AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Kang Dong Yul
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Kang Dong Yul
por Dong Yul Kang Vie Ago 24, 2012 11:38 pm
Nombre del personaje:
Kang Dong Yul
Edad: 20 años.
Especie: Humano.
Tipo, clase social o cargo:
Extranjero clase baja.
Orientación sexual: bisexual
Lugar de Origen:
Gyeongsang del Norte; Corea del Sur.
Es un joven que en el principio se muestra tímido pero con los segundos comienza a mostrar la adorable sonrisa que posee, su personalidad positiva y agradable. Es risueño como ninguno y muestra cierta cortesía y modismo nada propios a la clase de la cual pertenece, pero no todo en el mellizo menor es bueno.
Es celoso y posesivo, odia que personas se le acerquen mucho a su hermano Yong Ha o si ve que hay otra intención de por medio la faz tranquila de su rostro se vuelve seria y una mirada fría se hace presente en sus oscuras pupilas y es ahí donde se abraza al brazo de su hermano con fuerza demostrando con ese acto que sólo él podía estar así de cerca con Yong Ha, que aunque deseara algo más, eso jamás sucedería ¿O sí? …
Le gusta caminar por ahí cuando termina su trabajo, ver alguno que otros espectáculos que hace la gente en la plaza. Abrazar a su hermano, repartir besos –en la mejilla- a las personas que le son de su agrado. Cantar ¡Oh si como le gusta! Y juguetear también, comer; aunque para su altura se mantiene delgado –y claro por la condición social tampoco es que pudieran comer tanto-
Le desagrada que le mientan, que tanto mujeres y hombres se le acerquen a su hermano con otras intenciones.; eso le da un dolor de cabeza grande. Que lo molesten con cosas que no le interesan y que tomen su tesoro –un osito de peluche algo viejo pero que mantiene impecable-
Amanecía, el aroma intenso de los campos se filtraba dentro de la casa. Y entonces, un sonido familiar para la única habitante de aquella choza, le hizo pensar por un momento que era producto de su mente aun adormilada. Estaba fresco afuera, por lo que se acomodó mejor el chal que traía sobre el cuello.
Pero el sonido inconfundible del llanto de un infante, hizo que todo rastro de sueño se esfumara del cuerpo de la septuagenaria. (73) Abrió con recelo la puerta de su hogar, pero no vio nada. Pero el llanto estaba presente. Fue detrás de uno de los matorrales que se encontró con un bulto especialmente grande de cobijas raídas, sucias, que resguardaban al causante de aquel alboroto. Grande fue su sorpresa, al acercarse y descubrir un poco el bultito, que no era uno, sino dos seres. Pequeños, no muy regorditos, con apenas unos cabellitos en color azabache. Se tapó la boca con una mano, ¿Cómo alguien podía dejar dos bebes tan pequeños así, a su suerte? Se agacho con algo de dificultad, y les recogió, metiéndolos dentro de la casa. Había una nota. El pequeño con un lunar en el lado izquierdo del cuello, era el mayor de los mellizos, dejaba a su elección el ponerles un nombre. Yong Ha seria el mayor y Dong Yul, el menor, pensó la anciana, acariciando las cabezas casi pelonas de aquellos pequeños. Hyo Rim era viuda hacía diez años, y sus hijos, todos habían partido a la capital o a las costas, enfrascándose en guerrillas o alguna otra cosa, dejándola sola, desde antes de la partida de su marido. Esos niños… Eran una nueva oportunidad de demostrar que era una excelente madre. Los criaría como suyos, aunque sus fuerzas no fueran las de su juventud y primera madurez, haría de esos niños gente de bien. Serian su compañía hasta que sus días se terminasen.
Con esfuerzo, la señora logro mantener con vida a los chicos, donde quiera los llevaba, aunque no era tarea fácil. Cuando tuvieron la suficiente destreza mental como para sujetar con algo de fuerza el azadón, los mellizos ayudaron a la abuela a trabajar los campos que tenían, para su propio sustento. También solían ir a un río vecino a conseguir algunos peces. No solo era trabajo, algunas veces, regresaban a casa sin nada en las manos, pero si empapados y llenos de barro y alguno que otro raspón. Una sonrisa de inocencia era suficiente para que la anciana no los regañase, y les diera la cena aunque no consiguieran el sustento del día siguiente.
Así continuaron las cosas junto con el crecimiento de los mellizos. Dong Yul se había vuelto un joven que ayudaba a la anciana más en casa que en ir a trabajar como su hermano, de esa forma aprendió a cocinar y tener esa pequeña casa impecable hasta que cuando tuvieron catorce años la mujer falleció dejándolos solos. Su hermano lloraba sin cesar mientras que Dong lo hacía en silencio y a escondidas mientras intentaba mantenerse ocupado con la limpieza del lugar. Pese a ser el menor intentaba ser más fuerte para que su hermano no tuviera que estar protegiéndolo –aunque este lo hacía de todas maneras- pero tras esa pérdida de la que fue su “madre” tuvo que conseguir un trabajo para que entre su hermano y el pudieran mantenerse.
