AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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L'Illusionniste
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L'Illusionniste
Privado/Noche
Decían que allí frecuentaba la sociedad alta de todo Paris; era, en pocas palabras, simplemente hermoso. Sebastian había escuchado de una obra que presentarían allí hacía mucho tiempo pero, lamentablemente, esa noche había ocupado asuntos más importantes que sentarse tras los pasamanos, entre butacas y gente expectante para mirar el espectáculo de artistas. Pocas veces durante su existencia había prestado interés a las habilidades que poseían los artistas tales como actores, malabarista u otra clase persona que se dedicara ante un público: mago. Esa noche expondrían al magnifico mago cuyos poderes lograrían cualquier cosa que alguna damisela pudiese pedir –esto le causó mucha gracia al comienzo, porque si lo pensaba de cierto modo, ¿qué existía que un vampiro no pudiera ofrecerle a una humana?-
Pues allí estaba. Había tardado en aparecer pero para su suerte mucha gente se desprendía de las enormes puertas del lugar, revestidas en adornos, para abandonar ese predio. La función había terminado pero no por esto la noche se acabaría para éste inmortal, que esperaba sentado dentro de su carruaje. Varias veces el joven (o quizá no tanto) sacó la cabeza por la abertura y observó hacia los costados, como si buscara a alguien que no estaría presente. Sus ojos se pasearon de un lado a otro, mientras que fruncía el ceño y miraba en torno a las personas –Aquí me quedaré- avisó a su conductor, que sin hacer esfuerzo de sus oídos escuchó las palabras de su señor y se apresuró por bajarse de la parte delantera del carruaje para abrirle la puerta. Sebastian, inmediatamente movió la cabeza de forma alternativa para negar ante esa acción y se abrió la puerta a sí mismo –¿Qué clase de barbaridad es esa?- rió de forma suave para su conductor/ayudante, quien lo miró un poco confundido hasta que rió un tanto incómodo.
Entablar relaciones con los miembros del servicio era difícil, pero no imposible. Sebastian procuraba ser amable con esas personas que vivían en torno a él pero que, por razones obvias, no terminarían muertas. El inmortal bajó hasta la calle y comenzó a pasearse por entre las personas, sin rumbo fijo, preguntándose si alguna de ellas lo notaría por allí. Solo entonces, segundos después, escuchó el sonido de su carruaje que se despedía del borde de la acera para arribar camino por las vastas calles.
Pues allí estaba. Había tardado en aparecer pero para su suerte mucha gente se desprendía de las enormes puertas del lugar, revestidas en adornos, para abandonar ese predio. La función había terminado pero no por esto la noche se acabaría para éste inmortal, que esperaba sentado dentro de su carruaje. Varias veces el joven (o quizá no tanto) sacó la cabeza por la abertura y observó hacia los costados, como si buscara a alguien que no estaría presente. Sus ojos se pasearon de un lado a otro, mientras que fruncía el ceño y miraba en torno a las personas –Aquí me quedaré- avisó a su conductor, que sin hacer esfuerzo de sus oídos escuchó las palabras de su señor y se apresuró por bajarse de la parte delantera del carruaje para abrirle la puerta. Sebastian, inmediatamente movió la cabeza de forma alternativa para negar ante esa acción y se abrió la puerta a sí mismo –¿Qué clase de barbaridad es esa?- rió de forma suave para su conductor/ayudante, quien lo miró un poco confundido hasta que rió un tanto incómodo.
Entablar relaciones con los miembros del servicio era difícil, pero no imposible. Sebastian procuraba ser amable con esas personas que vivían en torno a él pero que, por razones obvias, no terminarían muertas. El inmortal bajó hasta la calle y comenzó a pasearse por entre las personas, sin rumbo fijo, preguntándose si alguna de ellas lo notaría por allí. Solo entonces, segundos después, escuchó el sonido de su carruaje que se despedía del borde de la acera para arribar camino por las vastas calles.
Sebastian Busch- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: L'Illusionniste
"¿Que clase de idea de diversion tiene la gente aqui?" pensó Colette con algo de repudio saliendo del lugar, si bien le habia resultado hasta cierto punto interesante la actuacion de aquella noche no podia negar que era terriblemente sanguinaria y desagradable.. ¿Beber la sangre de una persona como si se trataran de carroñeros? hizo una mueca de profundo disgusto e inmediatamente sintio arcadas al revivir la escena en su mente, estaba segura de que incluso un vampiro habria tenido mayor tacto para hacerlo; se abanico automaticamente aire fresco con la mano para evitar pasar una verguenza frente a todos los asistentes que de a poco salian dirigiendose a sus hogares o a algun lugar de perdicion, pensó durante un minuto la respuesta: si, seguramente seria a lo segundo.
Giro la cabeza observando la actitud de la gente a su alrededor, pare ellos parecia completamente normal el espectaculo, lo que le hizo pensar que podria estar actuando de un modo completamente inadecuado, aunque... viendolo por otra parte el resto de los actos no habia sido nada repulsivos, al contrario habian logrado captar su atencion los actos de magia y hazañas sobrehumanas. Suspiro abrumada, esto no era Inglaterra y debia recordarlo, hizo una mueca mental y volvio a prestar atencion a las personas que caminaban por extensa calle, quiza encontraria algun rostro conocido para charlar un poco o al menos alguien que la acompañara a su hogar.
Bufo un poco molesta, la calle de apoco iba quedando vacia y nadie parecia reparar en ella, cosa a la que no estaba acostumbrada, detestaba no ser el centro de atencion de las miradas, fruncio el ceño maldiciendo Paris por lo que seria quiza la vigesima vez en el dia, levanto la mirada al cielo implorando la clemencia de algun dios que no sabia si existia y dejo que los rayos de la luna llena le bañaran el rostro desvaneciendo un poco su incomodidad.
