AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ylithia Kürnberger
2 participantes
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Ylithia Kürnberger
DATOS BÁSICOS
-Edad: 1930 años reales|| 29 años aparentes
-Especie: Vampiro
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Alta
-Orientación Sexual: Heteroflexible
-Lugar de Origen: Sacro Imperio Romano
-Habilidad/Poder:
Por defecto:
-Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sóbrehumana.
-Colmillos afilados, uñas afiladas, piel y cuerpo resistentes.
-Sanación acelerada
-Percepción del aura
Desarrollados:
-Bloqueo mental
-Manipulación de la memoria
-Infligir dolor por medio de la mente.
DESCRIPCIÓN FÍSICA
Fue una chiquilla delgaducha transformada en cisne después de una larga evolución…
A dos milenios por cumplir, Ylithia sigue encaramada en la belleza perpetua que se congeló con el tiempo. Una mujer a simple vista perfecta que esconde toda clase de secretos. Ylithia es la belleza hecha mujer -o al menos despierta la envidia de ese título- su rostro pálido así como sombrío expresa la insolencia o arrogancia que ha llegado a desarrollar.
Sus ojos azules expresan la vacuidad del alma ausente en ella, la oscuridad que se cierne sobre su vida concluida y detenida en una mediana edad, cualquiera que osase observarlos se perdería en el confín de su existencia –eligiendo entre una vida vacía o la muerte- son pues, dos bolas de cristal carentes de la chispa de la vida, sin reflejo, sin calor. Se trata de una mujer imponente que proyecta una imperiosa elegancia, hebras carmesíes cual rubíes y abundante guedeja, se considera a sí misma una dama que atrae por lo que es y no por lo que aparenta. Sus piernas largas y torneadas le dan un aspecto espigado y sofisticado, cuerpo donairoso, dueña de unos demarcados labios que han exprofeso pensamientos egoístas y crueles obsesiones.
A dos milenios por cumplir, Ylithia sigue encaramada en la belleza perpetua que se congeló con el tiempo. Una mujer a simple vista perfecta que esconde toda clase de secretos. Ylithia es la belleza hecha mujer -o al menos despierta la envidia de ese título- su rostro pálido así como sombrío expresa la insolencia o arrogancia que ha llegado a desarrollar.
Sus ojos azules expresan la vacuidad del alma ausente en ella, la oscuridad que se cierne sobre su vida concluida y detenida en una mediana edad, cualquiera que osase observarlos se perdería en el confín de su existencia –eligiendo entre una vida vacía o la muerte- son pues, dos bolas de cristal carentes de la chispa de la vida, sin reflejo, sin calor. Se trata de una mujer imponente que proyecta una imperiosa elegancia, hebras carmesíes cual rubíes y abundante guedeja, se considera a sí misma una dama que atrae por lo que es y no por lo que aparenta. Sus piernas largas y torneadas le dan un aspecto espigado y sofisticado, cuerpo donairoso, dueña de unos demarcados labios que han exprofeso pensamientos egoístas y crueles obsesiones.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
Con el tiempo y los siglos contenidos en su memoria ha desarrollado diferentes personalidades para adaptarse a los cambios que le han sobrevenido en todas las épocas tanto pasadas como actuales, pero un común denominador ha prevalecido en todas ellas, es: ambiciosa, egocéntrica, astuta, de destacado gusto por las artes desde la música hasta la escultura y pintura –a las que se ha adaptado muy bien- caprichosa, egreida, soberbia ¿Por qué no serlo?. Descifrar el enigma que encierra a su persona es someterse a las reglas que le rigen, pues nadie en lo absoluto a logrado vencer y someter al demonio que mora en ella.
Perspicaz, adaptable, sin mencionar el profundo amor que siente por sí misma. Nadie excepto su progenie es tan importante como para merecer un ápice de su tiempo –y aún así a podido dejarles-. Pese a tratarse de una antigua vampiresa ha aprendido a manejarse en los ámbitos sociales más extraños en el mundo; versátil, obstinada, hedonista, aún continua como miembro activo de la camarilla Ventrue, por lo que desenvolverse en centros dónde se encuentra relacionada sociedad-poder-política ha de encontrarse inmiscuida en aquellos asuntos.