Fue difícil, acostumbrarse a ese nuevo ritmo de vida, y cuando creían que todo pintaba mucho mas prospero, el camino se lleno piedras. Una tarde, al volver a casa, cogidos del brazo, Yong Ha devorando una manzana que acaba de cortar, presenciaron el asesinato del hijo del amo de las tierras, a las que, de cierta forma, su hogar pertenecía. El mercenario huyo, mientras los chicos corrían a socorrerle, Yong Ha saco entonces la navaja que siempre portaba, intentando darle pesquisa al agresor, pero no lo consiguió, en cambio, los ruidos y gritos, hicieron a algunos vecinos, asomar la cabeza. ¿Quién se inclinaba sobre el cuerpo de aquel hombre? Dong Yul, ¿y quien sostenía el arma homicida? Yong Ha. Las cosas eran claras, ese par de huérfanos, habían asaltado al hijo del noble local. Un par de esos testigos, corrieron pronto a dar la noticia, mientras los hermanos, corrían a casa. No tenían muchas cosas, es verdad, así que fue fácil cargar con lo mas importante, llevando un morral cada uno. Salieron como alma que lleva el diablo, corriendo hasta que las piernas les dolieron, adentrándose entre los árboles vecinos. Avanzaron mas lento, intentando alejarse lo más posible del pueblo, tenían que ganar terreno, sus perseguidores, vendrían a caballo y armados. Y no dudarían en quitarles la vida, mucho antes que lograran decir que ellos eran inocentes. Fue una larga caminata, en la que apenas se tumbaban en el césped, pegados uno al otro, o si tenían suerte, dentro de una cueva vacía, para descansar durante las noches. Si saber como, llegaron hasta Busan al cabo de casi tres meses. Lograron hacerse parte de la tripulación de un barco mercantil. El trato en el navío, era fatal, y la verdad, era difícil que lograran soportarlo durante mucho tiempo. Las riñas estaban al por mayor. En más de una ocasión, botellas de licor pasaron zumbando por encima de sus cabezas. Apenas desembarcaron, fue buscar ganarse la vida en lugares donde ni siquiera podían comunicarse plenamente. De aquí a allá, pasaron otros dos años, hasta que un comerciante, los contrato como parte de su caravana.
Tenía una importante industria textil y vinícola. Los chicos pasaron seis meses cargando telas, llevándolas de una ciudad a otra, donde serian pronto hermosos vestidos, y un año trabajando en el campo, e incluso, aplastando las uvas y todo ese proceso. Con los dieciocho años casi cumplidos, tenían una vida muy modesta, pero al menos estable. Extrañaban su tierra, donde no eran vistos como extraños, con desconfianza. Donde trabajaban con mas libertades, y no vistos como alguna especie extraña de ser humano. Incluso pensaron en viajar a España, y embarcarse con rumbo a las tierras Americanas, se decía que eran unas tierras de ensueño. Quizás, tuvieran aun más suerte allí. Los diversos idiomas con los que tuvieron contacto apenas subir al barco que los saco de Corea, comenzaron a entenderlos, aunque no lograron hablarlos. Si al caso uno u otro, pues no se quedaban mucho como para aprenderlos plenamente. Alguna vez, tuvieron que llevar un cargamento a la isla de Córcega. El lugar les gusto bastante, por lo que, dieron las gracias al hombre que los tenía contratados, para buscar un nuevo trabajo allí. Dong Yul lo encontró en la elaboración de quesos, y en una panadería, mientras Yong Ha lo encontró en una carnicería. Y una taberna, algunas noches. Luego de un siete meses, comenzaron a comprender mucho mejor el francés, comenzando a hablarlo con mas fluidez, claro, con acento, unos meses mas tarde. La vida allí era tan tranquila, que podrían haberse quedado allí, mas, decidieron ir al menos, de visita, a la sede del poder de aquel territorio. A París. Una ciudad que deslumbra, que tienen un aire de magia, que hechiza.
-Adoptaron el apellido "Kang", por la "abuela", la señora que los acogió.
-Tiene un osito de peluche que un día se encontró por ahí y que se volvió su tesoro.
Kang Dong Yul
Edad: 20 años.
Especie: Humano.
Tipo, clase social o cargo:
Extranjero clase baja.
Orientación sexual: bisexual
Lugar de Origen:
Gyeongsang del Norte; Corea del Sur.
