Haley Bellens

Nombre del Personaje:
(*)Haley Bellens

Edad:
(*)Aparentada: Alrededor de 20 o 22 años.
(*)Real: 39

Especie:
(*)Vampiro

Facción a la que pertenece:
(*)-x-

Tipo, Clase Social o Cargo:
(*)Clase alta

Orientación Sexual:
(*)Bisexual

Lugar de Origen:
(*)Bélgica

Habilidad/Poder:
(*)A parte de la agilidad sobrehumana y los sentidos agudizados que tiene ya de por si por naturaleza, los poderes desarrollados han sido poder volar, telepatía y sanación acelerada.

Descripción Física:

Spoiler:

(*)Haley posee un cabello tan oscuro que compite con el mismísimo azabache, sedoso, suave y a la altura de los hombros. Piel pálida como la nieve, suave y tersa, y, a la luz de las velas, tiene un toque brillante. Sus ojos son claros como los de todos los vampiros, pero hay algo que los caracteriza: Siempre tienen cierto toque risueño, alegre, y de alguna manera… vivo. Sus labios son carnosos, suaves y finos, al borde de una sonrisa la gran parte de las veces. En cuanto a estatura, es relativamente normal, ni muy alto ni muy bajo, simplemente de acuerdo a la edad de cuando le transformaron. Uñas largas en sus manos normales, con dedos finos, en los cuales no parece haber la fuerza de un vampiro, pues más bien destila algo de fragilidad. En cuanto a vestimenta, adora combinar colores oscuros (Sobretodo el negro) con colores llamativos (por ejemplo, el rojo), y siempre hay cierto aura de frescura a su alrededor.

Descripción Psicológica:
(*)A pesar de ser un vampiro, este muchacho todavía conserva una humanidad casi igual a la de los mortales corrientes. Puede deberse a que es un vampiro joven, que fue convertido apenas hace quince años atrás, o también pueden ayudar los hechos de su vida. Fuera como fuese, el caso es que él siente casi tanto como un humano, y las emociones que más suele mostrar son la alegría y la melancolía. No es un vampiro corriente, es muy sociable (no como la mayoría), y, a pesar de tener que alimentarse de la vida de otros para sobrevivir el mismo, siempre está dispuesto a ayudar. Gusta de ir a las fiestas (nocturnas, claro) que dan los de su clase para relacionarse con los demás, en busca de un compañero, pues si hay algo que lo mata por dentro es la soledad a la que ahora está descubierto (A pesar de que, a veces, la necesite para pensar claramente). Inteligente y ciertamente juguetón, todo esto para procurar olvidar al asesino que lleva dentro y que es necesario para poder alimentarse. Cuando bebe sangre de alguien, procura hacerlo de la forma más desapercibida e indolora posible, intentando no matar a la víctima. Esto último pocas veces lo ha conseguido, pues no es capaz de detenerse a tiempo debido a su falta de voluntad en esos momentos. Puede llegar a pasar días arrepintiéndose de haberse llevado una vida para poder seguir él con la suya, la culpabilidad es una de sus debilidades, sin embargo poco a poco va entendiendo lo que realmente es y que es lo único que puede hacer. Claro que, todo esto último está oculto tras esa sonrisa abierta y esos ojos expresivos y simpáticos.


Historia:
(*)La vida de Haley es, cuanto menos, curiosa y extraña. Sus inicios fueron realmente nefastos: Su madre quedó embarazada fuera del matrimonio y sin estar aparentemente con nadie, algo que ya era un escándalo para la familia. Sin embargo, no fue esto lo que llevó a la mujer a abandonarlo frente a un orfanato nada más nacer; Lo que le llevó a quedarse sin el seno de una cálida familia fue la predicción de una gitana, que afirmaba que el destino le tenía reservado al bebé un futuro oscuro, entre las tinieblas, con los seres de la noche. Antes que tener un hijo ilegítimo y además con tal maldición, prefería abandonarlo y no saber nunca más de él. Por supuesto, una carta avisaba al propietario del orfanato la maldición que acarreaba el chiquillo.

