Busco gente para llenar mi vida

Es dulce, cariñosa y bondadosa en exceso a veces, se encariña demasiado pronto con la gente que le parece buena. Todo lo que hace, lo hace porque le gusta y nunca pide nada a cambio, con verlos felices y contentos en esos momentos le es más que suficiente. Siempre te regalará una sonrisa y muy pocas veces te saldrá con un comentario fuera de lugar. No sabe ocultar sus sentimientos y mucho menos con las personas que realmente la conocen, basta una pequeña mirada para saber lo que siente o si su día fue horrible, a veces intenta hacerse la fuerte para evitar preocupar a los demás. Lujuria, pasión desenfrenada y sensualidad nata. Son palabras que la pueden describir perfectamente y casi en su totalidad. Conceptos de ella que nunca suelen ir solos. Impulsiva la gran mayoría del tiempo; se guía por el corazón el 99% del tiempo, rara vez lo hace con la razón. Nunca suele pensar en lo que pueden suponer sus actos, palabras o lo que salga de ella hasta que es demasiado tarde, a veces salen bien y otras... puede ser su peor decisión. ¿Pero no dicen que hay que guiarse por los instintos? Pues ella lo hace. Es una persona fuerte y luchadora, aunque no lo aparente con esa imagen dulce que muestra al mundo, pero al lado de toda esa bondad, es alguien demasiado fuerte y luchador, haría todo lo posible para que su familia estuviese a salvo. Aunque es bastante difícil que se enfade o algo la moleste, si está de mal humor mejor alejarse de ella, tiene bastante carácter, aunque se le olvide facilmente. Puede ser una persona terca y cabezota con alguna que otra cosa, costándole un poco el dar la razón a la otra persona cuando se da cuenta de que ella no la tiene.

Hija única de una de las familias importantes de Rumanía, los Danesti. Toda su familia lleva décadas sirviendo a la corona rumana, los hombres convirtiéndose en soldados, ascendiendo con rápidez a puestos importantes. Las mujeres, acompañando a la nobleza en la Corte. No son nobles por no poseer ningún título, pero a ojos de todo el mundo lo son. Invitados a la gran mayoría de fiestas, conocen tanto a nobles, como realeza.
Pero más bien eso es historia antigua para ella, sus padres perdieron sus tierras en Rumanía, su vida como lo había sido siempre, años antes de que la niña naciese, cayeron en una trampa hecha por los enemigos de ese lugar y por desgracia para su familia, sufrieron destierro, marchando bien lejos, Irlanda. Su madre murió a los pocos meses de haber nacido ella, la locura, el pesar habían podido con ella. Eara no llegó a conocerla, pero más bien no llegó a conocer casi a ninguno de sus familiares: su madre murió, su padre trabajaba todo el día y cuando llegaba solo quería acostarse, y su hermano... la diferencia de edad era tan exagerada que ni la veía. Solo tuvo una familia y era la persona que cuidaba de ella todos los días, la nana que su padre podía permitirse para que la cuidara y la convirtiera en la señorita que deseaba su madre que fuera.
Eara es una de las pocas damas en su familia que se casó por amor y no por conveniencia, dejando de lado el consorte que su padre deseaba para ella, un médico reconocido en aquel país, pero a ella no le gustaba, no le hacía sentir nada aquel hombre casi canoso con el que debía desposarse; y fue por ello que en una noche sin luna, se casó a escondidas con el hombre del que llevaba tiempo ya enamorada y bien correspondida. Se casó demasiado joven, con tan solo 17 años. Era un hombre fuerte, de aspecto rudo y fuerte pero cariñoso y bueno con ella, un Caballero del Ejército Real, no uno importante o renombrado, pero para ella el mejor del mundo. Su vida parecía ser perfecta, feliz y llena del amor que siempre había leído en los libros, pero la felicidad no dura para siempre y eso es algo que ella sabe muy bien. Su marido venía de una expedición de paz cuando fueron atacados y el destino deseó llevarselo con él. Dejando a la pobre Eara viuda con solo 19 años.
Muerta de dolor y pena en el aniversario de la muerte de su marido, no aguantaba estar en su casa, los sentimientos la sobrecogían, superándola. Decidió salir en mitad de la noche, el bosque parecía tranquila a esa hora y la luna estaba en lo alto, iluminando el camino. Escuchó a los lobos aullar pero en ese momento no le importaba, su dolor era más grande que el miedo. Caminaba sola, sin saber bien hacia donde se dirigía, solamente quería paz. No se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor, parecía que estaba en trance, un trance del que salió cuando un lobo monstruoso y enorme se puso enfrente de ella, dispuesto a atacar, gritó, pidió auxilio, intentó escapar, pero nada sirvió. El lobo la mordió antes de que los vecinos la escucharan. Todo los demás recuerdos de esa noche están apagados, se quedó inconsciente. Despertando al mediodía en su casa.
Se está acostumbrando lentamente a lo que es, algo que ya no la asusta, que no teme el serlo y que intenta ver el lado bueno de su nueva condición. Es una loba. No sabe como llegó a París, que la trajo a esa ciudad pero no es algo que la preocupa, le gusta esa ciudad cada día más, es completamente distinta a Irlanda y por ello para ella más especial, simple y llanamente porque en ella no hay recuerdos dolorosos en el ambiente.