AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
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Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
“Solo un beso y estaré enganchado en su fuego, sus llamas me rodean en este momento, mientras vemos como iluminan el cielo…”
Cada segundo contaba, cada segundo se cuenta cuando tu contrincante es un ser que tenía más fuerza que tú, que podría desgarrarte de un solo mordisco entonces es cuando tienes que ser más listo, instinto contra inteligencia, los ojos cerrados oyendo el sonido del lago que se encontraba detrás de mí, estábamos en una zona despejada, detrás de nosotros se visualizaba claramente el bosque cubierto de pinos, probablemente era el lugar donde esperaba esconderse ¿qué por qué no lo ataque teniéndolo frente de mí? Por qué no me gustaba que las cosas fueran fáciles ¿qué chiste tenía cazarlo si se quedaba indefenso frente a mí, lanzó un par de cuchillos hacia el frente, volaban cortando el viento, la perfección y la limpieza de sus cortes en la ropa del vampiro, cerré los ojos de nuevo cuando lo oí gruñir, eso no podía hacerle nada, pero era solo una probada de lo que haría con él conforme esta lucha avanzará, lo oyó correr a velocidad vampírica por él bosque pero eso no hizo que moviera mis pies, tardé un par de segundos antes de echar a correr por aquel sendero que voy abriendo entre los árboles, se que mi velocidad es nada comparado con lo que aquel ser puede correr y aun así, no me detiene, de oreja a oreja la sonrisa que se forma en mi rostro es indescriptible, me cuelgo de los árboles, buscando el modo de poder alcanzar aquel ser, en los oídos podía oír el flujo sanguíneo correr, las aves y todas esas criaturas que habitaban en el bosque corrían intentando esquivarnos a ambos, mis cuchillos seguían saliendo volando en dirección a aquel vampiro, clavándose a su paso en algún árbol cercano, no había tiempo para detenerse y no me faltaban armas bajo aquel abrigo, mi cuerpo estaba cubierto de ellos, de todas las armas, esa era mi favorita.
La noche que nos cobijaba hacía difícil la visualización, había aprendido a ser más cuidadoso a mi oído que a mi vista, pues esta podía ser engañosa, estaba seguro que más atrás había visto otra sombra “otro más que se une a la diversión”, tal vez una pareja de aquel vampiro, bueno, entonces aquella noche no iba a terminar tan pronto como esperaba, paré un segundo, después de todo era humano, un segundo de aliento, permaneciendo inmóvil, el bosque había quedado en calma, “mierda, mierda” pensaba una y otra vez “se te ha escapado ¿y por qué? Por qué …” ni dio tiempo para contestarse así mismo cuando volvió a visualizar aquella sombra, pero esta vez un perfume entro por sus fosas nasales, hizo una mueca de sorpresa… tenía razón era una mujer, pero no estaba segura si era una vampira, no, sus movimientos eran agiles pero los suficientemente torpes como los suyos… ¿otra cazadora?.
- Pero qué demonios… - mis pensamientos fueron interrumpidos por aquel vampiro que estaba cazando cayéndome encima, causando que mi cabeza chocara contra el suelo, por un segundo me sentí atontado, me costó todavía un par de segundos antes darme cuenta de que aquella distracción pudo haberme causado la muerte y me odie por haber descuidado, con algo de fuerza intente apartarlo de mí, un forcejeo había iniciado pero él que ríe al último ríe mejor y yo no era de los que les gustaba perder… puesto que perder en aquellas circunstancias era la muerte… en vida o simplemente el fin.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
Estaba paseándose entre aquellos lugares, siendo recién llegada aun le costaba asumir ciertas misiones, Zac Belial era quien cubría la mayoría y ella solo era como ‘un detective en cubierto’ que con esos encantos lograba seducir, sacar información, hacer que el más estúpido de los hombres soltara lo que ella deseaba escuchar, sin embargo esos deseos se disiparon cuando cayo en la realidad. Había estado persiguiendo a cierto vampiro, ese hijo de puta, ¡un no muerto!, que había osado a poner los colmillos sobre su blanco y terso cuello, no tomo su sangre pero si que había intentado algo, sino fuera con Zac aquella noche ella había muerto, odiaba ser tan débil.
Le siguió el rastro, tan silenciosamente como si se tratara de una sombra, como si aquellos deseos de venganza pareciera acoso, pues justo ahora que estaba sola llevaría al fin su plan, camino por aquellas zonas residenciales esperando a que ese hombre saliera a que aquel vampiro por fin despertara, sino lo había matado de día era porque gustaba de la acción, la noche peculiarmente estaba algo pesada el clima de verano era el más caluroso, aquellas copas de los arboles meciéndose con el fuerte viento de la noche, el sonido ayudaría a sus pasos a ser más serenos más silenciosos.
Poco a poco le observo era difícil cuando esos seres se ponían a levitar por los aires, cuando corrían con esa velocidad, ella era una indefensa a su lado y sin embargo siguió adelante, le había perdido el rastro, se introdujo a el bosque, cuidando de que sus pasos fueran los más silenciosos, pero -¡Maldita sea! –Susurro al estar horas buscándole y sabía que estaba ahí, algo en su instinto se lo decía, la ballesta en su brazo comenzaba hacerse más pesada, era delicada a cierto punto pero llevaba horas, cuidándose las espaldas a los lados y por supuesto la cabeza.
Se maldijo casi cuando tropezó con una rama que sobresalía del suelo, esa oscuridad era tan abrumadora y el miedo se apoderaba de ella por momentos, poco a poco se fue reincorporando, dejando de nuevo dicha arma en su espalda, sacando ahora otras, maniobraba con ellas al tenerlas en las manos pero entonces escucho algo, ruidos, una pelea y eso le atrajo era como una pequeña melodía en su cabeza, como si se embelesara por momentos, y observo, era un hombre cuyos dotes masculinos no estaba tan mal.
El viento era frío, el aroma a sangre se podía respirar y Arielle lo visualizo ese maldito vampiro estaba ahí, sabía que el humano se había jactado de la presencia de ella, malditos olores a flores con los que se bañaba, eso delataba a cualquiera y se quedo presenciado tras un árbol, aquel encuentro, fortuito, lleno de adrenalina, pero ¡Maldita sea!, por andar viéndola él cayo al suelo, ella salió se su escondite, saco la ballesta y se apoyó en sus talones al estar casi contra el suelo… -¡No te muevas, no te muevas! –decía despacito para incrustarle la estaca, pero sin matar al humano… Y soltó el arma, dándole directo al corazón.