La dualidad del bien y el mal persisten en su voluntad, destinada a la grandeza como así lo ha considerado desde su nacimiento, se ha ido formando en un monstruo de temer y está consciente de ello, un monstruo que al chasquido de sus dedos podría obtener lo que desea, amante de los lujos y todo lo que englobe el bien material. Debido a su destacada belleza extranjera; Ylithia es consciente de lo que posee por lo que no duda en hacer uso de sus potestades e infinita persuasión que ha desarrollado a través del tiempo, pese a ello no recurre a sus artimañas al menos que fuese necesario, pues ya que por sí misma conquista a sus víctimas sin la necesidad de imprimir un mayor esfuerzo en conseguir de estos lo que se le pegue en gana.
Perspicaz, adaptable, sin mencionar el profundo amor que siente por sí misma. Nadie excepto su progenie es tan importante como para merecer un ápice de su tiempo –y aún así a podido dejarles-. Pese a tratarse de una antigua vampiresa ha aprendido a manejarse en los ámbitos sociales más extraños en el mundo; versátil, obstinada, hedonista, aún continua como miembro activo de la camarilla Ventrue, por lo que desenvolverse en centros dónde se encuentra relacionada sociedad-poder-política ha de encontrarse inmiscuida en aquellos asuntos.
La dualidad del bien y el mal persisten en su voluntad, destinada a la grandeza como así lo ha considerado desde su nacimiento, se ha ido formando en un monstruo de temer y está consciente de ello, un monstruo que al chasquido de sus dedos podría obtener lo que desea, amante de los lujos y todo lo que englobe el bien material. Debido a su destacada belleza extranjera; Ylithia es consciente de lo que posee por lo que no duda en hacer uso de sus potestades e infinita persuasión que ha desarrollado a través del tiempo, pese a ello no recurre a sus artimañas al menos que fuese necesario, pues ya que por sí misma conquista a sus víctimas sin la necesidad de imprimir un mayor esfuerzo en conseguir de estos lo que se le pegue en gana.
HISTORIA
Nacida en el siglo I aproximadamente en el año 82 d.C en la República de Roma, bajo el nombre de Helena, hija de unos de los cónsules más importantes de aquel imperio, criada en cuna de oro, fue bendecida por la belleza de su bisabuela y su madre quien al darla a luz falleció. Consentida, amada, crecio con el favor de su padre el cónsul Octavio Primus.
Dio inicio a su infancia con grandes ventajas gracias a su lectura asidua por la historia y la filosofía, incluso la astronomía a la cual le tomó bastante afecto y pasión debido a la influencia de la época.
Impulsada por la curiosidad y la audacia de sus instintos continúo por su interés en el estudio y el aprendizaje, sumó conocimientos grandes a las bibliotecas más importantes de Roma, Alejandría y Egipto. No sería hasta su adolescencia en dónde se reflejaría su verdadera importancia, instruida en las artes de la música especialmente el arpa, dónde procuraba vaciar en intensas notas musicales la melancolía y esperanza entremezcladas. No fue tan dulce el pasado que le precedía, la pérdida de su madre ocasionó que ella desde muy pequeña despertara emociones sombrías y carentes de sentimientos ya que propiamente se refugiaba en los pergaminos de las bibliotecas a diferencia de personas u objetos.
Al asumir el recuerdo de una madre ausente, cada vez más se alejaba de la compañía de su padre, sin embargo, les unía la pasión por la astronomía y los misterios del universo, dónde cada noche cuando se podía expresar sus diferentes pensamientos, procuraban observar la bóveda celeste dónde tanto ella como él se veían opacados por su inmensidad.
