AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Wanted [Privado]
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The Wanted [Privado]
Había ido a aquel sitio, cubierto de cenizas, porque no pudo pensar en un mejor lugar que ese para no ser interrumpido. Con el manto cubriéndole el rostro, preparo con dedicación aquella ceremonia, tal ocmo lo habí hecho ya por varias noches, con la esperanza de que aquello funcionase. Había intentado mantener la calma. No sabía si funcionaría, no había una garantía. Se decía que debías mantenerte en un punto en el que no hicieses nada malo o tuvieses pensamientos negativos para que funcionase. Pero ¿Qué tanto podía decir que estaba cumpliendo con los pre-requisitos para lograr hacer algo como aquello. El espejo de Salomón. Antes, nunca pensó estaría intentando algo como aquello. Había infinidad de conjuros, pero no había logradoencontrar lo que quería.
¿Cómo había empezado? Probablemente había sido una especie de presentimiento. Y tras elo, había sentido la necesidad de saber acerca de su maestro. Pero las cosas no eran tan simples. Fue a aquella mansión, y como si fuese de algún tiempo distante, se encontró con las ruinas de lo que antes había parecido, fuera de sus habitantes y las trampas en ella, una hermosa mansión. A la vista inmensa y ahora era solo eso...
Había ido ahí ese día, con anticipación como los otros anteriores. Había colocado la placa metálica, escrito los nombres en los extremos con cuidado, como absorbido por aquel ritual que habría de hacer cuarenta y ocho veces. Justo ahora, la luna podía verse por uno de los ventanales que no tenían cristal. La placa sobre el claro lienzo fue dejada por el en el piso y se dirigió a la ventana viendo la luna que apenas se apoderaba del cielo -¡Oh, rey eterno y universal! tu que dominas sobre todas las cosas y eres sabedor de todos los misterios, dígnate concederme el don de la mirada que todo lo ve y haz que se digne el ángel Azrael aparecérseme en este espejo - Alexis se giró, tomando los perfume, dejandolo caer sobre los carbones que ya tenía encendidos, la primera frase salió de sus labios con un tono claro y un volumen moderado -En este, por este y con este espejo, pienso y deseo ser sabio, por la voluntad suprema, y por la intermediación del ángel de luz Azrael - Repitió aquello, con calma, las tres veces necesarias.
Observó el espejo, acercándolo a su rostro y soplando en él -Ven Azrael, y complácete en hacerme compañía, en el nombre del que todo puede y lo ordena con sabiduría infinita- Su mirada se ensombreció, no por lo que hacía. Antes de aquello, había buscado a su maestro usando todos los hehizos que conocía para poder hacerlo. Pero no había encontrado nada, ni lo más mínimo, sinónimo de lo cual, aunque no quisiera creerlo, solo podía significar una cosa. Podría haber intentado invocar a su espíritu, pero probablemente no habría sido lo más correcto. Y lo que quería saber eran las condiciones de lo que había pasado sin que el siquiera estuviese cerca de una de las personas que más había querido y admirado -Ven Azrael, en el nombre del sacratísimo de Jalma... Ven en mi nombre a este espejo y con amor, alegrí y paz, muéstrame las cosas que permanecen ocultas a mis ojos - Lo curioso era que al pronunciar aquello, se daba cuenta de que lo que quería saber era algo que probablemente debía quedarse como estaba, hay cosas que con saberlas no cambian nada o no hacen ningún bien. Pero no podía quedarse con la duda.
Casi suspiró al levantar la mirada al cielo, aquello era parte de aquel proceso -¡Oh, Espíritu Supremo, que pones en concertado movimiento todas las cosas. Oye mis votos, seáte agradable mi deseo! Ordena a Azrael que comparezca en este espejo y llenará de satisfacción a este, tu siervo, que te bendice a Ti que reinas excelsamente por todos los siglos! ... Amén... - Puso la mano izquierda sobre el espejo y extendió la derecha hacia el firmamento. con eso, estaba hecho. su esperanza, que aquel que decían aparecía con la apariencia de un niño, que decían se vería hermoso. Si lograba que apareciese frente a él, éste le mostraría lo que quisiera saber a través de aquel espejo. No había garantía, pero seguía intentándolo, aún quedaban varias noches antes de la luna nueva, tenía esperanzas de que aquello funcionara.
Tardó un rato más aún, tenía que volver a casa, en eso pensaba y sin embargo, seguía allí, como si fuese un fantasma. Él era un nicromante, podría haberlo hecho, invocar a un fantasma, pero le había dado temor de enfrentarse a la realidad demasiado pronto. Ya sabía, que su maestro no estaba en ningún lugar en este plano en el que pudiese encontrarlo, pero su mente aún se resistía a creerlo. Pero no podía estar en negación demasiado tiempo, él mismolo sentía, en su interior, ese vacío y esa pequeña pero casi palpalble desesperación que luchaba por desvanecer o al final de cuentas ocultarla para quien estaba cerca de él. Tras un tiempo sonsiderable, salió de aquellas instalaciones, esa noche probablemente no pasaría nada tampoco, solo llegó a los jardines, también cercenados por el fuego. Observó que al exterior, los bosques estaban cerca y el aspecto general era tan inquietante, una oscuridad que parecía querer absorberte. Eso pensó, epro probablemente era solo lo común, pero la situación le hacía ver todo de esa forma tan lúgubre.
Sonrió, pensándose solo -Parece ser que tengo mala suerte... -susurró para sí mismo. Había pensado que esta vez, la persona que le había enseñado tanto, no desaparecería como otras tantas que fueron de algún modo importantes en su pasado.
¿Cómo había empezado? Probablemente había sido una especie de presentimiento. Y tras elo, había sentido la necesidad de saber acerca de su maestro. Pero las cosas no eran tan simples. Fue a aquella mansión, y como si fuese de algún tiempo distante, se encontró con las ruinas de lo que antes había parecido, fuera de sus habitantes y las trampas en ella, una hermosa mansión. A la vista inmensa y ahora era solo eso...