Estuvo a milímetros de atravesar el pecho de aquel hombre, menos mal sus cálculos visuales no estaban pero la porquería de vampiro se desintegro frente a ellos, ella cayo al suelo quedándose con las piernas abiertas y viendo con expectación aquello, apoyando las manos sobre la ballesta que aun estaba sobre sus piernas, vaya adrenalina le había matado y observo a ese hombre alternadamente de las cenizas…-Lo siento, sino te hubiera ayudado estarías muerto –Murmuro acomodando el arma en su espalda levantándose de un brinco. –Bueno, adiós –Se dio la media vuelta acomodando la gabardina, para salir del lugar, ese hombre parecía demasiado estúpido.
Le siguió el rastro, tan silenciosamente como si se tratara de una sombra, como si aquellos deseos de venganza pareciera acoso, pues justo ahora que estaba sola llevaría al fin su plan, camino por aquellas zonas residenciales esperando a que ese hombre saliera a que aquel vampiro por fin despertara, sino lo había matado de día era porque gustaba de la acción, la noche peculiarmente estaba algo pesada el clima de verano era el más caluroso, aquellas copas de los arboles meciéndose con el fuerte viento de la noche, el sonido ayudaría a sus pasos a ser más serenos más silenciosos.
Poco a poco le observo era difícil cuando esos seres se ponían a levitar por los aires, cuando corrían con esa velocidad, ella era una indefensa a su lado y sin embargo siguió adelante, le había perdido el rastro, se introdujo a el bosque, cuidando de que sus pasos fueran los más silenciosos, pero -¡Maldita sea! –Susurro al estar horas buscándole y sabía que estaba ahí, algo en su instinto se lo decía, la ballesta en su brazo comenzaba hacerse más pesada, era delicada a cierto punto pero llevaba horas, cuidándose las espaldas a los lados y por supuesto la cabeza.
Se maldijo casi cuando tropezó con una rama que sobresalía del suelo, esa oscuridad era tan abrumadora y el miedo se apoderaba de ella por momentos, poco a poco se fue reincorporando, dejando de nuevo dicha arma en su espalda, sacando ahora otras, maniobraba con ellas al tenerlas en las manos pero entonces escucho algo, ruidos, una pelea y eso le atrajo era como una pequeña melodía en su cabeza, como si se embelesara por momentos, y observo, era un hombre cuyos dotes masculinos no estaba tan mal.
El viento era frío, el aroma a sangre se podía respirar y Arielle lo visualizo ese maldito vampiro estaba ahí, sabía que el humano se había jactado de la presencia de ella, malditos olores a flores con los que se bañaba, eso delataba a cualquiera y se quedo presenciado tras un árbol, aquel encuentro, fortuito, lleno de adrenalina, pero ¡Maldita sea!, por andar viéndola él cayo al suelo, ella salió se su escondite, saco la ballesta y se apoyó en sus talones al estar casi contra el suelo… -¡No te muevas, no te muevas! –decía despacito para incrustarle la estaca, pero sin matar al humano… Y soltó el arma, dándole directo al corazón.
Estuvo a milímetros de atravesar el pecho de aquel hombre, menos mal sus cálculos visuales no estaban pero la porquería de vampiro se desintegro frente a ellos, ella cayo al suelo quedándose con las piernas abiertas y viendo con expectación aquello, apoyando las manos sobre la ballesta que aun estaba sobre sus piernas, vaya adrenalina le había matado y observo a ese hombre alternadamente de las cenizas…-Lo siento, sino te hubiera ayudado estarías muerto –Murmuro acomodando el arma en su espalda levantándose de un brinco. –Bueno, adiós –Se dio la media vuelta acomodando la gabardina, para salir del lugar, ese hombre parecía demasiado estúpido.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
El golpe había causado que mirara algo borroso, ¿y como mantenía el conocimiento? Tal vez la adrenalina que corría por su cuerpo, un gemido de dolor había salido de mi propia boca cuando el vampiro que sobre de mi había lastimado parte de mis costillas, buscaba una forma de sacar una estaca para enterrarla en su corazón, pero mis manos se dedicaban a quitarle acceso a mi cuello, malditos chupasangre, todo sería mucho más fácil sin ellos, no era momento de ponerse a odiarlos mentalmente, siempre me regañaba cuando mi mente divagaba en los momentos menos apropiados.
Entonces como había pensado se trataba de una cazadora, giré el rostro hacía donde provenía la voz, pero aun así no distinguía de donde salía, podría haber estado para justo a un lado mío y no hubiera podido mirarla, peor error que había cometido, al girar mi rostro le había dado el espacio justo para morder mi cuello, la fuerza que ejercía para tenerme apresado era mucho mayor que la mía “no te muevas, no te muevas” se oía de aquella voz melodiosa y cantarina – ¡claro!, ¡lo hago a propósito , ya sabes estamos jugando! - con sarcasmo grite, esperando que no me matara cuando pude visualizar la ballesta, cerré los ojos, con el corazón en los oídos, por un momento simplemente oía el correr de mi sangre a una velocidad sorprendente, maravillosa adrenalina, ahora un gemido de dolor que no era mío, el peso sobre en mi cuerpo se había desvanecido, cenizas habían cubierto parte de mi rostro, comencé a toser cuando trague un poco, levantándome de golpe, recargando el pecho de mi cuerpo en un brazo, quería quitarme aquellas cenizas, vaya que había estado cerca habia sentido algo punzante rozar apenas mi cuerpo, pero ningún rasguño al menos no algo que no pudiera ser capaz de curar.
- No te estoy recriminando que me ayudaras ¿o si?, gracias por eso – aun seguía con los ojos cerrados limpiando todo rastro de ese ser asqueroso, cuando gire el rostro hacía la procedente de aquella voz tan femenina, seductora, y su dueña era exactamente así: tenía un rostro de ángel, un cuerpo de diosa, nunca antes había visto tal perfección en una mujer y eso si, sin duda había visto muchas pero aquella mujer tenía algo especial, tal vez el hecho de que cargara una ballesta la hacia más hermosa a mis ojos, no podía estar seguro, ahora que la calma había vuelto y mis ojos se habían encontrado con el cielo, si eso, su cielo personal, no le gusto mucho la idea de que se fuera sin siquiera conocer su nombre - ¿adiós? Espera, espera ¿cómo que adiós?, deberías dejarme por lo menos agradecerte lo que has hecho por mi – “aunque no tendrías que haberme ayudado si desde un principio no me hubieras distraído de este modo” pensó, pero no era momento de ponerse borde ni nada por él estilo. - Ni siquiera me has dicho tu nombre, ¿cómo puedes decir adiós asi de simple?
