Tarde de encuentros [Privado]

por **Nathaly Rilke** Miér Oct 17, 2012 11:02 pm

La plaza tertre era uno de sus lugares favoritos para perder el tiempo, siempre podía cargar un libro y buscar algún sitio tranquilo para darle lectura, pero aquella tarde en especifico el lugar era un caos, había demasiadas personas ahí para su gusto por lo que la opción de leer tranquilamente el libro que había cargado desde casa estaba casi completamente descartada.
No le quedaba ahora más opción que buscar el lugar por el que pasara menos gente dado que muchas de las personas en aquel sitio y en aquel momento le conocian y lo ultimo que queria era hablar con alguna de ellas.

Nathaly suspiro y emprendio la busqueda del lugar apto para pensar en todo y en nada, tal vez hacerse preguntas bobas que al final terminaria sin responder, simplemente observar el lugar o finalmente si leer un poco; eso si es que encontraba un lugar pronto. Camino sin rumbo fijo por un buen rato saludando a aquellos que le reconocian y la saludaban pero jamás deteniendose a hablar con ellos hasta que por fin encontro un lugar que parecia perfecto. Se encontraba un tanto escondido y la gente parecía no pasar por ahi además para hacerlo mejor había una pequeña banquita en la cual se sento comodamente.
Una vez que estuvo acomodada saco su libro y comenzo a leer solo un poco pues durante toda la travesia que le había llevado hasta aquel lugar, el tiempo había corrido velozmente y el atardecer estaba proximo.
Nathaly se sumió en la lectura sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

por **Liev I. Makovsky** Jue Oct 18, 2012 4:29 am

Ya había comprobado lo animado que estaba París en primavera, no cabía ni un alma en ningún lado. ni en los cafés, ni en teatros, tampoco en el circo y paseando mucho menos. ¿Qué demonios hacía en el centro de la ciudad? Sencillamente no tenía otro sitio al que ir. Me podría haber colado en al una casa vacía y haberme sentado. Pero la soledad era insoportable, mala compañera y una conversadora deficiente, por no decir nula. Así que allí estaba, aterrizando en la Plaza de Tertre, mirando a damas y caballeros de alta cuna pasear, sonreír, bromear hasta podría decir que algunos estaban intentando seducir a su compañía. Me reí en una risa muda, no escuchada por nadie. Imité que respiraba y sonreí a todo el mundo, aquello me recordaba tanto a los días de mi vida. Seguro que había sido y actuado como cualquiera de los jóvenes nobles parisinos, teniendo a mi favor el ser extranjero, un acento que hacía suspirar y una estampa que tampoco estaba mal. Sonreí y sonreí, mientras caminaba invisible para todos, salvo los descuidados que me atravesaban como el que atraviesa la niebla a primera hora de la mañana, produciendo la misma extraña sensación de frescor o incluso frío. Las cabezas se giraban hacia mi, sin ver nada y yo les sacaba la lengua por tener tan mala educación de no mirar por donde pisan. Merecía le pena estar aquí e incluso jugar a ser humano.

Avancé y me alejé a los rincones menos visibles donde pasaría desapercibido un joven sentado en una banca. Suerte la mía que existiera ese punto en la plaza, me era conocido. Por las noches, los jóvenes atrevidos intentaban seducir a las damas y doncellas que ponían cierta reticencia mientras pensaban en que los labios del valiente amante dejaran sus manos y brazos para ir a su propia boca. De día pasaba desapercibido por estar aislado y no poder ser punto de dialogo entre conocidos o extraños. Me senté en la parte menos visible. Y cerré los ojos mientras pensaba en una sola cosa, tomar forma, materializarme, ser visible y al mismo tiempo tangible. Esa conversión no es lenta pero tampoco sencilla, requiere tanta concentración que dejas de saber en dónde estás simplemente teniendo al idea en la mente de volver a ser como un humano. Por ello es mejor que sea en un sitio apartado o tener una necesidad realmente imperiosa: una emergencia, alerta, querer evitar o solucionar algo. Transformarse por un capricho no es tan sencillo. Así pasa lo que pasa. Que al abrir los ojos las cosas a tu alrededor han podido cambiar. Claro ejemplo el caso de hoy. La banca ya no está vacía si no que una dama lee un libro. ¿Tan concentrada como para no darse cuenta que alguien se ha sentado a su lado? Eso espero.

