Die Puppenspielerin

Poderes Innatos:

→ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sea a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye los conocimientos de Herbolaria que les permiten hacer también curaciones.

→ Percepción del Aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y Cambiaformas cuando no están transformados e identificar a los Vampiros gracias a su aura pálida.

Otros Poderes:

→ Creación de Ilusiones: Habilidad que permite crear ilusiones a su alrededor; imitará texturas, sonidos, olores, etc., desconcertando así a su oponente y brindándole una excelente arma defensiva. El poseedor de este don será capaz de entrar en la mente de su adversario con sus ilusiones

→ Dominación: Capacidad para controlar la voluntad de otro mortal, obligpandolo a hacer cosas sin que pueda evitarlo a pesar de resistirse.

→ Titiritero: Capacidad para adherir un alma errante a un objeto inanimado y controlarlo a Voluntad..

A sus 23 años, la joven conocida como Puppenspielerin es terriblemente hermosa, aunque esa belleza esté oculta bajo una montaña de inmundicia. Poseedora de un porte alto y distinguido, pero siempre oculto y encorvado. Sus formas son equilibradas y femeninas, mucho más sentadoras a un vestido que a los harapos que se ha acostumbrado a llevar. El cabello, largo y rubio, ondulado; las facciones casi cinceladas, los ojos azules como el cielo, los labios gruesos y rosados, la nariz respingada… pero todo esto está casi siempre sucio y desarreglado, gracias a la vida de indigencia que le ha tocado llevar. Y tampoco ningún mortal ha podido reconocer esa hermosura desaprovechada entre medio del desperdicio, porque la misma Puppenspielerin no la muestra. En cambio, la gente ve el reflejo de una niña pequeña, de cabello rubio y liso, ojos azules y una sonrisa enigmática en el rostro. Esa niña es una ilusión que Nele se ha encargado de crear para el mundo, para ocultar su propia existencia en la forma de una pequeña conocida como La Titiritera.

¿Qué es lo que ha llevado a Nele a tomar la forma de una niña para desenvolverse en el mundo real? ¿Y por qué la niña, la Puppenspielerin, es nombrada por las calles de París con tanto miedo como reverencia? Eso es fácil de explicar si lo vemos desde perspectivas diferentes.

Nele, la real, ha crecido con demasiado temor y odio en su corazón como para mantenerse sana y cuerda. A pesar de ser una perla en medio de la inmundicia, ha desarrollado una personalidad terriblemente asustadiza, al punto de entrar en pánico con cualquier pequeño problema que se le cruce por delante. Pero, ¿qué podría esperarse, si cuando era poco más que una niña se vio obligada a asesinar a toda su familia bajo las órdenes de gente más poderosa que ella? ¿No es acaso obvio que la pequeña desarrollaría un temor infundado a toda cosa o persona que se le cruzara por delante? Sí, Nele ha sentido el poder de la dominación en su cuerpo, y es algo que no le gustaría vivir de nuevo. Por lo mismo, ha creado una ilusión para los ojos de los demás, algo que la mantiene relativamente protegida de los enemigos a los que tanto teme.

Y hablando de temores… Nele le ha desarrollado tal fobia a la muerte, que apenas pensar en eso la hace entrar en estado de pánico. Después de verla en vivo y en directo, de sentir el aroma de la sangre derramándose al frente suyo, no quiere saber nada de morir. Rehúye su final como si se tratara de una enfermedad infectocontagiosa. Y el pánico puede llevar a la agresividad. Si Nele siente que su vida está al borde del peligro, puede adoptar actitudes terriblemente peligrosas para el ofensor, incluso para ella misma.

¿Y la Puppenspielerin? Aquella ilusión que Nele creó para protegerse es fruto de todo su odio y rencor liberados. La niña actúa como si fuera el total opuesto de su creadora. Es sonriente, misteriosa y sorprendentemente despiadada, sin miedo a ninguna cosa o persona. Cada vez que lleva a sus enemigos a la muerte, lo hace con la más macabra de las sonrisas. Cuando Nele se ve protegida bajo el influjo de la Titiritera, no teme mancharse sus manos de sangre, ni siquiera le causa asco. Lo disfruta, de hecho. Como si la Nele desprotegida y la que está oculta en la ilusión fueran dos entes totalmente diferentes. Sadismo, crueldad, lo más bajo de la psicología humana se ve cuando la Titiritera aparece. Pero, a pesar de su peligrosidad, también puede mostrarse afable, incluso solidaria. Si alguna persona pobre necesitara algún favor que requiera magia, la niña puede cumplirlo, y gratis. Si podemos decirlo de algún modo, la Titiritera es la forma que tiene Nele de “socializar”.

