La paz perturbada

por **Ginger Rouviere** Mar Mayo 28, 2013 9:52 pm

Los recuerdos se agolparon en su mente el mismo instante en que la inconfundible brisa de las aguas azotó su rostro. El viaje había sido largo y no tenía intenciones de volver a Marsella pero todo aquello la hacían añorar un poco su tierra.

Había llegado hacía sólo un par de días a la casa de su hermano y a medida que pasaban las horas se hacía evidente que debía encontrar otro alojamiento lo más pronto posible. Por suerte todo en Paris era rápido y ya tenía arregladas dos citas para ver unas mansiones muy bonitas.

Al principio sus padres lo dudaron. Una mujer, viviendo sóla, no era nada bueno. Pero sabían que la situación no era la ideal. Fue entonces cuando pensaron en una solución bastante novedosa. Ella se mudaría sólo si llevaba consigo una serie de criados de suma confianza de su padre y, cuando estuviera bien instalada, tendría que alojar a su tía. La tía Maude era la solterona de la familia y todos sospechaban que no estaba muy bien de la cabeza, pero eso era mejor que vivir con su hermano, quien no parecía perdonar del todo a la familia, así que acepto antes de que pudieran declinar la oferta.

Esa mañana había decidido comprar un par de insumos que le hacían falta. Las garras del invierno se introducían poco a poco en el otoño por lo que, sin dudarlo, le adhirío la capa a su vestido preferido. Su paseo de compras pronto la llevó al puerto. Quería averiguar si sentía lo mismo allí que cuando visitaba el de Marsella. Siempre iba allí cuando tenía que pensar. La brisa, el ruido de los barcos, los personajes que bajaban de ellos, los que se encontraban en el puerto y lo ajetreado del trabajo de los marineros la relajaban.

Encontró pronto un lugar donde sentarse. No pasaría mucho tiempo antes de que alguien perturbara su paz.

por **David Crow** Lun Jun 03, 2013 10:36 pm

Venia caminando por el puerto con las manos en los bolsillos, estaba algo mojado porque su vida era así de difícil, había elegido eso a ser una persona normal y trabajar para conseguir lo que necesitaba. Amaba meterse en problemas, o al menos eso parecía, siempre se veía involucrado en alguno.

La última de sus aventuras fue un robo de unos cuantos billetes de la salida de un banco, pero no era a cualquiera, era un hombre en particular a quien debía robar. Ese hombre, según cuenta la historia, era un traficante de drogas, de los mas comunes pero con custodia continua. Iba a cobrar un pago importante procedente de Rusia. El pago era bueno, la persona que lo contrató era una dama de buen nivel y todo terminó con el robo del dinero, la futura persecución de los custodios (sin éxito), la entrega y cobro de un 10% del dinero obtenido y luego, la jefa paseándolo en su auto hasta tirarlo en una zanja del puerto. El olor a pescado era terrible, pero para que quejarse!?

De pronto unos cabellos rubios lo sorprendieron en la distancia, una bella dama de exquisita figura sentada y dubitativa. Porque no acercarse a ver si estaba bien? A lo sumo recibiría un "no me molestes" como respuesta.

-Bonjuour Mademoiselle o Madamme, esta usted bien? -

por **Ginger Rouviere** Mar Jun 04, 2013 9:28 pm

Sintio la energía del hombre acercandose antes de visualizarlo o sentir sus palabras. Era un jovencito apenas mayor que ella, o eso aparentaba, cuya aura no pronosticaba violencia inminente. No había conocido muchos cambiaformas en su vida y sólo recordaba uno o dos con los que había tenido un par de episodios desagradables.

Se levantó de forma lenta y elegante hasta quedar completamente erguida.

- Buenos días, caballero. Afortunadamente me encuentro bien, ¿Y usted?- lo miró de arriba abajo, estaba mojado hasta las mismas entrañas. - Por lo que veo ha tenido un infortunio. Hace mucho frío para estar en su situación en un día como este, se va a enfermar, aunque no creo que eso lo preocupe demasiado.- Lo miró con complicidad pero no dió más señales de saber lo que él era.

Arrugó un poco la nariz ante el olor a pescado, que era mucho más fuerte en las ropas del sujeto. Miró al horizonte mientras desaparecía el barco que ella había estado siguiendo con la mirada. La vida era peor para algunos, mucho peor que la de ella. Recordó de pronto que el preocuparse por semejantes tonterias que pasaban en su vida no la iba a llevar a buen puerto. Ayudar a los demás quizás le traería un par de aliados.

Llevó las manos a su cuello y desató su capa. Era una capa muy elegante y costosa, azul con unos bordados preciosos en plata. Con una maniobra elegante la retiró de sus hombros y se la ofreció al extraño. - Usted creerá que peco de ingénua pueblerina, pero creame que hoy me levanté con un espiritu solidario. Tómela.-

por **David Crow** Miér Jun 05, 2013 11:02 pm

-Si, creo que tiene razón Mademoiselle, ya estoy empezando a aceptar la vida como me toca, con las cosas buenas y las malas - dijo mientas se rascaba un poco la nuca, notando que tenía el cabello también bastante mojado. Seguramente había caído de bruces en ese maldito charco apestoso. ¿Había sido un charco? se pregunto a si mismo.