Giro la cabeza observando la actitud de la gente a su alrededor, pare ellos parecia completamente normal el espectaculo, lo que le hizo pensar que podria estar actuando de un modo completamente inadecuado, aunque... viendolo por otra parte el resto de los actos no habia sido nada repulsivos, al contrario habian logrado captar su atencion los actos de magia y hazañas sobrehumanas. Suspiro abrumada, esto no era Inglaterra y debia recordarlo, hizo una mueca mental y volvio a prestar atencion a las personas que caminaban por extensa calle, quiza encontraria algun rostro conocido para charlar un poco o al menos alguien que la acompañara a su hogar.
Bufo un poco molesta, la calle de apoco iba quedando vacia y nadie parecia reparar en ella, cosa a la que no estaba acostumbrada, detestaba no ser el centro de atencion de las miradas, fruncio el ceño maldiciendo Paris por lo que seria quiza la vigesima vez en el dia, levanto la mirada al cielo implorando la clemencia de algun dios que no sabia si existia y dejo que los rayos de la luna llena le bañaran el rostro desvaneciendo un poco su incomodidad.
Colette Broussard- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/07/2010
Edad : 32
Re: L'Illusionniste
Según los ojos de Sebastian, esa noche, sólo una persona parecía estar insatisfecha dada la finalización de la obra. La gente continuó formándose en pequeños grupos a lo largo de esa calle, hablando un sinfín de asuntos que no tenían porque, puntualmente, tratar esa función. En estos grupos se podía ver perfectamente la presencia de las damas más importantes, que eran quienes menos hablaban y dedicaban prolongadas miradas a los hombres y estos últimos que parecían escandalizados por lo rápido que transcurría el tiempo o lo difícil que era no aburrirse dentro de aquellas enormes y decorosas puertas. ¿Es que ningún hombre, ahora, era digno de disfrutar del arte? La mayoría de las mujeres lucían sus mejores vestidos de satén, calzadas con delicados zapatos, con el cabello reparado gracias a sus criadas y gruesas perlas alrededor de sus cuellos haciendo pareja con los enormes aros de una sola perla que prendían de sus hermosas orejas. Eran mujeres jóvenes, solteras, y su juventud misma era bella. Como parte de la época todo iba a la moda con ellas.
El vampiro continuó su trayecto, irrumpiendo en cada uno de los pequeños grupos formados allí, para aproximarse hasta esa persona que parecía más solitaria que él mismo. Descubrir que un ser humano podía llegar a estar tan solo como un inmortal era increíble, por no decir, triste. En un momento oyó fuertes risas y echó una mirada hacia su costado para ver qué las producía. Eran unos indiscretos hombres que salían por ultimo del Teatro, estos hablaban rápidamente en francés, moviendo las manos en animados gestos; y fuera lo que fuere que decían entre ellos, claramente parecían entretener al resto. El inmortal los contempló desde donde estaba por unos segundos hasta que su mirada se volvió al frente, en busca de aquella jovencita cuya soledad era inmensa.
Por fin llegaron los carros. Muchos de los grupos comenzaron a moverse de forma sincronizada y para poco tiempo después ya no había casi nadie en las calles y el silencio fue crucial. Sebastian que en ese momento luchaba con sus ojos en busca de interceptar aquella damisela que, por fin encontró, pero siendo objetivo de los ojos de otro ser. Sí, porque éste ser aparentaba ser un hombre pálido y de belleza protuberante pero Sebastian sabía muy bien que era de su misma especie y que, si no era muy estúpido, planeaba acabar pronto con la vida de aquella joven de cabellos rojizos. Caminó hasta ella de inmediato, pronto, escurriéndose dentro del campo de visión que disfrutaba el otro inmortal y éste, que estaba reclinado contra una pared, pareció molesto por la breve interrupción que acabó con cada uno de sus planes y dio una vuelta brusca perdiéndose entre los pocos hombres que seguían hablando por allí.
-Buenas noches, señorita- saludó de forma un poco apresurada en francés. La miró pero ella estaba con el rostro mirando hacia la luna, lo que descubría ciertas sombras en su cara –¿Gusta de alguien que la acompañe?- preguntó entonces, haciendo una leve reverencia hacia ella con su cabeza y esperando pacientemente. Su voz, no obstante, dejó entrever la timidez que surgía desde sus adentros al hablar con aquella jovencita; así que, por muy descarada que sonara esa oferta de acompañarla por las noches, la inocencia –quizá no tanto- de Sebastian se hizo presente.
El vampiro continuó su trayecto, irrumpiendo en cada uno de los pequeños grupos formados allí, para aproximarse hasta esa persona que parecía más solitaria que él mismo. Descubrir que un ser humano podía llegar a estar tan solo como un inmortal era increíble, por no decir, triste. En un momento oyó fuertes risas y echó una mirada hacia su costado para ver qué las producía. Eran unos indiscretos hombres que salían por ultimo del Teatro, estos hablaban rápidamente en francés, moviendo las manos en animados gestos; y fuera lo que fuere que decían entre ellos, claramente parecían entretener al resto. El inmortal los contempló desde donde estaba por unos segundos hasta que su mirada se volvió al frente, en busca de aquella jovencita cuya soledad era inmensa.
