El mundo es un Pañuelo [Maryeva]

por **Ephraim March** Mar Ene 08, 2013 12:53 pm

En las adversidades sale a la luz la virtud
Aristóteles

OK, este no era el mejor panorama del mundo. Estaba terriblemente golpeado, con un brazo fracturado y semi inconsciente. Apenas recordaba cómo llegar a mi casa, aunque en ese estado difícilmente podría siquiera caminar. ¿Qué había pasado? Lo de siempre, enfrentamientos con vampiros. El problema era que esta vez se habían agrupado en una cantidad bastante peligrosa. E, insensato como era, les di caza igualmente. Ninguno quedó con cabeza, gracias a dios. El problema era que posiblemente yo quedara sin uso de razón por un buen tiempo.

Me senté en una de las baldosas de aquella calle, esperando a que un buen tiempo de descanso me hiciera recuperar al menos parte de mis facultades. Quizá era una utopía, pero al menos quería intentarlo. Estaba respirando trabajosamente, producto del cansancio y del dolor que me producían las múltiples contusiones que quedaron luego de los golpes que había recibido. Mi cara mostraba un ojo amoratado y los labios partidos. Y pensar que tendría que ir así a la facultad en unos días más…

Solté un suspiro, frustrado. Había venido a este tonto país a buscar venganza, pero hasta ahora no había logrado absolutamente nada, aparte de eliminar varios vampiros al azar de las calles de París. No me servía de nada si no encontraba al que en verdad quería cazar. Pero era demasiado escurridizo, demasiado astuto. La única vez que lo encontré fue simple casualidad. Apreté mis labios, enfadado, pero me arrepentí al momento al sentir el dolor lacerante.

Traté de pararme, pero simplemente no me podía mover. Entonces, significaba que necesitaría ayuda. Mi mente rogaba por un milagro, por algún alma caritativa que pasara por allí y socorriera a un cazador medio muerto.

por **Eva** Miér Ene 09, 2013 7:54 am

Como siempre, me fui a dar mi recorrida nocturna, por miedo a que me dieran caza y poner en peligro al bebé no iba sola, había contratado a dos cambia formas como yo, fuertes, musculosos y para nada amigables, pero si fieles. Bueno en verdad era que le debían algunos favores al padre de la criatura quien les salvó el pellejo en más de una oportunidad, aun siendo un cazador.

Caminamos por las aceras más iluminadas y aunque uno me acompañaba como si fuera un familiar y el otro disimulando nos seguía a una corta distancia. Nuestros sentidos se alertaron, el viento traía sonidos de pasos inseguros y débiles, el olor era una mezcla de adrenalina, sudor y sangre, algo no estaba bien. - deberíamos volver, señorita Aude - dijo Judea, el cambia formas que me daba el brazo. Lo miré a los ojos y enarque una ceja - Si Giro hubiera pensado lo mismo, hoy serías despojos en algún barrial - lo reprendí.

A poco de llegar a la esquina y girar a la izquierda, conducidos por las señales que nos trajo el viento, encontramos a un hombre, parecía estar bastante golpeado, tenía heridas lacerantes, un brazo que se estaba hinchando y que daba la sensación de tenerlo quebrado, para colmo de males, sus sentidos no estaban atentos, como si en cualquier momento fuera a quedar inconsciente.

- Es un cazador - se exasperó Tobías, el cambia formas oso - no podemos socorrerlo, es un enemigo. Deberíamos liquidarlo y hacer un beneficio a nuestra raza - sus ojos destellaban de rabia y rencor. Lo comprendía muy bien porque mi familia había sucumbido por gente como él y los inquisidores, pero no podía dejar que esta locura prosiguiera. Me acerqué a Tobías y le di una bofetada - como te atreves a decir algo así cuando tu pellejo fue salvado, no una, ni dos sino infinidades de veces por un cazador como él - señalé el hombre que si no lo ayudábamos de seguro moriría por alguna de sus heridas. El oso, se sintió avergonzado y se alejó un poco de mí, frotándose la mejilla. Resople y me acerque nuevamente - Tobías, por favor, no quiero que este bebé nazca en un lugar donde haya tanto odio - le acaricié la mejilla y con la mirada le pedí perdón - ayúdame, debemos socorrerlo. Te prometo que si se pone agresivo, serás el primero en darle caza - sonreí sabiendo que eso lo alentaría. Tobías bajo la mirada y sonrío de forma ladina - ¿me lo promete? - dijo mientras tomaba mi mano y la besaba. Me ruborice por que no estaba acostumbrada a ese tipo de afecto y adoración de los empleados hacia mí, aunque en verdad éramos una gran familia. Asentí,- lo prometo -

