Dáire Lodges

Las situaciones en su vida lo han hecho una persona solitaria y un tanto reacia a compartir con las demás personas. El trabajo forzado y el poco descanso en su niñez lo hicieron alguien con mucha dificultad para encontrarle algo de placer a la vida. No cree mucho en los buenos momentos y menos en las personas que harán de su vida algo mejor. Le cuesta confiar, su mismo alejamiento lo impulsó y en lo que se convirtió después solo confirmó los hechos, pero quizás en quien menos confía es en el mismo. Sabe que no tiene control cuando entra en fase lobuna, sabe que no es él y que olvida a todos y a todos una vez que deja que los instintos lo dominen. No es malvado, solo cree que las personas buenas aún no nacen. Luego de que le abrieran los ojos y descubriera de lo que es capaz una vez que entra en fase, el lado espiritual lo ha hecho de un ser más tranquilo, pero aún así más alejado del resto. Cree de algún modo que la oración será la única forma de salvar su alma y pedir perdón por todos los asesinatos que inconscientemente ha provocado él y su raza. Necesita sentir el perdón, pero al mismo tiempo detesta que algo tan simple como eso, sea lo que lo haga sentir más tranquilo. La pobreza, jamás fue un problema para él, la castidad es algo que siempre ha mantenido, por lo que sabe que es algo que puede mantener y la obediencia fue la regla de su vida. Su genio es un problema, pues más de una vez los instintos desean ser quienes estén presente aún cuando es humano y por eso mismo más de una vez solo le queda la alternativa de camuflar aquello con sarcasmo, algo que la comunidad en la que vive no lo vea con muy buenos ojos, pero que los mantiene tranquilos extrañamente para él. Su buena voluntad no es más que un problema para él. No espera que se lo agradezcan, pero los años hacen que empiece a detestar las miradas aterradas que le dedican. Aún es joven, las posibilidades de cambiar son muchas, pero la situación es aún más extraña, el simplemente no quiere cambiar.

0 a 5 años
Dáire nació bajo el escaso techo de un matrimonio de pescadores. De un padre que pasaba más tiempo sobre un pobre bote y una madre que intentaba vender cada día los pocos peces que su esposo lograba atrapar. Sus recuerdos de los abrazos de amor son escasos, los juegos nulos y las risas inexistentes. Cuando fue capaz de mantenerse sobre sus dos pies , fue el momento en que llegó a ser alguien útil para su padre. Sobre su bote y con una red en entre los brazos, tuvo que aprender a malas experiencias a nadar y saber cómo atrapar un pez. Nunca fue golpeado, pero dentro de él sabe que quizás hubiera sido la mejor muestra de que por lo menos llegaba a provocar algo en su padre. Su madre comenzó solo a verlo como la causa de sus sufrimientos, del dolor en el pecho cada vez que no saber si volvería o no y a pensar que tal vez hubiera sido mejor que jamás naciera.

5 a 12 años
Cuando su padre se dio cuenta que los gastos que su hijo causaba eran muchos de lo que producía, supo que la hora de hacer algo con él había llegado. Ayudante de lavandero, de herrero, de panadero y hasta lazarillo fueron cada uno de los trabajos por los que su padre lo llevaba cada vez que veía que el dinero que le daban por él no era suficiente. Jamás era suficiente cuando los placeres comenzaron a ser un vicio para el hombre. De malas juntas y prostitutas cada noche Dáire supo que debía buscar un nuevo trabajo a menos que comenzara a ver como la inmundicia los consumía a su ignorante madre y a él. Al día siguiente de tomar esa decisión, la vida decidió que mejor ella decidía.

12 a 16 años
No hay mucho que decir para un niño que pasa cinco años en la cárcel pagando por las deudas de su padre en los prostíbulos de la ciudad. El hombre en su borrachera, saliendo de uno de sus lugares favoritos cayó dentro de un canal y la imposibilidad de las capacidades motoras hizo que no lograra salir.

17 a 21 años
La cárcel lo hizo fuerte, desconfiado, mal genio y solitario. Y más que todo alguien que solo tenía que decidirse a hacer las cosas y no esperar nada de nadie. Se aseguró que su madre aún vivía y se alejó de esa ciudad. No le importó como se mantenía, con quién vivía ahora o si tenía más hijos, el hecho de no haber recibido ninguna visita de ella en esos cinco años lo hicieron entender que ella jamás había sido su madre. Solo unos días le bastaron para conseguir un nuevo trabajo. Puede que el terror de la mujer haya hecho que no fuera capaz de negarse, pero los días siguientes le enseñaron que el chico era un buen hombre en una vida difícil. Negociar lo había aprendido en la cárcel y las ventas de telas se volvieron su vida. Viajar a nuevas ciudades y países fue a lo que se dedicó, hasta que el destino, le enseño a que jamás debía acostumbrarse a algo por mucho tiempo.

La noche estaba clara y los animales en silencia. Solo el sonido de los cascos del caballo al caminar era aquello que rompía al silencia. Al menos hasta aquel rugido. Solo había alcanzado a voltear el rostro y perder la conciencia. El despertar fue una sorpresa, el estar herido no. No se pregunto lo que le había pasado, para él lo obvio resultaba más tranquilo y menos complicado. Pero cuando la luna llena volvió a ser su compañera supo que obviar no era la solución. El cambio dolió y la ignorancia de lo que le pasaba le frustró. El despertar desnudo y agitado sin entender nada lo jodía aunque no tanto cuando finalmente le explicaron lo que era. Un hombre y una mujer. Sus nombres no los recuerda, porque jamás se lo dijeron, no eran importantes ante la información que tenían para él. La razón de su cambio, las consecuencias de su ataque y lo que lo más probable había hecho aquella noche. Su mirada en las manos y la incredulidad de pensar en que muertes habían sido provocadas por él.

22 y Actualidad…
Desde aquel día que se mantiene enclaustrado en un pequeño monasterio. Fue la salvación que encontró para su alma y su vida. La oración es lo que lo mantiene con la mente alejada de las almas que cree arrebató. Sus hermanos lo encierran en cada Luna Llena dentro de un calabozo a su voluntad, porque sabe que hacer daño nuevamente o podría soportarlo. Al año siguiente se hizo uno más de ellos y sus votos son el incentivo que le encontró a su vida, el impulso para hacer de ella algo que valga la pena. Rezar para salvar las almas de aquellos que son como él, es lo que le pide cada noche a su Señor. Lo que tiene ahora es lo que de algún modo sabía siempre necesitó. Al menos hasta ahora.