AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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-¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
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-¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
La falta de dinero para pagar la renta del tercer piso en el cual llevaba más de cuatro años viviendo comenzaba a ser un problema alarmante, porque para él no todos los problemas merecían su atención o consternación, no como aquel comenzaba a hacerlo. Sus posesiones se comenzaba a reducir ante la necesidad de conseguir francos para el alquiler, la comida y todos los demás bienes que no solían caer del cielo ni crecer de arboles. En efecto, la posibilidad de quedarse sin vivienda en los próximos días comenzaba a ser un terror latente, solo ahora que resultaba obvia su partida comenzaba a percatarse del cariño que le tenía al lugar. Cosa extraña en alguien que ha decidido no encariñarse más.
Sabía a la perfección las baldosas que necesitaban ser cambiadas por el crujido que producían, las partes de la pared por donde el gélido aire invernal se adentraba congelando su habitación. Había aprendido a cuidar de la madera del balcón para que un día de aquellos no fuese a caer y golpear a algún transeúnte sin piedad. La manera en que debía limpiar entre los estantes y los puntos clave en que se escondían las alimañas eran datos que había logrado recabar después de intentos fallidos e historias graciosas que no solía contar. En las esquinas de la habitación, además, si escuchaba con atención le parecía oír voces del pasado que aclamaban su atención “Traje una sandia para el calor” “Me he comprado vestidos” y un sinfín de frases más resonaban una y otra vez materializando entre demencia y anhelo a quienes le habían dado vida a las palabras que ahora le atormentaban.
Suspiro, estrechando su espalda sobre la corteza del denso árbol bajo el cual yacía agobiado, acariciando una raíz que salía de entre la tierra con pronunciada obviedad. Sus visitas a aquel lugar no eran tantas como solían ser, cuando pintaba a gusto y disposición cuadros que permanecían con el algunos años hasta que alguna pobre alma se apiadaba y decidía comprarlos. Meneó la cabeza mesándose los cabellos repasando en su lista de posibles trabajos alguno que pudiese realizar, cualquiera para seguir en lo que nunca se había atrevido a llamar hogar. Y ahora no se le ocurría de que otra manera describirlo –Demoni- masculló, arrancando una ramilla de una flor cercana y lanzándola lejos de él.
Su visión era la digna para un humano y la luna en el firmamento aquella noche no alumbraba en demasía, su mente se sentía a gusto entre la obscuridad aunque sabía con claridad lo que en ella aguardaba. Y quizás era aquel anhelo de encontrarse con lo desconocido lo que le llevo a aquel lugar “Si de sueños vivieras te quedarías aguardando milagros” vocifero en su interior una vocecilla que prefería ignorar, arrumbar en aquella esquina donde iban a dar todos los pensamientos inservibles, como aquella voz -¿Crees en los cuentos de ultratumba? – se pregunto a si mismo de modo audible y no pudo evitar sonreír ante la ironía.
Sabía a la perfección las baldosas que necesitaban ser cambiadas por el crujido que producían, las partes de la pared por donde el gélido aire invernal se adentraba congelando su habitación. Había aprendido a cuidar de la madera del balcón para que un día de aquellos no fuese a caer y golpear a algún transeúnte sin piedad. La manera en que debía limpiar entre los estantes y los puntos clave en que se escondían las alimañas eran datos que había logrado recabar después de intentos fallidos e historias graciosas que no solía contar. En las esquinas de la habitación, además, si escuchaba con atención le parecía oír voces del pasado que aclamaban su atención “Traje una sandia para el calor” “Me he comprado vestidos” y un sinfín de frases más resonaban una y otra vez materializando entre demencia y anhelo a quienes le habían dado vida a las palabras que ahora le atormentaban.
Suspiro, estrechando su espalda sobre la corteza del denso árbol bajo el cual yacía agobiado, acariciando una raíz que salía de entre la tierra con pronunciada obviedad. Sus visitas a aquel lugar no eran tantas como solían ser, cuando pintaba a gusto y disposición cuadros que permanecían con el algunos años hasta que alguna pobre alma se apiadaba y decidía comprarlos. Meneó la cabeza mesándose los cabellos repasando en su lista de posibles trabajos alguno que pudiese realizar, cualquiera para seguir en lo que nunca se había atrevido a llamar hogar. Y ahora no se le ocurría de que otra manera describirlo –Demoni- masculló, arrancando una ramilla de una flor cercana y lanzándola lejos de él.
