Hasta pronto [ Zainhé ]

por **Loreley** Sáb Sep 08, 2012 5:45 am

Que sensación más extraña. Hacía tiempo que frecuentaba aquel lugar, conseguía despejarme de mis problemas, pero era la primera vez que no lo haría sola. Esperaba a alguien importante. ¿Por eso es que notaría tal inquietud? Nunca se me habían dado bien las relaciones personales. Y con personales no me estoy refiriendo a íntimas, esas eran inexistentes. Me refiero a una simple amistad. Una simple conversación. "Asocial" Sí, puede que esa sea la mejor forma de definirme. Estaba acostumbrada a tratar con Úrsula, a quien consideraba una hija que es lo que era para todos. Por suerte, a ninguna nos costaba ejercer esa pequeña farsa. No éramos de las hermanas que se llevan de los pelos. Y aunque así fuera, también sucede en las relaciones paterno filiales, así que no habría problema. ¿Por qué me distraía pensando en ella? Aferré el vaso de cristal con más fuerza entre mis habitualmente habilidosos dedos, que en ese momento se cortarían hasta con un cuchillo sin afilar. Curioso, teniendo en cuenta que estaban acostumbradas a manejar material infinitamente más peligroso. Igual que yo. Acostumbrada a enfrentarme a seres que no eran humanos y que hasta tenían poderes, y allí estaba, nerviosa porque me iba a encontrar con.. una compañera. ¡Oh! Hacía mucho tiempo que no pronunciaba esas palabras, ni siquiera para mi. No desde Munich.

El ron es una bebida asquerosa, os lo aseguro. Pero me ayudó a calmarme. Tal vez fue su sabor nauseabundo lo que distrajo mi atención de miles de pensamientos sobre ella. Zainhé, así se llamaba. No era ni mucho menos la primera vez que la iba a ver ¡No! La conocí antaño, en la vida pasada que a veces creía haber dejado atrás, fallidamente. Nunca la dejaría atrás. El pasado.. que irónico, no tiene nada de pasado. Es totalmente presente, un día tras otro. Por h o por b acaba sucediendo algo que te lo recuerda. Aquellos que olvidan son porque no tienen nada verdaderamente importante que recordar. No dependen del olvido. ― Y otro trago, decidida a sí olvidar momentáneamente. Eso sí podía hacerlo. Había aprendido a hacerlo con el tiempo, por mi bien y por el bien de Úrsula. Nuestros padres hacía ya tiempo que no me visitaban en los sueños. Pesadillas, mejor dicho. Y el recuerdo de aquel fatídico día en que nos alejamos de todo lo conocido también había decidido dejar de torturarme continuamente. Mi conciencia ya no me martirizaba con esas preguntas. Si había echo bien, o no..

― ¡Ley! Que callada estas hoy ― La voz del tabernero fue la que me sacó esta vez. "Salvada por la campana" Pensé. Casi había dejado libre a esa pequeña pero cruel vocecita que tanto me había torturado tiempo atrás. Miré hacia mi "salvador" momentáneo. Era un hombre corpulento pero bastante dejado, con barba de varios días y manos trabajadas. De apariencia cansada a pesar de rondar los treinta años. ― Estoy esperando a alguien ― Fue la única respuesta, algo escueta, pero que le hizo entender el por qué de mi estado. Cuando iba allí no solía ponerme a pensar en mi vida. Habitualmente, utilizaba aquel lugar para mejor mi "tácticas" de socializar. Dejaba que se me acercaran sin mandarlos a tomar viento e incluso intentando ser simpática. Por desgracia, no había echo demasiados avances.. Solo Ben (El tabernero) era con quien establecía una semi relación, teniendo conversaciones interesantes cuando no estaba ocupado. Por ejemplo, había sabido calarme lo suficientemente bien como para explicarme de la nada cómo funcionaban allí las cosas. Tenía muy buen ojo debido a sus muchos años sirviendo copas, o eso decía él. ― ¡Vaya! Eso sí es una sorpresa. Pensé que eras una solitaria ― "Y lo soy" respondí mentalmente. Y debería serlo, porque esto no se me da nada bien.