Había ido ahí ese día, con anticipación como los otros anteriores. Había colocado la placa metálica, escrito los nombres en los extremos con cuidado, como absorbido por aquel ritual que habría de hacer cuarenta y ocho veces. Justo ahora, la luna podía verse por uno de los ventanales que no tenían cristal. La placa sobre el claro lienzo fue dejada por el en el piso y se dirigió a la ventana viendo la luna que apenas se apoderaba del cielo -¡Oh, rey eterno y universal! tu que dominas sobre todas las cosas y eres sabedor de todos los misterios, dígnate concederme el don de la mirada que todo lo ve y haz que se digne el ángel Azrael aparecérseme en este espejo - Alexis se giró, tomando los perfume, dejandolo caer sobre los carbones que ya tenía encendidos, la primera frase salió de sus labios con un tono claro y un volumen moderado -En este, por este y con este espejo, pienso y deseo ser sabio, por la voluntad suprema, y por la intermediación del ángel de luz Azrael - Repitió aquello, con calma, las tres veces necesarias.
Observó el espejo, acercándolo a su rostro y soplando en él -Ven Azrael, y complácete en hacerme compañía, en el nombre del que todo puede y lo ordena con sabiduría infinita- Su mirada se ensombreció, no por lo que hacía. Antes de aquello, había buscado a su maestro usando todos los hehizos que conocía para poder hacerlo. Pero no había encontrado nada, ni lo más mínimo, sinónimo de lo cual, aunque no quisiera creerlo, solo podía significar una cosa. Podría haber intentado invocar a su espíritu, pero probablemente no habría sido lo más correcto. Y lo que quería saber eran las condiciones de lo que había pasado sin que el siquiera estuviese cerca de una de las personas que más había querido y admirado -Ven Azrael, en el nombre del sacratísimo de Jalma... Ven en mi nombre a este espejo y con amor, alegrí y paz, muéstrame las cosas que permanecen ocultas a mis ojos - Lo curioso era que al pronunciar aquello, se daba cuenta de que lo que quería saber era algo que probablemente debía quedarse como estaba, hay cosas que con saberlas no cambian nada o no hacen ningún bien. Pero no podía quedarse con la duda.
Casi suspiró al levantar la mirada al cielo, aquello era parte de aquel proceso -¡Oh, Espíritu Supremo, que pones en concertado movimiento todas las cosas. Oye mis votos, seáte agradable mi deseo! Ordena a Azrael que comparezca en este espejo y llenará de satisfacción a este, tu siervo, que te bendice a Ti que reinas excelsamente por todos los siglos! ... Amén... - Puso la mano izquierda sobre el espejo y extendió la derecha hacia el firmamento. con eso, estaba hecho. su esperanza, que aquel que decían aparecía con la apariencia de un niño, que decían se vería hermoso. Si lograba que apareciese frente a él, éste le mostraría lo que quisiera saber a través de aquel espejo. No había garantía, pero seguía intentándolo, aún quedaban varias noches antes de la luna nueva, tenía esperanzas de que aquello funcionara.
Tardó un rato más aún, tenía que volver a casa, en eso pensaba y sin embargo, seguía allí, como si fuese un fantasma. Él era un nicromante, podría haberlo hecho, invocar a un fantasma, pero le había dado temor de enfrentarse a la realidad demasiado pronto. Ya sabía, que su maestro no estaba en ningún lugar en este plano en el que pudiese encontrarlo, pero su mente aún se resistía a creerlo. Pero no podía estar en negación demasiado tiempo, él mismolo sentía, en su interior, ese vacío y esa pequeña pero casi palpalble desesperación que luchaba por desvanecer o al final de cuentas ocultarla para quien estaba cerca de él. Tras un tiempo sonsiderable, salió de aquellas instalaciones, esa noche probablemente no pasaría nada tampoco, solo llegó a los jardines, también cercenados por el fuego. Observó que al exterior, los bosques estaban cerca y el aspecto general era tan inquietante, una oscuridad que parecía querer absorberte. Eso pensó, epro probablemente era solo lo común, pero la situación le hacía ver todo de esa forma tan lúgubre.
Sonrió, pensándose solo -Parece ser que tengo mala suerte... -susurró para sí mismo. Había pensado que esta vez, la persona que le había enseñado tanto, no desaparecería como otras tantas que fueron de algún modo importantes en su pasado.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/10/2011
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Re: The Wanted [Privado]
Una risa sonó en medio de aquella habitación mientras un hombre sollozaba dolorido. Justo enfrente, estaba ella, con una sonrisa que aquél desdichado no olvidaría jamás; eso, si es que Vibeke le permitía sobrevivir. Llevaba ya tres días torturándolo para obtener información, pero ella no había obtenido nada que considerara valioso, incluso, ya no salían más palabras de los labios de aquel joven brujo que practicamente estaba a punto de morir.
-Era sencillo, cariño. Sólo tenías que ir a ese lugar, ver porque pasaban tantas cosas raras ahí y ya- Dijo ella con un tono dulce pero cargado de malicia mientras acariciaba el rostro del joven atado de pies y manos a una especie de camilla en el centro de aquél lugar; un sótano frío y llego de aparatos raros con los que la vampireza jugaba. -Pero parece que no eras tan bueno como creí, lo cuál es una completa lástima porque en serio me gustabas- Ella se inclinó hacia él y besó sus labios ya resecos por la sed, por la deshidratación y por supuesto la perdida de sangre entre tantos golpes. El hombre, permaneció inmóvil, como si la resignación hubiese ocupado el lugar de la rabia. -Parece que haré el trabajo yo misma, pero, descuida, vas a dormir, dulzura mía, tan dulce como tus labios y tan dulce como tu sangre-. Y fue lo último que su víctima pudo escuchar antes que Vibeke le bebiera hasta la última gota.
