Unknown [Kazu Maek]

Que cómica situación, su carácter se me hacía conocido, varios utilizaban ese tipo de características, observe sus acciones con demasiado cuidado analizándolo, como de costumbre me quede ahí, era un vampiro realmente llamativo, hermoso, un chiquillo lindo, ese terso rostro contrastando con la poca luz que apeas se percibía, manchándose tan grácilmente de aquel éxtasis.

Di pasos lentos casi examinando la escena como si fuera la evidencia de un cruel asesinato, que hermosos lucían todos de aquella manera, le escuche mientras se alimentaba de aquel sujeto, aunque no me había alimentado hace ya varias noches la sangre por alguna extraña razón no despertaba ese deseo de atiborrarme a alguien, quizá era que estaba sumido en mis propios deseos e ideas.

-¿Así que matando a dos pájaros de un tiro?... Interesante – Torcí los labios, pero no, ni una sarcástica sonrisa pude sacar, lo único que hice fue observar con ese rostro tan inexpresivo, me lleve los dedos a los labios como de costumbre antes de articular palabra alguna. – Un simple paseo nocturno, solo eso… - conteste a su pregunta, ciertamente su actitud era un poco trillada.

Y la escena estaba completa al ver desvanecerse al hombre ahí, mientras el vampiro recobraba una belleza más admirable, que decir, me atraían algunos de sus rasgos como signo de admiración nada más que eso. – Claro, Claro, somos de la misma ‘calaña’… por decirlo de esa manera – deje escapar esas palabras con un leve tono de voz, uno seco. – Asagi Dunkelheit… ese es mi nombre… ¿Tengo el gusto con? – le observe mientras metía las manos a los bolsillos del abrigo, aun aspirando el aroma de sangre que mi compañero traía impregnado.

Desquiciado, loco, de todas formas la gente estaba presente, me acerque a su figura, ¿Olor familiar?, musite para mis adentro preguntándome si es que estábamos ligados por algo, algún encuentro, a estas alturas después de todo lo sucedido ya no recordaba nombres o rostros de personas que conocí en parís. Quien sabe ahora me encontraba fundido en un vacío más cruel que nunca, viviendo por vivir. – No lo sé, quizá nos conocimos, no lo recuerdo – por más que su olor estaba presente, por más que su habla y sus facultades parecían en desorden era cierto que yo por dentro estaba aún peor, era como haber perdido todo de mí, claro sin reflejarlo, era cosa que yo solo sabía. No todos caemos a los brazos de la misma locura.

Me quede observando, caminando por entre los cadáveres, sin siquiera apetito por el olor tibio de la sangre, solo ahí, los dos, ambos perdidos en nuestros propios asuntos, en nuestros mundos, ¿Qué clase de conversación era esa?, ah, claro ya todo me parecía sin sentido a estas alturas. – Era un simple decir, quizá nos parecemos en algunos aspectos, quien sabe – me encogí de hombros, guiándome por si silueta, tenía rasgos particulares, demasiados familiares pero nunca supe a quién y al paso que iba no me esforzaría en recordarlos.

El hecho era que simplemente no me movía, no me inmutaba y a estas alturas aunque estuviera totalmente pacifico, no recordaba nada de quien era o quien deje de ser, solo era como si hubiese nacido de una ficha común y corriente e incluso ese paseo nocturno me resultaba extrañamente motivado por algo que desconocía es como si aquellos hilos de los cuales me encontraba amarrado significaran ahora mi todo.

Y al ver a ese vampiro ahí frente a mí, me hacía parecer aún más confundido, pensando que quizá, él era un producto de mi alterada mente, continuamente las preguntas y el extraño monologo se escribía tan fuerte, notando que aquel vampiro tenía esa actitud me traía recuerdos nada precisos.

Me acerque a él notando aquella penumbra, aquel signo que sus facciones dibujaban, tome su rostro entre mis manos, acariciando tan delicadamente su piel, como queriendo que el fuese real, dejándole llevar por una paz, sentía y percibía, ese conflicto en él, no era la primera vez que vislumbraba un comportamiento así. -¿Maek?... – repetí cuestionándome mirándole de esa forma, no estaba ya seguro.

Toque su frente con las yemas de mis dedos, como tratando de calmarle y el viento hizo el impulso de movernos, sin embargo ahí estaba, parecía subestimarse, sus causas las desconocía, bese sin pensarlo la comisura de sus labios, no sé qué era ese gesto ni el porqué.