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
¡Hombre tenía que ser ese idiota!, suspiro sintiendo que el aire le pegaba en el rostro de manera sutil, era algo que le gustaba, pero cuando escucho su voz se detuvo en seco, casi con ganas de golpearle, era tan estúpido, justo ahora se recriminaba no haber disparado, sin que le importara si mataba a ese humano o no, escucho el sonido de la tranquilidad por un momento, no se había dignado a voltear, pero es que esa actitud le crispaba los nervios –Ojala no te hubiera ayudado –Murmuro casi para si misma, llevándose una mano a la sien y buscando la mirada del hombre solo para empezar a retroceder encogiéndose de hombros, como si con ese gesto pudiese decir mucho.
Empezó a reírse de esa manera sarcástica, como si es hombre quisiera algo más allá que agradecer y que decir su carácter era así de filoso, suspiro y se detuvo por un momento, -¿Agradecerme? –Pensó casi frunciendo el ceño, burlándose por lo bajo, como preparando lo que haría -¿De que manera?, ¿Llevándome a la cama, intentado besarme y no sé que más?, la mejor manera de agradecerme es que dejes de ser tan idiota para que cualquier ‘cosita’ –enfatizo –Te distraiga, eso supongo no te lo habrán enseñado, pues aprende, porque claro te juegas tu vida al estar enfrentándote a seres como esos –Se dio la media vuelta y empezó a caminar de manera rápida, pronto saldría a la ciudad o eso quería pensar.
Le enfermaba estar ahí con ese tipo de personas –Por cierto mi nombre es Marina –Le grito cuando ya estaba bastante alejada, debía admitir dos cosas, una que ese tipo era atractivo y dos que era demasiado idiota, que si le seguía entonces ella tendría la culpa de eso pero de alguna manera ver su carita de asustado durante el enfrentamiento no tenía precio, cerrando así los ojos como el cobarde que era, esos cazadores independientes siempre se metían en problemas a falta de un buen entrenamiento, por ahora tampoco es que su carácter le llevara a mucho. Pero escucho unos pasos tras de ella, efectivamente era él, - Ahora ¿Qué quieres, no te ha bastado con tener tu culo a salvo? -No le volteo a ver pero ese olor a tierra mojada, ese olor a macho que ese cazador poseía era difícil de olvidar.
¿Podría divertirse con él?, llevarlo a la cama y enseñarle que es el sexo y la pasión, pero por ahora no, su libido como la adrenalina en su sangre estaban en calma, no había nada mejor que un vampiro dándole duro, ese hombre no llevaría el ritmo que ella busca, por un momento se le quedo viendo fijamente haciendo una mueca con los labios.
Empezó a reírse de esa manera sarcástica, como si es hombre quisiera algo más allá que agradecer y que decir su carácter era así de filoso, suspiro y se detuvo por un momento, -¿Agradecerme? –Pensó casi frunciendo el ceño, burlándose por lo bajo, como preparando lo que haría -¿De que manera?, ¿Llevándome a la cama, intentado besarme y no sé que más?, la mejor manera de agradecerme es que dejes de ser tan idiota para que cualquier ‘cosita’ –enfatizo –Te distraiga, eso supongo no te lo habrán enseñado, pues aprende, porque claro te juegas tu vida al estar enfrentándote a seres como esos –Se dio la media vuelta y empezó a caminar de manera rápida, pronto saldría a la ciudad o eso quería pensar.
Le enfermaba estar ahí con ese tipo de personas –Por cierto mi nombre es Marina –Le grito cuando ya estaba bastante alejada, debía admitir dos cosas, una que ese tipo era atractivo y dos que era demasiado idiota, que si le seguía entonces ella tendría la culpa de eso pero de alguna manera ver su carita de asustado durante el enfrentamiento no tenía precio, cerrando así los ojos como el cobarde que era, esos cazadores independientes siempre se metían en problemas a falta de un buen entrenamiento, por ahora tampoco es que su carácter le llevara a mucho. Pero escucho unos pasos tras de ella, efectivamente era él, - Ahora ¿Qué quieres, no te ha bastado con tener tu culo a salvo? -No le volteo a ver pero ese olor a tierra mojada, ese olor a macho que ese cazador poseía era difícil de olvidar.
¿Podría divertirse con él?, llevarlo a la cama y enseñarle que es el sexo y la pasión, pero por ahora no, su libido como la adrenalina en su sangre estaban en calma, no había nada mejor que un vampiro dándole duro, ese hombre no llevaría el ritmo que ella busca, por un momento se le quedo viendo fijamente haciendo una mueca con los labios.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
“Belleza y carácter” ¿qué más podría pedir a la altura del partido? Estaba completamente seguro de que no encontraría mujer como esa en un millón de años, ¿cazadora o inquisidora?, ¿edad? ¿color favorito? ¿¡ como mierda se iniciaba una platica con una mujer así!?, y peor aun donde estaba ese Deker seductor, el que era capaz de llevarse a la cama a cualquiera con una simple sonrisa… claro, escondido como un crío puesto que esta mujer no era para simplemente llevártela a la cama, sus palabras sus dulces palabras… en vez de causar un efecto de repele, de tal vez enojo causaban lo contrario “vaya si que serás idiota Deker”, seguramente tendría en mi rostro una cara de imbécil seducido por esa voz cantarina de sirena, ¿alguna comparación mejor? No la tenía. – claro, son gajes del oficio, no puedo hacer nada para enmendar mi propio error que podría causarme la muerte pero por suerte estabas tu para ayudarme, entonces tal vez aquel error fue lo mejor que pude haber cometido – sinceridad, ante todo, mis palabras fluían, aunque pareciera un estúpido intento por cortejarla, me estaba costando trabajo, vaya que me estaba costando, no sabía como empezar ni como convencerla “¿convencerla? Deker la acabas de conocer”
Se fue, la miraba alejarse y me habia quedado ahí como idiota mirando aquella mujer el aroma de las flores alejarse con cada movimiento de cadera, difícilmente olvidaría ese olor, todo le recordaría a ella… vaya si que se estaba pasando de cursi en sus pensamientos – Marina… - y mis labios dejaron salir su nombre en un susurro, aferrándome al nombre, para que no se me olvidara jamás, no podría olvidarlo aunque quisiera, entonces como fuerza de atracción seguí el olor, la sirena.