Cargaron entre los dos al hombre, en el coche que por si me descomponía también estaba cerca de nuestra ubicación. No nos demoramos en llegar y con ayuda de las doncellas y el médico que prontamente acudió a mi llamado, lo dejamos descansando en una de las habitaciones de huéspedes. Cuando ya lo habían acicalado, cambiado sus ropas por unas que habían sido de Girolamo, entré al cuarto a darle un vistazo. No le conocía o por lo menos bajo tantos golpes no lograba reconocerlo.

por **Ephraim March** Jue Ene 17, 2013 12:24 pm

“Ephraim, no seas perezoso y despierta. Es tarde”.

“¿Sarah? Espera, ¿Tú no estás muerta, hermana?”

“Eso no importa ya. Se te hace tarde para la venganza. Venga, despierta de una vez”.

Le hice caso a la voz de mi hermana, y abrí los ojos trabajosamente. Lo último que recordaba antes de caer en la inconsciencia más completa eran voces a mi alrededor. El hecho de que estuviera vivo era prueba suficiente para mí de que no habían sido vampiros. La luz comenzó a llegar, como una molestia para mis orbes, demasiado sensibles luego de haber estado entre tanta oscuridad. Luego se acostumbraron de a poco. Y cuando pude ver el mundo a mi alrededor, pegué un grito de asombro.

Me encontraba en una habitación bastante agradable, de tonos claros. Los muebles eran sencillos, pero grandes y hechos de madera de abeto. Estaba sentado en una cama lo suficientemente grande como para que cupiera mi metro ochenta y siete y aún así sobraba espacio. Al parecer, alguien de recursos me había sacado de la calle. Agradecí a Dios mi suerte y me dispuse a levantarme y salir para no causar más molestias, pero un dolor agudo a nivel de abdomen me impidió moverme demasiado. Al parecer no era otra costilla rota, gracias a dios, pero quizá había recibido un golpe fuerte en aquella parte. Luego me percaté de que tenía mi brazo fracturado bien amarrado y quieto, y que estaba vestido con ropas que no eran mías.

Y justo cuando me percataba de esto último, la puerta rechinó, dejando entrar a una joven de cabello rubio y mirada preocupada. Entonces, ¿Ella me había rescatado? No podía levantarme a saludar, así que le dediqué una torpe reverencia a la vez que hablaba.

-Si usted me ha sacado del antro en donde estaba, se lo agradezco mucho. Mi nombre es Ephraim March, ¿Podría decirme su nombre y dónde estoy?

por **Eva** Mar Feb 05, 2013 4:59 pm

Sonreí ante su saludo, apurado y algo torpe – Bueno que quieres, mira como esta, parece un Cristo lacerado – me dije mientras acercaba mis pasos para sentarme en la silla que al lado de la cama esperaba paciente la llegada de alguna visita, - Buenos Días señor March - me senté y lo miré a los ojos – mi nombre es Maryeva Aude, si… lo encontré con mi gente en un lugar un tanto peligroso, diríamos ya que hay muchos delincuentes que podrían haber terminado el trabajo que alguien dejo incompleto, quedándose con sus pertenencias -. Crucé mis manos en el regazo y como una madre reprendiendo a su niño lo miré con expresión de reproche – ¿acaso no sabe que Paris no es un lecho de rosas? – suspiré mientras me retrepaba a la silla, los últimos meses de embarazo comenzaban a molestarme, el bebé se movía mucho y además pesaba un poco.

Pensé en si convenía decirle donde estaba ya que era mi hogar y si en algún momento la vida nos enfrentaba, ya que se trataba de un cazador o peor de un inquisidor, le estaría dando una ventaja si conocía mi refugio, pero al ver sus ojos, aunque de mirada dura, me daban la sensación que podía confiar en él, - ahora se encuentra en la mansión Aude, en uno de los cuartos destinados a mis guardaespaldas, ya que son los más cercanos a la entrada por donde descendimos del carruaje, por supuesto en poco lo pasaremos a una de las habitaciones de visitas, donde podrá recuperarse totalmente de … el pequeño incidente – dije como dándole a entender que no diría nada pero sabía que era.