La familia sin nombre

En el norte de Alemania existía una poderosa familia, cuyo apellido ahora no se recuerda. Durante generaciones acapararon gran parte del poder local gracias a sus auspiciosos manejos en la política. ¿Ricos? También lo eran, y mucho, aunque esa es sólo una minucia dentro de sus tantos atributos. Lo que en verdad importaba sobre esta familia sin apellido era su conexión con la magia, una conexión antiquísima que había sobrevivido a lo largo de los siglos. Provenientes de una antigua rama de druidas y magos germánicos, el paso de los años y las distintas uniones entre familias con el mismo don les dieron una amplitud de poder que, luego de la desaparición de dicho clan, nunca se volvería a ver en el mundo mortal.

El lector se preguntará, ¿Por qué una familia con tamaña fuerza desapareció así, sin más? Pues es una larga historia, que empieza a fines del siglo XVIII, específicamente en el año 1777. En ese entonces la familia estaba en su cénit, y presenciaba el nacimiento de un nuevo miembro, una niña que sería llamada Nele.

La niña especial

Nele nacería bajo el seno de dos poderosísimos magos. Su padre, del clan perdido, era un hombre por cuya sangre corría la magia de manera total y pura. Su madre, cuyo apellido de soltera era Haunzfrau, era descendiente directa de una fina línea de hechiceros germanos, que incluso remontaba a ciertas casas Romanas y con una que otra gotita de hechicería egipcia. Sangre mezclada, dirán algunos, pero el lector debe recordar que en esta historia no importa precisamente la pureza aria, sino la cantidad de magia que albergaba el cuerpo. En esos aspectos, podemos decir con certeza que Nele era una niña asombrosa y excepcional, al igual que sus tres hermanos mayores.

La pequeña crecería totalmente enterada de sus posibles habilidades y cómo usarlas, ya que en el ambiente familiar no se ocultaba la condición privilegiada en la que todos se encontraban. Mientras antes supieran usar sus dones, mucho mejor. Los mismos padres entrenaban a sus niños en las artes de la hechicería. Por lo tanto, la pequeña Nele aprendió desde temprana edad a usar sus trucos. Ilusiones poderosísimas que confundían hasta al inmortal más avezado. Dominación total y completa, ineludible. Y por sobre todo, el don de controlar las almas a su voluntad, que le valió el apodo de Puppenspielerin (Titiritera en alemán). Con ese poder, ¿Quién se atrevería a desafiarla en un futuro?

Aunque suene descabellado, sí había alguien que se atrevería.

La Masacre perpetrada a la Fuerza

Por mucho poder que uno acumule, siempre hay personas que lo desafían. Y para esta familia sin apellido tampoco habría excepciones. En las sombras, un grupo de personas-también circunscritas a la magia- consideraban a la familia como una piedra demasiado molesta en sus afanes. Y estaban decididos a eliminar toda la estirpe, a cualquier costo. Especialmente a los niños, que representaban un peligro enormísimo. La cabeza de este grupo era un brujo extranjero, deseoso de poder, como todos. Y el plan era simple, aunque macabro al mismo tiempo.

En aquellos días Nele acababa de cumplir los diez años. La familia había ido a Francia por negocios importantes. Los niños los habían acompañado en el que sería su primer y último viaje fuera de las tierras germanas. Pasarían alrededor de medio mes en París, disfrutando de las comodidades que aquella Metrópoli ofrecía.

Una semana después, la mismísima Nele despertaba abruptamente. Algo extraño había perturbado su sueño, algo que reconoció como Magia. Viendo a su alrededor se encontró con un hombre extraño que sin perder más tiempo usó la Dominación en ella, obligándola a moverse a su voluntad. Pero le costó trabajo, ya que la niña se resistió con tanto ahínco que estuvo a punto de fallar. Aún así, al final la pequeña se rindió. Por dentro, Nele estaba aterrada. Era la primera vez que alguien usaba ese tipo de magia con ella, acostumbrada como estaba a usarla con los demás, y fue la peor sensación de su vida. Comprendió que aquel brujo era muchísimo más poderoso que ella, y la idea la sobrecogió hasta que el hombre la proveyó de un hacha y la hizo caminar hasta la que reconoció como la habitación de sus hermanos mayores. Allí, todo su miedo se convirtió en Pánico puro. Su instinto le dijo lo que iba a perpetrar en ese momento, y por mucho que intentó resistirse, no pudo.