Carraspeo y me presento: - Buenas tardes tenga usted. - sonrió por si decide levantar la vista del libro. - ¿Le importa si comparto el espacio de este asiento con usted? No hay más sitio para descansar y estar tranquilo en esta plaza. Al llegar me pareció que me había metido en el Café de París o un sitio de la misma clase. ¿Cómo puede estar esto tan concurrido? - tono amable, aunque denotando mi acento, tal vez debido un poco al nerviosismo de no darme cuenta de lo que ocurría por la aparición. Me pregunté de nuevo si se habría dado cuenta o si preferiría ignorarme completamente. la segunda opción, aunque desagradable, en ese momento me vendría mucho mejor.

por **Nathaly Rilke** Jue Oct 18, 2012 8:28 pm

Su libro se tornaba cada vez más y más interesante, tanto que llego al punto en el que no se había dado cuenta de que alguien se había sentado a su lado, pero eso era un pequeño detalle despues de todo un joven que busca la un lugar así para sentarse y no saluda desde antes de tomar asiento no es de temerse según su experiencia, con otros encuentros como aquel.
Por lo general antes de que un joven se sentase a su lado interrumpia lo que fuese que Nathaly estaba haciendo para despues sonreirle de manera coqueta, en cambio el joven a su lado al cual aun no se giraba para observar no había hablado y de hecho se mantenia casi inmovil como si el también estuviese ahi solo para sentir la calma del sitio.
Continuo leyendo aquel libro que se posaba en sus manos y tenia justo frente a su rostro hasta que la voz del joven le perturbo, y aunque no alejo la vista de aquel libro le escucho atentamente para poder responder, su educación ya le había hecho ganar puntos con ella además que podía perder de hablar con alguien que no conocia.

Gire mi rostro para verle y ¡sorpresa! tenía el rostro más sincero que cualquiera de las personas que se encontraban en aquel lugar o que cualquiera que hubiese saludado antes aquella tarde, y como cosa extra tenía un tono un tanto extranjero, asi que sonrei.
- Muy buenas tardes - inlcine ligeramente mi cabeza - Adelante pongase como en la banca - me movi un poco para que pudiera acomodarse mejor - Si definitivamente es el lugar más tranquilo para estar ya que yo también e caminado buscandolo, todo alla esta realmente concurrido y tampoco yo tengo la más minima idea de porque lo este- señale la plaza ya aunque desde nuestra hubicación probablemente nadie nos veia podiamos ver la plaza claramente.

Cerre el libro que tenia en mis manos y me cambie de postura para poder observarle bien y no lucir como una joven grosera; en otros casos no me importaba ya que eran personas que me daban igual pero como ya lo había pensado antes, el se había ganado puntos para con mi persona; además el sol comenzaba a irse lentamente y con poca luz no podria seguir leyendo hasta otro momento.
- Disculpeme si en algún momento fui grosera pero la verdad es que no me percate del momento en el que llego - incline mi cabeza - lo siento - levante mi cabeza para observarle una vez más y presentarme como se debía - Ya que compartimos esta pequeña banca me presentare; mi nombre es Nathaly Rilke y el ¿tuyo?

por **Liev I. Makovsky** Vie Oct 19, 2012 8:42 am

Observaba a la dama leer, empezando a sentir tanta curiosidad como para inclinarme hacia ella y leer por encima de su hombro. Por suerte me percaté de su movimiento y me volví a poner firme en mi puesto aunque sonriente. Asentí como gesto de respeto cuando me dio la bienvenida a la banca que ya estaba ocupando. - Os lo agradezco - sonreí de nuevo dirigiendo mi mirada hacia la gente que seguía llenado el lugar. Seguía pensando que era el efecto de la primavera. ¿Tal vez un hechizo? No quise pensar en ello, París era misterioso, pero no de día. - Tal vez haya alguna celebración o espectáculo del que no he oído hablar y a ellos se deba este trasiego de personas por toda la ciudad. - un motivo algo más lógico o eso pretendía creer. Mejor olvidarse de ese asunto.

