AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Booker D. Collinwood
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Booker D. Collinwood
DATOS BÁSICOS
-Edad: 29 años
-Especie: Humano
-Facción a la que pertenece: Cazador
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Alta, Aristócrata.
-Orientación Sexual: Heterosexual
-Lugar de Origen: Boston
-Habilidad/Poder: Habilidades propias de un cazador
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
El rasgo psicológico mas característico de Booker es su impulsividad. Desde que era muy pequeño,siempre ha sido una persona extremadamente impulsiva. Por norma general no suele pararse a pensar dos veces sus acciones, y, sus acciones se basan en sus impulsos, que no son más que sus deseos y pensamientos mas primarios. Esto convierte a Booker en una persona exageradamente sincera y natural, que no necesita tapar su verdadera personalidad con inútiles máscaras. Se muestra a la gente directamente como es, ya sean conocidos y desconocidos, y eso si es verdaderamente raro en la aristocracia parisina.
Su manera de expresarse es franca y directa. No usa tecnicismos, formalidades puramente teóricas o fórmulas de protocolo muy complejas. No tiene pelos en la lengua, y no escondera ninguna de sus ideas en colas de adjetivos inservibles que intenten suavizarla. A la vista puede resultar algo rudo, y lo mas probable es que tenga un poco de esta cualidad, pero, con el tiempo, algo de la sociedad parisina también ha entrado en él, y se ha vuelto algo mas escrupuloso y exigente.
Booker es valiente, pero carece de esperanza. Su valentía se debe a su necesidad de proteger a sus seres queridos y a sus semejantes, pero en es totalmente pesimista, pues siempre piensa en el peor de los desenlaces ante un futuro abierto. Ese pesimismo es el que le impulsa a poseer la valentía que tiene. Además, se sacrificado y fiel, y a menudo se atribuye las consecuencias de acontecimientos que no han sido ni condicionados ni coaccionados por él. Booker es extremadamente intuitivo, y su primera impresión sobre cosas o personas suele ser la correcta, o en su defecto, la que él mismo crea y la que le condicione.
Booker, además es desconfiado por naturaleza. En el estado actual del mundo, es comprensible que lo sea. Evaluá a todas las personas ajenas a su entorno como sujetos peligrosos, y le cuesta coger confianza con la gente. Siempre es cauteloso con lo desconocido, hasta el punto de resultar hostil. Un dudará en apretar un gatillo contra un vivo si fuera necesario, al igual que lo haría contra un no muerto. Eso mezclado con su pesimismo e impulsividad hace que no sea agradable tenerle como enemigo. Y, por lo tanto, puede llegar a ser increíblemente hostil, incluso cuando la situación no lo requiera. Pero, una vez pasada esta especie de barrera,Booker coge confianza con alguien muy rápidamente. Y, cuando lo hace, ya le tienes ganado. Pero, si se te ocurre romper su confianza, no hay vuelta atrás. DeWitt no tiene por costumbre ofrecer redenciones sinceras ni disculpas válidas.
Booker combina dos aspectos muy importantes. Su infinita madurez y la obligación que desde niño tenía por madurar deprisa y convertirse en un hombre laboral y competente se ha combinado con su juventud, pues a sus veintinueve años de edad posiblemente este en mucha mejor forma, tanto física como mental, que cualquier joven de diecisiete años que se precie. Es diestro y perfeccionista, e intenta con todas sus ganas no cometer ningún tipo de error, en ningún ámbito, aunque puede que eso no siempre sea posible. Pero no le cuesta demasiado reconocer sus errores y enmendarlos, lo cual es una virtud bastante notable.
Y quizá, uno de los puntos flacos de DeWitt es su empatía. Tiende a ponerse en la piel de sus semejantes, y eso normalmente, le provoca remordimientos y sufrimiento. Y eso, sin duda, es un problema que tiene que lidiar como cazador. Un cazador debe ser frío, sanguinario, despiadado e implacable, y, sinceramente, Booker esta a años luz de todas esas facetas. Y esto le obliga a arriesgarse demasiado todos los días de su vida. Gracia a esto, cualquier día puede aparecer muerto.
