AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
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Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
Apenas salio por aquella puerta trasera, el aire helado del invierno azoto sus mejillas, revolviendo sus cabellos. Lo obligo a cerrar sus ojos un poco, mientras con sus manos, alzaba el cuello de aquel largo saco. Con los hombros tensos, caminaba casi encorvado, por el mero acto reflejo de su cuerpo en reacción al frío. Podía ver su aliento, respirar significaba introducir a sus pulmones aquella corriente helada. Tosió un poco, mientras metía las manos en los bolsillos. Sus ojos entrecerrados, se alzaron al cielo. Se hallaba cubierto por nubes. Si, auguraba tormenta y estaba lejos de casa, por lo que podía ir desechando la idea de llegar pronto, sentarse con Aly sobre sus rodillas, envuelta en una manta, mientras le leía alguna cosa, al calor de las llamas del hogar y un chocolate caliente. Su pequeña princesita, detestaba el frío.. ¿Estaría bien en ese mismo instante? Si, lo mas seguro era que Imre no se despegara de ella. Suspiro. No había mas, no se arriesgaría a atravesar el bosque, no con una tormenta tan cerca.
Salio de aquel pequeño callejón, al costado de aquel teatro. Pronto se mezclo con el mar de gente, que al igual que el, dejaba sus labores para volver a casa. A descansar, o bien, a irse de juerga por las tabernas y burdeles. Tenia hambre, eso si. Su estomago le recriminaba alimento. Y pronto. Saco las manos y las froto. Más vaho. No temía enfermar, puesto al ser un cambiaformas, presentaba cierto tipo de resistencia a estos males. Pero, seguía siendo mortal, un humano algo más resistente. Saco un paquete metálico, de plata, con grabados de florituras. Saco uno de los cigarrillos. Buscando con que encenderlo. Ah, si, aquel caballero de allá. Se acerco a el, compartiendo la fuente de calor. Dio una calada profunda. Hacia mucho tiempo que no fumaba. Se apoyo, la espalda bien recta, sobre esa pared, al lado de una tienda de vestidos, o eso vio, no se fijo realmente. Con los brazos sobre el pecho, sosteniendo el fino cigarrillo. Esperaría un poco, antes de decir si comer o irse a buscar un hotel, donde pasar la noche. La luz de la farola, le tenía hipnotizado. No había más. Era curioso como un niño. Si, como un pequeño minino.
Salio de aquel pequeño callejón, al costado de aquel teatro. Pronto se mezclo con el mar de gente, que al igual que el, dejaba sus labores para volver a casa. A descansar, o bien, a irse de juerga por las tabernas y burdeles. Tenia hambre, eso si. Su estomago le recriminaba alimento. Y pronto. Saco las manos y las froto. Más vaho. No temía enfermar, puesto al ser un cambiaformas, presentaba cierto tipo de resistencia a estos males. Pero, seguía siendo mortal, un humano algo más resistente. Saco un paquete metálico, de plata, con grabados de florituras. Saco uno de los cigarrillos. Buscando con que encenderlo. Ah, si, aquel caballero de allá. Se acerco a el, compartiendo la fuente de calor. Dio una calada profunda. Hacia mucho tiempo que no fumaba. Se apoyo, la espalda bien recta, sobre esa pared, al lado de una tienda de vestidos, o eso vio, no se fijo realmente. Con los brazos sobre el pecho, sosteniendo el fino cigarrillo. Esperaría un poco, antes de decir si comer o irse a buscar un hotel, donde pasar la noche. La luz de la farola, le tenía hipnotizado. No había más. Era curioso como un niño. Si, como un pequeño minino.
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
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Localización : In the 13Gate (?) Ok no, pero, posiblemente más cerca de lo que esperas
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Re: Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
Llevaba por lo menos tres horas en la misma esquina de la calle. O tal vez más.
El frío me calaba hasta los huesos y, desde luego, aquel vestido tan ‘abierto’ –todo lo que podía llevar alguien respetable como yo- no era de gran ayuda.
No me gustaba tener que recurrir a actos tan faltos de clase como lo era aguardar en la propia calle, pero estaba siendo una mala época. Sobretodo al ser recién llegada a la ciudad y estar sin contacto alguno a quien recurrir en caso de necesidad, como lo era éste.
El frío me calaba hasta los huesos y, desde luego, aquel vestido tan ‘abierto’ –todo lo que podía llevar alguien respetable como yo- no era de gran ayuda.
No me gustaba tener que recurrir a actos tan faltos de clase como lo era aguardar en la propia calle, pero estaba siendo una mala época. Sobretodo al ser recién llegada a la ciudad y estar sin contacto alguno a quien recurrir en caso de necesidad, como lo era éste.
