G o v i n d a

Ella cree que aún siendo vampiresa, su alma reencarnará algún día y que por lo tanto debe vivir bajo los principios que dicta la doctrina Budista para alcanzar una vida santa. Es una vampiresa joven que lucha constantemente con sus instintos bestiales y con los incontrolables deseos de matar.

Govinda fue en vida una chica con una determinación enorme. Tuvo la valentía de perseguir sus sueños y convertirse en algo que era tabú para todos. Vivió su vida como hombre durante muchos años y esto marcó su personalidad fuertemente. Una vez convertida en vampiresa, no tuvo necesidad de seguir aparentando puesto que en su nueva condición tenía más opciones y podría de alguna manera liberarse del machismo de la época. Sin embargo, la actitud ruda y decidida que adquirió durante el tiempo en que tuvo que aparentar ser hombre para sobrevivir aún prevalecen en su personalidad, siendo una mujer bastante masculina.

Sin embargo esta masculinidad no gobierna todo en su vida, pues Govinda, es en el fondo una persona sensible y tierna. Curiosa como un gato pequeño y con un corazón tan grande que es increíble que le quepa dentro del pecho. Practicó el budismo durante toda su vida y cree ciegamente en la reencarnación y en todos los aspectos de dicha religión. Ser budista la ha salvado de convertirse en una asesina despiadada, pues desea llevar una vida de búsqueda del nirvana y de una total paz interior a través de la meditación y las oraciones. Vive con apenas unas cuantas posesiones, porque ella cree que las cosas materiales sólo impiden su acercamiento a la iluminación, por eso evita las tentaciones del mundo, la riqueza, el poder e inclusive el sexo, ya que los considera vacíos y superficiales.

Es una mujer que confía rápidamente en las personas, porque cree fielmente que existe bondad en todos los corazones de los humanos u otras criaturas. Su único amor o lo más parecido al amor que ha conocido fue el monje que la convirtió en vampiresa, ella siente una profunda devoción y admiración por este hombre, no siendo correspondida de manera física o carnal en sus sentimientos, ya que él también lleva un voto de castidad por su condición de monje.

A Govinda le gusta hablar con la gente extraña, compartir experiencias de vida, escuchar las historias que los demás tienen para contar, le gusta impartir las enseñanzas del budismo a todo aquel que quiera abrir su corazón y escucharla, no se considera una santa y es bastante dura consigo misma a la hora de juzgarse, ser vampiresa es algo que le atormenta y le deprime, pues el tormento de desear la sangre y la muerte de otras personas le tortura aún después de tantos años.

De ojos pequeños característicos de su raza, de piel blanca-amarillenta, de labios pequeños y cabello lacio... en conclusión una Coreana como cualquier otra. Quizás algo distintivo de ella en su apariencia física sea su corte de cabello más común entre los chicos, corto hasta un poco más arriba de los hombros de color castaño. De complexión delgada y de pocas curvas, común entre los de su raza, se podría decir que es una chica del común, que fácilmente podría ser confundida con un chico. (Ver imagen)

Kim Se Hwang nació en un pequeño pueblo costero llamado Pusan de Corea del sur. Su familia vivía de la producción del arroz y de su venta en el pueblo, creció entre enormes campos de arroz y árboles de Lychee. Su padre y madre fueron trabajadores incansables que lograban tener un buen nivel de vida gracias a su esfuerzo laborioso y perseverancia, cosas que, quedaron grabadas en la memoria de la niña desde muy pequeña. Cuando tenía 14 años, el país sufrió una invasión por parte de guerreros Chinos que querían tomarse el puerto, los padres de Kim, la llevaron al ferrocarril con sus pertenencias y una dirección de un familiar en Nepal para salvarla de la eminente masacre. Esa fue la última vez que vio a sus padres.

Kim viajó durante meses en diferentes medios de transporte, usando metódicamente el dinero que sus padres le dieron para el largo viaje, tratando de no llamar mucho la atención para evitar ser robada o abuzada por algún ebrio. Cuando arribó a Kathmandu en Nepal, buscó la dirección y se encontró con que, tenía una pariente lejana que resultó ser una empleada de un bar, era una mujer de avanzada edad, que se dedicaba a limpiar los vómitos y demás porquerías dejadas por los ebrios cada noche. La pequeña Kim se dio cuenta rápidamente que ser mujer era una maldición en un mundo donde su género no valía nada y que terminaría siendo ultrajada y obligada a ejercer la prostitución pues no le permitirían estudiar para tener una vida digna.