Booker DeWitt era un niño pobre, que lo daba todo por intentar salvar a su madre. Pero, ahora Booker DeWitt no existe, y Booker D. Collinwood es un joven aristócrata parisino. Por así decirlo, todavía está en su fase de metamorfosis. Continua teniendo aspectos y comportamientos propios del joven niño de Boston que perdió a su padre y tuvo que aprender a ser el cabeza de familia demasiado pronto, combinado con la educación burócrata y de alta sociedad que tiene que mantener como líder de los Collinwood. Por eso, es muy normal que le surgan muchas situaciones que no sepa tratar, tanto de un mundo como del otro
Su manera de expresarse es franca y directa. No usa tecnicismos, formalidades puramente teóricas o fórmulas de protocolo muy complejas. No tiene pelos en la lengua, y no escondera ninguna de sus ideas en colas de adjetivos inservibles que intenten suavizarla. A la vista puede resultar algo rudo, y lo mas probable es que tenga un poco de esta cualidad, pero, con el tiempo, algo de la sociedad parisina también ha entrado en él, y se ha vuelto algo mas escrupuloso y exigente.
Booker es valiente, pero carece de esperanza. Su valentía se debe a su necesidad de proteger a sus seres queridos y a sus semejantes, pero en es totalmente pesimista, pues siempre piensa en el peor de los desenlaces ante un futuro abierto. Ese pesimismo es el que le impulsa a poseer la valentía que tiene. Además, se sacrificado y fiel, y a menudo se atribuye las consecuencias de acontecimientos que no han sido ni condicionados ni coaccionados por él. Booker es extremadamente intuitivo, y su primera impresión sobre cosas o personas suele ser la correcta, o en su defecto, la que él mismo crea y la que le condicione.
Booker, además es desconfiado por naturaleza. En el estado actual del mundo, es comprensible que lo sea. Evaluá a todas las personas ajenas a su entorno como sujetos peligrosos, y le cuesta coger confianza con la gente. Siempre es cauteloso con lo desconocido, hasta el punto de resultar hostil. Un dudará en apretar un gatillo contra un vivo si fuera necesario, al igual que lo haría contra un no muerto. Eso mezclado con su pesimismo e impulsividad hace que no sea agradable tenerle como enemigo. Y, por lo tanto, puede llegar a ser increíblemente hostil, incluso cuando la situación no lo requiera. Pero, una vez pasada esta especie de barrera,Booker coge confianza con alguien muy rápidamente. Y, cuando lo hace, ya le tienes ganado. Pero, si se te ocurre romper su confianza, no hay vuelta atrás. DeWitt no tiene por costumbre ofrecer redenciones sinceras ni disculpas válidas.
Booker combina dos aspectos muy importantes. Su infinita madurez y la obligación que desde niño tenía por madurar deprisa y convertirse en un hombre laboral y competente se ha combinado con su juventud, pues a sus veintinueve años de edad posiblemente este en mucha mejor forma, tanto física como mental, que cualquier joven de diecisiete años que se precie. Es diestro y perfeccionista, e intenta con todas sus ganas no cometer ningún tipo de error, en ningún ámbito, aunque puede que eso no siempre sea posible. Pero no le cuesta demasiado reconocer sus errores y enmendarlos, lo cual es una virtud bastante notable.
Y quizá, uno de los puntos flacos de DeWitt es su empatía. Tiende a ponerse en la piel de sus semejantes, y eso normalmente, le provoca remordimientos y sufrimiento. Y eso, sin duda, es un problema que tiene que lidiar como cazador. Un cazador debe ser frío, sanguinario, despiadado e implacable, y, sinceramente, Booker esta a años luz de todas esas facetas. Y esto le obliga a arriesgarse demasiado todos los días de su vida. Gracia a esto, cualquier día puede aparecer muerto.
Booker DeWitt era un niño pobre, que lo daba todo por intentar salvar a su madre. Pero, ahora Booker DeWitt no existe, y Booker D. Collinwood es un joven aristócrata parisino. Por así decirlo, todavía está en su fase de metamorfosis. Continua teniendo aspectos y comportamientos propios del joven niño de Boston que perdió a su padre y tuvo que aprender a ser el cabeza de familia demasiado pronto, combinado con la educación burócrata y de alta sociedad que tiene que mantener como líder de los Collinwood. Por eso, es muy normal que le surgan muchas situaciones que no sepa tratar, tanto de un mundo como del otro
HISTORIA
Booker DeWitt nació el 4 de Febrero del año 1771, en Boston, una colonia situada en la costa este de lo que cinco años después serían los Estados Unidos de América. El padre de Booker era un alférez del ejercito patriótico que intentaba sublevarse del dominio inglés, y su madre era una escritora escocesa. El mismo año que nació Booker, falleció el escritor al que servía su madre, Walter Scott, como secretaría, por lo que ella viajó hasta la colonia de Boston buscando una nueva vida como escritora novel. En su viaje, conoció al padre de Booker, y juntos decidieron tener un hijo y llevar a cabo una vida juntos. Y, aunque durante varios meses, la joven escritora no ganaba nada, la familia tenía de sobra con el sueldo que el ejercito patriótico, liderado por un joven y prometedor George Washington, que no tardaría en hacer historia.
