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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Dom Abr 29, 2012 2:30 pm

Las luces se proyectaron un momento sobre el vaso de cristal, reflejando su amarillento color en el líquido ambarino que había dentro. El aroma que desprendió lleno un instante las fosas nasales de cada uno de los presentes, abarrotados de tanto licor como les era posible. Di un sorbo, sintiendo como la bebida caliente se deslizaba por mi paladar, ardiendo en llamas, quemando las paredes de mi garganta hasta asentarse en mi estómago con una sensación ardorosa y sólo fue cuestión de segundos de que fragor se convirtiera en lava líquida e hiciera entrar en calor todo mi cuerpo, relajando los músculos en tensión. Dejé el vaso sobre la mesa pulida, de rica madera, echándole un vistazo al lugar y llevando mis manos para masajear mis sienes contraídas por el dolor.

— ¿Algo más, Señor Boehm? —Una de las camareras preguntó con voz ronca y seductora mientras se inclinaba sobre mí con un brillo en la mirada que me resultó familiar. Una risa torcida se dibujo en mi rostro, negando con la cabeza mientras lo veía deslizarse de forma excitante hasta otra mesa sin dejar de quitarle la mirada de encima. Tamborileé los dedos sobre la mesa. Me alegré de poder haber encontrado un lugar que pudiera mantener un poco de mi cordura, no era de los lugares que frecuentaba pero al menos me distraía la mente de los problemas del trabajo o bien el desorden de su vida cotidiana.

Aburrido como estaba, fruncí el ceño, sin poder hacer nada más que observar como las bailarinas movían su cuerpo de manera sensual, llevándose todas las miradas de los espectadores. Sonreí, llevando hasta mis labios el vaso de cristal y me bebí de un solo trago el licor.

-Ponme otra copa.-Le dije en un murmuro distraído a la camarera que minutos antes se me había insinuado, alzando la mirada busque a mi alrededor algo con que entretenerme pero no había nada. Resoplé con fuerza para demostrar su agobio, aunque no hubiera nadie cerca de mi para poder notarlo ya que, el joven camarero que hasta ahora se habia quedado con él se habia ido al otro extremo de la larga barra para atender a una muchacha morena que ya llevaba varios minutos allí.

Aquello habia despertado mi curiosidad, entonces agudice la mirada hacia ella, conocía aquella melena castaña...¿pero era ella? ¿Que hacia ella allí? Sin duda, cada vez la entendía menos
-¿Echando de menos el escenario, Annette?-Le dije colocandome a un lado suyo con un tono divertido. aquella noche, y sin duda lo estaba consiguiendo. Pero habia algo extraño en ella y no terminaba de verlo con claridad...
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Mensaje por Annette Lagarde Miér Mayo 02, 2012 12:40 am

Habían pasado dos años desde que su vida había empeorado a tal punto en que llegaba a pensar en suicidarse ¿exageración? Tal vez lo era pero no para Annie, su vida se había convertido en un asco cuando la habían obligado a dedicarse a lo que ahora ejercía, la llamada “prostitución”. Su pasado por lo general la atormentaba ya que siempre había sido unida a su familia de clase media-baja, pero era algo que a ella jamás le había importado ni envidiaba a quienes eran de clase alta, pues consideraba que a pesar de tener tanta riqueza material eran pobres de alma. Pero ya nada de eso importaba, ni su virginidad que hace ya un tiempo se la habían robado a la fuerza, ni sus deseos de volver al pasado junto a su familia, ni su melancolía…absolutamente nada.

Y cuando por fin se iba acostumbrando a su vida como cortesana, aunque jamás se acostumbraría del todo, su vida giró nuevamente y no a una mejor, al contrario. Y es que el acostarse por obligación con muchos hombres que al menos estaban vigilados por si hacían algo que molestara los vigilantes entraban a ayudar, el que la regalaran, porque eso era lo que exactamente habían hecho, a una familia que jamás había visto en su vida, sin tomar en cuenta al hombre de apellido Boehm, el padre, que varías veces lo había visto rondar por el lugar pero jamás lo había tenido como cliente. Annie no había comprendido muy bien la razón cuando le dijeron que se mudaba de ahí ni mucho menos se alegró al escuchar tras una puerta que el dueño del burdel le debía dinero, mucho dinero, a ese hombre y para solucionarlo no habían encontrado mejor manera que llevarse a una de las cortesanas. Al momento de la elección aquél hombre, que le causaba una repulsión increíble, exigió que todas se presentaran, Annie entre ellas, y era él quien elegía a la INafortunada que se iría con él. ¿Había visto tal vez el asco que le provocaba? ¿Había notado su nerviosismo? ¿Sabía que lograría torturarla? Nunca entendió su mala suerte, nunca quiso…pero el desgraciado hombre la había escogido a ella, a ella…justamente a la desdichada que en ese momento, pensó que su vida no podía ir peor. ¿Y por qué será que cada vez que se piensa eso, justamente las cosas empeoran? Todo había partido la misma noche en que habían llegado, le presentó al hijo que tenía más o menos la misma edad de ella, eso la hacía sentir sucia y avergonzada pues jamás se había sentido orgullosa de aquél trabajo y además el joven parecía detestarla sin siquiera conocerla pero ¿quién quiere a una cortesana?.

Aquella misma noche el hombre obligó tanto a gritos como a maltratos tanto físicos y psicológicos a la chica a acostarse con él y cumplirle todos los deseos ¿qué podía hacer ella? Muchas veces evidencias quedaron en su piel, pero ese hombre de idiota no tenía nada, pues cada hematoma que dejaba lo hacía en partes del cuerpo que quedaban ocultas bajo la ropa y ella no podía hacer más que resistir todo ello en silencio. El día en aquél hombre murió Annette se sintió feliz, tal vez era la mujer más feliz, dentro de lo poco que podía estarlo, en la tierra, se acabarían los gritos, los maltratos y las obligaciones de noche, terminarían los llantos a escondidas…tal vez hasta terminaría su soledad. Pero si por un momento pensó en ser libre estaba equivocada, ahora su hijo era quien heredaba todo y ambos poco conversaban, aquellas pocas veces él se dirigía hacia ella de mala forma ¿qué era peor, no hablarse o que la tratara con desprecio? En realidad ella ya no lo sabía, de todas formas aún se sentía feliz porque su padre había muerto.