Kim estaba dispuesta a honrar la memoria de sus padres y convertirse en una buena mujer, por lo que tomó una decisión que le cambiaría completamente la vida, se cortó el cabello ella misma, hasta dejarlo como el de un chico, ocultó su incipiente cuerpo femenino con ropas anchas y vendas que apretaban sus pequeños senos, aprendió el idioma del nuevo país tan rápido como pudo haciendo mandados y encargos, haciéndose pasar por un joven chico y cuando tuvo un nivel decente del lenguaje como para leer y escribir, se dirigió a un templo budista e imploró a los monjes porque le permitieran estudiar las sabias enseñanzas de Buda.

Al comienzo, los monjes se presentaron apáticos y no muy convencidos con la idea de permitirle ser uno de ellos, pero Kim no desistió, cada tarde volvía al templo e imploraba lo mismo con insistencia. Un mes después, el máximo monje del templo salió a recibirla luego de que ella estuviera esperando toda la tarde. Eran las 7 de la noche cuando el máximo monje se presentó con sus impecables túnicas y semblante compasivo. La miró por largo rato sin decir nada y Kim sintió que estaba leyéndole el alma. Luego de esta extraña y silenciosa contemplación, el hombre le pidió que la siguiera dentro del templo y a partir de ese momento ella se convirtió al budismo.

Fue bautizada con un nuevo nombre una vez fue aceptada entre los monjes, dejó de llamarse Kim Se Hwang para convertirse en Govinda. Vivió con los monjes durante el resto de su adolescencia, hasta que cumplió 22 años. Y la paz con la que había vivido hasta el momento, fue interrumpida por un ataque al templo budista, gracias a los constantes intentos de conquista del pueblo Chino en Nepal. Unos hombres armados, entraron esa noche y comenzaron a masacrar a los monjes y a incendiar el templo. Govinda de inmediato se escabulló entre los corredores del templo, en busca de su maestro y Monje principal a quien había cogido un gran aprecio debido a su bondad y el trato benevolente que le daba, corrió por los pasillos afanosa y asustada, hasta encontrar en lo más profundo del templo la habitación prohibida donde se decía dormía el monje Maestro y a la cual nadie tenía permiso de entrar.

Govinda la abrió de par en par, encontrándose con algo muy extraño, un sarcófago cubierto de flores de loto. Del sarcófago emergió nada más y nada menos que su maestro, Govinda en medio de su desesperación no le hizo preguntas al respecto, pero le informó afanosamente que el templo estaba siendo atacado y justo entonces, una horda furiosa de hombres guerreros arribó a la habitación amenazando con tomar la vida del Monje. La joven Govinda, no lo pensó dos veces y se interpuso entre el ataque del furioso hombre con su espada y la recibió de lleno en su estómago, evitando así que esta fuera a parar en su querido maestro. El dolor llegó inmediatamente paralizándola y cayó de rodillas sosteniéndose el estómago en vano, sintiendo como se le enfriaban las piernas y perdiendo completamente el conocimiento.

Cuando despertó, se sintió completamente extraña, como si ese cuerpo no fuera el suyo, se observó las manos y el cuerpo extrañada de no tener ni un rastro de la cicatriz. El maestro entró entonces en la habitación y le explicó que sabía desde el momento en que la había visto que se trataba de una mujer y por si no fuera poco, le anunció algo más inverosímil, el mismo era un vampiro y acababa de convertirla a ella en uno de los suyos, para salvarle la vida.

Govinda vivió con su maestro durante varias décadas, hasta que este le pidió que buscara su propio camino, que saliera a recorrer el mundo y que volviera cuando hubiese experimentado y comprendido más a la humanidad. Por esta razón, Govinda terminó en París y es aquí donde su aventura realmente comienza.

★ No le teme a la muerte
★ Le gusta el aroma del jasmin y los anturios
★ Le encanta observar a la gente desde los tejados de las casas
★ Es ambidiestra