∞Renée Mae Bromsson

Renée Mae Bromsson
Al final lo único que importa es lo fuerte que puedes llegar a ser.


∞Nombre del Personaje
Renée Mae Bromsson

∞Edad
19 inviernos

∞Especie
Humana

∞Tipo y Clase Social
Cortesana | Clase Baja

∞Orientación Sexual
Heterosexual

∞Lugar de Origen
París, Francia

∞Descripción Física

Spoiler:

∞Descripción Psicológica
Fría aunque no quiera, la vida ha hecho de Renée una muchacha desconfiada y helada. Ni intenta defenderse con las palabras, directamente pasa a la acción. Rechaza todo contacto que no sea el de sus compañeras, e incluso se muestra algo reticente con algunos clientes, aunque no debería.
Es una muchacha reservada, tímida y, ante todo, débil. Es callada hasta rabiar, no dice lo que piensa, más por miedo que por no tener opinión. No la oirás alzar la voz más de lo necesario, porque aunque tiene muchísimo carácter, siempre traga. Nunca saca a relucir su ira, sino que la guarda, y la guarda. No le levantará la mano a nadie, ni siquiera para defenderse. Solo se dejará hacer, tal y como está acostumbrada a actuar.
Su padre le enseñó a aguantar el dolor como nadie, a morderse la lengua y cerrar los ojos; a esperar que todo pase. Y acabará pasando de largo. Nada es tan duradero como la vida misma, así que no hay por qué preocuparse. Todo acaba en un momento u otro. Así que aunque sufra físicamente, nunca se quejará. Por más que la hagan daño, no gritará, ni llorará. Porque ha aprendido que esa es la mayor satisfacción para la otra persona, y te hará gritar más; te hará llorar hasta que te quedes sin lágrimas.
Es tan frágil como un cachorillo. En cualquier momento, su interior se puede romper a cachitos, explotando por toda la rabia acumulada o por el dolor que la tiñe por dentro. Desde la pérdida de su madre, no ha amado a nadie, y no cree ser capaz de poder hacerlo nunca más.
Es contraria a cualquier roce con los varones, a parte de sus clientes. No se deja tocar por nadie, a no ser que sea alguno de los visitantes del burdel. Y sólo y exclusivamente en la habitación. Repudia al género masculino, y huye de los hombres en cualquier oportunidad que se le presenté. Aún así, en su subconsciente está deseando encontrar a alguien diferente, alguien que no la trate como a un maldito juguete; alguien que desee estar con ella por quién es, no por cómo la ha visto en la cama del burdel.

Pese a toda esta máscara, la verdadera Renée es alguien dulce, cariñosa y familiar que lo único que desea de verdad es poder escapar de todo esto y vivir la vida que tendría que haber tenido desde el principio.

∞Historia
Renée nació una noche fría y sin estrellas en París. Su padre, un inmigrante britanico, dueño de un pequeño taller de artesanía, creía tenerlo todo. Una mujer de la que abusar, una hija a la que maltratar y el atisbo de un futuro varón en el vientre de su esposa al que poder enseñar. Y así pasaron los meses, entre sangre y llantos; entre sufrimiento y terror. Marienna Bromsson sabía que no quedaba ninguna esperanza para su niño, que en el momento en que llegara al mundo, se sumaría a esa existencia de dolor; que si no hacía nada para impedirlo, se convertiría en el discípulo de su esposo. No le quedaba ninguna opción, así que tomó la decisión más difícil de todas. ¿Cuál es el único remedio que se le puede poner a la enfermedad? La muerte.
John Bromsson entró en cólera al descubrir el cadáver de la mujer y a su retoño cruelmente asesinado. Pero ni siquiera fallecida Marienna encontró la paz. Fue apaleada por su, hasta entonces, marido, que finalmente la tiró al río. Y aunque el sacrificio había servido para salvar de su pequeño, la vida de Renée era aún más miserable que antes. Era violada, agredida y machada día tras día por su progenitor, y ya no tenía a su querida madre para ayudarla a sobrevivir. Intentaba no llorar, no sufrir demasiado, e incluso probó a seguir el ejemplo de Marienna y quitarse la vida, pero no fue tan fuerte.

