Slevin Kelevra

por **Slevin Kelevra** Dom Feb 12, 2012 7:12 am

-Nombre: Slevin Kelevra
-Edad: 25 años
-Especie: Humano
-Clase Social o Cargo: Clase Baja
-Orientación Sexual: Bisexual
-Lugar de Origen: Budapest; Hungría
-Habilidad/Poder: ¿Hacerte tocar el cielo contaría como poder?

Aspecto:

Descripción Psicológica

Como manipulador, generalmente tiende a crear emociones extremas desde un primer instante, de tal manera que la convivencia con él casi se anticipa como sumamente complicada y conflictiva. Suele demandar a aquellos que le rodean que solucionen sus problemas, haciéndoles culpables de ellos, especialmente si no se los remedian o no llegan a ayudarle. Vamos, que invierte los papeles y se victimiza ante quien realmente sufre su maltrato. Pero una de sus “virtudes” es que provoca miedo en aquellos que le llevan la contraria y no cumplen sus deseos, enfadándose terriblemente con ellos. Habitualmente incluso tienden a confundir a los demás porque suele criticar tanto si una persona hace una cosa como si hace la contraria, de forma que se podría decir que nada le parece bien ni correcto. Además, suele negarse a reconocer la presencia o valor de quien ha escogido como su víctima, haciéndole sentir de forma directa o indirecta que es inferior, devaluando tanto sus pensamientos como sus sentimientos. Slevin posee una gran tendencia a degradar a casi todo el mundo con un comportamiento ofensivo, como suele ser ridiculizar, apodar, imitar e infantilizar a quien este en su contra.

Historia

Slevin no tenía mamá, no tenía hermanos, no tenía nada salvo un padre ausente que dedicada sus días a negocios que lo mantenían lejos y sus noches a lo que cualquier hombre de mediana edad, viudo y sin tiempo para formar una nueva familia haría, ir de ramera en ramera. Hasta que finalmente dio con lo que su hijo debería llamar “madre” a partir de aquel momento.

La mujer que su padre introdujo en casa cuando el joven apenas contaba con su séptimo invierno era una simplona que en sus días de juventud tal vez hubiese estado de buen ver, pero que tras años haciendo la calle, había degenerado en una mujer que evidenciaba a simple vista la profesión que le había dado de comer a ella y a su hija. Sí, una hija. La prostituta de su madrastra no había llegado sola si no que traía a demás un paquete de seis años al que Slevin odiaría sobre todas las cosas en la faz de la tierra, pues su nueva “mami” no duraría mucho, pues tres años después la clase de vida que había llevado le pasaría factura. Así es que, apenas ese tiempo pudo disfrutar su padre acostándose con la misma mujer todas las noches antes de volver a las andadas, aun que no manteniendo la misma actitud ausente en el hogar que había tenido años atrás, que va, en aquella ocasión si recordaría prestar atenciones a lo que tenía en casa, claro que su hijo tendría algunos inconvenientes al respecto.

Ver como su padre jugaba con ella, le compraba ropa, zapatos, juguetes… regalos y regalos, atenciones por su parte, detalles… todas esas cosas que supuestamente se le olvidaba dar a su propio hijo se las concedía a su hija de otro hombre, la niña que su, poco longeva, madrastra había aparcado en su hogar. Así pues, Slevin paso ya no al segundo plano donde le tenía relegado su padre, si no a alguno mucho más lejano y distante, profiriéndole tan solo a su hijo alguna atención cuando este le pedía, o más bien le exigía, una explicación por su comportamiento, con lo que recibía la absurda escusa de:”ella no tiene padres”. ¿Qué no los tenía? El era quien no los tenía, la sucia hija de aquella mujer se lo había robado, y eso, estaba jodiendo vivo a Slevin.

El joven heredero -aun que comenzaba a dudar que fuese a serlo- fue cumpliendo años, al igual que la criaja que crecía junto a él en un hogar donde un padre que pronto comenzó a mostrar nuevamente ausente incluso con su favorita, a la que si recordaba escribir todos los días, abandonaba el hogar cada vez por más tiempo con la excusa de que sus negocios le requerían, y al parecer su familia no. Sin embargo, el muy hijo de la gran del que descendía del joven Kelevra no olvidaba ninguna fecha importante relacionada con la que, por obligación de su padre, debía empezar a llamar hermana, guardarse para él la “cariñosa” palabra con la que se refería a ella. Aun que Slevin jamás comprendió que tenia de malo llamarle “bastarda” ¿a caso no lo era? De todas formas con un padre ausente y sin autoridad ¿Que podría esperarse de crio que comenzaba la adolescencia? Siguió llamándola de aquel mismo modo, e incluso su trato se volvió aun más hostil por lo que, la institutriz que cuidaba de ambos informo de la rebeldía de su hijo a su señor, quien opto por ingresar a su vástago en un internado sumamente estricto –de índole militar- donde a base de nado dura corrigieran el comportamiento de este.