Por fin llegaron los carros. Muchos de los grupos comenzaron a moverse de forma sincronizada y para poco tiempo después ya no había casi nadie en las calles y el silencio fue crucial. Sebastian que en ese momento luchaba con sus ojos en busca de interceptar aquella damisela que, por fin encontró, pero siendo objetivo de los ojos de otro ser. Sí, porque éste ser aparentaba ser un hombre pálido y de belleza protuberante pero Sebastian sabía muy bien que era de su misma especie y que, si no era muy estúpido, planeaba acabar pronto con la vida de aquella joven de cabellos rojizos. Caminó hasta ella de inmediato, pronto, escurriéndose dentro del campo de visión que disfrutaba el otro inmortal y éste, que estaba reclinado contra una pared, pareció molesto por la breve interrupción que acabó con cada uno de sus planes y dio una vuelta brusca perdiéndose entre los pocos hombres que seguían hablando por allí.
-Buenas noches, señorita- saludó de forma un poco apresurada en francés. La miró pero ella estaba con el rostro mirando hacia la luna, lo que descubría ciertas sombras en su cara –¿Gusta de alguien que la acompañe?- preguntó entonces, haciendo una leve reverencia hacia ella con su cabeza y esperando pacientemente. Su voz, no obstante, dejó entrever la timidez que surgía desde sus adentros al hablar con aquella jovencita; así que, por muy descarada que sonara esa oferta de acompañarla por las noches, la inocencia –quizá no tanto- de Sebastian se hizo presente.
Sebastian Busch- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: L'Illusionniste
Mientras la joven mantenia la vista en el firmamento sintio que alguien posaba la mirada sobre ella, por alguna razon se sintio incomoda y decidio seguir perdida observando las escasa estrellas plasmadas en el cielo parisino. Unos segundos despues un cambio repentino en la atmosfera a su alrededor le indico que ya no se encontraba sola, suspiro agobiada al verse sola esa noche en una ciudad practicamente desconocida, pensó que seguramente debia ser la presa mas facil de conseguir en la historia y musito unas breves palabras y rapidas en inglés maldiciendo su suerte, su corazon habia acelerado el ritmo por la anticipacion y la adreanalina le indicaba que cometio una tonteria al haber salido de su hogar solo para presenciar uno de los actos mas famosos de Francia. Expectante, con el pulso golpeteandole en los oidos esperaba que quien quiera que fuese la persona que se habia acercado a su lado dijera de una vez cual era su cometido.
-Buenas noches- respondio la chica pelirroja igualmente en francés, sin prestarle atencion realmente al caballero que habia llegado a su lado, pero en cuanto escucho su ofrecimiento le dedico una delicada sonrisa de alivio, ¿Seria ese joven quien venia a salvarla de tal tedio... o quiza de algo peor?. Se estremecio cuando la segunda opcion paseo descaradamente por su mente y presto cuidado en que su respuesta no fuera desesperada -No me molestaria- respondio en voz baja lentamente aparentando indiferencia, de igual forma hizo una reverencia sintiendose obligada -Marie Colette Yomond- levanto una de las comisuras de sus labios para crear algo que pretendia imitar una sonrisa dedicada al joven, ladeo un poco la cabeza al percibir momentaneamente una chispa de familiaridad en el desconocido y lo observo con mas detalle recordando su rostro de alguna parte sin estar completamente segura de donde habia sido.
No era que entre sus años de vida hubiese notado a muchas personas con el color de cabello tan peculiar que parecian compartir exceptuando a los miembros de su familia materna.. pero no era eso lo que habia captado su atencion sobre ese caballero en ese momento y mucho menos en la primera vez, primera vez que habia ocurrido al lado de una sucia taberna sobre las calles parisinas. Colette enarco una ceja mientras lo observaba con ojos examinantes, de una manera a todas luces desafiante que incluso podria interpretarse como agresiva, contrastando por completo con la amabilidad en la mirada y el tono de su interlocutor lo cual la hizo plantearse el rechazar la oferta, no necesito mucho tiempo para decidirlo, era dejar que ese joven de caracter debil -para el juicio de Colette- la acompañara o la idea de vagar sola por Paris en esa noche solitaria por las calles que cada vez se encontraban mas vacias.
-Un placer... Monsieur...?- Hizo la pregunta hablandole en un tono retador que sus padres desde pequeña le habian inculcado, un tono que pretendia marcar puntualmente la superioridad de cualquier Yomond y el fastidio que les provocaba cruzar palabra con cualquier otro ser humano. Si alguien no podia soportarlo entonces... no era digno de estar cerca de ellos o de establecer una conversacion.
-Buenas noches- respondio la chica pelirroja igualmente en francés, sin prestarle atencion realmente al caballero que habia llegado a su lado, pero en cuanto escucho su ofrecimiento le dedico una delicada sonrisa de alivio, ¿Seria ese joven quien venia a salvarla de tal tedio... o quiza de algo peor?. Se estremecio cuando la segunda opcion paseo descaradamente por su mente y presto cuidado en que su respuesta no fuera desesperada -No me molestaria- respondio en voz baja lentamente aparentando indiferencia, de igual forma hizo una reverencia sintiendose obligada -Marie Colette Yomond- levanto una de las comisuras de sus labios para crear algo que pretendia imitar una sonrisa dedicada al joven, ladeo un poco la cabeza al percibir momentaneamente una chispa de familiaridad en el desconocido y lo observo con mas detalle recordando su rostro de alguna parte sin estar completamente segura de donde habia sido.
No era que entre sus años de vida hubiese notado a muchas personas con el color de cabello tan peculiar que parecian compartir exceptuando a los miembros de su familia materna.. pero no era eso lo que habia captado su atencion sobre ese caballero en ese momento y mucho menos en la primera vez, primera vez que habia ocurrido al lado de una sucia taberna sobre las calles parisinas. Colette enarco una ceja mientras lo observaba con ojos examinantes, de una manera a todas luces desafiante que incluso podria interpretarse como agresiva, contrastando por completo con la amabilidad en la mirada y el tono de su interlocutor lo cual la hizo plantearse el rechazar la oferta, no necesito mucho tiempo para decidirlo, era dejar que ese joven de caracter debil -para el juicio de Colette- la acompañara o la idea de vagar sola por Paris en esa noche solitaria por las calles que cada vez se encontraban mas vacias.