Gracias a su crianza independiente de otras señoritas romanas, fue considerada una mujer erudita en la filosofía y la astronomía, dónde procuraba expresar por medio de discursos con importantes hombres sus conocimientos, dudas o descubrimiento (Aunque era señalada por el ego lastimado de los hombres). Ello no era del agrado de su padre, aunque fuera conocida por la grandiosa habilidad que tenía, Helena olvidaba su verdadera misión en la vida, una obligación desde su nacimiento, toda tradición romana llevaba a sus mujeres a ensombrecer su esencia bajo en el yugo de un hombre importante, matrimonios para sellar pactos políticos que beneficiaban a sus familias incluso.
Aunque huía de su destino, la verdad salía a flote aún con las constantes evasivas a su padre, como Cónsul de Roma debía de escatimar en importantes situaciones que a Helena también le concernían.
Como su única hija y heredera de su imperio dentro de la ciudad, procuraba someter a los hombres bajo sus encantos femeninos, pero Helena era una adolescente discreta, tímida, inexperta en aquellos temas de los que huía sin consideración. El hecho de ser esclava en una jaula de oro le aterraba. En los recuerdos simulados de la memoria podía ver la intensidad con la que sublevaba a su antecesor, imponía su voluntad y él la suya; en cambio a diferencia de otras Helena no aceptaba su imposición. Defendía sus deseos muy bien, incluso después de que su corazón dejara de latir.
Sopesando la voluntad que no decaía en ella, finalmente su padre enfermó, cuando llegaron sus 29 años de edad pudo notar que no era la juventud la que perdía si no la llama encendida del deseo por continuar apropiándose de grandes conocimientos en el mundo. Tras sus ambiciones impuestas en metas y objetivos por cumplir, decidió viajar fuera de Roma para conocer otros horizontes, gracias a la fortuna concedida por su padre pudo conocer Alejandría dónde la expresión de su cultura desde sus enormes plazoletas vestidas de lujos, oro, incienso, telas preciosas se adjudicaban el encanto de aquella enorme ciudad.
Más no fueron sus extravagantes gustos y el misticismo lo que le hizo sucumbir a los encantos de la ciudad más importante. Fue más bien lo que la noche traía consigo, arrastrando vientos sofocantes. Con ellos ojos desolados, tan vacuos que no reflejaban nada más que la ausencia misma; vacío, la nada.
Como si el cielo oscuro se expresara en ellos pero no existiese ahí el reflejo de las estrellas, únicamente ausencia de todo, vacío que a pesar de todo te llevaba hasta lo más recóndito del su ser. Entre leyendas y mitos del origen de la humanidad, Helena había escuchado de aquellos seres místicos que habitaban en la noche pesando en ellos la maldición de la sed perpetua almenándose por la sagre, que vivían en ella y de los placeres de la vida conviviendo con los siete pecados capitales; Lujuria, Avaricia, Gula, Pereza, Envidia, Ira, Soberbia. Que nacían en los confines del mundo y que sobrevivían con la sangre humana en el cálido abrazo de una mordida impresa en el cuello u otras partes del cuerpo. No logró constatarlo, hasta esa noche, elegida por el hombre menos pensado fue víctima del encanto que yacía en sus pupilas, profundos como el universo le engatusaron. Se apropiaba de su voluntad como el maestro de su discípulo más fiel, impuso a Helena sus pretensiones atrayéndola como las abejas a la miel.
Así fue cubierta por el poderoso abrazo de un vampiro, su nombre le desconocía entonces. Pero el temor a lo desconocido acechó a Helena durante sus primeros meses como neófita convirtiéndola en una suicida. Odiaba su nueva naturaleza, odiaba la maldición que regía ya sobre su cuerpo. Quizo acabar con su vida en múltiples ocasiones, pero era su creador lo evitaba reclamando su derecho por sangre. Mientras más se negaba a ser una vampiresa, su alma – si así pudiese llamársele- se lamentaba, sufría e imploraba de nuevo volver a sentir la calidez del sol sobre su rostro terso y frío como el jaspe. Sólo que ahora esos rayos serian los que le asesinarían sin piedad o misericordia. Viviendo entre el límite de la vida y la muerte finalmente aceptó su destino, tomando el mayor provecho de su nueva no vida y volvió a Roma junto a su creador.
