Apollo Belvedere

Datos Generales Nombre completo Apollo Belvedere Edad 24 años Especie Humano; Cortesano Clase Social Alta Orientación Sexual Bisexual Lugar de Origen Verona, Italia

Apolo goza de un atractivo helénico. Facciones bien cinceladas, cuerpo definido y extremidades proporcionas son a grandes rasgos sus atributos más visibles, además de otros muchos menesteres que se encuentran ocultas de las miradas indiscretas. Su altura ronda el bien repartido 1´87 m que, junto a su porte elegante y aristocrático causan impacto incluso a simple vista, mas, si se profundiza pueden apreciarse el resto de cualidades que complementan su aspecto, como son su cabello castaño y sus ojos de azul grisáceo.

También es destacable lo mucho que siempre cuida su indumentaria, por lo que a la hora de vestir es sumamente detallista. Jamás vestirá de forma vulgar o simple. Habitúa a llevar trajes de corte sencillo, pero elegante y por supuesto, la guinda del pastel con la que complementa su indumentaria es algo que nunca puede dejar olvidado, su reloj de bolsillo hecho con plata de ley grabada con exquisitos dibujos que representan las festividades venecianas de carnaval.

Como si de la más noble cuna procediesen, ricos, burgueses... todo aquel que pueda contribuir a su economía es tratado de la mejor forma por el joven. Sí, Apolo posee una actitud muy interesada, jamás ira con aquellos de clase baja y muy rara vez se dejara ver con los de clase media. Haberse visto en la más miserable penuria le enseño a no dejarse afectar por la lastima ni la compasión, por lo que desarrollo una actitud fría e indiferente hacia el vulgo fijando sus objetivos en las clases más elevadas entre las que ahora se cuenta a sí mismo.

Pero no todo es lo que se ve a simple vista. Su amor, su mayor deseo y la causante de su obsesión fue una simple doncella de clase baja, así es que en el fondo no solo le importa un detritus las clases, si no que considera con respeto y de noble corazón a cualquier persona que muestre tener algo de humildad, honestidad y honorabilidad. Tres cualidades de las que a su parecer los más petulantes de alta sociedad no poseen.

El resto y a lo que temas emocionales respecta, sabe distinguir el trabajo del placer, aun que siempre encuentra alguna forma de satisfacerse con este, pues no acepta a aquellos que no sean de su gusto y por su puesto jamás deja la puerta abierta a las emociones. A su forma de ver, si alguna vez tuvo corazón ya se lo entrego a alguien y jamás volverá a dárselo a nadie ya que aquella mujer será dueña del hasta el día en que muera o, si sus planes salen bien, hasta el día en el que posea una vida interna con la que poder brindarle la misma condición.

A los 18 años, un joven Apolo en prontas nupcias se veía con su prometida, más que por crear un acercamiento, por obligación e imposición. Su matrimonio había sido concertado por sus padres ya hacía muchos años atrás, pues la familia de su futura esposa, próximos a la ruina que pretendían esconder al resto de sus amistades, habían ofrecido a su hija junto a una dote consistente en tierras a cambio de ser desposada con el heredero de los Belvedere, quienes pretendía por su parte apoderase de forma, en principio indirecta, de aquellas tierras y así ver su avaricia saciada al menos por un tiempo.

La joven no estaba mal, no era totalmente del gusto del muchacho, pero en opinión de muchos, podía considerarse como una grata compañía, más ¿quién iba a decir que el joven no la rechaza solo por ese detalle? El hecho era, aun que nadie lo supiera ver, que el heredero de los Belvedere prefería la cercanía de su buen amigo desde la infancia - y con quien ya había experimentado algún que otro juego prohibido- a la proximidad de cualquier fémina que se le presentase. En resumen, Apolo prefería la compañía de hombres a la de cualquier mujer, pero ¿quién le diría que si habría una joven capad de hacerle cambiar de parecer? De la noche a la mañana las visitas al palacio de su prometida ya no eran con pensar, es más, se le veía deseoso de asistir a las quedadas que ambas familias establecían para ellos.

Pero ¿qué motivaba tanto al joven para incluso ser el mismo por iniciativa propia el que visitase a la futura esposa? Las acompañantes de la joven eran todas simplonas, a excepción de una. Una cándida y tímida muchacha que se escondía de sus indiscretas miradas pero que, tras algunos halagos a escondidas de las miradas indeseadas, ella correspondía modesta y cautamente. Jamás desvirtuó a la que se convirtió en su obsesión, no pudo, no le dejaron. Para cuando trata de fugarse con ella alguien ya sabía de aquella trama.

Apolo, inteligentemente supo aguardar hasta el momento preciso. Lo preparo todo, hasta el más mínimo detalle, pero la ingenuidad le llevo a confesarle sus sentimientos al que consideraba el mejor de sus amigos y con el que ya había mantenido algo similar a un confuso romance. El otro chuco, celoso, puso en sobre aviso a los padres del joven Belvedere, quienes tomaron cartas en el asunto.

¿Qué fue de ella? ¿Qué fue de su amada? Sus señores la vendieron, la apartaron de él, y por si fuera poco aun pretendían que el matrimonio se celebrase. Y Apolo ¿Qué fue de él? El joven simplemente escapo. Con una mano delante y otra detrás, tan solo con una pequeña pero valiosa posesión que no cambiaria ni aun muerto de hambre, antes vendería su propio cuerpo que desprenderse de lo único que le quedaba de su amada. Así pues, Apolo terminó convertido en un vulgar cortesano, mas su fisco y talento en ciertas artes le aseguraron un gran porvenir en aquel sector. Exageradamente solicitado, podía elegir con quien irse y aun así cobrar tarifas astronómicas que pronto le llevaron a gozar de un nivel adquisitivo mucho mayor que el de sus padres.

Ahora, con aquella posición, ya podía indicar su búsqueda. Pronto daría con su deseada amada, y entonces… entonces dejaría que alguno de esos clientes tan excéntricos que disfrutaban bebiendo su sangre le convirtiese, de modo que, él mismo pudiera hacerlo con su amada para vivir eternamente juntos sin que nadie les volviera a separar.

El reloj de bolsillo que tiene, marca exactamente el momento en el que se paro su corazón. Cada día, a la misma hora, debía dársele cuerda con una pequeña llavecita de plata, pero aquella llave no la tenía él, si no su amada. Aquella acción era un símbolo entre ellos dos que indicaba que ella era la que le daba vida. Pero aquel día, en el momento en el que ella debía darle cuerda antes de que se parase jamás llegaron a reunirse, así es que simplemente se paro, al igual que él. Sin embargo, aun que el recuerdo es cruel, jamás se separa de tan preciado objeto, pues sabe que algún día esa llave volverá a hacerlo funcionar.