En silencio rezo toda la noche envolviendo a Milena con brazos fraternos y en medio de un padre nuestro cayó en un profundo sueño, dejando la fortuna de ellas y de todos los jóvenes que estaban allí… encomendadas a la voluntad de dios.
A la mañana siguiente los jovenes fueron amarrados y lanzados a una carroza donde hombres con fusil en mano les vigilaban. El viaje fue largo y lento a partes iguales y tuvo su fin hasta el anochecer del siguiente día en una lujosa mansión donde grandes murallas imposibilitaban la salida. ¿Seguirían en Chelsea? Con profunda decepción Juliette tuvo que afrontar que dios no le atendería pues esa misma noche se celebro un carnaval de vicios y depravación donde los jóvenes secuestrados, fueron la cena principal.
El cuerpo pequeño y frágil de Milena no pudo resistir a los excesos a los que fue sometida y murió entre las depravadas garras de sus captores. Solo a la llegada del amanecer Juliette, ultrajada y abandonada en el piso de mármol, pudo ver como se llevaban el cadáver.
Una larga temporada pasaron ahí los presos, como sirvientes y esclavos de los apetitos de los grandes señores. Uno de los nobles festejados, tomo a Juliette como su favorita y constante fueron las noches donde exigió su servicio. Su belleza era la causa de semejante favoritismo. Era un hombre gordo, ya de años muy pasados y grotescos fetiches … fueron sus golpes, insultos y abusos quienes amenazaron por matar el espíritu de la joven, pero esta no cedió…Durante los meses y meses que estuvieron encerrados, Juliette se obsesiono con encontrar la forma de salir. Logro aprenderse la hora exacta en la que los respectivos carruajes de los señores partían, el horario en turno de los guardias y sus modos. Varias veces, presa del asco y le odio deseo solo correr y tratar de huir como sea… pero tuvo que tragarse esos impulsos y esperar. Muchos jóvenes habían intentado escapar muchas veces… el castigo a tal acto siempre era la muerte.
Sucedió que conspirando con otra muchacha cinco años mayor que ella, Isobel, quien se había vuelto su consuelo y su única guía, aprovecharon la hora cercana al alba en la que todos los monseñores caían rendidos por el exceso, después de haber sido envenenadas sus botellas con una considerable carga de droga, ambas mujeres se apresuraron a las caballerizas. Con anterioridad habían ganado la confianza y compasión de dos de los guardias, quienes habían prometido abrirles el camino y partir con ellas. Era su primero, última y única oportunidad.
Isobel verifico que todo en la carroza estuviera listo y se subieron ocultas bajo los costales de basura. El guardia llego después, fingiendo cumplir con su trabajo rutinario partió rumbo a la salida donde el otro conspirador le permitió el acceso. A la hora de la hora, solo uno marcho con ellas.
Pues bien, el plan funciono y lograron escapar. El carruaje no dio ni una sola parada. Ni el hambre o el cansancio físico podían contra el profundo miedo de regresar de nuevo al depravado castillo. Huyeron sin descanso hasta llegar a una nueva aldea pasada la ciudad… era un pueblo abandonado a su suerte, tanto como ellos mismos.
Por aquel entonces en Europa ocurrían varias guerras civiles y no pudieron tener mejor “suerte” cuando un sequito de soldados paso a instalarse en el pueblo. Algunos niños y jóvenes, con tal de conseguir unas cuantas monedas, aceptaban ser sometidos para aliviar la tensión social de los honorables guerreros… Isobel, cedió a los soldados con tal de conseguir dinero. Juliette por mas que le dio vueltas, incapaz fue de hacerlo.
Isobel resentida por su suerte y obsesionado por el odio hacia aquellos que la habían retenido por tanto tiempo, no dejaba de darle vueltas a la idea de marchar a la capital de Inglaterra y acusar de todos los cargos a los depravados. Sabia dirección, rasgos físicos y toda una larga lista de delitos. ¿Por qué no hacerlo?, ¿Por qué no vengarse? Noches tras noches trato de convencer a Alphonse (aquel que les había ayudado a escapar) pero este nunca cedió. Ni él, ni Juliette querían venganzas, solo deseaban huir.