Recordando lo intransigente de su llegada a la ciudad más grande y poderosa del mundo –así la conocía- un verdadero imperio que poco a poco se iba consumiendo con las voluntades fútiles, la ambición de hombres afanosos de poder y reconocimiento de los pueblerinos. Ante ello decidió poner fin a su tortura y vencer el miedo con una deliciosa fachada que sólo ella y su creador sabía que existía. Como filántropa y astrónoma, brindó sus conocimientos a eruditos de la filosofía y la historia en largas sesiones dónde la mezcla de ideas y la lengua eran la mayor defensa –una de tantas que desarrolló al convertirse en una muerta en vida-. Pasó el tiempo desapercibida, mientras ellos se iban y venían, Helena también lo hacía, pero gracias al regalo de la vida eterna permaneció oculta en el anonimato, pues regresaría a la tierra que la vio nacer luego de un siglo.
Fue conocida con nombres extraños y etiquetas que le daban indiferencia, pero en aquel tiempo del siglo II su creador volvió a buscarle para quedarse con ella y no volverse a separar más, él era un hombre atractivo e imponente que saciaba sus deseos e instintos con el cuerpo de Helena convirtiéndola en su esclava de sangre y lo más cercano a una compañera que viajaría con él por el resto de la eternidad.
No obstante, al concubinato leal no está hecho para los hijos del diablo, nuevamente su creador le abandonó a su suerte, dejando un solo rastro tras su desaparición. Helena no le siguió, otros planes tenía en mente y los llevaría a cabo a pesar de las futuras consecuencias; elegir a su propia progenie. Dos siglos después fue que encontró la postulante ideal para convertirse en su vástago; aprovechando su curiosidad por la astronomía entre otros temas de interés le fue instruyendo cada noche creando entonces un lazo permanente entre ambas que se fue fortaleciendo, Diana era tan similar Helena, que aún cuando le veía recordaba la fragilidad que había perdido al convertirse en vampiresa, era justo conservarle con aquella esencia. Fue así como la pelirroja reveló su gran secreto dándole la oportunidad de preservar sus conocimientos y enriquecerlos, luego del abrazo final, nació finalmente Deneb como le llamó en honor a la estrella más brillante de la Constelación del Cisne y del cielo nocturno.
El tiempo avanzaría y en cambio ellas tuvieron la oportunidad de observar con sus propios ojos la evolución del mundo, sus poblaciones, sociedades. Tal fue la sorpresa de Helena cuando Deneb acepto su oferta sin refutaciones de irse de Roma, la última noche en el Imperio Romano marcó nuestra existencia como nunca antes, compartimos la sangre como un pacto que nos uniría más allá de la muerte o la vida, resultaba pues la verdadera esencia de nuestras voluntades; un vínculo que no podía fracturarse al menos de que alguna de las desapareciéramos.
Entre céntimos de años sobrevivimos camuflando nuestro verdadero origen, conservando aquel nombre que cambio siglo tras siglo finalmente se establecieron en Austria en dónde ambas cambiaron su nombre; Ylithia, nombre que llevaría hasta la actualidad.
A pesar de todo, la sangre llama y más si la sangre tiene por medio milenios y siglos. Gracias a la habilidad por adaptarse a los avances de la vida humana, fue pasando de historia en historia con grandes aprendizajes que formaron su mente. Alrededor del Siglo XVIII el camino se desvió hasta el nuevo mundo; la antigua Europa se abría paso a los grandes descubrimientos de ciencia, arte, sociedad. El imperio Romano ya no existía del todo, solo pequeños bocetos que trascendían a la historia, precisamente así como nosotros los inmortales. Siendo Francia su próximo hogar para la supervivencia y dejando atrás el pasado procuró cambiar la “vida”, aprendiendo sobre la cultura extranjera y empezar a COEXISTIR CON LA HUMANIDAD.