La mujer se relamió los labios y tras una última sonrisa ascendió a la parte superior de su propia casa para limpiar los restos de sangre ajena y la evidencia de lo sucedido. Tomo un baño rápido y salió a buscar lo que quería, a descubrir por sí misma eso misterioso que buscaba.
Hace un tiempo, en las zonas más alejadas de París, se supo de un lugar donde aparentemente era de noche siempre, es decir, fue arreglado por un lapso de tiempo. Por supuesto tal fenómeno era producto de magia y no cualquier magia, sino una realmente poderosa. En principio, el asunto no debía de interesarle a Vibeke, pero al involucrar magia de tal magnitud, lograba que todo su ser y que toda su curiosidad se sintieran absolutamente atraídas por el poder de algún conjuro. No le interesaba por el hecho de poder estar más tiempo fuera de su letargo porque realmente la noche le bastaba, sino que más bien quería obtener al causante del hechizo, al brujo que podría proteger a algún vampiro o que sencillamente le placía jactarse de su poder. Poder, lo que siempre se le antojaba obtener a Vibeke.
París se había sumido ya en la oscuridad, y la maravilla de lo sobrenatural acompañó a la muerte de los hombres; la ciudad gris pareció fundirse con los cielos velados por el humo de las torres altas, temibles y feas, le dio la pauta de salida al vampiro, en cuya sombra, nadie podía soñar sobre el sol ni las praderas floridas de la primavera; nada de eso. El conocimiento de lo oculto había despojado a la tierra de su manto de belleza y tranquilidad, y los poetas no cantaron sino a distorsionados fantasmas, vistos a través de ojos cansados e introspectivos; cuando tales cosas tuvieron lugar y los anhelos infantiles se hubieron esfumado para con la noche, ya Vibeke se movía entre la noche camino a lo más alejado de París a donde los sensatos no se atrevían a ir, a donde sólo se encontraba lo sobrenatural protegido por esa misma aura poderosa.
Los pasos de aquella mujer no tardaron en ser presurosos y llegar al lugar que... sorprendentemente parece que ya no existía. Vibeke recordaba claramente la edificación que ahora, yacía consumida por completo a causa de las llamas. En silencio ella se lamento por lo sucedido. Era claro que no sufría por el lugar o la gente, sino por la posible perdida de algún brujo poderoso de los que a ella le gustaban tanto. Guardo silencio y moderando sus pasos avanzó un poco más hacia el lugar, hasta que prácticamente se vio obligada a detenerse. La magia no había sido consumida, aún había alguien y su voz llegaba como un susurro a los oídos de Vibeke y esto le indicó el nuevo rumbo de sus pisadas. Siguió aquél susurro en completo silencio y fue entonces cuando le escuchó, cuando le tuvo luego al alcance de su vista. Tenía que ser precavida, puesto que aquél hombre tenía un espejo al frente, aquél brujo descubierto invocaba a alguien.
Ella se inclinó tratando de evadir el reflejo del espejo hacia el lugar donde estaba y un árbol de gran tamaño casi hizo las veces de camuflaje, ella deseaba ver que pasaba y entonces escuchó claro lo siguiente: "-Ven Azrael, y complácete en hacerme compañía, en el nombre del que todo puede y lo ordena con sabiduría infinita-" ¿Azrael? ¿Porque el hechicero llamaba al ángel de la muerte? Pudo ser él quien causara todo aquí, puede ser él quien busque venganza o tal vez sólo lo quiera para que lleve almas a ser juzgadas... esto último fue más incomprensible para ella. Vibeke sonrío de forma automática esperando ver la respuesta de tal ángel y observando guardó silencio por un momento más mientras el joven brujo continuaba.
"Satisfacción" una nueva descripción de lo que aquél esperaba que le sobreviniera tras aquél llamado, pero pasados los minutos no ocurrió absolutamente nada. Había dos opciones que la mujer se planteo: una, el hechicero es débil o dos, la muerte es terca. Vibeke tenía la mente no sólo sedienta sino también cínica, era burlona y arrogante la mayoría de las veces y no iba, por ello, a permanecer oculta mucho tiempo. El muchacho pareció decepcionado y culpó a la suerte, parecía dispuesto a irse o rendirse cuando ella decidió hacer uso de uno de sus dones: La ilusión.
No estaba segura si él notaría que era una jugarreta de un vampiro, pero vamos, ella no escatima un poco de diversión al que parece sufrir, no le parece nada mal. Tampoco estaba segura de la apariencia que debía tomar la muerte, tal vez fuera un reflejo distinto de quien la invocaba, tal vez hombre, mujer, niño, ¿quién sabe? pero con la mirada fija en el brujo y sin moverse, le propagó una ilusión de densa niebla a su alrededor, de tal forma que incluso el espejo quedaba distorsionado por la neblina. Guardo silencio pero lo mantuvo a la vista para esperar su reacción. Si veneraba, ella reiría del ingenuo, pero si la descubría... podía ser interesante. Incluso, pudiera ser que el ángel de la muerte si llegara y entonces ¿Quién sabe?
Que el brujo analice más allá de lo físico y que la sorpresa envuelva al vampiro.
-Era sencillo, cariño. Sólo tenías que ir a ese lugar, ver porque pasaban tantas cosas raras ahí y ya- Dijo ella con un tono dulce pero cargado de malicia mientras acariciaba el rostro del joven atado de pies y manos a una especie de camilla en el centro de aquél lugar; un sótano frío y llego de aparatos raros con los que la vampireza jugaba. -Pero parece que no eras tan bueno como creí, lo cuál es una completa lástima porque en serio me gustabas- Ella se inclinó hacia él y besó sus labios ya resecos por la sed, por la deshidratación y por supuesto la perdida de sangre entre tantos golpes. El hombre, permaneció inmóvil, como si la resignación hubiese ocupado el lugar de la rabia. -Parece que haré el trabajo yo misma, pero, descuida, vas a dormir, dulzura mía, tan dulce como tus labios y tan dulce como tu sangre-. Y fue lo último que su víctima pudo escuchar antes que Vibeke le bebiera hasta la última gota.