Descripción física:
- Spoiler:
Descripción psicológica:
Es un joven que en el principio se muestra tímido pero con los segundos comienza a mostrar la adorable sonrisa que posee, su personalidad positiva y agradable. Es risueño como ninguno y muestra cierta cortesía y modismo nada propios a la clase de la cual pertenece, pero no todo en el mellizo menor es bueno.
Es celoso y posesivo, odia que personas se le acerquen mucho a su hermano Yong Ha o si ve que hay otra intención de por medio la faz tranquila de su rostro se vuelve seria y una mirada fría se hace presente en sus oscuras pupilas y es ahí donde se abraza al brazo de su hermano con fuerza demostrando con ese acto que sólo él podía estar así de cerca con Yong Ha, que aunque deseara algo más, eso jamás sucedería ¿O sí? …
Le gusta caminar por ahí cuando termina su trabajo, ver alguno que otros espectáculos que hace la gente en la plaza. Abrazar a su hermano, repartir besos –en la mejilla- a las personas que le son de su agrado. Cantar ¡Oh si como le gusta! Y juguetear también, comer; aunque para su altura se mantiene delgado –y claro por la condición social tampoco es que pudieran comer tanto-
Le desagrada que le mientan, que tanto mujeres y hombres se le acerquen a su hermano con otras intenciones.; eso le da un dolor de cabeza grande. Que lo molesten con cosas que no le interesan y que tomen su tesoro –un osito de peluche algo viejo pero que mantiene impecable-
Historia:
Amanecía, el aroma intenso de los campos se filtraba dentro de la casa. Y entonces, un sonido familiar para la única habitante de aquella choza, le hizo pensar por un momento que era producto de su mente aun adormilada. Estaba fresco afuera, por lo que se acomodó mejor el chal que traía sobre el cuello.
Pero el sonido inconfundible del llanto de un infante, hizo que todo rastro de sueño se esfumara del cuerpo de la septuagenaria. (73) Abrió con recelo la puerta de su hogar, pero no vio nada. Pero el llanto estaba presente. Fue detrás de uno de los matorrales que se encontró con un bulto especialmente grande de cobijas raídas, sucias, que resguardaban al causante de aquel alboroto. Grande fue su sorpresa, al acercarse y descubrir un poco el bultito, que no era uno, sino dos seres. Pequeños, no muy regorditos, con apenas unos cabellitos en color azabache. Se tapó la boca con una mano, ¿Cómo alguien podía dejar dos bebes tan pequeños así, a su suerte? Se agacho con algo de dificultad, y les recogió, metiéndolos dentro de la casa. Había una nota. El pequeño con un lunar en el lado izquierdo del cuello, era el mayor de los mellizos, dejaba a su elección el ponerles un nombre. Yong Ha seria el mayor y Dong Yul, el menor, pensó la anciana, acariciando las cabezas casi pelonas de aquellos pequeños. Hyo Rim era viuda hacía diez años, y sus hijos, todos habían partido a la capital o a las costas, enfrascándose en guerrillas o alguna otra cosa, dejándola sola, desde antes de la partida de su marido. Esos niños… Eran una nueva oportunidad de demostrar que era una excelente madre. Los criaría como suyos, aunque sus fuerzas no fueran las de su juventud y primera madurez, haría de esos niños gente de bien. Serian su compañía hasta que sus días se terminasen.
Con esfuerzo, la señora logro mantener con vida a los chicos, donde quiera los llevaba, aunque no era tarea fácil. Cuando tuvieron la suficiente destreza mental como para sujetar con algo de fuerza el azadón, los mellizos ayudaron a la abuela a trabajar los campos que tenían, para su propio sustento. También solían ir a un río vecino a conseguir algunos peces. No solo era trabajo, algunas veces, regresaban a casa sin nada en las manos, pero si empapados y llenos de barro y alguno que otro raspón. Una sonrisa de inocencia era suficiente para que la anciana no los regañase, y les diera la cena aunque no consiguieran el sustento del día siguiente.
Así continuaron las cosas junto con el crecimiento de los mellizos. Dong Yul se había vuelto un joven que ayudaba a la anciana más en casa que en ir a trabajar como su hermano, de esa forma aprendió a cocinar y tener esa pequeña casa impecable hasta que cuando tuvieron catorce años la mujer falleció dejándolos solos. Su hermano lloraba sin cesar mientras que Dong lo hacía en silencio y a escondidas mientras intentaba mantenerse ocupado con la limpieza del lugar. Pese a ser el menor intentaba ser más fuerte para que su hermano no tuviera que estar protegiéndolo –aunque este lo hacía de todas maneras- pero tras esa pérdida de la que fue su “madre” tuvo que conseguir un trabajo para que entre su hermano y el pudieran mantenerse.
