: U R I E L :

En 1784 nació Uriel en el seno de una familia poco agraciada. Existían las peleas a diario, navajazos a escondidas, violaciones por doquier y cada esquina de las cuatro paredes del pequeño hogar en el que vivía la pequeña, pero claro, ella escuchaba esto cada día de los labios de su querida tía, la cual la llamaba Uriel.

Era de familia pobre, ambas y solamente en la casa en donde se ocultaba por un seudónimo, solía estar mas cómoda y más segura, pues sus tíos la cuidaban como si fueran la hija que nunca pudieron tener. Entonces, con el tiempo, su familia política, por así decirlo de algún modo, la fue cogiendo cariño, más del que ya profesaban anteriormente de acogerla en su hogar, pero hubo gente que le cogió cariño de más. Uriel era una niña, aprendió gracias a la amplitud cultural de su tía, pudo aprender varios idiomas, entre ellos el ruso, el francés, el inglés y el español. Solamente logro aprender con fluidez el piano, pues ella le gustaba mejor tocar por ella misma el violín, pero como era demasiado caro, un piano asequible es lo que pudo aprender solamente. El tiempo pasaba, con los días se volvía más rebelde, más fuera de sí, más libre. Llegando a la hora que ella quería, ignorando los peligros de los rincones de Irlanda.

Su niñez hasta que cumplió los trece años, había sido pacifica, como ella la había querido que fuera, a su manera. Después de tanto tiempo en aquella casa con sus tíos, comenzó a sospechar algo que no le gustaba en absoluto. Su tío, por extraño que le pareciera, ya no era el mismo o eso es lo que vio raro en su comportamiento diario de cada día. La miraba con otras intenciones, claro estaba también que ha Uriel le gustaba jugar con fuego y si llegaba a quemarse, pues era consciente de que tenía que asumir las consecuencias de ello. Así que sin más, sin que él lo sospechase, ella comenzó a acercarse a él, cada vez que su tía se iba a dar un paseo y su tío se quedaba en casa con ella, ella aprovechaba para acercarse a él, así hasta que su tío, chantajeaba a varios de sus contactos para mantener entretenida a su mujer. Con ello solamente pensó en que plan tenía su tío, estaba cerca de averiguarlo, pero no le hizo falta descubrir mas, pues una noche, descubrió a alguien espiando por detrás de la puerta mientras se cambiaba tras un biombo. Se tapo con algunas de sus ropas, consiguió alcanzar la bata para ponérsela y cubrir su piel de leche.

-¿Tío? ¿Eres tú? –Solamente el sonido de un baboso lamiéndose estrepitosamente los labios, viendo movimientos en la sombra de manos y el sonido metálico de una hebilla, le hizo alarmarse de que su jueguecito había ido demasiado lejos, siendo finalmente atrapada por aquel por el que llamaba tío-¡AHG!-Grito en mitad de la habitación, encogiéndose en una esquina y cubriéndose con ambas manos para no ser atrapada, pero no, su tío que había entrado en la habitación, la cogió de las muñecas para tumbarla boca arriba sobre la cama de pocas plumas. Ella pataleaba, intentando quitárselo de encima-¡Cállate! Me das dolor de de cabeza.....así qué ¡CALLATE y FOLLAME!-Dijo una vez-¡Cállate!¡FOLLAME!-Repitió por segunda vez y en ese instante, su bata desapareció de su cuerpo, dejándola desnuda frente al cuerpo envejecido y arrugado de su canoso tío, para después ser forzada a perder para ello aquello que quería conservar hasta el matrimonio. Su inocencia, se le fue arrebatada en una noche de invierno.

Ya el tiempo había pasado para ambos. Al día siguiente de aquella noche, Uriel se escapo de aquella casa, dentro de una semana volvía su tía y cuando volviera a casa y que no la vería allá, seguramente le rompería el alma, pero no quería ser violada noche tras noche, por ese bastardo de su tío que al final resultaba estar fuera de sí. Solamente, aquellas palabras bastas que se quedaron tatuadas en su memoria, las llevaría consigo hasta el día en que pudiera vengarse de su tío y al menos ver a su tía de nuevo con alguien mejor.

Ya en París, hace tiempo de eso. Ahora tenía dieciséis años y trabajaba en un burdel como camarera por las tardes, aristócrata por la mañana y por la noche ejercía de cortesana. Esperaría para entonces, a volver a ver a ese cretino al que ahora odiaba con toda su alma.