La mujer se relamió los labios y tras una última sonrisa ascendió a la parte superior de su propia casa para limpiar los restos de sangre ajena y la evidencia de lo sucedido. Tomo un baño rápido y salió a buscar lo que quería, a descubrir por sí misma eso misterioso que buscaba.
Hace un tiempo, en las zonas más alejadas de París, se supo de un lugar donde aparentemente era de noche siempre, es decir, fue arreglado por un lapso de tiempo. Por supuesto tal fenómeno era producto de magia y no cualquier magia, sino una realmente poderosa. En principio, el asunto no debía de interesarle a Vibeke, pero al involucrar magia de tal magnitud, lograba que todo su ser y que toda su curiosidad se sintieran absolutamente atraídas por el poder de algún conjuro. No le interesaba por el hecho de poder estar más tiempo fuera de su letargo porque realmente la noche le bastaba, sino que más bien quería obtener al causante del hechizo, al brujo que podría proteger a algún vampiro o que sencillamente le placía jactarse de su poder. Poder, lo que siempre se le antojaba obtener a Vibeke.
París se había sumido ya en la oscuridad, y la maravilla de lo sobrenatural acompañó a la muerte de los hombres; la ciudad gris pareció fundirse con los cielos velados por el humo de las torres altas, temibles y feas, le dio la pauta de salida al vampiro, en cuya sombra, nadie podía soñar sobre el sol ni las praderas floridas de la primavera; nada de eso. El conocimiento de lo oculto había despojado a la tierra de su manto de belleza y tranquilidad, y los poetas no cantaron sino a distorsionados fantasmas, vistos a través de ojos cansados e introspectivos; cuando tales cosas tuvieron lugar y los anhelos infantiles se hubieron esfumado para con la noche, ya Vibeke se movía entre la noche camino a lo más alejado de París a donde los sensatos no se atrevían a ir, a donde sólo se encontraba lo sobrenatural protegido por esa misma aura poderosa.
Los pasos de aquella mujer no tardaron en ser presurosos y llegar al lugar que... sorprendentemente parece que ya no existía. Vibeke recordaba claramente la edificación que ahora, yacía consumida por completo a causa de las llamas. En silencio ella se lamento por lo sucedido. Era claro que no sufría por el lugar o la gente, sino por la posible perdida de algún brujo poderoso de los que a ella le gustaban tanto. Guardo silencio y moderando sus pasos avanzó un poco más hacia el lugar, hasta que prácticamente se vio obligada a detenerse. La magia no había sido consumida, aún había alguien y su voz llegaba como un susurro a los oídos de Vibeke y esto le indicó el nuevo rumbo de sus pisadas. Siguió aquél susurro en completo silencio y fue entonces cuando le escuchó, cuando le tuvo luego al alcance de su vista. Tenía que ser precavida, puesto que aquél hombre tenía un espejo al frente, aquél brujo descubierto invocaba a alguien.
Ella se inclinó tratando de evadir el reflejo del espejo hacia el lugar donde estaba y un árbol de gran tamaño casi hizo las veces de camuflaje, ella deseaba ver que pasaba y entonces escuchó claro lo siguiente: "-Ven Azrael, y complácete en hacerme compañía, en el nombre del que todo puede y lo ordena con sabiduría infinita-" ¿Azrael? ¿Porque el hechicero llamaba al ángel de la muerte? Pudo ser él quien causara todo aquí, puede ser él quien busque venganza o tal vez sólo lo quiera para que lleve almas a ser juzgadas... esto último fue más incomprensible para ella. Vibeke sonrío de forma automática esperando ver la respuesta de tal ángel y observando guardó silencio por un momento más mientras el joven brujo continuaba.
"Satisfacción" una nueva descripción de lo que aquél esperaba que le sobreviniera tras aquél llamado, pero pasados los minutos no ocurrió absolutamente nada. Había dos opciones que la mujer se planteo: una, el hechicero es débil o dos, la muerte es terca. Vibeke tenía la mente no sólo sedienta sino también cínica, era burlona y arrogante la mayoría de las veces y no iba, por ello, a permanecer oculta mucho tiempo. El muchacho pareció decepcionado y culpó a la suerte, parecía dispuesto a irse o rendirse cuando ella decidió hacer uso de uno de sus dones: La ilusión.
No estaba segura si él notaría que era una jugarreta de un vampiro, pero vamos, ella no escatima un poco de diversión al que parece sufrir, no le parece nada mal. Tampoco estaba segura de la apariencia que debía tomar la muerte, tal vez fuera un reflejo distinto de quien la invocaba, tal vez hombre, mujer, niño, ¿quién sabe? pero con la mirada fija en el brujo y sin moverse, le propagó una ilusión de densa niebla a su alrededor, de tal forma que incluso el espejo quedaba distorsionado por la neblina. Guardo silencio pero lo mantuvo a la vista para esperar su reacción. Si veneraba, ella reiría del ingenuo, pero si la descubría... podía ser interesante. Incluso, pudiera ser que el ángel de la muerte si llegara y entonces ¿Quién sabe?
Que el brujo analice más allá de lo físico y que la sorpresa envuelva al vampiro.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: The Wanted [Privado]
Estaba pensando acerca de cómo habían ido las cosas desde hacía algunos meses. Él normalmente evitaría pensar que tenía mala suerte. Pero sinceramente no es que todo pareciese ir sobre ruedas. Suspiró abatido. Kendal era quien le había enseñado la mayoría de hechizos que sabía. Pero ese conjuro que estaba intentando lo estaba haciendo sin ninguna clase de idea, salvo las indicaciones del libro que finalmente había encontrado y le había costado hacerse con él. Se la había pasado buscando algo que le guiara a las respuestas que quería. Si no podía con más, al menos quería la verdad.