Ah, pero una chica necesita comer.
‘¡Con lo que yo he sido!’, repetía en mi cabeza. Por supuesto, eso no es del todo cierto, pero una tiende a dramatizar cuando le es posible. Diría que son las hormonas, pero… ¿Qué demonios? Eso tampoco es verdad.
Me coloqué bien el escote -lo gracioso es que en realidad no hay nada que mostrar-, plantando las palmas abiertas en mi tronco y agarrando unos senos imaginarios.
-¡Pero bueno!- exclamé, horrorizada. Palpé frenéticamente mi pecho, para después pellizcar con suavidad las coronillas -¡Tengo los pezoncillos tan duros que podría sacarle un ojo a alguien!- el comentario fue seguido de una carcajada jocosa. Siempre fui de lo más divertida, ¡Jajaja!
Me froté las manos con vehemencia, tratando de calentar los dedos a estas horas ya entumecidos. Si no me movía ya, acabaría por enfermar.
Dicho y hecho, me enderecé, desperecé y empecé a andar. Al principio, sin rumbo fijo. Limitándome, tan solo, a pasear entre los viandantes, observándoles por debajo de mis largas pestañas con una mirada coqueta e incluso seductora.
En realidad, no había nada que me llamase. Ni si quiera aquellos jovencitos sobre los que posaba mi mirada durante algunos segundos más de lo habitual, esperando alterar sus ritmos. O por lo menos estaba siendo así hasta que, entre la multitud, divisé un rostro diferente a los demás.
Lejos de lo imaginable, tampoco aquello despertó mi curiosidad en el individuo. Pero si atrajo mi atención durante unos instantes.
Me coloqué bien el escote -lo gracioso es que en realidad no hay nada que mostrar-, plantando las palmas abiertas en mi tronco y agarrando unos senos imaginarios.
-¡Pero bueno!- exclamé, horrorizada. Palpé frenéticamente mi pecho, para después pellizcar con suavidad las coronillas -¡Tengo los pezoncillos tan duros que podría sacarle un ojo a alguien!- el comentario fue seguido de una carcajada jocosa. Siempre fui de lo más divertida, ¡Jajaja!
Me froté las manos con vehemencia, tratando de calentar los dedos a estas horas ya entumecidos. Si no me movía ya, acabaría por enfermar.
Dicho y hecho, me enderecé, desperecé y empecé a andar. Al principio, sin rumbo fijo. Limitándome, tan solo, a pasear entre los viandantes, observándoles por debajo de mis largas pestañas con una mirada coqueta e incluso seductora.
En realidad, no había nada que me llamase. Ni si quiera aquellos jovencitos sobre los que posaba mi mirada durante algunos segundos más de lo habitual, esperando alterar sus ritmos. O por lo menos estaba siendo así hasta que, entre la multitud, divisé un rostro diferente a los demás.
Lejos de lo imaginable, tampoco aquello despertó mi curiosidad en el individuo. Pero si atrajo mi atención durante unos instantes.
Pamela Dinamite- Mensajes : 23
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Re: Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
Si se quedaba mucho tiempo, la sangre de sus venas correría mas lento. Pero no moriría, estaba acostumbrado, de alguna forma, a pesar de sus intentos por morir en los últimos meses, no había ocurrido; la mano que no sostenía el cigarrillo, se paseo por su vientre, ligeramente tirando al lado derecho. Sus dedos se toparon con la tela del abrigo, apretándolo, mientras aquellas imágenes de la nieve salpicada por la sangre que salía del mismo, le martilleaban de manera molesta. ¿Un año desde aquel suceso? Y las líneas no terminaban de irse, quizás eran ya apenas un par de líneas pequeñas en un rosado pálido, pero para alguien como Louis, eran una marca que lo… En resumidas palabras, se odiaba así mismo por tenerlas. Menos mal que la ropa las cubría.
El cigarro regreso a sus labios, mientras miraba ausente a un costado, damas de edad madura salían de aquel establecimiento, temblaban al cruzar esa puerta, a pesar de ir envueltas en sus chales y abrigos de pieles. Aquel par en particular, ya subía a una carroza que las esperaba, con un hombrecillo redondo, ataviado con un sombrero, que no ocultaba que debajo no había más que pelo ralo. ¡Pobre Hombre! Tenia las mejillas rosadas, pero no un buen semblante, lo mas seguro es que estuviera enfermo, o en su defecto, a punto de estarlo. Dejo ir el humo del cigarrillo entre sus manos, como un airecillo misterioso. ¿Un mago? No, en lo mas mínimo.
