Duchess Memoirs

por **Virginia Cromwell** Dom Jun 10, 2012 6:00 am

Poco era el tiempo que faltaba para mi la titulación en el palacio real, todo discurría en medio de fiestas nobiliarias, lujosos convites y lucidos torneos, hasta que, llegada al fin la víspera del día señalado de antemano por los reyes, me dispuse con el que debieran terminar los regocijos.

El castillo de los reyes ofrecía un aspecto singular. En los extensos patios, alrededor de inmensas lumbres, y diseminados sin orden ni concierto, se veía una turbada multitud de pajes, soldados, ballesteros y gente menuda, quienes, éstos aderezando sus corceles y sus armas y disponiéndolos para el combate; aquéllos saludando con gritos o blasfemias las inesperadas vueltas de la fortuna, personificada en los dados del receptáculo; los otros repitiendo en coro el refrán de un romance de guerra, que entonaba un juglar acompañado de instrumento; los de más allá adquiriendo a un peregrino conchas, cadenas y ataderas, o riendo con locas risotadas de los chistes de un bufón, o experimentando en los clarines el aire bélico para entrar en la pelea, conveniente de sus señores, o refiriendo antiguas historias de caballerías o narraciones de amor, o milagros recientemente sucedidos, formaban un infernal y fragoso conjunto imposible de pintar con palabras.

Sobre aquel revuelto océano de cantares de guerra, rumor de martillos que golpeaban los yunques, crujidos de limas que mordían el acero, pisotear de corceles, voces descompuestas, risas inagotables, gritos atropellados, notas alteradas, juramentos y sonidos extraños y disonantes, flotaban a intervalos, como un soplo de brisa sonora, los lejanos acordes de la música de la gala...

por **Virginia Cromwell** Miér Ago 15, 2012 3:25 am

En el silencio nocturno me pareció auscultar el crujir de la madera que revestía la escalinata de la mansión, se hacían cada vez mas intensos, como si vinieran en mi dirección. Los pasos cesaron, y justo debajo del portal de mi cuarto pude divisar la sombra de unos pies. Escuché unos golpeteos de los nudillos de su mano contra la maciza puerta.
-Señorita Cromwell, ha sucedido algo.- Dijo cortésmente una grave voz varonil del otro lado, era mi mayordomo. Cogí un tapado de fina seda para acobijarme y me dirigí a abrir la puerta. -¿Qué sucede?- Le pregunté algo desconcertada. Me contó de un joven muchacho mensajero que había aparecido en nuestra residencia en busca de mi presencia, al parecer tenia un importante comunicado.

Me arropé debidamente para recibir al susodicho y bajé las escaleras, me encaminé al recibidor, el personal ya se había encargado de escoltar al muchacho hacia mi morada. El recado del joven era claro, en su cara se podía distinguir cierta preocupación.

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