Se puso en cuclillas en la entrada de lo que había sido la gran mansión y bajó el rostro cerrando los ojos. Para cuando levantó la vista se encontró con el campo inundándose de neblina. Sus sentidos se dispararon y se puso de pie tan rápido como el impulso que tomó se lo permitió.
-¿Quién está ahi? - Pasó su mirada y caminó con cierta precaución, tratando de buscar un lugar en el cual no estar tan desprotegido. No pensó nunca en que su hechizo estuviese tomando efecto y la razón era simple, independientemente de que no había sentido nada cuando la niebla empezó a expandirse, su mente se había distraído lo suficiente. No sabía bien como era aquello, pero esperaba que si aquel ente se aparecía para darle respuestas, lo sabría de una u otra forma. Los hechizos hasta que conoció a Kendal habían sido algo que no había utilizado suficiente. Alexis era como humo y espejos, antes de encontrarle, lo suyo era engañar y aprovecharse, de modo que le permitiera sobrevivir. El encontrarse con un hechicero, dispuesto no solo a enseñarle a escribir y leer de una mejor forma de lo que le había enseñado su padre, sino transmitirle los conocimientos osbre magia que tenía había sido algo que le había cambiado la perspectiva. Pero ahora que él no estaba, de repente se sentía como si estuviese perdiendo el camino.
Esperó ver alguna otra cosa en su campo de visión. No estaba seguro de qué esperar. Se agazapó buscando algo que pudiese servirle de arma. Lo cierto es que era tan desconfiado y aún así había olvidado llevar algo como eso. Había solo puesto su mente en lo que necesitaba para lo que iba a hacer. Si había elegido aquella locación, era porque era el último lugar donde había visto a Kendal.
Su mente se llenó de pensamientos acerca de su maestro en ese momento. Alexis era el tipo que no se arriesgaría por nadie, sin embargo, probablemente por quien le acogiera y le enseñara más cosas de las que nadie más se había preocupado por mostrarle, habría apostado su vida.
Frunció el ceño y su impaciencia empezó a hacerse visible. Estaba inquieto y cada cosa que hacía más o menos lo demostraba. Su mirada que se paseaba buscando algo que aún no encontraba -Maldición... - Masculló por lo bajo. Si se metía en un lío estaba muy lejos de cualquier cosa que pudiese serle de utilidad.
A estas alturas del camino, estaba considerando su mala suerte. No es que no pensara positivo, pero casi nada que recordara terminaba en buenos términos. Escuchó algo y giró su rostro en la dirección de la que había provenido el sonido -¿Quién es? - soltó rápidamente las palabras, por un momento sintió que dejaba de respirar antes de que lo que sea que estuviese ahí apareciera. 'Puede ser solo un animal' pensó, aunque eso no le decía de donde había salido la niebla repentina.
Cuando se quiso dar cuenta, ya se estaba acercando, al fin y al cabo, el resultado sería el mismo ¿no? Y no podía permanecer a la expectativa mucho rato. No veía casi nada con ese fenómeno 'natural' haciendo que aquello se viera más sobrenatural de lo que a él ya le parecía -¿Hay alguien ahí? -Preguntó casi jugando a fingir inocencia y no un temor de que algo malo sucediese.
Se puso en cuclillas en la entrada de lo que había sido la gran mansión y bajó el rostro cerrando los ojos. Para cuando levantó la vista se encontró con el campo inundándose de neblina. Sus sentidos se dispararon y se puso de pie tan rápido como el impulso que tomó se lo permitió.
-¿Quién está ahi? - Pasó su mirada y caminó con cierta precaución, tratando de buscar un lugar en el cual no estar tan desprotegido. No pensó nunca en que su hechizo estuviese tomando efecto y la razón era simple, independientemente de que no había sentido nada cuando la niebla empezó a expandirse, su mente se había distraído lo suficiente. No sabía bien como era aquello, pero esperaba que si aquel ente se aparecía para darle respuestas, lo sabría de una u otra forma. Los hechizos hasta que conoció a Kendal habían sido algo que no había utilizado suficiente. Alexis era como humo y espejos, antes de encontrarle, lo suyo era engañar y aprovecharse, de modo que le permitiera sobrevivir. El encontrarse con un hechicero, dispuesto no solo a enseñarle a escribir y leer de una mejor forma de lo que le había enseñado su padre, sino transmitirle los conocimientos osbre magia que tenía había sido algo que le había cambiado la perspectiva. Pero ahora que él no estaba, de repente se sentía como si estuviese perdiendo el camino.
Esperó ver alguna otra cosa en su campo de visión. No estaba seguro de qué esperar. Se agazapó buscando algo que pudiese servirle de arma. Lo cierto es que era tan desconfiado y aún así había olvidado llevar algo como eso. Había solo puesto su mente en lo que necesitaba para lo que iba a hacer. Si había elegido aquella locación, era porque era el último lugar donde había visto a Kendal.
Su mente se llenó de pensamientos acerca de su maestro en ese momento. Alexis era el tipo que no se arriesgaría por nadie, sin embargo, probablemente por quien le acogiera y le enseñara más cosas de las que nadie más se había preocupado por mostrarle, habría apostado su vida.
Frunció el ceño y su impaciencia empezó a hacerse visible. Estaba inquieto y cada cosa que hacía más o menos lo demostraba. Su mirada que se paseaba buscando algo que aún no encontraba -Maldición... - Masculló por lo bajo. Si se metía en un lío estaba muy lejos de cualquier cosa que pudiese serle de utilidad.
A estas alturas del camino, estaba considerando su mala suerte. No es que no pensara positivo, pero casi nada que recordara terminaba en buenos términos. Escuchó algo y giró su rostro en la dirección de la que había provenido el sonido -¿Quién es? - soltó rápidamente las palabras, por un momento sintió que dejaba de respirar antes de que lo que sea que estuviese ahí apareciera. 'Puede ser solo un animal' pensó, aunque eso no le decía de donde había salido la niebla repentina.