No obstante, Ylithia decidió avanzar por éste camino de descubrimientos sola, dejando atrás a su progenie pero a diferencia de su creador ésta no ha dejado un solo rastro de su paradero. Aún así, la vampiresa sabe a ciencia cierta en dónde se encuentra su pequeña Deneb a la que observa bajo el silencio y la oscuridad.
Dio inicio a su infancia con grandes ventajas gracias a su lectura asidua por la historia y la filosofía, incluso la astronomía a la cual le tomó bastante afecto y pasión debido a la influencia de la época.
Impulsada por la curiosidad y la audacia de sus instintos continúo por su interés en el estudio y el aprendizaje, sumó conocimientos grandes a las bibliotecas más importantes de Roma, Alejandría y Egipto. No sería hasta su adolescencia en dónde se reflejaría su verdadera importancia, instruida en las artes de la música especialmente el arpa, dónde procuraba vaciar en intensas notas musicales la melancolía y esperanza entremezcladas. No fue tan dulce el pasado que le precedía, la pérdida de su madre ocasionó que ella desde muy pequeña despertara emociones sombrías y carentes de sentimientos ya que propiamente se refugiaba en los pergaminos de las bibliotecas a diferencia de personas u objetos.
Al asumir el recuerdo de una madre ausente, cada vez más se alejaba de la compañía de su padre, sin embargo, les unía la pasión por la astronomía y los misterios del universo, dónde cada noche cuando se podía expresar sus diferentes pensamientos, procuraban observar la bóveda celeste dónde tanto ella como él se veían opacados por su inmensidad.
Gracias a su crianza independiente de otras señoritas romanas, fue considerada una mujer erudita en la filosofía y la astronomía, dónde procuraba expresar por medio de discursos con importantes hombres sus conocimientos, dudas o descubrimiento (Aunque era señalada por el ego lastimado de los hombres). Ello no era del agrado de su padre, aunque fuera conocida por la grandiosa habilidad que tenía, Helena olvidaba su verdadera misión en la vida, una obligación desde su nacimiento, toda tradición romana llevaba a sus mujeres a ensombrecer su esencia bajo en el yugo de un hombre importante, matrimonios para sellar pactos políticos que beneficiaban a sus familias incluso.
Aunque huía de su destino, la verdad salía a flote aún con las constantes evasivas a su padre, como Cónsul de Roma debía de escatimar en importantes situaciones que a Helena también le concernían.
Como su única hija y heredera de su imperio dentro de la ciudad, procuraba someter a los hombres bajo sus encantos femeninos, pero Helena era una adolescente discreta, tímida, inexperta en aquellos temas de los que huía sin consideración. El hecho de ser esclava en una jaula de oro le aterraba. En los recuerdos simulados de la memoria podía ver la intensidad con la que sublevaba a su antecesor, imponía su voluntad y él la suya; en cambio a diferencia de otras Helena no aceptaba su imposición. Defendía sus deseos muy bien, incluso después de que su corazón dejara de latir.
Sopesando la voluntad que no decaía en ella, finalmente su padre enfermó, cuando llegaron sus 29 años de edad pudo notar que no era la juventud la que perdía si no la llama encendida del deseo por continuar apropiándose de grandes conocimientos en el mundo. Tras sus ambiciones impuestas en metas y objetivos por cumplir, decidió viajar fuera de Roma para conocer otros horizontes, gracias a la fortuna concedida por su padre pudo conocer Alejandría dónde la expresión de su cultura desde sus enormes plazoletas vestidas de lujos, oro, incienso, telas preciosas se adjudicaban el encanto de aquella enorme ciudad.
Más no fueron sus extravagantes gustos y el misticismo lo que le hizo sucumbir a los encantos de la ciudad más importante. Fue más bien lo que la noche traía consigo, arrastrando vientos sofocantes. Con ellos ojos desolados, tan vacuos que no reflejaban nada más que la ausencia misma; vacío, la nada.