Isobel termino por abandonarlos unos días después, en busca de sus propias decisiones. Dejando a Juliette y Alphonse solos y emprendiendo nuevamente su escape. Con planes de huir a Francia donde ya no tendrían la amenaza de los persecutores y Juliette pudiera enviarles una carta a sus padres.
Alphonse era un hombre no mayor de los 60 años y había trabajado por tanto tiempo con sus antiguos señores, había presenciado tantos horrores, que su alma en vez de endurecerse se había menguado, presa de los enormes remordimientos que suele traer consigo la vejez y la proximidad de la muerte. En ningún momento considero la idea de ver con ojos lascivos a Juliette, y esto en secreto… siempre se lo agradeció.
Llegando a los limites de Inglaterra, Alphonse perdió las ultimas monedas que en trabajos anteriores había conseguido así que dejando a Juliette en las habitaciones de una posada, prometiéndole partir en la búsqueda de un viejo conocido y pedirle dinero, se marcho. “Volveré al anochecer” aseguro, pero la noche llego y se fue, y volvió a regresar y no trajo a Alphonse devuelta.
Una semana entera Juliette lo espero, hasta que el posadero harto ya de los días de renta, alimento y atenciones invertidos en la muchacha demando su dinero. Juliette no tenía nada y suplicando por un día mas para poder esperar a su amigo… fue echada de la posada. Varios días vago en la calle aun recorriendo las proximidades de la posada. Hambrienta, cansada, desilusionada y asustada del mundo marcho a un convento que pudiera darle cobijo. De los 7 que encontró en el camino, ninguno se atrevió a darle asilo a la pordiosera.
Fue hasta pasadas las tres semanas, que encontrándose en un callejón titiritando de frio fue encontrada por una mujer robusta y de hablar ruidosa. La desconocida le regalo un pedazo de pan a Juliette, le pregunto quién era y de donde venia mientras inspeccionaba el color de sus cabellos y los rasgos de su rostro. Prometiéndole techo y alimento se llevo a la joven de pasados los 13 años a una casa enorme y elegante. Nuevamente... su belleza fe la causante de la preferencia.
Ahí recibió un digno baño con esencias, un plato finalmente digno después de semanas y semanas de migajas… su salvadora se llamaba Agatha, y encantada por la adquisición que había conseguido, cuido de Juliette y escucho todas sus historias. Curo sus heridas morales y físicas, incluso uso extraños ungüentos para cerrar las heridas sexuales y que Juliette pasara a ser aparentemente virgen otra vez.
Para alguien tan decepcionado de espíritu ya, tantos favores resultaban sospechosos y pronto empezó a comprender las verdaderas intenciones de Agatha. Grande no fue ya su sorpresa cuando se las dijo: Sería una cortesana en el Burdel.
Como el regreso al convento, a Francia, o la llegada de Alphonse… Juliette comenzó a resignarse bastante de la realidad y acogió las enseñanzas de Agatha y las demás cortesanas con sumisión. El sentido de la oportunidad, la belleza, el descaro, la brillantez, la aparente alegría, la gracia, el encanto… todas esas eran las características de una cortesana digna de ser llamada tal, y Juliette se dedico a practicarlas con voluntad para hacerlas propias… Con el paso de los meses logro ganarse la confianza de Agatha y se le permitió salir junto con las demás cortesanas por los alimentos, las bebidas, los inciensos y demás menjurjes. No tardo en hacerse amiga de Isabella. Otra cortesana joven, cuya piel y ojos oscuros le recordaban profundamente a Milena. Logro escribirle una carta al convento donde había cursado su infancia, suplicando que a la brevedad se le anunciara a sus padres de la situación. Junto a las peticiones estaba la dirección del burdel.