Y esa noche ya se sentía lo suficientemente agobiada como para seguir pensando en más, todo lo ocurrido no había sucedido hace demasiado tiempo y Annie aún no se acostumbraba a “su nuevo estilo de vida”, decidió salir y caminar por las calles de parís llegando hasta una taberna conocida, varias veces había estado ahí con algún cliente por lo que la conocían. Ese día había salido sin dinero y no es que tuviese mucho, pero se atrevió a entrar y uno de los camareros la reconoció cuando se sentó en la extensa barra ofreciéndole algo de beber, ella solo aceptó un vaso de agua, al menos de principio. Todo hasta ese momento marchaba bien, tal vez no excelente pero era una noche normal, al menos hasta que escuchó una voz familiar. Su rostro se deformó en una mueca molesta, era notorio y se giró solo para verle de reojo
– No era de aquellas que bailaban – Comentó de forma cortante, sin preocuparse demasiado de sus pocos modales - ¿Tan aburrido se encuentra que termina en un lugar así? - Un tono algo desafiante y burlón se dejaba ver, mientras el camarero llevaba su vaso de agua y se retiraba rápidamente.
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Mensaje por Invitado Mar Mayo 08, 2012 11:15 am

Había conocido a esa muchacha una tarde, para ser exactos el día que cumplía años, que hermoso regaló había recibido, conocer a la amante de mi padre, prefería no entablar platica con ella, era muy hermosa, a sus ojos y a los de cualquier persona que supiera apreciar la belleza humana, pero aquella mujer despertaba en mi cosas que las demás no habían conseguido entre ellas un odio que consumía mi alma ¿por qué una mujer quería ocupar el lugar de otra que ya no estaba? Pregunta estúpida, el dinero movía montañas… y claro, su padre no era tan buen mozo como cuando era un joven a causa de la vida tan liberar si es el término adecuado, en un pasado mi vivo retrato, era como estarse viendo a un reflejo cada vez que me paraba en medio de la sala a beber mirar hacia el cuadro que adornaba el centro de la pared principal, a mis padres, esa misma noche que él viejo había fallecido, no pude evitar estar contento ante su muerte, por fin mis problemas terminarían las presiones de ser un ser frío y sin sentimientos, por que los tenía, pero había tenido que morderme el corazón para jamás flaquear, los negocios siempre iban a ser primero antes de que todas las patrañas ¿por qué? Por que el amor caduca, la belleza se marchita la felicidad tiene un precio… - estampo el vaso lleno de whisky contra aquel cuadro haciendo que este cayera justo en medio del rostro de aquel hombre y las lagrimas de felicidad no tardaran en salir, por fin podría ser alguien…

… El día del testamento había llegado, aquella noche esperaba que todo volviera un poco a la tranquilidad de París la que había disfrutado antes de la llegada de su padre, le daría una parte de la fortuna que le correspondía y no volvería a verla en su vida, la idea de que al fin podría alejarla de su vida le hacía sonreír… “pobre e iluso Kyllian”, su padre había hecho una clausula que su hijo nunca podría recibir toda la herencia que le correspondía hasta que tuviera un hijo varón que ocupara su lugar en los negocios familiares y aun así jamás recibiría la herencia completa puesto que la mitad le correspondía ahora a mi futuro hijo varón, además de que aquella muchacha, que era parte de la herencia me pertenecía, era de mi propiedad… una esclava, ¿qué haría yo con una muchacha? Y mucho menos no se esperaba que ella fuera un regalo a cambio de las deudas que el prostíbulo tenía con mi padre, se sintió mal por un segundo, no fui capaz de echarla de casa, lo que si hice más por salud mental que por ella, mandar a cerrar aquella habitación donde ambos habían dormido, y ponerla en una habitación más cómoda, ella no podría irse de casa pero al menos a sus ojos era una cualquiera pero no una esclava.

Encontrarla en aquel bar, mirar sus ojos cafés cansados y con dolor, ¿acaso era tan igual su mirar?, no estaba de muchos ánimos de discutir con ella, simplemente me senté en el banco a lado suyo, había sido el mismo quien había empezado a molestarla asi que él sería ahora quien ¿pediría disculpas?, empezaba a creer que era a causa del alcohol que había ingerido – vine a buscar a quien llevar a casa, quien sabe tal vez en un futuro se convierta en la amante de mi hijo – dijo algo grosero. - pero ¿para que buscar? tengo a la mia en casa, justo en la habitación a un lado de la mia
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Mensaje por Annette Lagarde Dom Mayo 13, 2012 2:35 am

Cada noche era una nueva marca, nuevos insultos, nuevas posiciones y nuevas palabras sexuales que le obligaba a decirle ¿Era eso realmente vida? No lo era, eso estaba claro. Annie cada noche se preguntaba por qué los del burdel la habían entregado con tanta facilidad, después de todo ella siempre hizo bien su “trabajo” por mucho que lo odiara, por mucho que se sintiera sucia cada vez que terminaba con un cliente ¿pero qué podía hacer? La única razón por la cual aún no quería morir era su familia, aún tenía la vana esperaza de verlos otra vez. Jamás tuvo oportunidad de preguntar las razones del por qué ella y no otra, tal vez era tanto dinero el que le debían que no les quedó otra, después de todo ella si era bien requerida por los clientes, cosa buena para los dueños pero horrible para ella.

