Fue un sueño? - Alexander Di Forza

por **Corradine Grimaldi** Miér Ago 22, 2012 3:03 pm

- No!!!! – grito en mitad de la noche, como hacia tantos años venia haciéndolo, cuando despertaba temblando y empapada en sudor recordando esos ojos helados e insinuantes. Sentada en la gran cama, con su camisón trepado hasta la cintura, la mano aun temblando, recorrió con ella su fino y delicado cuello, y recordó vívidamente aquella otra mano que con suavidad y apremio la urgían a entregarse. Con los ojos cerrados rememoró el aliento en su cuello y los bellos de todo su cuerpo se erizaron, mezcla de placer y terror – pero como puede ser posible – pensó – me estoy volviendoloca, no existe otra explicación – exclamó mientras con los puños cerrados golpeaba la ropa de cama. Con ademan de hartazgo se destapo. - Eres patética – se reprocho – como puedes recordar con sentimientos entremezclados esa fatídica noche. Se inclino sobre su estomago y tomo su cabeza entre las manos – loca, deberías estar en un psiquiátrico – murmuro.

Se acercó al vidrio empañado por el frio de la madrugada, parecía mentira que ya estuvieran nuevamente en primavera. Miró por el ventanal del balcón, este daba a la calle que estaba débilmente iluminada. Aun era de madrugada, seguramente faltarían unas horas para amanecer. - Tembló - desde un tiempo a esta parte las noches se le volvían interminables y aquel sueño recurrente que no la dejaba en paz, aquel maldito ser estaba en sus sueños, en cada una de esas malditas noches. Oyó los pasos lejanos sobre los adoquines humedos por el rocio de la madrugada. Descorrió el paño de Gaza, de forma desganada, seguramente era un obrero que caminaba a su trabajo - pensó - Los pasos se detubieron justo debajo de su balcon, entonces se sobresalto, dio varios paso hacia atrás y se afirmó en el respaldar de la cama. Su corazón latía desbocado como un caballo, su piel se volvio del color de la cera – No puede ser – se dijo, acercándose nuevamente, presa de un terror atávico, al ventanal. Pero aquel hombre o ser no estaba, el lugar permanecía vacio bajo la luz del farol de la calle. Pero estaba segura de lo que habia visto... - esos ojos eran los de su sueño – Caviló - y los acababa de ver nuevamente en el extraño que esperaba pacientemente en la noche.

- No!, ese demonio quedo allá, en Turín - Trato de razonar – Piensa Chiara, ¿porque demonios tendría que haber venido a Paris? y menos a buscarme. No, no tiene sentido, pero, esas manos… ¿fue un sueño verdad? Chiara, ay... Chiara – se restregó los ojos con dos dedos, estaba tan cansada. - es mi mente que desvaría, si no ¿que otra cosa podría ser? Pero estoy segura, que en algún lado lo he visto antes… si… antes de esa noche, pero… ¿donde?

por **Argus Di Sforza** Dom Sep 02, 2012 3:23 pm

- Tengo una fama que me hace sentir orgulloso, por muy siniestro que eso suene, no me arrepiento de nada de lo que he hecho. He cambiado muchas vidas…para bien para mal ¿qué más da? Los tontos humanos jamás reconocerían lo bueno de lo malo por muy evidente que esto fuera, tampoco es que sea un buen ser que ayuda a pobres desamparados, jamás seré de ellos, pero si me gusta torturar y cambiar a los humanos mediante el miedo…¿Acaso hay algo más enriquecedor que eso? - Las risas burlescas inundan la sala, poco a poco desaparecen junto con la oscuridad.

Jamás he tenido problemas para causar pánico entre los seres humanos y uno que otro ser sobrenatural, ¿por qué temerme tanto? Después de todo saben perfectamente cuando el peligro acecha, esa sería una definición de mi mismo, peligro. Si estoy cerca tuyo no es por casualidad, sino porque te he elegido como siguiente víctima. Así había ocurrido con aquella humana de nombre Chiara, una vez más me había encargado de generar “traumas” absurdos ¿por qué eran siempre tan débiles los tontos humanos? No es que fuesen a mejorar algo llorando o encerrándose en su estúpida habitación. El reencuentro había sido pura casualidad, pues yo me encontraba en Paris debido a que mi hermano me había pedido el favor, él tenía cosas que hacer por lo que no había podido viajar y pues yo sin poder negarme tuve que acudir al lugar. Antes de poder llegar a mi destino es cuando la volví a ver, ella observando hacia todos lados y aún así no pudo identificarme, así que un día decidí seguirla para enterarme donde vivía. Una gran satisfacción nació en mi cuando pude llegar a su residencia, ya me divertiría con ella más tarde.