Los años pasaron y Haley era un gran blanco de mofas por parte de los demás muchachos. La predicción sobre su futuro se extendió rápidamente por el lugar y pocas personas eran las que se atrevían acercarse a él. Emma, la cocinera del lugar, Pierre, el profesor de música de Haley, y Philippe. De estas tres personas, la más importante en la historia del joven Bellens era, sin duda, Philippe Bellens.

Él era un hombre misterioso. Haley, desde que cumplió los ocho años, tenía la costumbre de escaparse por las noches y correr a unos hermosos y amplísimos parques que había a media hora de camino. Y aquella noche, a sus once años, no sería la excepción. Allí era dónde mejor se sentía, gustaba de llevarse un bloc de dibujo y dar rienda suelta a su imaginación. Adoraba dibujar y escribir, adoraba la suave brisa nocturna, adoraba los sonidos de la fauna y los olores con los que la flora lo deleiteaba, adoraba la luna alzada en el cielo, aquella noche en su máximo esplendor, reflejada en el lago que había justo enfrente del lugar donde él descansaba. No notó la alta, elegante e imponente figura a su lado hasta que su voz, varonil y con cierto toque de diversión y curiosidad, habló.

”-¿Qué haces aquí a estas horas, pequeño? ¿No sabes que es peligroso?-

El muchacho dio un respingo y se giró e incorporó rápidamente para ver al atractivo hombre de cabellos largos y rizados, cuyo color era de un dorado tostado precioso. Podía sentir la clara mirada atravesarle por completo, pero había algo tranquilizador en ella. Y más aún si estaba adornada con esa sonrisilla picaresca.

-S-Solo dibujaba, señor.-

-¿No sabes que no puedes estar aquí a estas horas? ¿Por qué crees que las puertas están cerradas?-

-…- Por supuesto que no desconocía el hecho de que estaba prohibido ir allí a tales horas, pero necesitaba estar allí. Eran los únicos momentos dónde las miradas inquisitivas, asustadas y burlonas no se posaban sobre él y cuchicheaban con total descaro. –Disculpe, señor, no quería molestarle. Ya me voy.-

-No molestabas, tranquilo. A mi no me importa lo más mínimo que estés aquí sin hacer nada malo, pero debes tener cuidado ¿Y si yo hubiese llegado a ser un ladrón, un secuestrador o algo peor?-

-Bueno.- El muchachillo se encogió de hombros, esbozando una sonrisa.- Pero no es el caso ¿Verdad? No hay de que preocuparse.-

-Vaya…- Quizás hubiese sido eso lo que atrajo la atención de Philippe aquella noche, o quizás hubiese sido otra cosa, pero algo le decía que esa respuesta le había resultado divertida. –En tal caso ¿Puedo hacerte compañía? Quizás así evitemos que algo malo pueda sucederte.-“

De esa manera empezó todo. Aquella noche hablaron de poco realmente: Simplemente fueron presentaciones. Por lo que le contó, aquel curioso hombre se llamaba Philippe Bellens, era propietario de varias empresas importantes de exportación e importación en Francia y estaría allí por tiempo indefinido debido a asuntos tanto familiares como de negocios. Él simplemente le dijo que su nombre era Haley y que vivía en el orfanato cercano a un colegio y a una de las orillas del río Oise, afluente del Sena.

Fue de aquella manera como comenzaron a verse todas las noches.

Cada día hablaban un poco más y más, hasta que Haley le cogió tanta confianza como para llegar a llamarle más de una vez “mejor amigo”. A Philippe esto le hacía gracia de algún modo, y procuraba escuchar y aconsejar al muchacho todo lo posible, o simplemente él igualmente llevaba algún bloc para dibujar y ambos daban rienda suelta a su imaginación. Más de un día hubo de consolarlo por las crueles burlas a las que era sometido, acurrucándolo gustoso en su regazo y dejando que se liberase todo lo que quisiese. Solo en esos momentos el pequeño se daba cuenta de que, a pesar de lo tremendamente fría que estaba la piel de aquel hombre, la calidez que le transmitía era única.