Poco después de la muerte de su esposa, John volvió a casarse, esta vez con una cortesana que conoció en el burdel. La mujer era perfecta para traer al mundo a un hijo, y así lo demostró nueve meses después de su matrimonio, cuando el niño nació. Pero Analia Bromsson tampoco se libró del maltrato de su nuevo cónyuge, que unas semanas más tarde, sediento de torturas, acabó con la vida de la mujer.
El pequeño creció entre los llantos de su hermana mayor, entre el sonido del chapoteo de la sangre derramanda por Renée y el olor de la misma. Los años siguieron sucediéndose, todos con el mismo patrón. Padre e hijo se pasaban las noches fuera de casa, mientras la única mujer de la familia se recuperaba en el suelo de los maltratos. Volvían a casa al amanecer, John oliendo a alcohol y el chico deseoso de más salidas nocturnas. Cuando maduró lo suficiente, se sumó a las borracheras de su padre, visitando el burdel con su progenitor y ayudándole en sus abusos a Renée.

A medida que pasaba el tiempo, se iba convirtiendo en una pequeña calca de John, pero más hermoso y astuto. Hasta que cumplió 16 años, y dejó de interesarse por las mismas cosas que su padre. Empezó a rondar por el pueblo de noche, en solitario, volviendo a casa con olor a sangre y a muerte. Cuando pegaba a su hermana, lo hacía con más fuerza de lo normal, y muchas veces veía en sus ojos el destello de un asesino. En el momento en que Renée se arrastraba hasta su lecho, él se inclinaba para lamerse las manos, goteando ese líquido rojizo.
John cada vez estaba más decepcionado con su hijo. Ya no se iba a beber a la taberna con él, ni se interesaba por la artesanía, por más que lo intentara. Y según fueron pasando los meses, esa ira aumentaba. Un día se lo soltó todo en el salón de la casa, echándole en cara su abandono y su falta de agradecimiento por haberle dado la vida.
Sucedió lo inevitable, lo que tendría que haber pasado mucho tiempo atrás. El joven no aceptó la crítica y puso fin a la existencia de su progenitor tal y como él había hecho con la de su madre. Se abalanzó sobre él, furioso y deseoso de matar, algo a lo que ya se había acostumbrado. En menos de un minuto, la última llama de alma que podría haber perdurado en John se había acabado, mientras su único hijo varón tragaba todo lo que le quedaba de vida. Después de terminar con su padre, salió corriendo de allí, relamiéndose los labios llenos de sangre y dejando a su hermana olvidada en un rincón.

Temblando como una hoja de papel al atravesar el aire, Renée salió de la casa con el aroma de la muerte pegado a la ropa. Estuvo callejeando por París durante mucho tiempo, pobre, sin familia y sin casa. Hasta que ellas la encontraron. La llevaron al burdel y la alojaron allí durante un tiempo; pero si quiería quedarse allí, solo tenía una opción. La joven, que había sido violada durante sus 18 años, estaba en contra de unirse a las cortesanas. Aún así, era tener eso o no tener nada, y seguía sin tener la suficiente fuerza como para hacer caso a su corazón y abandonarse en las calles de su ciudad.
Pero aunque ahora es una mujer libre, alguien que no le debe nada a nadie, Renée sigue llorando todas las noches, acurrucada en un rincón, mientras recuerda que ha sido olvidada por todos, y abandonada por su propia madre.

∞Datos Extras
{#} Tiene cortes en las muñecas por las veces que ha intentado acabar con su vida.
{#} No soporta el olor del alcohol.
{#} Cuando no está con algún cliente, se encierra en su habitación en el más absoluto silencio.
{#} Está aprendiendo a leer con ayuda de algunas compañeras.