Loreley's Profile.

LORELEY VON HENDRICH

Loreley, ante todo, se caracteriza por su personalidad física. Posee un cuerpo fuera de la media femenina, con su metro ochenta de altura —Natural— y un peso de, aproximadamente, setenta y cinco kilogramos. No es esquelética, en absoluto, pero sí posee sus buenas curvas delineando el contorno de sus caderas. Su piel es nívea, sin a penas imperfecciones, y no hay ningún defecto visual que pueda destacarse en ella. Obviamente, tampoco es perfecta —Porque la perfección no existe—, sin embargo sí se la considera alguien de bastante buen ver entre el círculo de sociedad por el que se mueve habitualmente. Lo que más podemos destacar de ella, además de su cuerpo, son sus grandes y expresivos ojos color almendra, protegidos por unas oscuras y largas pestañas, bajo unas bien cuidadas y femeninas cejas que le propinan el toque perfecto para hacer de ella alguien más femenino aún. Seguido a ellos se encuentra su nariz respingona y de puente recto, sobre unos rosados de un considerable grosor que ocultan una bonita sonrisa de dientes blancos y alineados. Para acabar mencionaré su melena castaña —Con tonos clareados debido al sol—, larga hasta aproximadamente la cintura en un corte desigual. Dándole un aire, a veces, de desorden que frecuenta disimular con recogidos varios.
Físicamente podemos considerar tranquilamente a Loreley como alguien ligeramente intimidante, sin temor a equivocarnos. Ahora bien ¿Su personalidad, el cómo es junto a otros, contribuye a ello? La respuesta es un simple "Depende". ¿De qué? Simple. Depende de en qué situación puedas encontrártela. Lo cierto es que es alguien lo suficientemente reservada como para infundirte cierto aire de hostilidad si intentas presionarla por saber cosas sobre su vida privada, sin ser nadie que conozca ella un mínimo de bien. En ese sentido un rotundo Sí, es intencionadamente intimidante con otros. Ahora bien, cuando se trata de su 'trabajo', es tal su concentración que —Habitualmente— no tiene ojos para nada ni nadie más que no sea su objetivo. Debido a la forma en que debe desarrollar esa especie de empleo especial, desde muy pronta edad la han enseñado a abstraerse del mundo, a concentrarse única y exclusivamente en aquello que sea de su interés más inmediato. Del mismo modo, puede utilizar esa técnica voluntaria en el ámbito privado. Cuando algo o alguien capta su profundo interés —No es difícil realmente, solo hay que saber lo que realmente le gusta— no lo deja estar bajo ningún concepto hasta que no haya echo algo al respecto. No, no es de las que se da por vencida. Me atrevería a decir que nunca. Y también se le puede considerar alguien que no deja a la mitad nada de lo que haya empezado. Valiente, por supuesto. Se considera afortunada de conocer las especies ajenas a la humana que amenazan su mundo y orgullosa por ser capaz de hacerles frente sin miedo, con valor. Claro que, el valor extremo lo considera de necios. Después de todo, en una situación poco ventajosa, no cree que tener miedo pueda ser un signo de debilidad, sino más bien de sensatez.

El conflicto interior que ha generado su sexualidad la hace llevar una vida privada —En este sentido— completamente nula. Desde que tiene memoria, el disgusto que le producían los hombres y su inminente atracción por personas de su mismo sexo han chocado inevitablemente con las creencias tan estrictamente religiosas que le profirieron sus progenitores y en las que ellas decidió creer fervientemente desde siempre. No se acaba de perdonar ese deseo hacia alguien que posee su mismo cuerpo, castigándose en silencio por haberse "desviado" del buen camino. De lo normal. Y, al mismo tiempo, dejándose vencer por la lujuria en esas contadas ocasiones en las que el amor ha visitado a su puerta. Extremadamente contadas y todas abocadas a la desgracia, como según ella ha creído siempre "debe ser". Todavía no ha llegado a conocer esa persona que pueda hacerle abrir los ojos. Lo que no le impide ser una buena amiga de sus amigos, alguien en quien se puede confiar plenamente. Desde pequeña se ha acostumbrado a relacionarse con gente mayor a la de su edad y, de esa forma, acabó adquiriendo parte de esa madurez propia de los adultos.


