Alexês Nyíri

Una vez hace 6 años un cliente preguntó por mí historia, un hecho que a nadie había contado. Ya que, ¿a quién le interesa la vida de una cortesana?
—¡Aquí no querido vamos afuera!— le dije y salimos por la puerta trasera, la salida al callejón de la Rue, estaba oscuro, apenas una luz mortecina alumbraba el lugar para que uno no anduviera a ciegas. Nos detuvimos a dos metros de salir a la avenida Rue de Rivoli.
—¿Y bien?— me dijo.
—Empezaré— dije y continué, —Nací en Estocolmo hace 22 años, de mi padre tengo vagos recuerdos, fue asesinado cuando tenía 3 años, vivíamos en el campo pese a tener una casa en la ciudad, teníamos bajo nuestro poder grandes pastizales y un enorme ganado, éramos los más ricos de los alrededores y de la misma ciudad. Teníamos quince sirvientes y más de doscientos trabajadores.
Recuerdo que iba a las montañas nevadas junto a Krisztina y Valfar mis más grandes amigos, me fascinaba ver el molino junto al lago Mälar, era una vista hermosa y en las noches desde mí balcón en la gran mansión, ver las estrellas, cada noche nombraba una y siempre parecía que una más nacía. Pero esa felicidad tendría un finito.
Fue a mis 15 años cuando sucedió. En Estocolmo pareció brotar una enfermedad, o al menos eso decían, hombres, mujeres y niños amanecían secos, sin vida, sin sangre.
El terror llegó a nuestras tierras, ¿pero que era eso?, las personas simplemente no tenían sangre, pero sus cuerpos no demostraban pruebas de heridas, causas lógicas a esa ausencia sanguínea. Poco a poco nuestros sirvientes fueron víctimas, algunos trabajadores del sur aseguraban que era el mismísimo demonio, otros que se trataban de vampiros, mas nadie tenía la certeza, pues para nosotros clase alta esas palabras eran supersticiones; nada real... ¿pero en esos momentos qué lo era? Una noche el mal nos invadió, penetró la casa y se dirigió, como yo, a la alcoba de mi madre. Él llegó primero, abrí la entre abierta puerta y lo vi como él a mí, tenía unos ojos azules brillantes, que centellaban como incandescentes, pálido, con una piel como si de mármol se tratase, sujetaba el cuerpo de mí dormida madre y sus sangrientos colmillos estaban en su cuello, succionando la espesa sangre de mi mamá.
No sé por qué, pero no pude emitir sonido alguno, estaba muriendo la persona a la que más amaba frente a mí y yo no podía reaccionar, estaba paralizada como si algo lo provocase.
Pronto, el vampiro terminó, lamió los orificios provocados por los colmillos, y las heridas desaparecieron, como si nunca se hubieran hecho, mas mi madre yacía muerta, no solamente sin sangre, sino, sin alma, estaba como lo hubo estado el vampiro, pálida y éste con un color caucásico, lleno de vida.
Tan pronto como puede reaccionar, me dispuse por inercia a gritar de horror pero el vampiro desapareció y reapareció frente a mí, puso su fría mano sobre mi boca y se acercó a mí, yo temía sufrir la suerte de mi madre pero a la vez lo quería, no quería vivir sin ella. Mas el vampiro me susurro. —¡Niña que mucho has perdido, y más perderás escóndete y no salgas!— dijo y caminando se propuso salir, yo no lo iba a permitir así que me arrojé hacía el golpeándolo con coraje mientras lloraba y con sollozos lo maldecía, el vampiro se detuvo y de un golpe me mandó a volar, cayendo en un rincón, después, el vampiro desapareció.
Me puse en pie y corrí al pasillo, pero me detuve frente al ventanal, afuera se había iniciado un incendio, me acerqué más y pude ver una batalla entre vampiros y extrañas criaturas que parecían lobos pero con forma humanoide así como animales que había visto sólo en pinturas o en el circo; leones, leopardos, tigres...
Horrorizada corrí hacía la salida de atrás, lejos de la batalla, salí a campo abierto y corrí tan a prisa como mis pies me lo permitían; fue cuando vi a esa extraña criatura parecida a un lobo siguiéndome y antes de que me alcanzara, un vampiro se interpuso encestándole varios golpes, la bestia cayó y para mi sorpresa se convirtió en un hombre, grité y el vampiro me miró irritado, después de eso, no recuerdo nada fue como si me hubiera dormido.
Cuando me desperté estaba en una especie de prisión, ese maldito vampiro me había hecho su prisionera. Dos veces por semana, el vampiro se alimentaba de mí sangre, era debo de confesarlo un éxtasis también para mí, un placer inigualable, pero que me dejaba débil, era como una droga, me volví su amante y dormía en su habitación. Viví de esa forma 3 años que fue cuando desperté en Paris, en una cama, vestía ropas extrovertidas, estaba bañada y perfumada, no comprendía que sucedía, me levanté y por primera vez después de 3 años me vi en un espejo. ¿Dónde estaba ese vampiro? No lo sabía, así que salí a buscarle. Cuando abrí la puerta me di cuenta de algo... Estaba en un burdel, bajé las escaleras confundida, varios hombres se pusieron de pie mirándome, algunos con respeto otros con depravación, era la nueva joya del lugar, la nueva y virgen adquisición y todos me deseaban, todos anhelaban mi cuerpo esa noche; mas no yo.
Intenté salir pero me detuvo la madamas del lugar, —¿A dónde vas cariño cuando no tienes un lugar a dónde ir?— me dijo en un tono seductor.
—¿Pero qué dice, no la conozco... dónde está?— y no dije más, no sabía el nombre del vampiro, no sabía dónde estaba, ella tenía razón.
—Él vino a abandonarte, este lugar es perfecto para ti, eres muy hermosa y si no tienes hogar u oficio aquí en Paris, te violarán y te matarán después. Yo te estoy ofreciendo un lugar dónde quedarte, un techo, comida, una vida... Haya afuera, una extranjera como tú, que no sabe francés no dura ni un día, vamos cariño, este oficio es muy solicitado, tendrás la más exclusiva ropa, joyas que podrás comprar con el sueldo que te dé o que te obsequien tus clientes. Te gustará está vida—
Medité unos segundos, ¿cómo era posible que aquel vampiro, después de lo que me hizo por 3 años me abandonara allí, para que ejerciera la prostitución?, lo maldije, los maldije a todos; recordé aquella noche en la que un vampiro mató a mi madre, de aquel hombre lobo dispuesto a matarme... malditas criaturas de la noche— clamé en mi interior y me juré encontrar al vampiro que asesinó a mi madre y también al que me aprisionó, ajustaría cuentas con ellos. Pero por lo mientras viviría como una cortesana, hasta tener los recursos, el conocimiento y la ayuda para aventurarme como una cazadora o inquisidora, dará igual— de pronto, mi cliente se echó a reír.
—Realmente quieres que me trague esa historia, jajaja, una puta que fue rica y esclava de un vampiro, por favor—.
Yo le sonreí, —¡Sí, sabes a nadie le he contado está historia!—
—Ahora sé por qué— continuó y volvió a reír.
Fue entonces cuando saque el puñal de mi pierna, el me miró con horror, —y nadie más la sabrá— y lo maté.

Mi historia, aún no concluye...

Pues una noche aquel vampiro regresó y esta vez a cambiar mi vida para siempre… Dándome la inmortalidad.