“ Ahora ¿Qué quieres, no te ha bastado con tener tu culo a salvo?” pare justo detrás de ella pero solo podía apreciar su cabello oscuro caer por su espalda, su figura… ¿habia un rincón de ella que no fuera tan perfecto? Debajo de esa ropa seguro se encontraría con él paraíso entero.. a la mierda el cielo, podría esperar por él ahora mismo - Mi nombre es Deker – una leve esperanza por invitarla a tomar algo, aunque seguro que terminaría en el suelo con una flecha entre las cejas… si esa clase de mujer que no olvidarías nunca – me gustaría invitarte una copa, tal vez o simplemente enseñarme a usar eso – señale hacia la ballesta, cual quier poción era buena con tal de pasar un rato con ella… si Deker estaba enamorado
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
Justo ahora se enfrentaba con aquel ser, un hombre más en su vida, uno más que pretendía llevarla a la cama fuera como fuera podía ver en los ojos de él aquella chispa, ese deseo, después de todo pensaba con el pene antes que con el cerebro, dejo que sus comisuras formaran una sonrisa demasiado sarcástica al escucharle, se detuvo en seco, solo porque le divertían aquellas reacciones de parte del otro, ese sentido de la picardía, del coqueteo, vaya que debía aprender a controlarse, agradecida debería de estar al saber que tenía tantos hombres como deseaba bajo sus pies. – Oh, claro, claro, este error ha hecho que ahora ‘conozcas al amor de tu vida’ –También era sincera con ese toque sarcástico, pero esas palabras le hicieron a ella decirlo de esa manera, ¿No era lo que él trataba de decirle?, vaya estupidez, como si ella se fuera enamorar justo en el campo de batalla de alguien así, debía conseguir una mejor excusa y palabras para dirigirse a ella.
-Deker –Algo seca y golpeada, no tenía por qué ser dulce con ello, sin embargo ese nombre tenia aquel deseo de fortaleza, ese nombre era fuerte pero el portador todo un imbécil, a leguas se notaba que era uno de esos cazadores que hacen justicia con su propia mano, ¿cómo es que los llamaban?, Independientes, pero este parecía haber perdido el camino en algún turbio momento. –Así que cegado por la belleza, colmado de sentimientos, no puedo creer que ya se te ven los destellos de enamorado por las pupilas –Susurró acercándose, solo viendo el perfil de él, no, no estaba mal, pero era idiota, si que lo era y eso era el colmo de alguien tan ‘atractivo’.
Una copa, un momento a solas para emborracharse, terminar en la cama con resaca sin saber exactamente que paso y verle recostado aun lado, darle un tierno beso después del sexo, verlo despertar y que la refugie en sus brazos después de eso, pero no, no, Arielle no era de esas enarco una ceja –Claro que puedo enseñarte, solo ten cuidado porque puede darte en el corazón –Señalo apenas apuntando con el dedo, llamándole para que le siguiera, no lo iba a ‘entrenar’ en un lugar como ese, lo llevaría no lejos, pero tampoco cerca, solo se encargaría de jugar un rato.
-Deker –Algo seca y golpeada, no tenía por qué ser dulce con ello, sin embargo ese nombre tenia aquel deseo de fortaleza, ese nombre era fuerte pero el portador todo un imbécil, a leguas se notaba que era uno de esos cazadores que hacen justicia con su propia mano, ¿cómo es que los llamaban?, Independientes, pero este parecía haber perdido el camino en algún turbio momento. –Así que cegado por la belleza, colmado de sentimientos, no puedo creer que ya se te ven los destellos de enamorado por las pupilas –Susurró acercándose, solo viendo el perfil de él, no, no estaba mal, pero era idiota, si que lo era y eso era el colmo de alguien tan ‘atractivo’.
Una copa, un momento a solas para emborracharse, terminar en la cama con resaca sin saber exactamente que paso y verle recostado aun lado, darle un tierno beso después del sexo, verlo despertar y que la refugie en sus brazos después de eso, pero no, no, Arielle no era de esas enarco una ceja –Claro que puedo enseñarte, solo ten cuidado porque puede darte en el corazón –Señalo apenas apuntando con el dedo, llamándole para que le siguiera, no lo iba a ‘entrenar’ en un lugar como ese, lo llevaría no lejos, pero tampoco cerca, solo se encargaría de jugar un rato.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
Bueno tampoco es para tanto, no puedes enamorarte tan fácilmente – dije sonriendo fingidamente, pero jamás se había dado bien hacer aquello, seguramente se daría cuenta y más porque mis mejillas se tornaron un tanto rojizas… lo último que me faltaba, ahora era demasiado penoso, ¿lo encontraría lindo? ¿estaría riéndose de mí? Nunca me había importado lo que la gente pensara sobre mi, pero cuando se trataba de ella claro que si…
La seguí como perro fiel, detrás de ella en todo momento, me había referido a ella como una sirena, y es que ese efecto causaba en mi, completamente idiotizado por su voz, sus ojos perfectos, claro que estaba enamorado, lo sabía era la primera vez que una mujer asi llamaba mi atención, había aprendido más por escarmiento que por experiencia que la perfección no existía, ¿entonces? Había estado ciego todo este tiempo, claro que quería despertar con ella en la misma cama, ambos acurrucados cerca del otro, aspirando ese aroma a flores todos los días de su vida, pero aun era muy pronto… demasiado pronto, ella no lo aceptaría ni en un millón de años, seguramente estaba acostumbrada que hombres de todas las edades quisieran llevársela a la cama y aquel estúpido cazador le ofrecía la vida a su lado a las pocas horas de verla, que digo horas si tenían a lo mucho media hora que había cruzado palabra seguramente ella estaría muerta de risa a mi costa, si, hasta yo me burlaba de mi mismo.
