Allegra Ceccherini

AVES: AGILIDAD Y BUENA VISIÓN NOCTURA O DIURNA. POCA FUERZA Y RESISTENCIA EN UN ENFRENTAMIENTO CUERPO A CUERPO. LA HABILIDAD PARA VOLAR LIBREMENTE CUANDO ESTÁN COMPLETAMENTE TRANSFORMADOS.

SENTIDOS AUMENTADOS: AUMENTO DE PERCEPCIÓN EN LOS SENTIDOS DE LA VISTA, EL OLFATO, EL GUSTO, EL TACTO Y LA AUDICIÓN.

AGILIDAD Y REFLEJOS SOBREHUMANOS: HABILIDAD PARA MOVERSE CON MÁS SOLTURA POR UN SITIO, UTILIZANDO BRAZOS Y PIERNAS REACCIONANDO MAS RÁPIDO QUE UN HUMANO NORMAL.

FUERZA SOBREHUMANA: FUERZA QUE SUPERA LA DE UN HUMANO Y UN ANIMAL COMÚN PERTENECIENTE A LA FAMILIA QUE SEA.

SANACIÓN ACELERADA: HABILIDAD PARA CURAR RÁPIDAMENTE DE CUALQUIER LESIÓN. EL TIEMPO DE RECUPERACIÓN VARÍA SEGÚN EL PERSONAJE. CUANDO SE TRATA DE BALAS DE PLATA O FUEGO PUEDEN MORIR SI LAS HERIDAS SON MUY GRAVES.

SENTIDO DEL PELIGRO: HABILIDAD PARA PERCIBIR EL PELIGRO PERSONAL. ES UNA FORMA LIMITADA DE PRECOGNICIÓN.

Frágil, dulce, callada y encantadora muñeca de porcelana. Claramente, esa no es la descripción que se ajusta a la pequeña Allegra, quien es un verdadero torbellino. Detrás de su cara de ángel y de su sonrisa repleta de picardía, se esconde una niña caprichosa, demandante y exigente, acostumbrada a que las cosas estén frente a ella antes de que las diga. Todo a sus pies, todo a su merced, no se rinde hasta que consigue aquello que desea. No le importa hacer berrinches o que las personas que la acompañan se avergüencen, su inteligencia –la cual es bastante mayor a los niños de su edad- le hace comprender que con tal de que no plante una de sus escenas, le darán lo que pide casi sin chistar. Manipuladora, si, increíble para tan sólo cinco años, pero Allegra no es común, es rebelde y divertida, pura chispa y creatividad encerradas en un envase pequeño. A pesar de todo, es muy madura, y tiene una sensibilidad que la hace capaz de captar en los demás emociones que, a lo mejor ni ellos mismos se habían dado cuenta.

La muerte de sus padres significó una gran ruptura en su no aún desarrollada psiquis, que colaboró con que sus aspectos más negativos se realzaran. Es ingenua y cree que todos son buenos, que la ayudarán y seguirán en lo que se cruce por su mente. Pícara y decidida, sabe lo que le gusta y lo que no; muy independiente, elige ella misma sus atuendos y a dónde desea ir a caminar. Allegra no es fácil de llevar, pero quien logre encontrarle la vuelta, descubrirá que todo lo hace para llamar la atención, y necesita la misma proporción de límites como de amor. Ella abrazará y a los dos segundos, seguramente, vuelva a enojarse y le propine una mirada inquisidora a quien es objeto de sus malos sentimientos. Sumamente vengativa, es mejor que quien esté junto a ella la siga como si se tratara de un sargento, pues luego, podrá sufrir las consecuencias, que se asegurará, sean terribles.

Allegra Ceccherini, nació un soleado 2 de Noviembre de 1795 en la bellísima región de La Toscana, Italia, en la provincia de Siena. Su padre, Giusseppe Battista Ceccherini, emparentado por el lado izquierdo de la cama con Fernando III de Toscana, el Gran Duque de Toscana, Archiduque de Austria, Príncipe de Hungría y Bohemia, y demás títulos, se casó con lady Maud Turner, una joven de gran familia y renombre de Londres. Juntos se instalaron en la ciudad natal de Giusseppe, para formar su familia con tranquilidad. Su primogénita se volvió la gran alegría del hogar con rapidez, ya que llegó al poco tiempo de las nupcias de sus padres. Desde los primeros meses, mostró ser una niña con capacidades un tanto más desarrolladas que el común. Seguramente, calculaba su madre, se debía a que había heredado la condición de cambiaformas de su papá, aunque no estaban seguros de ello; pero las dudas se saldaron al cumplir su primer año de vida, cuando de la nada, se transformó en un águila frente a los atónitos ojos de su niñera. Desde ese día, los pocos familiares del lado paterno, fueron inmiscuyéndose más y más en lo cotidiano de la pequeña, pues era la primera vez en la larga dinastía –heredera de los Medici- que se manifestaba tan tempranamente la condición sobrenatural. La superstición de los más ancianos, hizo que se formara un mito sobre ella, como si se tratara de una enviada especial.

Maud sabía que su hija era una simple niña cambiaformas, que no había nada de extraordinario en ella, por lo que se esforzaba en mantenerla alejada lo más posible de la locura que se cernía sobre su crianza; eso provocó muchas peleas entre ella y su esposo, pero no dio el brazo a torcer, y terminó cayendo presa de la tentación, recurriendo a una reconocida hechicera de la zona, que le dio pócimas y venenos para ir asesinando uno por uno a los familiares de su marido. Así lo hizo, y los ánimos se fueron caldeando. No le remordía la consciencia, y empezó a notar que Allegra se volvía más desenvuelta y sociable, lo que le dijo que había hecho lo mejor para ella. A los tres años, comenzaron las lecciones escolares, dictadas por una institutriz inglesa, una de las más renombradas, y se dieron cuenta de la facilidad para aprender que poseía, ya que a los cuatro podía leer de corrido y escribir unas cuantas oraciones. El arte no tardó en hacerse presente en su personalidad, y dio a conocer su preferencia por la pintura, lo cual le fue concedido y las clases empezaron con rapidez, con la misma velocidad que las de piano y ballet, caprichos que se le cruzaban por la cabeza a la niña.

Cuando cumplió cinco años, por primera vez, sus padres la dejaron sola para hacer un viaje. Había llorado a mares rogándoles que se quedaran, porque hacía semanas que pesadillas horribles la despertaban en plena madrugada, pero Giusseppe tenía asuntos importantes que atender, y su mujer debía acompañarlo. Se despidieron en la cena, y durmieron a Allegra. La niña, antes de que la despertaran al amanecer, sabía que algo terrible había ocurrido. Su doncella personal fue la encargada de contarle que su mamá y su papá se habían ido al Cielo junto a Dios, lo que le dio cierto consuelo. A los pocos días fue el funeral, y a pesar de que los abogados de la familia pidieron estrictamente que ella no lo presenciara, pues era lo que se manifestaba en el testamento, nadie pudo detenerla, y llegó al cementerio. Soportó con estoicismo los saludos lacrimógenos y las miradas de soslayo, y no derramó una sola lágrima hasta que regresó a su hogar y se encerró en su alcoba. Durante esa noche, se escabulló al despacho de su padre, donde unos amigos debatían sobre la muerte de éste, así descubrió que había sido un atentado el que había acabado con la vida de ellos, aunque no comprendía del todo los móviles del asesinato. También se enteró que debía viajar a París, donde la esposa del hermano de su madre vivía, y era a quien le habían dejado la expresa tenencia de la niña.