Conforme los días pasaban, la supuesta virginidad de Juliette se negociaba entre los clientes del Burdel y mientras los negocios y las apuestas se hacían, Juliette esperaba la llegada de sus padres y salvación. Una noche en particular, mientras se le obligaba a socializar en la cantina del burdel… Juliette se topo con un joven encantador de sonrisa triste. Una plática fugaz pero encantadora prendo a ambos en el momento y tan resignada estaba comenzando a sentirse Juliette que fue a el a quien le sugirió la proposición de comprar “su virginidad”. Que al menos fuera con alguien asi de especial… seguro pensó.
Y así fue, los padres jamás llegaron y fue el chico de sonrisa triste quien “compro su castidad”. Juliette no pudo elegir ni comprar a los clientes que llegaban a reclamarla pero al menos pudo coger algo especial entre la podredumbre y aunque el chico no lo supiera… ayudo bastante a Juliette a aceptar y no hundirse del todo en la amargura de su posición.
La vida en el burdel era un total exceso y francamente Jules pudo acostumbrarse a ella. Cogio un gusto por la vida y el cigarro y aprendió a fingir las mejores sonrisas, los halagos mas hipócritas y los orgasmos más creíbles. Con el tiempo comenzó a aprenderse trucos, fetiches y depravaciones cada vez más horrendas pero enormemente costeables. La madurez tuvo que llegar como las corridas de semen de los sacerdotes: increíble y vergonzosamente rápidas.
La vida entre las cortesanas era una competencia constante. Pelaban por los clientes mas ricos, o “decentes”, por el mejor cuerpo o la mejor habilidad… aunque nadie lo dijera en voz alta: Ninguna podía tolerarse mutuamente. Aunque constante complotearan unas con otras. Algunas dedicaban muchas horas a blanquearse la piel, pues esta siempre fue mas preferida y apreciada como estandar mayor de belleza. Utilizaban toda clase de ungüentos para despigmentarse y polvos de maquillaje para parecer aun más blanca. El cabello rubio siempre fue deseado y constantemente lavaban sus largas melenas con manzanilla y dejaban secar sus cabellos desparramados al sol en una especie de aro sobre sus cabezas para volverlos dorados…. Si bien, la piel y cabellos de Juliette eran la envidia de muchas, su único problema a la hora de trabajar… fueron los remordimientos. Isabella fue una de las mas obsesionadas con la blancura de su piel y murió a los meses posteriores debido a los polvos y cremas de plomo y mercurio que usaba para blanquearse y eran altamente tóxicos. El suceso provoco un duro golpe en Juliette y desde entonces se volvió mas antisocial, arrogante y déspota con sus propias compañeras. Todos sus esfuerzos se volcaban en su trabajo, donde logro ser una de las mejores pagadas pese a ser de las experiencias más jóvenes. Tanto asi que al llegar casi a los pasados 16 fue comprada por un burdel en la capital francesa.
Despues de años y muchos sueños rotos llego a Paris, aunque esta vez sin esperanzas por el auxilio de un convento, una familia o la aparición de Isobel o Alphonse. Su mundo era el burdel. Un mundo difícil, crudo y mezquino… pero que si sabias aprovechar no resultaba ser tan malo.
Ocurrió por entonces de sus 12 años que un sábado como cualquier otro, dos niñas del convento, Milena y Juliette, acompañaban a las madres superioras por los alimentos de la semana un par de asaltantes las interceptaron. De entre el oro que pudieron sacarle a las monjas, también se llevaron a las niñas. Con los ojos vendados fueron secuestradas a una cabaña extraviada en medio de un bosque, donde más niños y jóvenes se encontraban encerrados también. Algunos bajo un silencio absoluto y la mirada perdida, con marcas de golpes e insomnio en sus cuerpos jóvenes y otros, como Milena, llorando a lágrima viva y suplicando volver a casa.