Caminamos por el bosque, adentrándonos en aquel lugar, al menos mi plan de mantenerme un par de horas con ella estaban trayendo frutos, no estaba seguro a donde nos dirigíamos, tampoco es que me importara mucho, aunque fuéramos ambos cazadores, no estábamos ahí para matarnos mutuamente, en mi mano, escondida bajo mi chaqueta estaba una navaja, todas cubiertas con mango de plata, había sido un regalo de mi padre cuando era apenas un niño, debajo de aquella chaqueta mi cuerpo estaba cubierto de dagas y de navajas, siempre estaba preparado para cualquier cosa, pero jamás había manejado una ballesta, esperaba que fuera más sencillo de lo que en mi mente se formaba la idea si no, haría el ridículo enfrente de ella, más idiota no podía ser visto… creo. – ¿Marina? – la llame a unos pasos más atrás abriéndome camino por la espesura de los arboles – ¿aun falta mucho? – giro el rostro hacia mi, nuevamente esos ojos esmeralda me anonadaron, de haber soltado la rama que estaba sosteniendo esta hubiera impacto en mi rostro, note que se me resbalaba, solo unas hojas rozaron mi rostro antes de que la sostuviera con fuerza, mis mejillas coloradas no tardaron en delatar lo estúpido e indefenso que me encontraba bajo aquella mujer, aquella diosa.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
Adoraba el silenció de los bosques, las hojas meciéndose de manera suave sobre aquellas dos figuras que caminaban sin miedo nada entre las profundidades de aquella oscuridad, eso le encantaba, a veces salía con Eyael o Zac pero ahora estaba con un perdedor, si ahora justo ahora estaba hablando de estupideces como el amor, como deseaba estar haciendo el amor con alguno de sus clientes frecuentes de aquella casa donde se refugiaba para ‘prostituirse’ más bien es que necesitaba un poco de adrenalina después de llegar cubierta de sangre, más plata y de nuevo los chistes de su virginidad le daban igual, simplemente la dama de aquella casa de citas era una buscona que consumía su corazón y cuerpo, pero a Arielle no le importaba con tal de satisfacer su apetito sexual con un poco de coito salvaje con cualquier criatura, desde un vampiro hasta un cambiaformas, claro que muchos llamarían a la pobre Marina Arielle Ivers una traición para la iglesia, lo que ella respondía en silencio con sus actos, estaba ahí por beneficios meramente carnales.
Su cuerpo como su mentalidad no le iban a durar mucho también debía sentar cabeza, o buscar a alguien que la satisficiera hasta la muerte y sinceramente con Deker no había posibilidades, siendo ese tipo de hombres que se enamoran esperando a que juntos envejezcan cuando sus hijos estén ya grandes y les den nietos, simplemente imaginar aquello le daba cierto repudió. –Eso dices tu, pero hay gente estúpida por ahí que de buenas a primeras comienzan a enamorarse, sienten que estos bellos ojos verdes son para ellos, que esta piel será de la que disfrutaran cada noche y que este cuerpo será el recinto donde sus hijos crecerán y que esta mano los sostendrá cuando estén ancianos y ciertamente nadie quiere eso… o yo…-sonrío de manera victoriosa, pero claro él no le podía ver porque estaba tras ella.
Una de las cosas que odiaba era que le presionaran, odiaba que Zac le dijera que hacer y como actuar, que el estúpido Eyael hiciera lo mismo cuando ya estaba muerto, suspiró y se paro en seco, volteando, agarrando la ballesta entre sus manos y apuntando a la cabeza de Deker, con esa fría mirada y disparo, por un instante el tiempo se detuvo, esa flecha había rozado la mejilla del cazador –Ya hemos llegado, querido…-Bajo la ballesta y le miro fijamente poniéndola entre sus brazos…-Inténtalo… -Juraba que estaba más blanco de lo normal, aquello le parecía fascinante, un hombre que le temía a algo tan simple.
Su cuerpo como su mentalidad no le iban a durar mucho también debía sentar cabeza, o buscar a alguien que la satisficiera hasta la muerte y sinceramente con Deker no había posibilidades, siendo ese tipo de hombres que se enamoran esperando a que juntos envejezcan cuando sus hijos estén ya grandes y les den nietos, simplemente imaginar aquello le daba cierto repudió. –Eso dices tu, pero hay gente estúpida por ahí que de buenas a primeras comienzan a enamorarse, sienten que estos bellos ojos verdes son para ellos, que esta piel será de la que disfrutaran cada noche y que este cuerpo será el recinto donde sus hijos crecerán y que esta mano los sostendrá cuando estén ancianos y ciertamente nadie quiere eso… o yo…-sonrío de manera victoriosa, pero claro él no le podía ver porque estaba tras ella.
Una de las cosas que odiaba era que le presionaran, odiaba que Zac le dijera que hacer y como actuar, que el estúpido Eyael hiciera lo mismo cuando ya estaba muerto, suspiró y se paro en seco, volteando, agarrando la ballesta entre sus manos y apuntando a la cabeza de Deker, con esa fría mirada y disparo, por un instante el tiempo se detuvo, esa flecha había rozado la mejilla del cazador –Ya hemos llegado, querido…-Bajo la ballesta y le miro fijamente poniéndola entre sus brazos…-Inténtalo… -Juraba que estaba más blanco de lo normal, aquello le parecía fascinante, un hombre que le temía a algo tan simple.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
“Eres tan tenue como la luz que alumbra mi vida,
La más madura fruta prohibida,
Tan diferente y parecida a la tormenta que se llevo mi vida”
Aquella mujer que no dejaba de hipnotizarme con su voz de sirena con aquellas caderas que se movían como danzando, y aquel cuerpo poseído que se trataba de mi mismo que no hacia mas que seguir cada paso de la mujer frente así, si aquella mujer que parecía estar acostumbrada a las declaraciones de amor falsas, o a las mismas insinuaciones carnales, que repetía una y otra vez lo mucho que detestaba aquello, lo mucho que la repugnaba, dando connotaciones de su apariencia física. – Las apariencias engañan, creo que al final, no es tu cuerpo lo que realmente les llama de ti, si no tu comportamiento, es algo sorprendente – confesé, al final no había forma de mentirle, sinceridad, eso era lo que realmente importaba.
De un momento a otro ella paro en seco lo cual mi cuerpo respondió del mismo modo parando como si hubiera dado una orden, nada tenia un sentido, estaban en medio de ningún lugar rodeados de arboles, tal vez seria justo la mitad del bosque, no veía el sendero, asi que tal vez estaban en un anexo del bosque, aquellas zonas que no se consideraban tan seguras… si en medio de ningún lugar como había dicho antes.
El sonido de una flecha cortando el aire, la punta dirigiéndose a mi cabeza, un reflejo, lo único que podía hacer a esa distancia entre ambos, no estaba tan seguro de si pude esquivarla o simplemente ese era el rumbo que ella le había dado, pero tenia mucha suerte… bastante suerte, tenia que ser más precavido con aquella mujer, que en vez de preocuparme me estaba hechizando más, ahora era toda una nueva maravilla, algo que jamás antes había conocido, tenia demasiadas cosas, que quería conocer de ella, era verdad que si pudiera conservarla a su lado la conservaría, el arma cayo en sus brazos aun intentaba recobrar el color que aquella flecha se habia llevado, claro que me había asustado, quien no.
Carraspee un poco antes de tomar aquella con algo mas de seguridad, aunque realmente no tenia idea que era lo que estaba haciendo, visualizaba el arma pero no podía notar nada más que el perfume de flores que me daba vueltas, sus ojos quemando mi piel, las curvas de sus labios moverse al hablar de aquel modo tan sensual y refinado, moviendo mi cabeza de un lado a otro, un estúpido intento por alejarle de mi mente, aun así la visualizaba sin escape.
