Algo de Información [Emil Wenkoff]

por **Evangeline Carluccio** Miér Dic 21, 2011 1:16 pm

Era una noche fría y obscura afuera, por suerte ya había llegado a mi destino, una taberna en el centro de París, no era la clase común de chica que le preocupa el que dirían todo si me vieran entrar en un lugar como este, sobre todo porque esta poblado por hombres y es muy extraño ver a una mujer a menos que esta sea una prostituta. Había venido porque había sido convocada, un cazador llamado Emil Wenkoff buscaba información sobre un vampiro, no tenía información sobre el pero de igual manera había accedido a la reunión para proporcionarle apoyo por si lo necesitaba, sabía lo que significaba buscar una criatura y estar desesperada por información para poder darle caza y matarla, por eso lo ayudaría.

Jan había insistido en venir conmigo, si yo no confiaba muy fácilmente en la gente el era un maníaco paranoico comparado conmigo, pero me había rehusado argumentando que iría bien armada y que esta vez tendría más cuidado a los lugares a los que iría, desde ese ataque que había sufrido hacía unos días el estaba aun más sobreprotector que antes. Mis vestimentas a esta hora de la noche ya no eran las de una chica normal, me había puesto mi ropa de cazadora para la reunión, con todas mis armas a excepción del arco y las flechas que llamarían aun más la atención que lo que ya significaba llevar la vestimenta y alas armas.

Después de entrar y que todas las personas que estaban en el lugar giraran a verme con miradas curiosas y sorprendidas, baje la capucha de la capa que llevaba sobre mis ropas tan extravagantes y me dirigí a la barra, ordene una bebida y esta me fue entregada al mismo tiempo que yo le pagaba al cantinero. Llevaba ya casi medio vaso cuando la puerta se abrió y un hombre cubierto por una gran capa que le cubría el rostro entro al lugar, ese debía ser el cazador al que esperaba, o al menos eso esperaba.

por Invitado Miér Dic 28, 2011 11:28 pm

Cualquier pista, cualquier dato, cualquier rumor, todo me parecía importante. Me sentía a ciegas en esta ciudad, aunque no lo estaba del todo, tampoco era tan impulsivo como para llegar aquí sin ningún dato, estaba seguro que aquella amenaza se encontraba cerca, y conocía su forma de operar, cada vez que abría un periódico y leía sobre algún asesinato aparatoso, sabía que él era el autor, me parecía una tontería que la policía no siguiera un rastro, aunque por otro lado, era lo más sensato, pues esas personas, sin saber a qué se enfrentaban realmente, morirían tan sólo quisieran hacerle frente.

Resultó que Biermann no tenía información tampoco, pero ya era algo saberla en París también. Reza y yo comenzamos a tratar de contactar otros cazadores en la ciudad, algunos, aunque no me conociera, o a mi mujer, sabían de mi familia, la familia Wenkoff, aunque pocos fueron los que pudieron aportarme algo referente a mi cacería.

Reza se había quedado en el hotel, había tenido un día agotador mientras yo me había quedado a revisar información y trazar mapas; por eso me había tocado ir a esta reunión, con la esperanza de que finalmente alguien me dijera que había visto con sus propios ojos al vampiro en cuestión. Se trataba de una cazadora de apellido Carluccio, me sorprendió el lugar elegido para la reunión. Pero no soy alguien que subestime a las mujeres, después de todo, mi esposa comparte mi profesión y sé de sus capacidades.

La noche era fresca, y el viento algo cortante, decidí vestir una capa verde casi negra y con la cara cubierta me deslicé por las calles de esta ciudad que aún me parecía desconocida hasta el sitio acordado.

Abrí la puerta del lugar, algunos me voltearon a ver, otros no, y recorrí el sitio con la mirada hasta que alguien en la barra llamó mi atención, quité la capucha que cubría mi rostro con sombras y me metí, caminé sin prestarle atención a nada o nadie, directo a ella. Su ropa, pero sobre todo su actitud, me lo decía, ella era a quién buscaba.