Era más entretenido prestar atención a la mujer. amabilidad al fin, tal y como se esperaba de una persona con buena educación y buena vida. Momentos de las celebraciones cuando era un ser humano normal y corriente asaltaban mi mente. Me sentía feliz y por ello podía regalar mi sonrisa sin ser forzada, aunque, siendo sincero, jamás sonreía forzado. Creo que la nostalgia por el pasado se convirtió directamente en una realidad presente. Podía jugar a ser el caballero que una vez fui. Luego... seguro lo echaba en falta y se traducía en actuar como el fantasma amargado y triste por lo perdido.

De nuevo intenté ver el libro pero con más disimulo al estar cerrado tal vez pudiera leer lo que estaba escrito en la portada. Era curioso que de todo ese encuentro me interesara un título de un libro. Sin embargo centré mi mirada en la de ella con una sonrisa complaciente al ver que se interesaba por mí. Tal vez al no ir de "soy un fantasma" causara mejor impresión y curiosidad en los humanos. Debería plantearme ese cambio en mi actitud. Así tal vez lograra mi objetivo.

- Oh, no. No os disculpéis, lo cierto es que tampoco dije nada al veros tan concentrada en la lectura. No quería molestar. - era mejor que la verdad y en cierto modo puede que aún estando ella allí habría actuado así. Escuché su nombre y fruncí un poco el ceño pensando si lo había oído antes, lo cierto es que me sonaba... de París... ¿noble? Oh, sí, eso era, uno de los nombres codiciados entre los parisinos. Relaje el rostro con una nueva sonrisa. - Liev Ivanovich Makovsky. - me presenté e hice una especie de inclinación como saludo. - enchanté mademoiselle.

por **Nathaly Rilke** Vie Oct 19, 2012 5:28 pm

Al girarme para verle de una mejor manera me percate de que su mirada se deviaba un poco hacía mi libro, por lo que creí se sentía interesado en saber que leia pero continuaba mostrando buenas maneras pues so obstante sentía curiosidad no había preguntado y eso me hizo reir internamente, ya que claro era grosero que me riese de el abiertamente aun sin conocerle, claro que no le importaba ser grosera con aquellos que le merecieran pero en estos momentos ese no era el caso para nada.

Escuche su nombre atenta, siempre recodaba nombres y rostros pero para todo lo demás era malisima, sobre todo en orientación y además era bastante torpe al caminar; ese día en particular había chocado con dos sirvientes en mi casa y con un joven cuando iba de camino a la plaza, y no era intencional si no que solia perderme en mis propios pensamientos como había sido el caso del libro en aquellos instantes.
- Si, es que algunas veces tiendo a perderme en otras cosas y no me doy cuenta de lo que pasa a mi alrededor, usted podra creer que es algo peligroso varias personas me lo han dicho antes pero es algo que no puedo evitar - sonreí pues efectivamente las palabras no seas tan distraida habían salido de boca de mucha gente y todas dirigidas a mi persona, sobre todo de mis padres y sirvientes; uno nunca sabe con quien se topa eran advertencias que oia continuamente, tal vez era por mi juventud me decía a mi misma sin embargo la verdadera razón es que yo siempre había sido así y lo seguiria siendo sin importar que.

Me incline un poco para observar detalladamente su rostro, tome el libro entre mis manos y se lo estire, el libro era nada más que una copia de La Ilíada de Homero.
- Tal vez sea mi imaginación no lo se pero te veo un tanto interesado en este libro - me encogi de hombros pues aún no sabía si era mi simple imaginación o realidad, solo me restaba esperar a que lo recibiese y para no der pasó a que sufriera yo de alguna verguenza continue preguntando - ¿No es usted de aqui verdad Liev?, es que tiene un acento particular que aún no logro desifrar - le mire fijo otra cosa que parecía ser comñun en mi ponía nerviosas a otras personas; ya había escuchado comentarios sobre mi mirada de gato todo por el simple color de mis ojos y que eran bastante grandes por lo que rapidamente desvie la vista dado que no quería alejarle como a otras personas.