Desde el primer día había odiado aquella casa, o en realidad no a la casa sino a aquél hombre que la obligaba a todo, detestaba sentir la mirada de su hijo que solo reflejaba desprecio ¿qué pasaría por su cabeza? Ella jamás había querido algo así, tampoco quería reemplazar a su madre ¿Cómo lo haría si eran casi de la edad?. Por las mañanas por lo general evitaba cruzarse con él, en realidad evitaba cruzarse con todos en aquél hogar, siempre que estaba a solas lloraba aunque el padre había muerto ¿Por qué debía seguir encerrada? De cierta forma siempre había creído que al caer en la trampa del dueño del burdel, jamás volvería a ser libre, siempre se sentía perseguida cuando salía del hogar y eso que no era tanto lo que lograba salir, pero no importaba.

Cuando el testamento llegó de verdad creyó que “sería libre” pero no sería así, el muy maldito la había dejado de “herencia” al hijo y vaya herencia…Pensó que él la echaría a la calle y la verdad no se quejaría si lo hacía, pero ahora estaba a sus órdenes ¿Por qué no huía? Porque sabía que los del burdel se enterarían y la buscarían hasta darle muerte. Kyllian había cerrado la habitación donde era obligada a dormir con su padre ¿Tal vez no era tan malo? Eso no lo sabía, jamás se habían dado el tiempo para sentarse a conversar el uno con el otro, además que ambos tenían una actitud desafiante con el otro, eran muy pocas las veces, si es que existía, donde se hablaban de forma “normal”. No le gustaba llevarse así con la gente pero estaba realmente cansada que pasaran por encima de ella sin conocerla, que la juzgaran ante tal circunstancia, cuando ella realmente no había escogido por decisión propia trabajar en algo así, eso le dolía profundamente, pero era algo que no reconocería tan fácilmente.

El encontrarlo en la taberna le dio realmente dolor de cabeza ¿existía algún lugar en Paris donde no se encontraran? Parecía que hasta el destino la detestaba, comenzaba a creer que realmente era una pésima persona y por ello estaba pagando ¿Podía haber acaso alguna otra razón?. La conversación entre ambos, si es que se podía llamar conversación, siempre era fría, desafiante y distante, Annie en realidad no tenía ánimos de pelear ni discutir ese día era la misma razón por la cual había aprovechado de salir a dar un paseo, pero las cosas no iban como lo esperaba. Ante sus palabras hizo una mueca, realmente comenzaba a sacarle de quicio
– Tiene el dinero ¿Por qué no mejor se va a buscar una que lo soporte? – Sus palabras eran realmente dardos venenosos, sentía que su cuerpo ardía tan solo por la ira ¿cuándo había sido la última vez que se había sentido así? Realmente no lo recordaba, golpeó la mesa y lo miró de frente, con el ceño fruncido – Créame que para mi no es más agradable que para usted el tolerar esta situación, si no me soporta ¿Por qué no mejor me echa de su hogar? ¡Cualquier puente sería mejor que tener que soportar siempre sus palabras! – Su respiración se había agitado y ahora se encontraba de pie, enfrente de él, mirándole desafiante – Ya he soportado suficiente, usted no es quién para tratarme así…al parecer es un idiota igual que su difunto padre – Y su mirada ahora se fijaba en la barra, sentía como una lágrima escapaba de uno de sus ojos, se sentía pasada a llevar. Esperaba un golpe de vuelta o algo por el estilo, sabía perfectamente que sus palabras no le caerían bien al muchacho y tampoco era su intención hacerlo sentir mal, pero simplemente ya no quería ni podía aguantar más, era suficiente.
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Mensaje por Invitado Jue Mayo 17, 2012 8:59 pm

Igual que a su padre… peor insulto no podría haberle lanzado y estuvo a punto de soltarle un revés pero eso lo convertiría en un hombre cruel y el al final hacía sido criado por una mujer, no podía permitirse comportarse como un patán, suspiro apretando el vaso entre sus manos… de cierto modo tenía razón aquel hombre también era causante de cómo era él, el que el trabajo fuera mil veces importante que cualquier cosa, que se sintiera tan vacío, que a su corta edad se sintiera entre dos etapas muy diferente no podía ser un hombre de su edad pero tampoco entraba en la imagen del hombre adulto.

No podía compararlo con su padre porque tampoco le conocía para tacharlo de ese modo, él si tenía sentimientos, podía compararlo simplemente se le hacía estúpido que lo hiciera, apretó la mandíbula en un simple gesto de molestia, tomándola del brazo la jaló hacia si mismo susurrando cerca de su oído – jamás vuelvas a decir eso si realmente deseas conservar tu rostro tal y como esta – era un imbécil hecho y derecho, la chica tenía razón era igual o peor que su padre, se separó algo brusco de ella caminando hacía la entrada principal, había sido un error haber ido aquel lugar y mucho peor haberle hablado de ese modo, ahora se sentía el peor hombre del mundo, fuera de aquel lugar el aire frio que arrasaba las calles lo hizo entrar en razón, aunque de cierto modo también había causado que él efecto del alcohol lo mareara, había bebido más de lo que recordaba y estaba seguro de ello ahora que le costaba con mayor dificultad mantenerse erguido totalmente, recargó su cuerpo contra la puerta regresando con un poco más de dificultad, parpadeaba constantemente, volvió hasta la barra tomándose de esta, un camarero se le acercó y este le susurró en el oído, puesto que la música había empezado y sus palabras no serían entendidas a la perfección, pero seguro que por la condición en la que se encontraba seguramente entendería, a los pocos segundos le trajeron un café cargado, agradeciendo al mesero con la mirada, aunque parecía no causarle efecto, tomo un trago más de aquel café, pero en vez de mejorar sentía que el piso se movía más, dio otro trago, lo mismo, apenas veía las cosas con claridad, y sin embargo ahí estaba ella, lo único que podía ver con claridad, se acercó hasta ella a rastras, le pediría ayuda incluso pensaba en suplicar pero que lo llevara a casa, en esas condiciones no podía irse solo, pero sus movimientos no eran controlados por si mismo, le toco un hombro haciendo que girara, cuando estaba a punto de hablar su mirada se clavó en aquellos labios… rojos, que hermosa se veía esa noche.