-Un placer... Monsieur...?- Hizo la pregunta hablandole en un tono retador que sus padres desde pequeña le habian inculcado, un tono que pretendia marcar puntualmente la superioridad de cualquier Yomond y el fastidio que les provocaba cruzar palabra con cualquier otro ser humano. Si alguien no podia soportarlo entonces... no era digno de estar cerca de ellos o de establecer una conversacion.
Colette Broussard- Humano Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 31/07/2010
Edad : 32
Re: L'Illusionniste
Sebastian la observó durante un rato, confusamente consciente de que esa era la segunda vez que veía ese rostro. Ella vestía de la misma forma que todas las mujeres, resaltando la belleza de sus cuerpos pero, por alguna razón, su vestido llamaba más la atención que los demás; al menos para él. El cielo oscurecía, ya casi adquiriendo un color negro, tachonado de estrellas blancas y refulgentes, en esos momentos, el vampiro percibió por el rabillo del ojo como aquel anónimo esperaba pacientemente tras un grupo de humano y luego desaparecía. Solo entonces pudo imaginar que ya no existía peligro para ella, más que para él. La miró curioso, tratando de determinar cuanta era la cantidad de pecas que se escondían en su cara y esperó, tan solo por unos minutos, hasta que ella respondió.
Los labios de aquella joven se curvaron hacia arriba, tan solo unos milímetros, para enseñar una pequeña sonrisa (ya fuera por tranquilidad o porque se forzaba por resultar amable). El vampiro no respondió de otra forma más que estudiando detalladamente cada parte de su rostro: desde su pequeña nariz, sus carnosos labios o la forma en que su cabello trazaba ondas al caer por sus hombros. “No me molestaría” respondió casi en un murmullo. Para el inmortal aquella respuesta era más suficiente, casi como un “sí” así que se apresuró por añadir algo antes de que el silencio los conquistara –Se lo agradezco. Si lo desea, puedo retirarme; se lo aseguro- le dijo escuetamente. Había algo en ella más allá del hecho en que se miraran con fiereza que le apresuraba a creer que sí la conocía. Desde antes, era probable. Sebastian era una persona que frecuentaba a muchos paseos, no sería sorprendente que se la hubiera encontrado mientras se despistaba del mundo y que, por esto, ahora, le resultara extrañamente familiar.
¡Ah, qué espectáculo! La muchacha pareció reconocerlo también, ya que su mirada era superflua pero buscaba algo más allá del significado de las palabras del vampiro; lo contemplaba, lo estudiaba y parecía rechazar el resultado. A Sebastian no le simpatizó la idea de que ésta supiese de quien se trataba, más no hizo otra cosa que no fuera devolverle el gesto con seriedad –Señorita Yomond, es un placer- le dijo, nuevamente en francés. A la joven se le daba muy bien hablar en ese idioma, en cambio, el vampiro adquiría un acento bruto cada vez que pronunciaba las melodiosas palabras parisinas; ser alemán y pretender ser francés no era cosa simple –Sebastian. Sebastian Busch- atajó de forma retórica a su pregunta. A juzgar por el modo en que lo miraba, había cierto orgullo en el apellido de aquella mujer: cuestión cómica, él también defendía su nombre y apellido con más que honor.
Ambos se miraban, ¿qué más podían hacer? Seguramente, los dos especulaban de dónde provendría el consiguiente o en qué lugar se habrían visto con anterioridad. Sebastian, el afortunado vampiro, fue el primero en recordar de donde conocía aquella fulminante y más que desafiante mirada. Había sido por las noches –al mismo momento que en ese entonces, calculó- la había visto perdida entre la oscuridad de las calles y ésta había estado contemplándolo seria. La agresividad en la forma en que lo miraba le había hecho creer que quería golpearlo, como mínimo, causarle algún dolor. La imaginó por segundos abalanzándose hasta él para soltarle improperios de toda clase pero entonces, al parpadear, había visto que ella no hacía nada más que estar sentada mirándolo. Sí, solo entonces se acordó de aquellos ojos cuyo color bailaba entre el verde desvaído o el gris; cuya mirada era intimidante y la forma en que esas pecas camuflaban cualquier tipo de emoción. “La joven de cabellos color como el fuego” pensó.
Los labios de aquella joven se curvaron hacia arriba, tan solo unos milímetros, para enseñar una pequeña sonrisa (ya fuera por tranquilidad o porque se forzaba por resultar amable). El vampiro no respondió de otra forma más que estudiando detalladamente cada parte de su rostro: desde su pequeña nariz, sus carnosos labios o la forma en que su cabello trazaba ondas al caer por sus hombros. “No me molestaría” respondió casi en un murmullo. Para el inmortal aquella respuesta era más suficiente, casi como un “sí” así que se apresuró por añadir algo antes de que el silencio los conquistara –Se lo agradezco. Si lo desea, puedo retirarme; se lo aseguro- le dijo escuetamente. Había algo en ella más allá del hecho en que se miraran con fiereza que le apresuraba a creer que sí la conocía. Desde antes, era probable. Sebastian era una persona que frecuentaba a muchos paseos, no sería sorprendente que se la hubiera encontrado mientras se despistaba del mundo y que, por esto, ahora, le resultara extrañamente familiar.