Siete meses más tarde, el 23 de Marzo, Philippe, conociendo el fanatismo del menor por la música, le regaló a Haley un violín por su cumpleaños. Fue tal la emoción del chico que incluso se echó a llorar de la alegría. A partir de entonces, todas las noches se llevaba el violín al enorme y esplendoroso parque para que Philippe le enseñase a tocar.

La llegada del chico con el violín no pasó desapercibida para el orfanato ¿Cómo había conseguido él algo de tanto valor? Emma fue la primera en preguntar. Haley hubo de mantenerse en silencio, ya que Bellens le había hecho prometer que no hablaría a nadie sobre él. Él solo pudo responder que era un regalo.

Las sospechas de que el menor era un ladrón y de que había conseguido el violín cometiendo actos impuros se extendieron con una velocidad vertiginosa. En cuestión de un par de meses ya incluso Emma y Pierre llegaron a sospechar de él, algo que hizo que el chico se sintiera como si el corazón se le desquebrajase. Pero ni así rompió su promesa, y no habló de Philippe.

El tema acabó llegando más lejos de lo que se pretendía, y una pandillita comenzó a burlarse de forma más que cruel de Haley, llegando a pasar finalmente a las manos (y a armas blancas, como una vara de metal) y terminando en el hospital por la tremenda paliza que le habían dado. Su única preocupación entonces era de cómo avisar a Philippe sobre su situación.

A la cuarta noche de estar en cama, la elegante figura de Bellens apareció repentinamente junto a su cama. Haley quiso explicarle lo ocurrido, pero notaba al mayor extraño, como si estuviese controlándose al ver la sangre de sus heridas.

”-Haley, perdóname.- Comenzó a decir Philippe, dando un suspiro para tranquilizarse mientras cogía una de las manos del menor. –No puedo estar aquí. No debo estar aquí. Pero te diré algo: Dentro de dos semanas partiré a Francia. Y quiero darte la oportunidad de venir conmigo. Esa noche yo mismo iré a buscarte a donde sea que te encuentres entonces y me dirás si quieres venir. Hasta entonces, no podremos vernos ¿De acuerdo? Aguanta. Eres fuerte, Haley, muy fuerte.-“

Philippe, ni nadie, podría imaginarse la felicidad y el alivio que sintió el muchacho al escuchar aquellas palabras. Era como si le estuviese adoptando, le estaba dando un hogar y la oportunidad de cambiar la miseria por la riqueza.

Y así fue. Catorce lunas más tarde el elegante hombre fue a buscar al chico, ya casi totalmente recuperado, y partieron rápidamente a Francia. Allí toda su vida dio un vuelco: La Mansión de Bellens era enorme y elegante hasta límites inimaginables, exquisita en todos los sentidos. Haley se instaló en la habitación indicada por el mayor, lujosa como las demás. Ropa de calidad fue confeccionada para él, aprendió a comportarse como si de alguien de la realeza se tratase, tenía los mejores profesores… Todo era perfecto. Lo único extraño para el muchacho era que nunca veía comer a Phlippe, él simplemente se sentaba a su lado cuando cenaba. Jamás lo vio en algún momento del día en el que no se hubiese puesto el Sol. Pero no le importaba en absoluto. Era su mejor amigo, era su padre, y le dio la mejor vida que jamás pudo tener.

El chico fue creciendo y forjando un carácter divertido, alegre, juguetón y simpático, acorde con el de Bellens, de que heredó gustoso el apellido. Con sus ya diecinueve años cumplidos era un joven apuesto, elegante, que disfrutaba gratamente de la compañía de los demás. Philippe ya le tenía tanta confianza como para mandarle a representarle a diferentes reuniones de las diversas empresas que tenía. Eran uña y carne, asistían juntos a todas las celebraciones de la alta nobleza. Era consciente de los rumores que a veces atormentaban a su querido amigo: Más de uno aseguraba que era un ser de la noche, un vampiro. Pero, siendo sinceros, lo que Philippe fuera a él no le importaba, e incluso bromeaba con el mayor alegando que nunca envejecía y hablando de sus extrañas costumbres. Fuera el ser que fuese, le había tratado mejor que nadie. Y comenzaba a sentir por él más que amistad.