Y sin darse cuenta su mano rodeo su cintura atrayéndola hacia el besando aquellos labios con necesidad como si estuviera esperando años a que aquello pasara, si eso era verdad parte de él deseaba besar a esa mujer, pero de un momento a otro no recordaba lo que paso después, su vista se nubló, lo último que había probado esos labios…

… Despertó en su habitación, le dolía bastante la cabeza, maldito alcohol, pensó mientras posaba la mano en el reloj que tenia en su buro, pasaba del medio dia, se estiro aun traía la ropa de un día anterior, no recordaba mucho de lo que había pasado, solo la recordaba a ella, seguro que hizo una escena, pero al menos habían vuelto a casa, le costó bastante trabajo levantarse, aun sin cambiarse bajo las escaleras para el comedor – un poco de café por favor y fruta… solo eso o vomitare – le dijo al mayordomo cuando este se acercó - ¿Dónde… donde esta la señora? – preguntaba por Annie, siempre le había llamado así a sus espalda en plan broma pero en ese momento lo hizo por simple costumbre
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Mensaje por Annette Lagarde Vie Mayo 18, 2012 11:11 pm

Mantenía la vista en otro lugar, en cualquier otro, tal vez sentía cierto temor al esperar un golpe o algo por el estilo, de hecho si lo hacía no se quejaría demasiado, después de todo había recibido peores golpes durante el tiempo que había estado ahí, a fin de cuentas…uno más pasaría casi inadvertido. La comparación la había hecho casi sin pensarlo pues ya le agobiaba el que siempre hubiese tanta tensión siempre que estuviesen cerca, era casi inevitable que se buscaran para pelear, como si en su subconsciente no hubiera nada más que eso…resentimiento.

De alguna forma había puesto su mejilla para recibir aquél golpe, golpe que jamás llegó y aún así ella no se atrevió a mirarlo, siquiera de reojo. ¿Qué cara tendría? ¿Tendría como mínimo ganas de matarla por ello? Era casi seguro que así sería. Sintió como la jalaba pillándola desprevenida, por lo que acercarla a él había sido realmente fácil, no se sorprendió ante sus palabras puesto que sentía que de alguna u otra forma se lo merecía, como mínimo. A pesar de no conocerlo muy bien se había dado cuenta que la relación con su padre no era buena, por no decir que era pésima, así que tenía conciencia de que sus palabras le llegarían a su corazón, aunque él no demostrara demasiado. En aquél instante optó por no decir nada ¿Valdría la pena acaso arrepentirse o seguir? Solo vio con atención como salía del lugar, cosa que no le agradó demasiado ya que muy en el fondo, de todas formas se preocupaba por él.

Volvió a la barra y el camarero que ya la conocía se acercó a ella, algo preocupado
- ¿Se encuentra bien? - Le preguntó él mientras notaba como toda la gente se les había quedado mirando, con cierta curiosidad, Annie se sentó en la barra y suspiró hondo, sin mirar al hombre – No se preocupe, ya es casi normal…- Comentó a regañadientes, el camarero sin preguntarle fue a buscar un vaso de agua, al menos para que estuviera más tranquila, de todas formas sabía que Annie no era muy buena bebiendo, aunque lo hacía en ocasiones “especiales”. La chica recibió el vaso y lo dejó unos momentos entre sus manos y suspiró hondo ¿Se habría ido ya a dormir? Tenía claro que no estaba en su mejor condición, se le notaba por lo que no quería prestarle más atención al asunto, tal vez había sido lo mejor que se fuera, o al menos eso creía ella.

Se había perdido en sus pensamientos, poco le importaba lo que sucedía a su alrededor y pareciera que la gente lo notaba puesto que no se le acercaba, su ánimo ya había cambiado y a pesar de no ser pésimo podría ser, obviamente, bastante mejor. Ya tenía el vaso vacío otra vez, el camarero se había acercado variadas veces para ofrecerle más, pero ella se había negado, no tenía ánimos siquiera de beber alcohol. En ese momento estaba desprevenida pero sintió como alguien le tocaba el hombro, hizo una mueca de incomodidad pensando que algún hombre desconocido se acercaría a molestara y no estaba de humor para ello, pero lejos de lo que podía creer estaba sucediendo. Notó de inmediato que su condición no era buena ¿Le pediría acaso ayuda?. Ella lo miraba con el ceño fruncido pues no estaba diciendo qué era lo que quería.

Acto seguido sintió la mano de él en su cintura y luego a él besándola…¿besándola? Lo que faltaba, que la noche se volviera aún más extraña de lo que por si ya era. Se sorprendió por completo ante su acto, ante su beso con tanta necesidad. En un principio intentó zafarse pero luego simplemente le correspondió ¿Por qué lo había hecho? Ni ella lo comprendía. No pasó demasiado hasta sentir que él se desvanecía, alcanzó a afirmarlo y rápidamente llegó un par de camareros a ayudarla
– Llévenlo afuera, debe estar su carruaje… Y los hombres hicieron caso, ahí estaba un mayordomo esperando a Kyllian, por lo que se sorprendió un poco al verlos juntos pero como era costumbre, no dijo nada.

Al llegar a casa tanto como el mayordomo como Annie lo llevaron hasta su habitación, luego de acostarlo el hombre los dejó solos y ella se sentó a su lado, en el borde de la cama, observándolo ¿Por qué había hecho eso? Si bien estaba con varios tragos de más ¿Era suficiente como para hacer eso?. Casi por instinto se acercó y con delicadeza quitó un mechón de cabello que había quedado en el rostro de él, rió por la ironía de la situación
– Eres un idiota – Susurró antes de irse a su habitación.