Seria mejor comenzar a buscar un buen lugar donde comer…. ¿Y si tomaba una copa? Igual… una no hace nada, verdad? Y calienta un poco… No, no lo haría, no le sentaba bien a su estomago, se mareaba… y… luego no pensaría bien…. No, definitivamente no lo haría. ¿No tenia ya suficiente con lo de esa noche cerca de la estación? No, el cambiaformas era despistado y a veces algo olvidadizo. Omitiendo detalles que no le gustan, simple como eso. Si, lo haría, pero después de comer algo, o bebería solo vino ligero mientras lo hacia. Si tan solo, fuera una noche menos fría…
A pesar de todo, el actor no se quejaba, era su estación favorita del año. A su nariz llegaban los aromas leves de aquellos que se acercaban, que pasaban a su lado sin verlo. Su mirada volvió a pasearse por la zona, y delante de él, allá, a un par de metros, una figura que destacaba, le hizo poner una expresión de genuino asombro. Arqueo una de sus cejas, mientras dejaba caer el cigarro, que posteriormente piso con la suela de sus botas. ¿Acaso esa mujer no tenia frío? ¿Buscaba acaso morir congelada?. Paso saliva y se acerco, quizás estaba perdida… aunque no tenia la expresión de quien lo esta. Tal vez era de esa clase de señoritas que ponen el glamour antes de todo… Pero, tampoco eso le parecía. Había algo raro, si, pero el no era quien para juzgar. Era un caballero –o un completo idiota, también- y haría gala de ello. Mientras avanzaba, abría los botones de plata que cerraban el abrigo. A un par de pasos, ya lo tenia doblado sobre su brazo. Cuando le tuvo mas cerca, le sonrió. Tenia unas facciones curiosas, era bonita, si. -Tome, madame, seria una lastima que el mundo perdiera a una señorita tan linda como usted, en esta noche donde el frío se abre paso hasta los huesos…
El cigarro regreso a sus labios, mientras miraba ausente a un costado, damas de edad madura salían de aquel establecimiento, temblaban al cruzar esa puerta, a pesar de ir envueltas en sus chales y abrigos de pieles. Aquel par en particular, ya subía a una carroza que las esperaba, con un hombrecillo redondo, ataviado con un sombrero, que no ocultaba que debajo no había más que pelo ralo. ¡Pobre Hombre! Tenia las mejillas rosadas, pero no un buen semblante, lo mas seguro es que estuviera enfermo, o en su defecto, a punto de estarlo. Dejo ir el humo del cigarrillo entre sus manos, como un airecillo misterioso. ¿Un mago? No, en lo mas mínimo.
Seria mejor comenzar a buscar un buen lugar donde comer…. ¿Y si tomaba una copa? Igual… una no hace nada, verdad? Y calienta un poco… No, no lo haría, no le sentaba bien a su estomago, se mareaba… y… luego no pensaría bien…. No, definitivamente no lo haría. ¿No tenia ya suficiente con lo de esa noche cerca de la estación? No, el cambiaformas era despistado y a veces algo olvidadizo. Omitiendo detalles que no le gustan, simple como eso. Si, lo haría, pero después de comer algo, o bebería solo vino ligero mientras lo hacia. Si tan solo, fuera una noche menos fría…
A pesar de todo, el actor no se quejaba, era su estación favorita del año. A su nariz llegaban los aromas leves de aquellos que se acercaban, que pasaban a su lado sin verlo. Su mirada volvió a pasearse por la zona, y delante de él, allá, a un par de metros, una figura que destacaba, le hizo poner una expresión de genuino asombro. Arqueo una de sus cejas, mientras dejaba caer el cigarro, que posteriormente piso con la suela de sus botas. ¿Acaso esa mujer no tenia frío? ¿Buscaba acaso morir congelada?. Paso saliva y se acerco, quizás estaba perdida… aunque no tenia la expresión de quien lo esta. Tal vez era de esa clase de señoritas que ponen el glamour antes de todo… Pero, tampoco eso le parecía. Había algo raro, si, pero el no era quien para juzgar. Era un caballero –o un completo idiota, también- y haría gala de ello. Mientras avanzaba, abría los botones de plata que cerraban el abrigo. A un par de pasos, ya lo tenia doblado sobre su brazo. Cuando le tuvo mas cerca, le sonrió. Tenia unas facciones curiosas, era bonita, si. -Tome, madame, seria una lastima que el mundo perdiera a una señorita tan linda como usted, en esta noche donde el frío se abre paso hasta los huesos…
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
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Re: Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
El susodicho individuo empezó a andar hacia mi, ¿Tal vez le habían llamado mis facciones del mismo modo que a mi las suyas? Descarté la idea pronto, tanto como tardó en llegar a mi altura y alargarme el abrigo. ¿Y eso? ¿Qué hacía?