Según lo que pudieron oír, algunos llevaban semanas ahí sin saber aun que esperar. Juliette sintiéndose responsable de la suerte de Milena, una niña dos años menor que ella y de rasgos mulatos, se esmero en consolarle y asegurarle que todo estaría bien… en todo momento trato de guardar compostura, aun cuando el terror sobrecogía su espíritu. En silencio rezo toda la noche envolviendo a Milena con brazos fraternos y en medio de un padre nuestro cayó en un profundo sueño, dejando la fortuna de ellas y de todos los jóvenes que estaban allí… encomendadas a la voluntad de dios.
A la mañana siguiente los jovenes fueron amarrados y lanzados a una carroza donde hombres con fusil en mano les vigilaban. El viaje fue largo y lento a partes iguales y tuvo su fin hasta el anochecer del siguiente día en una lujosa mansión donde grandes murallas imposibilitaban la salida. ¿Seguirían en Chelsea? Con profunda decepción Juliette tuvo que afrontar que dios no le atendería pues esa misma noche se celebro un carnaval de vicios y depravación donde los jóvenes secuestrados, fueron la cena principal.
El cuerpo pequeño y frágil de Milena no pudo resistir a los excesos a los que fue sometida y murió entre las depravadas garras de sus captores. Solo a la llegada del amanecer Juliette, ultrajada y abandonada en el piso de mármol, pudo ver como se llevaban el cadáver.
Una larga temporada pasaron ahí los presos, como sirvientes y esclavos de los apetitos de los grandes señores. Uno de los nobles festejados, tomo a Juliette como su favorita y constante fueron las noches donde exigió su servicio. Su belleza era la causa de semejante favoritismo. Era un hombre gordo, ya de años muy pasados y grotescos fetiches … fueron sus golpes, insultos y abusos quienes amenazaron por matar el espíritu de la joven, pero esta no cedió…Durante los meses y meses que estuvieron encerrados, Juliette se obsesiono con encontrar la forma de salir. Logro aprenderse la hora exacta en la que los respectivos carruajes de los señores partían, el horario en turno de los guardias y sus modos. Varias veces, presa del asco y le odio deseo solo correr y tratar de huir como sea… pero tuvo que tragarse esos impulsos y esperar. Muchos jóvenes habían intentado escapar muchas veces… el castigo a tal acto siempre era la muerte.
Sucedió que conspirando con otra muchacha cinco años mayor que ella, Isobel, quien se había vuelto su consuelo y su única guía, aprovecharon la hora cercana al alba en la que todos los monseñores caían rendidos por el exceso, después de haber sido envenenadas sus botellas con una considerable carga de droga, ambas mujeres se apresuraron a las caballerizas. Con anterioridad habían ganado la confianza y compasión de dos de los guardias, quienes habían prometido abrirles el camino y partir con ellas. Era su primero, última y única oportunidad.
Isobel verifico que todo en la carroza estuviera listo y se subieron ocultas bajo los costales de basura. El guardia llego después, fingiendo cumplir con su trabajo rutinario partió rumbo a la salida donde el otro conspirador le permitió el acceso. A la hora de la hora, solo uno marcho con ellas.
Pues bien, el plan funciono y lograron escapar. El carruaje no dio ni una sola parada. Ni el hambre o el cansancio físico podían contra el profundo miedo de regresar de nuevo al depravado castillo. Huyeron sin descanso hasta llegar a una nueva aldea pasada la ciudad… era un pueblo abandonado a su suerte, tanto como ellos mismos.
Por aquel entonces en Europa ocurrían varias guerras civiles y no pudieron tener mejor “suerte” cuando un sequito de soldados paso a instalarse en el pueblo. Algunos niños y jóvenes, con tal de conseguir unas cuantas monedas, aceptaban ser sometidos para aliviar la tensión social de los honorables guerreros… Isobel, cedió a los soldados con tal de conseguir dinero. Juliette por mas que le dio vueltas, incapaz fue de hacerlo.