En la mañana se había levantado a buscar algo de comer y les había dicho a los encargados que si fuera posible no la molestaran, seguro si él preguntaba por ella le informarían que allí estaba, en su habitación. No quería encontrarse con él ya que si de por si la relación era tensa ahora, para ella, sería extraña ¿Al menos se acordaría que se había atrevido a besarla? Lo dudaba y ya no tenía ánimos de pelear, al menos por ese día.
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Mensaje por Invitado Mar Mayo 29, 2012 12:17 pm

Apenas podía tragar aquella fruta, su cabeza descansaba sobre la mesa, le dolía muchísimo, fue cuando la taza vacía que se encontraba descansando a un lado del plato fue llenada, el olor a café que tanto le gustaba en ese momento le causaba repugnancia, apartó la taza con el brazo tirando un poco de su contenido caliente sobre el brazo, gimió, se había quemado – quítame eso de aquí en ese momento – estaba de mal humor, la cabeza le iba a estallar, y el olor le recordaba lo que había pasado anoche… claro! El café! Lo había pedido cargado… pero para bajarse aquella borrachera, no más alcohol en su cuerpo, camarero incompetente.

Pero señor… usted lo pidió – giro el rostro una voz de mujer, ¿una nueva sirvienta? ¿quién rayos era ella? – no me importa que yo lo haya pedido, quítamelo de enfrente y tráeme un poco de jugo – sonrió aunque tal vez un poco más macabro que de costumbre – anda preciosa mueve ese precioso culito y tráeme lo que te pedí – si, estaba molesto, muy molesto, siempre era educado, o intentaba serlo, pero no controlaba sus acciones, ni nada en ese momento, botó el plato haciendo que este se estrellara contra el suelo y dejara un reguero de fruta y porcelana por el comedor, subiendo las escaleras de dos en dos, hasta su habitación, estaba a punto de abrir la puerta cuando miró hacia el pasillo la habitación de ella estaba a un par de puertas frente a la suya, giro la manecilla del cuarto propio ¿sería buena idea ir a verla?, no, sería mejor intentar recordar que cosas había hecho anoche, eso era la conclusión a la que había llegado pero su cuerpo parecía no responder a sus acciones, caminó hasta la puerta de la cortesana, tocando un par de veces, oyó su voz contestar pero no se atrevió a entrar, como había llegado hasta ahí, fue como se retiro entrando a su propia habitación azotando la puerta hasta que cerró, comenzó a desnudarse dejando todo regado, “¡estúpida ropa!” pensaba conforme se quitaba el pantalón el cual casi lo había hecho caer, claro el pantalón era el culpable, que idiota más grande estas hecho, completamente desnudo entro a la tina dejando que el agua caliente calmara aquella rabia que sentía, sin motivo, se comenzó a sentir mal por el trato con la sirvienta, y como había destrozado aquel plato, el desastre que había causado como un niño pequeño por no saber o ser responsable con sus errores, se fue resbalando hasta quedar sumergido en la tina mientras el golpeteo del grifo llenando aquel recipiente continuaba, mentalmente repetía los pasos de anoche, la calma lo hacía pensar con más claridad… un beso, salió de golpe del fondo de la tina, tal vez por la impresión o por la falta de aire a esas alturas.

¡Se había atrevido a besarla después de tantos años!, siempre quiso hacerlo, ahora se estaba sincerado consigo mismo, recordaba la primera vez que la vio, caminaba por las calles de parís, igualmente borracho, últimamente era su costumbre, y ella estaba ahí saliendo de un hotel limpiando las lagrimas mientras se dirigía de nuevo hacia el burdel, por su vestimenta era claro que era una cortesana pero… ¿por qué las lagrimas? La mayoría de las cortesanas con las que se había cruzado, eran felices con su estilo de vida… no pudo olvidar ese rostro, cuando estuvo a punto de olvidarlo, vino a su casa… pero pertenecía a alguien más.

Puso una toalla para cubrir la parte de debajo de su cuerpo y salió de su habitación camino hasta la suya, esta vez no tocó, simplemente entro, la miró, la miraba como la primera noche que la vió, no espero contestación ni reclamo, se acercó hasta ella y la besó con fuerza aun empapado, sin pedir disculpas, sin explicaciones sin nada, la beso, por que simplemente tenia la necesidad de hacerlo.
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Mensaje por Annette Lagarde Dom Jun 17, 2012 2:01 am

Estaba encerrada en aquella habitación sin poder salir y no era que se le había denegado libertad, simplemente no se sentía preparada para ver a Kylliam a la cara. La razón no era que estuviese enojada o incómoda, más bien no podía terminar de comprender del todo qué era lo que había sucedido la noche recién pasada pues hace no demasiado tiempo la relación entre ambos no era para nada buena ¿Por qué entonces de un momento a otro la había besado? Sentía que su cabeza terminaría explotando por tanta información rondando. No era demasiado lo que había comido y había regresado a la cama con un libro, ese era el gran panorama que tenía ese día, cualquier cosa que no implicara salir de aquellas cuatro paredes pero si hay algo que se vuelve una mala idea es leer una novela de amor ¿coincidencia? Hasta el momento no había prestado mayor atención hasta que llegó a la parte donde los personajes principales se besaban, instantáneamente llevó su dedo índice sobre sus labios y cerró sus ojos recordando aquél beso del muchacho. Una estúpida sonrisa apareció en su rostro pues el beso había sido extrañamente sincero, lleno de necesidad tal vez por parte de ambos…Era bastante extraño.

Luego de unos minutos reaccionó y lanzó el libro al piso de la habitación ¿En qué estaba pensando, cómo lo miraría ahora?. Llevó la ropa de cama hasta su cabeza para taparla completamente suspirando hondo, ya no quería pensar más y deseaba con todas sus fuerzas que las horas pasaran rápidamente para volver a dormir, pero no sería así. Escuchó unos golpes en la puerta que hicieron sobresaltarla y destapó su rostro rápidamente y aclaró su garganta antes de hablar
– Adelante…- Su voz era insegura y temblorosa, sentía cómo su estómago se retorcía al pensar que podría ser él quien estuviese tocando la puerta y se mordió el labio inferior, pero por más que pasaron los minutos nadie entró y luego escuchó claramente como una puerta se cerraba fuertemente, de seguro había sido Kylliam ¿Por qué no se había atrevido a entrar?. Se escondió nuevamente bajo la ropa de cama ahora preguntándose qué era realmente lo que él buscaba.