Cuando lo veía irse con alguna mujer (o con algún hombre, Philippe no se cortaba ni un pelo), comenzaba a sentir una amarga sensación en el pecho. Y lo mismo le ocurría al rubio al verlo ir, igualmente, con alguna mujer o un hombre. Una noche, los dos hablando tranquilamente en los jardines de la mansión Bellens, simplemente ocurrió la magia y comenzaron una relación más allá de la amistad.

Todo era perfecto para Haley, años enteros de pura felicidad, era maravilloso. Pero aquello no era eterno.

Una grave enfermedad azotó la zona, y el menor fue contagiado. Altas fiebres lo hacían delirar, el dolor era horrible y sentía que iba a morir en cuestión de días. Y Philippe lo sabía. Por ello, agarrando con firmeza su mano y susurrándole un suave “te quiero” al oído, clavó sus colmillos en su cuello y luego le dio a beber de su propia sangre. Sabía que lo estaba condenando, pero era mucho más doloroso verle morir.

De esa manera, Haley pasó a convertirse en vampiro. Al principio era extraño, veía el mundo de otra manera, y no se acostumbraba para nada a “cazar humanos”. Philippe le dijo que, con el tiempo, sería un hábito normal, y que no debía guardar culpabilidad alguna en su interior, pues era la ley del más fuerte: O cazas o eres el cazado. Al menos tenía algo más que un compañero a su lado en tan duros momentos. Así que los años pasaron de la manera más “normal” posible.

Era una noche normal de caza cuando ocurrió la tragedia. Haley bebía la sangre de una de sus víctimas cuando un cazador lo descubrió, y no era moco de pavo aquel hombre. Estuvo a punto de llevarse su vida, si no fuera porque Philippe entró en juego y le defendió… muriendo en aquel momento. Haley entró en tal estado de ira que, cuando se dio cuenta, el cuerpo del cazador solo era una gran cantidad de sangre y carne.

La muerte de su amado lo deprimió y hundió en la tristeza de una forma incomprensible para la mente humana. Fue la peor época de su vida, se volvió despiadado y cruel durante un tiempo, y gustoso salía a matar cazadores, intentando apagar aquella tristeza en su interior.

Una noche, simplemente, caminando por las calles en busca de alguna presa, tropezó con un niño. En aquel entonces le daba igual matarlo, así que lo llevó con él a un lugar apartado. Y justo cuando fue a morderle, el recuerdo de aquellas noches con su Philippe cuando aún era un crío le asaltaron, liberando al chico y comprendiendo que no sería aquella la vida eterna que su amado habría deseado para él. Esa no era la persona que el de cabellos dorados se había enamorado, y, conociéndole, viéndole así lo odiaría.

Con el paso del tiempo consiguió cambiar y volver a ser “él”, sonriendo, procurando ser alguien de quién Philippe estaría orgulloso. Solo había una cosa por arreglar: Esa soledad que lo atormentaba. Pero esperaba encontrar un compañero pronto… El mundo es muy grande ¿No? Y alguien, ahí fuera, le estaría esperando.

Datos Extras:
(*) Gusta de tocar el violín, dibujar y escribir en su tiempo libre.
(*) Prefiere los hombres antes que las mujeres (Pero obviamente no tiene nada en contra de ellas).
(*) Tiene un anillo plateado en el anular de la mano derecha, uno de los tantos regalos de Philippe.
(*) Ha cogido la costumbre de dormir en el ataúd de Philippe en vez de en el suyo.

PD: Si hay algún problema con el físico, gustosa estaré de cambiarlo. He visto que el personaje que lo usaba, Edgar Braud, está inactivo, y por eso he querido cogerlo. Pero, repito, si hay algún problema, modificaré la ficha.