Intente pensar en ella hace unos segundos cuando la flecha era dirigida a mi, deje de pensar en la flecha para visualizar la postura de la ballesta en ella, ahora intente hacer esa misma posición con la ballesta - ¿así? – pensé en voz alta, había dicho eso a mi mismo para comprobar que lo estaba haciendo bien, parecía que no paraba de avergonzarme a mi mismo.
Un segundo basto para centrarme en el arma, mirar hacia el frente y apuntar a un árbol, cerré los ojos intentando visualizar de nuevo aquel lugar que había escogido para lanzar, pero nuevamente esos ojos aparecieron en su mente haciendo que disparara contra otro árbol… al menos había dado en el… otro blanco.
La más madura fruta prohibida,
Tan diferente y parecida a la tormenta que se llevo mi vida”
Aquella mujer que no dejaba de hipnotizarme con su voz de sirena con aquellas caderas que se movían como danzando, y aquel cuerpo poseído que se trataba de mi mismo que no hacia mas que seguir cada paso de la mujer frente así, si aquella mujer que parecía estar acostumbrada a las declaraciones de amor falsas, o a las mismas insinuaciones carnales, que repetía una y otra vez lo mucho que detestaba aquello, lo mucho que la repugnaba, dando connotaciones de su apariencia física. – Las apariencias engañan, creo que al final, no es tu cuerpo lo que realmente les llama de ti, si no tu comportamiento, es algo sorprendente – confesé, al final no había forma de mentirle, sinceridad, eso era lo que realmente importaba.
De un momento a otro ella paro en seco lo cual mi cuerpo respondió del mismo modo parando como si hubiera dado una orden, nada tenia un sentido, estaban en medio de ningún lugar rodeados de arboles, tal vez seria justo la mitad del bosque, no veía el sendero, asi que tal vez estaban en un anexo del bosque, aquellas zonas que no se consideraban tan seguras… si en medio de ningún lugar como había dicho antes.
El sonido de una flecha cortando el aire, la punta dirigiéndose a mi cabeza, un reflejo, lo único que podía hacer a esa distancia entre ambos, no estaba tan seguro de si pude esquivarla o simplemente ese era el rumbo que ella le había dado, pero tenia mucha suerte… bastante suerte, tenia que ser más precavido con aquella mujer, que en vez de preocuparme me estaba hechizando más, ahora era toda una nueva maravilla, algo que jamás antes había conocido, tenia demasiadas cosas, que quería conocer de ella, era verdad que si pudiera conservarla a su lado la conservaría, el arma cayo en sus brazos aun intentaba recobrar el color que aquella flecha se habia llevado, claro que me había asustado, quien no.
Carraspee un poco antes de tomar aquella con algo mas de seguridad, aunque realmente no tenia idea que era lo que estaba haciendo, visualizaba el arma pero no podía notar nada más que el perfume de flores que me daba vueltas, sus ojos quemando mi piel, las curvas de sus labios moverse al hablar de aquel modo tan sensual y refinado, moviendo mi cabeza de un lado a otro, un estúpido intento por alejarle de mi mente, aun así la visualizaba sin escape.
Intente pensar en ella hace unos segundos cuando la flecha era dirigida a mi, deje de pensar en la flecha para visualizar la postura de la ballesta en ella, ahora intente hacer esa misma posición con la ballesta - ¿así? – pensé en voz alta, había dicho eso a mi mismo para comprobar que lo estaba haciendo bien, parecía que no paraba de avergonzarme a mi mismo.
Un segundo basto para centrarme en el arma, mirar hacia el frente y apuntar a un árbol, cerré los ojos intentando visualizar de nuevo aquel lugar que había escogido para lanzar, pero nuevamente esos ojos aparecieron en su mente haciendo que disparara contra otro árbol… al menos había dado en el… otro blanco.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
La resistencia de una mujer no es siempre prueba de su virtud,
sino más frecuentemente de su experiencia.
Anne De Lenclós
sino más frecuentemente de su experiencia.
Anne De Lenclós
La inquisidora estaba demasiada tranquila al verle de esa manera, podría jurar que ese hombre sería fácil, solo darle el gustito y después dejarlo, era cierto que su actitud a veces era la de un chico, la de un hombre o de una mujer demasiada encerrada en su propio caparazón, pero a diferencia de muchas cosas también tenía sentimientos no exactamente hermosos, pero para llegar a ella no era difícil, el sendero era de lo más fácil, aquel cazador no solo quería cazar criaturas sobre naturales, sino el corazón de Arielle, cosa que le parecía graciosa hasta ese momento, echo una risa burlona y le observó de pies a cabeza al verle asustado, aun cuando tomo la ballesta y su voz denoto ese titubeo.
¿Cómo es que mi actitud sorprende a su persona, Monsieur? –Enarcó una ceja acomodándole la ballesta de nuevo sobre el hombro tomando su mano y poniéndola firme para dar en el blanco –Debes tener más fuerza y sobre todo no distraerte, piensa que el blanco es el corazón de uno de esos vampiros –Murmuró con voz suave, con el timbre bajo, pues a la hora de explicar o enseñar algo se concentraba en ello, no quería escuchar más estupideces del amor y demás, ahora su amor era ‘de Dios’
-Ahora dispara, visualiza bien aquello, Deker –Murmuró mientras bebía agua de una de los recipientes que llevaba, era agua bendita, pero no le hacía ningún daño a nadie, menos tomarla, le observó de arriba a bajo, era atractivo pero había algo que no le gustaba de ese tipo, algo quizás oscuro o extraño. De alguna manera aun no confiaba de él.
Hombres, no, ella no quería uno, había solo uno en su mente y corazón ahora ‘Dios’ y con ese se conformaba, sí, se casaría con él, ¿Por qué no hacerse monja después?, eso era algo que le parecía agradable, muchas de ellas tenían sexo con varios hombres de la realeza, muchas abortaban o traían a la tierra una nueva vida, después pensaría en eso, ahora solo tendría sexo con los hombres que quisiera y le desearan.
-¿Cazador? –Se acercó hasta su oído, colocando su mano sobre su hombro, abrió esos pequeños pero carnosos labios a su oído hasta susurrar aquello con un toque de sensualidad, ni siquiera se había dado cuenta de ello, sus intenciones eran puras hasta ahora -¿Deseas tener una cita, no de aquellas para comprometernos, solo para charlar, solo para conocernos?...-Se separo y le quito la ballesta para disparar más de siete veces repetidas formando una línea casi perfecta de flechas, se volteo un poco y le observó -¿Qué dices?
