Adara Hugstreich

Nombre del Personaje:
Adara Hugstreich
-Edad:
40 reales, 20 aparentes.
-Especie:
Cambiaformas.
-Tipo y Clase Social:
Clase alta.
-Orientación Sexual:
Heterosexual.
-Lugar de Origen:
Inglaterra.
-Habilidad/Poder:
Es bastante rápida, pero por el contrario no tiene demasiada agilidad.
Maneja a la perfección sus siete dagas, sabe esconderse con facilidad.
Tiene resistencia, es difícil hacerla caer al suelo.
-Descripción Física:
Adara en apariencia humana:

Spoiler:

Adara en apariencia felina:

Spoiler:

-Descripción Psicológica:
Caracter complicado. Se caracteriza por ser demasiado impulsiva.
Sincera, siempre expone sus opiniones, sean buenas o malas.
Indiferente, le importa más bien nada la opinión que tengan los demás de ella.
Extravagante. Orgullosa. Perezosa. Antipática cuando se le antoja, cariñosa con quien lo merece.Sensible, bastante sensible y no se esfuerza en ocultarlo. Puede parecer algo contradictoria y en realidad, tan solo se muestra totalmente desconfiada ante quien no conoce.
Por lo general, no tiene enemigos, tampoco es capaz de odiar aunque si de guardar rencor hacia un par de personas.
Nunca se ha dejado influenciar por nadie, suele vivir siguiendo sus propias normas.
Es casi imposible dominarla.
No intenta ser una dama de imagen adecuada a su clase social. Odia las pomposidades. Por eso quizás, lleva vestidos de campesina, sencillos y de poco coste. Ella prefiere usar su fortuna para cosas mucho más importantes, como lo son el ayudar a familias con dificultades económicas.
Desde que vive sola, mejor dicho desde que escapó de los terrenos de su familia, se ha vuelto una persona aun más sencilla, oculta de la alta sociedad y expuesta a la naturaleza.
No suele tener relaciones amorosas. Se niega a creer en el amor, a confiar en algún compañero y a entregarle su vida a alguien. Podría decirse que ignora por completo estos temas y por lo general, se vuelve demasiado tímida y algo agresiva, cuando alguien intenta cortejarla.