Ironías de la vida, pero Slevin aprendió, oh, sí que aprendió. Durante sus numerosos castigos en el maldito internado, una de sus sanciones le llevó a cumplir como ayudante del bibliotecario, lo que descubrió en él una sorprendente vocación a la lectura, de índole escabrosa, pero lectura al fin y al cabo. Una gran biblioteca se convertía así en su sala de recreaciones donde retorcidas formas de torturas con explícitos dibujos –en los que por alguna extraña razón siempre veía a su hermanastra siendo sometida- eran las delicias del ya casi adulto Kelevra. Allí, entre aquellos libros también descubrió la biografía de un hombre que pasaría a ser su ejemplo a seguir, Cesare Borgia. Aquel hombre, retorcido, sin escrúpulos y excepcionalmente brillantes, de quien incluso su contemporáneo Maquiavelo escribió, había urdido una vendetta que le sugirió una gran idea, en la que, para acabar con aquellos que le había traicionado, solo tendría que fingir pleitesía y olvido absoluto del agravio cometido contra su persona. A demás, estaba deseando someter a alguna de aquellas torturas a la joven que vivía en su casa. Así pues, cinco años después de haber puesto el pie por primera vez en aquel internado, lo abandonaba, contando solo tres visitas de su progenitor, para volver a un hogar que sin duda estaría cambiado, pero no tanto como él, pues su odio y desprecio había sobrepasado el límite de maldad imaginable.

¿Quién iba a decirle que realmente las cosas habían cambiado hasta ese punto? Su padre, evidenciando ya un pelo parcialmente canoso junto a unas arrugas de expresión aun más marcadas, se mostraba casi temeroso de un hijo que al menos le sacaba una cabeza de altura y le hablaba gratamente como si se encontrase en pleno ojo de huracán. Pero lo que más sorprendería a Slevin seria la aparición de una joven demasiado guapa para su propio bienestar que se escondía de él tras el señor de la mansión como si estuviera ante el mismísimo Satanás -a quien el joven Kelevra hacía tiempo había destronado-. Bien, así al menos disfrutaría de las vistas mientras llevaba a cabo todo lo que tenía en mente, o mejor dicho, mientras todo su plan se iba a la mierda por una malsana obsesión.

Aun que le llevaría casi un año ganarse nuevamente la confianza de su familia, llego a cumplir sus expectativas, viendo así que su desagravio cada vez estaba más cercano ser compensado. Su padre incluso había vuelto a sus labores lejos del hogar. Ya no permanecía en las estancias procurando salvaguardar de él a la joven que había adoptado años atrás. Ahora, ambos se quedarían a solas de no ser por la preceptora que la acompañaba y de quien pronto Slevin se desharía al acusarla del robo de varios objetos de valor que el joven Kelevra había vendido a escondidas en el mercado negro. Así pues, a los diecinueve años podía sentirse dueño y señor de su hogar, junto a una muchacha que obedecía todas sus órdenes bajo el trato hostil al que era sometido con actitudes como hacerla sentir culpable o simple amedrentamiento. Aun que jamás llegaría a hacerle daño, al menos no hasta aquella noche.

Slevin comenzaba a sentir cada vez más odio por la que debía considerar como parte de su familia. La joven le había robado el afecto de su padre y probablemente también lo haría con la herencia, pues ya tenía varias posesiones que su progenitor había inscrito a su nombre a modo de regalos y, para joder un poco más la vida de su hermanastro, con una actitud candorosa que por alguna razón presentaba durante sus muchos intentos por agradar al más joven de los Kelevra, también le estaba robando algo de él que se negaba a cederle, por lo que durante una de tantas noches en las que ambos se quedaban a solas, Slevin se aseguraría de hacer que lo aborreciese para toda la vida.

París ¿un nuevo comienza? Que va, tan solo el lugar a donde su obsesión le ha conducido. Tras aquella fatídica noche, un padre excesivamente furioso expulso de su hogar al infame de su hijo al tiempo que enviaba a la que ya consideraba como su hija lejos de Hungría. Lejos de él. Con lo que Slevin se vio de la noche a la mañana en la más miserable pobreza, viéndose forzado a hacer a otras mujeres lo que le había hecho a la joven heredera de la que debía haber sido su fortuna, solo que, estas mujeres ya habían pasado por más hombres y disfrutaban con lo que él les hacía. Sin embargo, pese a que se veía condenado a una vida como juguete por las calles de Budapest, pronto el rumor de que aquella muchacha a la que había ultrajado se encontraba en París le llevaría hasta la capital Gala por… diversos intereses para con ella.

Datos Extras

Es un hedonista radical que sostiene que todos los placeres físicos deben ser satisfechos sin ninguna restricción, al tiempo que también comporta una actitud como hedonista moderado afirmando que las actividades placenteras deben ser moderadas a modo de aumentar su efecto con la restricción -entiéndase una forma de tortura-. Pero de todas formas en ambos casos el placer es su unica motivación.

Extraño, pero puede volverse excesivamente protector -y por tanto peligroso- con quien llega a calar hondo en él. Aun que jamás haría muestra de su preocupación o emociones, es más, probablemente denotaría un comportamiento execrable y vil contra esa persona, aun que no por ello había que confundirlo con su comportamiento habitual hacia todo el vulgo de la sociedad.

por **Nigel Quartermane** Dom Feb 12, 2012 7:25 am

FICHA APROBADA
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Re: Slevin Kelevra