Su visión era la digna para un humano y la luna en el firmamento aquella noche no alumbraba en demasía, su mente se sentía a gusto entre la obscuridad aunque sabía con claridad lo que en ella aguardaba. Y quizás era aquel anhelo de encontrarse con lo desconocido lo que le llevo a aquel lugar “Si de sueños vivieras te quedarías aguardando milagros” vocifero en su interior una vocecilla que prefería ignorar, arrumbar en aquella esquina donde iban a dar todos los pensamientos inservibles, como aquella voz -¿Crees en los cuentos de ultratumba? – se pregunto a si mismo de modo audible y no pudo evitar sonreír ante la ironía.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: -¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
Había sido una noche agitada de caza. Yo, en mi estado maldito, no pensé que podrían surgirme tantos problemas al ser confundido con un animal de fauna. Ya me había separado del grupo, yo no era como los demás lobos que seguían al lado de la manada. Desde siempre yo, iba a estar en mi independencia, pensando en estar solo, pues ya alguien no me dejaba entrar en el estado de compañía.
¿Qué más daba otros mil años o pocos más en la soledad? No se estaba tan mal solo, sin compañía, pero a veces te volvía un poco loco. Solo, viendo las noches al pie del balcón, pensando en que te depararía el futuro. Las estrellas eran las únicas las cuales sabían de todo. Las inmortales sobre nosotros. Aquellas que si existieran podrían darse a conocer o no. Caminaba por los bosques, pase por riachuelos de poca profundidad, descanse un segundo. Por el costado de pecho, goteaba sangre carmesí. Estaba débil a cada tiempo, no supe cuantas horas me quedaban por vivir.
Esto era diferente al campamento. Esto me encantaba saber por como tiraría mi destino. Algunas veces he sido curioso, otras veces no, pero las que sí, he estado pensando en que pasaría si hiciera esto, o lo otro. Nunca sabría el porqué de porque no podríamos saber el futuro. Era un misterio. Si querías saber el futuro, tendrías que moverte hacia un campamento gitano o a un circo, pero mis patas peludas de pelo, me llevaban hacia donde el camino de los bosques se iban anchando poco a poco, dejándome ver a lo lejos el cuerpo de un joven, sentado, mirando hacia al frente.
En un paso que me quise acercar, solamente caí al suelo por el tope de mis fuerzas. Había alcanzado el máximo, dejando aparte mi piel peluda para después verme con medio cuerpo humano, con medio cuerpo lobuno. El pelo oscuro fue abandonando mi cuerpo dejándome desnudo como dios me había traído al mundo. Nada y hacía frío.
-.....-Bien intentaba hablar pero la herida me hacía estragos contra mis esfuerzos. No por pereza, no porque sentía la brisa del viento nocturno rozar mi desnuda piel, no. Jadeaba poco a poco, sintiendo el frio instalándose a través de mi piel sobre mi estructura ósea. Estaba con las piernas en posición fetal-Aghh.....-Ese gemido salió involuntario mientras intentaba parar la sangre por donde salía de la herida que tenia. Era divertido ver la muerte a tan solo un abrir y cerrar de ojos. Sonreía, veía aquella noche en la que conocí a Valentín. Aquella noche en la que leía un libro en la biblioteca antes de que mi cuerpo lo solicitase la guerra.
Todos eran vagos recuerdos que solo se difuminaban-¿Quién apago la luz?-No veía apenas nada. Me habría atrapado la muerte al fin y me había dejado vivo para desquiciarme o quizás asombrándome de ello.
¿Qué más daba otros mil años o pocos más en la soledad? No se estaba tan mal solo, sin compañía, pero a veces te volvía un poco loco. Solo, viendo las noches al pie del balcón, pensando en que te depararía el futuro. Las estrellas eran las únicas las cuales sabían de todo. Las inmortales sobre nosotros. Aquellas que si existieran podrían darse a conocer o no. Caminaba por los bosques, pase por riachuelos de poca profundidad, descanse un segundo. Por el costado de pecho, goteaba sangre carmesí. Estaba débil a cada tiempo, no supe cuantas horas me quedaban por vivir.
Esto era diferente al campamento. Esto me encantaba saber por como tiraría mi destino. Algunas veces he sido curioso, otras veces no, pero las que sí, he estado pensando en que pasaría si hiciera esto, o lo otro. Nunca sabría el porqué de porque no podríamos saber el futuro. Era un misterio. Si querías saber el futuro, tendrías que moverte hacia un campamento gitano o a un circo, pero mis patas peludas de pelo, me llevaban hacia donde el camino de los bosques se iban anchando poco a poco, dejándome ver a lo lejos el cuerpo de un joven, sentado, mirando hacia al frente.
En un paso que me quise acercar, solamente caí al suelo por el tope de mis fuerzas. Había alcanzado el máximo, dejando aparte mi piel peluda para después verme con medio cuerpo humano, con medio cuerpo lobuno. El pelo oscuro fue abandonando mi cuerpo dejándome desnudo como dios me había traído al mundo. Nada y hacía frío.
