Diarios de L. D.

por **Lorelei Drystan** Miér Nov 28, 2012 11:39 am

Diario de L.D.

Y buscaré por siempre
incluso a morir.

Cazadora/Humano/Clase Alta/Heterosexual

14 de enero de 1798

Han pasado unos meses desde el incidente. Sigue grabado en mi memoria, como una mala pintura. No me agrada en lo absoluto. Mi vista se dirije unos momentos al vidrio en la búsqueda de olvidar algo y dejar que vague mi mente. Pero escribir, no es la mejor forma de empezar a olvidar.

De nuevo estuve a punto de estallar en llanto. Recordé lo mucho que ha cambiado mi vida desde ese instante. Ahora, estoy dejando mi casa, por quien sabe cuanto tiempo. Voy a extrañar incluso los regaños de mi madre, o las risas de mis hermanos, pero si él no está ahí, me siento como un espíritu errante. Sin dueño, sin un propósito. Bueno, si tengo un propósito: vengarle.

No me preocupa que haré después, creo que la vida no se puede llamar vida si he perdido a la persona que más amaba en el mundo. Extraño su sonrisa franca y abierta, sus historias y el aroma a tabaco y a cuero que desprendía siempre. No era de esos amores que conmueven al deseo y despiertan nuestras pasiones. El amor a mi padre era conmovedor y afectuoso. Su hija menor lo veía como a la representación de todo lo bueno y leal que era.

Creo que estamos llegando. El sitio donde me quedaré no es tan ostentoso como estoy acostumbrada, pero espero que sea confortable. Percibo los aromas propios de la comida. No sé que me resguarda en este sitio. Apenas puedo ver algo por la tenue luz de las velas. Sé que estamos en alguna parte de la campiña. Pero, en la mañana podré dar cuenta de todo lo que he visto.

Al parecer mi vida nueva empieza aquí. Lejos de caza, en un carruaje, armada, y sin rastros de ropa femenina. No pensaba usar un corsé aquí, y menos en lo que haré. Nada podrá cambiar mi opinión al respecto. Iba a mancharme las manos de sangre.

De momento buscaría cualquier información. Aunque el viaje había sido muy cansado y lleno de caminos en no muy buenas condiciones. Si el carruaje volvía a golpear con la misma fuerza mi espalda, iba a quebrarme los huesos. Recorrí muchos sitios que ni siquiera imaginé que existían. Miré a muchos sitios donde mis ojos no podían darse abasto. Estaba emocionada, en alguna parte de mi persona, con la edad que tenía, apenas el mundo se abría bajo mis pies. Y ahora, no quedaba otra más que tomar este destino.

Me veo en la necesidad de dejar de escribir. Los caballeros exigen mi presencia.

BY тangerιne FOR SOURCECODE