por **Liev I. Makovsky** Sáb Oct 20, 2012 5:27 am

Seguí manteniendo la sonrisa ya que no era forzada si no que salía de una forma completamente natural como si hubiera nacido con ella ya dibujada en el rostro. Asentí cuando era adecuado para que notara que aún callado absorbía cada una de sus palabras como si fueran el néctar de los dioses. al mismo tiempo era signo de educación permanecer en silencio hasta que la otra persona acabara. - En ese caso os confesaré que eso de despistarse me es muy conocido y común en mí. Creo que es más por ir mirando alrededor que fijándome en el lugar al que me dirijo. En confianza os diré que la belleza me distrae y París está repleta de ella por cada rincón. - reí suavemente y en el tono de voz no se podía sacar ninguna conclusión extraña pues de forma inocente no hablaba de la belleza humana si no del concepto de belleza mucho más superior a lo simplemente físico y no debía imaginar, ni mentir, tampoco contar historias inventadas pues cuando estaba vivo eso era lo que me pasaba y lo que me atraía de esta ciudad. Aún muerto seguía pasando pero en menos ocasiones ya que ser un fantasma tenía más atractivos que quedarse contemplando a la nada y a parecer en un barrio completamente desconocido.

Parpadeé un par de veces cuando se inclinó mostrando el libro, vaya, me había pillado, sonreí algo avergonzado por mi descaro y el posterior descubrimiento, suspirando y encogiéndome de hombros. - Peco de curioso en ocasiones, lamento si os he incomodado. - pero por otro lado mi curiosidad quedó satisfecha así que no debía de estar tan preocupado ni avergonzado. Leí el libro y me sorprendió que los clásicos fueran leído en una ciudad que parecía arrastrar al mundo hacia la modernidad. - Sólo puedo decir que vuestro gusto literario es exquisito. - en general parecía tener buen gusto pero había ciertas cosas que no podían ser reveladas. La siguiente pregunta lo cierto es que era esperada desde el primer momento que abría la boca. El acento de mi patria me había acompañado en vida y parecía que me iba a seguir acompañando en la muerte. - No, no soy de aquí. Nací en Rusia y aunque ya han pasado cinco años desde mi llegada a París parece ser que el acento me va a acompañar de por vida. - una nueva sonrisa mientras me fijaba en sus ojos que estaban fijos en los míos aunque permanecieron solo un instante que luego se retiraron como sintiendo molestia por mirar. ¿Pero quién se molestaría de esa mirada y esos grandes ojos? ¿Una nueva falta de costumbre por haber dejado de ser un humano al cien por cien? Lo cierto es que no me importó.

- Decidme, ya que mi curiosidad me llevó al libro. ¿Qué otro tipo de literatura está en auge en Francia? De mí país puedo decir que todas las obras de los autores contemporáneos franceses. - la intención de la conversación era hacer desaparecer esa preocupación en la mujer por haber mantenido la mirada. No me había importado pero decirlo claramente podría provocar más problemas y siendo sincero aquella tarde era demasiado normal para alguien en mi estado como para poder llevar a permitirse el lujo de estropearla.

por **Nathaly Rilke** Sáb Oct 20, 2012 2:30 pm

Liev parecía ser bastante sincero y ciertamente me era imposible negar que en París existian tanto personas como lugares de una belleza impresionante, sin embargo por la forma en la que lo decía se notaba que no hablaba precisamente de las personas. Podria ser que él facilmente se distrajera con la belleza más mis distracciones me eran más por naturaleza podria decirse después de todo mi vida entera giraba en París, jamas había salido de aquel lugar y le conocía casi por completo por lo que la belleza de las zonas ya no me sorprendian más.
A veces creía que mi falta de atención se debía al aburrimiento y falta de aventuras, rara vez me pasaba algo de interes aunque le buscase, todo lo divertido o emocionante parecía evadirme como si trajera la peste encima aún así pasaba buenos tiempos por lo que no era momento de ponerme a pensar en esas cosas.