-.....-Bien intentaba hablar pero la herida me hacía estragos contra mis esfuerzos. No por pereza, no porque sentía la brisa del viento nocturno rozar mi desnuda piel, no. Jadeaba poco a poco, sintiendo el frio instalándose a través de mi piel sobre mi estructura ósea. Estaba con las piernas en posición fetal-Aghh.....-Ese gemido salió involuntario mientras intentaba parar la sangre por donde salía de la herida que tenia. Era divertido ver la muerte a tan solo un abrir y cerrar de ojos. Sonreía, veía aquella noche en la que conocí a Valentín. Aquella noche en la que leía un libro en la biblioteca antes de que mi cuerpo lo solicitase la guerra.
Todos eran vagos recuerdos que solo se difuminaban-¿Quién apago la luz?-No veía apenas nada. Me habría atrapado la muerte al fin y me había dejado vivo para desquiciarme o quizás asombrándome de ello.
Björk- Licántropo Clase Alta
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Re: -¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
La sensación que le invadió al observar en la cercanía aquel peludo e inmenso cuerpo borro con vertiginosidad la sonrisa antes expuesta en su rostro y por reflejo mismo sus manos viajaron frenéticas a sostener la invisible herida en su vientre. Aquella misma que había aparecido una noche similar ante el enfrentamiento con un ser como aquel, las garras como navajas habían trozado su piel con una facilidad que ahora le abrumaba y recordó con claridad el incidente, los golpes, traqueteos y blasfemias que había escuchado en aquella ocasión y la casi gloriosa y heroica manera en que un vampiro le había salvado. Ahora, aquel vampiro no estaba con él.
Abundantia parecía haberle otorgado un instante de buena fortuna, el lupino comenzó a decaer, un paso que le dejo postrado varios metros más allá conforme adquiría la imagen de un igual a excepción de aquella falta de vestimenta que si en antaño le hubiese ruborizado ahora no hacía sino resultarle igual. Su espalda se estrechaba contra la corteza como si intentase traspasar el objeto, o por lo menos así había sido cuando el animal había comenzado a emerger de entre la obscuridad. Ahora, sin embargo, se encontraba levantándose de su lugar para avanzar algunos celosos pasos en dirección de aquel cuerpo inerte de hombre a sus pies. Nunca antes había visto algo igual.
Enarcó una ceja acuclillándose frente a él, examinando su cuerpo para determinar la causa concreta de su transformación –Siempre ha estado apagada- le contesto con una tranquilidad que le pasmo ¿Debería acerarse con tanto sosiego a un ser que podría exterminarle sin titubear? Malsana curiosidad que le orillaba a la muerte segura, quizás no en aquella ocasión pero algo le decía que no fallecería en una cama por vejez sino en un incidente por indagación de aquella que en lo absoluto debería preocuparle –Dudo que te encuentres bien- sonrió, anonadado con su capacidad intelectual y por igual con su nivel de ironia. Desprendió de sus hombros el abrigo que portaba para protegerse del frio, y con el mismo cubrió el cuerpo desnudo del joven frente a él, joven en apariencia pues podía asegurar que rebasaba su propia edad.
El destello de los ríos de escarlata que corrían por su cuerpo le llevaron directo al manantial, la herida que de no tratar con rapidez terminaría drenándole la sangre en su totalidad ¿Los vampiros gustaban de la sangre de lobo? Suponía que no, de lo contrario alguno hubiese acudido ya a alimentarse de un animal herido. Cuestiones básicas en la supervivencia y la selección natural -¿Crees poder caminar?- el cuestionamiento no demostró ninguna preocupación. La primera idea que acudió a su cabeza fue llevarle con Erkki, claro, no le veía desde aquella ocasión en el tren y comprendía que no le haría gracia verlo sin que supiese nada de a quien había tomado por pupilo. Además, siempre había guardado cierto odio y recelo hacia él, no le sorprendería si al verlo se abalanzaba directo sobre su cuello. La idea se desecho.
-No soy médico pero la herida no parece tan difícil de remediar- y con lo poco que la luna le permitía observar aquel era su análisis, aunque el hombre parecía estar a punto de desfallecer –Si te desmayas no planeo llevarte conmigo, así que mejor será que sigas despierto y pienses una solución- dictaminó ¿Cómo diablos sanaban los licántropos? “Si le plantas un poco de plata en la herida te puedes olvidar del problema” lo razono y aunque era tentador no se atrevió a llevarlo a cabo.