Sobretodo cuando se trata de mujeres hermosas.

por **Imara Z. Horváth** Lun Oct 08, 2012 1:26 am

Despertó con esa extraña sensación aquel día. Era un hermoso amanecer, con el cantico de las aves resonando a través del viento y golpeando contra la madera de la ventana vieja en la absurda casona en la que se quedaba junto a su hijo. Él la conocía como madre y, en ocasiones era así como ella se comportaba a su lado. No podía negarlo el instinto la llamaba y aunque durante los primeros meses había decidido abandonar su vida como Inquisidora siempre la misma pregunta le hacía retroceder el tiempo y replantearse mejor la situación sin el ánimo de abandonar el único oficio que los mantiene a los dos con vida «¿Y qué pasará cuando algún día ya no regreses Zainhé?» La pregunta de Murielle le había tomado por sorpresa, un golpe bajo que no pudo responder en su momento pero había estado pensando durante los últimos días. Era verdad, en determinado tiempo, en alguna misión que los idiotas de la iglesia le hicieran ejecutar, habría alguien más fuerte que ella, con la misma tenacidad y las ganas de sobrevivir pero por supuesto con la ventaja de su inmortalidad, las garras a la luna llena o la increíble capacidad de mutar su cuerpo. ¡Era débil! Y ni los años de experiencia podrían ayudarla a encarar a ese ser, entonces ¿Qué pasaría con su hijo? No podía enviarlo con su padre ya que éste desconocía de su existencia y por otra parte el único hombre que conoce sobre Lorand es… La anciana Murielle no podría encargarse de él por el resto de su vida, ella lo quería como a un nieto y a Zainhé como a una hija, pero la realidad de su vejez no estaba lejana a una muerte natural ¿El orfanato? ¡Ni pensarlo! ¡Tiene que existir una mejor opción!

Aturdida por sus pensamientos dejó que los rayos del sol se filtraran por sus ojos hasta casi quemarle las pupilas y dejarla completamente ciega. El bullicio de una Murielle enloquecida le hizo dar un salto sobre su cama y recordar las tareas que debía cumplir antes de partir esa misma noche hacia Roma. Suspiró con la melancolía alojándose sobre sus hombros. Un peso demasiado ostentoso para chica pero que por el bien de Lorand se acostumbró a cargar. –Te buscaré ayuda, Murielle. Haces demasiado por nosotros que no puedes seguir así- La anciana se dejó caer sobre el colchón con la mano al pecho. Le dolía ese lugar como si su sobrepeso estuviese asfixiando el corazón y le impidiese bombear la sangre a todo su cuerpo. Estaba agotada con tan sólo haber subido un par de escaleras y llegar a donde Zainhé. No era necesario que se despidiera de ella pues sabía perfectamente a donde ésta se dirigía cuando se levantaba temprano por la mañana. Según la creencia de ambas, nunca se debe decir adiós, pues esto implica que se tiene la certeza que jamás se volverán a ver. Estaban tan acostumbradas que un ‘hasta luego’ era suficiente para engañarse y tener fe en que la Inquisidora volvería a su hogar correspondiente. Pero antes de ir a cualquier misión suicida, Zainhé tenía una cita –por así decirlo- con la única mujer que no la odiaba por su maldito comportamiento huraño, rapaz y peligroso. Loreley.

La maldita taberna lucía el mismo aspecto de siempre, un lugar de mala muerte en donde sólo entran las almas desesperadamente corrompidas por el alcohol y el deseo de… otro tipo de cosas repugnantes. Ignoró a todos por igual y sólo se fue directo hacia donde ella se encontraba. ¡Maldición! Había pasado tiempo desde la última vez que le vio y, ahora casi no la reconocía. Se paro frente a ella con el ceño fruncido intentando relacionar a esa mujer con la que se mantenía fija dentro de sus pensamientos. Al final sonrió con un estallido en carcajadas dejando el sombrero sobre la mesa y así descubrir que, aquel chico que cruzó las puertas de la taberna no era otra cosa más que una fémina disfrazada de un sexo poco conveniente a lo que ella representaba. –Hey tú- Dirigió su atención hasta el cantinero –Sirve dos tragos y el mío que sea doble- Pasó su lengua por el labio inferior tomando la silla con el respaldo en dirección a la mesa y sentándose como lo haría cualquier chiquillo inculto, carente de educación y claramente ebrio -¡Oh, dios mío! Es increíble ver como el tiempo jamás pasa en vano, ¡Mírate! ¡Te vez genial!- Con Loreley no habría que fingir agrado porque a su lado eso era realmente lo que Zainhé sentía.

Hasta pronto [ Zainhé ]

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Re: Hasta pronto [ Zainhé ]