Cerró sus ojos recordando el momento en que lo había visto por primera vez, lamentablemente para ella lo había conocido “gracias” al padre de él. Sus miradas se habían intercambiado por largos minutos en un silencio incómodo, a ella los nervios la carcomían por dentro mientras sentía la mirada despectiva de él y con justa razón al final a nadie le gustaría conocer a la otra mujer de su padre, si es que se podía llamar así, además notar que eran de la misma edad. A pesar de que algo le había generado jamás pensó en que algo sucediera ya que Kylliam solía ser distante y antipático lo que llevaba a Annette reaccionar de la misma forma.

Se levantó para tomar el libro que había tirado ridículamente al suelo y quedó mirando la tapa con algo de nostalgia, suspirando hondo, cuando sintió cómo la puerta se abría sin pedir ningún permiso, ella estaba de espaldas por lo que volteó por completo al sentir ruido. Qué sorpresa se llevó al notar que era él, sus miradas se volvieron a encontrar por unos segundos, lo que a ella le parecieron realmente minutos y notó también como se le acercaba de forma silenciosa, Annette no reaccionó ante nada y realmente pasaron largos minutos antes de darse cuenta que solo lo cubría una toalla, se quedó paralizada ¿en qué pensaba realmente él? Y acto seguido, una vez más, lo sintió sus labios sobre ella y debió retroceder un paso por la fuerza con la que él la besaba.

Soltó el libro y lo dejó caer nuevamente al suelo, esta vez no le importaba nada pues sabía que aquél día Kylliam si estaba totalmente consciente de todos sus actos ¿realmente jamás la había odiado? No entendía y no quería entender nada. Se abrazó a él lo más que pudo y cerró sus ojos dejándose llevar totalmente y lo besaba de la misma forma en que él lo hacía. Llevó una de sus manos hasta la nuca de él dándole a entender que no dejaría que se separara tan fácil, ahora no sería tan fácil excusarse sino que tendría que explicar la razón por la cuál había reaccionado así.
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Mensaje por Invitado Mar Jun 26, 2012 1:34 am

Estaba besando aquellos labios que muchos años atrás quería besar, debía estar loco, después de todo se supone que la odiaba y ella correspondía al mismo beso con la misma intensidad, con la misma necesidad, la misma pasión, era como si hubieran estado practicando, nacía, aquel modo de besar nacía, comenzaba a creer que aquellas ridículas enseñanzas sobre el destino, sobre el karma y el amor de las cuales vio pasajeramente cuando era joven y estudiante existían, si comenzaba a creerlo, entonces aquel rostro femenino, perfecto, esos labios carnosos que sabían a miel, esos ojos cargados de dolor, de pesadillas le pedían a gritos que la ayudaran, eso podían transmitirle esos sentimientos, esas ansias de querer retenerla entre sus brazos para no dejarla ir… ¿hasta que punto esos pensamientos eran aceptados en un hombre como él? Atrapado entre el tiempo y entre los deberes…

Aquel rostro femenino… sus ojos se fueron abriendo lentamente para deleitarse con la belleza natural de su acompañante, una ráfaga de viento que entraba por una de las ventanas causando que la piel chorreante de su abdomen se contrajera a causa del frio, gotas cristalinas brotaban de sus mechones de cabello castaño, recorriendo su espalda masculina, grande, algo tosca natural en un hombre, esas manos masculinas sobre los delicados hombros femeninos, podría lastimarla si lo quisiera la diferencia de sus cuerpos era notoria pero no, no era eso lo que quería hacer, no podía creer que era el quien estaba compartiendo ese beso entregándose a una cortesana, no, no era una cortesana, tampoco era la mujer de su padre ya, ese viejo había muerto ahora ya no tendría que compartir a la mujer de sus sueños… pero que idioteces piensas Kyllian, de golpe se separo de sus labios ante sus propios pensamientos.

- Será… será mejor que me vaya – sus ojos cerrados, la cabeza girando hacia otro lado, ¿Por qué no se quedaba? Tenía miedo, uno de sus miedos más grandes era enamorarse, perderse por una mujer que tal vez, solo veía en él un signo de pesos, ideas que claro, el no creía pero aprendía y repetía después de tantos años de golpes y grabados con sangre, todo se aprende a golpes… pero a su vez le era imposible alejarse de esos labios, tenían una cierta atracción hacia el volvía apoderarse de ellos saboreándolos… aprovechado, ¿Cuándo volvería a besar algo tan dulce como eso?... nunca. - Annie.. - trago saliva debia separarse de sus labios, debía salir de esa habitación o no podría salir más... ¿a quien queria convencer? si no era ella quien lo retenía era el mismo, quien se aferraba a ese menudo cuerpo y se apoderaba con más insistencia de esa boca tan tentativa - Annette - volvia a repetir ese nombre, pero su cuerpo no respondía necesitaba seguir besandola..
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Mensaje por Annette Lagarde Jue Ago 02, 2012 6:47 pm

Ella no había deseado nada en todo el tiempo en el que se había encontrado viviendo allí, es más, lo único que había querido es poder ser libre e irse de aquél espantoso lugar. Si en algún momento le hubiesen dicho que entre Kyllian y Annette pasaría algo, de seguro se habría reído con ganas sin creer ninguna palabra pero ahora ocurría lo contrario, ahí estaban…besándose con pasión y sin ganas de separarse ¿Qué estaba ocurriendo realmente? Annie jamás había llegado a la casa con aires de grandeza y mucho menos le interesaba el dinero de la familia, solo estaba ahí por mala fortuna y por extraños tratos que tenía el burdel con el Señor Boehm.

Y en ese momento la mente de Annie solo se preocupaba de besarlo y no dejarlo ir, hace tiempo que no se sentía tan bien, tan querida, aunque sonara un poco contradictorio decirlo pues hace poco, o mas bien la noche anterior, habían estado peleando. Las manos viajaban por toda la espalda desnuda de Kyllian mientras su respiración comenzaba a aumentar, se sentía realmente nerviosa y es que ¿en qué pensaba realmente él llegando así a su habitación? Sin tomar demasiado en cuenta que tan solo lo cubría una toalla, pero eso no era la preocupación de Ann, sino más bien quería entender que era lo que realmente sentían ambos por el otro.