- Descuida no me has incomodado en lo más minimo, además que seriamos si no existiera la minima curiosidad en nosotros probablemente seriamos sumamente aburridos y jamás encontrariamos algo en que entretenernos - sonreí mientras le observaba leer el titulo del libro, para despues ser sorpendida por su elogio ante mi gusto de lectura, a mi no me parecía la gran cosa pues los libros clásicos son de lo mejor que pueden leerse o almenos eso había creido siempre. Claro que a mi también me interesaba las lecturas contemporaneas pero siempre había preferido los clásicos. - Gracias - esa palabra y una leve inclinación fue lo unico que pude ofrecerle despues del halago, no era muy buena recibiendo aquella clase de comentarios.

Y si era extranjero, su forma de hablar lo mostraba pero era mejor estar segura de eso antes de decirlo y termina pasando una vergüenza del tamaño del mundo pero ahora todo estaba claro por lo que sonreí - Así que Rusía, he oido que es bastante frio pero que es un lugar hermoso, ojala alguna vez tenga la opotunidad de conocerle - reí un poco con lo del acento, ya que 5 años en París y que fuera tan notorio era bastante extraño para mi - y bueno respecto a tu acento solo es más fácil que sepan que no eres de aqui, pero suena basntante bien como hablas y se oye de alguna manera elegante - me encogi de hombros - es diferente y agradable.

Su pregunta de regreso a la literatura me agrado, era un tema bastante querido por mi dado que adoraba leer me mantenía entretenida en aquellos momentos en los que no tenía nada más por hacer o me encontraba sin animos para hacer algo. Me volvi a mirarle de nuevo - Creo que los autores que leemos aqui y alla son practicamente los mismos, aunque como verás yo prefiero las cosas clásicas me gusta imaginarme que vivi en tiempos así. ¿Qué clase de libros sueles leer tu? - esta vez no aparte la mirada ya que me sentía curiosa.

por **Liev I. Makovsky** Dom Oct 21, 2012 9:41 am

No era habitual mostrarme así a desconocidos, tal vez una persona o dos en París conocía ese secreto y concepto de la belleza que llevaba escondido en mi corazón, aunque también esas personas habían descubierto mis gustos tras la muerte. Debía de ser porque pensaba que ya una vez dejada la vida que poco importaban los secretos, lo cierto es que me avergoncé un instante por la confesión pero luego recuperé las formas, la educación, incluso me estiré más como para hincharme de orgullo aunque disimulado y continué con atención la conversación que estábamos desarrollando.

- Sería simples estatuas sin corazón que aceptan todo lo que ven o escuchan sin importarle el sentido oculto que pueden tener. - complemente a su comentario sobre la curiosidad. - Siempre he pensado que las personas sin curiosidad son esclavos de su ignorancia ya que sin curiosidad no tienen interés por aprender ni saber nada en la vida. - después permanecí mirando al frente planteándome de dónde sacaba esas palabras tan filosóficas, ¿había sido así en vida? No lograba recordarlo, quizás porque nunca lo había sido. Parpadeé un par de veces cuando escuché su agradecimiento, debía regresar a la realidad. - De nada. - incliné de nuevo, de forma respetuosa la cabeza contestando de igual forma y con igual respeto a su gesto.

No pude evitar un lave risa por su comentario sobre mi país, lo cierto es que estando en la otra punta de Europa era habitual que nadie entendiera exactamente qué hacía allí ni cómo era la vida en el otro confín del mundo. - En invierno así es, la primavera tal vez sea más corta pero contraste del blanco de la nieve con el tremendo estallido de colores. Posteriormente llega un verano que nadie tiene que envidiar al de este país. El otoño de nuevo es breve, pasar del colorido al gris del cielo y naranja de los árboles. Nos separan mucha distancia pero no tiene nada de peculiar. - o ese era mi punto de vista. No vivíamos en jaulas de hielo como había escuchado en algún bar y que precisamente al escapar de ellas y ver la felicidad y el calor de otros pueblos nos volvíamos así de gruñones cuando, que yo recordara, precisamente a los únicos que había gruñido era a mis compatriotas y en mi país. Volví a sonreír agradecido por sus palabras. - A este paso cuando decida haceros un cumplido va a ser completamente insignificante con todos aquellos que vos estáis realizando a mi persona. - y lo cierto es que recibir y pensar en cumplidos siempre había hecho que me pusiera nervioso y no supiera usar de forma adecuada el idioma, ya fuera el mío o el francés.