Y así fue, cuando quedaba poco para el amanecer había logrado escurrirme dentro de su habitación, no es que fuese demasiado difícil para mi el poder hacerlo, para un vampiro de tantos años como yo casi nada era imposible. Me acerqué a ella quién estaba plácidamente dormida encargándome de destaparla un poco para subir su camisón, ella apenas se enteraba de lo que sucedía, cosa que jugaba a favor mío. Mis intenciones claramente no eran buenas, para nada, pero un grito de ella hizo frenarme de golpe y huir a la oscuridad de la noche. Aún así yo la observaba, podía ver el temor y el pánico en sus ojos, podía notar como no sabía diferenciar si era real o solo un sueño. Sonreí para mis adentros y decidí que no terminaría ahí, jugaría más con ella.

Con la agilidad que se me había brindado gracias al vampirismo, pasé por los árboles para alejarme solo un poco de la casa misma, para caminar por debajo y quedar justo debajo del balcón, la miré con esa misma mirada con que la había visto la primera vez. ¿Lo habría reconocido?. No esperé demasiado tiempo, así que me escondí en la poca oscuridad que ya iba quedando antes que ella se asomara de nuevo, sabía que ella quedaría atemorizada sin poder diferenciar la realidad del sueño y es que eso era precisamente lo que quería lograr yo, asustarla.

por **Corradine Grimaldi** Sáb Sep 08, 2012 11:20 pm

Chiara, paso toda la mañana pensando en aquel extraño sueño - ¿era un sueño? - pensó - No podía concentrarse en ningunas de las tareas que debía realizar, ni las mas simples y menos las mas complejas. Intentó tocar algo en el piano pero todas las composiciones le parecieron insípidas y aburridas.
Volvió al tema que rondaba su cabeza y en las sensaciones que había experimentado. La piel se le erizó recordando esas emociones, el letargo, la entrega y esa mezcla extraña entre sensualidad y miedo, entre el querer y el temer.
Al medio día acompañó a su prima a la Catedral para pedir unas misas por el descanso eterno de sus difuntos. - Padre - pregunto al sacerdote - ¿todos los muertos descansan? o existe la posibilidad de que vaguen por la tierra - el padre la miró entre extrañado y asustado - No padre, no me refiero a fantasmas, sino a otro tipo de seres ¿Existen? - Lo único que le quedo claro es que el sacerdote la mando a rezar un montón de Padres Nuestros y Ave Marías, para terminar diciéndole que esas cosas mejor ni invocarlas.
Al volver, hacia la mansión, la tarde comenzaba a decaer, envolviendo todo con una atmósfera dorada y cobriza; las primeras estrellas de la noche emergieron y ella pensó que tendría que pasar otra noche más en vela. El coche se bamboleaba rítmicamente según lo marcaban los adoquines de la calle, ella miró a su prima quien, casi desde abandonar la iglesia había comenzado a hablar del día y estaba decidida a seguirlo, el gran escándalo era que una simple doncella había conseguido embaucar al hijo de una importante familia y ella que tenia un montón de apellidos y linajes no podía conseguir un marido decente.
Chiara se sonrió pensando en lo poco que valoraban las mujeres la libertad y si ella tenía que reflexionar sobre lo bueno que la vida le había traído con semejante experiencia y tragedia había sido, tal vez - Libertad y dominio de mi destino - volvió a sonreír pero tristemente - daría toda esa libertad si con ello pudiera tenerlos conmigo solo un día mas - respiró hondo y trató de pensar en su futuro, en el mañana, pero solo logró recordar los sentimientos que experimentó la noche anterior.
Al entrar a la residencia, dejó en la biblioteca a la pequeña Anne y subió a su dormitorio donde se paseo de un lado a otro terminando siempre en la ventana del balcón mirando una y otra vez la arboleda umbría, el farol de la iluminación pública y por mas que pensaba que era una idea descabellada, se repetía en su mente la certeza de que el hombre parado en medio de la noche, era la misma presencia que minutos antes había sentido al lado de su lecho. Se santiguó como miles de veces desde pequeña le enseñaron para pedir la protección ante aquellos misterios que sobrepasaban el entendimiento humano.
Decidió que esa noche dormiría con las sagradas escrituras bajo la almohada - se rió pensando que de mucho le serviría si se aparecía un ser aterrador como en Turín - que esperaré - pensó - darle librazos por la cabeza?

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