Los besos eran tan llenos de necesidad, como si hubiese pasado demasiado tiempo sin verse y tenían el deber de recuperar el tiempo perdido, así se sentía pero claramente no era la situación. El cuerpo estaba bien tonificado, se sentía tan grande en comparación al de ella, notaba que si quisiera podría dañarla sin mayores problemas, pero aún así, sentía que él no sería capaz de hacer algo así. De apoco y sin mayor remordimiento se iba apegando más al cuerpo de él, ya lo hacía de una forma inconsciente más que voluntariamente, lo quería para él y que jamás se separara de su lado. Estaba a punto de volverse realmente loca pero unas palabras la trajeron de vuelta a la realidad.

De forma casi automática tomó ambas manos para darle a entender que no lo dejaría así como así, no ahora que por fin podían ser ambos sinceros con el otro, no ahora que por fin podían besarse sin tener que ocultarse o ponerse a la defensiva para demostrar cosas que no eran. Aún no se atrevía a abrir los ojos, le daba miedo de verlo irse, no quería…no quería y no lo permitiría
– No…no te vayas…- Susurró para que la escuchara, acercando el rostro al de él rozando apenas la mejilla con la de él, se apegó nuevamente a él suspirando, intentando controlarse pero no podía, por más que quería simplemente no podía. Tomó con ambas manos las mejillas de él y abrió los ojos, respiró hondamente y sonrió levemente - ¿Por qué piensas en irte si realmente no lo deseas? – Su voz era dulce y suave, mientras que sus ojos no se despegaban de los de él – No te vayas Kyllian…no te vayas…¿No crees que ya ha pasado suficiente tiempo controlándonos?...- Suspiró hondo, nerviosa por lo que decía ¿y si se equivocaba? - Estoy segura que no quieres separarte de mi…ni yo tampoco quiero que te separes de mi…por favor, no te vayas - Había comenzado a acercarse a su oído y había terminado por fin en susurrarle en él, mientras lo abrazaba sin dejarle alguna duda de que no quería que se fuera.

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Mensaje por Invitado Vie Ago 03, 2012 5:13 pm

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“no te vayas…” la simple petición que ella le había hecho, no le pedía otra cosa más que se quedara con ella ¿entonces por qué no lo hacía? Porque quería salir corriendo de esa habitación, porque era un cobarde, de esos que no le importaba herir con tal de proteger su podrido corazón ¿tenia uno en realidad?, comenzaba a creer que no era así, una simple petición, después de todo lo que esa bella mujer había pasado, de todas las torturas que había soportado… ¿Por qué no le cumplía un deseo tan simple? Permanecer a su lado.

No hablo en ningún momento, sintió ese cálido cuerpo amoldarse al propio en un abrazo, su voz aterciopelada entrando por su oído, sus brazos automáticamente rodearon la cintura de Annette atrayéndola así mismo, no te vayas repetía, pedía, suplicaba….- N- No – solo pudo repetir, aun cuando le había preguntado más cosas antes, aun cuando le había dicho muchas cosas, es que, ¿que podía contestar? Ella había acertado en todo, no se quería ir, tenía miedo de aceptar la realidad, siempre había luchado contra sus propios sentimientos, no podía amarla, ella le pertenecía a alguien más.

Busco la línea de su mandíbula los labios se paseaban por esta hasta su barbilla, no se atrevía a besarla de nuevo, no porque no quisiera, o lo necesitara, sino más bien, que su primer beso había sido demasiado posesivo, si, de cierto modo Kyllian había fantaseado un millón de veces con la idea de atraerla así mismo, de besarla, pero tenía miedo, era correspondido ¿entonces cual era el miedo?, todo aquello era nuevo para Kyllian, era un robot, estaba acostumbrado a un estilo de vida diferente sus sentimientos y pensamientos no importaban, como aquella cortesana que su trabajo era despertar en el, libido, deseo, lujuria, pero despertaba en él, además de eso… amor, cariño, necesidad, no sabía hasta que punto podía ser correcto aquello.

-No me voy… - al fin pudo completar una oración, una pequeña oración, pero no se había quedado completamente callado, su frente descansaba en la contraria, acariciando suavemente su mejilla al atreverse a subir una mano, el pulgar se paseaba por la piel tersa de su mejilla – Pero debería – y tenía razón, el aire nuevamente había entrado por la ventana abierta haciendo que una brisa contrajera su vientre, de a momentos veía el agua resbalar por sus brazos, movió inconscientemente la cabeza al sentir que el agua nublaba su vista recorriendo su propio rostro.

Pero aun así se quedo quieto con aquella mujer entre sus brazos, no queriendo soltarla, sintiéndose también, había nacido para tenerla así, cerró los ojos, por un momento se olvido de todo aquella circunstancia, una conversación en silencio de dos amantes, de dos personas que se querían, recordando todo lo que habían atravesado juntos, la primera vez que se vieron, las peleas constantes, las risas divertidas de su padre, los comentarios fuera de lugar, el beso de anoche, el beso de ahora… era momento de regresar a la realidad, no quería abrir los ojos y encontrarse solo en su habitación y ella a unos míseros pasos… - si abro los ojos ¿seguirás a mi lado? -
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Mensaje por Annette Lagarde Sáb Sep 01, 2012 3:57 pm

Annie no había solía sentir miedo puesto que, debido a todo lo que había pasado, ya se había acostumbrado de cierta manera que las cosas no salieran como ella quería, siempre era una desilusión tras otra y cuando creía que por fin las cosas mejorarían terminaban por empeorar, como había sucedido en el caso cuando el Señor Boehm había decidido cobrar “su parte” al burdel. En ese momento creyó que las cosas mejorarían ¡Se iría al fin de ese lugar! Pero ¿y para qué? Si bien tuvo que dejar de acostarse con miles de desconocidos, tuvo que prestarle sus servicios al peor de todos…

Y a pesar de haberlo pasado tan mal, a pesar de que con el hijo no se “llevaban del todo bien” a pesar de tantas cosas…ahí estaban ambos, la cortesana pidiéndole a un hijo de buen estrato social que no se fuera, sino que se quedara ahí junto a ella, tal vez era una tontería lo que estaba pidiendo pero lo sentía, era lo que realmente quería. Suspiró hondo al sentir sus manos alrededor de la cintura, todo contacto con él era nuevo para Annie, además, pocas eran las veces en las que la tocaban por sentimientos y no simple sexo. Eran muchas las cosas que a aquella mujer le atraían de él, pero siempre intentó hacerse la ciega y es que después de todo no podía hacer mucho más cuando el padre estaba vivo.