Como si el cielo oscuro se expresara en ellos pero no existiese ahí el reflejo de las estrellas, únicamente ausencia de todo, vacío que a pesar de todo te llevaba hasta lo más recóndito del su ser. Entre leyendas y mitos del origen de la humanidad, Helena había escuchado de aquellos seres místicos que habitaban en la noche pesando en ellos la maldición de la sed perpetua almenándose por la sagre, que vivían en ella y de los placeres de la vida conviviendo con los siete pecados capitales; Lujuria, Avaricia, Gula, Pereza, Envidia, Ira, Soberbia. Que nacían en los confines del mundo y que sobrevivían con la sangre humana en el cálido abrazo de una mordida impresa en el cuello u otras partes del cuerpo. No logró constatarlo, hasta esa noche, elegida por el hombre menos pensado fue víctima del encanto que yacía en sus pupilas, profundos como el universo le engatusaron. Se apropiaba de su voluntad como el maestro de su discípulo más fiel, impuso a Helena sus pretensiones atrayéndola como las abejas a la miel.
Así fue cubierta por el poderoso abrazo de un vampiro, su nombre le desconocía entonces. Pero el temor a lo desconocido acechó a Helena durante sus primeros meses como neófita convirtiéndola en una suicida. Odiaba su nueva naturaleza, odiaba la maldición que regía ya sobre su cuerpo. Quizo acabar con su vida en múltiples ocasiones, pero era su creador lo evitaba reclamando su derecho por sangre. Mientras más se negaba a ser una vampiresa, su alma – si así pudiese llamársele- se lamentaba, sufría e imploraba de nuevo volver a sentir la calidez del sol sobre su rostro terso y frío como el jaspe. Sólo que ahora esos rayos serian los que le asesinarían sin piedad o misericordia. Viviendo entre el límite de la vida y la muerte finalmente aceptó su destino, tomando el mayor provecho de su nueva no vida y volvió a Roma junto a su creador.
Recordando lo intransigente de su llegada a la ciudad más grande y poderosa del mundo –así la conocía- un verdadero imperio que poco a poco se iba consumiendo con las voluntades fútiles, la ambición de hombres afanosos de poder y reconocimiento de los pueblerinos. Ante ello decidió poner fin a su tortura y vencer el miedo con una deliciosa fachada que sólo ella y su creador sabía que existía. Como filántropa y astrónoma, brindó sus conocimientos a eruditos de la filosofía y la historia en largas sesiones dónde la mezcla de ideas y la lengua eran la mayor defensa –una de tantas que desarrolló al convertirse en una muerta en vida-. Pasó el tiempo desapercibida, mientras ellos se iban y venían, Helena también lo hacía, pero gracias al regalo de la vida eterna permaneció oculta en el anonimato, pues regresaría a la tierra que la vio nacer luego de un siglo.
Fue conocida con nombres extraños y etiquetas que le daban indiferencia, pero en aquel tiempo del siglo II su creador volvió a buscarle para quedarse con ella y no volverse a separar más, él era un hombre atractivo e imponente que saciaba sus deseos e instintos con el cuerpo de Helena convirtiéndola en su esclava de sangre y lo más cercano a una compañera que viajaría con él por el resto de la eternidad.
No obstante, al concubinato leal no está hecho para los hijos del diablo, nuevamente su creador le abandonó a su suerte, dejando un solo rastro tras su desaparición. Helena no le siguió, otros planes tenía en mente y los llevaría a cabo a pesar de las futuras consecuencias; elegir a su propia progenie. Dos siglos después fue que encontró la postulante ideal para convertirse en su vástago; aprovechando su curiosidad por la astronomía entre otros temas de interés le fue instruyendo cada noche creando entonces un lazo permanente entre ambas que se fue fortaleciendo, Diana era tan similar Helena, que aún cuando le veía recordaba la fragilidad que había perdido al convertirse en vampiresa, era justo conservarle con aquella esencia. Fue así como la pelirroja reveló su gran secreto dándole la oportunidad de preservar sus conocimientos y enriquecerlos, luego del abrazo final, nació finalmente Deneb como le llamó en honor a la estrella más brillante de la Constelación del Cisne y del cielo nocturno.