¡Ah, qué espectáculo! La muchacha pareció reconocerlo también, ya que su mirada era superflua pero buscaba algo más allá del significado de las palabras del vampiro; lo contemplaba, lo estudiaba y parecía rechazar el resultado. A Sebastian no le simpatizó la idea de que ésta supiese de quien se trataba, más no hizo otra cosa que no fuera devolverle el gesto con seriedad –Señorita Yomond, es un placer- le dijo, nuevamente en francés. A la joven se le daba muy bien hablar en ese idioma, en cambio, el vampiro adquiría un acento bruto cada vez que pronunciaba las melodiosas palabras parisinas; ser alemán y pretender ser francés no era cosa simple –Sebastian. Sebastian Busch- atajó de forma retórica a su pregunta. A juzgar por el modo en que lo miraba, había cierto orgullo en el apellido de aquella mujer: cuestión cómica, él también defendía su nombre y apellido con más que honor.
Ambos se miraban, ¿qué más podían hacer? Seguramente, los dos especulaban de dónde provendría el consiguiente o en qué lugar se habrían visto con anterioridad. Sebastian, el afortunado vampiro, fue el primero en recordar de donde conocía aquella fulminante y más que desafiante mirada. Había sido por las noches –al mismo momento que en ese entonces, calculó- la había visto perdida entre la oscuridad de las calles y ésta había estado contemplándolo seria. La agresividad en la forma en que lo miraba le había hecho creer que quería golpearlo, como mínimo, causarle algún dolor. La imaginó por segundos abalanzándose hasta él para soltarle improperios de toda clase pero entonces, al parpadear, había visto que ella no hacía nada más que estar sentada mirándolo. Sí, solo entonces se acordó de aquellos ojos cuyo color bailaba entre el verde desvaído o el gris; cuya mirada era intimidante y la forma en que esas pecas camuflaban cualquier tipo de emoción. “La joven de cabellos color como el fuego” pensó.
OFF: Me disculpo, este post no me ha quedado muy lindo, que digamos.
Sebastian Busch- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: L'Illusionniste
El ambiente invitaba descaradamente a perderse en el aquella noche, la calle estaba llena de risotadas, un aroma ininconfundiblemente etilico, carruajes llenos de animados caballeros, damas maravilladas y comentarios jocosos por parte de unas cuantas personas que parecian seguir saliendo del lugar, la joven con cabello rojizo los miraba con el ceño ligeramente fruncido producto de la ansiedad, repulsion, o envidia quiza. Ellos solamente hacian algo que ella no habia podido conseguir en mucho tiempo: divertirse. "Los franceses tienen una idea bastante retorcida de la diversion" volvio a condenar en su fuero interno las costumbres de su nuevo hogar o mejor dicho, su incapacidad de acoplarse a el con la facilidad que ella tenia planeado.
Despues de un breve silencio el volvio a intercambiar unas palabras con ella ofreciendole algo que en condiciones mas favorables Colette hubiese aceptado -probablemente exigido- encantada, y resultaba una lastima que esas condiciones no fueran en ese momento. -No...- contesto apresurandose -quiza demasiado- al ofrecimiento del joven de dejarla nuevamente sola, en cuanto notó su error lo corrigio lo mas pronto posible: -Le dije que no me molestaba- se encogio de hombros despues de asegurarse de que su voz habia recuperado la calma y cadencia en el tono mientras sus palidos ojos seguian recorriendo detalladamente las facciones y la expresion en el rostro de aquel joven y tratando de recordar con mayor claridad su encuentro anterior, obteniendo solo unas cuantas imagenes al azar, la mayoria de ellas mostrando simplemente el rostro confundido, probablemente melancolico de aquel joven, lo que habia llamado su atencion, preguntandose el motivo de aquellas emociones.
El bullicio nocturno parecia alejarse de a poco para el placer de Colette mientras ella seguia esperando pacientemente conocer el nombre de aquel que le habia provocado tanta curiosidad a pesar de no haber cruzado palabra alguna con el anteriormente y de que la conversacion que tuvieran en ese momento solo era una serie de formalismos :"Sebastian. Sebastian Busch" fue la respuesta aparentemente renuente que le dio -Un verdadero placer señor Busch- le admitio con una sonrisa mas leve, pero aun mas sincera que la anterior, despues de unos segundos descubrio que ella no era la unica que observaba con curiosidad desmedida a otro, rapidamente bajo un poco la mirada sintiendo como el color carmin subia subitamente a su rostro, haciendo juego con su cabellera y ocultando el mar de pecas que tenia en el rostro. Tratando de hacer menos notoria aquella reaccion involuntaria dirigio la vista hacia un hombre pasado de copas que caminaba zigzagueando hacia su carruaje y solto una pequeña risa.
off: pierda cuidado, a mi me ha gustado.. y *rie* como podra ver ^ no soy precisamente la maravilla roleando.. como que no fue un dia de mucha inspiracion para la user
Despues de un breve silencio el volvio a intercambiar unas palabras con ella ofreciendole algo que en condiciones mas favorables Colette hubiese aceptado -probablemente exigido- encantada, y resultaba una lastima que esas condiciones no fueran en ese momento. -No...- contesto apresurandose -quiza demasiado- al ofrecimiento del joven de dejarla nuevamente sola, en cuanto notó su error lo corrigio lo mas pronto posible: -Le dije que no me molestaba- se encogio de hombros despues de asegurarse de que su voz habia recuperado la calma y cadencia en el tono mientras sus palidos ojos seguian recorriendo detalladamente las facciones y la expresion en el rostro de aquel joven y tratando de recordar con mayor claridad su encuentro anterior, obteniendo solo unas cuantas imagenes al azar, la mayoria de ellas mostrando simplemente el rostro confundido, probablemente melancolico de aquel joven, lo que habia llamado su atencion, preguntandose el motivo de aquellas emociones.