Cuando se quiso dar cuenta, ya se estaba acercando, al fin y al cabo, el resultado sería el mismo ¿no? Y no podía permanecer a la expectativa mucho rato. No veía casi nada con ese fenómeno 'natural' haciendo que aquello se viera más sobrenatural de lo que a él ya le parecía -¿Hay alguien ahí? -Preguntó casi jugando a fingir inocencia y no un temor de que algo malo sucediese.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: The Wanted [Privado]
La belleza, el terror y el misterio de esos oscuros reinos que tanto aman los brujos, parecen ser revelados a su mente pero no siempre toman la misma dirección. Cada camino es tan inaudito como adornado y exótico, y finalmente se ven irresistiblemente lanzados a él. Es de suponer, que por esto no conocieran siempre los resultados y que sólo una vaga idea de como podría reaccionar lo sobrenatural fuera la que revoloteara en su mente. Sin embargo, el joven brujo reaccionó con rapidez e hizo una pregunta que denotaba la inseguridad de su desconocido acompañante nocturno; Vibeke no respondería, no diría ahora que estaba allí, quería ver más.
Se supone que directa o indirectamente todos sentimos temor a lo desconocido y Vibeke pudo notar eso en los ojos del hechicero, lo veía claramente porque la ilusión era producida por ella y no para ella, por tanto podía incluso avanzar hacia él y mantener la ilusión para no ser distinguida con rapidez; pero algo tenía claro ella y es que jamás se menosprecia a un brujo, jamás se deducen sus capacidades sin pruebas ni se va como conejillo de indias por más tentado que se esté; para eso ya habría tiempo, un momento clave.
Vibeke avanzó apenas al tiempo que el brujo buscaba algo en el suelo como si fuera su única defensa; por su parte ella mantuvo la ilusión sin generar ninguna otra, dado que podría pisar en falso al no saber la reacción que se esperaba del espíritu antes invocado. Pero lo que sí pudo notar Vibeke, fue algo que escapaba de lo visible pero que para alguien con capacidades telepáticas no pasaba desapercibido. Unas imágenes de otros brujos pasaban por la mente de Alexis con cierta nostalgia junto con la palabra: "Maestro". ¿Que había pasado con él. Acaso la invocasión tenía que ver? La curiosidad del vampiro aumentó de tal manera que quiso mostrarse pero aguardó un poco más, de nuevo.
Sin más, se movío alejándose apenas unos pasos del árbol en el que antes estaba y levantó la vista detallando cada rama mientras que mantenía la ilusión y él preguntaba y buscaba con la mirada cualquier cosa. Aquél ejemplar tenía bastantes años y era de tal grosor, que incluso sus rama soportarían el peso casi de cualquiera; sonrió e inclinándose apenas tomo el impulso para llegar a una de las ramas de un salto. Evidentemente el sonido no lo había bloqueado con la ilusión y Alexis pronto preguntó de nuevo con más seguridad, aunque su mente abierta le permitió a Vibeke saber que intentaba negarse las sospechas otorgándole el sonido a algún animal.
Pero, aunque disfrutaba con gracia de como el brujo en medio de aquella extraña inocencia buscaba el origen de la niebla y todo lo demás; Vibeke quería otros resultados, así que aún observándolo empezó a disminuir la ilusión. Lo que él vería sería la niebla disipándose poco a poco y muy posiblemente el aura de ella delatara su ubicación que, aunque estaba en lo alto, carecía de camuflaje por gusto propio.
Con la última pregunta, ya sería claro el panorama de nuevo para él y Vibeke emitió una risa de burla aún sentada en aquella rama, se reía viéndole, se reía de lo inocente que parecía. -Que pasa, te salió mal el hechizo o será que eres mal hechicero?- espetó con el mismo tono burlón aunque ya la risa había abandonado su rostro. Apenas miraba a Alexis con una media sonrisa y la ceja enarcada con evidente aire de superioridad.
-¿Te asustaste mucho? Anda, dime que estuvo genial esta pequeña jugada.- Habló de nuevo en el mismo tono soberbio y cruzó la pierna como si estuviera realmente cómoda y como si estuviera en sus dominios, aunque la verdad difería bastante de aquello. La mayoría de las veces en que se dirigía a alguien de ese modo, era para provocarlo. No temía nada pero esperaba mucho, esperaba encontrarse con cosas que no imaginaba y que no podía hacer y esa, era la principal razón por la que los brujos fueran sus favoritos; todos tan diferentes y con tantas cosas por mostrar... el riesgo no importa si al final se obtienen buenos resultados, y en esa medida se manejaba. Si era necesario provocarle más, no dudaría un segundo en hacerlo, lo acorralaría hasta que la ira, el temor o la angustia le hiciera sacar a flote sus más poderosos e incluso terribles dones. Definitivamente la mente le funcionaba distinto, arriesgar por saciar la curiosidad.
Se supone que directa o indirectamente todos sentimos temor a lo desconocido y Vibeke pudo notar eso en los ojos del hechicero, lo veía claramente porque la ilusión era producida por ella y no para ella, por tanto podía incluso avanzar hacia él y mantener la ilusión para no ser distinguida con rapidez; pero algo tenía claro ella y es que jamás se menosprecia a un brujo, jamás se deducen sus capacidades sin pruebas ni se va como conejillo de indias por más tentado que se esté; para eso ya habría tiempo, un momento clave.
Vibeke avanzó apenas al tiempo que el brujo buscaba algo en el suelo como si fuera su única defensa; por su parte ella mantuvo la ilusión sin generar ninguna otra, dado que podría pisar en falso al no saber la reacción que se esperaba del espíritu antes invocado. Pero lo que sí pudo notar Vibeke, fue algo que escapaba de lo visible pero que para alguien con capacidades telepáticas no pasaba desapercibido. Unas imágenes de otros brujos pasaban por la mente de Alexis con cierta nostalgia junto con la palabra: "Maestro". ¿Que había pasado con él. Acaso la invocasión tenía que ver? La curiosidad del vampiro aumentó de tal manera que quiso mostrarse pero aguardó un poco más, de nuevo.