La situación en estas trece colonias era bastante inestable, y, sin duda, un mal lugar para crecer. Día tras día llegaban cargamentos desde Inglaterra, y cada vez había mas soldados vigilando los puertos y las fronteras. El padre de Booker estaba destinado en la frontera entre Nueva York y Boston, y no solía frecuentar por la casa, por lo que su mujer era la encargada de criar al niño. Pero, dos años después, la situación empeoro. Los ingleses comenzaron a restringir los derechos d ellos colonos, y en protesta, un grupo popular encabezado por varios militares de la guardia revolucionaria lideraron el conocido motín del té. El padre de Booker fue capturado, juzgado y fusilado por los ingleses por liderar, presuntamente, este movimiento anarquista. Booker y su madre, entonces, se quedaron solos, y no entraba libra alguna en la casa. Su madre, ahogada en deudas, tuvo que dedicarse a la prostitución y al negocio de la noche para mantener a salvo a Booker, y continuara bien alimentado. Cinco años después, se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, y, afortunadamente, el nuevo gobierno reconoció el mérito en servicio del padre de Booker, y les asignaron una nomina mensual por acto de honor que permitió a su madre dejar sus oscuros trabajos y volver a la escritura, y a criar felizmente a Booker, el cual, ya con siete años, comenzó a ir a la escuela de Boston. Y creció, sin ningún tipo de incidentes, hasta que llegó a los diecisiete años. Su madre había caído enferma, y se pasaba el día en la cama, y cada vez llegaba menos dinero de la nomina militar del fallecido padre de Booker. Así que el chico, con preparaciones escolares mínimas para la época, tuvo que comenzar a ganarse la vida en las calles, haciendo trabajos puntuales para gente con dinero. Normalmente, Booker se encargaba de encontrar cosas, seguirla la pista a alguien o cualquier cosa que estaba fuera del margen d ella legalidad, peor por poco. Desgraciadamente, su familia comenzó a quedar todavía mas endeudada, y ya no sabía como conseguir el dinero.
Pero el destino tenía una misión solo para él. A sus veinticuatro años, un desconocido llamó a la puerta de los DeWitt. Le entregó una pequeña caja de madera, y se fue.
Booker colocó la pequeña caja en la mesa y la abrió. Encima de varios cachivaches, había un manuscrito. Rezaba: “DeWitt, traenos a la chica y borraras tu deuda”. Justo debajo, se encontraba una foto de París, y detrás de esta, una dirección. Después, un boceto mostraba una chica de unos siete u ocho años, con el cabello color azabache y los ojos azules, con una expresión divertida e inocente. Por último, en la caja había un billete para el transatlántico con destino a Francia y un revolver. “Haz lo que tengas que hacer” rezaba una pequeña nota, al lado de una caja de munición para el arma, aparentemente de plata.
El hecho de que Booker cogiera el transatlántico con destino a Francia es algo que ni él sabía explicar. Lo único que quería era el dinero suficiente para librar a su familia de las deudas y poder hacer algo para salvar a su madre de la enfermedad. Por eso, cruzó el Atlántico hasta que llegó a París, y, tres horas después, recibió un telegrama.