-¿D-Disculpa?- respondí por mera inercia, como si quisiera asegurarme de que realmente me estaba hablando a mí. Pero lo cierto era que no había nadie a más a quien pudiera hacerlo, ¿o yo no le había visto?
Me repuse con rapidez. ¡Madre de Dios, pero qué frío! Froté mis manos una vez más, para luego hacer lo mismo con los brazos. Bueno, tal vez no me estaba comportando como es debido pero, como suele decirse, ¡Ande yo caliente y ríase la gente!
Hice un ademán de coger el abrigo pero mis dedos, ahora entumecidos y sin apenas sensibilidad, no parecían estar dispuestos a responder. ¡Oh, vaya! ¡Demasiado frío, pequeños?
Sea como fuere, le dediqué una cálida sonrisa a aquel amable hombre. O, por lo menos, yo crecía que lo estaba haciendo, pues lo cierto es que tenía el cuerpo tan adormecido que solo una mueca desagradable se dibujó en mi rostro. ¡Espero que no se fijara, pues casi parecía un psicópata de esos!
-¡Lo siento!- respondí con rapidez, antes de ser malinterpretada -Parece que tengo los dedos un poco dormidos, ¡Jajaja!- reí con nerviosismo, intentando arreglar la situación.
Por otro lado, estaba el asunto de que no sabía qué había venido a hacer él aquí. ¿Y lo del abrigo? … ¡Ah! Pero entonces lo entendí. 'Vaya, vaya, Pami.' me dije '¡Parece que esta noche lo has conseguido!'. El comentario fue seguido de otra risotada mental, como regodeándome de ello. '¡Y no es un viejo salido! ¡Hoy es mi noche de suerte!' añadí.
Por supuesto, no me fijé en si llevaba alguna alianza, ¿Qué más daba? En primer lugar, no era asunto mío. Y, por otro lado,... ¡Aaah, pero qué hombre!
-Monsieur- empecé, con voz melosa, como si acabase de percatarme de que todavía no había saludado al caballero. Pero no continué, no. ¿Para qué? Y, en realidad, ni si quiera me agaché a recoger la prenda. Pero eso no fue por mi amor propio, qué va,... Es que estaba tan acartonada que probablemente, de haberlo intentado, me habría roto allí mismo. ¡Y eso no tocaba todavía, ¿eh? ¡Jajaja! En su lugar, asentí con cortesía, agradeciéndole sin palabras el gesto.
-¿D-Disculpa?- respondí por mera inercia, como si quisiera asegurarme de que realmente me estaba hablando a mí. Pero lo cierto era que no había nadie a más a quien pudiera hacerlo, ¿o yo no le había visto?
Me repuse con rapidez. ¡Madre de Dios, pero qué frío! Froté mis manos una vez más, para luego hacer lo mismo con los brazos. Bueno, tal vez no me estaba comportando como es debido pero, como suele decirse, ¡Ande yo caliente y ríase la gente!
Hice un ademán de coger el abrigo pero mis dedos, ahora entumecidos y sin apenas sensibilidad, no parecían estar dispuestos a responder. ¡Oh, vaya! ¡Demasiado frío, pequeños?
Sea como fuere, le dediqué una cálida sonrisa a aquel amable hombre. O, por lo menos, yo crecía que lo estaba haciendo, pues lo cierto es que tenía el cuerpo tan adormecido que solo una mueca desagradable se dibujó en mi rostro. ¡Espero que no se fijara, pues casi parecía un psicópata de esos!
-¡Lo siento!- respondí con rapidez, antes de ser malinterpretada -Parece que tengo los dedos un poco dormidos, ¡Jajaja!- reí con nerviosismo, intentando arreglar la situación.
Por otro lado, estaba el asunto de que no sabía qué había venido a hacer él aquí. ¿Y lo del abrigo? … ¡Ah! Pero entonces lo entendí. 'Vaya, vaya, Pami.' me dije '¡Parece que esta noche lo has conseguido!'. El comentario fue seguido de otra risotada mental, como regodeándome de ello. '¡Y no es un viejo salido! ¡Hoy es mi noche de suerte!' añadí.
Por supuesto, no me fijé en si llevaba alguna alianza, ¿Qué más daba? En primer lugar, no era asunto mío. Y, por otro lado,... ¡Aaah, pero qué hombre!
-Monsieur- empecé, con voz melosa, como si acabase de percatarme de que todavía no había saludado al caballero. Pero no continué, no. ¿Para qué? Y, en realidad, ni si quiera me agaché a recoger la prenda. Pero eso no fue por mi amor propio, qué va,... Es que estaba tan acartonada que probablemente, de haberlo intentado, me habría roto allí mismo. ¡Y eso no tocaba todavía, ¿eh? ¡Jajaja! En su lugar, asentí con cortesía, agradeciéndole sin palabras el gesto.