- Otra pregunta interesante aunque me pilla desprevenido. - dije a su comentario sobre la literatura. - Coincido en que antes o después todos acabamos leyendo lo mismo. Por ejemplo, el volumen que lleva en sus manos ya me es conocido como también lo es la Odisea, Herodoto, y otros autores clásicos. Aunque si debo decantarme por uno más bien sería una corriente literaria o género, el que llaman de misterio, crímenes sin resolver y otros por el estilo. - no sé si demasiado moderno o poco adecuado para las damas de Francia, aunque también era cierto que hacía bastante que no leía nada.

por **Nathaly Rilke** Dom Oct 21, 2012 8:05 pm

Estatuas sin corazón, esas eran comunes en París y se llamaban a si mismos y mismas gente de clase alta, la clase a la que yo pertenecía, no iba a negar que existian tambien personas muy interesantes tanto como merecer ser llamados por mi amigos sin embargo eran contados y muchas veces no se animaban a aventurarse y hacer las cosas que yo solía hacer, como estar sentada en una banca con un extranjero completamente desconocido charlando tranquilamente; ¡oh no! otros en su lugar corrian al primer avistamiento de personas no conocidas como si estan llevaran la peste encima por lo que me creía sumamente afortunada de no tener el cerebro hueco y no tener corazón como ellos.
Después de todo en aquel mundo solo las apariencias eran importantes, cosa que me resultaba repulsiva.

Por como me decía las cosas Rusia parecia bastante similar a París, pero supongo que eso debería comprobarlo por mi cuenta por lo que no insisti en preguntar sobre Rusia pero ahora tenía un comentario no de cualquier persona si no de alguien que había vivido alla así que por lo menos ya podía refutar los comentarios sobre el clima de Rusia y tenía una fuente sumamente confiable a mi punto de vista.
- Supongo que en ese caso no fue muy diferente ni dificil adaptarte a la vida aqui en París o ¿me equivoco? ya que dices que la diferencia no es mucha entre aqui y Rusia - me sonroje levemente la verdad era que no esperaba cumplidos hacía mi persona ni mucho menos y todo lo que salía de mis labios eran simplemente mis creencias, siempre decía justamente lo que pensaba ya fuese tanto un comentario adecuado como uno desadecuado - la verdad es que yo solo he dicho lo que opino sobre tu acento y forma de hablar, no es que estuviese mintiendo ni nada si no son solamente mis creencias nada más y nada menos -

Su gusto en lectura era admirable, varios clásicos erab bien conocidos por su persona pero además los temás más contemporaneos también formaban parte de su lista, la verdad era que me había leido algunos libros de misterio a escondidas de mis padres ya que decian no era la lectura apropiada para una dama se nuestra clase o de sociedad, a pesar de tales comentarios algunos de los sirvientes me compraron libros de aquellos los cuales mantenian escondidos hasta que buscaba yo la oportunidad de leerles por trozos, dado que no podía salir con uno ya que no faltaría el que comenzara a hablar de mi y si aquello llegaba a oidos de mis padre... bueno preferia ahorrarme todo aquello simplemente, no queria tener más discusiones de las que ya teniamos en casa.
- He leido algunos libros de misterio, pero veras a mi familia no le agrada por lo que me los leo a escondidas, debo decir que es un genero bastante interesante pero por aqui a muchos no les agrada que las jovenes como yo lean esa clase de libros, asi que simplemente sera dificil que encuentre a varias que hayan leido un volumen de ese tipo - suspire y me perdi en mis pensamientos sobre lo correcto e incorrecto de la clase a la que pertenecia olvidandome por algunos momentos del joven con el que intercambiaba palabras.

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