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
-¿Dudas de mi, jane?
-Completamente.
- ¿No tienes fe en mi?
-ni un poquito. –
¿Soy un embustero a tus ojos?”. [Jane Eyre]
Deje que acomodara mis manos en la ballesta, y en la posición después de todo ella era la maestra, intentaba concentrarme, con un ojo cerrado para apuntar a un árbol que se vislumbraba en medio de uno que era como un siamés, dos cabeza sostenidas de un solo tronco, preparaba tensando el gatillo, esperando que el viento estuviera de mi lado – Bueno, puedo empezar diciendo que tienes unos ojos preciosos, eso es lo primero que observe de ti, luego tu voz, no se como describirla, luego tu olor, ese olor de flores que es tan atrayente y a la vez es tan sutil, de tu forma de ser es fácil, puedo decir que intentas aparentar ser muy mala, pero seguramente tienes un corazón de pollo – deje que acomodara mis brazos, aprendiendo de memoria la posición para futuras ocasiones, respire hondo un par de veces antes de soltar el gatillo, la flecha salió en dirección al blanco, cortando el viento hasta encontrarse con su destino, el corazón del árbol o lo que seria el equivalente a un corazón de vampiro, si imaginaba lo que ella había sugerido, una sonrisa de satisfacción se dibujo en mi rostro, lo que me hacia aparentar ser más niño que mi edad real.
Me había quedado parado con esa sonrisa mirando la flecha, nuevamente la emoción ganaba, por un segundo me había olvidado su presencia, aunque pareciera imposible, pero si, mi mente y mi ego crecían por aquel tiro al blanco, pero aquella hechicera se hizo cargo de que su presencia no fuera pasada por alto, aquellos labios carnosos susurraron en mi oído, lo cual hizo que girara mi rostro hacia ella, con una sonrisa más amplia que la anterior, pero ¡claro! ¿a quien le importaba un estúpido entrenamiento de una arma que no tendría en mi poder cuando podía usar ese tiempo para estar con ella? De momento las ilusiones de hacerla mi mujer, aunque sea probar sus labios rojos carmesí rozar los míos, parecían desaparecer, pero de momento las esperanzas me hacían salir de ese pozo, elevándome y rodeándome con su fuerza.
Las flechas habían sido disparadas pero no preste atención alguna, no me interesaba, la fuerza de sus palabras, los sueños locos de adolescente, su presencia me atontaban cada vez más – acepto – lo más acertado que mi mente pudo decir, corto y claro, no importaba que fuera en ese momento para ella, ni si me dejaría morir o desangrándome con un agujero entre ceja y ceja, ni el dolor del pasado, ni el motivo por el cual me había topado con ella, el motivo central de la noche era ella.
-Completamente.
- ¿No tienes fe en mi?
-ni un poquito. –
¿Soy un embustero a tus ojos?”. [Jane Eyre]
Deje que acomodara mis manos en la ballesta, y en la posición después de todo ella era la maestra, intentaba concentrarme, con un ojo cerrado para apuntar a un árbol que se vislumbraba en medio de uno que era como un siamés, dos cabeza sostenidas de un solo tronco, preparaba tensando el gatillo, esperando que el viento estuviera de mi lado – Bueno, puedo empezar diciendo que tienes unos ojos preciosos, eso es lo primero que observe de ti, luego tu voz, no se como describirla, luego tu olor, ese olor de flores que es tan atrayente y a la vez es tan sutil, de tu forma de ser es fácil, puedo decir que intentas aparentar ser muy mala, pero seguramente tienes un corazón de pollo – deje que acomodara mis brazos, aprendiendo de memoria la posición para futuras ocasiones, respire hondo un par de veces antes de soltar el gatillo, la flecha salió en dirección al blanco, cortando el viento hasta encontrarse con su destino, el corazón del árbol o lo que seria el equivalente a un corazón de vampiro, si imaginaba lo que ella había sugerido, una sonrisa de satisfacción se dibujo en mi rostro, lo que me hacia aparentar ser más niño que mi edad real.
Me había quedado parado con esa sonrisa mirando la flecha, nuevamente la emoción ganaba, por un segundo me había olvidado su presencia, aunque pareciera imposible, pero si, mi mente y mi ego crecían por aquel tiro al blanco, pero aquella hechicera se hizo cargo de que su presencia no fuera pasada por alto, aquellos labios carnosos susurraron en mi oído, lo cual hizo que girara mi rostro hacia ella, con una sonrisa más amplia que la anterior, pero ¡claro! ¿a quien le importaba un estúpido entrenamiento de una arma que no tendría en mi poder cuando podía usar ese tiempo para estar con ella? De momento las ilusiones de hacerla mi mujer, aunque sea probar sus labios rojos carmesí rozar los míos, parecían desaparecer, pero de momento las esperanzas me hacían salir de ese pozo, elevándome y rodeándome con su fuerza.
Las flechas habían sido disparadas pero no preste atención alguna, no me interesaba, la fuerza de sus palabras, los sueños locos de adolescente, su presencia me atontaban cada vez más – acepto – lo más acertado que mi mente pudo decir, corto y claro, no importaba que fuera en ese momento para ella, ni si me dejaría morir o desangrándome con un agujero entre ceja y ceja, ni el dolor del pasado, ni el motivo por el cual me había topado con ella, el motivo central de la noche era ella.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores;
hay otros que luchan muchos años y son muy buenos.
Pero están los que luchan toda la vida
y esos son imprescindibles.
hay otros que luchan muchos años y son muy buenos.
Pero están los que luchan toda la vida
y esos son imprescindibles.
‘Dominante’ esa era la palabra que muchos buscaban para describir a Arielle, una mujer que necesita dominar a los hombres para tener el control y satisfacer su ego. Era eso más que nada, mucho más que cualquier cosa, no es que fuera fuerte o débil, su sentimentalismo estaba apagado desde hace mucho tiempo, nadie podía hacerle sentir nada y el sexo era solo una anestesia temporal, además de algo satisfactorio. No había encontrado quien se adentrara a su mundo y tomara una llave para abrir aquella puerta que estaba sellada y oxidada, corrompida donde su llanto, su tristeza como lo más hermoso que poseía residían. Y el que le describiera de esa manera le hacía pensar seriamente en su situación.