-¿Señorita Carluccio? –debía estar seguro. Pregunté una vez que estuve frente a ella, tomando con una mano el banco contiguo, como apartándolo desde ya para que, una vez lo confirmara, pudiera sentarme ahí a su lado y comenzar a platicar.

por **Evangeline Carluccio** Lun Ene 02, 2012 2:16 pm

Preste extrema atención a todos los movimientos del hombre que acababa de llegar, solo sabía que me reuniría con un Wenkoffs pero nunca había conocido al hombre hasta este día, su andar denotaba seguridad y sus hombros tensados la actitud propia de un cazador que esta siempre preparado para cualquier situación que se le presente. Se acercaba a mi con cada paso que daba y yo lleve discretamente mi mano a mi cinturón, rosando el mango de una de mis navajas, solo por si no era él el hombre con el que había accedido reunirme. Una vez estuvo a mi lado pude admirar por completo su rostro que no estaba cubierto por la capucha desde que había ingresado al lugar.

-¿Señorita Carluccio?–dijo el, y así supe que era Wenkoff, pero antes que nada me dedique a analizar sus facciones para intentar leerlo tal y como mi maestro me había enseñado. Cabello rubio, ojos azules y una mirada fiera, además de ser muy guapo, fue lo primero que se me vino a la cabeza para describirlo físicamente, pero la expresión de su rostro denotaba cansancio y frustración, además que le postura de su cuerpo lo hacía parecer ligeramente altanero, pero educado. El esperaba una respuesta de mi parte y por supuesto que se la daría, tome mi bebida y me puse de pie; ya había hablado con el cantinero para reservar a una de las habitaciones que estaban disponibles para poder hablar tranquilos sin la interrupción de terceros o la posibilidad de ser escuchados por personas indeseadas.

Hice una pequeña reverencia en forma de saludo y después comencé a caminar hacía el lugar que había reservado, le hice un movimiento en la mano para indicarle que me acompañara-Por aquí-dije con voz un poco rasposa después de no haber hablado con nadie por al menos unas dos horas. Cuando ya estábamos en el pasillo que separaba la taberna de las habitaciones le extendí mi mano-Evangeline Carluccio a sus servicios-dije amablemente mostrando una sonrisa ligera que denotaba que podía confiar en mi-Puede simplemente llamarme por mi nombre no me gustan demasiado las formalidades-indique-Reserve una habitación así tendremos la libertad de hablar de nuestros asuntos en total privacia-

por Invitado Jue Feb 02, 2012 9:40 pm

Aguardé a que ella hiciera o dijera algo, al menos, al no recibir una negativa, supe que estaba con la persona indicada, mi mirada no se despegó de mi nueva acompañante y no perdí de vista ninguno de sus movimientos, a pesar de haber acordado este encuentro, había aprendido con los años que no podía confiar en nadie, mi única aliada era Treszka, y eso porque un lazo mayor nos unía.

La observé con atención cuando se puso de pie, sus movimientos resueltos y seguros, aunque marcados por la delicadeza de su género, ahora que la tuve de frente pude ver mejor sus facciones, era joven y bonita, cualquiera diría que se trataba de una chica normal, algo que podía jugar a su favor, pues es mejor cuando te subestiman y puedes atacarlos por sorpresa. Asentí cuando me pidió que la siguiera, aquello volvió a ponerme alerta, y la acompañé sin perder el paso, muy cerca de mi guía y sin voltear a ningún otro sitio, hasta que se detuvo, que se presentara y me sonriera me devolvió la tranquilidad, correspondí el gesto con uno similar, aunque mi sonrisa, me lo habían dicho muchas veces, era rígida y fugaz.

-Perfecto –dije cuando explicó a dónde íbamos, en realidad a mi me daba igual, pero si ella consideraba que era mejor hacerlo en privado, seguiría su designio. Eso, sin poder evitarlo, me trajo la sensación de que, quizá, por fin estaba frente a alguien que podía decirme algo en concreto. Tenía la sensación de que todo este viaje a París era una pérdida de tiempo.

-Después de usted –dije con cortesía para que me indicara finalmente el sitio donde podríamos hablar-, disculpe que la haya sacado de su rutina –apunté mientras seguíamos avanzando-, como comprenderá, cualquier información es valiosa para mi búsqueda –dije por decir algo.

Atrás habíamos dejado el barullo de la taberna, en este pequeño laberinto de pasillos el sonido se amortiguaba, quizá tenía razón, quizá era mejor hablar en privado.

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