Isobel resentida por su suerte y obsesionado por el odio hacia aquellos que la habían retenido por tanto tiempo, no dejaba de darle vueltas a la idea de marchar a la capital de Inglaterra y acusar de todos los cargos a los depravados. Sabia dirección, rasgos físicos y toda una larga lista de delitos. ¿Por qué no hacerlo?, ¿Por qué no vengarse? Noches tras noches trato de convencer a Alphonse (aquel que les había ayudado a escapar) pero este nunca cedió. Ni él, ni Juliette querían venganzas, solo deseaban huir.
Isobel termino por abandonarlos unos días después, en busca de sus propias decisiones. Dejando a Juliette y Alphonse solos y emprendiendo nuevamente su escape. Con planes de huir a Francia donde ya no tendrían la amenaza de los persecutores y Juliette pudiera enviarles una carta a sus padres.
Alphonse era un hombre no mayor de los 60 años y había trabajado por tanto tiempo con sus antiguos señores, había presenciado tantos horrores, que su alma en vez de endurecerse se había menguado, presa de los enormes remordimientos que suele traer consigo la vejez y la proximidad de la muerte. En ningún momento considero la idea de ver con ojos lascivos a Juliette, y esto en secreto… siempre se lo agradeció.
Llegando a los limites de Inglaterra, Alphonse perdió las ultimas monedas que en trabajos anteriores había conseguido así que dejando a Juliette en las habitaciones de una posada, prometiéndole partir en la búsqueda de un viejo conocido y pedirle dinero, se marcho. “Volveré al anochecer” aseguro, pero la noche llego y se fue, y volvió a regresar y no trajo a Alphonse devuelta.
Una semana entera Juliette lo espero, hasta que el posadero harto ya de los días de renta, alimento y atenciones invertidos en la muchacha demando su dinero. Juliette no tenía nada y suplicando por un día mas para poder esperar a su amigo… fue echada de la posada. Varios días vago en la calle aun recorriendo las proximidades de la posada. Hambrienta, cansada, desilusionada y asustada del mundo marcho a un convento que pudiera darle cobijo. De los 7 que encontró en el camino, ninguno se atrevió a darle asilo a la pordiosera.
Fue hasta pasadas las tres semanas, que encontrándose en un callejón titiritando de frio fue encontrada por una mujer robusta y de hablar ruidosa. La desconocida le regalo un pedazo de pan a Juliette, le pregunto quién era y de donde venia mientras inspeccionaba el color de sus cabellos y los rasgos de su rostro. Prometiéndole techo y alimento se llevo a la joven de pasados los 13 años a una casa enorme y elegante. Nuevamente... su belleza fe la causante de la preferencia.
Ahí recibió un digno baño con esencias, un plato finalmente digno después de semanas y semanas de migajas… su salvadora se llamaba Agatha, y encantada por la adquisición que había conseguido, cuido de Juliette y escucho todas sus historias. Curo sus heridas morales y físicas, incluso uso extraños ungüentos para cerrar las heridas sexuales y que Juliette pasara a ser aparentemente virgen otra vez.
Para alguien tan decepcionado de espíritu ya, tantos favores resultaban sospechosos y pronto empezó a comprender las verdaderas intenciones de Agatha. Grande no fue ya su sorpresa cuando se las dijo: Sería una cortesana en el Burdel.
Como el regreso al convento, a Francia, o la llegada de Alphonse… Juliette comenzó a resignarse bastante de la realidad y acogió las enseñanzas de Agatha y las demás cortesanas con sumisión. El sentido de la oportunidad, la belleza, el descaro, la brillantez, la aparente alegría, la gracia, el encanto… todas esas eran las características de una cortesana digna de ser llamada tal, y Juliette se dedico a practicarlas con voluntad para hacerlas propias… Con el paso de los meses logro ganarse la confianza de Agatha y se le permitió salir junto con las demás cortesanas por los alimentos, las bebidas, los inciensos y demás menjurjes. No tardo en hacerse amiga de Isabella. Otra cortesana joven, cuya piel y ojos oscuros le recordaban profundamente a Milena. Logro escribirle una carta al convento donde había cursado su infancia, suplicando que a la brevedad se le anunciara a sus padres de la situación. Junto a las peticiones estaba la dirección del burdel.