Pamela Dinamite- Mensajes : 23
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Re: Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
Mantenía la pieza extendida en dirección a la dama. Era galante, y buen tipo. Usando mas el corazón o cualquier otra cosa de su ser, que la cabeza misma. Le sonreia, esperando lo tomase. ¿pero que hacer entonces. Dar meia vuelta y regresar por donde vino? Ya podia sentir pequeños alfileres sobre su piel, antes cubierta por aquella prenda. Tenia frio, y no iba a negarlo. Pero, su orgullo de hombre le haría poner cara de hombre de acero. Por mucho que no aparentara esa hombría de macho poco civilizado que algunos tenian.
Pero se estaba tardando en hacerlo. ¿Acaso no lo habia escuchado bien? Ah! ¡Pobrecita criatura! Seguramente era una señorita perdida, alejada del seno familiar, en una noche donde el frio parecia tener como encargo, llevarse unas cuantas almas al hades. Se le antojaba un pequeño angelito perdido. Quizás solo se estaba dejando llevar por esa imaginación de crio de cinco años, fatalista, que luego le asaltaba. ¿O le tenia miedo?
No, eso no era. Ya le sonreia, algo raro, pero lo hacia, y Louis aprovechaba para acercarse un poco mas. Bajo el rostro, mientras el mismo esbozaba una sonrisa, tallando su mejilla, bajando a la par la mano que sostenia el abrigo. -No hace falta que se disculpe, la comprendo. ¿Cuánto llevas fuera, cariño? No es seguro que salgas asi de casa… ¿Te has perdido?
Le pregunto, pero de nuevo, ella reia. Esa mirada… Dioses, Louis, pequeño gatito… como te gusta… Fijo ahora su mirada, tranquila, cariñosa. Corto la poca distancia, hasta algo que se podria decir que casi era invasión del espacio personal. Coloco su abrigo sobre el cuerpo de aquella chica. Le parecio sentir su piel helada… ¿o eran las ropas? No estaba muy seguro. -Ya entrara en calor. Louis, dime Louis, no hace falta tanta rigidez, creo que ya basta con la corporal. - inercia pura, llevo su mano a la mejilla ajena, acariciándole suave. - comprenderá, que no puedo permitir que se quede por aquí, sola, a estas horas, con un frio que casi me la ha convertido en un trozo de hielo! - Dijo en un tono dramático, mientras la caricia seguia, sobre esos rasgos redondeados, perdiéndose en lo espeso del chocolate que tenia aquella por pupilas. -¿Le apetece tomar algo conmigo, para devolverle el calor a esas manos? ¿Qué me dice? -Se aparto un poco, ofreciéndole su mano. Se la sujetaría hasta que tuviera una temperatura decente.
¿No habia nada de malo en ello, verdad?
Pero se estaba tardando en hacerlo. ¿Acaso no lo habia escuchado bien? Ah! ¡Pobrecita criatura! Seguramente era una señorita perdida, alejada del seno familiar, en una noche donde el frio parecia tener como encargo, llevarse unas cuantas almas al hades. Se le antojaba un pequeño angelito perdido. Quizás solo se estaba dejando llevar por esa imaginación de crio de cinco años, fatalista, que luego le asaltaba. ¿O le tenia miedo?
No, eso no era. Ya le sonreia, algo raro, pero lo hacia, y Louis aprovechaba para acercarse un poco mas. Bajo el rostro, mientras el mismo esbozaba una sonrisa, tallando su mejilla, bajando a la par la mano que sostenia el abrigo. -No hace falta que se disculpe, la comprendo. ¿Cuánto llevas fuera, cariño? No es seguro que salgas asi de casa… ¿Te has perdido?
Le pregunto, pero de nuevo, ella reia. Esa mirada… Dioses, Louis, pequeño gatito… como te gusta… Fijo ahora su mirada, tranquila, cariñosa. Corto la poca distancia, hasta algo que se podria decir que casi era invasión del espacio personal. Coloco su abrigo sobre el cuerpo de aquella chica. Le parecio sentir su piel helada… ¿o eran las ropas? No estaba muy seguro. -Ya entrara en calor. Louis, dime Louis, no hace falta tanta rigidez, creo que ya basta con la corporal. - inercia pura, llevo su mano a la mejilla ajena, acariciándole suave. - comprenderá, que no puedo permitir que se quede por aquí, sola, a estas horas, con un frio que casi me la ha convertido en un trozo de hielo! - Dijo en un tono dramático, mientras la caricia seguia, sobre esos rasgos redondeados, perdiéndose en lo espeso del chocolate que tenia aquella por pupilas. -¿Le apetece tomar algo conmigo, para devolverle el calor a esas manos? ¿Qué me dice? -Se aparto un poco, ofreciéndole su mano. Se la sujetaría hasta que tuviera una temperatura decente.