Cerró los ojos y se dejó llevar por los besos que él le brindaba, en ningún momento se había soltado a él, ni siquiera un poco, tenía miedo de que si llegaba a soltarlo él saldría corriendo como alma que se lleva el diablo y no lo podía permitir, no lo quería permitir. Escuchó sus palabras y sonrió levemente ¿de verdad no se iría? Sintió que casi al instante sus brazos se relajaron un poco, pero aún no estaría dispuesta a soltarlo. Se fijó en sus ojos y se perdió en ellos
- ¿Por qué deberías? Nadie nos puede molestar ni separar nosotros…a menos que sea nuestra propia consciencia la que se encargue de ello…- Con sus manos se atrevió a recorrer la espalda desnuda de Kyllian y sin quererlo su respiración comenzó a agitarse, analizando bien la situación empezó a ponerse nerviosa.

Abrió sus ojos para encontrarse con los de él, su mirada demostraba cierto temor a que todo esto fuera otra mentira más, otra trampa del destino para quedar cada vez peor, realmente esperaba que no fuera así. Alzó las manos para tomar las mejillas del hombre con suavidad, se acercó a él parándose en puntillas y luego lo besó con suavidad pero con necesidad. No quería separarse de él ni ahora ni nunca, quería que el tiempo se detuviera en ese mismo momento.

Estuvo unos momentos besándolo pero luego se separó, aún mantenía sus ojos cerrados luego del beso y apoyó su frente en la de él y suspiró hondo, ante su pregunta sonrió y acarició con suma suavidad la mejilla de él
– Estaré a tu lado siempre que abras los ojos, jamás me iré…a menos que seas tu quien me lo pide – Comentó en unos susurros, rozando su nariz con la de él. Esta vez no permitiría que se fuera de su lado, no ahora que por fin ambos podían ser sinceros con el otro.
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Mensaje por Invitado Jue Sep 06, 2012 10:34 am

Y si por si fuera poco el miedo que creciente de Kyllian parecía estar en una montaña rusa: con giros de momento, con curvas peligrosas, con elevadas precipitaciones, asi se sentía, su corazón taladrando dentro de su pecho con tal fuerza que dolía, su respiración agitada, su cabeza a punto de explotar buscando un razonamiento lógico, y es que no se lo veía, bien era cierto que sentía por la cortesana algo nuevo, algo que nunca antes había experimentado, eso le daba confort, aquel menudo cuerpo se acomodaba entre sus brazos con una elegancia y perfección que parecía que había nacido para estar ahí.

Pero de un momento a otro sus labios se vieron moviéndose con sincronía sobre los de ella, sus ojos que permanecían cerrados se rehusaban a abrirse, seguía teniendo miedo de que todo fuera una broma cruel, que despertara y su padre continuara con vida y tuviera que volver a verla como la señora Boehm, pero no su mujer, si no su madrastra, todo parecía tan complicado, la vida parecía divertirse mucho con la gente como él…

Se afirmo a su cintura para apegarla más a su torso, cuando ella le prometió que estaría a su lado, internamente el pequeño Kyllian se negaba a abrir los ojos, pero lentamente los fue abriendo y para su sorpresa ella seguía ahí, tan hermosa como siempre, sus ojos cansados y tristes tenían un poco de brillo, quería ser él, quien pusiera ese brillo sobre sus ojos ¿podría ser posible?, tragó saliva apretando su cuerpo contra el contrario nuevamente, sin ninguna duda, aunque aun se encontraba un poco mojado no le importó, con una mano en su nuca la atrajo de vuelta, atrapando entre los suyos esos labios que gritaban por ser besados ¿Cuáles tenían más ansias del otro?, ninguno, ambos tenían la misma sed, se notaba por la forma en que ambos se iban acoplando.

El silencio se hizo presente, solo se oían las respiraciones agitadas y faltas de aire, puesto que Kyllian apenas había permitido que ambas bocas se separaran para coger lo justo de aire, mientras las manos de ella que recorrían su espalda lo estaban volviendo loco, cuando alcanzó por tener un poco de fuerza de voluntad, la separó lo justo tomando sus manos entre las suyas para no cortar el nexo, en ese mundo perfecto que estaban creando juntos.

Kyllian se sentó en la cama atrayéndola asi mismo para que se sentara a su lado, y luego lentamente recostarla en la cama, el verdugo personal de Kyllian aparecía en su mente reprochando su conducta, recordándole a quien pertenecía esa mujer – no pertenece a nadie, es una mujer no una cosa – susurró en voz alta, pero sin percatarse de ello, estaba tan centrado en ella que no había notado nada.

Se recostó a un lado suyo, la toalla se había soltado un poco varios centímetros por debajo del vientre, volviendo a pasar su mano por la delicada mejilla de ella – no me voy a ir a ningún lado ni te pediré que te alejes de mi, mientras este sueño dure – añadió, al fin, rompiendo el silencio entre ambos - ¿de verdad sientes algo por mi? – no era que dudara de ella, al contrario dudaba de sí mismo, su autoestima estaba por debajo del promedio, no podía aceptar que una mujer tan perfecta se fijara en aquel hombre que lo único provechoso que había hecho era tal vez, haber dado unas monedas a algún gitano durante su camino al trabajo – Pídeme lo que quieras… yo te pertenezco a ti, no al revés
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