Sus ojos, su perfume, su piel y no sé que tanto describía, no iba a decir nada, se le quedó viendo fijamente, tanto que se preguntaba ¿Qué oscuros secretos guardaba aquella persona?, tan solo la había visto y ahora el pobre iluso se sentía enamorado. –Pues creo que debo agradecer eso, no muchos lo describen así de bien –El tono de su voz había cambiado drásticamente a uno más relajado. Igual se le quedó viendo y acomodó la ballesta sobre su cuerpo, viéndole fijamente –Bien, pero ya sabes la condición conocerte hasta el fondo, he sido yo quien te invitó seré yo quien haga preguntas –Murmuró de manera suave se le quedo viendo y acomodo la capucha que llevaba.
El color vino de terciopelo apenas se vislumbraba en la oscuridad de aquel bosque –Vayamos a la ciudad, por ahora, no se si quieras justo la cita ahora o quizás en algunas noches después –No, no iba con doble intensión pero quizás ahora ambos estaban cansados, agotados, o quizás meterse a un taberna le divertía más, acomodo sus cabellos mientas caminaba firme pisando las ramitas que a su paso se ponían, abriéndose camino entre la maleza, viendo a su compañero sobre el hombro, hasta vislumbrar el camino de nuevo a la ciudad parisina.
Invitado- Invitado
Re: Asi que comiencen los juegos [Arielle Ivers]
“Y olvídate de todo lo que fui,
y quiéreme por lo que pueda llegar a ser en tu vida,
tan loca y absurda… como la mía”
Se pensó todas las posibilidades, antes de dar una respuesta acertada, si decía que ahora, probablemente no la volvería a ver en su vida, y no quería alejarse de aquella mujer, era un ser terco, necio y aferrado, siempre había tenido una vida no difícil, tampoco fácil, hasta que la desgracia había sellado el destino de los gemelos Verner, pero el jamás hablaba de su hermano gemelo, ni de su pasado, siquiera se presentaba con su apellido, aunque no recordaba si con ella lo había hecho y la decisión fue tomada como todas las decisiones en su vida, aunque pensara y pensara, lo que salía de su boca era la decisión.
- En un par de noches, creo que ha sido una noche larga y no creo que dure mucho, prefiero que vayamos a cenar en otra ocasión… - si, la cita estaría pendiente para unas noches más adelante, eso le daría permiso de poder meditar las posibles respuestas a sus posibles preguntas, ya que era un muy mal mentiroso.
- Aunque si a la señorita Marina no le molesta, me gustaría beber un trago y tal vez, solo tal vez le gustaría acompañarme en esta ocasión – una sonrisa amiga, mientras acomodaba su gran y pesada chamarra sobre sus hombros, levantando el cuello de la prenda para cubrir el propio y parte de sus orejas, la noche comenzaba a helar y no era nada del otro mundo, la noche seguía su curso, cuando se dio cuenta de la hora ya habían pasado más de tres horas desde el encuentro con ella, tomando en cuenta el par más que corrió para alcanzar al vampiro, serian como las 2 am, era bastante tarde, pero no tanto para ellos, acostumbrados a vagar de noche en busca de seres sobrenaturales, su trabajo era acabar con ellos, por diferentes causas, por diferentes motivos, pero sus vidas se entrecruzaban en el hecho de matar, de acechar y cazar.
Poso una mano en su espalda indicándole el camino para salir de entre los arboles, con destino a la ciudad, los pasos en silencio entre ambos continuaron hasta que sus pies tocaban el piso empedrado, y el aire era mucho más fuerte en ese lugar a causa de la falta de arboles, muy poca gente caminaba por las calles a esa hora, en cada esquina podrías vislumbrar a varios borrachos, vomitando, mujeres de la vida galante, riendo o carcajeando de forma estrepitosa para hacerse notar y los hombres pagaran mejor por ellas.
Conocía muy bien la zona y sabia de una taberna que estaría abierta y por suerte lo suficientemente vacía para que pudieran beber con tranquilidad sin mucho ruido, era verdad estaba cansado, pero no se percato de esto hasta que se recostó en el sofá esperando alguna chica del lugar que los atendiera - Pide lo que quieras, yo pago -
y quiéreme por lo que pueda llegar a ser en tu vida,
tan loca y absurda… como la mía”
Se pensó todas las posibilidades, antes de dar una respuesta acertada, si decía que ahora, probablemente no la volvería a ver en su vida, y no quería alejarse de aquella mujer, era un ser terco, necio y aferrado, siempre había tenido una vida no difícil, tampoco fácil, hasta que la desgracia había sellado el destino de los gemelos Verner, pero el jamás hablaba de su hermano gemelo, ni de su pasado, siquiera se presentaba con su apellido, aunque no recordaba si con ella lo había hecho y la decisión fue tomada como todas las decisiones en su vida, aunque pensara y pensara, lo que salía de su boca era la decisión.
- En un par de noches, creo que ha sido una noche larga y no creo que dure mucho, prefiero que vayamos a cenar en otra ocasión… - si, la cita estaría pendiente para unas noches más adelante, eso le daría permiso de poder meditar las posibles respuestas a sus posibles preguntas, ya que era un muy mal mentiroso.
- Aunque si a la señorita Marina no le molesta, me gustaría beber un trago y tal vez, solo tal vez le gustaría acompañarme en esta ocasión – una sonrisa amiga, mientras acomodaba su gran y pesada chamarra sobre sus hombros, levantando el cuello de la prenda para cubrir el propio y parte de sus orejas, la noche comenzaba a helar y no era nada del otro mundo, la noche seguía su curso, cuando se dio cuenta de la hora ya habían pasado más de tres horas desde el encuentro con ella, tomando en cuenta el par más que corrió para alcanzar al vampiro, serian como las 2 am, era bastante tarde, pero no tanto para ellos, acostumbrados a vagar de noche en busca de seres sobrenaturales, su trabajo era acabar con ellos, por diferentes causas, por diferentes motivos, pero sus vidas se entrecruzaban en el hecho de matar, de acechar y cazar.
Poso una mano en su espalda indicándole el camino para salir de entre los arboles, con destino a la ciudad, los pasos en silencio entre ambos continuaron hasta que sus pies tocaban el piso empedrado, y el aire era mucho más fuerte en ese lugar a causa de la falta de arboles, muy poca gente caminaba por las calles a esa hora, en cada esquina podrías vislumbrar a varios borrachos, vomitando, mujeres de la vida galante, riendo o carcajeando de forma estrepitosa para hacerse notar y los hombres pagaran mejor por ellas.
Conocía muy bien la zona y sabia de una taberna que estaría abierta y por suerte lo suficientemente vacía para que pudieran beber con tranquilidad sin mucho ruido, era verdad estaba cansado, pero no se percato de esto hasta que se recostó en el sofá esperando alguna chica del lugar que los atendiera - Pide lo que quieras, yo pago -
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