¿No habia nada de malo en ello, verdad?
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
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Re: Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
Poco a poco empecé a entender las cosas y recuperar el hilo de la vida real que el frío me había hecho perder al estar tanto tiempo expuesta a él. Interiormente, sonreí complacida. De hecho, en mi mente casi podía imaginar una pequeña Pamela, mucho más informal -porque, claro,... ni que fuera yo algo de eso-, sacudiendo la cabeza enérgicamente para apartar ciertos pensamientos y, de paso, recordarme que era hora de empezar a comportarse como es debido.
Noté el cambio de trato en su forma de hablarme, ahora a uno algo más personal. Eso, lejos de parecerme una falta de respeto, me agradó en cierto modo.
Suavicé mi voz, modulando el tono para sonar algo más dulce a la par que elegante, de lo que había hecho antes. No quería que él pensara que era una cualquiera, no, no.
-No estoy muy segura- confesé, con una sonrisilla tímida. Timidez que, por descontado, hacía ya muchos años que yo había dejado de sentir. Pero, claro, nunca se sabe. -El tiempo pasa más despacio a la intemperie- emití una risita baja, como si nunca hubiese reído a carcajadas antes.
'Sé gracil, Pami, contrólate' me decía, forzándome a no salir de mi papel.
Es decir, normalmente no me habría preocupado lo más mínimo, me gustaba ser yo misma, pero esta vez estaba cla-rí-si-mo que ese hombre tenía que haber venido por algo, ¿quien si no iba a ser tan loco? Y yo tenía que causar buena impresión.
No aparté la vista de él en ningún momento, ni si quiera para observar a la gente de mi alrededor. Ah, tampoco podía estar perdiéndome gran cosa, la gente de por allí era ciertamente aburrida. Y, además, ¿Cuanto tiempo llevaba allí? ¿Tres horas? Y no había pasado nada interesante durante todo ese tiempo, ¿iba a pasar ahora? ¡Ah, ah! ¡No lo creo!
Sentí el tacto del abrigo sobre mi piel, casi adormecida, y un instantáneo alivio. Todavía sentía algo del frío que calaba, pero aquella prenda, ya adaptada a la temperatura corporal del hombre, marcaba una clara diferencia.
Aquél día me había vestido yo con uno de los vestidos más gruesos de mi vestidor. Por ende, llevaba además varias capas de ropa interior, que me había puesto en mayor medida a propósito. Aquello tal vez me había permitido aguantar todas aquellas horas en la calle -o por lo menos a mi el tiempo se me hizo lo suficiente lento como para llamarle horas, si bien aún hoy no puedo precisar con exactitud si fue tanto tiempo,... y sé que probablemente no lo fuera, ¡Nadie aguanta tantas horas en la calle y sin abrigar!
-Se lo agradezco- aseguré, todavía con el tono agradable de antes -Louis- repetí, para indicarle que iba a memorizar su nombre -Pamela- añadí a continuación. Bien tenía que presentarme yo ante tan amable caballero, ¿no?
Acompañé su gesto con un leve, casi imperceptible, movimiento de cabeza, siguiendo la dirección de sus manos.
-Comprenderá, que no puedo permitir que se quede por aquí, sola, a estas horas, con un frio que casi me la ha convertido en un trozo de hielo!- dijo él, a lo que yo reí con suavidad, amable. No cabía duda de que sería un rato de lo más agradable, si es que no había estado equivocada todo ese tiempo y realmente si se trataba de un loco que ahora iba a marcharse sin más.
Como era de esperar, aquello fue seguido de una proposición a la que asentí con gusto, como debía hacer. Ahora tenía que comportarme como una dama.
Bajé la cabeza en un gesto de cortesía y tomé su mano, esperando ser guiada al lugar al que se refería.
-Será un placer acompañarle, Louis- En ningún momento abandoné el tono solícito. De hecho, estaba muy concentrada en comportarme adecuadamente.
Sea como fuere, la noche pintaba como poco entretenida.
Noté el cambio de trato en su forma de hablarme, ahora a uno algo más personal. Eso, lejos de parecerme una falta de respeto, me agradó en cierto modo.
Suavicé mi voz, modulando el tono para sonar algo más dulce a la par que elegante, de lo que había hecho antes. No quería que él pensara que era una cualquiera, no, no.