Sin más, se movío alejándose apenas unos pasos del árbol en el que antes estaba y levantó la vista detallando cada rama mientras que mantenía la ilusión y él preguntaba y buscaba con la mirada cualquier cosa. Aquél ejemplar tenía bastantes años y era de tal grosor, que incluso sus rama soportarían el peso casi de cualquiera; sonrió e inclinándose apenas tomo el impulso para llegar a una de las ramas de un salto. Evidentemente el sonido no lo había bloqueado con la ilusión y Alexis pronto preguntó de nuevo con más seguridad, aunque su mente abierta le permitió a Vibeke saber que intentaba negarse las sospechas otorgándole el sonido a algún animal.
Pero, aunque disfrutaba con gracia de como el brujo en medio de aquella extraña inocencia buscaba el origen de la niebla y todo lo demás; Vibeke quería otros resultados, así que aún observándolo empezó a disminuir la ilusión. Lo que él vería sería la niebla disipándose poco a poco y muy posiblemente el aura de ella delatara su ubicación que, aunque estaba en lo alto, carecía de camuflaje por gusto propio.
Con la última pregunta, ya sería claro el panorama de nuevo para él y Vibeke emitió una risa de burla aún sentada en aquella rama, se reía viéndole, se reía de lo inocente que parecía. -Que pasa, te salió mal el hechizo o será que eres mal hechicero?- espetó con el mismo tono burlón aunque ya la risa había abandonado su rostro. Apenas miraba a Alexis con una media sonrisa y la ceja enarcada con evidente aire de superioridad.
-¿Te asustaste mucho? Anda, dime que estuvo genial esta pequeña jugada.- Habló de nuevo en el mismo tono soberbio y cruzó la pierna como si estuviera realmente cómoda y como si estuviera en sus dominios, aunque la verdad difería bastante de aquello. La mayoría de las veces en que se dirigía a alguien de ese modo, era para provocarlo. No temía nada pero esperaba mucho, esperaba encontrarse con cosas que no imaginaba y que no podía hacer y esa, era la principal razón por la que los brujos fueran sus favoritos; todos tan diferentes y con tantas cosas por mostrar... el riesgo no importa si al final se obtienen buenos resultados, y en esa medida se manejaba. Si era necesario provocarle más, no dudaría un segundo en hacerlo, lo acorralaría hasta que la ira, el temor o la angustia le hiciera sacar a flote sus más poderosos e incluso terribles dones. Definitivamente la mente le funcionaba distinto, arriesgar por saciar la curiosidad.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/04/2013
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Re: The Wanted [Privado]
Alexis dio un suspiro al ver la niebla dispersarse. Claramente eso no era algo común. Pero qué iba a decir él de lo que era o no 'normal'. Solo sabía que no podía extenderse de ese modo y sin las condiciones adecuadas. Si suspiró con cierto alivio, fue porque justo antes, había estado a punto de invocar a los fantasmas, que por extraño que pareciese, había preferido mantener lejor de aquel lugar. No estaba seguro de lo que sucedería ni lo que espíritus rondando por ahí pudiesen afectar su hechizo.
Pero aquella risa le hizo poner una expresión seria y molesta. Su forma de burlarse le hacía enfadarse -¿Qué sabes tu, vampiro?- soltó con un tono más bien altanero. No porque supiese que podía, en caso de un enfrentamiento, salir vivo. Solo por el mero impulso que le daba la situación. Su media sonrisa era tan desquiciante y su mirada de superioridad le ponía los nervios de punta. Negó con la cabeza. Alexis no podía decir que era bueno o no. Pero no iba a decir que era malo frente a alguien como ella incluso si lo fuese.
Apretó los puños -No ha fallado... no aún... -Dijo, aunque agregar esa palabra no le daba una buena imagen al asunto. Pero no podía decir que había funcionado. Llevaba más que un par de noches haciendo ese mismo ritual. Sabía, que si al final de los cuarenta y ocho días, no había obtenido una respuesta, sin duda, había fracasado. En sus ojos se vio aquella ligera chispa. Alexis era alguien voluble, haber perdido a Kendal lo hacía incluso más susceptible, menos pensante de lo que sus actos podrían ocasionarle.
Fue por eso, que sin medir las consecuencias ni nada que le protegiese, salvo si mismo, se acercó con cierta desconfianza, pero lo suficiente para verla. A la distancia, solo podía captar aquella presencia, que tenía ese toque tan extraño de los muertos, pero muy diferente a la de un fantasma. El ambiente, se sentía diferente, o tal vez solo era él que lo captaba de esa forma. Podía verla y ahora más cerca, el tono y la forma en la que se veía su piel, le dijo que las palabras que había usado antes, eran las correctas.
El miedo podía ser, bien un buen anuncio de advertencia que había ignorado, bien solo un estorbo para su mente -De genialidad tiene si ha servido de algo para ti ¿Qué buscabas? - La ventaja, según lo veía y no hacía caso, no la tenía él. Consciente de lo que podía y no hacer, sabía que sus reflejos distaban mucho de los de ella. Si no sabía reaccionar a tiempo, podía realmente en algún instante estar más cerca de la muerte.
El tono de su voz era algo agresivo, cortante, pero no podía ser de otra forma incluso si ella hubiese aparecido de otra manera. Le miró, con esa desconfianza innata, no confiaba en las personas, en otros fingía hacerlo, pero ciertamente la vida le había enseñado que no debía dejarse llevar. Y sin embargo, había confiado y cada vez que sucedía pasaba algo que finalmente le dejaba solo. Estaba empezando a preguntarse si era algo de lo que preocuparse o no.