Abundantia parecía haberle otorgado un instante de buena fortuna, el lupino comenzó a decaer, un paso que le dejo postrado varios metros más allá conforme adquiría la imagen de un igual a excepción de aquella falta de vestimenta que si en antaño le hubiese ruborizado ahora no hacía sino resultarle igual. Su espalda se estrechaba contra la corteza como si intentase traspasar el objeto, o por lo menos así había sido cuando el animal había comenzado a emerger de entre la obscuridad. Ahora, sin embargo, se encontraba levantándose de su lugar para avanzar algunos celosos pasos en dirección de aquel cuerpo inerte de hombre a sus pies. Nunca antes había visto algo igual.
Enarcó una ceja acuclillándose frente a él, examinando su cuerpo para determinar la causa concreta de su transformación –Siempre ha estado apagada- le contesto con una tranquilidad que le pasmo ¿Debería acerarse con tanto sosiego a un ser que podría exterminarle sin titubear? Malsana curiosidad que le orillaba a la muerte segura, quizás no en aquella ocasión pero algo le decía que no fallecería en una cama por vejez sino en un incidente por indagación de aquella que en lo absoluto debería preocuparle –Dudo que te encuentres bien- sonrió, anonadado con su capacidad intelectual y por igual con su nivel de ironia. Desprendió de sus hombros el abrigo que portaba para protegerse del frio, y con el mismo cubrió el cuerpo desnudo del joven frente a él, joven en apariencia pues podía asegurar que rebasaba su propia edad.
El destello de los ríos de escarlata que corrían por su cuerpo le llevaron directo al manantial, la herida que de no tratar con rapidez terminaría drenándole la sangre en su totalidad ¿Los vampiros gustaban de la sangre de lobo? Suponía que no, de lo contrario alguno hubiese acudido ya a alimentarse de un animal herido. Cuestiones básicas en la supervivencia y la selección natural -¿Crees poder caminar?- el cuestionamiento no demostró ninguna preocupación. La primera idea que acudió a su cabeza fue llevarle con Erkki, claro, no le veía desde aquella ocasión en el tren y comprendía que no le haría gracia verlo sin que supiese nada de a quien había tomado por pupilo. Además, siempre había guardado cierto odio y recelo hacia él, no le sorprendería si al verlo se abalanzaba directo sobre su cuello. La idea se desecho.
-No soy médico pero la herida no parece tan difícil de remediar- y con lo poco que la luna le permitía observar aquel era su análisis, aunque el hombre parecía estar a punto de desfallecer –Si te desmayas no planeo llevarte conmigo, así que mejor será que sigas despierto y pienses una solución- dictaminó ¿Cómo diablos sanaban los licántropos? “Si le plantas un poco de plata en la herida te puedes olvidar del problema” lo razono y aunque era tentador no se atrevió a llevarlo a cabo.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: -¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
¿No hablaría en serio? No podía moverme, me había tapado con el abrigo que agarre para poder cubrir mejor mi cuerpo y así mirarlo apoyando mi codo en la hierba, mirándole con cierto desdén-...¿tan amargado estas que no quieres cuidar a un enfermo?-Dije sin importarme la reacción ajena, me importaba poco. Estaba medianamente enfermo. En la herida que tenia, parecía tener una especie de escozor que no abandonaba mi cuerpo. De cualquier modo aferre bien la tela sobre mi cuerpo con cuidado de no enseñar demasiado y finalmente ponérmelo mientras me sentaba a la vez en el césped de aquel bosquejo.
Las estrellas no eran invitadas a este evento. Miraba al joven con cierto estudio mientras le miraba de arriba abajo. Intente levantarme sin mirar al joven a la cara para después ver que ahora había un pequeño animal, cerca de nosotros-Oh...pobre, se habrá perdido...-Solo desvié la mirada para levantarme y caer de nuevo al suelo, llenándome de tierra. Bien odiaba esta situación humillante, me sujete a la corteza del árbol que se levantaba sobre el suelo, en el que me hacía de apoyo mientras yo me quería poner de pie.
-¿Me ayudas...-No lo diría-...por...favor?-Al final lo dije. Era incorregible y sabría que me quedaría en el suelo, o en el tronco apoyándome para que no pudiera caer al suelo. Caminaba-Déjalo, me voy, gracias por el abrigo...-Al menos tenia cobijo del frio con una pieza de ropa que abrigaba mi piel. Ahora suspiraba atentamente hacia el suelo. Levante mi mirada hacia arriba para después mirar hacia atrás por encima del hombro-No deberías estar aquí....-Fui caminando mientras devolvía mi mirada hacia delante. Podría tener fuerza, podría ser un licántropo, pero estaba herido y no llegaría a mi pequeño mesón o a mi pequeña mansión de esta manera.