La dama era muy bella y muy carismática y despreocupada ademas, solo notó un dejo de sentimentalismo cuando la vio observar un barco que se perdía en el distante infinito del horizonte. Parecía que el mar se lo había tragado junto con tantas cosas mas, como solía hacer. Se quedó pensando en ello mientras la dama entró en pensamientos también, y a su vez arrugaba su nariz. Si, realmente apestaba a pescado podrido. Así no podría ni conquistar a un vagabundo por mas que quisiera!.

Se apresuró a decir - Disculpe el olor Madame, realmente no crea que siempre luzco de esta forma, en realidad suelo usar perfume y usar ropa seca. De esta forma solo me tomará como un mendigo - afirmó tomándose la camisa con una mano y aventándola un poco para despegarla del cuerpo, al notar que la dama se desprendía de la capa y la tomaba para pasársela la observó directamente y agregó:

-Mi bella dama entiéndame que no podría hacerlo, por mas que agradezca de corazón su ofrecimiento. ¿Que clase de caballero sería dejándola aquí, a la intemperie de los vientos y con una mirada perdida en el horizonte? -

por **Ginger Rouviere** Sáb Jun 08, 2013 9:04 am

Todos los hombres pensaban que era una ingenua. Por qué sería aquello, quizás su acento Marsellés, su amabilidad, su apariencia. Era claro que aquel hombre no era un mendigo, sólo había hecho enojar a las personas incorrectas y había terminado en una zanja del puerto.

Una sonrisa se dibujó en su rostro y pronto se convirtió en una pequeña carcajada que sofocó con su mano libre, la otra sostenía la capa. Habiendo hecho contacto visual con el extraño se acercó hasta estar a pocos centímetros de su cara. Abrió muy grande sus ojos celestes todavía con la sonrisa plasmada en su cara. Se divertiría un rato con él. Amaba ser una criatura malvada e inmadura.

- Es evidente que usted no es un mendigo, es por eso que no quiero que se enferme. Por favor tome mi capa, yo estaré bien, y espero usted no me abandone aquí, luego de que le entregue mi capa.- su sonrisa se amplió- El mirar al horizonte, me ha dado la certeza que de debo estar alegre y que nada es tan malo en esta vida.-

Tomó una de sus manos y colocó en ella su capa para cerrarsela luego alrededor de ella. Volvió a su lugar anterior. Su mente le decía que no lo hiciera, que no enamorara a aquel hombre en vano. No todos los cambiaformas eran como aquel desgraciado, maldito innombrable que la había despechado. Rompió el contacto visual y se miró un instante las manos, con un poco de culpa.

por **David Crow** Miér Jun 12, 2013 10:59 pm

Sus carcajadas eran hermosos tonos musicales en los oídos del joven y a la vez adulto David. Esta mujer era un encanto, no solo al verla sino también al escucharla hablar.
Tenia algo de dinero encima que no habían encontrado, mas valía que se pusiera algo de abrigo y que invitara a la dama que había depositado su confianza en el a algún bar por la zona mejor vista del puerto. Había una un poco mas adelante. No demorarían en llegar.

Rió con ella mientras se sentía cautivado por su mirada, era evidente que no era una dama normal, no era solo una joven liberal, amable y simpática, había algo mas ... y como todo animalito ávido de curiosidad se había puesto como meta averiguar que era eso que estaba mas allá de su apariencia y la influencia positiva que ejercía en el.

Extendió la capa que la mujer depositó en sus manos, la sacudió y poniéndose a su lado, la cubrió a ella y se cubrió el mientras la invitaba a caminar junto a el, bordeando el contorno de la costa, con su trajín diario de puerto, con la poca gente de la zona, y el trabajo arduo de algunos pocos, no se veía trabajando en algo así, la debilidad lo acompañaba, se le hacían mas fáciles los trabajos livianos por mas mal visto que esto estuviera en un hombre.

Comenzó con simples preguntas mientras estaban caminando como "Que hace una bella dama como usted por estos lugares llenos de malhechores? y demás" hasta llegar a un pequeño pero confortable bar, que tenia un amplio balcón tipo terraza que daba al mar. El mar era bello, estaba en el termino medio entre bravo y apacible, era ideal. Podría perderse en ese paisaje por horas e incluso días de no ser porque su estomago lo llamaría tarde o temprano.

Pagó por algo de ropa seca en el interior del bar y se reunió con la dama en el exterior, llevando consigo el pedido y se sentó.

- Pocas personas son tan amables como usted señorita, puedo preguntarle su nombre o me tomara por un molesto? - dijo con una mirada picara en su cara.

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