Fue difícil, acostumbrarse a ese nuevo ritmo de vida, y cuando creían que todo pintaba mucho mas prospero, el camino se lleno piedras. Una tarde, al volver a casa, cogidos del brazo, Yong Ha devorando una manzana que acaba de cortar, presenciaron el asesinato del hijo del amo de las tierras, a las que, de cierta forma, su hogar pertenecía. El mercenario huyo, mientras los chicos corrían a socorrerle, Yong Ha saco entonces la navaja que siempre portaba, intentando darle pesquisa al agresor, pero no lo consiguió, en cambio, los ruidos y gritos, hicieron a algunos vecinos, asomar la cabeza. ¿Quién se inclinaba sobre el cuerpo de aquel hombre? Dong Yul, ¿y quien sostenía el arma homicida? Yong Ha. Las cosas eran claras, ese par de huérfanos, habían asaltado al hijo del noble local. Un par de esos testigos, corrieron pronto a dar la noticia, mientras los hermanos, corrían a casa. No tenían muchas cosas, es verdad, así que fue fácil cargar con lo mas importante, llevando un morral cada uno. Salieron como alma que lleva el diablo, corriendo hasta que las piernas les dolieron, adentrándose entre los árboles vecinos. Avanzaron mas lento, intentando alejarse lo más posible del pueblo, tenían que ganar terreno, sus perseguidores, vendrían a caballo y armados. Y no dudarían en quitarles la vida, mucho antes que lograran decir que ellos eran inocentes. Fue una larga caminata, en la que apenas se tumbaban en el césped, pegados uno al otro, o si tenían suerte, dentro de una cueva vacía, para descansar durante las noches. Si saber como, llegaron hasta Busan al cabo de casi tres meses. Lograron hacerse parte de la tripulación de un barco mercantil. El trato en el navío, era fatal, y la verdad, era difícil que lograran soportarlo durante mucho tiempo. Las riñas estaban al por mayor. En más de una ocasión, botellas de licor pasaron zumbando por encima de sus cabezas. Apenas desembarcaron, fue buscar ganarse la vida en lugares donde ni siquiera podían comunicarse plenamente. De aquí a allá, pasaron otros dos años, hasta que un comerciante, los contrato como parte de su caravana.
Tenía una importante industria textil y vinícola. Los chicos pasaron seis meses cargando telas, llevándolas de una ciudad a otra, donde serian pronto hermosos vestidos, y un año trabajando en el campo, e incluso, aplastando las uvas y todo ese proceso. Con los dieciocho años casi cumplidos, tenían una vida muy modesta, pero al menos estable. Extrañaban su tierra, donde no eran vistos como extraños, con desconfianza. Donde trabajaban con mas libertades, y no vistos como alguna especie extraña de ser humano. Incluso pensaron en viajar a España, y embarcarse con rumbo a las tierras Americanas, se decía que eran unas tierras de ensueño. Quizás, tuvieran aun más suerte allí. Los diversos idiomas con los que tuvieron contacto apenas subir al barco que los saco de Corea, comenzaron a entenderlos, aunque no lograron hablarlos. Si al caso uno u otro, pues no se quedaban mucho como para aprenderlos plenamente. Alguna vez, tuvieron que llevar un cargamento a la isla de Córcega. El lugar les gusto bastante, por lo que, dieron las gracias al hombre que los tenía contratados, para buscar un nuevo trabajo allí. Dong Yul lo encontró en la elaboración de quesos, y en una panadería, mientras Yong Ha lo encontró en una carnicería. Y una taberna, algunas noches. Luego de un siete meses, comenzaron a comprender mucho mejor el francés, comenzando a hablarlo con mas fluidez, claro, con acento, unos meses mas tarde. La vida allí era tan tranquila, que podrían haberse quedado allí, mas, decidieron ir al menos, de visita, a la sede del poder de aquel territorio. A París. Una ciudad que deslumbra, que tienen un aire de magia, que hechiza.
Datos Extras:
-Es menor que Yong Ha por 9 minutos-Adoptaron el apellido "Kang", por la "abuela", la señora que los acogió.
-Tiene un osito de peluche que un día se encontró por ahí y que se volvió su tesoro.
- Spoiler:
Última edición por Dong Yul el Dom Ago 26, 2012 3:56 pm, editado 2 veces
Dong Yul Kang- Humano Clase Baja
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 24/08/2012
Re: Kang Dong Yul
por Invitado Sáb Ago 25, 2012 12:42 am
Cuando termines postea acá mismo para que un miembro del staff pase a aprobar tu ficha
Invitado- Invitado
Dong Yul Kang- Humano Clase Baja
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Invitado- Invitado
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