El bullicio nocturno parecia alejarse de a poco para el placer de Colette mientras ella seguia esperando pacientemente conocer el nombre de aquel que le habia provocado tanta curiosidad a pesar de no haber cruzado palabra alguna con el anteriormente y de que la conversacion que tuvieran en ese momento solo era una serie de formalismos :"Sebastian. Sebastian Busch" fue la respuesta aparentemente renuente que le dio -Un verdadero placer señor Busch- le admitio con una sonrisa mas leve, pero aun mas sincera que la anterior, despues de unos segundos descubrio que ella no era la unica que observaba con curiosidad desmedida a otro, rapidamente bajo un poco la mirada sintiendo como el color carmin subia subitamente a su rostro, haciendo juego con su cabellera y ocultando el mar de pecas que tenia en el rostro. Tratando de hacer menos notoria aquella reaccion involuntaria dirigio la vista hacia un hombre pasado de copas que caminaba zigzagueando hacia su carruaje y solto una pequeña risa.
off: pierda cuidado, a mi me ha gustado.. y *rie* como podra ver ^ no soy precisamente la maravilla roleando.. como que no fue un dia de mucha inspiracion para la user
Colette Broussard- Humano Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 31/07/2010
Edad : 32
Re: L'Illusionniste
La situación protocolar que llevaban hasta el momento le habría parecido cómica a Esprit; cuya personalidad se apresuraba por divertirse con aquellas muchachitas que le traía la noche. Divertirse, por así decirlo, de forma sana: platicar de cosas divertidas, reír, invitarlas a algún lugar o simplemente rechazarlas luego de exprimir sus cabezas de la forma más sutilmente posible. Una de las diferencias más notorias entre Sebastian y su mentor era que el primero prefería darse tiempos, restarle importancia a las palabras e ir más allá de los detalles de cada rostro. El vampiro creía febrilmente que cada rostro era más que una historia para cualquiera que buscase desencadenar esos secretos del pasado de las personas –Los franceses tienen una idea bastante retorcida de la diversión- el vampiro escuchó esa inconfundible voz pero por debajo de los labios de aquella dama, en sus profundos pensamientos. Le hizo mucha gracia puesto que pensaban prácticamente lo mismo pero descendió la mirada fingiendo no haberlo escuchado –¿Le parece apropiado caminar o esperar por un carruaje?- le preguntó de forma concreta.
“Le dije que no me molestaba” se excusó luego de apresurarse a negar rotundamente a la idea de que él se retirara, por supuesto, ella sabía los peligros que corría siendo tan bella y sufriendo la carencia de compañía por las oscuras calles de Paris. El vampiro en ese momento volvió a mirarla, quizá un poco más atrevido que antes y sonrió de lado –Entiendo- dijo en voz baja. Luego de esto, en silencio, fue consciente de lo difícil que era para ella recordar el día en que se habían visto, notó como esa pálida mirada recorría su rostro de forma curiosa e inquisitiva, ¿pero cuánto tardaría en darse cuenta de que había sido una noche como esa misma el día en que se vieron por primera vez?
“¡Madre santa!” exclamó en ese momento un ebrio muchacho que zigzagueaba por la calle en que estaban ambos. Aparentemente perdido, este joven sujetaba con fuerzas la botella bajo el brazo y miraba desconfiado el camino que se le presentaba por delante hasta el carruaje que esperaba pacientemente a su llegada. El vampiro había logrado escucharlo pero se rehusó a mirar hacia ese sector dado que su atención estaba puesta sobre ella, más específicamente, su rostro que poco a poco fue acalorándose. Al comienzo Sebastian pareció sorprendido de notar como las pecas se perdían entre el rojizo color que adquirió la cara de aquella mujer pero luego se dio cuenta de que era su culpa, la culpa de su entrometida mirada, la que había provocado aquello –Discúlpeme- se apresuró a decir, contemplándola con un dejo de ternura y escuchando como ésta reía ligeramente al descubrir lo costoso que le resultaba a aquel borracho llegar hasta su carro.
“Le dije que no me molestaba” se excusó luego de apresurarse a negar rotundamente a la idea de que él se retirara, por supuesto, ella sabía los peligros que corría siendo tan bella y sufriendo la carencia de compañía por las oscuras calles de Paris. El vampiro en ese momento volvió a mirarla, quizá un poco más atrevido que antes y sonrió de lado –Entiendo- dijo en voz baja. Luego de esto, en silencio, fue consciente de lo difícil que era para ella recordar el día en que se habían visto, notó como esa pálida mirada recorría su rostro de forma curiosa e inquisitiva, ¿pero cuánto tardaría en darse cuenta de que había sido una noche como esa misma el día en que se vieron por primera vez?
“¡Madre santa!” exclamó en ese momento un ebrio muchacho que zigzagueaba por la calle en que estaban ambos. Aparentemente perdido, este joven sujetaba con fuerzas la botella bajo el brazo y miraba desconfiado el camino que se le presentaba por delante hasta el carruaje que esperaba pacientemente a su llegada. El vampiro había logrado escucharlo pero se rehusó a mirar hacia ese sector dado que su atención estaba puesta sobre ella, más específicamente, su rostro que poco a poco fue acalorándose. Al comienzo Sebastian pareció sorprendido de notar como las pecas se perdían entre el rojizo color que adquirió la cara de aquella mujer pero luego se dio cuenta de que era su culpa, la culpa de su entrometida mirada, la que había provocado aquello –Discúlpeme- se apresuró a decir, contemplándola con un dejo de ternura y escuchando como ésta reía ligeramente al descubrir lo costoso que le resultaba a aquel borracho llegar hasta su carro.