Bajo la luz de la luna, la niña pudo contemplar los rostros de terror de sus hermanos al verla, las lágrimas de dolor que salieron de sus ojos cuando el filo del arma les atravesó las vísceras. Sintió las gotas de sangre que cayeron en su rostro y su ropa cuando arremetió una y otra vez contra los cuerpos inertes y aterrorizados. Oyó los gritos, las súplicas que formularon para tratar de salvarse de la muerte, una que de cualquier forma vendría. Y cuando estuvieron reducidos a masas sangrantes, fue obligada a caminar hacia la habitación de sus padres, dejando un reguero de sangre a su alrededor.

Perpetrar esos asesinatos le dejaría recuerdos de por vida. Su padre trató de detenerla, pero sólo se encontró con el filo partiéndolo en la mitad. Había encontrado una muerte horrorosa en manos de su propia pequeña. ¿Y su madre? Estaba embarazada, y el bebé ya era lo suficientemente grande como para hacerse notar. El brujo fue lo suficientemente maldito como para hacer que la niña le partiera el vientre a su madre, le extirpara el niño y lo asesinara frente a los ojos aterrorizados de la mujer. Luego, encontró su muerte en forma de hachazos en la cabeza. Así, la familia sin apellido estaba terminada, quedando sólo Nele. Aunque los planes del brujo incluían el suicidio de la niña. Con el pánico invadiéndola, vio que su mano levantaba el hacha y la dirigía a su cuello.

Y allí es cuando todo se descontroló.

El miedo lacerante hizo que Nele se deshiciera completamente de las ataduras que la unían a la mente criminal. Y luego del terror, la ira. La magia se desbordaba desde el fondo de su locura, trayendo imágenes que ninguna persona cuerda aguantaría. Y la niña se dio cuenta que podía hacer que esa persona sufriera los peores tormentos que podría imaginar. Lamentablemente para él, así lo hizo. Nadie sabe lo que Nele le mostró a aquel hombre, ni las atrocidades que le hizo cometer. Sólo que cuando lo encontraron días después, tirado en un basural, la cordura lo había abandonado, al igual que esa pobre niña a la que había obligado a matar sin ningún tipo de miramientos.

¿Y qué hizo Nele? Sólo atinó a huir, con las imágenes aún retumbando en su cabeza. Trató de olvidar. Pero lo único que ya no podía recordar era su apellido.

La familia sin apellido acababa de desaparecer del planeta. Con el olvido de Nele, ya nadie reclamaría el pedestal de poder que quedó vacío desde entonces.

Puppenspielerin

Muchos años pasaron desde entonces. Nele ya no podía vivir su vida sin sentir una angustia terrible. Sentía pavor de todo. Cualquier cosa podría quitarle la vida. Cualquier cosa podría dominarla de nuevo. Por eso creó una ilusión, algo que la protegiera. En vez de ver a Nele, la gente vería a una niña pequeña, una que se haría llamar con el viejo apodo que le dieron sus padres: Puppenspielerin. Mientras Nele crecía, la niña seguía con su aspecto atemporal. Las gentes pobres de París veían siempre a esa niña pasear, con una sonrisa enigmática en el rostro, una imagen que no envejecía en absoluto. Y las leyendas comenzaron a circular. Que si le dabas comida o un par de monedas, podía cumplir tus pedidos. Que podía vengarse por ti, decían. El miedo y la veneración comenzaron a apoderarse de los pobres, que ya sabían que si la Puppenspielerin aparecía, era porque alguien la había llamado o necesitaba de sus servicios sin saberlo.

Por mientras la niña pasea, Nele se esconde. Trece años han pasado desde el incidente, y Nele aún se esconde.

Otros datos:

-Tiene un transtorno psiquiátrico conocido como Trastorno de Ansiedad Generalizada.

-A veces recuerda que se apellidaba Reifschneider y vivía en Bremen.

-La ilusión de la niña es tan poderosa que confunde hasta a los vampiros más vetustos. Solo pocos han visto a la verdadera Nele.

-La acompañan siempre dos fantasmas, uno a cada lado. Ya no recuerda que son sus padres-ni ellos mismos lo recuerdan del todo-, pero se encargan de proteger a la niña y de recordarle sus orígenes de tanto en tanto, cuando ellos también rememoran. Lo único que no tienen en claro, al igual que Nele, son sus apellidos. Pero cuando Nele se acuerda de “Reifschneider”, ellos entienden quienes son.