-¿Amantes? – una sonrisa tan burlona e irónica salió de mis labios, trate de cubrirla con los dedos, pero no podía, - ¿Kozumi?... Esa zorra y yo, no fuimos nada – solo dije aquello, encaminándome, no sé exactamente de quien me hablaba no recordaba rostros, si el nombre y tenía claro que era una zorra pero nada más. – vámonos de aquí – le indique con un movimiento de la cabeza a donde partir.

Él era una razón de sobra un estorbo, justo ahora su mente estaba meciéndose y pendiendo de un hilillo cuyos motivos no estaban del todo aclarecidos, había echado de su vida a muchos, a Nicolás no deseaba verlo más y a ¿Koizumi?, simplemente no lo recordaba, o quizá sí, ¿Quién era esa persona?, por más que él pensara su mente divagaba en los recuerdos más crueles de su anterior pasado, y ahora solo tenía a aquel violinista como una razón más de seguir por el mundo, aunque no recordaba rostro alguno, ni razones, a pesar de esos fallos sus recuerdos estaba afectándose y él claro no se inmutaba ante ello, podía parecer sereno pero por dentro era un enigma, uno grande que causa desafíos y las peores locuras. – Era mi esposa –comento en un susurro afirmando eso al tener en su mente vaga aquella noche de magnifica locura. Pero al mismo tiempo recordando que era eso, una perra, que se acostaba con cualquiera, y eso no era producto de su imaginación.

Ya no podía interesarle, no ahora, estaban alejados, y si mal no recordaba él había decidido dejar esa relación tan enfermiza, por otros motivos que le habían llevado donde estaba, miro a aquel vampiro tan joven, tan fresco y que decir, apetecible sin dudas, algo en él, quizá el olor de la sangre o quizá algo más, le hacían desear al muchacho frente suyo, aquel que parecía igual de perdido y descarriado que él y quizá, solo quizá se planteó que podrían ambos ‘encontrarse de otra forma’.

Le cogió de la mano, como si una señorita fuera, es más admiraba el rubor que su blanca piel sostenía, tan humano, tan maravilloso, no se podría resistir, en forma de caricia rosaba aquella palma y entrelazaba sus dedos con los ajenos, para atraerlo a él, le miro como perdiéndose en esos orbes, que tinte maravilloso poseían, sin dudas, - ¿Por qué no formamos un camino juntos?, ¿Qué importe donde nos lleve?... Si ambos estamos perdidos y quizá esto no es más que una ilusión de nuestras mentes que desvarían en el delgado hilillo de la cordura y realidad – sonrío casi amable, como si su rostro hubiese cambiado tan repentinamente, y su mano libre, recorrió aquel rostro de nuevo, ilusión o no estaba deseoso de algo.

La distancia se fue reduciendo con cada paso que daba, y sus orbes se clavaban en los ajenos cuya magia surtía un efecto casi místico, era más pequeño, lo que le obligo a bajar el rostro y ladear el rostro, una dirección que sus labios tomaron como impulso, quizá como deseo, quien sabe, pero lo hecho era que estaba y se encontraba besando a ese muchacho, tocando esos labios de los cuales deseaba quitar todo rastro de sangre y saborearlos. Un beso, mientras sus manos permanecían entrelazadas, era como si encontrara algo en ese vampiro que no podía dejar ir, al menos no esa noche, quizá sus mentes tan perdidas estaban tomando un camino nuevo.

Era poco ortodoxo su comportamiento, pero así era él, o al menos su instinto lo había hecho parecer así, porque de un momento a otro le rodeo por la cintura y soltando esa mano para acariciarle el rostro mientras no dejaba de mirarle tan de cerca de aquellos labios, que importaba el viento o el aroma a sangre que les envolvía en ese momento. Algo nacía en el ambiente, no sabía exactamente qué, pero rozarle una vez más con los labios era sensualidad pura. Algo se movía y no sabía controlarlo en ese momento, no cuando osó a probar sus labios una y otra vez repetidas veces notando esa mínima respuesta del otro, ese era el camino donde le quería guiar, pero a su mente llegaban vagos recuerdos, lagunas en las cuales no veía nada claro, sin embargo eso no le hizo retractarse de sus actos.