Como anteriormente, hace días cuando recibí una escueta paliza por unos matones, volvía a toser. Me pare un momento para dedicarme a toser por un rato a tragar saliva, cojeando y de nuevo al suelo de tierra que formaba un camino hacia disiparse a lo lejos en sombras-Mmm...Tendría que poder andar, todo esto es tú culpa...Beliath...-Me dije en una pequeña recriminación hacia mí mismo-....No mas panecillos de carne por las mañanas...-murmuraba intentando levantarme, sudando, notaba la humedad en la piel de la frente. ¿Sería el final? Solo esperaba que no.
Las estrellas no eran invitadas a este evento. Miraba al joven con cierto estudio mientras le miraba de arriba abajo. Intente levantarme sin mirar al joven a la cara para después ver que ahora había un pequeño animal, cerca de nosotros-Oh...pobre, se habrá perdido...-Solo desvié la mirada para levantarme y caer de nuevo al suelo, llenándome de tierra. Bien odiaba esta situación humillante, me sujete a la corteza del árbol que se levantaba sobre el suelo, en el que me hacía de apoyo mientras yo me quería poner de pie.
-¿Me ayudas...-No lo diría-...por...favor?-Al final lo dije. Era incorregible y sabría que me quedaría en el suelo, o en el tronco apoyándome para que no pudiera caer al suelo. Caminaba-Déjalo, me voy, gracias por el abrigo...-Al menos tenia cobijo del frio con una pieza de ropa que abrigaba mi piel. Ahora suspiraba atentamente hacia el suelo. Levante mi mirada hacia arriba para después mirar hacia atrás por encima del hombro-No deberías estar aquí....-Fui caminando mientras devolvía mi mirada hacia delante. Podría tener fuerza, podría ser un licántropo, pero estaba herido y no llegaría a mi pequeño mesón o a mi pequeña mansión de esta manera.
Como anteriormente, hace días cuando recibí una escueta paliza por unos matones, volvía a toser. Me pare un momento para dedicarme a toser por un rato a tragar saliva, cojeando y de nuevo al suelo de tierra que formaba un camino hacia disiparse a lo lejos en sombras-Mmm...Tendría que poder andar, todo esto es tú culpa...Beliath...-Me dije en una pequeña recriminación hacia mí mismo-....No mas panecillos de carne por las mañanas...-murmuraba intentando levantarme, sudando, notaba la humedad en la piel de la frente. ¿Sería el final? Solo esperaba que no.
Björk- Licántropo Clase Alta
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Re: -¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
-Lamentablemente no exudo caridad- respondió, con la ceja tan crispada que solo un diminuto surco entre ceja y ceja las lograba separar. Si tan amargado estuviese no se hubiese siquiera dignado a acercarse y otorgarle su abrigo, le habría dado lo mismo si moría primero de frio o desangrado por la herida. Si tan amargado estuviese se habría levantado de su lugar solo para pasar a un lado de él ignorado por completo su agonía, porque si a él nadie le había ayudado él a nadie debía ayudar, y por más que aquella frase se mecía por sus pensamientos liviana le era imposible no hacer algo al respecto. De tal manera que, pese a las críticas del hombre podía asegurar que no estaba lo suficientemente amargado como para dejar a alguien con el Caronte pagado.
Pedía ayuda y luego se la auto negaba. Se quedo en su lugar aguardando, escuchando lo que el joven le decía sin demasiado afán ¿Qué no debía estar ahí? –Creo que en estos momentos podría decirte lo mismo- fallecer en medio de la inmensidad, rodeado por árboles, arbustos y animales no le parecía ni de lejos la mejor manera de perecer. Nadie sabría jamás que habría ocurrido con él, serviría de abono para las plantas, comida para los carnívoros y vivienda de larvas y gusanos. Absorto en sus pensamientos tardo algunos segundos en caer en cuenta de la asidua tos de que el hombre era presa en aquellos instantes. Acunado en un manto de obscuridad que las copas frondosas le otorgaban.
Bufó audiblemente comenzando a andar con paso más bien rezagado hasta el joven lupino que más parecía arrastrarse que caminar –Te llevare hasta tu vivienda- le explicó a sus espaldas, ubicándose a un lado de él. No le resultaría mayor esfuerzo llevarlo sobre la espalda hasta donde el hombre pudiese ordenar una curación, sabía de ante mano que la mayoría de aquellos seres conocían de ámbitos de la medicina o poseían un doctor a quien debelándole sus secretos le impedían hablar al respecto. Un doctor al cual acudir cuando en noches como aquellas las heridas abundaban, no podían asistir con un cualquiera que pudiese hablar y condenarlos a la hoguera al comprender su situación.