Si hubiera sabido de antemano lo que se le venía encima, posiblemente Booker no habría aceptado el trabajo, o habría dado media vuelta al llegar a París. Pero, sin embargo, siguió adelante, motivado por la falsa esperanza de salvar a su madre, la cual había muerto tres días depures de que Booker tomara el transatlántico. La niña que buscaba se llamaba Elizabeth Colinwood. Tenía doce años, y estaba encerrada en la mansión de la familia Collinwood, consejeros directos del rey de Francia y por supuesto aristócratas a más no poder. Se hizo pasar por un cónsul de la zona, y despues de falsificar unas cuantas recomendaciones del rey, la familia Collinwood le invitó a hospedarse en su mansión hasta que saliera su barco con destino a … donde se le ocurriera. No era una tapadera perfecta, pero la familia Collinwood se la tragó, y Booker tuvo acceso a la niña. Además de su extremada belleza, lo que a Booker le extrañó es que siempre lucía pañuelos atados al cuello. Lejos de ser una moda parisina, era extravagante ver como la niña, hasta cuando vestía ropas de dormir, llevaba puesto algún pañuelo de seda o lino. Y esta era solo una de las numerosas excentricidades que la adinerada familia tenía. Y Booker, cada vez, estaba más confundido.
Acontecieron dos semanas, en las que el joven casi se olvida de su misión, maravillado con la vida adinerada que estaba llevando. Pero, esa noche, después de que toda la casa se sumiera en el silencio, se deslizó de su cama y recogió todo su equipaje. Después, sigilosamente, entró a la habitación de Elizabeth, dispuesto a llevársela de allí. No consideraba un secuestro lo que estaba a punto de hacer, pues bien sabía que la niña carecía de felicidad en ese lugar. Además, estaba seguro de que su madre habría hecho lo mismo por él. Pero, después de que todos esos pensamientos le cruzaran por la cabeza mientras entraba a la estancia de la niña, se dio cuenta súbitamente de que Elizabeth no estaba dentro. La habitación estaba perfectamente recogida, y lo único que alteraba la calma y la homogeneidad de la habitación era uno d ellos numerosos pañuelos que la joven niña llevaba siempre, sobre la cama. Y, para su asombró, observó que estaba manchado … de sangre. Sangre reseca.
Booker escuchó de pronto un grito ahogado, que retumbó por todas y cada una de las paredes de la estancia donde se encontraba. Salió de la habitación, y escuchó con atención la replica que se produjo. Se dirigió hacia los sótanos, de donde venían los ruidos, y, entonces, vio algo que, desde ese momento, trató de olvidar. La niña, Elizabeth, debía ser un sujeto de pruebas, o algo así, y sufría espasmos constantes. Estaba amordazada en una especie de altar, y una claraboya que tenía encima la iluminaba con la tibia luz de la luna … llena. A su lado, todos los miembros de la familia Collinwood observaban, absortos, el extraño ritual. Y, a su lado, había varias personas más, vestidas con capas y gabardinas, perfectos, impasibles … siete David de Miguel Angel en carne y hueso, que observaban la escena. Uno se acercó a la niña, que seguía convulsionándose, y la mordió, como si fuera una bestia.
Booker no sabía lo que estaba pasando allí, pero, sin pensárselo dos veces, desenfundó su arma. Ni siquiera tenía balas para matar a todos los asistentes a tan macabro evento, ni potencia de fuego para reducirlos, suponiendo que murieran como cualquier humano normal. Pero, el sótano estaba hecho completamente de madera, y, justo encima de su escondrijo se hallaba una gran lampara de araña con mas de cien velas encendidas. Booker se alzó, y justó cuando todos los seres que estaba en la sala le dirigieron la mirada, disparó con su revolver al candelabro. Esta se desplomó sobre el sótano, y, como si de pólvora se tratara, comenzó a arder. El fuego pronto dividió en dos la sala, dejando a todos los asistentes menos Booker atrapados en el lado del sótano que no tenía salida. Este levanto la mirada y volvió a mirar a la niña, que seguía en trance. Estaba casi seguro que ese estado se lo producía la luz que entraba por la claraboya, así que salió corriendo por la puerta y subió hasta la planta principal, desde la que llegó al jardín por una puertecita trasera en el vestíbulo. Allí, encontró la susodicha claraboya, y la cuerda que amarraba a la niña. Rompió los cristales y tiró de la cuerda, hasta que consiguió sacar a Elizabeth del sótano y le elevo hasta el jardín. La chica, entre chillidos y suspiros, intentó hablar con Booker.
-Gra-gracias, señor DeWitt. Cre-creo que aun no sabe lo que ha visto hay abajo, pero le agradezco que intentara salvarme. Llevaba días enviando telegramas a la agencia de Pinkerton, en Estados Unidos, y me alegró ver que alguien tenía intención de sacarme de aquí. Han experimentado conmigo, han intentando mezclar mi sangre. Y creo que voy a morir. Siento no tener más tiempo. Vaya a mi habitación, y miré la tablilla suelta debajo de mi cama. Gracias.