-No estoy muy segura- confesé, con una sonrisilla tímida. Timidez que, por descontado, hacía ya muchos años que yo había dejado de sentir. Pero, claro, nunca se sabe. -El tiempo pasa más despacio a la intemperie- emití una risita baja, como si nunca hubiese reído a carcajadas antes.
'Sé gracil, Pami, contrólate' me decía, forzándome a no salir de mi papel.
Es decir, normalmente no me habría preocupado lo más mínimo, me gustaba ser yo misma, pero esta vez estaba cla-rí-si-mo que ese hombre tenía que haber venido por algo, ¿quien si no iba a ser tan loco? Y yo tenía que causar buena impresión.
No aparté la vista de él en ningún momento, ni si quiera para observar a la gente de mi alrededor. Ah, tampoco podía estar perdiéndome gran cosa, la gente de por allí era ciertamente aburrida. Y, además, ¿Cuanto tiempo llevaba allí? ¿Tres horas? Y no había pasado nada interesante durante todo ese tiempo, ¿iba a pasar ahora? ¡Ah, ah! ¡No lo creo!
Sentí el tacto del abrigo sobre mi piel, casi adormecida, y un instantáneo alivio. Todavía sentía algo del frío que calaba, pero aquella prenda, ya adaptada a la temperatura corporal del hombre, marcaba una clara diferencia.
Aquél día me había vestido yo con uno de los vestidos más gruesos de mi vestidor. Por ende, llevaba además varias capas de ropa interior, que me había puesto en mayor medida a propósito. Aquello tal vez me había permitido aguantar todas aquellas horas en la calle -o por lo menos a mi el tiempo se me hizo lo suficiente lento como para llamarle horas, si bien aún hoy no puedo precisar con exactitud si fue tanto tiempo,... y sé que probablemente no lo fuera, ¡Nadie aguanta tantas horas en la calle y sin abrigar!
-Se lo agradezco- aseguré, todavía con el tono agradable de antes -Louis- repetí, para indicarle que iba a memorizar su nombre -Pamela- añadí a continuación. Bien tenía que presentarme yo ante tan amable caballero, ¿no?
Acompañé su gesto con un leve, casi imperceptible, movimiento de cabeza, siguiendo la dirección de sus manos.
-Comprenderá, que no puedo permitir que se quede por aquí, sola, a estas horas, con un frio que casi me la ha convertido en un trozo de hielo!- dijo él, a lo que yo reí con suavidad, amable. No cabía duda de que sería un rato de lo más agradable, si es que no había estado equivocada todo ese tiempo y realmente si se trataba de un loco que ahora iba a marcharse sin más.
Como era de esperar, aquello fue seguido de una proposición a la que asentí con gusto, como debía hacer. Ahora tenía que comportarme como una dama.
Bajé la cabeza en un gesto de cortesía y tomé su mano, esperando ser guiada al lugar al que se refería.
-Será un placer acompañarle, Louis- En ningún momento abandoné el tono solícito. De hecho, estaba muy concentrada en comportarme adecuadamente.
Sea como fuere, la noche pintaba como poco entretenida.
Pamela Dinamite- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 25/12/2011
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Re: Unending Sanctuary (Pamela Dinamite)
Esperaba no incomodarla. El cambiaformas, no era un bruto sin educación cualquiera, a veces dudaba de si mismo. Había sido un pillo en otros tiempos, redimido por los lazos que lo hicieron un hombre mucho mas tranquilo. Rogaba siempre por que su naturaleza menos favorable, se mantuviera a raya. Esa y aquellas actitudes que lo ponían en estados decadentes. Atento, ladeo apenas su cuello, como si enfatizara el hecho de que le estaba poniendo la mayor de las atenciones. La chica tenia cierto grado de refinamiento en su modo de hablar, que se le antojo adorable. Ese tipo de gracia juguetona, aun sin proponérselo. Asintió, con aire casi solemne. Louis era así, alguna vez dijeron que tenía modales demasiado finos y cuidados, acciones o actitudes, que no correspondían con su calidad de varón. Le importaban un comino esas afirmaciones. No puedes cambiar quien eres, no rápido. Es un proceso que lleva bastantes etapas, y el tiempo varia según cada persona.-Ya, parece inexistente cuando tu mente carga hacia cosas mucho mas importantes, y sin embargo, esa alli.-Se encogió de hombros, realmente encantando por la muchacha. Esa manera de reír, tan… Daban ganas de abrazarle cariñosamente. Quizás jalarle las mejillas como se hace con un niño.