Se apresuro algunos pasos hasta quedar frente a él, con los brazos listos para recibir sus piernas y su espalda como apoyo para su cuerpo. Y aquella escena le recordó tanto a una anterior, que distaba de aquel día dos años y poco más, dos años desde que su estadía en París había comenzado a cambiar y se preguntaba a viva voz si estaba mejor antes en su ceguera o ahora con la comprensión de aquellos seres que dominaban el mundo nocturno en su totalidad. Ningún humano podía soñar con poseer tanta agilidad, resistencia y sapiencia, por una vida no alcanzaba para desarrollar lo que vampiros y licántropos tenían siglos para comprender.
-Mientras más tardes peor te pondrás- pronunció al aire sin voltearle a ver, aguardando se sujetara a su espalda. Flexiono sus rodillas para perder altura.
Pedía ayuda y luego se la auto negaba. Se quedo en su lugar aguardando, escuchando lo que el joven le decía sin demasiado afán ¿Qué no debía estar ahí? –Creo que en estos momentos podría decirte lo mismo- fallecer en medio de la inmensidad, rodeado por árboles, arbustos y animales no le parecía ni de lejos la mejor manera de perecer. Nadie sabría jamás que habría ocurrido con él, serviría de abono para las plantas, comida para los carnívoros y vivienda de larvas y gusanos. Absorto en sus pensamientos tardo algunos segundos en caer en cuenta de la asidua tos de que el hombre era presa en aquellos instantes. Acunado en un manto de obscuridad que las copas frondosas le otorgaban.
Bufó audiblemente comenzando a andar con paso más bien rezagado hasta el joven lupino que más parecía arrastrarse que caminar –Te llevare hasta tu vivienda- le explicó a sus espaldas, ubicándose a un lado de él. No le resultaría mayor esfuerzo llevarlo sobre la espalda hasta donde el hombre pudiese ordenar una curación, sabía de ante mano que la mayoría de aquellos seres conocían de ámbitos de la medicina o poseían un doctor a quien debelándole sus secretos le impedían hablar al respecto. Un doctor al cual acudir cuando en noches como aquellas las heridas abundaban, no podían asistir con un cualquiera que pudiese hablar y condenarlos a la hoguera al comprender su situación.
Se apresuro algunos pasos hasta quedar frente a él, con los brazos listos para recibir sus piernas y su espalda como apoyo para su cuerpo. Y aquella escena le recordó tanto a una anterior, que distaba de aquel día dos años y poco más, dos años desde que su estadía en París había comenzado a cambiar y se preguntaba a viva voz si estaba mejor antes en su ceguera o ahora con la comprensión de aquellos seres que dominaban el mundo nocturno en su totalidad. Ningún humano podía soñar con poseer tanta agilidad, resistencia y sapiencia, por una vida no alcanzaba para desarrollar lo que vampiros y licántropos tenían siglos para comprender.
-Mientras más tardes peor te pondrás- pronunció al aire sin voltearle a ver, aguardando se sujetara a su espalda. Flexiono sus rodillas para perder altura.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: -¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
Podria decirse que estaba a punto de fallecer en el suelo, pero que gracias a mis pies consegui sostenerme en la espalda que me ofrecia aquel muchacho. Me agarre con fuerza, me mantuve sobre el apoyo que me ofrecia. La luna era fria y solitaria que me habian mandado a un extraño amable para que pudiera descansar y que me ofreciera cobijo del frio. No sabía que pensar, o que hacer. Valentin, sabia que era mio o que debia de recuperarlo. Queria tenerlo a mi lado en este instante, que fuera él quien me diera apoyo. Tenía ganas de dejarme caer sin mas en el suelo de tierra, quería demostrar que con lo poco que me quedaba, tenia para seguir adelante, pero parecía que esa noche no era la que me sonreiría ampliamente.
-Oye gracias por molestarte tanto...-Mis palabras eran vagas en sentimiento pero firmes en pronunciacion. Podría estar herido físicamente y mentalmente, pero curioso, podía seguir adelante con cierta torpeza-...En unos kilometros se encuentra...mi casa...-Había encontrado una pequeña y modesta casa en mitad del bosque. Habia estado abandonada por decadas y me acople a esa casa para mi uso personal. La decore con el poco sentido decorativo que tenía, la puse a mi gusto y al menos me sentia como en casa. Solo que estando lejos de Rusia, no era lo mismo.