Sebastian Busch- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: L'Illusionniste
Ladeo la cabeza ligeramente pensando en la mejor respuesta posible, quiza un carruaje fuera mas rapido pero por el mismo motivo no podria hablar mucho con el. La idea que respresentaba su muerte social volvio a juguetear por su mente al igual que el viento lo hacia con el follaje sobre las calles. -Parece ser una noche bastante agradable, si no le molesta caminar o tiene apuro en llegar a algun lugar pronto creo que bien podriamos caminar- la muchacha le hizo una seña con aire indiferente, indicando el amplio camino que tenian por delante, esperando que la vida social de Sebastian estuviera repleta, pero no esa noche.
Sintio su mirada divertida y fruncio ligeramente el ceño un poco molesta por haberle dejado ver a aquel casi desconocido su desesperacion, aun asi no pudo evitar sonreir, sientiendose descubierta de nueva cuenta. Despues de unos segundos recordo mejor haber visto su rostro entre una multitud al lado de la taberna-no, antes de que la multidtud saliera por una pelea provocada en la taberna- y tambien recordo a la joven y hermosa mujer que estaba con el y como segundos despues perdio de vista a ambos. Mordio su labio tratando de ocultar la incomodidad que esa parte del recuerdo le traia, para buena suerte aquella pelea le habia dado la oportunidad a ella y a su acompañante de salir alejandose del alboroto y de la molestia que supuso para Colette la desaparicion de aquel joven que tanta intriga le causaba, la molestia que le causaba que huebiese desaparecido con aquella mujer ojiverde, esa hermosa mujer ojiverde.
Sacudio la cabeza de un lado a otro un par de ocasiones tratando de alejar ese incomprensible arranque de celos provocado por el joven frente a ella, el se disculpo por algo que ella no logro comprender y no le dio importancia al seguir pensando en la noche que lo habia visto por vez primera -No se preocupe- musito mientras mantenia la vista ocupada en el hombrecillo ebrio que finalmente habia conseguido averiguar un modo seguro para subir al carruaje- asistido de su cochero y alguno otro de los sirvientes-, escuchó como amenamente les contaba a sus acompañantes algunas proezas en el teatro y en cuanto se alejaron de alli ella suspiro sonoramente, siguiendolos con la mirada hasta que doblaron en una esquina y rio con ganas por primera vez en mucho tiempo. -Oh, entonces... aqui era donde comenzaba el verdadero acto- comento entre risas y despues volvio a ver a su acompañante avergonzada, se cubrio parte del rostro con la mano derecha para disminuir un poco la risa.
Sintio su mirada divertida y fruncio ligeramente el ceño un poco molesta por haberle dejado ver a aquel casi desconocido su desesperacion, aun asi no pudo evitar sonreir, sientiendose descubierta de nueva cuenta. Despues de unos segundos recordo mejor haber visto su rostro entre una multitud al lado de la taberna-no, antes de que la multidtud saliera por una pelea provocada en la taberna- y tambien recordo a la joven y hermosa mujer que estaba con el y como segundos despues perdio de vista a ambos. Mordio su labio tratando de ocultar la incomodidad que esa parte del recuerdo le traia, para buena suerte aquella pelea le habia dado la oportunidad a ella y a su acompañante de salir alejandose del alboroto y de la molestia que supuso para Colette la desaparicion de aquel joven que tanta intriga le causaba, la molestia que le causaba que huebiese desaparecido con aquella mujer ojiverde, esa hermosa mujer ojiverde.
Sacudio la cabeza de un lado a otro un par de ocasiones tratando de alejar ese incomprensible arranque de celos provocado por el joven frente a ella, el se disculpo por algo que ella no logro comprender y no le dio importancia al seguir pensando en la noche que lo habia visto por vez primera -No se preocupe- musito mientras mantenia la vista ocupada en el hombrecillo ebrio que finalmente habia conseguido averiguar un modo seguro para subir al carruaje- asistido de su cochero y alguno otro de los sirvientes-, escuchó como amenamente les contaba a sus acompañantes algunas proezas en el teatro y en cuanto se alejaron de alli ella suspiro sonoramente, siguiendolos con la mirada hasta que doblaron en una esquina y rio con ganas por primera vez en mucho tiempo. -Oh, entonces... aqui era donde comenzaba el verdadero acto- comento entre risas y despues volvio a ver a su acompañante avergonzada, se cubrio parte del rostro con la mano derecha para disminuir un poco la risa.
Colette Broussard- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/07/2010
Edad : 32
Re: L'Illusionniste
La noche parecía espléndida para poder caminar de modo que Sebastian no encontró razones para negarse a sus palabras. La gente que antes colmaba las puertas de ese teatro parecía haberse esfumado y lo único que se podía escuchar era el constante andar de algunos carruajes de por allí, el tintineo de las luces con sus fallados focos y la orquesta de grillos que cantaba a la luna de manera profunda y constante. Curiosas criaturas esos pequeños artistas. El inmortal la miró a medida que ella hablaba sin interrumpir –Creo que es buena idea que caminemos, de ese modo aprovecharíamos la luz que nos porta la luna, ¿no le parece?- comentó mirando hacia la oscura manta que se tendía sobre ellos. La luna se veía a un lado dentro de ese enorme y profundo tapiz, revestida por su brillo reticente y acompañada de pequeños nubarrones de bruma –Curioso ambiente- calificó para sus adentros a medida que con sus ojos bordeaba los límites de la neblina.
-Aquí es- admitió él escuchando su risas y privándose de largar una suave carcajada. Era bizarro pero de alguna forma el modo en que ella reía parecía repercutir en su garganta, impulsándolo a reír por nada: simplemente por escucharla –Si me permite…- continuó luego de recuperar la compostura y se hizo a un lado para permitirle el largo trecho de calle que tenían por delante –He notado que no parece complacida por lo que presenció esta noche, señorita Colette- comentó en voz baja, dando meros pasos para comenzar la marcha y tendiéndole de su brazo a la vez en caso de que ella sintiese la necesidad de aferrarse a él.