-Historia:
Nació en el seno de una familia adinerada, respetada por la sociedad y demasiado pendiente en dar una perfecta impresión a cualquier ser humano.
Una noche de invierno, más concrétamente un siete de enero, nació Adara. Era la tercera de sus hermanos, todos ellos varones y a cual más bestia.
Pensaron que ella iba a ser la florecilla que traería color y delicadeza a la familia.
Estaban totalmente equivocados.
Creció con normalidad, cumpliendo las normas comenzaron a imponerle, asistiendo a sus clases de piano, costura, modales en general, inglés, francés, italiano y alemán. Quizás eran demasiado exigentes con ella, no obstante Adara no tenía intención de protestar, pues creció con miedo, un miedo intenso que se creó con malas palabras, peores gestos y abusivos castigos por parte de sus tres hermanos.
Cumplió años con la incomprensión. Buscando una repuesta al maltrato de sus hermanos.
Jamás la encontró.
Conforme se iba haciendo mayor, comenzó a pensar por si misma, a darse cuenta de que estava encerrada en un nido de salvajes, de falsedad y demasiado falto de cariño.
¿Sus padres? Bueno, era un alivio poder verlos una vez al més. Solían viajar y apenas se dejaban ver. Apenas le regalaban una sonrisa, una palabra tierna, un abrazo, algún regalo para sus cumpleaños o simplemente una conversación agradable. Nunca.
Pero si que sabían regañarla, exponer quejas por cualquier movimiento de ella.
¿El porqué? Nunca lo supo de manera exacta, simplemente pensó que quizás era demasiado miserable para vivir entre aquella familia. ¿Miserable? No, en realidad esa familia era demasiado miserable para merecerse el tenerla a ella entre sus miembros. Esa era la respuesta a su pregunta.
No desobedecía ordenes. No dejaba escapar de sus labios una palabra mal sonante, una mirada rencorosa. Nada, absolutamente nada para que pudieran despreciarla de aquella manera.
Indiferencia. Eso fué lo que ocurrió cuando ella cumplió 13 años de edad.
Y si, lo descubrió. Ya sabía porqué nadie le había mostrado algo de cariño.
Ella tan solo era capaz de convertirse en un gato, un felino pequeño, de poco poder y extremadamente torpe.
Los demás... Bueno, todos ellos eran unos perfectos ejemplares de leopardo.
Burlas intensas llegaron todos y cada uno de los días. Entrenamientos excesivos, agresivos y poco delicados. Bueno, ella no esperaba más. No consiguió ser una dama de alta alcurnia, delicada y dispuesta a entregar su vida a un hombre egoísta que seguramente lo único que le importaba era mostrar su bella flor a sus amistades y exhibirla como si fuera una hermosa joya.
Tampoco consiguió estar en un grupo de damas marujas cuyo único objetivo en la vida era ser mejor que los demás, la más rica, la que mejor vestidos usaba y demás cosas que, en opinión de Adara eran absurdas e insignificantes.
Pero si consiguió convertirse en una mujer respetada por toda su familia. Que su esfuerzo le costó.
No dormía, apenas se alimentaba y tan solo se dedicaba a entrenarse, mejorar su fuerza, su velocidad, habilidad y manejo de sus únicas armas de combate. Sus siete dagas negras. Siete por el día de su nacimiento, siete por todas las pecas que lucían en su cuello. Y siete porque al cumplir diecisiete años, se escapó de aquella casa.
Si, llegó a superar a su madre y a dos de sus hermanos. Sin embargo, su hermano mayor era el ser más veloz que había visto en su vida. En el fondo, le quería. Y bastante además. Siempre pensó que si el amor existia, él era la viva imagen de él.
¿La razón? Llegó a respetarla, a admirarla de una manera increíble y en cierto modo, una mirada posesiva y brusca, al igual que sus formas. Pero una manera elegante... Pues el no perdía la compostura, fuese cual fuese el momento.
Era duro, si. Y bruto, también. Pero solía hablar con tranquilidad sabía hacer daño mejor que nadie. Quizás por eso se enamoró de él. O tal vez, tan solo le amaba como a un hermano, el único que la veía realmente como era. Valiente, atrevida, sensible, vulnerable y ante todo, fuerte y soñadora. Por que él sabía que tenía sueños. Mucho antes de que ella los deseara.
Pero no le entregó cariño de manera directa, si no escondido entre desprecios.
Dificil de comprender, extraño de asimilar. Pero así era la única relación y la única persona que llegó a sentir cariño por ella. Demasiado cariño, pero eso Adara no lo sabía.
Pensaba que era imposible que él la abrazase y la protegiera de cualquier mal. En realidad ella, no necesitaba protección pues aprendió a defenserse sola, a vivir sin nadie y a salir adelante con ayuda de sus propias manos.
Siempre amó el campo. Admiraba a las familias de campesinos que durante todo el día se dejaban la piel para mantener a sus hijos. Y por ese motivo, les entregó toda su fortuna a varios campesinos de la villa.
Se quedó con una pequeña parte y después se marchó a Francia.
Quería ser libre. Dormir bajo las estrellas, conocer el mundo.
Y lo hizo, aunque siempre llevándose la culpabilidad y el dolor de haber dejado atrás a su hermano. ¿La echaría de menos? Esperaba que si. ¿Le escribiría cartas o intentaría ir a buscarla? Ella no lo sabía.

Pero si sabía que a partir de el momento en el que pisó tierra francesa, su vida iba a cambiar.
Se acabó el intentar superarse a si misma para agradar a los demás.
Se acabó el esperar amor cuando no lo había.
Y se acabó sufrir en silencio.

Ahora le tocaba vivir.

-Datos Extras:
-Le encanta beber leche de cabra y dormir bajo los árboles.
-Le gusta la lluvia, los días helados y el frío en general.
-No soporta el calor.
-Nunca ha conocido intimidad con un hombre.
-Siempre lleva ocultas sus dagas bajo las faldas.
-Amante de la naturaleza.
-Desconoce la existencia de otros seres, tales como vampiros y hombres lobo. Piensa que son cuentos infantiles.
-Es inocente, aunque en cierto modo.
-Tiene muy mal genio cuando alguien le impide descansar.
-Sabe y le encanta tocar el piano.
-Vive oculta en una pequeña caseta de madera, echa por ella.
-Se escapó antes de asistir a su fiesta de presentación en sociedad. Su familia lleva años buscándola, aún así no han logrado encontrarla.