No más poder de voluntad tenia en mis manos. Me estaba cansando de todo, parecia que la noche estaba tiernamente aun levantandose para verme y quedarse ahi quieta. Me agarre un poco mas fuerte al joven que me ayudaba. Esperaba que no me tirase al suelo, mas bien me ofreci yo mismo a ello. Que de tonterias se dice cuando estás mal herido. Uno por el dolor, te hace decir cosas que jamas pensabas decir, al igual que cuando eres sonambulo y hablas solo por tu habitación. Por suerte no era de ese modo. No era sonámbulo ni hablaba en sueños.
-No te conozco, pero....espero que me puedas responder a esta pregunta..-Lami los labios. Ahora me asaltó la pregunta de que si en realidad el hombre sabía elegir bien su camino en el ámbito del amor. No eramos expertos como las mujeres, no teniamos sintomas que nos avisaran de tener un sexto sentido, solamente, pense en que el hombre podria estar haciendolo mal-...¿Sabes si los hombres hacen mal las busquedas en el....amor?-La pregunta me salió con dificultad, pretendia que no se notase mucho, pero la curiosidad hizo que me diera lo mismo.
-Oye gracias por molestarte tanto...-Mis palabras eran vagas en sentimiento pero firmes en pronunciacion. Podría estar herido físicamente y mentalmente, pero curioso, podía seguir adelante con cierta torpeza-...En unos kilometros se encuentra...mi casa...-Había encontrado una pequeña y modesta casa en mitad del bosque. Habia estado abandonada por decadas y me acople a esa casa para mi uso personal. La decore con el poco sentido decorativo que tenía, la puse a mi gusto y al menos me sentia como en casa. Solo que estando lejos de Rusia, no era lo mismo.
No más poder de voluntad tenia en mis manos. Me estaba cansando de todo, parecia que la noche estaba tiernamente aun levantandose para verme y quedarse ahi quieta. Me agarre un poco mas fuerte al joven que me ayudaba. Esperaba que no me tirase al suelo, mas bien me ofreci yo mismo a ello. Que de tonterias se dice cuando estás mal herido. Uno por el dolor, te hace decir cosas que jamas pensabas decir, al igual que cuando eres sonambulo y hablas solo por tu habitación. Por suerte no era de ese modo. No era sonámbulo ni hablaba en sueños.
-No te conozco, pero....espero que me puedas responder a esta pregunta..-Lami los labios. Ahora me asaltó la pregunta de que si en realidad el hombre sabía elegir bien su camino en el ámbito del amor. No eramos expertos como las mujeres, no teniamos sintomas que nos avisaran de tener un sexto sentido, solamente, pense en que el hombre podria estar haciendolo mal-...¿Sabes si los hombres hacen mal las busquedas en el....amor?-La pregunta me salió con dificultad, pretendia que no se notase mucho, pero la curiosidad hizo que me diera lo mismo.
Björk- Licántropo Clase Alta
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Re: -¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
Molestarse, el adjetivo le parecía impropio para las acciones que llevaba a cabo, cualquiera podría asegurar que su actuar era más bien producto de una insatisfacción interior algo que era mucho más grande que el lupino y que él mismo, algo que radicaba en sus adentros y le impedía vivir en paz. Sus palabras no sonaron como un agradecimiento sino como cualquiera otra oración, pronunciadas por mera educación ante un hombre que, literalmente, cargaba con el. Aunque habría de confesar que no le resultaba excesivamente cansado ni molesto llevarlo a cuestas, sujetándole por las piernas para no dejarlo caer, ignorando su desnudez y la humedad que comenzaba a sentir en su espalda producto de la herida. Una camisa que no serviría otra vez y se quedaba ahora con menos de media docena de ellas.
-¿Es esa la cuestión que deseas conocer cuando estas muriendo?- y aunque el joven no podía verle su gesto radiaba desentendimiento. Cualquiera persona en su sano juicio estaría rogando a los dioses y los cielos que no le dejase morir, pensaría en sus seres queridos y en sus amados, en todas aquellas personas a quienes podría no llegar a ver otra vez. El hombre, sin embargo, le cuestionaba sobre la búsqueda del amor y fue en aquel momento, entre pensamientos y reflexiones que lo comprendió, quizás el lupino estaba pensando en efecto en la persona que amaba o que, no sabía si amaba.
-Creo que el amor no ha de buscarse- razonó, bufando sonoramente mientras trastabillaba a causa de una raíz, unos pasos en falso y un equilibrio que desconocía poseer le dejaron nuevamente sobre el camino plano –Creo que cualquier persona que lo busque está mal, porque es de esas cosas que llegan sin previo aviso- de pronto se olvido que hablaba con un moribundo –No toca a la puerta, no pide una invitación, no entra penosamente- forzaba la ventana, exigía su lugar y como un vorágine entraba violentamente. Meneo la cabeza perdido en ensoñaciones, en un pasado y un futuro que no creía posibles.