Era natural que siguiera esos pasos, del todo protocolares, para seguir a cabo la conversación que seguro entablarían. A pesar de que la señorita Colette no pretendiera ser del todo locuaz y pareciera ser un poco desconfiada a Sebastian le gustaba esto; se sentía sumamente cómodo con la forma de actuar que poseía la muchacha por no admitir que adoraba las formas que adquiría de su cabello y como las pequeñas y atrevidas pecas revestían la belleza de su rostro.
-Aquí es- admitió él escuchando su risas y privándose de largar una suave carcajada. Era bizarro pero de alguna forma el modo en que ella reía parecía repercutir en su garganta, impulsándolo a reír por nada: simplemente por escucharla –Si me permite…- continuó luego de recuperar la compostura y se hizo a un lado para permitirle el largo trecho de calle que tenían por delante –He notado que no parece complacida por lo que presenció esta noche, señorita Colette- comentó en voz baja, dando meros pasos para comenzar la marcha y tendiéndole de su brazo a la vez en caso de que ella sintiese la necesidad de aferrarse a él.
Era natural que siguiera esos pasos, del todo protocolares, para seguir a cabo la conversación que seguro entablarían. A pesar de que la señorita Colette no pretendiera ser del todo locuaz y pareciera ser un poco desconfiada a Sebastian le gustaba esto; se sentía sumamente cómodo con la forma de actuar que poseía la muchacha por no admitir que adoraba las formas que adquiría de su cabello y como las pequeñas y atrevidas pecas revestían la belleza de su rostro.
OFF. Me disculpo por la tardanza.
Sebastian Busch- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: L'Illusionniste
La humana asintio de buena manera concediendole la razon y siguio el curso de su mirada hacia el firmamento, la noche era tranquila, quiza no se encontraba del todo despejada pero era bastante agradable. Las estrellas resplandecian debilmente, parpadeando de vez en vez, todas y cada una de ellas siendo opacadas o sirviendo de adorno a la luna que esa, como la mayoria de las veces se autoproclamaba señora de la noche.
Despues de detener su risa y recobrar algo de tranquilidad se giro al escucharlo hablar y levanto ambas cejas ligeramente, sintiéndose avergonzada por lo que sería quiza la cuarta vez en aquella noche, entreabrio los labios insegura sopbre que debia decir y los volvío a cerrar, acto que le recordo a un pececillo fuera del agua, fuera de su ambiente, justo como ella se sentía en aquel momento. Simplemente negó una vez con la cabeza muy lentamente sin quitar la vista del joven. -Yo... No estoy acostumbrada a este tipo de diversion Señor Busch- respondio en un tono mas bajo de lo habitual y se acerco un poco mas a el mirando su brazo extendido, despues de mirarlo durante algunos segundos con recelo lo rodeo con suma delicadeza y dio un par de pasos bajando la mirada. -¿Usted suele visitar este lugar con frecuencia?- inquirio con genuina curiosidad sin elevar la vista del piso.
Después de unos cuantos pasos el bullicio se quedaba atras dando paso a otros sonidos mucho mas tenues y relajantes, lejos de las apariencias, cosa que en cierto modo tranquilizo mas a Colette. Soltó un debil suspiro y cerró los ojos mientras el eco de los pasos contra el pavimento sonaba sin desentonar con aquel sutil equilibrio. Por primera vez en mucho tiempo se sentía cómoda en aquel lugar practicamente vacio, sin elaborado trabajo de arreglos florales, iluminación excesiva o música "selecta", sin mayor compañía que aquel joven a su lado. Una situación que bajo otras circunstancias hubiese sido impensable para ella, acostumbrada a la ajetreada vida de sociedad era precisamente la situacion mas agradable con la que se habia topado desde su llegada a Paris.
Off: .__. mas de un mes... para esto. Tiene todo el derecho de golpear a mi user brutalmente.
Despues de detener su risa y recobrar algo de tranquilidad se giro al escucharlo hablar y levanto ambas cejas ligeramente, sintiéndose avergonzada por lo que sería quiza la cuarta vez en aquella noche, entreabrio los labios insegura sopbre que debia decir y los volvío a cerrar, acto que le recordo a un pececillo fuera del agua, fuera de su ambiente, justo como ella se sentía en aquel momento. Simplemente negó una vez con la cabeza muy lentamente sin quitar la vista del joven. -Yo... No estoy acostumbrada a este tipo de diversion Señor Busch- respondio en un tono mas bajo de lo habitual y se acerco un poco mas a el mirando su brazo extendido, despues de mirarlo durante algunos segundos con recelo lo rodeo con suma delicadeza y dio un par de pasos bajando la mirada. -¿Usted suele visitar este lugar con frecuencia?- inquirio con genuina curiosidad sin elevar la vista del piso.
Después de unos cuantos pasos el bullicio se quedaba atras dando paso a otros sonidos mucho mas tenues y relajantes, lejos de las apariencias, cosa que en cierto modo tranquilizo mas a Colette. Soltó un debil suspiro y cerró los ojos mientras el eco de los pasos contra el pavimento sonaba sin desentonar con aquel sutil equilibrio. Por primera vez en mucho tiempo se sentía cómoda en aquel lugar practicamente vacio, sin elaborado trabajo de arreglos florales, iluminación excesiva o música "selecta", sin mayor compañía que aquel joven a su lado. Una situación que bajo otras circunstancias hubiese sido impensable para ella, acostumbrada a la ajetreada vida de sociedad era precisamente la situacion mas agradable con la que se habia topado desde su llegada a Paris.
Off: .__. mas de un mes... para esto. Tiene todo el derecho de golpear a mi user brutalmente.
Colette Broussard- Humano Clase Alta
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