Nacida en Alemania —Munich— allá por el 1.772 d.C, en el seno de una familia adinerada. Loreley tuvo la suerte pertenecer a lo que podría llamarse "la buena vida". Enseñanzas superiores. Viajes por doquier. Casas. Mansiones. Los Von Hendrich —Su apellido— desde tiempos remotos, según dicen y cuentan, han logrado contar con el favor de incontables personas con un gran renombre. Tales como Reyes o Reinas y, por supuesto, empresarios que por aquella época empezaban a evolucionar. Y que años después, contaban con una gran fortuna a sus espaldas. Sin embargo, no todo en ellos provenía de ajenos, por supuesto que no. Ellos mismos empezaron a amasar una fortuna propia desde que, en secreto, la propia familia empezó a utilizar sus habilidades —Tanto físicas como psicológicas— dedicándolas al servicio de "Dios". En este caso, su representante. El Sumo y su Iglesia. Por aquel entonces, considerados tan importantes —O incluso más— que la propia monarquía de cada País. La familia de Loreley siempre le había inculcado valores extremadamente religiosos y su fe católica no tenía ningún tipo de brecha. No solo por aquel servicio, sino también la importante naviera que su padre les facilitaba a ellos hizo de los Von Hendrich quienes son hoy en día. Importantes y reconocidos, tanto como desconocidos. ¿Qué era lo que escondían tras la perfecta fachada de familia perfecta? Pues, como en muchos casos, nada bueno.

Profundizando un poco más, empezaré a hablar sobre la vida de "suerte" que le tocó llevar a Loreley. Aunque su madre siempre quiso lo mejor para ella, lo que pensaba sobre ello distaba ligeramente de la realidad. Influenciada por el patriarca de la casa, por supuesto, el padre. Nada fácil de sobrellevar ni de contradecir, cabe destacar sin embargo que fue gracias a ese talante que su familia logró sobrellevar todo tipo de crisis. Según la época, hasta que consiguieron una estabilidad económica duradera. Por desgracia, la pequeña e inocente Loreley estaba todavía por 'modelar' al gusto de sus progenitores. Su etapa de infante duró extremadamente poco, a los escasos cinco años ya sabía hablar y escribía muchísimo más de lo que cualquier otro niño normal y corriente. Añadiremos, además de sus severas lecciones, unas clases extras sobre algo completamente diferente. Desde siempre —El momento y, de echo, motivo de su concepción— habían planeado para ella el futuro que les honraría. Como parte de un gruño de niños especiales, Loreley se formó en el arte del espionaje eclesiástico. Extraño ¿Cierto?. En ese mundo que Dios les había dado y del que formaban parte había sido corrompido por seres de otros mundos. Vampiros, que chupaban la sangre para poder sobrevivir. Licántropos, que convertían su cuerpo en e de un monstruo cuando salía la Luna llena. Cambiaformas y Brujos que se valían de la magia para todo tipo de fechorías. Lección tras lección que procuraron enseñarle tan bien como todo lo demás. Con diez años, estuvo lista para su primera misión.

Curiosamente, junto a ese suceso, ocurrió otro totalmente inesperado. La llegada de un nuevo miembro a la familia: Úrsula, su desde entonces hermana pequeña. Las ansias de reconocimiento de sus padres, por desgracia, no vieron este suceso como algo del todo bueno. Loreley ya lo tenía todo y estaba lista, Úrsula podría ser un estorbo... O, por el contrario, tan útil como lo había sido su hermana. No fue así. Los años pasaron. Uno, dos, tres... Úrsula crecía a pasos agigantados, se notaba en extremo que tenían los mismos genes no solo por su apariencia —Que cada vez era más semblante— sino por el gran intelecto que empezaba a demostrar en sus primeros pasos de vida. Loreley la adoraba, era la única familia que realmente sentía que tenía. Por eso mismo se sintió muy reacia a los planes que sus padres tuvieran para con ella. De algún modo, no quería que le dieran la misma vida. No quería que desde antes de conocer su propio nombre ya le quitaran esa inocencia que ella no podía recordar.