Se sentía ligeramente observado. Aquellas pupilas no se apartaban de su figura, de su ser. Estaban allí, en un mudo momento analítico. Podría aquella tener el rostro mas angelical e inocente, pero sabia, que algo estaba tejiéndose dentro de esa cabecita de cabellos claros. No parecía tener miedo, de lo contrario, estaría en su casa, calientita y leyendo junto al fuego, con una humeante taza de te al lado, sobre una mesita. ¿Pero, que imagen se formaba de el?
Olisqueo su aroma, cuando estuvo algo más próximo. Una manía que tenia, no mas bien, reacciones de su lado gatuno. Los animales suelen recordar las cosas por marcas de olor que dejan, pues algo similar pasaba con el. Podía recordar a las personas, por sus perfumes naturales, y también, saber mas o menos, si eran como el o algún otro condenado, un habitante de las sombras de la noche y la mirada celadora de las estrellas- por que el se asumía como tal, por mucho que Benvolio, por ejemplo, dijera que el era todo menos un ser perteneciente a la oscuridad-
Con una sonrisa, el cambiaformas agradecia que le llamara por su nombre, tal y como el deseaba, un leve movimiento de cabeza, respetuoso, al escuchar el de ella, en un gesto de cortesía, tal y como ella misma hacia..-Un gusto, tiene un nombre bonito, me gusta su sonoridad.-Comento. No recordaba haber escuchado antes, eran mas comunes otro tipo, no aquel.
Listo, allí estaba; la señal de aquellos pequeños rizos claros agitándose en un movimiento apenas perceptible, pero que le daban al instante el mensaje afirmativo. Sujeto con firmeza, aquella mano entre la propia, una sonrisa, mientras terminaba por dirigirle del brazo. Se sentía afortunado. ¿Tenia cara de que, para que jamás le negaran nada -Yo soy el bendecido por los dioses esta noche, Pamela.- Avanzo un par de pasos, sin saber que mas decirle, tan solo mantenia aquel gesto afable en el rostro. En la calle se escuchaban los pasos de ambos, como un patrón y claramente distintos si se ponia la adecuada atención.
Llego hasta la esquina, dando por la izquierda. Su cuerpo reconocia el camino. Carraspeo un poco, buscando su atención y hacer el trayecto menos tenso. El sitio no estaba realmente muy lejos, pero…. -Y usted, es parisina, o ha venido de fuera?
Se sentía ligeramente observado. Aquellas pupilas no se apartaban de su figura, de su ser. Estaban allí, en un mudo momento analítico. Podría aquella tener el rostro mas angelical e inocente, pero sabia, que algo estaba tejiéndose dentro de esa cabecita de cabellos claros. No parecía tener miedo, de lo contrario, estaría en su casa, calientita y leyendo junto al fuego, con una humeante taza de te al lado, sobre una mesita. ¿Pero, que imagen se formaba de el?
Olisqueo su aroma, cuando estuvo algo más próximo. Una manía que tenia, no mas bien, reacciones de su lado gatuno. Los animales suelen recordar las cosas por marcas de olor que dejan, pues algo similar pasaba con el. Podía recordar a las personas, por sus perfumes naturales, y también, saber mas o menos, si eran como el o algún otro condenado, un habitante de las sombras de la noche y la mirada celadora de las estrellas- por que el se asumía como tal, por mucho que Benvolio, por ejemplo, dijera que el era todo menos un ser perteneciente a la oscuridad-
Con una sonrisa, el cambiaformas agradecia que le llamara por su nombre, tal y como el deseaba, un leve movimiento de cabeza, respetuoso, al escuchar el de ella, en un gesto de cortesía, tal y como ella misma hacia..-Un gusto, tiene un nombre bonito, me gusta su sonoridad.-Comento. No recordaba haber escuchado antes, eran mas comunes otro tipo, no aquel.
Listo, allí estaba; la señal de aquellos pequeños rizos claros agitándose en un movimiento apenas perceptible, pero que le daban al instante el mensaje afirmativo. Sujeto con firmeza, aquella mano entre la propia, una sonrisa, mientras terminaba por dirigirle del brazo. Se sentía afortunado. ¿Tenia cara de que, para que jamás le negaran nada -Yo soy el bendecido por los dioses esta noche, Pamela.- Avanzo un par de pasos, sin saber que mas decirle, tan solo mantenia aquel gesto afable en el rostro. En la calle se escuchaban los pasos de ambos, como un patrón y claramente distintos si se ponia la adecuada atención.
Llego hasta la esquina, dando por la izquierda. Su cuerpo reconocia el camino. Carraspeo un poco, buscando su atención y hacer el trayecto menos tenso. El sitio no estaba realmente muy lejos, pero…. -Y usted, es parisina, o ha venido de fuera?
Louis J. Bouquet- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 20/01/2011
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Localización : In the 13Gate (?) Ok no, pero, posiblemente más cerca de lo que esperas
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