Sin pensarlo, pasó su mano derecha por el brazo contrario. Si, allí donde había grabado antes, con las heridas que él mismo causó, un pentagrama que ahora estaba incompleto. Sería bueno poder usarlo, pero no funcionaría de esa forma. No podría invocar en un caso a Egyed, pero tal vez no fuese necesario. Tenían un pacto, por lo cual, probablemente acudirían si les llamaba incluso sin algo como eso como intermediario.
-¿Qué quiere alguien como tu, asustando a alguien en medio de la nada? - Agudizó la mirada. Él no había tratado con muchos vampiros, pero suficiente había tenido con los pocos que lo había hecho, el dueño de lo que era antes aquella mansión. Hablando de escalofríos, ella estaba a punto de provocarle algo similar mientras le observaba con fijeza -¿Quieres matarme acaso? - Una sonrisa algo torcida se dibujo en su rostro juvenil -¿O solo te divierte entrometerte en los asuntos de otros?- Si algo tenía, es que no se amedrentaba o almenos disimulaba muy bien sus inseguridades. Sabía que tenía potencial, confiaba en las palabras de quienes le habían dicho eso, pero también le habían dicho que tenía un camino que recorrer y dudaba haber avanzado aún lo suficiente. Antes de Kendal, alguien le había enseñado, que no debía temer y que su carácter probablemente era un problema para tener el control que debía sobre sus habilidades. Poca paciencia, demasiado impulsivo, solía decirle -Responde ¿Qué es lo que quieres? - No es que él fuese a hacer algo por cumplirlo, pero era el úncio allí cerca, suponía que era con él el asunto. Tal vez con aquella casa que había tenido cosas tan extrañas. Tal vez seres como ella podían sentirlo.
Pero aquella risa le hizo poner una expresión seria y molesta. Su forma de burlarse le hacía enfadarse -¿Qué sabes tu, vampiro?- soltó con un tono más bien altanero. No porque supiese que podía, en caso de un enfrentamiento, salir vivo. Solo por el mero impulso que le daba la situación. Su media sonrisa era tan desquiciante y su mirada de superioridad le ponía los nervios de punta. Negó con la cabeza. Alexis no podía decir que era bueno o no. Pero no iba a decir que era malo frente a alguien como ella incluso si lo fuese.
Apretó los puños -No ha fallado... no aún... -Dijo, aunque agregar esa palabra no le daba una buena imagen al asunto. Pero no podía decir que había funcionado. Llevaba más que un par de noches haciendo ese mismo ritual. Sabía, que si al final de los cuarenta y ocho días, no había obtenido una respuesta, sin duda, había fracasado. En sus ojos se vio aquella ligera chispa. Alexis era alguien voluble, haber perdido a Kendal lo hacía incluso más susceptible, menos pensante de lo que sus actos podrían ocasionarle.
Fue por eso, que sin medir las consecuencias ni nada que le protegiese, salvo si mismo, se acercó con cierta desconfianza, pero lo suficiente para verla. A la distancia, solo podía captar aquella presencia, que tenía ese toque tan extraño de los muertos, pero muy diferente a la de un fantasma. El ambiente, se sentía diferente, o tal vez solo era él que lo captaba de esa forma. Podía verla y ahora más cerca, el tono y la forma en la que se veía su piel, le dijo que las palabras que había usado antes, eran las correctas.
El miedo podía ser, bien un buen anuncio de advertencia que había ignorado, bien solo un estorbo para su mente -De genialidad tiene si ha servido de algo para ti ¿Qué buscabas? - La ventaja, según lo veía y no hacía caso, no la tenía él. Consciente de lo que podía y no hacer, sabía que sus reflejos distaban mucho de los de ella. Si no sabía reaccionar a tiempo, podía realmente en algún instante estar más cerca de la muerte.
El tono de su voz era algo agresivo, cortante, pero no podía ser de otra forma incluso si ella hubiese aparecido de otra manera. Le miró, con esa desconfianza innata, no confiaba en las personas, en otros fingía hacerlo, pero ciertamente la vida le había enseñado que no debía dejarse llevar. Y sin embargo, había confiado y cada vez que sucedía pasaba algo que finalmente le dejaba solo. Estaba empezando a preguntarse si era algo de lo que preocuparse o no.
Sin pensarlo, pasó su mano derecha por el brazo contrario. Si, allí donde había grabado antes, con las heridas que él mismo causó, un pentagrama que ahora estaba incompleto. Sería bueno poder usarlo, pero no funcionaría de esa forma. No podría invocar en un caso a Egyed, pero tal vez no fuese necesario. Tenían un pacto, por lo cual, probablemente acudirían si les llamaba incluso sin algo como eso como intermediario.
-¿Qué quiere alguien como tu, asustando a alguien en medio de la nada? - Agudizó la mirada. Él no había tratado con muchos vampiros, pero suficiente había tenido con los pocos que lo había hecho, el dueño de lo que era antes aquella mansión. Hablando de escalofríos, ella estaba a punto de provocarle algo similar mientras le observaba con fijeza -¿Quieres matarme acaso? - Una sonrisa algo torcida se dibujo en su rostro juvenil -¿O solo te divierte entrometerte en los asuntos de otros?- Si algo tenía, es que no se amedrentaba o almenos disimulaba muy bien sus inseguridades. Sabía que tenía potencial, confiaba en las palabras de quienes le habían dicho eso, pero también le habían dicho que tenía un camino que recorrer y dudaba haber avanzado aún lo suficiente. Antes de Kendal, alguien le había enseñado, que no debía temer y que su carácter probablemente era un problema para tener el control que debía sobre sus habilidades. Poca paciencia, demasiado impulsivo, solía decirle -Responde ¿Qué es lo que quieres? - No es que él fuese a hacer algo por cumplirlo, pero era el úncio allí cerca, suponía que era con él el asunto. Tal vez con aquella casa que había tenido cosas tan extrañas. Tal vez seres como ella podían sentirlo.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/10/2011
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