Quince años después.
Os estaréis preguntando qué pasó. ¿Al final Úrsula será una más? ¿Loreley habrá aceptado lo que, por desgracia, se vaticinaba como su mismo destino?. La respuesta es un rotundo No.

No hicieron falta más de tres años para que Loreley se diera cuenta del camino que estaban tomando las cosas. Úrsula ya había empezado con sus clases, dos años más tarde de lo esperado, gracias a la reticencia de la mayor por dejarla disfrutar de su niñez. Y prometiéndoles cumplir con aquello que establecieran como pacto. Aún así, estaba claro cuál sería su futuro. Iba a ser igual que ella, se enteraría de que en ese mundo en el que vivían tan aparentemente bueno en realidad estaba lleno de peligro. Y las pesadillas acudirían a visitarla cada noche desde entonces, como habían echo con ella. Estaba claro, clarísimo, que no podía permitirlo. Al cumplir la mayoría de edad y en un arranque de rabia dirigido a su familia, huyó de Alemania llevándose a su hermana con ella. Sin embargo, Loreley no era de las que actuaban irreflexivamente, jamás. Tenía estrictamente pensado lo sucedido aquel día y el aparentar un ataque de ira no fue más que parte de ello. El transporte que las llevó hasta la que sería su nuevo País, Francia, había sido comprado días atrás. Y, debió dar gracias a su entrenamiento, porque no dejó una sola pista que permitiera a su familia encontrarlas. Y si la encontraron, no demostraron interés alguno por traerlas de vuelta porque empezaron una nueva vida desde entonces en París.

Loreley había eliminado el apellido de su familia por otro que le habían facilitado gente en Alemania de mucha confianza y Úrsula había pasado de ser su hermana pequeña a ser su hija. Gracias a la diferencia de edad y a que no ostentaban de dinero ni atraían la atención, nadie cuestionó aquel echo. Úrsula pudo continuar con una vida fuera de aquel extraño mundo y Loreley, irónicamente, sí continuó con ello. Necesitaban dinero para vivir y quería darle una buena educación a su hermana, una educación completamente normal, así que consiguió los contactos suficientes como para presentarse frente aquellos que regían el poder de la Iglesia allí, en Francia. No mencionó en ningún momento su familia ni su origen ni nada que tuviera que ver con su vida privada. Solo demostró su valía con echos que la llevaron a recuperar su antiguo oficio, nada mal pagado.

Ahora ¿Serían capaz de continuar con una vida pacífica? No, claro que no. Siempre acecharían los monstruos que esperaban en la noche.

» El apellido por el que las conocen en París es "Mortimer".
» Nadie, absolutamente, sabe de la orientación sexual de Loreley. Excepto, como es obvio, las que han sido sus amantes ocasionales.
» Úrsula sabe el motivo por el que huyeron, claro que, de un modo ligeramente matizado. Sabe que su hermana trabaja en algo peligroso, nunca ha profundizado más allá. A pesar de todo, tampoco estaba a gusto con sus padres y no los echa de menos.
» Actualmente hace diez años que huyeron y, hasta la fecha, nadie ha intentado contactarlas ni ha demostrado un especial interés por su vida.
» Loreley es bastante religiosa y, a pesar de todo lo ocurrido, cree en lo que sus padres le enseñaron. Por el contrario, Úrsula es completamente atea, algo que Loreley intenta respetar porque no le gusta presionarla.
» Se quieren, ambas, como auténticas madre/hija.
» Su economía, a pesar de estar solas, es muy buena. Gracias a las ganancias que ha ido acumulando Loreley. Sin embargo, teme que puedan descubrirlas y es el motivo por el que no se dejan ver entre la alta sociedad, considera más seguro camuflarse entre la gente de a pie.
» Úrsula tuvo sus buenos estudios y actualmente está en busca de un marido 'rico', como ella dice bromeando, la realidad es que quiere empezar a formar su propia familia.

28 AÑOS ↔ HUMANA ↔ FACCIÓN 4 ↔ CLASE MEDIA ↔ HOMOSEXUAL ↔ MUNICH