-Pero si tan curiosos estas será mejor que sigas despierto para que tú mismo lo logres responder- comprendía, que cada persona era una historia diferentes quizás la del lupino poseía un mejor final.
-¿Es esa la cuestión que deseas conocer cuando estas muriendo?- y aunque el joven no podía verle su gesto radiaba desentendimiento. Cualquiera persona en su sano juicio estaría rogando a los dioses y los cielos que no le dejase morir, pensaría en sus seres queridos y en sus amados, en todas aquellas personas a quienes podría no llegar a ver otra vez. El hombre, sin embargo, le cuestionaba sobre la búsqueda del amor y fue en aquel momento, entre pensamientos y reflexiones que lo comprendió, quizás el lupino estaba pensando en efecto en la persona que amaba o que, no sabía si amaba.
-Creo que el amor no ha de buscarse- razonó, bufando sonoramente mientras trastabillaba a causa de una raíz, unos pasos en falso y un equilibrio que desconocía poseer le dejaron nuevamente sobre el camino plano –Creo que cualquier persona que lo busque está mal, porque es de esas cosas que llegan sin previo aviso- de pronto se olvido que hablaba con un moribundo –No toca a la puerta, no pide una invitación, no entra penosamente- forzaba la ventana, exigía su lugar y como un vorágine entraba violentamente. Meneo la cabeza perdido en ensoñaciones, en un pasado y un futuro que no creía posibles.
-Pero si tan curiosos estas será mejor que sigas despierto para que tú mismo lo logres responder- comprendía, que cada persona era una historia diferentes quizás la del lupino poseía un mejor final.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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Re: -¿Crees en los cuentos de ultratumba? [Björk]
La desdicha es algo que entiendo por mi pasado y que por el futuro me tiende a estar solo. Gracias a este joven me ayudo a ver las cosas más claras-Tienes razón...-Parecía que habíamos llegado a una especie de casa en mitad del bosque, no había nadie y seguramente sería del chico- ¿Es tuya esa casa?-Dije con curiosidad, podría haber sonado algo afeminado pero espero que no. Solamente sentía la herida cerrarse, dejando una cicatriz. Me sostuve mejor del cuello ajeno, intentando no ahogarlo para que pudiera quedarse sin aire, pero agarrándome lentamente, apegándome más al cuerpo cubierto por ropas.
Estuvo andando un buen rato.
La casa había estado a varios metros de distancia, la había visto de lejos, mostrándose pequeña para después verse de madera y de un tamaño cutre y pequeño. En cierto modo, me recordaba a la de la anciana aquella que le faltaba un tornillo, en la que tuve que quitar la vida para defender la vida de Valentín. Suspiré en breves, dejando mi cuerpo, cansado por todo lo sucedido sobre el cuerpo del joven. Debería de estar siendo una carga demasiado pesada para él, era extraño lo que sentía, pero solo quería tener de amistad a Valentín. No había nadie más que me comprendiera mejor que él.
-¿Cómo te llamas?-No quería simpatizar con el de primeras pero me estaba ayudando a sobrellevar este peso, desnudo y me dio cobijo al frio con el abrigo que echo por mi cuerpo entonces bueno, no sé si querría o no, me daba igual, lo haría de todos modos-Me llamo Bjork...Es un placer...-Dije con cierta educación. ¿Sentía que estaba sonriendo? No lo sé, pero me sostuve con más fuerza- ¿Qué noche no?
Lamento muchísimo el retraso >.<
Estuvo andando un buen rato.
La casa había estado a varios metros de distancia, la había visto de lejos, mostrándose pequeña para después verse de madera y de un tamaño cutre y pequeño. En cierto modo, me recordaba a la de la anciana aquella que le faltaba un tornillo, en la que tuve que quitar la vida para defender la vida de Valentín. Suspiré en breves, dejando mi cuerpo, cansado por todo lo sucedido sobre el cuerpo del joven. Debería de estar siendo una carga demasiado pesada para él, era extraño lo que sentía, pero solo quería tener de amistad a Valentín. No había nadie más que me comprendiera mejor que él.
-¿Cómo te llamas?-No quería simpatizar con el de primeras pero me estaba ayudando a sobrellevar este peso, desnudo y me dio cobijo al frio con el abrigo que echo por mi cuerpo entonces bueno, no sé si querría o no, me daba igual, lo haría de todos modos-Me llamo Bjork...Es un placer...-Dije con cierta educación. ¿Sentía que estaba sonriendo? No lo sé, pero me sostuve con más fuerza- ¿Qué noche no?
Lamento muchísimo el retraso >.<
Björk- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/04/2012
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