La niña, volvió a gritar, y despues, cayó al suelo, con los ojos abierto. Booker la cogió de la mano, y comprobó por medio de su muñeca que su pulso cardíaco había descendido, hasta hacerse completamente nulo. Esa noche, llamó a las autoridades, y consiguió engañarles, haciéndoles creer que era el único heredero de la familia Collinwood y que todos su parientes habían muerto en un terrible incendio en el sótano. Después de unos cuantos procesos legales, absorbió todos los bienes de la familia y cambio su apellido. Adquirió una fortuna en bienes. Y, después de enterarse de la muerte de su madre, decidió establecerse en parís, en esa misma mansión. Además, encontró la tablilla suelta que le había nombrado Elizabeth, y, despues de buscar minuciosamente, dio con el diario de la joven. En este manuscrito, Booker se enteró de que los Collinwood eran una familia con ascendencia de licántropos, y que habían estado realizando horribles pruebas con ella, con el fin de volverla un ser mestizo, mitad vampiro, mitad licántropos Peor, obviamente, se estaba muriendo. Llevaba años enviado telegramas en secreto a agencias de detectives que estuvieran lo suficientemente lejos de París como para no remitir la orden a las autoridades locales, que actuarían de una manera muy pública. Hasta que le envió un telegrama a la agencia de Pinkerton, en Washington. También decía que odiaba a los vampiros y a los hombres lobos, y que si pudiera, los mataría a todos. Booker, consternado, se convirtió desde ese momento en un Cazador. Aunque no necesitaba trabajar para conseguir el sustento enconomico que ya poseía, comenzó a hacer trabajos como caza recompensas, para dar con vampiros y hombres lobos como los que habían matado a Elizabeth.
La situación en estas trece colonias era bastante inestable, y, sin duda, un mal lugar para crecer. Día tras día llegaban cargamentos desde Inglaterra, y cada vez había mas soldados vigilando los puertos y las fronteras. El padre de Booker estaba destinado en la frontera entre Nueva York y Boston, y no solía frecuentar por la casa, por lo que su mujer era la encargada de criar al niño. Pero, dos años después, la situación empeoro. Los ingleses comenzaron a restringir los derechos d ellos colonos, y en protesta, un grupo popular encabezado por varios militares de la guardia revolucionaria lideraron el conocido motín del té. El padre de Booker fue capturado, juzgado y fusilado por los ingleses por liderar, presuntamente, este movimiento anarquista. Booker y su madre, entonces, se quedaron solos, y no entraba libra alguna en la casa. Su madre, ahogada en deudas, tuvo que dedicarse a la prostitución y al negocio de la noche para mantener a salvo a Booker, y continuara bien alimentado. Cinco años después, se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, y, afortunadamente, el nuevo gobierno reconoció el mérito en servicio del padre de Booker, y les asignaron una nomina mensual por acto de honor que permitió a su madre dejar sus oscuros trabajos y volver a la escritura, y a criar felizmente a Booker, el cual, ya con siete años, comenzó a ir a la escuela de Boston. Y creció, sin ningún tipo de incidentes, hasta que llegó a los diecisiete años. Su madre había caído enferma, y se pasaba el día en la cama, y cada vez llegaba menos dinero de la nomina militar del fallecido padre de Booker. Así que el chico, con preparaciones escolares mínimas para la época, tuvo que comenzar a ganarse la vida en las calles, haciendo trabajos puntuales para gente con dinero. Normalmente, Booker se encargaba de encontrar cosas, seguirla la pista a alguien o cualquier cosa que estaba fuera del margen d ella legalidad, peor por poco. Desgraciadamente, su familia comenzó a quedar todavía mas endeudada, y ya no sabía como conseguir el dinero.
Pero el destino tenía una misión solo para él. A sus veinticuatro años, un desconocido llamó a la puerta de los DeWitt. Le entregó una pequeña caja de madera, y se fue.
Booker colocó la pequeña caja en la mesa y la abrió. Encima de varios cachivaches, había un manuscrito. Rezaba: “DeWitt, traenos a la chica y borraras tu deuda”. Justo debajo, se encontraba una foto de París, y detrás de esta, una dirección. Después, un boceto mostraba una chica de unos siete u ocho años, con el cabello color azabache y los ojos azules, con una expresión divertida e inocente. Por último, en la caja había un billete para el transatlántico con destino a Francia y un revolver. “Haz lo que tengas que hacer” rezaba una pequeña nota, al lado de una caja de munición para el arma, aparentemente de plata.