Conforme los días pasaban, la supuesta virginidad de Juliette se negociaba entre los clientes del Burdel y mientras los negocios y las apuestas se hacían, Juliette esperaba la llegada de sus padres y salvación. Una noche en particular, mientras se le obligaba a socializar en la cantina del burdel… Juliette se topo con un joven encantador de sonrisa triste. Una plática fugaz pero encantadora prendo a ambos en el momento y tan resignada estaba comenzando a sentirse Juliette que fue a el a quien le sugirió la proposición de comprar “su virginidad”. Que al menos fuera con alguien asi de especial… seguro pensó.
Y así fue, los padres jamás llegaron y fue el chico de sonrisa triste quien “compro su castidad”. Juliette no pudo elegir ni comprar a los clientes que llegaban a reclamarla pero al menos pudo coger algo especial entre la podredumbre y aunque el chico no lo supiera… ayudo bastante a Juliette a aceptar y no hundirse del todo en la amargura de su posición.
La vida en el burdel era un total exceso y francamente Jules pudo acostumbrarse a ella. Cogio un gusto por la vida y el cigarro y aprendió a fingir las mejores sonrisas, los halagos mas hipócritas y los orgasmos más creíbles. Con el tiempo comenzó a aprenderse trucos, fetiches y depravaciones cada vez más horrendas pero enormemente costeables. La madurez tuvo que llegar como las corridas de semen de los sacerdotes: increíble y vergonzosamente rápidas.
La vida entre las cortesanas era una competencia constante. Pelaban por los clientes mas ricos, o “decentes”, por el mejor cuerpo o la mejor habilidad… aunque nadie lo dijera en voz alta: Ninguna podía tolerarse mutuamente. Aunque constante complotearan unas con otras. Algunas dedicaban muchas horas a blanquearse la piel, pues esta siempre fue mas preferida y apreciada como estandar mayor de belleza. Utilizaban toda clase de ungüentos para despigmentarse y polvos de maquillaje para parecer aun más blanca. El cabello rubio siempre fue deseado y constantemente lavaban sus largas melenas con manzanilla y dejaban secar sus cabellos desparramados al sol en una especie de aro sobre sus cabezas para volverlos dorados…. Si bien, la piel y cabellos de Juliette eran la envidia de muchas, su único problema a la hora de trabajar… fueron los remordimientos. Isabella fue una de las mas obsesionadas con la blancura de su piel y murió a los meses posteriores debido a los polvos y cremas de plomo y mercurio que usaba para blanquearse y eran altamente tóxicos. El suceso provoco un duro golpe en Juliette y desde entonces se volvió mas antisocial, arrogante y déspota con sus propias compañeras. Todos sus esfuerzos se volcaban en su trabajo, donde logro ser una de las mejores pagadas pese a ser de las experiencias más jóvenes. Tanto asi que al llegar casi a los pasados 16 fue comprada por un burdel en la capital francesa.
Despues de años y muchos sueños rotos llego a Paris, aunque esta vez sin esperanzas por el auxilio de un convento, una familia o la aparición de Isobel o Alphonse. Su mundo era el burdel. Un mundo difícil, crudo y mezquino… pero que si sabias aprovechar no resultaba ser tan malo.
♥ Datos extra:
- Logro afinarse de una unica amiga en el burdel de Paris: Eugénie Florit
- Guarda un relicario de la foto de su familia.
Juliette Seymour- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 17/10/2011
Re: Juliette Seymour
FICHA APROBADA
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
- Mensajes : 10717
Fecha de inscripción : 11/01/2010
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