Cosette Renaud

Cabello castaño, ojos oscuros, estatura promedio y un tanto flacucha. En ocasiones puede atisbarse en su mirada ese lado infantil que aún posee, pero la mayor parte del tiempo se la ve como una joven distante y suspicaz, quizás incluso misteriosa. No es alguien que llame demasiado la atención a menos de que te pares a observarla más detenidamente o bien a conversar con ella. A pesar de su situación Cosette es muy cuidadosa con su higiene personal; cree firmemente que vivir en la miseria no significa que debas lucir como un miserable. Sus ropas serán viejas y sencillas pero jamás la verás sucia. Puede resultar curioso que una persona así aún se preocupe por su aspecto, pero es que en el fondo ella oculta algo de la vanidad propia de casi cada mujer. El cabello suele llevarlo suelto la mayor parte del tiempo, pero se lo recoge si empieza a incomodarle para trabajar. Tiene los pies ligeros, ya desde pequeña jugaba con sus hermanos y siempre lograba escurrirse entre sus manos cuando la perseguían. Tiene una buena resistencia y es más fuerte de lo que su apariencia frágil podría sugerir, aunque no sea físicamente.

La vida le ha enseñado que sin esfuerzo no hay gloria. Es una persona trabajadora y sacrificada, y una vez que se propone a cumplir algo es extremadamente difícil apartarla de su camino, pues es muy enfocada. Es muy protectora con aquellos que realmente le importan, en especial sus hermanos. Ha pasado por muchas situaciones distintas y ha tratado con todo tipo de personas; sus malas experiencias la han convertido en alguien extremadamente desconfiada, en especial de los hombres. Puede parecer fría y distante a primera vista, pero si logras traspasar esa coraza de inseguridades que la rodea, te encontrarás con una joven cariñosa y comprensiva. Lleva mucho orgullo dentro de sí, cubierto bajo capas de pobreza, abuso y miedo, pero ahí está. Cuando sale a la luz es cuando más intimidante puede parecer Cosette, el resto del tiempo en cambio aparenta todo lo contrario. Trata de ser siempre realista y mantenerse con los pies sobre la tierra, aunque a veces simplemente no lo consigue. Es muy observadora y sensitiva, ha aprendido a decir y hacer exactamente lo necesario para conseguir lo que desea, incluso si eso no es de su agrado. Tiene opiniones muy marcadas sobre ciertos temas, y aunque no las ande gritando a los cuatro vientos por el miedo a los problemas que eso podría acarrear, no dudará en defenderlos cuando llegue el momento. Le encanta aprender cosas nuevas; incluso si para otros son simples pequeñeces, ella cree que no existen conocimientos inservibles. Siempre intenta mirar hacia adelante, por muy difícil que parezca el presente, quién sabe si el mañana traerá algo mejor, después de todo la esperanza es lo último que se pierde. Es una luchadora.

Cosette no siempre vivió en la situación que se encuentra ahora. Nació poco después que su hermano mayor, y fue bienvenida en una familia de clase media compuesta por los dos niños y sus padres. Llevaban una vida normal y tranquila. Vivían a las afueras de la ciudad, su padre trabajaba en el campo y su madre en casa, aprovechando para cuidar de los niños. Ambos hermanos tuvieron una bonita infancia, quizás no contaban con lujos pero nunca les faltó lo necesario. Incluso pudieron optar por una educación que en el futuro les traería grandes beneficios.
Su padre era un hombre amable y solidario, y su carácter le ayudó a ganarse muchos amigos. Tenía contacto con todo tipo de gente, y aunque su familia no lo supiera, también con criaturas no humanas. Cosette tenía 7 años cuando su vida cambió drásticamente.
Su madre, embarazada de su tercer hijo, se preparaba para acostar a los niños cuando su esposo entró a la casa con una expresión desesperada que ella nunca había visto antes. Le explicó en pocas palabras que tenía que salir de allí cuanto antes, alejarse lo más posible y no volver hasta el día siguiente. La mujer estaba confundida y extremadamente angustiada, no sabía lo que estaba ocurriendo y su esposo no parecía dispuesto a contarle nada en aquel momento, aunque sus palabras intentaban calmarla. “Confía en mí. Confía en mí”. Así lo hizo y se llevó a los niños lejos del lugar, prometiéndole a su marido que se encontrarían por la mañana.
Eran las relaciones del hombre las que lo habían metido en aquel problema. Los inquisidores habían salido de cacería esa noche y al parecer él estaba atrapado en esa red de contactos; tenía que mantener a su familia fuera de eso, protegerlos y distraer a los cazadores. Pero las cosas no siempre salen como uno las planea.
Al día siguiente madre e hijos regresaron a su hogar sólo para encontrarse con que su casa había sido quemada y ya no quedaban más que escombros donde apenas unas horas antes habían estado viviendo. La desesperación les inundó, especialmente porque no había rastros de su padre por ningún lado. Más tarde lo encontraron colgado junto con otros tres hombres en una plaza cercana.
La situación para la pequeña familia cambió por completo, pasaron de llevar una vida normal a vivir literalmente en la calle. Tres niños que alimentar y una sola persona capaz de ganar algo de dinero obligaron a la madre de Cosette a buscar amparo bajo la seguridad de otro hombre, con quien se casó un par de años más tarde. Probablemente ese fue uno de sus más grandes errores.
Al principio las cosas parecían estar encaminándose, pero a la larga salió a la luz la otra cara de aquella figura paternal que en realidad no tenía mucho de padre. Era un hombre agresivo y abusador que muchas noches llegaba al hogar en un increíble estado de ebriedad. Lo mejor que hubiese podido hacer la madre de Cosette era marcharse de aquel lugar cuanto antes y así evitarle a sus niños una vida inestable y llena de inseguridad, pero le frenó la idea de que afuera sería mucho más difícil sobrevivir, después de todo aquel hombre les había ofrecido su casa y ganaba suficiente dinero para darles de comer todos los días.
Las cosas parecían no poder estar peor cuando la madre de Cosette, pocos meses después de haber dado a luz a su sexto hijo, cayó gravemente enferma. Una boca más que alimentar, una persona menos capaz de trabajar y contribuir con algo de dinero para la supervivencia de la familia. A eso hubo que sumarle la desaparición del hermano mayor de Cosette; trabajaba en la estación de ferrocarriles y le habían pedido que ayudara en la expansión de las vías ferroviarias. Supuestamente no tardaría más de una semana en regresar, pero nunca lo hizo.
Cosette tuvo que agotar todas sus posibilidades de trabajo para poder sacar a sus hermanos adelante, pero muchas veces se veía impedida debido a los cuidados que su madre y su hermana pequeña requerían. Actualmente lo único que espera es la oportunidad para marcharse de esa casa y sacar a todos sus hermanos de aquel ambiente hostil en el que viven. Ella haría cualquier cosa por ellos.