El hecho de que Booker cogiera el transatlántico con destino a Francia es algo que ni él sabía explicar. Lo único que quería era el dinero suficiente para librar a su familia de las deudas y poder hacer algo para salvar a su madre de la enfermedad. Por eso, cruzó el Atlántico hasta que llegó a París, y, tres horas después, recibió un telegrama.
Si hubiera sabido de antemano lo que se le venía encima, posiblemente Booker no habría aceptado el trabajo, o habría dado media vuelta al llegar a París. Pero, sin embargo, siguió adelante, motivado por la falsa esperanza de salvar a su madre, la cual había muerto tres días depures de que Booker tomara el transatlántico. La niña que buscaba se llamaba Elizabeth Colinwood. Tenía doce años, y estaba encerrada en la mansión de la familia Collinwood, consejeros directos del rey de Francia y por supuesto aristócratas a más no poder. Se hizo pasar por un cónsul de la zona, y despues de falsificar unas cuantas recomendaciones del rey, la familia Collinwood le invitó a hospedarse en su mansión hasta que saliera su barco con destino a … donde se le ocurriera. No era una tapadera perfecta, pero la familia Collinwood se la tragó, y Booker tuvo acceso a la niña. Además de su extremada belleza, lo que a Booker le extrañó es que siempre lucía pañuelos atados al cuello. Lejos de ser una moda parisina, era extravagante ver como la niña, hasta cuando vestía ropas de dormir, llevaba puesto algún pañuelo de seda o lino. Y esta era solo una de las numerosas excentricidades que la adinerada familia tenía. Y Booker, cada vez, estaba más confundido.
Acontecieron dos semanas, en las que el joven casi se olvida de su misión, maravillado con la vida adinerada que estaba llevando. Pero, esa noche, después de que toda la casa se sumiera en el silencio, se deslizó de su cama y recogió todo su equipaje. Después, sigilosamente, entró a la habitación de Elizabeth, dispuesto a llevársela de allí. No consideraba un secuestro lo que estaba a punto de hacer, pues bien sabía que la niña carecía de felicidad en ese lugar. Además, estaba seguro de que su madre habría hecho lo mismo por él. Pero, después de que todos esos pensamientos le cruzaran por la cabeza mientras entraba a la estancia de la niña, se dio cuenta súbitamente de que Elizabeth no estaba dentro. La habitación estaba perfectamente recogida, y lo único que alteraba la calma y la homogeneidad de la habitación era uno d ellos numerosos pañuelos que la joven niña llevaba siempre, sobre la cama. Y, para su asombró, observó que estaba manchado … de sangre. Sangre reseca.
Booker escuchó de pronto un grito ahogado, que retumbó por todas y cada una de las paredes de la estancia donde se encontraba. Salió de la habitación, y escuchó con atención la replica que se produjo. Se dirigió hacia los sótanos, de donde venían los ruidos, y, entonces, vio algo que, desde ese momento, trató de olvidar. La niña, Elizabeth, debía ser un sujeto de pruebas, o algo así, y sufría espasmos constantes. Estaba amordazada en una especie de altar, y una claraboya que tenía encima la iluminaba con la tibia luz de la luna … llena. A su lado, todos los miembros de la familia Collinwood observaban, absortos, el extraño ritual. Y, a su lado, había varias personas más, vestidas con capas y gabardinas, perfectos, impasibles … siete David de Miguel Angel en carne y hueso, que observaban la escena. Uno se acercó a la niña, que seguía convulsionándose, y la mordió, como si fuera una bestia.