Incluso le llevo contra el tronco del árbol que detrás estaba, para profundizar aquello, de un momento a otro sus deseos se estabilizaron, no pidió disculpas no eran necesarias, pero cogió su mano de nueva cuenta, esa imagen, quizá ese vampiro frente a él solo era ilusión de su mente porque percibía tan perdido el ambiente, era no como una fantasía, sino como una protección del subconsciente y ahora perdidos en medio de aquel bosque, lo llevo por un sendero que él solo conocía, para ¿Qué?, quien sabe.

Mientras desaparecían en la bruma de la noche le miro de reojo - ¿Así que tu maestro, la zorra esa?, no tenia ni idea, no me sorprende - intento recuperar un hilillo de conversación mientras avanzaban sobre la hierba húmeda, aspirando el aroma nocturno que llegaba a ser lastimoso.

Su mirada se torno aun con un simple color escarlata, pero no lo suficiente para sacarle de sus casillas y de la tranquilidad que reflejaba, ni siquiera se molesto en tocarse donde el golpe, no sintió nada, absolutamente nada, esa herida se iba regenerando con rapidez que en un parpadeo estaba como si nada, el tema le sacaba los estribos al otro, que más quisiera dejar de relacionarse con la puta de Koizumi, pero no, ahí de nuevo estaba el maldito tema, si pudiese recordarle, pero claro, Asagi es como un enigma, se puede percibir lo que sea, pero jamás será descifrado, se puede admirar su belleza pero no ver la verdadera sutileza o sentimientos que por demás llegase a poseer, no, eso era imposible incluso para él, incluso para el dios que le ha dado la espalda al ponerlo en esa línea del arrepentimiento eterno, ni una oración podrá levantarle.

Las líneas que dibujan esos pequeños y sensuales labios se curvaron, sin emitir sonido, su entrecejo le dio la apariencia más feroz, quizá era porque aquel fruncimiento y el destello de un reflejo incierto, no duro demasiado, dejo que el propio viento le acomodara los cabellos, se mantuvo firme y como siempre con ese trasfondo típico, apenas ladeo el rostro al ver las pupilas del otro, por dios, ¡Estaba carcajeándose descomunalmente!, vaya vampiro, no valía la pena hasta donde vislumbraba, ni siquiera deseaba saber de él o de con quien estaba relacionado, pero las cosas se tornaron de esa manera para ambos.

El sopor en el que se encuentra Dunkelheit no es mas que un infinito orgullo que pocos han vislumbrado, así mismo sus palabras, una sola pregunta le hizo apenas sacar una risa audible y baja usando un tono de voz serio, solemne, -¿Llevarlo, he escuchado bien? – Apenas hizo un movimiento como si trazara en el lienzo del panorama, para llevar esas frías yemas a su mentón. - Incluso movió su culo para complacerme – Murmuro, porque aquel vampiro, incluso aun desconocido, insistió a Dunkelheit se quedará, suplicando por placer, la pregunta clara era ¿Para qué Asagi desearía llevar a un estorbo como esa perra a su hogar?, no, él no se la pasa recolectando basura, mucho menos iría detrás de él, nunca le intereso.

Maek si que estaba total y completamente equivocado, - Es tu maestro quien me ha seguido y se ha vuelto como una sosegada esposa, romántica, que incluso depende de mí para cada acción a realizar. – no dijo más, porque eso de relatar con lujos y detalles cada acción del otro no le gustaba, lo increíble al paso de la noche era eso, ¿Cómo demonios podía decir semejantes cosas?, Hijo de puta, hijo de perra, por más idiota y despiadado Asagi, Koizumi no le dejaba, se negaba a hacerlo.

Y en cuanto a sus movimientos de su interlocutor, solo basto para poner la palma en su pecho, mirarle con ese desprecio que emanaba odio de los orbes de Dunkelheit, para apartarle, apenas se acomodó la chaqueta, y siguió con esa expresión digna de él – ¿Tantos años a su lado y no has podido si quiera llevarlo bajo tu piel?, debería ser fácil con lo ‘poderoso’ que tú y él se creen – Burlas y más nefastas palabras salían de su boca, claro, no era por presumir, pero a él solo le basto con una estúpida pregunta humanitaria para llevarlo a la cama. – Cuando puedas, - si es que pudiera – Compruébalo, aunque no es anda del otro mundo. – Siguió caminando, sin prevenirse de un ¿Peligro?, no él noctambulo no notaba eso ahora, había estado en situaciones peores, con personas mejores que el daban a la noche trémula, una pizca de amargura y de vida en carne propia.