Un café por favor [Evangeline Carluccio]

por **Benjamin Griezmann** Dom Dic 18, 2011 8:02 pm

Era una agradable mañana otoñal de domingo. Vestido con ropas sencillas pero limpias y razonablemente nuevas, Benjamin había estado dando un ameno paseo por las calles de París. A pesar de la proximidad del invierno, una cálida luz lo bañaba todo, haciendo que el aspecto de la ciudad, sus calles y sus gentes fuera espléndido. No supo durante cuánto tiempo deambuló por la ciudad, pero casi sin darse cuenta el escritor llegó a uno de los muchos cafés que había por la zona. Como todavía faltaba para volver a casa y preparar la comida decidió sentarse en la terraza para disfrutar un poco más de aquella agradable luz.

Cuando vio al camarero le hizo acercarse a él para pedirle una taza de café y algún dulce que llevarse a la boca. En lo que esperaba se sacó del bolsillo algunas cuartillas en blanco y la pluma estilográfica para garabatear algunas palabras distraidamente. Con la vista iba estudiando, no sin cierta discreción, al resto de clientes de la terraza. Había una mujer con sus hijas y el ama de llaves; una joven pareja, tal vez recién casados; también vio un par de hombres que aparentemente hablaban de política. Había muchos clientes, pero una en particular le llamó la atención. Era una joven pelirroja, de poco más de un metro sesenta, poseedora de unas formas bajo su ropa que le hicieron sonreír y preguntarse qué ocultarían las telas. Pero al poco apartó la mirada; al fin y al cabo debía de sacarle más de una decena de años y podría ser tachado de indecente si alguien se daba cuenta de cómo y a quién miraba.

El camarero por fin volvió y le dejó el café y un platito con algunas pastas. Benjamin se lo agradeció con un gesto de la cabeza y se llevó la bebida a los labios pero lo apartó con rapidez, pues ardía como mil demonios. El escritor hizo una mueca y se acarició los labios con la lengua, tratando de disminuir el dolor.

Al alzar el rostro de nuevo se dio cuenta de que la chica que había visto antes estaba más cerca que antes. Y pareciera que todas las mesas de la terraza estuvieran ocupadas…

por **Evangeline Carluccio** Dom Dic 18, 2011 9:19 pm

Era domingo por la mañana y desperté con un terrible dolor en todo el cuerpo, hacia dos noches había entrenado duramente y agregado a lo cansado y doloroso que era un entrenamiento con Jan, habíamos recibido una emboscada. La habitación en la que nos hospedábamos Jan y yo no había mucho espacio ni mucho menos, pero había dos camas y un baño, y para mi, eso era suficiente, ya no era más la niña de 13 años que estaba acostumbrada a lujos y riquezas, con Jan había aprendido no solo a como ser una excelente cazadora, sino también a como ser una persona totalmente humilde y despreocupada por las cosas materiales.

Gire sobre mi propio eje aun recostada y en la cama continua no vi a Jan, hice una mueca y lance un quejido al aire. Probablemente estaría en un callejón tirado durmiendo con resaca, o en una taberna habiendo gastado el dinero en una prostituta. Tenía que ir a buscarlo, me levante de la cama y fui al baño, me lave la cara con un poco del agua que había en un balde y me pase un trapo limpio y húmedo por el cuerpo, después de terminar con la limpieza personal fue por su ropa y se coloco un vestido del diario, un corse y una falda amplia y molesta y debajo de esta, mis armas, ya me había acostumbrado a esa rutina pues era peligroso salir a la calle sin protección y más si tenía que ir a buscar a Jan, que en las noches en las que se iba a tomar, porque esas noches era capas de hacer cualquier locura.

Salí de la taberna y no sabía por donde comenzar a buscarlo así que fui a tomar un ligero desayuno puesto que sentía como me rugía el estomago.Entre a uno de los restaurantes que estaban cerca de la taberna, y como el día estaba tan bello, decidí ir a la terraza. Sabía que sería extraño que alguien notara lo que había debajo de mis ropas a menos que estuviera estudiándome muy detenidamente. Para mi decepción todo el lugar estaba lleno y tendría que ir a otro restaurante a desayunar, pero había notado unos ojos sobre mi, un hombre de unos treinta y pocos años, parecía un humano normal, tenía una pequeña libreta en la mano y no tenía alimentos sobre su mesa y eso me hizo dudar y sospechar, no podía confiar en nadie a menos que estuviera totalmente segura que era humano. Le llevaron una taza de café y la acerco a sus labios y luego rápidamente la alejo tocándose los labios, en ese pequeño lapso de tiempo yo ya me encontraba frente a su mesa, quería saber que era y el porque me observaba tanto-Buenos días, ¿Esta ocupado el lugar?-pregunte amablemente y con una casi imperceptible sonrisa.

OFF: Recordar que en esa época nadie se bañaba constantemente por la falta de tuberías y agua potable en cualquier parte, por eso Evangeline no toma ningún baño antes de salir de la taberna.

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