Booker no sabía lo que estaba pasando allí, pero, sin pensárselo dos veces, desenfundó su arma. Ni siquiera tenía balas para matar a todos los asistentes a tan macabro evento, ni potencia de fuego para reducirlos, suponiendo que murieran como cualquier humano normal. Pero, el sótano estaba hecho completamente de madera, y, justo encima de su escondrijo se hallaba una gran lampara de araña con mas de cien velas encendidas. Booker se alzó, y justó cuando todos los seres que estaba en la sala le dirigieron la mirada, disparó con su revolver al candelabro. Esta se desplomó sobre el sótano, y, como si de pólvora se tratara, comenzó a arder. El fuego pronto dividió en dos la sala, dejando a todos los asistentes menos Booker atrapados en el lado del sótano que no tenía salida. Este levanto la mirada y volvió a mirar a la niña, que seguía en trance. Estaba casi seguro que ese estado se lo producía la luz que entraba por la claraboya, así que salió corriendo por la puerta y subió hasta la planta principal, desde la que llegó al jardín por una puertecita trasera en el vestíbulo. Allí, encontró la susodicha claraboya, y la cuerda que amarraba a la niña. Rompió los cristales y tiró de la cuerda, hasta que consiguió sacar a Elizabeth del sótano y le elevo hasta el jardín. La chica, entre chillidos y suspiros, intentó hablar con Booker.
-Gra-gracias, señor DeWitt. Cre-creo que aun no sabe lo que ha visto hay abajo, pero le agradezco que intentara salvarme. Llevaba días enviando telegramas a la agencia de Pinkerton, en Estados Unidos, y me alegró ver que alguien tenía intención de sacarme de aquí. Han experimentado conmigo, han intentando mezclar mi sangre. Y creo que voy a morir. Siento no tener más tiempo. Vaya a mi habitación, y miré la tablilla suelta debajo de mi cama. Gracias.
La niña, volvió a gritar, y despues, cayó al suelo, con los ojos abierto. Booker la cogió de la mano, y comprobó por medio de su muñeca que su pulso cardíaco había descendido, hasta hacerse completamente nulo. Esa noche, llamó a las autoridades, y consiguió engañarles, haciéndoles creer que era el único heredero de la familia Collinwood y que todos su parientes habían muerto en un terrible incendio en el sótano. Después de unos cuantos procesos legales, absorbió todos los bienes de la familia y cambio su apellido. Adquirió una fortuna en bienes. Y, después de enterarse de la muerte de su madre, decidió establecerse en parís, en esa misma mansión. Además, encontró la tablilla suelta que le había nombrado Elizabeth, y, despues de buscar minuciosamente, dio con el diario de la joven. En este manuscrito, Booker se enteró de que los Collinwood eran una familia con ascendencia de licántropos, y que habían estado realizando horribles pruebas con ella, con el fin de volverla un ser mestizo, mitad vampiro, mitad licántropos Peor, obviamente, se estaba muriendo. Llevaba años enviado telegramas en secreto a agencias de detectives que estuvieran lo suficientemente lejos de París como para no remitir la orden a las autoridades locales, que actuarían de una manera muy pública. Hasta que le envió un telegrama a la agencia de Pinkerton, en Washington. También decía que odiaba a los vampiros y a los hombres lobos, y que si pudiera, los mataría a todos. Booker, consternado, se convirtió desde ese momento en un Cazador. Aunque no necesitaba trabajar para conseguir el sustento enconomico que ya poseía, comenzó a hacer trabajos como caza recompensas, para dar con vampiros y hombres lobos como los que habían matado a Elizabeth.
DATOS EXTRA
▪ Habilidades:
Combate
Manejo de Armas
Entrenamiento de Soldado
Medicina de campaña
Ingenieria básica
Posee un arsenal de armas en la mansión Collinwood enorme, con todo tipo de elementos para acabar con vampiros y licántropos por igual. Pero, para salir a la calle, suele llevar consigo un cañón de mano chino MQ con munición incendiaria o munición de plata. Y, aunque es un cazador, no comparte los idales de la iglesia y la Inquisición, ni siquiera cree en la religión católica, por lo que no usará ni curcififos, ni biblias ni agua bendita para su trabajo, a menos que sea estrictamente necesario.
Combate
Manejo de Armas
Entrenamiento de Soldado
Medicina de campaña
Ingenieria básica
Posee un arsenal de armas en la mansión Collinwood enorme, con todo tipo de elementos para acabar con vampiros y licántropos por igual. Pero, para salir a la calle, suele llevar consigo un cañón de mano chino MQ con munición incendiaria o munición de plata. Y, aunque es un cazador, no comparte los idales de la iglesia y la Inquisición, ni siquiera cree en la religión católica, por lo que no usará ni curcififos, ni biblias ni agua bendita para su trabajo, a menos que sea estrictamente necesario.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Booker D. Collinwood- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 29/03/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
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