El tiempo avanzaría y en cambio ellas tuvieron la oportunidad de observar con sus propios ojos la evolución del mundo, sus poblaciones, sociedades. Tal fue la sorpresa de Helena cuando Deneb acepto su oferta sin refutaciones de irse de Roma, la última noche en el Imperio Romano marcó nuestra existencia como nunca antes, compartimos la sangre como un pacto que nos uniría más allá de la muerte o la vida, resultaba pues la verdadera esencia de nuestras voluntades; un vínculo que no podía fracturarse al menos de que alguna de las desapareciéramos.
Entre céntimos de años sobrevivimos camuflando nuestro verdadero origen, conservando aquel nombre que cambio siglo tras siglo finalmente se establecieron en Austria en dónde ambas cambiaron su nombre; Ylithia, nombre que llevaría hasta la actualidad.
A pesar de todo, la sangre llama y más si la sangre tiene por medio milenios y siglos. Gracias a la habilidad por adaptarse a los avances de la vida humana, fue pasando de historia en historia con grandes aprendizajes que formaron su mente. Alrededor del Siglo XVIII el camino se desvió hasta el nuevo mundo; la antigua Europa se abría paso a los grandes descubrimientos de ciencia, arte, sociedad. El imperio Romano ya no existía del todo, solo pequeños bocetos que trascendían a la historia, precisamente así como nosotros los inmortales. Siendo Francia su próximo hogar para la supervivencia y dejando atrás el pasado procuró cambiar la “vida”, aprendiendo sobre la cultura extranjera y empezar a COEXISTIR CON LA HUMANIDAD.
No obstante, Ylithia decidió avanzar por éste camino de descubrimientos sola, dejando atrás a su progenie pero a diferencia de su creador ésta no ha dejado un solo rastro de su paradero. Aún así, la vampiresa sabe a ciencia cierta en dónde se encuentra su pequeña Deneb a la que observa bajo el silencio y la oscuridad.
DATOS EXTRA
-Es fundadora del Clan Sigma, Altair es su apodo.
-Colecciona poesía.
-Es experta con el arco.
-Ha aprendido muchos idiomas, pero ninguno de ellos lo habla excepto el italiano su lengua madre. Prefiere llevar traductores a su lado, alguien de su entera confianza.
-Es muy acertada al hacer suposiciones, teorías o hipótesis pues su experiencia en la ciencia le ha dado ese dote a desarrollar.
-Lleva un relicario que tiene la fecha de su transformación y muerte.
-Toca el arpa con exquisita habilidad pero ha dejado de hacerlo por algún razón.
-El motivo por el que dejó a su progenie sólo lo sabe ella, aún así mantiene los ojos sobre su vástago.
-Se alimenta sólo de sangre de vírgenes y sacerdotes.
-Colecciona poesía.
-Es experta con el arco.
-Ha aprendido muchos idiomas, pero ninguno de ellos lo habla excepto el italiano su lengua madre. Prefiere llevar traductores a su lado, alguien de su entera confianza.
-Es muy acertada al hacer suposiciones, teorías o hipótesis pues su experiencia en la ciencia le ha dado ese dote a desarrollar.
-Lleva un relicario que tiene la fecha de su transformación y muerte.
-Toca el arpa con exquisita habilidad pero ha dejado de hacerlo por algún razón.
-El motivo por el que dejó a su progenie sólo lo sabe ella, aún así mantiene los ojos sobre su vástago.
-Se alimenta sólo de sangre de vírgenes y sacerdotes.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Última edición por Ylithia Kürnberger el Dom Mayo 05, 2013 10:54 pm, editado 1 vez
Ylithia Kürnberger- Vampiro Clase Alta
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Localización : En algún lugar dónde no puedan encontrarme
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Re: Ylithia Kürnberger
FICHA APROBADA
Bienvenida a Victorian Vampires
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Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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