Me levante al escuchar que una de las doncellas venía a dejarle el desayuno, ya había amanecido y la casa estaba en pleno ajetreo. Sonreí al ver la expresión que había puesto la muchacha, sorprendida y asustada por verme allí, seguramente le había gustado el paciente y decidido ser ella la encargada de cuidarlo, - entra Camelia, yo ya me retiraba -, la jovencita pasó delante mío, con su mirada al piso y apretando las asas de la bandeja – cuando termines, ve a arreglar el cuarto de invitados, el que tiene la vista al jardín y luego acompaña al señor March hasta su nueva habitación – Giré enfrentándole – no aceptaré un no por respuesta, se quedará en mi hogar, estamos algo alejado de la ciudad y acaballo no podrá irse, además sería una locura, cuando el doctor lo decida se irá en mi coche –, saludé con una inclinación de cabeza y me retiraba cuando giré y le informé – espero que cuando esté ya instalado me permita charlar con usted, no llegan a mi hogar muchos invitados y pues pienso disfrutar de su presencia todo lo que pueda – reí con una risa cristalina y me retiré.

Camelia, rió ante la forma risueña de su señora, mientras se acercaba para acomodarle las almohadas al señor y darle el desayuno – no se preocupe, es buena y hoy esta de muy buen humor – las golpeó para que las plumas se separaran y fuera más mullida – ya está, puede apoyarse, ¿le duele? – esperó un momento mientras se acomodaba y le puso la bandeja en las piernas, lo miró y vio la ropa de cama de su señor – [color=#ffb129]el señor Girolamo se pondría rojo de bronca por la ropa que le han puesto[/color] – rió mientras se sentaba sin intención de abandonar su tarea de cuidar al enfermo – sabe es el esposo de la señora, se han distanciado pero algo me dicen que pronto volverá – dijo cruzando sus brazos – como no va a venir a buscarla a ella y a sus pequeños, ¿verdad? -

por **Ephraim March** Jue Feb 14, 2013 2:50 pm

Supuse que no tenía más opción que hacer caso a lo que la mujer estaba informándome, así que sólo me limité a asentir de vez en cuando. Lancé una media sonrisa ante su deseo de que me quedara todo el tiempo posible, pero se borró al ver su avanzado embarazo. ¿Cómo es que podía atender enfermos en ese estado? Me dispuse a levantarme para, por lo menos, ayudarla a caminar, pero lo único que pude lograr fue caer de vuelta a la cama mientras ahogaba un quejido de dolor. Suerte que la sirvienta acudió a ayudarme, además de traerme algo de comida. En verdad estaba hambriento.

Mientras devoraba mi desayuno-a falta de una palabra más exacta o elegante-, entrecerré los ojos al escuchar el nombre del dueño de casa. Girolamo. Me parecía relativamente conocido, como si se lo hubiera escuchado a alguien hace mucho tiempo atrás. De cualquier modo, se quedó en segundo plano al oír de nuevo a Camelia diciendo que él y Maryeva se habían distanciado, pero que algo le decía que volvería. ¿Es que acaso había tenido corazón para abandonar a su esposa? ¿Y a su esposa embarazada, además? ¿Pero qué clase de ser era ese hombre? ¿Tenía corazón acaso?

Refrené mis pensamientos al seco. Solía hacer juicios apresurados de la nada. Quizá habrá tenido algo más que atender, y ya está. No necesitaba inventar un melodrama en mi cabeza. Además, estaba en una situación algo extraña. No estaba seguro del todo, pero tenía la sospecha de que aquella mujer sabía lo que me había pasado allá en la Corte de los Milagros.

-¿Entonces el dueño de casa no está? ¿Y cómo es que la Señora ha podido manejarse con tamaño embarazo? Debe ser difícil-lancé una sonrisa tentativa-. ¿Puedo preguntar por el nombre completo, o será muy desfachatado?

por Contenido patrocinado

El mundo es un Pañuelo [Maryeva]

El mundo es un Pañuelo [Maryeva]

Re: El mundo es un Pañuelo [Maryeva]

Re: El mundo es un Pañuelo [Maryeva]

Re: El mundo es un Pañuelo [Maryeva]

Re: El mundo es un Pañuelo [Maryeva]

Re: El mundo es un Pañuelo [Maryeva]